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Fecha de recepción: 09/04/2015

Fecha de aprobación: 28/04/2015

EL RECONOCIMIENTO Y EL DERECHO A
LA CIUDAD EN LOS DESPLAZADOS POR
EL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA

Resultado de investigación
Artículo presentado en el seminario de doctorado Análisis Crítico de Investigación e Intervención en torno a Minorías, de la Universidad de Buenos Aires (UBA),

Argentina, 30 de octubre de 2013.

Resumen Abstract
La pretensión de este artículo es dejar planteadas algunas líneas, desde la The objective of this article is to outline some lines of study from a qualitative
perspectiva cualitativa, respecto a la manera en la que el desplazado por el perspective around the acknowledgement of displaced people by the armed
conflicto armado en Colombia reconoce a los “otros” y su derecho a la ciudad. conflict in Colombia, facing the “others” and around the right to the city, as
El desplazado es abordado en el texto como constructor de vida social desde el builders of social life from the “demos”, and not only as simple actors of the
“demos” y no como simple actor del conflicto armado, partiendo del hecho de armed conflict, having as a basis that forced displacement to County capitals in
que el desplazamiento forzado en Colombia hacia las cabeceras municipales no Colombia does not happen because of preexisting cultural identities and social
acontece en razón de identidades culturales y políticas sociales preexistentes. policies.

Palabras clave Keywords


Conflicto armado, desplazado, reconocimiento, derechos, identidad, políticas Political armed conflict displaced, recognition, rights, identity, policies.
públicas.

Resumo Résumé
O objetivo deste artigo e plantear algumas líneas desde a perspectiva qualitativa, L’idée de cet article est proposer des lignes guide auprès la perspective qualitative
ao redor de reconhecimento do deslocados por o conflito armado em Colômbia, par rapport à la reconnaissance des personnes déplacées par le conflit armée en
frente aos “outros” e a direito na cidade, como construtores da vida sociais Colombie, face aux « autres » et à son droit à la ville, comme constructeurs de vie
desde o “demos”, e não como simples atores do conflito armado, partindo do ato sociale depuis le « demos », et pas comme des simples acteurs du conflit armée,
único de que o deslocamento forçado na Colômbia, em direção nas cabeceiras en comprenant que le déplacement forcée en Colombie, ne se fait pas en raison de
municipais, não acontece em razão da existência das identidades culturais e l’existence d’identités culturelles et politiques sociales préexistants.
politicas sociais preexistentes.
Mots clés 
Palavras chave Conflit armée, personnes déplacées, reconnaissance, droit, identité, politiques
Conflito armado, deslocado, reconhecimento, direitos, identidad, politicas sociales.
sociais.

El reconocimiento y el derecho a la ciudad en los deplazados por el


56 conflicto armado en Colombia, págs 56 - 71. Ariel Mosquera Morales.
Administrador público, Escuela Superior de Administración
Pública (esap). Especialista y magíster en Políticas Sociales de la
Universidad de Buenos Aires, Argentina.

Dirección postal: Escuela Superior de Administración Pública.


Carrera 44 n.º 53 37, can. Bogotá, D.C. Colombia.

Correo-e: arielcmosquera@hotmail.com

Introducción
Este artículo se relaciona con la problemática del conflicto armado en Colombia y las conse-
cuencias del desplazamiento forzado en las familias de la región de los llanos orientales1. Su
finalidad es analizar dos situaciones de intervención en torno al otro en la vida cotidiana del
desplazado, sobre todo en el momento de su llegada a la ciudad de Villavicencio.

La primera es el reconocimiento por parte del Estado y la sociedad como “víctima” del con-
flicto armado (y no como simple pobre), teniendo en cuenta algunos elementos de relevancia
para entender mejor la realidad que viven las familias desplazadas por la violencia. El aná-
lisis se hace a partir de las posturas de Axel Honneth (2006, 2010) y Nancy Fraser (1996,
1997, 2000, 2006, 2008), propuestas desde las cuales se puede discutir la problemática de
este grupo social y obtener algunas luces para la comprensión de su situación actual frente
al “reconocimiento de los otros”. De igual forma, se toman como referencia los principios
rectores del desplazamiento interno planteados por Francis Deng (1998).

En la segunda situación, se analiza un programa de atención a las familias “desplazadas” por la


violencia en Colombia que fomenta la participación en la construcción del reconocimiento a la
ciudad, de manera tal que se pueda ver si la voz y el reclamo de las familias desplazadas tiene
validez en la elaboración de la agenda pública o si, por el contrario, se toma al desplazado como
otro accesorio en la construcción de políticas sociales. Dicho análisis surge como consecuencia

1  Se le denomina la otra media Colombia olvidada, que comprende los departamentos de Guaviare, Guainía, Casanare, Arauca,
Vichada, Vaupés, Meta, Caquetá, Putumayo y Amazonas. En extensión territorial equivale al 55% del Estado colombiano. Estos
territorios son estratégicos porque poseen una gran riqueza de recursos naturales (son los mayores productores de petróleo,
tienen las reservas de agua dulce más grandes del país, las mejores tierras para cultivar, la selva virgen de la Amazonia y una
gran diversidad de flora y fauna). No obstante, allí también se encuentran los mayores cultivos de hoja de coca, las rutas de
droga hacia los países limítrofes y, debido al gran bosque selvático, sirven como refugio para los grupos guerrilleros y produc-
tores de estupefacientes. Allí se encuentra ubicada la mayor base militar antinarcótica de Latinoamérica, perteneciente a los
Estados Unidos: Barrancón, en San José del Guaviare; una clara “estrategia de represión global al sostener el estado de vigi-
lancia neocolonial y el aparato extractor” (Scribano, 2007, p. 120).
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del reconocimiento como sujeto víctima del conflicto arma- es puesta en marcha cuando el grupo de desplazados es
do y como sujeto de pleno derecho, dando cumplimiento a delimitado por el concepto de desigualdad a partir del
los principios rectores del desplazamiento interno que de- ejercicio de dominación de unos sobre otros, vinculando
finen los derechos y garantías pertinentes a todas las fases los conceptos de determinación, dominación y hegemo-
del desplazamiento interno, que disponen la protección y nía; es decir, por una nominación externa a ellos, muchas
asistencia durante los desplazamientos y durante el retorno veces arbitraria y no asociada con lo que ellos son, hacen,
o el reasentamiento y la reintegración (Deng, 1998). piensan, creen o desean, sino con las argumentaciones
que elaboran los actores del conflicto para justificar sus
Entender el conflicto de esta manera supone que si bien
acciones de desarraigo e intimidación. “Auxiliadores o
las familias desplazadas sufren un proceso de adaptación a
‘sapos’ de la guerrilla, de los paramilitares o informan-
la ciudad, con el tiempo se convierten en parte integrante
tes del Ejército” son las adscripciones virtuales que se les
y constructora de la vida social en la ciudad, pero no en
atribuyen con más frecuencia a los desplazados, así esta
calidad de actores sociales críticos de la ciudad en la que
nominación no tenga ningún asidero en la realidad, o el
viven. Al contrario, los desplazados son vistos, entonces,
evento que los desplaza no posea, en principio, un vínculo
no como víctimas de la guerra, sino como actores del con-
muy claro con las guerras públicas y obedezca a criterios
flicto armado involucrados con cualquiera de los bandos.
esencialmente privados2.
Se generaliza la idea de que no son personas de fiar y es-
tán asociados con delincuentes. Su llegada a la ciudad es Las adscripciones imputadas, impuestas por otros y referi-
percibida como fuente de inseguridad. Los ciudadanos das a las exigencias discursivas de la guerra y no a los sen-
“opinan que detrás de los desplazados vienen los proble- timientos y las voluntades de quienes las sufren, contribu-
mas, los asalta el temor de que estos hereden y traigan yen a la pérdida de sentido, a la confusión y a la opacidad
una historia de enfrentamientos que agudice o reviva los en la que se mueven irremediablemente los afectados por
conflictos en el barrio” (Naranjo, 2001, p. 176). este drama social.

