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Tras el fin de la Guerra Fría, se presuponía un mundo más pacífico a la par que el Capitalismo
proclamaba su triunfo. Sin embargo los conflictos motivados por diferencias étnicas, religiosas,
territoriales, raciales, culturales, políticas y económicas que parecían ya no ser posibles en un
mundo globalizado se convirtieron en una de las características de las guerras de finales del siglo
XX y comienzo del XXI.
EL RETORNO DE LA TRADICIÓN
Una de las características de las llamadas nuevas guerras fue la reactivación de nacionalismos,
culturas y formas de organización social que volvieron a ser asumidas por aquellos que veían caer
los regímenes comunistas y las colonias europeas en territorios de Asia y África.
EL FUNDAMENTALISMO RELIGIOSO
También, en otros casos, se puede relacionar al fundamentalismo político, que no es menos común.
Algunos ejemplos de libros comunes entre fundamentalistas políticos son Mi lucha, de Adolf Hitler, y
el Libro Rojo, de Mao Zedong. El fundamentalismo político no necesariamente se relaciona de
manera directa o indirecta con las religiones tradicionales, sino que promueven una cosmovisión
radical e incluso antiteísta.
El término además se lo identifica con las corrientes antimodernistas de distintas religiones. A veces
se lo confunde con el milenarismo y con el mesianismo o se lo asocia con fanatismo o extremismo,
aunque este último término se suele reservar para actitudes específicamente políticas. El término
integrismo, que es el tradicional en español para referirse a este fenómeno, está semánticamente
muy próximo, aunque en una interpretación estricta el fundamentalismo designa un fenómeno
moderno (una forma de rechazo a las consecuencias secularizadoras de la modernidad, pero
surgido desde la modernidad tecnológica), mientras que el integrismo promueve una respuesta
tradicionalista.
EL TERRORISMO
El terrorismo es el uso sistemático del terror, utilizado por una amplia gama de organizaciones,
grupos o individuos en la promoción de sus objetivos, tanto por partidos políticos nacionalistas y no
nacionalistas, de derecha como de izquierda, así como también por corporaciones, grupos
religiosos, racistas, colonialistas, independentistas, revolucionarios, conservadores y gobiernos en el
poder.
El terrorismo, como táctica, es una forma de violencia que se distingue del terrorismo de Estado por
el hecho de que en este último caso sus autores pertenecen a entidades gubernamentales. Se
distingue también de los actos de guerra y de los crímenes de guerra en que se produce en
ausencia de guerra. La presencia de actores no estatales en conflictos armados ha creado
controversia con respecto a la aplicación de las leyes de guerra.
La palabra «terrorismo» tiene fuertes connotaciones políticas y posee elevada carga emocional y
esto dificulta consensuar una definición precisa.
Es común el uso de la palabra por parte de gobiernos para acusar a sus opositores. Tambi én es
común que las organizaciones e individuos que lo practican rechacen el término por injusto o
impreciso.6 Tanto los unos como los otros suelen mezclar el concepto con la legitimidad o
ilegitimidad de los motivos propios o de su antagonista. A nivel académico, se opta por atender
exclusivamente a la naturaleza de los incidentes sin especular sobre los motivos ni juzgar a los
autores.
Algunos medios de comunicación como la británica BBC, que desean enfatizar su imparcialidad,
sugieren en sus guías de estilo evitar el término terrorista y terrorismo. En las nuevas guerras lo que
se presenta es un uso generalizado de métodos ya existentes en los conflictos tradicionales, con
estas novedades:
Posibilidad de que cualquier individuo acceda y utilice armamentos que anteriormente eran
de uso exclusivo de los Estados.
El uso de propaganda en los medios de comunicación y la enorme presión que esto genera.
La intervención humanitaria para detener la violación de los derechos humanos en zonas de
conflictos.
La Oficina también coordina sus actividades con el Comité Internacional de la Cruz Roja
para dar apoyo a las decisiones adoptadas por los Estados miembros en material de DIH.
Asimismo, en colaboración con el CICR, esta Oficina organiza cursos y seminarios sobre
DIH en las Américas.
Los Convenios de Ginebra y sus Protocolos adicionales son tratados internacionales que contienen
las principales normas destinadas a limitar la barbarie de la guerra. Protegen a las personas que no
participan en las hostilidades (civiles, personal sanitario, miembros de organizaciones humanitarias)
y a los que ya no pueden seguir participando en los combates (heridos, enfermos, náufragos,
prisioneros de guerra).
Los Convenios de Ginebra y sus Protocolos adicionales son la piedra angular del derecho
internacional humanitario, es decir el conjunto de normas jurídicas que regulan las formas en que se
pueden librar los conflictos armados y que intentan limitar los efectos de éstos. Protegen
especialmente a las personas que no participan en las hostilidades (civiles, personal sanitario,
miembros de organizaciones humanitarias) y a los que ya no pueden seguir participando en las
hostilidades (heridos, enfermos, náufragos, prisioneros de guerra). Los Convenios y sus Protocolos
establecen que se debe tomar medidas para prevenir o poner fin a cualquier infracción de dichos
instrumentos. Contienen normas estrictas en relación con las llamadas "infracciones graves". Se
debe buscar, enjuiciar o extraditar a los autores de infracciones graves, sea cual sea su
nacionalidad.
El II Convenio de Ginebra protege, durante la guerra, a los heridos, los enfermos y los
náufragos de las fuerzas armadas en el mar.