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CRÍTICA DE LIBROS

Y si el judaísmo le llega a Benjamin Benjamin se nos revela como un admi-


desde su vida —sus orígenes familiares, sus rador, a la manera de Giambattista Vico,
amistades, las persecuciones antisemitas—, de las nuevas tecnologías, a las que “salu-
más que desde los libros, otro tanto pode- da como un sueño” (p. 216). Pero al igual
mos decir del marxismo9. Benjamin se que el napolitano, el alemán se queja de la
imbuye de la demanda de justicia social del falta de sentido del progreso técnico; no
marxismo y le otorga a ésta un rango meta- sólo multiplica el sufrimiento humano,
físico (p. 103). Le convence el análisis del sino que lo utiliza y lo frivoliza al decla-
capitalismo de Karl Marx, y toma muy en rarlo precio fatal, pero necesario, para sus
serio sus escritos, pero a pesar de su énfasis objetivos10. En realidad, la Modernidad
en el “materialismo histórico”, no comparte no trae más que lo de siempre a los opri-
la lógica determinista de la historia marxis- midos11. Del comunismo criticará, entre
ta, como hemos visto. Mate se encargará así otras cosas, que se sume al mismo carro
de mostrarnos los diversos abismos que le que el fascismo en esta adoración ciega
separan de la ortodoxia. En primer lugar, del progreso. No duda Benjamin en rela-
Benjamin rechaza el concepto de proletaria- cionar el progreso, entendido como domi-
do, una clase monolítica, entonces con fuer- nio del hombre sobre la naturaleza, con el
za y ascendente en su importancia política retroceso moral y social ocasionados (pp.
(p. 89); lo sustituirá por la clase oprimida 181, 211, 214). Todo ello ofrece a Reyes
que lucha (ver tesis XII, p. 197). Así no sólo Mate una ocasión idónea para ligar las
evita las “simplificaciones economicistas”, preocupaciones de entonces con las ur-
atendiendo también a “esa resistencia del gencias de un planeta hoy en peligro: se
espíritu que es capaz de poner en entredicho necesita “una nueva relación entre el tra-
el poder del vencedor” (p. 97), sino que bajo y la naturaleza que, en lugar de defi-
pone las bases para que vectores de opre- nir aquél como dominio y explotación, lo
sión hoy habituales para nosotros —como entienda como solicitud, atención, escu-
podrían ser los del género, la sexualidad, el cha” (p. 184).
grupo étnico o la nacionalidad— sean, Por último, y como también captó
junto al de clase, tenidos en cuenta. Giorgio Agamben en su momento12, Ben-

9
En una carta de 1934 a Gershom Scholem, escribe Benjamin: “Mi comunismo —sacrifi-
cando la ortodoxia— no es nada más que la expresión de ciertas experiencias que he tenido en mi
pensamiento y en mi existencia”. Citado en: S. Buck-Morss, Walter Benjamin, escritor revolucio-
nario, Interzona, Buenos Aires, 2005, p. 59.
10
En Benjamin está “la crítica a una manera de concebir los intereses de la humanidad según
la cual el carro triunfal de la historia puede marchar pisoteando las florecillas al borde del camino”
(p. 91).
11
“Benjamin denuncia la fatalidad de la Modernidad, que aparece en la historia como porta-
dora de un novum, sin que consiga otra cosa que repetir lo de siempre” (p. 164). Por otro lado, tam-
bién criticará “la reducción de experiencia a experimento” y la expulsión de todo lo que no sea
razón científica del ámbito del conocimiento (p. 53).
12
G. Agamben, Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida, Pre-Textos, Valencia, 2003;
Estado de excepción, Homo Sacer II, 1, Pre-Textos, Valencia, 2004.

Foro Interno
2006, 6, 173-242 222

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