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ALTER EGO

Siempre me temí esto, no lo pude controlar, ya estaba sumido en la implacable oscuridad.

El vino en esa copa, contenía menos fuerza en su aroma. El sonido del motor del auto
invadía mis oídos, mi vista se nublaba por el ardor que desprendía el fuego, aun así, miraba
el suelo y no podía evitar que una risa se me escapará.

No tenía por qué llegar tan lejos o tal vez si, de alguna manera eso tal vez marcaba el
principio del fin. Cuando la miraba, pensaba en esa pasividad y pureza de sus ojos, te
evocaban al mismo paraíso, un lugar donde muchos quisieran estar. Ni yo imaginaba que
todo podría ser ruina porque me importaba más descifrar su aura. La armaba como un
rompecabezas, sonaba a obsesión y tal vez eso era.

Recordaba las actividades que realizaba a menudo, en el trabajo, como la música que
escuchaba, con la puerta cerrada. Aquella cocina era a prueba de sonido, pero podía
observar sus movimientos a través del cristal de una amplia ventana, ella me inspiraba más
que cualquier obra de arte. Su tacto suave sobre las verduras y su paciencia y perfección al
cortar la carne, además de ese olor dulce mezclado con la cocción de los alimentos. todo
indicaba que ella era perfección, la admiraba, pero para mi mala suerte, no me notaba aun
así estaba seguro de que algún día todo iba a cambiar.

Vivía en esa fantasía, tan inconcebible, que me alimentaba tanto que no sabía cuánto lo
anhelaba, una vez que la tuve. Todo era una maravilla tanto deseaba mantenerla, que
terminaba por intervenir mucho, y aun así mis impulsos me carcomían, pero la deseaba y
eso me contenía.

Veía mi futuro a su lado, por eso cuando ella me engañaba, tuve que desaparecer al tipo que
estorbaba en ese sueño, luego, una de sus amigas, ¡aplastada como una mosca!, una copia,
una doble cara que la apoyaba y humillaba a su conveniencia, y finalmente fue su hermano
que era muy dependiente de su presencia a la mínima que se veía en aprietos, ¡desadaptado
carente de amor paternal!

Con el tiempo, ella empezaba a degradarse, era muy fuerte por eso todo mejoraba quiera o
no. Todas mis acciones estaban más que justificadas, merecían la pena, si era por ella. A
raíz de los sucesos, definitivamente, pensaba en una cita muy romántica para que su mente
divagará por otros rumbos, deseaba atención, era hora de recibir mi justo premio, disfrutaba
de sus sonrisas que últimamente me hacían falta, quería enredar mis dedos en su cabello,
además susurraría muchas palabras de amor en su oído, ella sabría que todo estaría bien
cuando la abrazará.

El plan era llevar todas las cosas necesarias para acampar y a la luz de la noche le
prometería seguridad y felicidad infaltables. Me equipaba, y miraba el reloj, no podía con la
emoción de verla y materializar todo lo pensado. Pasaba por su casa, ella estaba más
hermosa que nunca.

Estábamos de camino al lugar, armaba la tienda de acampar, encendía la fogata, extendía el


mantel, servía la comida en los platos, llenaba las copas de vino. Ella estaba en el auto, le
ayude a bajar, debía estar muy confundida, creo que no tomé en cuenta cuanto adormecedor
tenía que colocar, poco a poco despertaba, no podía gritar porque tomé las precauciones.
Me miró con horror, esto no era lo que esperaba, por qué de pronto se negaba a mi amor,
ella misma me lo profesaba antes. La voz en mi cabeza deseaba que fallará como ahora
estaba pasando.

Necesitaba quitarle la cinta de la boca para que me respondiera, antes de eso la amenace
con la pistola, en caso de que intentará revelarse. Ella sollozaba, me suplicaba que la dejará
en paz, pero yo le preguntaba el por qué me desconocía. Estaba tan nerviosa, que empezó a
contarme la verdad, ella sabía lo que había hecho para ganarme su amor. Me había
investigado, eso me producía serotonina al instante, ella pensaba en mí. ¿Maldita sea, no lo
ves? Tremendo fracasado, ahora la asustaste, no puedes negar lo que eres. No, no, ella
entendería que él no tenía razón, él deseaba ser su mejor versión.

Solo escuchaba, “demente”, “enfermo”, “asesino”, “loco”, “eso nunca paso”, no era lo que
esperaba, ella me amaba, pero tal vez estaba furiosa porque la quería solo para mí. Aun así,
quería su tranquilidad. Unas lágrimas salían de mis ojos porque tenía que dejarla ir. Me
acercaba a ella, otra vez, escuchaba esa voz, nunca puedes terminar nada, todos son
tropiezos y error tras error, nunca puedes lograr lo que te propones. Hazme caso, acaba por
fin con algo.
Se me ocurrió agarrar su cuello y entre sollozos empezaba a sofocarla, ahora no sabía cómo
me sentía, pero finalmente un frío recorría mi abdomen, ella me miraba con satisfacción,
mientras continuaba con traspasando el metal repetidas veces, mientras caía y me
desangraba, pensaba en que tal fue mi descuido que ahora me estaba costando la vida, vi
como su silueta se alejaba rumbo al auto, recordaba sus palabras, “una navaja puede
salvarte”. Estaba tratando de alcanzar la pistola, ahora apuntaba a su cabeza, presioné el
gatillo, pero las malditas balas… ¿Ves? te lo dije eres un idiota, te compadeciste y quitaste
las balas, entiende que ella estaba podrida por eso ella lo hizo mejor que tú. No lo podía
negar sus manos eran mágicas con las herramientas corto punzantes. Mi mirada se dirigía al
suelo donde la faena roja cubría el verde césped, mientras la luz de la fogata, me recordaba
donde podría volver a encontrarla y tal vez ahí poder estar juntos, fue cuando la risa me
invadió.

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