Conocido como "El estrangulador de Tacuba", cometió sus
crímenes entre agosto y septiembre de 1942. Sus víctimas fueron una compañera de la carrera de ciencias químicas y 3 prostitutas. Con ellas primero tuvo relaciones sexuales y después las ahorcó y enterró en el jardín de su casa. En 1942 confesó sus crímenes luego de que su madre lo internó en un hospital psiquiátrico. Preso en Lecumberri, Goyo fue un personaje singular en la cárcel: asistió a clases de psiquiatría, recibía visitas familiares, sostenía relaciones con las enfermeras e incluso tenía licencia para salir cuando quisiera. Obtuvo su libertad en 1976 por un indulto del entonces presidente Luis Echeverría y ese año, la Cámara de Diputados le rindió un homenaje por ser un ejemplo de readaptación social, ya que durante su estancia en prisión aprendió el Código Penal y se convirtió en abogado de otros internos.