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Saber identificar las señales

de alerta en el bebé lactante


Los padres primerizos acostumbran a no estar familiarizados con la lactancia y
desconocen las señales de alerta que pueden indicar que algo no va del todo bien en
lo que a la alimentación de sus hijos se refiere. Hay que estar atentos a las posibles
señales de alerta en el bebé a fin de actuar con rapidez y evitar así situaciones que
puedan comprometer la lactancia o el bienestar del recién nacido.

La importancia de la primera hora


Después del parto el bebé debe ser colocado sobre el pecho de su madre para
permitir que busque el pecho y realice una primera toma de calostro. Después de esa
primera toma los bebés suelen caer en letargo que puede durar horas y que les
recupera del esfuerzo del parto. En el caso que esa primera toma no se haya
producido es importante ayudar a que ese encuentro se produzca lo antes posible ya
que a veces los bebés que no han tomado el pecho nada más nacer suelen despertar
del letargo desorientados y se pueden mostrar torpes y con dificultades para iniciar la
lactancia.

Evaluar el agarre, la succión y la


deglución
Un parto largo, instrumentado o intervenido puede propiciar que el bebé presente
una succión temporalmente comprometida, es decir que parezca que no sabe mamar,
que le resulte extremadamente complicado el agarre, que no sepa succionar…

Si es el caso hay que animar a la madre para que ponga al bebé piel con piel con ella
(o con la pareja) y que esté atenta a sus señales de hambre: activación del reflejo de
búsqueda, ruidos, manos en la boca….etc

Si el bebé no es capaz de mamar o se precisa  mucha ayuda para que inicie la


lactancia, se debería proponer a la madre que se empiece a estimular el pecho con el
sacaleches a fin de evitar ingurgitaciones posteriores y suplementar al bebé con el
calostro extraído. La frecuencia indicada sería la misma que la que tendría el bebé:
cada dos horas de día y cada tres de noche.

En el caso de los bebés que se muestran muy desconcertados y les cuesta agarrarse,
habrá que evaluar con detenimiento la postura y la posición al amamantar, descartar la
posibilidad de anquiloglosia o algún otro tipo de disfunción de la succión. Mientras  es
el momento de plantearse el uso de una pezonera para facilitar el agarre del bebé el
pecho e iniciar así la lactancia materna.

Ausencia de deposiciones
El peso es la manera más útil de saber si el bebé crece y la lactancia es efectiva pero
a falta de ese dato podemos utilizar las deposiciones para valorar el estado del bebé
ya que estas nos darán pistas importantes acerca de su estado físico.

Los bebés con lactancia materna exclusiva deben ir aumentando el número de


micciones y deposiciones a medida que van creciendo. La tabla que acompaña este
texto es por tanto sólo para bebés alimentados con leche materna. Los bebés a los
que se les da leche artificial durante su estancia en el hospital pueden modificar su
patrón intestinal y realizar menos deposiciones.

A partir del quinto día de vida lo ideal sería una deposición de color mostaza y del
volumen de una cuchara sopera después de cada toma. Los bebés de menos de un
mes alimentados con lactancia materna exclusiva deberían realizar deposiciones cada
día, en concreto un mínimo de dos.

Si no hay deposiciones hay que averiguar si:

 ¿El bebé ha tomado leche artificial?

 ¿Cuántas deposiciones ha realizado las últimas 24h?

Si no ha tomado nada de leche artificial, tiene 5 días o más y no hace cacas, debería
aumentarse la frecuencia y cantidad de las tomas o suplementar con leche materna
extraída, o leche artificial.

El color y la textura de las deposiciones suele preocupar mucho a los nuevos padres.
Las deposiciones del lactante amamantado son de un color mostaza anaranjado, muy
líquidas e idealmente con la presencia de pequeños puntos blancos pequeños
similares de un grano de arroz. Las deposiciones líquidas y abundantes no son diarrea
como muchos padres creen, son las deposiciones típicas del lactante amamantado.
Para saber si se trata de una descomposición tendríamos que valorar el aumento en la
cantidad habitual y no tanto el aspecto de las deposiciones.

Cuando las cacas son siempre verdes (color verde espinaca) y esto se acompaña de
inquietud por parte del bebé, podemos pensar que el bebé está tomando demasiada
leche rica en lactosa. En ese caso habría que revisar el manejo de la lactancia:

 La técnica (el bebé toma pecho a demanda o le marca rutinas)

 La postura
 El agarre y la succión (valorar también la posible presencia de un frenillo lingual
corto que estuviera causando la ingesta de leche inicial rica en lactosa).

