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Mumford, S., & Anjum, R. L. (2013). Causation: a very short introduction.

OUP Oxford.

Capítulo 7. Pluralismo: ¿es la causalidad muchas cosas distintas?


Hemos visto tres teorías distintas sobre la causalidad: una basada en la regularidad, otra en la
dependencia contrafáctica, y otra en la transferencia de cantidades físicas. Pero también hemos
visto que hay contraejemplos para cada una de estas teorías, o sea casos en los que algo cumple
con la definición propuesta pero no parece realmente un caso de causalidad o, viceversa, donde
algo parece un verdadero caso de causalidad pero no cumple con la definición propuesta.
¿Significa esto que estas teorías ofrecen definiciones incorrectas de causalidad? ¿O podría ser
que cualquier definición no circular siempre será susceptible de tener contraejemplos?

Cada teoría funciona lo suficientemente bien como para identificar algunos y quizás la mayoría
de los casos de causalidad. Tal vez haya algunas excepciones, pero en general parece bastante
claro que la causalidad implica un grado de regularidad, dependencia contrafáctica o
transferencia de energía. El problema parece ser que para cada teoría hay uno o dos casos que no
se ajustan al patrón. ¿Pero deberíamos inferir de esto que todas las teorías están equivocadas?
¿No será que esperamos demasiado de una sola teoría?

Se supone que la causalidad es una sola cosa y que es nuestra tarea descubrir su esencia. ¿Pero
no podemos acaso rechazar este supuesto? A veces usamos una sola palabra para clasificar
muchas cosas diferentes. Consideremos el siguiente caso: ser un mamífero. Hay muchas cosas
diferentes que llamamos mamíferos: una ballena, un humano, una vaca. Las diferencias entre una
ballena y un ser humano son significativas. Una ballena se parece más a un pez no mamífero que
a un mamífero humano. Quizás la causalidad permite de manera similar una amplia diversidad
de instancias particulares que tienen características diferentes. Esto es lo que diría un pluralista.

La razón por la cual todas las teorías que hemos considerado tienen contraejemplos, dice el
pluralista, es que intentaron fijar la causalidad en una sola cosa, como la conjunción constante o
lo que fuere. Suponiendo que ninguna de estas teorías sea la correcta por sí sola, ¿por qué no
tomar la disyunción de ellas? La estrategia del enfoque pluralista de la causalidad es decir que
cuando tenemos diferentes teorías a, b, c y d que se aplican en algunos casos, pero no en todos,
deberíamos considerar la causalidad como su disyunción: la causalidad es a o b o c o d. Si la
causalidad es un fenómeno heterogéneo, entonces mientras que algunos de sus casos
involucrarán una conjunción constante, otros serán casos de dependencia contrafáctica, de
transferencia de energía o de alguna otra noción propuesta.

La causalidad en muchas formas


Hay que reconocer que rara vez usamos el término "causa" en el lenguaje cotidiano. La pluralista
contemporánea Nancy Cartwright señala que hay innumerables formas mediante las cuales
expresamos que una cosa puede causar otra cosa. Decimos que alguien cortó el tomate, pateó la
pelota, humilló a un amigo, aterrorizó a las ovejas, y así sucesivamente. Todos estos son casos
específicos de agencia: cosas que los humanos pueden hacer o causar. Y cuando miramos casos
sin agentes humanos, también vemos lo mismo. El clavo pinchó el neumático, una roca rompió
una ventana, el viento tiró al árbol, la infección hinchó el dedo, y así sucesivamente. Tenemos,
entonces, diferentes tipos de eventos o procesos: patadas, humillaciones, aplastamientos, golpes,
etc.

Estas son las cosas que realmente suceden en el mundo y la causalidad es quizás solo una
etiqueta que usamos para clasificarlas a todas juntas. Quizás esta clasificación sea solo de interés
para los filósofos. Solo un filósofo diría "usted causó que las ovejas entraran en pánico" en lugar
de la expresión más natural "usted aterrorizó a las ovejas". Parece que invocamos varios verbos
causales en el discurso filosófico sobre la causalidad: influir, producir, prevenir, determinar,
controlar, interferir, contrarrestar, mejorar, aumentar, disminuir, etc. Quizás la causalidad no sea
más que la suma de estas cosas.

Y hay quienes piensan que, en aras de la claridad científica, el tema de la causalidad sería mejor
abandonarlo. Por ejemplo. cuando se realiza un ensayo controlado aleatorio, los científicos sólo
deberían afirmar que la tasa de recuperación es más alta con el tratamiento T que sin él. Se
desaconseja decir que T provoca la recuperación, tal vez porque se considera que hace una
afirmación metafísica. Al menos, se podría argumentar, está claro lo que estamos diciendo
cuando afirmamos que estadísticamente hay una mejor tasa de recuperación con un tratamiento
que sin él. ¿Qué agrega decir que T causa la recuperación cuando en realidad no hay una teoría
aceptada de qué es la causalidad? Eso solo enturbia las aguas.