Debemos partir del hecho único de que, en Colombia, A veces, para los desplazados no solo es difícil identifi-
el desplazamiento forzado hacia las ciudades capitales no car a su agresor, sino también conocer las razones por las
sucede en razón de la existencia de identidades culturales cuales se les cataloga como peligrosos, o saber, a ciencia
y políticas preexistentes. Los desplazados no se restringen cierta, de qué se los acusa o por qué se les impone un cas-
a una etnia, a una nacionalidad, a una comunidad religio- tigo de extrañamiento y un futuro de pobreza y despojo.
sa, a un partido ni una colectividad política o ideológica, y No logran identificar un principio de orden en su uni-
no están definidos por alguna identidad preexistente, por verso vital que les permita orientar sus acciones y evitar
el contrario, los rasgos que parecen tener en común son su las retaliaciones, lo que incrementa la incertidumbre, la
condición de víctimas del conflicto armado, su situación impredecibilidad, la desconfianza y la pérdida de sentido
de exclusión y desarraigo, la ausencia de reconocimiento de la vida en común.
y las heridas morales producidas por el despojo y el olvi-
La desactivación de las identidades previas, y su reemplazo
do. Si algo predomina en este creciente grupo social es la
por las adscripciones imputadas, tienen una clara inciden-
heterogeneidad y la diferenciación de sus componentes; el
cia en la estigmatización del fenómeno. Los desplazados
contingente de desplazados es conformado por miembros
pasan de ser afectados por la guerra a hacer parte de la
de todas las etnias, culturas, religiones, clases e ideologías.
misma. Son actores de su propio destino y, por lo tanto,
En la situación de desplazamiento se produce una desacti-
vación del reconocimiento previo, no importa de qué tipo, 2  Los estigmas frente al desplazamiento aparecen frecuentemente en las
amenazas y en las justificaciones "ex post" que elaboran la prensa y los dife-
tampoco si la víctima es fuerte o débil, según parámetros
rentes grupos dominantes, delimitando claramente el “nosotros” como los “nor-
que pudieran clasificarla de esta manera. La desactivación males”, y los “otros” como los “anormales”, lo cual tiene como base la norma
(Pérez, 1996).
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responsables de su situación actual. A causa de esa nueva identitaria de las familias desplazadas por la guerra y, de
adscripción imputada se los mira, juzga y discrimina desde manera particular, para el entendimiento de las demandas
la “normalidad” del “nosotros”, con todas las consecuencias de reconocimiento protagonizadas por este grupo social.
políticas, económicas y sociales que de allí se derivan.
Según Gloria Naranjo, “lo que el desplazamiento forza-
No obstante todo lo anterior, la situación límite a la que do pone en cuestión es la condición humana, la relación
se ven abocados con la expulsión de sus territorios genera existente entre la idea de la dignidad con los derechos y
el entramado de una suerte común, de una historia colec- la solidaridad, y que, por lo tanto, demandan el reconoci-
tivamente vivida: similares despojos, pérdidas y desarrai- miento social” (2001, p. 7). Dicho reconocimiento impli-
gos, heridas morales surgidas del sentimiento de exclu- ca devolverles el respeto al que tienen derecho y el sentido
sión, y ausencia de reconocimiento. de pertenecer a un colectivo nacional y regional del cual
ellos son parte importante.
Y es precisamente en ese nuevo entramado socio-moral
en el que los desplazados pueden encontrar elementos de Con el desplazamiento forzado se produce, como diría
autoconocimiento y reconocimiento que les provean nue- Axel Honneth (1992), la afectación de la propia idea de
vas identidades desde las cuales articular orgánicamente sí mismo o el autorrespeto, pero también la valoración
sus demandas de estabilización socioeconómica, recono- del conjunto social sobre su persona, lo que induce a la
cimiento social, inclusión política, reparación moral y, so- víctima a pensar que no tiene ningún significado para la
bre todo, inclusión en el “demos” y reconocimiento como sociedad en la cual habita y que es superflua o liminal.
sujetos de pleno derecho, tanto en la comunidad nacional
Deng (1998) establece que para que se ejerza un verda-
como en la ciudadana.
dero reconocimiento debe existir un derecho claro de la
Fraser (2000) propone que personalidad jurídica, con el cual las propias autoridades
estatales garanticen y faciliten el disfrute y ejercicio de sus
Se llega a ser un sujeto individual únicamente cuando derechos legítimos, sin imponer condiciones algunas. De
se reconoce y se es reconocido por otro sujeto. El
aquí que el reconocimiento social se transforme en la con-
reconocimiento de los otros, por lo tanto, es esencial
para el desarrollo del sentido de sí. No ser reconocido dición para la construcción de identidades sociales desde
o ser reconocido inadecuadamente supone sufrir las cuales se demande la inclusión en el demos o corpus
simultáneamente una distorsión en la relación que uno político de la nación.
mantiene consigo mismo, y un daño infringido en contra
de la propia identidad. (p. 57) De acuerdo con lo anterior, Honneth considera que es “la
lucha por el reconocimiento” la que logra aclarar la fuerza
Las heridas morales del desplazamiento
motivacional que representa la necesidad de ser reconoci-
y las luchas por el reconocimiento como do dentro de la sociedad (1992). En este sentido, dice que
víctimas del conflicto armado los movimientos de los desplazados tienen su fuerza im-
pulsora, más allá de la escasez económica y de la opresión
La idea del reconocimiento ha desempeñado un papel im-
de los grupos de poder, en la sensación de dignidad herida
portante en la filosofía práctica. Aunque es pertinente
(Honneth, 1992, p. 21). Este autor ofrece una importante
recordar que fue Hegel quien introdujo directamente el
clave de lectura respecto a las ofensas morales experimen-
concepto, Honneth destaca como antecedentes importan-
tadas por las familias desplazadas por la violencia en Co-
tes, además de Hegel, la ética antigua, la filosofía moral
lombia y su relación con las luchas emprendidas por ellas.
escocesa y el concepto de respeto de Kant (1992, p. 12).
Como se verá, sus argumentos contrastan con los postu-
De su perspectiva es posible extraer elementos comple- lados de Fraser (2000), quien señala una relación entre el
mentarios para comprender las implicaciones de la nega- reconocimiento y la redistribución en las luchas sociales.
ción de reconocimiento en los procesos de construcción
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Honneth (1996) se basa en los planteamientos de Hegel de la sociedad hacia ellos es deprimente. De acuerdo con
en torno al reconocimiento. Este último, a su vez, había Fraser, “los miembros de un grupo despreciado, a raíz de
examinado distintos modelos filosóficos que le ayudaron repetidos encuentros con la mirada estigmatizante del
a madurar sus ideas sobre la relación entre autoconciencia otro culturalmente dominante, interiorizan representa-
y reconocimiento social. A juicio de Honneth, más allá de ciones negativas de sí mismos y se sienten imposibilitados
señalar este vínculo, Hegel estaba interesado en aclarar a la hora de desarrollar una identidad propia culturalmen-
la relación entre la adquisición intersubjetiva de la auto- te saludable” (2000, p. 57). Este modo de reconocimiento
conciencia y el desarrollo moral de comunidades enteras. deriva en autoconfianza, considerada por Honneth como
Dicha reflexión dio surgimiento al modelo de “lucha por base imprescindible para la participación autónoma en la
el reconocimiento”, planteado por Honneth. vida pública de la ciudad (1998).