Por otra parte hay que tener en cuenta que las deposiciones amarillas pueden
oxidarse y modificar su color por lo que es importante valorar las deposiciones en el
momento que se hayan realizado.

Las deposiciones negras, meconio, son típicas de los primeros días de vida. Cuando
las deposiciones negras, o con hilos negros, aparecen fuera de este periodo debemos
valorar el bebé ha ingerido sangre a través de la leche, por ejemplo porque su madre
tiene grietas o los conductos inflamados, o si por el contrario la sangre pertenece al
bebé.

Si descartamos que la madre tenga heridas y el bebé no está siendo suplementado


con hierro los padres deberían de consultar rápidamente con el pediatra.

No moja pañales
Las micciones del bebé deben ser de un color amarillo claro, color paja, y la orina del
bebé no debería dejar señales oscuras en el pañal, pues esa es la primera señal de
que la orina está concentrada lo que indica a su vez que el bebé no recibe un correcto
aporte de agua a través de la leche. Si la orina en clara y abundante nos indica una
buena hidratación.

A veces los padres no saben si el bebé ha orinado, ya que los pañales actuales tienen
gran poder de absorción por lo que resulta necesario abrir los pañales y comprobar si
las perlas de gel de su interior están hinchadas.

¿Y si hay manchas en el pañal?


Los uratos, son manchas rosáceas que aparecen en el pañal, son normales si
aparecen los primeros días de vida, y se deben a la concentración de la orina del
recién nacido, pero si aparecen a partir del quinto día del parto indican deshidratación.

Si un bebé no moja pañales es importante verificar su estado general:

 Estado de la fontanela: si la fontanela está hundida indica deshidratación.

 La boca debe estar húmeda: si está seca indica deshidratación.

 El signo del pliegue: si presionamos la piel y no vuelve a su estado normal el


bebé está deshidratado.

Es de vital importancia actuar inmediatamente en este último caso y ofrecer leche en


diferido al bebé, sea materna o artificial, y si no es posible administrar leche le
daremos agua y trasladaremos al bebé a un centro hospitalario lo antes posible.

Bellos durmientes
La lactancia funciona a demanda pero hay que tener especial atención a los bebés
prematuros, enfermos o que no aumentan de peso. En estos bebés la lactancia no
puede funcionar a demanda y es trabajo de los padres marcar la demanda durante los
primeros días hasta que los bebés recuperan el peso, están más fuertes y son
capaces de despertarse y mostrar señales de hambre.

Hay ciertos bebés a los que llamamos bellos durmientes que pese a ser bebés sanos y
normalmente a término no son capaces de despertar para mamar. Estos bebés
duermen y no muestran señales de hambre lo que les llevaría a una pérdida de peso
excesiva si sus padres no intervinieran despertándolos cada pocas horas.

En estos bebés hay que marcar una demanda de alimentación: cada dos horas de día
y cada tres de noche.

En el caso que no sean capaces de mamar directamente la madre se puede extraer


leche y ofrecer al bebé con diferentes técnicas: jeringa-dedo, vaso, cuchara…

Cuando el bebé sea capaz de despertarse y pedir por sí mismo ya no hará falta que
los padres marquen la demanda.

Vómitos y regurgitaciones
Tanto los vómitos como las regurgitaciones son situaciones muy frecuentes en los
bebés. Aunque pueda parecer que es lo mismo, porque en ambos casos hay expulsión
de contenido del estómago a través de la boca, son dos procesos diferentes, con sus
propias causas e implicaciones.

La regurgitación: es el reflujo simple del alimento que el bebé acaba de ingerir, desde
el estómago a la boca, sin que él haga esfuerzo, y en pequeña cantidad. Es muy
frecuente en los bebés en los primeros meses de vida, normalmente hasta los 7
meses y no tiene importancia, ya que con el tiempo se soluciona. No se produce
afectación del peso del bebé ni de su bienestar físico. Además es habitual que
regurgiten y que inmediatamente después quieren volver a mamar con total
normalidad.
El vómito: es la expulsión forzada y brusca del contenido gastrointestinal por la boca;
implica por tanto, un esfuerzo y suele ser de bastante mayor cantidad que la
regurgitación.
En un recién nacido (menor de un mes) que presenta vómitos de forma repetida,
proyectivos, de contenido alimentario y tras todas las tomas, habrá que descartar una
entidad llamada estenosis hipertrófica de píloro. En este caso hay una obstrucción en
la válvula que vacía el estómago, por lo que el bebé no puede alimentarse
adecuadamente.