Wittgenstein aborda a Sócrates


El error de un filósofo, según Ludwig Wittgenstein (1889–1951), es suponer que debe haber una
esencia única para algo solo porque usamos una palabra para ello. Este error se remonta a los
métodos filosóficos de Sócrates, uno de los primeros filósofos cuyas ideas han sobrevivido.

Como está registrado en los escritos de Platón, Sócrates (c. 469–399 a. C.) hizo preguntas como
"¿Qué es la bondad?", "¿Qué es la justicia?", "¿Qué es el amor?". Si se le presentaba un ejemplo
específico, como, por ejemplo, que la justicia es el pago de las deudas, insistía en que ésa no era
la respuesta correcta. Ese podría ser un ejemplo de justicia, pero su interés era lo que la justicia
era en general, en todos los casos.

Muchos filósofos se han mantenido en la tradición socrática de responder a este tipo de


preguntas. Las teorías filosóficas de la causalidad han sido intentos de hacer esto: decir, por
ejemplo, que la causalidad es una conjunción constante, que implica prioridad temporal y
contigüidad. O sea, se afirma que esto es lo que todos los casos de causalidad tienen en común y
es lo que hace que todas las instancias particulares sean causales.
Un gran desafío para esta tradición socrática surgió con la obra de Wittgenstein Philosophical
Investigations (1953). Wittgenstein dijo que algunas de nuestras nociones podrían considerarse
conceptos de semejanza familiar (family resemblance). Un concepto de semejanza familiar es
aquel que agrupa varias cosas diferentes sobre la base de que tienen semejanzas pero donde no
hay una sola esencia o característica que todos tengan en común.

Si consideramos una familia típica, tendemos a ser capaces de decir que cada miembro de la
familia en particular pertenece allí. Quizás tres de los cinco miembros de la familia tienen el pelo
rojo y rizado, pero dos de ellos no. Y tal vez hay una nariz torcida de la familia, pero, de nuevo,
no todos los cinco la tienen. De nuevo, hay ojos marrones en la mayoría de los casos, pero no en
todos. Aún a pesar de que no haya una sola "esencia" para esta familia, una única característica
que todos compartan y que haga de cada uno de ellos un miembro de la familia, podemos
reconocerlos como tales. Puede que ni siquiera sea posible para nosotros precisar exactamente en
qué consiste el parecido, pero todavía creemos que hay suficiente parecido para permitirnos
reconocer a cada uno de ellos como un miembro de esta familia.

Los filósofos post-wittgensteinianos se han preguntado, en relación con diferentes nociones


filosóficas, si estamos tratando con conceptos de semejanza familiar. Por lo tanto, parece natural
preguntarse si la causalidad es un concepto de parecido familiar o no. Stathis Psillos defiende
esto, siguiendo a Elizabeth Anscombe. Algunos pero no todos los casos de causalidad implican
una conjunción constante. Algunos, pero no todos, implican prioridad temporal, contigüidad,
transferencia de energía, etc. Ninguna de estas características es necesaria o suficiente para la
causalidad. Por lo tanto, podría haber casos de causalidad en los que puede faltar alguna o varias
de éstas, y casos que no son de causalidad pero que exhiben una o más de estas características.
Pero los casos que son causales serán aquellos que posean suficientes características como para
que podamos reconocerlos como causales.

¿Cuántos tipos de causa?


Una visión pluralista reciente es la de Ned Hall. Según Hall, un análisis adecuado de la
causalidad requeriría solamente dos nociones. La causalidad es o bien el hacer una diferencia
(difference making) o bien la producción (production). Se nos ofrece, entonces, una disyunción
simple.

En algunos casos, dice, lo que cuenta es que la causa produjo el efecto, incluso si no hizo
ninguna diferencia. Vimos esto en el ejemplo del alce que produjo un retraso en el tren a pesar de
que también había una señal defectuosa indicando "stop". Podría decirse que el alce no hizo
ninguna diferencia en el resultado, pero lo produjo. De manera similar, cuando un pelotón de
fusilamiento (con siete integrantes) dispara contra un individuo, podríamos decir que cada bala
individual produjo la muerte de la víctima, aunque ninguna hizo una diferencia. Si una bala no
hubiera dado en la víctima, las otras seis hubieran hecho el trabajo de todos modos.
Pero la producción causal no es suficiente, en opinión de Hall. Hay casos de causalidad que
involucran el hacer una diferencia a pesar de que no haya producción. Supongamos que un
médico está a punto de administrarle a un paciente un medicamento que le salvaría la vida, pero
el paciente tiene un enemigo. Una forma en que el enemigo puede causar la muerte del paciente
es evitando que el médico le dé el medicamento. La prevención hace una diferencia pero no es
producción; más bien, evita una producción potencial.