Según este modelo, el punto de partida lo constituyen tres El respeto jurídico o respeto moral está referido, por su par-
formas de menosprecio: a) Las humillaciones físicas como te, a la relación de reconocimiento recíproco, en la que el
la tortura, la violación el destierro y la oscuridad. Privan individuo aprende a comprenderse como un portador igual
al individuo de autonomía física, algo que en los despla- de derechos. Implica un procedimiento igualitario univer-
zados por la violencia está en constante evolución. b) La sal y deriva en autoestima. Por último, la valoración social
privación de derechos y la exclusión social. En las cuales tiene que ver con aquella forma de reconocimiento que ayu-
se humilla al sujeto al no concedérsele la imputabilidad da al individuo a apreciar las capacidades adquiridas a lo
moral de una persona jurídica de pleno valor. En este caso, largo de la propia historia vital; implica la valoración de las
las políticas y programas diseñados para atender a los des- facultades del sujeto por parte de una comunidad concreta,
plazados no los contemplan como víctimas de la guerra. c) y deriva en autoaprecio (Honneth, 1996, p. 38).
La degradación del valor social de formas de autorreali-
La exploración de estas formas de reconocimiento puede
zación, que niegan la apreciación social de las capacidades
resultar especialmente importante para comprender los
adquiridas a lo largo de su vida. En este sentido, al despla-
sentimientos de las familias desplazadas por el conflicto
zado se le considera una carga para la sociedad, un bueno
armado respecto a su significación social, así como los vín-
para nada, disruptor del orden en la ciudad (2010, p. 24).
culos con otros, mediados ya sea por el reconocimiento o
El tipo de reconocimiento para estos menosprecios se efec- por el menosprecio de sus capacidades y sus modos de vida.
túa a lo largo de una progresión de tres modos, cada vez
Según Honneth (1998, p. 25), casi siempre que se hace
más exigentes, entre los cuales media una lucha intersubje-
alusión al reconocimiento, el punto de partida lo repre-
tiva en la que los sujetos combaten por la confirmación de
senta un análisis fenomenológico de las ofensas morales:
sus pretensiones de identidad: el reconocimiento en el amor; el
“un papel central en este modo negativista de proceder,
reconocimiento legítimo, asociado con la idea de Kant sobre
lo juega el pensamiento de que los hechos vividos como
el respeto moral; y el reconocimiento en la esfera comunitaria,
una ‘injusticia’ son los primeros en proporcionar una clave
asociado con la valoración recíproca (Honneth, 1998, p 33).
adecuada para explicar por anticipado la conexión interna
El reconocimiento en el amor posee el carácter de aproba- entre moral y reconocimiento”.
ción afectiva y de estima por parte de los
Pese a la importancia que atribuye al reconocimiento, este
“otros” significativos, como la familia, los amigos y la pa- autor se obliga a analizar si existen formas de reconoci-
reja. Implica reconocer las necesidades y deseos del otro, miento que puedan considerarse ideológicas. Afirma que
así como ofrecerle apoyo incondicional. En el caso de las aunque en las últimas décadas el tema del reconocimiento
familias desplazadas, al llegar a la ciudad de Villavicen- ha constituido en un eje importante de muchos esfuerzos
cio encuentran una voz de aliento en otros que migraron políticos emancipatorios, también se han generado dudas
anteriormente, amigos o familiares, porque el desprecio sobre su potencial crítico, en la medida en que el recono-
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cimiento oficial puede convertirse no en una condición de los principios y normas referentes a la protección, repara-
autonomía, sino en un instrumento de sometimiento y de ción y asistencia a la población desplazada se convierten
integración de los sujetos en el orden social dominante simplemente en un saludo a la bandera 5.
(Honneth, 1997)3.
Queda también por decir que tal experiencia de menos-
Un ejemplo claro son los diferentes programas de asis- precio social e institucional la viven de manera mucho
tencia que brinda el Estado colombiano, en los que el más intensa los grupos étnicos (indígenas y afrocolom-
desplazado debe enrolarse en una serie de requisitos para bianos, en su mayoría), las madres cabeza de hogar que
integrar las bases de datos del país –una clara forma de han perdido a sus hijos o compañeros en el conflicto, la
controlar sus movimientos–, lo cual genera cierto temor niñez y las personas de la tercera edad, quienes al llegar a
en las familias desplazadas4, por eso muchos de sus inte- la ciudad ingresan en un mundo de invisibilidad y miedo.
grantes optan por seguir siendo invisibles. En este senti-
do, la aplicabilidad de los principios de Deng (1998) pier-
Reconocimiento y distribución
de la esencia de su propósito. El segundo postulado corresponde al análisis de Nancy
Fraser, quien argumenta su propuesta sobre el reconoci-
De esta forma, el análisis de Honneth (1996, 1997) sobre
miento a partir de la denuncia de un falso dilema entre las
las formas ideológicas de reconocimiento tiene un gran
políticas de redistribución, orientadas a una distribución
potencial para el análisis de las prácticas políticas e ins-
más justa de bienes y recursos, y las políticas de reconoci-
titucionales que involucran, de una u otra manera, a las
miento, enfocadas en la revalorización de las identidades
familias desplazadas. Se constituye, además, en un eje
injustamente devaluadas de los desplazados.
esencial para profundizar en los efectos de las heridas mo-
rales experimentadas por los desplazados. Además de la importancia que han ganado estas últimas,
Fraser refiere una polarización indeseable entre ambas for-
Para cerrar con el postulado de Honneth (1997), falta pre-
mas de reivindicación, por lo que sostiene que el reto está
guntar por los procesos de lucha y por el reconocimiento
en desarrollar una teoría de la justicia y una orientación
de las familias desplazadas en un país como Colombia,
política que las integre (1997). Más que tratarse de esferas
donde están exacerbados tanto los problemas de recono-
separadas, señala que los problemas de redistribución y de
cimiento como de redistribución, debido a que la concen-
reconocimiento se entrecruzan e incluso se refuerzan en la
tración de medios de producción es un problema central
práctica, hasta llegar, en muchos casos, a producir un cír-
y que el reclamo de los desplazados suele ser acallado por
culo vicioso de subordinación cultural y económica, “las
medio de acciones de represión violenta por parte del Es-
normas culturales injustamente parcializadas en contra de
tado o grupos al margen de la ley, a menudo con un saldo
algunos están institucionalizadas en el Estado y la econo-
significativo de muertos, falsos positivos, desaparecidos o
mía; de otra parte, las desventajas económicas impiden la
procesados jurídicamente. La consecuencia de ello es que
participación igualitaria en la construcción de la cultura,
3  Honneth (2006) retoma específicamente las reflexiones de Althusser, para
quien toda forma de reconocimiento representa una ideología. Según esta pers- en las esferas públicas y en la vida diaria” (1997, p. 6).
pectiva, “la repetición continuada de las mismas fórmulas de reconocimiento
alcanza sin represión el objetivo de producir un tipo de autoestima que provee No obstante, desde un punto de vista analítico considera
de las fuentes motivacionales para formas de sumisión voluntaria” (Honneth, útil distinguir ambos conceptos, sin que uno de ellos se
2006, p. 131). Un ejemplo cercano lo constituye la masiva vinculación de sol-
dados campesinos a la guerra interna contra la subversión durante el gobierno 5  Colombia cuenta con uno de los marcos normativos más recomendables y
de Álvaro Uribe, proceso ante el cual un general del Ejército afirmó: “Los sol- con un conjunto de políticas públicas muy amplio en materia de desplazamiento
dados campesinos tienen una misión muy linda, que es la de velar por la segu- interno: desde la aplicación de la Ley de 387 del 1997, por la cual se adoptan
ridad de sus amigos, familias, vecinos y conocidos, pues prestarán el servicio medidas para la prevención del desplazamiento forzado, la atención, protección,
militar en sus propias poblaciones, donde todo el mundo los conoce, respeta y consolidación y estabilización socioeconómica de los desplazados internos por la
valora” (Presidencia de la República de Colombia, 2003). violencia en la República de Colombia, hasta la más reciente Ley 1148 de 2011 o
4  Cargan el temor a ser identificados, a seguir siendo perseguidos. Sus miedos Ley de víctimas y restitución de tierras, por la cual se dictan medidas de atención,
nunca terminan. asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado interno.
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reduzca al otro. En este sentido, plantea que el intento en exclusión de las esferas públicas y en negación de los
más sofisticado por hacer esta reducción es el de Hon- plenos derechos legales (Fraser, 1997, p. 25).
neth, al sostener que el reconocimiento es el concepto
Las familias desplazadas por la violencia en Colombia son
fundamental de la justicia y puede incluir la distribución
un ejemplo muy ilustrativo de cada uno de estos sujetos
(Fraser, 2000).
de injusticia, debido a que representan una parte impor-
Fraser dedica especial atención a mostrar las interacciones tante de la población más pobre, vulnerable y desatendida
entre ambos tipos de injusticia (1997). Desde la concep- del país y, a la vez, de la menos valorada o reivindicada6.
ción marxista, los sujetos de la injusticia de distribución Muchas veces no llegan ni siquiera a ser contratados, así
estarían representados, sobre todo, por la clase explotada, sea en la labor más humillante, que al menos sea trabajar
que también sufre graves injusticias culturales, sin que la por la comida, sin importar si no le pagan. El desplazado,
injusticia esté directamente arraigada en una estructura además de demandar el derecho a la tierra, a la ciudad,
cultural, sino en la economía política, caracterizada por entre otros, reclama su reconocimiento como víctima del
una ideología de la inferioridad de clase que justifica la conflicto “como sujeto de derechos específicos y actor
explotación (Fraser, 1997). Los grupos sometidos a la in- social diferenciado, con identidad propia, puericultura”
justicia cultural, por su parte, pueden ser víctimas de in- (Mandato Agrario, 2004, p. 319).
justicias económicas no derivadas de la estructura econó-
Fraser considera que, pese a que en la práctica casi todos los
mica como tal, sino de una estructura cultural valorativa
ejes de subordinación son bivalentes, son muchos los mo-
injusta, como ocurre con los desplazados (Fraser, 1997).
vimientos sociales que en la actualidad hacen más énfasis
Además, existe un tercer sujeto de injusticia: las comuni-
en el reconocimiento que en la redistribución igualitaria.
dades bivalentes, víctimas de injusticias socioeconómicas y
En este sentido, identifica tres tendencias políticas que de-
culturales, que plantean el problema de atender simultá-
ben ser revisadas pues, a su juicio, amenazan el proyecto
neamente dos demandas aparentemente contradictorias:
de integración de la redistribución y el reconocimiento:
de redistribución, centradas en la igualdad, y de reconoci-
i) el problema del desplazamiento desde la redistribución
miento, centradas en la diferencia.
hacia el reconocimiento en un momento de expansión del
Desde su punto de vista, el género y la raza serían colecti- capitalismo que exacerba la desigualdad económica; ii) el
vidades bivalentes paradigmáticas. Para el caso en estudio, problema de la reificación de las identidades de grupo en
y con lo expuesto en la introducción, los desplazados, como un momento de creciente interacción transcultural; y iii)
tales, se podrían considerar bivalentes también a nivel ge- el desencuadre del marco de referencia a partir del cual se
neral: no debemos olvidar que el desplazado está atravesado abordan los conflictos actuales, mediante la imposición de
por la cuestión de la guerra, en este caso como víctima. un marco nacional a procesos transnacionales (2000, p. 56).