Ictericia
Prácticamente la mitad de todos los recién nacidos sufren ictericia en un grado u otro.
Lo que hay que observar es en qué momento se produce para poder valorar si es
fisiológica o patológica.

La ictericia fisiológica no es una enfermedad, es una condición momentánea debida


a que antes de nacer los bebés tienen más glóbulos rojos en sangre para poder
obtener mejor el oxígeno que su madre les pasa a través de la placenta.
Inmediatamente después de nacer el bebé empieza a respirar por sí mismo y ya no
necesita todos esos glóbulos rojos. Estos deben ser eliminados de alguna manera. La
bilirrubina, subproducto de la descomposición de estos glóbulos, se elimina a través
del hígado que lo hace llegar al tubo digestivo del bebé y de ahí pasa a las
deposiciones.
Pero hay una dificultad, el hígado del bebé es inmaduro y no puede trabajar tan rápido
y por lo tanto la bilirrubina puede acumularse.

La falta de leche materna también puede causar otro tipo de ictericia no patológica.


Afecta a un 50% de niños nacidos a término y un 80% de niños prematuros. Es más
común en ciertos grupos étnicos: chinos, japoneses, coreanos, suramericanos. Se
empieza a manifestar el segundo o tercer día de vida (entre 12-15mg/dl) y después del
cuarto día de vida comienza a disminuir. Se produce por un mal inicio de la lactancia
materna o por una ingestión insuficiente de leche materna, y por tanto pocas
deposiciones.
En este caso el aumento de tomas o la suplementación de leche extraída ayudan al
bebé a realizar más deposiciones y eliminar así la bilirrubina.

La ictericia tardía se considera patológica.


Aparece durante la segunda semana de vida y se puede alargar hasta que el bebé
tiene entre 1 a 2 meses, afecta a un porcentaje muy pequeño de niños entre el 2% al
33%.

No está clara la razón por la que esto sucede pero parece ser que en estos casos la
leche materna contiene una hormona producto de la degradación de la progesterona
que estimula la reabsorción intestinal de la bilirrubina. Se cree que ofrece protección al
bebé ya que es un antioxidante.

Estos bebés necesitarán fototerapia pero no requieren suspender la alimentación con


leche materna. Es importante saber que la exposición directa a la luz solar no es lo
más adecuado en el caso de que el bebé tenga valores altos de bilirrubina, es
preferible la fototerapia porque la “cantidad” de sol necesaria en estos casos puede ser
peligrosa para los bebés, y la baja exposición directa al sol ser insuficiente para tratar
la ictericia.

No aumenta de peso
Los bebés suelen tener una pérdida de peso posterior al nacimiento de entre el 7 y el
10%. Esta pérdida es habitual y se produce en parte a causa de la expulsión del
meconio, aunque también pueden influir las condiciones actuales en que se inicia la
lactancia materna en los hospitales, ya que cuando se modifican las condiciones del
nacimiento, con partos fisiológicos y respetados e inicio precoz de la lactancia con
agarre correcto, la pérdida de peso es mucho menor.
A lo sumo a partir del quinto día de vida los bebés deben ir recuperando el peso que
han perdido y haberlo recuperado completamente alrededor del quinceavo día de vida.

Los bebés que no aumentan de peso deben de ser evaluados lo antes posible a fin de
detectar cuál es la situación que les impide aumentar de peso:

 ¿Mama lo suficiente? Entre 8 a 12 veces al día

 ¿La transferencia de leche es correcta? Verificar la succión nutritiva en una o


varias tomas

 ¿La producción de leche de la madre es correcta? Verificar la producción y


descartar en caso necesario causa de hipogalactia.

 ¿El bebé está sano? En ocasiones se producen pequeñas infecciones que


pueden comprometer al aumento de peso del bebé.

Si el bebé no gana el peso necesario debe de ser suplementado con leche materna o
artificial. En ningún caso debe recibir las llamadas leches vegetales que no están
indicadas para la alimentación del lactante puesto que no tiene las mismas cualidades
nutricionales que la leche materna o artificial.