El pluralismo de Hall sugiere solo dos conceptos de causalidad y algo califica como causal si
remite a cualquiera de los dos. Pero otros tienen una visión más compleja de la causalidad. Los
dos conceptos de Hall corresponden aproximadamente a lo que hemos llamado transferencia
física y dependencia contrafáctica. Pero ya hemos visto que también existen otras teorías además
de éstas, entre ellas, la teoría humeana basada en la regularidad. ¿Podría ser entonces que la
disyunción tiene más de dos disyuntos? La causalidad puede ser a o b o c o d. ¿O podría la
disyunción ser completamente abierta? Quizás haya algunos tipos de causalidad que aún no
hemos encontrado pero que deberían ser incluidos en nuestra lista si los descubriéramos.

Ahora bien, si permitimos múltiples tipos de causas dentro de nuestra larga lista, entonces
tenemos que responder qué consideraremos como suficiente para que algo califique como
causalidad. Los filósofos tradicionalmente piensan que una disyunción es verdadera si y solo si
al menos uno de sus disyuntos es verdadero.

Pero no estamos hablando aquí meramente de lógica. Si un caso presentara muchas


características o marcas de causalidad, ¿querríamos afirmar que una sola de ellas es suficiente
para que califique como causalidad? Una alternativa a esto sería decir que hay varias
características distintivas de la causalidad y para que algo califique co mo causa, debe satisfacer
una buena proporción de ellas, pero no necesariamente todas. La contigüidad espacial podría ser
una marca de causalidad, pero no todos los casos las requerirían; por ejemplo, el caso en que
hubiera una acción inmediata a distancia. Por otra parte, tampoco sería suficiente por sí sola para
que algo califique como causal, sino que debería ir acompañada de algunas de las otras marcas
de causalidad.

Las cuatro causas de Aristóteles


Aristóteles (384–322 a. C.) habló de cuatro causas. Nos referimos a ellas como la causa material,
la causa formal, la causa eficiente y la causa final. ¿Fue Aristóteles el primer pluralista?

Aristóteles pensaba que cualquier caso de causalidad incluía las cuatro causas. Dos de estas
causas, la materia y la forma, son intrínsecas a cualquier objeto. La causa material es la materia
con la que está hecho algo. Esto es lo que sufre un cambio en el proceso causal. Podría ser la
madera tallada en un tazón o el metal fundido en forma de cuchara. La causa formal se refiere a
la forma que tomó la materia (el tazón o la cuchara, por ejemplo), y está relacionada con su
función.

Pero la causa material y la formal no son suficientes para provocar el cambio. Tiene que haber
alguna causa extrínseca también: la causa eficiente que inicia el cambio. En el caso del tazón, se
necesita que alguien haga el tallado, y también se requiere la herramienta para tallar. Pero
además, según Aristóteles, se requiere una causa final: el objetivo final o el propósito del
cambio. El tazón se hizo con el propósito de servir sopa, por ejemplo.

Hay diferentes maneras en que podríamos entender las cuatro causas de Aristóteles. En la
actualidad algunas de estas nociones no son consideradas nociones de causalidad. La noción de
causalidad que se emplea en la actualidad se relaciona con lo que Aristóteles llamó causa
eficiente. ¿Pero qué sucede con las demás? Algunos consideran que las otras nociones pueden
servir con fines explicativos pero no son causas genuinas, mientras que otros piensa n que en
verdad son cuatro condiciones necesarias para que ocurra la causalidad. Ahora bien, la mayoría
de los filósofos contemporáneos de la causalidad parecen pensar que la causa final es superflua.
Sin embargo, a veces esta noción reaparece en biología, como c uando se piensa en el éxito
evolutivo como el propósito final de la vida.

Las cuatro causas de Aristóteles juegan diferentes roles en la producción causal del cambio.
¿Pero es esto lo mismo que ser pluralista sobre la causalidad? ¿Podríamos decir, por ejemplo,
que la causa eficiente es una cuestión de transferencia de energía, mientras que la causa material
es un factor de diferencia y la causa formal es una cuestión de regularidad? ¿O la causalidad es la
misma en cada caso: hay algo en virtud de lo cual todas cuentan como casos de causalidad?
Quizás son un conjunto diverso de fenómenos que a lo sumo tienen un vago parecido familiar.

Impostores
El problema con los conceptos de semejanza familiar, sean lo que sean, es que la semejanza por
sí sola no parece suficiente. Una familia podría tener un impostor: alguien que se parece un poco
a los miembros de la familia pero que en realidad no es uno de ellos. Las ballenas se parecen a la
mayoría de los peces pero sin pertenecer a la familia de peces. Por lo tanto, la semejanza por sí
sola no parece ser suficiente para excluir impostores. Lo que se necesita es que las instancias se
parezcan y sean miembros de la misma familia. Pero esto nos devuelve al punto de partida, a
saber, a la pregunta sobre qué es ser parte de dicha familia.