Por eso, todas las injusticias socioeconómicas de género, Ante estas amenazas, considera necesario un enfoque
cultura y raza están representadas en las distintas esfe- bipolar: “la construcción de un apoyo amplio a la trans-
ras de las familias desplazadas por la violencia, lo cual se formación económica exige cuestionar actitudes cultura-
refleja, aparte del trabajo doméstico no remunerado, en
6  El Informe de Desarrollo Humano 2011 Colombia Rural. Razones para la espe-
ocupaciones de bajos salarios para las mujeres; en normas ranza, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud), señala que
que privilegian rasgos asociados con la masculinidad; en 52% de la gran propiedad está en manos de 1,15% de la población, lo que indica
la devaluación de las cosas codificadas como femeninas; que se trata de uno de los índices de distribución de riqueza más precarios, no
solo de la región, sino del mundo. Pese a que en Colombia el 75,5% de los 1.123
en empleos mal remunerados, de bajo perfil, ocupados en municipios son rurales, que en ellos vive el 31,6% de la población, que a su vez
proporciones excesivas por personas negras, para nues- representa el 94,4% del territorio nacional, y pese al masivo desplazamiento
forzado, la Colombia rural es casi invisible desde el poder central y el mundo
tro caso afrocolombianos e indígenas; así como, parale-
cultural y académico de sus urbes. Podríamos agregar, valiéndonos de una de
lamente, en representaciones estereotipadas denigrantes, las categorías analíticas aquí expuestas, que es objeto de desprecio o de indife-
rencia de esta parte de la sociedad nacional.
El reconocimiento y el derecho a la ciudad en los deplazados por el
62 conflicto armado en Colombia, págs 56 - 71. Ariel Mosquera Morales.
les de desprecio a las personas pobres y trabajadoras, por Para Fraser, más que un asunto de identidad, se trata de una
ejemplo, las ideologías de la ‘cultura de la pobreza’ que se- cuestión de estatus, un problema de estructuras de interpre-
ñalan que tienen lo que se merecen” (Fraser, 2008, p. 94)7. tación y de valoración que impiden la participación equitativa
en la vida social, lo que conlleva subordinación social (2000).
En el contexto de la teoría moral, Fraser propone un mo-
delo de reconocimiento de estatus centrado en el princi- Más que entrar en contradicción con el postulado de
pio normativo de la paridad de participación, que impli- Taylor y Honneth sobre la relación entre reconocimiento
ca arreglos sociales que les permitan a todos interactuar e identidad, el planteamiento de Fraser puede conside-
como iguales (Fraser, 2008, p. 95). En esto difiere de rarse complementario, en la medida en que enfatiza otra
Honneth, para quien el reconocimiento es un asunto de dimensión de la vida social. En el caso concreto de las
autorrealización, cuya falta conlleva a daños psicológicos familias desplazadas por la guerra en Colombia, los daños
y a una relación distorsionada consigo mismo. Aunque causados por la falta de reconocimiento en su imagen y
cree que este enfoque, denominado por ella modelo de la valoración de sí no niegan los efectos ocasionados por la
identidad, hace contribuciones valiosas respecto a los efec- subordinación de estatus frente a los grupos de dominio.
tos psicológicos del racismo, el sexismo, la colonización y
Por otra parte, sería necesario precisar las diferencias en-
el imperialismo cultural8, lo considera teórica y política-
tre esta forma de concebir el reconocimiento y los plan-
mente problemático (Fraser, 2008).
teamientos de Honneth respecto al reconocimiento como
A su juicio, se trata de un modelo en gran medida silen- respeto. Según este autor, la desposesión de derechos y la
cioso frente a la desigualdad, o bien, que supone que la exclusión social, además de limitar la autonomía personal,
distribución desigual es apenas un efecto secundario de la se conectan “con el sentimiento de no poseer el estatus de
falta de reconocimiento y desconoce la existencia de des- un sujeto de interacción moralmente igual y plenamente
igualdades económicas estructurales que no son solamen- valioso” (Honneth, 1997, p. 163).
te expresión de jerarquías de identidad (Fraser, 1996). El
Al considerar que la falta de reconocimiento puede reflejarse
cuestionamiento de Fraser frente al silencio del modelo de
en el ámbito jurídico, en las políticas gubernamentales, en
la identidad con relación a los problemas de redistribución
los códigos administrativos y en las prácticas profesionales,
es discutible; la autora asegura que no le convence la sepa-
así como institucionalizarse informalmente en costumbres
ración entre reconocimiento y distribución (Fraser, 1996).
o prácticas sociales, el modelo propuesto por Fraser (2000),
Pienso que la separación bipartita no ayuda necesaria- implica examinar los valores culturales institucionalizados
mente, porque, a su modo de ver, la noción de justicia con y transformar aquellos que generan subordinación.
base en la teoría del reconocimiento alude, más que a la
En el caso de que los modelos conformen a dichos actores
distribución de bienes y derechos, a la organización ade-
como iguales, capaces de participar a la par unos con otros
cuada de la sociedad con respecto a las distintas esferas
en la vida social, entonces podremos hablar de reconoci-
de prácticas y formas de reconocimiento necesarias para
miento recíproco e igualdad de estatus, que es, de alguna
garantizar este tipo de vida.
manera, lo que plantea Deng (1998).
7  Esta especie de ideología justificadora de la exclusión se complementa en el
caso colombiano, e incluso en otros países de la región, con el uso corriente de Cuando, por el contrario, dichos modelos constituyan a
expresiones como “algo habrán hecho”, relacionada con la situación padecida
determinados actores como inferiores, excluidos, absoluta-
por las víctimas de la violencia. Una vez más, las familias son obligadas a repre-
sentar la condición de subordinación bivalente, con tintes esencialistas: son cul- mente “otros”, o simplemente invisibles –en otras palabras,
pables de su propio destino. no como a plenos participantes en la interacción social–, en-
8  De hecho, Fraser considera que algunas políticas de reconocimiento son tonces podremos hablar de falta de reconocimiento y subor-
genuinamente emancipadoras: “las luchas en favor del reconocimiento, ade-
cuadamente concebidas, pueden contribuir a la redistribución del poder y de dinación de estatus (Fraser, 2000, p. 61). Para el caso que nos
la riqueza, y pueden promover la interacción y la cooperación entre abismos de ocupa, esta situación estaría representada por un modelo de
diferencia” (2000, p. 57).
El reconocimiento y el derecho a la ciudad en los deplazados por el
conflicto armado en Colombia, págs 56 - 71. Ariel Mosquera Morales. 63
asistencialismo mediante programas como Familias en Ac- Fraser concluye que el escenario que mejor alude al dilema
ción, Jóvenes en Acción y Red Unidos, que podrían asimilar- redistribución-reconocimiento es el del socialismo en la
se más a una mendicidad para un otro en inferioridad social. economía, sumado a la deconstrucción en la cultura, cuya
plausibilidad psicológica y política exigiría “que todas las
En el contexto de la teoría social, Fraser (2008) propone
personas se desprendan de su apego a las construcciones
una idea dualista, perspectivista de la redistribución y el
culturales actuales de sus intereses e identidades” (1997,
reconocimiento, muy esclarecedora de las rutas requeridas
p. 31). No obstante, pone en duda que esta conclusión sea
para hacer frente a la problemática vivida por las familias
válida, por ejemplo, para las colectividades bivalentes de
desplazadas, dado el carácter de colectividad bivalente de
los pueblos indígenas y afrocolombianos, incluso para los
este grupo social, que hemos señalado antes.
mismos desplazados por la violencia, que no buscan eli-
Para esta autora, cultura y economía están mutuamente minarse a sí mismos como grupo. Este planteamiento es
enlazadas, por lo que descarta el economicismo (la cultura fundamental a la hora de pensar la superación de las in-
es reductible a la política económica y el estatus es reduc- justicias económicas y culturales vividas por las familias
tible a la clase) y el culturalismo (la política económica desplazadas por la violencia.
es reducible a la cultura y la clase es reducible al estatus).
Resumiendo los aportes de los autores revisados, nos que-
Propone tratar a cada práctica simultáneamente como
dan pendientes los distintos matices para comprender los
económica y cultural. Desde su punto de vista, el dualis-
problemas de reconocimiento de las familias desplazadas
mo, a partir del enfoque de la teoría social, complementa
por la guerra en Colombia. Mientras Honneth (2006, 2010)
la paridad participativa en la teoría moral, lo que permite
destaca los efectos de la falta de reconocimiento en la cons-
integrar redistribución y reconocimiento (Fraser, 1996).
trucción de la identidad, Fraser (1996, 1997, 2000) subraya
Por último, es importante señalar la distinción que hace la generación de relaciones de subordinación que impiden
entre las soluciones afirmativas a la injusticia, dirigidas a una participación equitativa en la vida social, muy en lí-
corregir los resultados inequitativos de los acuerdos so- nea con los principios establecidos por Deng (1998). Podría
ciales, sin afectar el marco general que los origina, y las considerarse que se trata de distintos ángulos para abordar
soluciones transformativas, dirigidas a corregirlos mediante el problema de quienes sufren daño moral y se encuentran
la reestructuración de ese marco (1997). en una situación de vulnerabilidad, como es el caso de las
familias desplazadas por la violencia en Colombia.
Frente a las injusticias culturales, una solución afirmativa
se orientaría a la revaluación de las identidades de grupo in- No obstante, la perspectiva de cada autor puede conducir
justamente devaluadas, sin afectar su contenido; mientras por caminos distintos en la manera de entender el reco-
una solución transformativa buscaría cambiar la estructura nocimiento y en la reflexión sobre sus derivaciones prác-
cultural-valorativa, subyacente a la falta de respeto. ticas. Ejemplo de ello son los planteamientos de Honneth
(2006, 2010), quien, a pesar de compartir la preocupación
Por su parte, las soluciones afirmativas frente a las injus- por la relación entre reconocimiento e identidad, atribuye
ticias económicas se asocian con el Estado liberal bene- una importancia distinta a las políticas de la diferencia.
factor, y las transformativas, con el socialismo. Las solu- Más allá de las divergencias que pueden existir entre las
ciones afirmativas, lejos de abolir las diferencias de clase, propuestas de estos autores, interesa resaltar aquí su perti-
dejan intactas las estructuras profundas que producen las nencia para analizar no solo la importancia del reconoci-
desventajas y generan la necesidad de hacer reasignaciones miento en la esfera íntima y en la vida social, sino también
superficiales una y otra vez. Por el contrario, las solucio- los efectos de su ausencia.
nes transformativas buscan socavar la diferenciación entre
clases, y promueven la reciprocidad y la solidaridad en las Esta vía de análisis exige, necesariamente, una reflexión
relaciones de reconocimiento (Fraser, 1997). con los propios implicados, en este caso, con las familias

