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Las primeras noticias sobre esta ave provienen de Brasil, de parte de Georg
Marcgrave (1648), quien exploró el nordeste de ese país en las proximidades de la
actual Recife. Y así decía al describir el ave que los habitantes llamaban
maguari : “Ave de forma y tamaño como la cigüeña, y además también en cuanto
al color (…) Tiene los ojos pequeños, blanco plateados, la pupila negra y la piel
alrededor de ellos rojo cinabrio, así como también la parte de abajo junto al
afilado pico, es decir, entre el pico y la garganta: y como acostumbran las iguanas,
dependiendo del enojo, alcanza hasta debajo de la garganta (…) Castañetea el
pico, como nuestra cigüeña. Su carne es comestible.” Ese sonido producido con el
pico, según Isidoro de Sevilla (Etymologyarum, 12,7:16–17), dio origen a su
nombre en la Antigua Roma, porque “la cigüeña recibe ese nombre debido al
graznido que emite, que no proviene de su voz, sino del choque de su pico.”
Quizás por eso, otros, como Martín Dobrizhoffer (1784), hasta olvidaron su
nombre: “A menudo me ví movido a risa por otra ave acuática, la cual, cuando
estira su cuello, excede en altura a un hombre alto, y a un cordero en el tamaño de
su cuerpo. Esta ave es enteramente blanca, y tiene patas muy largas. Permanece
muchas horas inmóvil, como si meditara, en el agua; pero confieso que he
olvidado su nombre.”
Hubo que esperar a nuevas oleadas de naturalistas viajeros para recibir más
novedades de tan singular ave. Johann Baptist von Spix (1824), que recorrió la
región del Amazonas, decía: “Habita en los prados o lugares palustres de la isla
San Juan, Rio de Janeiro y de todo Brasil, llamada por los habitantes jaburú;
macho no diferente a la hembra.” Como vemos aquí comienza una confusión
nomenclatural con el jabirú (Jabiru mycteria), al que Marcgraf había llamado
Jabiru guasu, por su notable tamaño, la mayor de las cigüeñas americanas.
Por su parte, Hudson (Sclater & Hudson, 1888) refería lo siguiente: “La
cigüeña Maguari es un ave muy conocida en las pampas, se reproduce en las
marismas y también vadea por su comida en las aguas poco profundas; pero no es
tan acuática en sus hábitos como el Jabirú, y después que termina la temporada de
reproducción, se la ve en todas partes en las llanuras secas. Aquí estas aves se
aprovechan de ratones, serpientes y sapos, pero también visitan con frecuencia los
campos cultivados en busca de alimento. Cuando los ratones o las ranas son
excepcionalmente abundantes en las pampas, las cigüeñas a menudo aparecen en
grandes cantidades, y en esos momentos los he visto congregarse por cientos
junto al agua por la noche; pero durante el día se dispersan por el área de
alimentación, donde se las ve acechando, concentradas en su presa, con
majestuosos pasos como una grulla. Para levantarse dan tres saltos largos antes de
lanzarse al aire, y como todos los voladores pesados hacen un ruido fuerte con sus
alas. Nunca se ve que se posen en los árboles, como el Jabirú, y son
absolutamente mudas, a menos que el ruido que hacen con el pico cuando están
enojadas pueda llamarse idioma.”
“El joven grazna y castañetea las dos mandíbulas, pero el adulto es bastante
mudo. Ellos (los jóvenes) son bastante negros al nacer y solo adquieren el
plumaje adulto después de un lapso de seis u ocho meses. Uno, que tomé el 5 de
octubre, era del tamaño de una gallina doméstica, con plumón y, con la excepción
de la cola blanca, completamente negra. Pronto se volvió muy manso, y solía
deambular por las instalaciones, en busca de comida, u observando cualquier
actividad que estuviera sucediendo. La comida era tragada entera; y la forma en
que tragaba una o dos libras de carne cruda habría horrorizado a un ama de llaves
inglesa.”
Thomas, uno de los cuatro hijos de John, llegó en 1838 a Buenos Aires,
para hacerse cargo con su hermano Robert de la estancia Los Yngleses. Thomas
además tenía habilidad para la pintura y dejó varios cuadros muy coloridos sobre
la vida en la pampa de ese entonces. Se casó en 1854 con Clementina Corbett,
también de origen escocés, y tuvieron 9 hijos, de los cuales el mayor fue Ernest,
nacido en 1855 en el país.
Pero, más allá de sus aportes a la ornitología, es evidente que Gibson, como
su par Hudson, era un naturalista nato, capaz de emocionarse con la vida
abundante y diversa, en un soleado día, en medio de los cañadones del Ajó.
LA MÍTICA CIGÜEÑA
En los mitos de los qom (Citro et al., 2016; Sanchez, 2006) también aparece
el zorro sagaz, uaia?aqa’ lachigui, que se encuentra con waqap, la cigüeña, y le
pide sus alas para poder cumplir su sueño de volar. Varias cigüeñas aceptan pero
le advierten que no vuele muy alto porque las plumas no le van a durar mucho. Le
colocan las alas y le indican como despegar. Como en el mito griego de Icaro, el
zorro se entusiasma y, haciendo oídos sordos a los llamados de las cigüeñas, sigue
ascendiendo hasta que pierde las plumas, cae y muere, aunque después resucita.
