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Fedro, Revista de estética y teoría de las artes. Número 1, marzo 2004.

ISSN 1697 - 8072

EDITORIAL

Tal vez, la estética sea una disciplina del pasado. Tal vez, el arte no sea ya sino
una mera realidad arqueológica. Pero ¿no revelan esos “tal vez” una probabilidad
sumamente inquietante? Admitamos simplemente el concepto más genérico de estética,
aquel que la identifica como una reflexión específica sobre la belleza. ¿Es posible
afirmar acaso que hemos resuelto todos los problemas acerca de dicho asunto? Es
verdad que al vincularse durante mucho tiempo la estética a la creación artística, la
primera se ha visto resentida por la revolucionaria crisis de fundamentación que a lo
largo del siglo XX ha sufrido la segunda. Muerto el arte, se acabó la estética, podría
decirse parafraseando el conocido refrán español. Y, sin embargo, ¿por qué la estética
tendría que ser un ámbito de reflexión subsidiario de las artes? Los griegos supieron
separar perfectamente ambas esferas. La propia modernidad kantiana sólo
incidentalmente se ocupa de las artes positivas. Unicamente desde Hegel, arte y estética
se imbrican hasta confundirse. Por eso, la crisis de las artes no sólo abre extraordinarias
perspectivas para la prácticas concretas de la creación postartística, sino para la
evolución de la propia estética como incierta forma de consideración a partir de
principios que resultan problemáticos. Este carácter de inseguridad sobre los propios
fundamentos es una característica que pertenece estrictamente a los enfoques
filosóficos. Es, en cierta forma, lo que diferencia a una perspectiva filosófica de otra que
no lo es. Pues bien, ante este panorama de radical incertidumbre, Fedro, como revista de
estética y teoría de las artes quiere adoptar una actitud humilde al tiempo que ambiciosa.
Humilde porque desde el principio renuncia expresamente a dictar sentencias o sentar
doctrinas, a adherirse a ninguna tendencia ni a reivindicar ninguna corriente genérica o
específica. La humildad de Fedro es la humildad que se deriva de su perplejidad frente a
la multiformidad inalienable de nuestro tiempo y ante la aparente inclasificabilidad de
sus fenómenos. Fedro, por tanto, pretende ser únicamente un pretexto y, en la medida
que siempre se dice, un vehículo para el pensamiento. En este sentido, la elección de un
soporte digital no ha sido fruto de consideraciones meramente materiales, sino de las
oportunidades que ello ofrece para establecer una verdadera relación de participación
interactiva con todas aquellas personas interesadas en la meditación sobre ese
progresivo oscurecimiento del status de las artes. Queremos saber si, efectivamente, la

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crisis de la modernidad ha acabado por despojar de sentido las formas de expresión
tradicionales o simplemente las ha disfrazado y diluido en un haz de manifestaciones
proteicas de clasificación problemática.
La progresiva virtualización de la realidad ha introducido una preocupación por
la belleza probablemente inédita en la historia. Por contrate, las creaciones “artísticas”
se concentran principalmente en promover planteamientos reflexivos y problemas
ideológicos. Los sentidos se encuentran saturados de imágenes y el arte huye a las
catacumbas del pensamiento, máxime cuando la filosofía se acomoda a una mera
hermenéutica que renuncia a ilustrar las transformaciones de su tiempo. Por todo ello
queremos ser ambiciosos sin ser ingenuos, sabiendo, no obstante, que sólo a quien es
ingenuo le está permitido ser ambicioso. Sabemos que categorizar esta confusión
inextricable resulta prácticamente imposible. Pero sabemos también que el
desciframiento de muchos de estos signos nos puede revelar claves indispensables para
comprendernos a nosotros mismos y el mundo inclasificable que nos acoge.
No nos avergüenza reconocer nuestra ambición de ir progresivamente llenando
las páginas de Fedro de aportaciones originales y propuestas inéditas. Queremos saber
si queda en nuestro mundo postmoderno la posibilidad de seguir hablando de estética
cuando, virtualmente, todo se va convirtiendo en estética. Queremos saber qué queda
del arte y del artista, en un mundo en el que la omnipresencia de la reproductibilidad
técnica conduce indefectiblemente al anonimato de la creación y donde la creación a
menudo no es sino recreación irónica de lo ya creado.
En este número germinal hemos recogido una serie de reflexiones que han
terminando versando, más por designios del azar que por un declarado propósito de
confluencia, sobre diversos asuntos de resonancias frankfurtianas. Pero, más que el
contenido de este número, lo que suponía un desafío para Fedro era la oportunidad de
irrumpir en el panorama de la reflexión estética contemporánea. Pretendemos ir
ganando en homogeneidad en los próximos números, que esperemos se verán
enriquecidos con las aportaciones de los lectores y las colaboraciones con otras
publicaciones de similar temática. Estamos, por tanto, abiertos a toda forma de crítica,
sugerencias, propuestas y colaboraciones. Para ello sólo es preciso dirigirse a la
siguiente dirección de correo: revista_fedro@hotmail.com

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