El reconocimiento y el derecho a la ciudad en los deplazados por el


64 conflicto armado en Colombia, págs 56 - 71. Ariel Mosquera Morales.
desplazadas por el conflicto armado. Un segundo elemen- En este sentido, y de acuerdo a Deng (1998), el objetivo
to clave que se desprende de estas lecturas es la necesidad de analizar la construcción del reconocimiento de ciuda-
de considerar la estrecha interrelación de las problemáti- danía implica considerar a los desplazados, primero como
cas asociadas con el reconocimiento y la redistribución, actores sociales de derechos, y segundo, como ciudada-
relación que resulta clave en el caso del desplazado, dada nos activos. Esto conlleva a una redefinición del marco
la cercanía de su situación con las comunidades bivalentes conceptual en torno al desplazamiento y sus prácticas po-
que analiza Fraser (1997). líticas de visibilidad o invisibilidad. Políticas que deben
estar encaminadas al reconocimiento de la dignidad de las
Así mismo, incita a intentar una mejor comprensión del
personas, como elemento esencial de verdadera justicia.
carácter de las reivindicaciones de las familias desplaza-
das: ¿cómo interactúan las demandas de reconocimiento y En este contexto, me propongo analizar el ejercicio de las
redistribución una vez los desplazados llegan a la ciudad?, familias desplazadas respecto al derecho a la ciudad, con-
¿qué dimensiones del reconocimiento se evidencian en sus cretamente en el caso de aquellas que llegan a la ciudad
luchas y con qué matices?, ¿existen demandas distintas a de Villavicencio (Meta) en el marco del programa social
las que convencionalmente se discuten en el marco del re- Red Unidos9, que tiene entre sus objetivos de base fomen-
conocimiento y la redistribución? tar el efectivo cumplimiento del derecho a identificación
ciudadana, habitabilidad, reducción de la pobreza extre-
El restablecimiento en las ciudades: entre ma, acceso a la justicia, salud, educación, a ser escuchados,
las luchas y los derechos de los ciudadanos a participar activamente en la vida democrática y en la
desplazados transformación de la ciudad.