Lógicamente, una vez detectada la causa de la escasa ganancia de peso, habrá que
abordar la solución adecuada. Mientras, para conseguir una rápida provisión de leche
o para descartar una hipogalactia verdadera., puede ser útil utilizar la técnica de
la extracción poderosa.

Huelgas
En sus primeros meses e incluso años de vida que un bebé se destete no tiene
sentido biológicamente. Para sobrevivir hay que mamar y no hay razón para dejar la
teta. Pero hay bebés que de golpe (normalmente entre los 8 meses y el año) dejan de
mamar y no quieren saber nada del pecho.

Para las madres es una sensación terrible que un niño se niegue a mamar. Las
madres empiezan a angustiarse e intentan poner más al bebé más veces en el pecho,
ofrecer más pecho e insistir una y otra… Es una desesperación total que lleva a ser
demasiado insistente y que puede ser contraproducente si lo que queremos es que el
bebé vuelva a mamar.

En primer lugar hay que saber por qué razón el bebé ha comenzado una huelga:

1. Enfermedad o malestar:

 La salida de los dientes

 Dolor de oído

 Daño en la garganta o aftas en la boca


 Mocos o congestión nasal

2. Situaciones relacionadas con la madre o con la situación familiar:

 Un grito de la madre, por ejemplo por un mordisco.

 La vuelta al trabajo remunerado de la madre o ausencia por cualquier otro


motivo.

 Inicio brusco de la alimentación complementaria.

 Cambio de situación (gestación, ovulación…. la huelga suele durar sólo unos


días) o nuevo domicilio.

En primer lugar habría que pasar por el pediatra y hacer una revisión completa al bebé
para estar seguros no hay nada físico que dificulte la lactancia. Si todo está bien
necesitamos ir a revisar las opciones habituales.

En muchas ocasiones los bebés reaccionan así después de un mordisco, si la madre


se asusta grita o hace mala cara. También la separación de la madre, cuando vuelve a
trabajar, puede producir que el bebé deje de mamar temporalmente o que reaccione
con desprecio cuando la madre regresa y no quiera mamar bajo ningún concepto. A
veces se entusiasman con los alimentos complementarios y pierden temporalmente el
interés por mamar.

Si la madre no desea finalizar la lactancia las medidas más eficaces son:

1. Bajo ningún concepto forzar al bebé o querer ganarle por hambre. Hay que seguir
ofreciendo alimentación complementaria si toma y extraerse leche y dársela. Bajo
ningún concepto se debe dejar al bebé sin comer, porque eso no hará que vuelva a
mamar.

2. El pecho es una opción para los bebés no una obligación! Por tanto hay que
desplegar las armas de seducción que todas las mujeres tenemos y enamorar al bebé:

 La técnica de la bañera: hay que preparar la escena con luz suave, agua
calentita, música de fondo (cita romántica total)… Y meterse con la bebé en la
bañera, no para que mame, sino porque se enamore! Para que disfrute, ría,
porque se deleite con la situación con el placer de jugar con la madre…
Evidentemente menudo con un único remojón no basta, así que habrá que repetir
tanto como sea posible.

 La técnica de las sábanas: jugar desnudos bajo las sábanas, hacer cosquillas,
pedorretas en la barriga, perseguirse, reír… Y todo con el mismo propósito:
¡DISFRUTAR! Muchos bebés ríen tanto que se olvidan de la huelga de teta y se
lanzan alborozados el pecho. OJO: a veces lo hacen unos segundos para volver a
rechazar el pecho, por lo tanto hay que seguir seduciendo.
 La técnica del sofá: para hacer esta técnica hay que ponerse la bebé en el
regazo (ir sin ropa), poner la tele o leer cuentos… Hay que crear también el
ambiente cálido y oscuro de la bañera y resistir la tentación de ofrecer pecho!

Las huelgas pueden ser largas y hay que tener MUCHA paciencia ya que a veces
duran un mes o más, aunque suelen durar menos. Por tanto hay que administrar las
citas y seducir sutilmente pero con insistencia a la bebé.

Artículo redactado por Alba Padró. Asesora de Lactancia de ALBA. IBCLC.


Revisado por Eulàlia Torras. Asesora de Lactancia de ALBA.

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