Los qom o toba (Arenas, 2009) han observado que la cigüeña “pone en el agua,
ahí no le falta comida. Pone arriba del árbol, junta basurita (restos vegetales) y
pone arriba el nido. Cuando hay pichoncito el va a buscar pescadito, cerquita, y
les lleva a los pichones, les da de comer.” Para ellos es una pieza de caza
apreciada por su gran tamaño y porque su carne se considera blanda, y se
aprovechaba casi todo el animal, incluyendo la grasa, patas y vísceras. Se la
cazaba con flecha o trampas y más tarde con carabina, especialmente en verano y
otoño, cuando están más gordas. Se la consumía hervida, en guiso o caldo, o
asada. Los huevos y los pichones se consumían cocidos, y a veces los criaban
como animales domésticos. La panza o estómago glandular se usaba como
carnada, las alas para abanicos y las plumas para las flechas.
También las cigüeñas tuvieron que ver con la creación de Las Pléyades, ese
bonito grupo de estrellas conocido también como “Las siete cabritas”. Resulta
que unos qom encontraron un niño perdido en el monte y lo adoptaron. El niño les
enseñó a usar el fuego, a cazar y a curarse con plantas. Pero también era muy
travieso y entre otras maldades le robó el huevo a una cigüeña que lo empollaba.
En castigo se reunieron todas las cigüeñas y llevaron al niño al cielo, donde junto
con sus hermanos que fueron a buscarlo, se quedaron para siempre, formaron ese
grupo de estrellas (Oliva, 2007)
Taqfwaj, el mítico héroe de los wichis, encontró cierta vez una cigüeña y
quedó admirado de cómo podía sostenerse sobre una sola pata. El ave le dijo que
para lograrlo debía cortarse una pierna, y luego, para recuperarla, tenía que saltar
sobre cierto tipo de árbol. Taqfwaj hizo según lo indicado pero no logró recuperar
su pierna y tuvo que recurrir a una gran araña que lo vendó con su tela y lo curó.
En otro cuento, el Carancho, asistente del rey de los jotes, molestaba a unas
jóvenes cigüeñas, quienes acudieron a sus padres. Éstos iniciaron una guerra con
los jotes, en la que las cigüeñas vencieron, logrando encarcelar al rey de los jotes
(Alvarsson, 2012).
Un joven vilela del Chaco gustaba mucho de cazar pajaritos y pasaba sus
días en el monte, donde un día encontró unas piedritas de colores con las que se
hizo un collar. Al otro día amaneció transformado en serpiente que comenzó a
crecer, comiendo cuanto bicho había en el monte, y cuando éstos escasearon
empezó a devorar gente. Las aves del lugar se organizaron para matar a la
serpiente, primero fue el águila, pero fracasó, luego los tullangos o cigüeñas,
dotados de fuertes lanzas (picos) pero la víbora los devoró, finalmente el caburé
logró matar al ofidio (Lehmann-Nitsche, 1924-25).
El gabán pionío
Gabán no pare en montaña
ni hace su nido en el cerro.
Como nace en la sabana
le pregunta a los garceros.
No te duermas, mi gabán
en mangles de Juanaparo,
no anides en Chamizal
porque hay mucho cunaguaro.
No te quedes en el Meta,
cuídate, mi gabancito.
Mira que la gente es mala
y le gusta el gabán frito.
El gabán pionío
Maguari es el nombre tupí que anotó Marcgrave y que, como vimos, sería
erróneo, refiriéndose más bien a la garza mora. De todas formas, como señalaba
Wied es un nombre que se usa en desde Bahía hacia el norte. Se lo ha escrito
también como mbaguari, baguari, biguari, magoari, maguari y mauari. Storni
(1942) lo interpretó como “muchas que pasan en fila”, de mba: montón, gua:
pasar, y ri: uno tras otro. Pero no parece ser esa una costumbre de esta ave de la
que Azara (1992) dice “va comúnmente sola”, aunque menciona haber visto
cincuenta y cuatro juntas en cierta laguna. También hay una observación de
Hudson sobre el asunto. García (1913), por su parte, lo tradujo como mbegue:
lento, y ri: estar: “el que anda lento”, lo cual parece más apropiado para esta ave.
Para los wichis de Formosa es wetnaj, lhokota o yulo. Sería, con más
precisión, el yulo pata colorada, ya que el yulo a secas es el jabirú. El nombre
lhokota o lhukutá se lo daban despectivamente los wichis del noroeste a los del
centro de Formosa, porque, como la cigüeña, vivían del pescado, el cual recogían
a la orilla del río Bermejo, cuando era descartado por los pescadores. Otros
nombres usados en la región chaqueña eran patsaaj (wichi weenhayek), pitsaj
(chorote), siyojonoj (nivaklé), seyána (enxet, Chaco central paraguayo) y etuque
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Imágenes
01 - Ciconia maguari
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02 – Euxenura maguari –
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03 - Maguari Stork – Dibujo de Edward Lear
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05 – Ernest Gibson
http://lahistoriatienesentido.blogspot.com/. La vida social. Los Yngleses. Silvia Beatriz del Palacio.
06 - Escena rural donde aparecen Thomas Gibson (hombre de barba y sombrero sosteniendo el cartel) y su
hijo Ernest (niño con capa negra).
Ambrotipo atribuido a George Corbett.
http://uca.edu.ar/es/pabellon-de-bellas-artes/muestras/muestras-2019/130-ambrotipos-el-primer-asado-criollo
%C2%A0el-primer-mate-junto-al-fogon
08- Casco de la estancia Los Yngleses hacia 1920. Fotografía por Alexander Wetmore.
Smithsonian Institution Archives, Record Unit 7006, Box 170, Album: I "Brazil, Argentina, Paraguay -
1920".
https://siarchives.si.edu/collections/siris_sic_6610
10 – Logotipo del Club Social y Deportivo Tuyango. Piedras Blancas, Entre Ríos.
http://deportivotuyango.blogspot.com/2009/05/primera-fecha-tuyango-volvio-con-una.html