Este apartado se centra en el reconocimiento del derecho En particular, me centro en algunas de las dimensiones
a la ciudad para el desplazado, por ser esta el escenario propuestas por los autores nombrados y analizo el progra-
privilegiado de encuentros, de la diferencia, de la inter- ma de capacitación, acompañamiento y atención persona-
subjetividad y también del conflicto. Es decir, no nos in- lizada a las familias desplazadas por parte de los cogestores
teresa solo su condición de centro económico, administra- sociales, quienes actúan como enlace entre la demanda de
tivo y articulador de las decisiones políticas; se parte de las familias y la oferta social local. El propósito de este
la idea de que acercarse a la relación de reconocimiento ejercicio es visualizar si el objetivo propuesto se cumple en
de la ciudad y del desplazamiento forzado implica explo- la práctica y fomenta la construcción ciudadana para las
rar las experiencias sociales y las formas de interacción e familias desplazadas por el conflicto armado.
intercambio familiar, vecinal y urbano. De igual forma,
Es importante señalar que tanto la Ley 387 de 199710
abordar las transacciones, las relaciones y la transposición
como la Ley 1148 de 201111 han determinado el recono-
entre el “otro” y “nosotros”, así como la transferencia de
cimiento de que las personas en situación de desplaza-
límites entre lo legal y lo ilegal, lo formal y lo informal, las
miento forzado son víctimas civiles del conflicto armado
situaciones de hecho, y los derechos y la ley.
9  Red Unidos es la estrategia liderada por el Gobierno nacional que propone una
Cuando se exploran las ciudades como campo de inte- intervención integral y preferente para 1,5 millones de familias colombianas en situa-
racciones, negociaciones y disputas, hay que reconstruir ción de pobreza extrema y desplazamiento forzado, con el propósito de que alcancen
45 logros básicos enmarcados en 9 dimensiones, que representan las condiciones
prácticas y procesos históricos, culturales y políticos; hay
deseables para su desarrollo en la ciudad, en un periodo máximo de 5 años.
que indagar por los sujetos, las expresiones y grupos socia- 10  Por la cual se adoptan las medidas para la prevención del desplazamiento
les que pueden realizar grandes aportes en la construcción forzado; la atención, protección, consolidación y estabilización socioeconómica
de las ciudades que hoy tenemos, estableciendo formas de de los desplazados internos por la violencia en la República de Colombia. El artí-
culo 2.° señala los nueve principios que orientan la ley.
relacionamiento más o menos excluyentes, más o menos
11  Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, iniciativa clave para completar el
autoritarias, más o menos democráticas. modelo de justicia transicional que se está implementando en Colombia. El artí-
culo 3 contempla el reconocimiento como víctima del conflicto armado.
El reconocimiento y el derecho a la ciudad en los deplazados por el
conflicto armado en Colombia, págs 56 - 71. Ariel Mosquera Morales. 65
y, además, le ordena al Estado a restituir sus derechos, sino, al menos, “la prevención de la humillación o del me-
sobre todo los de aquellas personas que son desplazadas nosprecio”, como lo señala Axel Honneth (2010, p. 10). Lo
a las ciudades capitales. En dichos lugares, los procesos anterior debería ser complementado con acciones públicas
de reubicación temporal y de asentamiento definitivo en que además reclamen la inclusión política, entendida como
la ciudad son representados y vivenciados por los sujetos el derecho a tener derechos, a exigir protección del Estado,
implicados como “extranjeros en su propia tierra”, solo por a participar de la vida pública y a recuperar el ejercicio pleno
el hecho de venir de otras regiones en condiciones de afec- de los derechos humanos y de la ciudadanía, como lo con-
tados por el conflicto, porque son señalados como infor- templan los principios rectores de Francis Deng (1998)12.
mantes de los grupos guerrilleros o colaboradores de los
Con el objetivo de analizar las propuestas que emergieron
paramilitares o bien por ser una amenaza social.
de las actividades del programa sometido a análisis, creo
Con la aplicación de estas leyes se crea un marco de refe- pertinente partir de los lineamientos de Boivin (1999) en
rencia para fomentar la ciudadanía plena de las familias torno a la construcción de un nosotros por la desigualdad
desplazadas. Desde aquí se parte para concebir a los des- y el rol de la dominación entre los diferentes grupos de
plazados como sujetos políticos y críticos de la ciudad que poder. En nuestro caso, dichos grupos de poder serían los
llegan a habitar. Sin embargo, la reglamentación de estas paramilitares, las guerrillas, las Fuerzas Militares del Es-
leyes tiene un carácter puramente técnico, sin participa- tado y las bandas criminales.
ción de las víctimas y reducida a los ajustes institucionales.
Se suele decir que las familias desplazadas tienen los mis-
No vincula a las demás autoridades, que no conciben la
mos derechos que el resto de la sociedad y, más aún, para
acción frente al desplazamiento como una cuestión de po-
participar en la vida democrática y la construcción de la
lítica pública sino solo como una contingencia, lo que ha
ciudad, pero ese discurso es dicho por un nosotros diferen-
llevado a que cada día las cifras de desplazados vayan en
ciado de las familias desplazadas que intentan construir
aumento y se conviertan en una tragedia humana.
ciudad con escasos conocimientos de sus propios derechos.
Planteamos que una política social bien concebida para las
Intentaremos desarrollar esa idea a partir de la línea teó-
familias desplazadas debe atender el necesario reconoci-
rica que plantea Boivin en Constructores de otredad (1999)
miento social ciudadano, demandar las heridas morales,
con el fin de visualizar si se ejercita la dominación de unos
las pérdidas afectivas y los desarraigos o, como lo plantea
sobre otros. En otras palabras, se intentará ver si las fa-
Nancy Fraser, “necesitamos un modo de repensar la polí-
milias desplazadas son entendidas como sujetos plenos de
tica del reconocimiento, de manera que pueda ayudarnos
derecho, tal como lo afirman la Ley 387 de 1997, en su
a resolver, o al menos a mitigar, los problemas de despla-
artículo 28, y los principios rectores propuestos por Fran-
zamiento y reificación” (2000, p. 57).
cis Deng (1998) y el derecho internacional humanitario
Este reconocimiento es necesario para recuperar la digni- (dih) –interpretado en la Convención de Ginebra de 1949
dad que se pierde o se lesiona por los sufrimientos, las hu- y sus protocolos adicionales de 197713–, o si, por el con-
millaciones y todas las situaciones de que fueron víctimas trario, se legitima la desigualdad debido a los grupos que
las personas desterradas, lo cual implica un efectivo acce- ostentan el poder y el control social urbano y rural, tan-
so a la justicia. Con las acciones de este tipo se pretende