En el caso de los mamíferos, a pesar de la diversidad que hay en la familia que incluye a
humanos, ballenas y vacas, podría decirse que hay una sola cosa que los une. Estas cosas
diversas son miembros de la familia de los mamíferos porque amamantan a sus crías. Un pez se
parece a un mamífero en particular pero no es un mamífero porque no tiene esta característica.
¿Hay algo similar a esto que podamos decir en el caso de la causalidad? Parece que podemos
distinguir las correlaciones que son causales de las que son meramente accidentales. Las
correlaciones accidentales contarían como impostores causales. Si hay algo en virtud de lo cual
todos los casos que se asemejan son en realidad casos de causalidad, en lugar de simplemente
parecerse a ellos, entonces tal vez esto nos muestre qué es la causalidad. De ser así, habríamos
encontrado una esencia de causalidad: algo que la define.

Pero si no existe tal cosa que une todos los casos diversos, ¿por qué realmente se los considera
como pertenecientes a una misma familia? ¿Sobre qué principio se podría incluir o excluir a los
impostores?

Haciendo las inferencias correctas


Hay al menos un intento de explicar lo que une toda la pluralidad de cosas que llamamos causas
sin tener que admitir que hay una esencia de la causalidad. Lo que es común a todas las verdades
causales es que las usamos para hacer cierto tipo de inferencia.

Si se prende un fósforo, podemos inferir que se encenderá. Si una roca golpea una ventana,
podemos inferir que se romperá. Y si una economía ha recibido una mayor oferta monetaria,
podemos inferir que sufrirá más inflación. Al igual que con la posición pluralista estándar, estas
inferencias se refieren a varios tipos específicos de eventos, pero suponemos que no hay una
esencia que todos esos tipos de eventos compartan. Por lo tanto, no hay nada que todos tengan en
común que podamos llamar causalidad. Pero llamamos a esas cosas causales porque las usamos
en la explicación y predicción de un fenómeno natural a partir de otro. Las cuatro causas de
Aristóteles podrían también justificarse de esta manera.

Esta posición inferencialista escapa así a una forma de crítica contra el pluralismo. La crítica
podría tomar la forma de un dilema. O bien no hay nada que una a una familia (resembling
family) en virtud de lo cual se constituya en la noción de causalidad, o, si hay algo que une a la
familia, entonces esto se parece mucho a una esencia de la causalidad. La visión inferencialista
intenta unir a los diferentes tipos de causas no en virtud de que compartan una esencia, sino en
base a la cuestión epistemológica de cómo usamos dichas nociones de causa para pensar y
razonar.

Pero aquí hay un problema obvio. Lo que hace que algo sea causal, según esta perspectiva, no es
un hecho sobre el mundo en sí, sino algo sobre nuestra visión del mundo. Llamar a algo
causalidad solo dice algo sobre cómo lo pensamos y qué uso le damos para sacar inferencias.

Entonces, el inferencialista ha evitado el dilema que enfrenta el pluralismo, pero ahora se


enfrenta a otro. O tales inferencias realmente no son más que nuestros pensamientos o son algo
que sucede en el mundo mismo. Si es lo primero, entonces el inferencialismo es una forma de
anti-realismo sobre la causalidad. Simplemente hace que la causalidad sea una característica de
nuestros pensamientos: quizás un producto de nuestra imaginación. Si es esto último, ¿no hay
algo en el mundo que haga que tales inferencias sean útiles o ampliamente confiables? ¿No
inferimos de un tipo de hecho a otro precisamente porque esa inferencia a menudo se confirma?
¿Y no es la explicación más razonable de por qué tal inferencia se confirma simplemente que los
dos fenómenos están causalmente relacionados?

Un ejemplo concreto podría ayudar. Del hecho que el fósforo se prenda tiene sentido inferir el
hecho de que se encienda pero no que se evapore. Una explicación razonable de esto es que el
primer tipo de inferencia tiene sentido porque prender fósforos hace que se enciendan. El
segundo tipo de inferencia no tiene sentido porque prender fósforos no hace que se evaporen.

Lo que esto sugiere es que la causalidad no debe equipararse con las inferencias mismas: la
causalidad sería aquello hace que ciertas inferencias tengan sentido. ¿Y podría esta característica
ser lo que define a la causalidad? ¿Podría la causalidad reducirse a una sola característica o
esencia definitoria después de todo? En tal caso, esto sería una derrota para el pluralismo. ¿Será
posible, entonces, encontrar una teoría de la causalidad que abarque todos los casos? Todavía
hay más opciones que podemos explorar.

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