devolverles a las víctimas el respeto al que tienen derecho 12  Marco Romero ha cuestionado la idea de que a los desplazados se les con-
sidere como ciudadanos cuando su desarraigo precisamente significa la nega-
y el sentido de pertenencia a un colectivo de ciudad. ción de toda condición de ciudadanía. La ciudadanía, en términos democráticos,
indica el goce pleno de los derechos humanos, y la población en situación de
En otras palabras, se trataría de la construcción de identi- desplazamiento lo que menos hace es ejercer los derechos (2003).
dades sociales desde las cuales se pueda demandar su inclu- 13  El derecho internacional humanitario (dih) es un conjunto de normas destinado
sión ciudadana, al lado de respuestas que busquen no solo a limitar, por razones humanitarias, los efectos de los conflictos armados. Mediante
los convenios de Ginebra y sus protocolos adicionales, estos tratados internacionales
la eliminación de la desigualdad y la reparación material, expresan las principales normas destinadas a limitar la barbarie de la guerra.
El reconocimiento y el derecho a la ciudad en los deplazados por el
66 conflicto armado en Colombia, págs 56 - 71. Ariel Mosquera Morales.
to del Estado como de grupos insurgentes al margen de que ha impactado la demografía de la ciudad, el deterioro
la ley. En tanto los primeros figuran como meros sujetos de la estructura urbana y la manera como han desestruc-
pasivos, que solo escuchan y obedecen en un mundo de turado los referentes de identidad, que se supone eran los
miedo y desarraigo, los segundos detentan y actúan como que otorgaban la idea de coherencia y armonía a la ciudad.
elementos de amenaza y dominación.
Tampoco resultan suficientes aquellos enfoques sociológi-
Con el fin de visualizar esta diferenciación, se analiza- cos y antropológicos que sitúan al desplazado rural y la
ron algunas actividades que se desarrollan en el programa ciudad como adversarios, como portadores de referentes
Red Unidos, intentando observar y delinear el rol que se antagónicos entre la tradición y la modernidad, entre el
les asigna a las familias desplazadas. arraigo al terruño y el desarraigo total en la ciudad. Lo que
en realidad hemos tenido es la proliferación de expresiones
Este programa intenta fomentar la participación de las fa-
del país rural, que coexisten y se entretejen con las expre-
milias desplazadas en la creación de una ciudad que tenga
siones, espacios y tiempos de la urbanización moderna.
características heterogéneas. Dicho objetivo se alcanzaría
mediante la coordinación de cogestores y cogestoras so- Sin embargo, la Ley 387/97 y la 1148/11 representan el
ciales que brindan acompañamiento familiar y comuni- marco legal del nuevo paradigma acerca del desplazamien-
tario, orientando a los desplazados para que apliquen sus to, que implica, esencialmente, el reconocimiento de los
fortalezas y destrezas en la estructuración de una línea de desplazados como sujetos de derechos. En sintonía con
ciudad en un tiempo máximo de cinco años. ello, el nuevo paradigma que promulga la Ley de la Protec-
ción y Ayuda Integral a las Familias Desplazadas sostiene
Retomemos el relato de una familia que recibe la ayuda
que el Gobierno nacional, en cabeza del Departamento de
del programa:
la Prosperidad Social (dps)15, la Unidad para la Atención
y Reparación Integral a las Víctimas (Uariv), las goberna-
La gente de las ciudades lo ve a uno como bicho raro.
Pareciera que tuviéramos una enfermedad contagiosa, no ciones y las alcaldías municipales, debe ser capaz de ga-
nos dan trabajo. Muchas veces nos toca pedir limosna y le rantizar el goce efectivo de los derechos (ged) y la efectiva
dicen a uno, “¡vaya trabajen, vagos!”, cuando ni siquiera participación e inserción de las familias desplazadas en la
conocen todo el sufrimiento que uno ha tenido que pasar.
vida política, así como su reconocimiento en la ciudad.
Bueno, pero gracias a Dios, mediante el programa nos han
dado una ayudita que aunque no es mucha, sirve.14
Un ejemplo concreto es el de los cogestores sociales del
Esta cita remite a aquella nueva mirada hacia la los despla- barrio Porfía, en Villavicencio, quienes, luego de trabajar
zados en un modelo de diferenciación y desigualdad en a lo largo de un año y medio con las familias desplazadas
el que predomina el sin, como lo describe Boivin, en un sobre las problemáticas que tenían con las personas del
sentido de ausencia de atributos (“les falta...”), de despojo barrio, observaron que las familias no estaban cumpliendo
de atributos (“no tiene...”) o donde el sin aparece como con los logros y dimensiones establecidos en el programa.
despojo, pero no como consecuencia de un acto delibe- 15  El Departamento Administrativo para la Prosperidad Social es la Entidad
rado del observador, del antropólogo, sino como un he- del Gobierno Nacional que encabeza el Sector de Inclusión Social y Reconcilia-
ción, y tiene como objetivo dentro del marco de sus competencias y de la ley,
cho objetivo “producido” por los hombres que los señalan
ley, formular, adoptar, dirigir, coordinar y ejecutar las políticas, planes generales,
como anormales y peligrosos cuando se relacionan en una programas y proyectos para la superación de la pobreza, la inclusión social,
sociedad o entre sociedades (1999, p. 103). la reconciliación, la recuperación de territorios, la atención a grupos vulnera-
bles, población discapacitada y la reintegración social y económica y la aten-
ción y reparación a víctimas de la violencia a las que se refiere el Artículo 3°
Por eso, los desplazados, desde la mirada del nosotros en
de la Ley 1448 de 2011, las cuales desarrollará directamente o a través de sus
Colombia, no pueden seguir pensándose como el “otro” entidades adscritas o vinculadas: Agencia Nacional para la Superación de la
Pobreza Extrema (Anspe), Unidad de Atención y Reparación Integral a las Víc-
14  Relato de la familia Pinto, desplazada durante el año 2010 del municipio de timas (Uariv), Unidad Administrativa Especial para la Consolidación Territorial,
Miraflores, Guaviare. La guerrilla se llevó a dos de sus hijos. Diario Llano Siete Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (icbf), y Centro de Memoria Histórica,
Días, 2010, n.° 544 [www. llanosietesdias.com]. en coordinación con las demás entidades u organismos competentes.
El reconocimiento y el derecho a la ciudad en los deplazados por el
conflicto armado en Colombia, págs 56 - 71. Ariel Mosquera Morales. 67
Según ellos, tenían mucho miedo de que en el barrio exis- sus medios de producción (tierra, agua, cultivos, hogar),
tieran “milicianos”16, por lo tanto, no se atrevían a realizar atendiendo los lineamientos de reproducción sistémica del
actividades de integración con los vecinos, además, por- desarrollo global capitalista, y que se sostiene y reproduce,
que las familias seguían siendo rechazadas y eran vistas según Scribano, “por la producción y manejo de disposi-
como intrusas. Ellas preferían enviar a los hijos a los se- tivos de regulación de las sensaciones y mecanismos de
máforos para pedir limosna. soportabilidad social” (2007, p. 120).

Pero gracias a la implementación del programa y a los co- Estos recursos simbólicos suelen legitimar las desigual-
gestores sociales, lograron que la alcaldía de Villavicencio, dades entre los grupos de poder y los desplazados. En ese
el Servicio Nacional de Aprendizaje (sena), el comercio, sentido, si las propuestas no estuvieran mediadas por la
la Iglesia y la Policía, con un acompañamiento constante, voluntad de los grupos de poder y las actividades que pro-
establecieran allí un taller y un centro de capacitación para mueve el programa, se hubieran visto diluidas. Es decir,
que las personas desplazadas, además de aprender nuevas en la gran mayoría de los casos, los grupos de poder ilegal
actividades, trabajaran en los talleres con materiales do- toman el control de los recursos y de la vida, y de esa ma-
nados por la Gobernación y la Alcaldía local (maderas, nera utilizan el dominio sobre los desplazados, concibién-
telas, comida, y derivados). dolos como sujetos pasivos, sin autoridad en sus voces y
reclamos. Por ello, es importante garantizar la seguridad y
También se esperaba que sacaran provecho de sus aptitu-
tranquilidad de los desplazados para entenderlos en tanto
des y conocimientos, y vendieran sus productos; de esta
sujetos de derecho.
forma se sentirían útiles para ellos mismos y la comunidad,
porque podían producir dinero para el sostenimiento de la Boivin afirma que “la desigualdad se fundamenta en una
familia. Al tiempo, la gente del barrio los empezaba a ver relación de dominación de algunos hombres, grupos y so-
con otros ojos, incluso les compraban lo que fabricaban. ciedad sobre otros hombres, grupos o sociedades” (1999,
p. 104). De esa manera, se entiende que la condición de
De esta manera, el nosotros no inferioriza tanto el alter de
desplazado es un momento de la vida en el que más clara-
estos otros (desplazados), pues se los empieza a ver como
mente legitimada se encuentra dicha relación de dominio.
normales, como personas que son aptas para vivir en so-
ciedad y de acuerdo a las normas de la ciudad. Si bien desde el programa analizado se fomenta la parti-
cipación del desplazado en varios sectores, esta no se ve
Resulta interesante observar cómo este tipo de prácticas
reflejada en las políticas sociales nacionales, en la realidad
intenta romper con la noción del desplazado como un otro
del diario vivir de las familias desplazadas, en la magnitud
desigual que solo espera una retribución económica del Es-
en que actúa el fenómeno del desplazamiento ni en que se
tado. Las prácticas que se implementan desde el programa
apliquen las propuestas que emergen de la participación,
analizado pretenden romper con la “apropiación desigual”
sino que a partir de la sectorización de la ciudad, solo lo-
legitimada a través de los años por el conflicto armado en
gran implementarse unas pocas políticas, como la de corte
Colombia, que genera diferentes planos sociales.
territorial, señalada anteriormente. En este sentido, pode-
Tal como lo describe Godelier, la relación a la jerarquía mos encontrar cierta contradicción, dadas las cuestiones
“no es sólo en el dominio del poder y de la autoridad públi- de poder entre el Estado, el Gobierno departamental, la
ca, en el dominio de la práctica simbólica. Es también una Alcaldía municipal de Villavicencio y los grupos insur-
jerarquía en el control de los recursos” (citado por Boivin, gentes que actúan en la ciudad y el programa sometido
1999, p. 111), caso muy latente en el conflicto colombia- a análisis. En sintonía con lo escrito anteriormente, po-
no, en el que las personas son arrancadas brutalmente de demos pensar que la política y las políticas públicas están
intrínsecamente relacionadas con cuestiones de poder,
16  Personas consideradas informantes de la guerrilla, paramilitares y grupos pero también con sus efectos y, en este sentido, serán los
de limpieza.
El reconocimiento y el derecho a la ciudad en los deplazados por el
68 conflicto armado en Colombia, págs 56 - 71. Ariel Mosquera Morales.
resultados los que permitirán indicar si se consiguieron o Conclusión
no los objetivos buscados.
La situación límite a la cual se ve abocada la población
La categoría otros, para referirse a los desplazados por la desplazada por razón de la expulsión de sus territorios ge-
violencia, está arraigada en nuestra cultura colombiana nera el entramado de una historia colectivamente vivida,
como algo singular en el ámbito mundial17, de ahí que similares despojos, pérdidas y desarraigos y heridas mora-
ostentemos el deshonroso segundo lugar en desplaza- les, surgidos del sentimiento de exclusión y de la ausencia
miento forzado interno en el mundo. A los desplazados de reconocimiento. Y es precisamente en ese nuevo entra-
se los entiende como aquellas personas que miran desde mado socio-moral donde los desplazados pueden encon-
afuera (sobre todo desde la periferia) la construcción de la trar elementos de autoconocimiento y reconocimiento que
ciudad, propia de los residentes de la ciudad y los grupos les provean de nuevas identidades desde las cuales arti-
de dominio. cular orgánicamente sus demandas de estabilización so-
cioeconómica, reconocimiento social, inclusión política,
Podemos concluir este apartado afirmando que, al deli-
reparación moral y, sobre todo, el reconocimiento como
mitar el concepto de desigualdad, se somete a dominación
sujetos de pleno derecho, tanto en la comunidad nacional
a un sector, en este caso los desplazados por la violencia
como en la ciudadana.
interna, por sobre otro, el mundo de los grupos de poder,
llámense Estado, grupos guerrilleros, paramilitares, ban- De esta manera, las familias desplazadas, expulsadas a la
das criminales privadas o Fuerzas Militares del Estado, ciudad y que ahora forman parte de los sectores populares,
donde el poder armado y económico juega un rol central, no pueden seguirse viendo como los otros disruptores del
por intermedio de la intimidación, el terror y el asesinato. orden, como los que han venido a alterar la “coherente” es-
tructura urbana. Ellos son el resultado de un orden societal
Fraser propone como alternativa para este fenómeno una
injusto, intolerante, que ha perpetuado patrones de concen-
política basada en el reconocimiento, que implica supe-
tración del poder, de la propiedad y del ingreso, y que han
rar la subordinación de un grupo sobre otro, dotándolo
tolerado altos índices de muerte, terror, pobreza y miseria.
de poder, al entender al grupo “no reconocido” como un
sujeto miembro de la sociedad, con plenitud de derechos y Son el producto, en fin, de un Estado que sumido en un
capaz de participar y hacer oír su voz, al igual que el resto burocratismo y una corrupción extrema pierde acelerada-
de los actores sociales. mente su capacidad de control, cediendo el paso a otros
actores (armados las más de las veces) para que tomen de-
Finalmente, a pesar que se ha avanzado en el reconoci-
cisiones sobre el devenir de una población que someten e
miento del derecho del desplazado a la ciudad, y que en
intimidan. Adicionalmente, en las ciudades se levantan
los diálogos de La Habana se están planteando estos li-
trincheras simbólicas y reales de intolerancia y exclusión.
neamientos, sigue siendo muy latente el dominio de unos
Se han generalizado visiones que sitúan a estos sectores
sobre otros. En otras palabras, las familias desplazadas no
del lado de lo “anormal”, “subnormal”, “informal” e “ile-
alcanzan a superar el umbral mínimo, determinado por
gal”, pero también han sido vistos como los no ciudada-
el derecho internacional humanitario para ser catalogados
nos, los no civilizados, los premodernos y folclóricos.
como sujetos con plenos derechos.
Queda claro que a pesar de los avances alcanzados median-
te el marco normativo, la constitución de los principios rec-
17  Mientras que la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víc-
tores del desplazamiento interno de Deng (1998) y la im-
timas (Uariv) cuenta en 5.537.883 los afectados por el desplazamiento forzado
desde 1985, Codhes, que lleva 22 años estudiando las dinámicas de este fenó- plementación de políticas sociales para el restablecimiento
meno asociado al conflicto, establece en 5.921.229 las personas afectadas, de de los desplazados por la violencia en Colombia, se sigue
allí que el país ostente el deshonroso segundo lugar después de Siria (“Aunque
ejerciendo la dominación de unos sobre otros, en una clara
disminuye el desplazamiento…”, 2014).
violación de los derechos de los sujetos que tiene como con-
El reconocimiento y el derecho a la ciudad en los deplazados por el
conflicto armado en Colombia, págs 56 - 71. Ariel Mosquera Morales. 69
secuencia directa su invisibilidad en los análisis históricos y Fraser, N. (2008). La justicia social en la era de la política de
sociales, y como beneficiarios de un Estado protector. identidad: redistribución, reconocimiento y participación.
Revista de Trabajo, 4(6), 83-99.
Por consiguiente, los programas de restablecimiento no
pueden perder de vista que apenas avanzan en la repa- Fraser, N. & Honneth, A. (2006). ¿Redistribución o
ración de la violación múltiple de derechos, que consti- reconocimiento? Un debate político-filosófico. Madrid:
tuye el desplazamiento forzado de la población. En esta Morata S.L.
medida, se justifica su articulación como “política social Honneth, A. (1992). Integridad y desprecio. Isegoría, 15, 78-92.
especial”, pero, tal como en el papel lo formula la política
Honneth, A. (1996). Reconocimiento y obligaciones morales.
de atención a la población desplazada, hay que apuntar
Revista Internacional de Filosofía Política, 8, 5-17.
hacia el objetivo de garantizar la cesación de la condición
de desplazados, y en esto se ponen en juego el recono- Honneth, A. (1997). La lucha por el reconocimiento. Por una
cimiento de los derechos políticos, sociales y culturales gramática moral de los conflictos sociales. Barcelona:
como ciudadanos y el trato igualitario por parte del Es- Editorial Crítica.
tado y de la sociedad en su conjunto con una “política so-
Honneth, A. (1998). Entre Aristóteles y Kant, esbozo de una
cial general”. Se trata de la combinación de una atención
moral del reconocimiento. Logos, Anales del Seminario de
diferenciada a la población desplazada como víctima del
Metafísica, 1, 17-37.
conflicto armado, y una atención igualitaria como ciuda-
danos de la nación colombiana, en estrecha articulación Honneth, A. (2006). El reconocimiento como ideología.
con el desarrollo urbano de las ciudades. Isegoría, 35, 129-150.

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Scribano, A. (2007). Mapeando interiores. Cuerpo, conflicto y


sensaciones. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba.

Pensamiento para el pero #2


Autor Juan Sebastián Meneses Gaviria.
Técnica Óleo sobre lienzo.
Tamaño 70 x 85 cm

El reconocimiento y el derecho a la ciudad en los deplazados por el


conflicto armado en Colombia, págs 56 - 71. Ariel Mosquera Morales. 71

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