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UNESR-NUCLEO CARACAS Caracas, 21 de Junio de 2019

ETICA DE LA PROFESIÓN

Sesión “B” Semana “A”

José Herrera C.I. V-16.508.136

El comportamiento ético para un ciudadano es comportarse acorde a


los Cánones y costumbres impuestos por la propia sociedad en que se vive
para así poder vivir en una mejor sociedad en donde todos seamos
miembros de ella y en donde nadie diste de otra persona y la perjudique para
así poder ejercer el derecho de ciudadano. Ahora bien, el aspecto o punto de
vista de el cual la ética estudia la conducta humana es el del bien y del mal,
de lo que debe y lo que no debe ser, es necesario resaltar que la palabra
debe es el verdadero verbo de todo juicio ético.

Desarrollo humano es el proceso por el que una sociedad mejora las 


condiciones de vida de sus miembros a través de un incremento de
los bienes con los que puede cubrir sus necesidades básicas y
complementarias, y de la creación de un entorno social en el que respeten
los  derechos humanos de todos ellos. También se considera como la
cantidad de opciones que tiene un ser humano en su propio medio, para ser
o hacer lo que él desea ser o hacer. El Desarrollo Humano podría definirse
también como una forma de medir la calidad de vida del ser humano en el
medio en que se desenvuelve.

Durante muchos años, el concepto de desarrollo utilizado por las


naciones, estaba exclusivamente relacionado con los aspectos tecnológicos,
científicos y económicos, los cuales, como plantea Morin (2000), se
consideraban suficientes para remolcar, como una locomotora, los vagones
de todo el tren del desarrollo humano, es decir libertad, democracia,
autonomía y moralidad. Sin embargo, ese tipo de desarrollo no ha sido capaz
de dar respuesta a la evidente inequidad que existe en el mundo actual, ya
que al trabajar sólo ciertas perspectivas (tecnológicas, científicas y
económicas) olvida uno de los más importantes aspectos: el humano, sin el
cual,  los avances económicos no poseen la sustentabilidad necesaria para
mantenerse en el tiempo. Partiendo de la necesidad de incluir el factor
humano como variable decisiva en un desarrollo integral, fue concebida la
idea de un desarrollo sustentable;  implicando llevar a la práctica esta
estrategia como condición para lograr las aspiraciones pretendidas de una
vida más justa y equitativa. Por esta razón, tal estrategia de desarrollo
requiere para su viabilidad la formación de individuos con una conciencia
ética que les obligue a pensar en el colectivo, en las consecuencias de sus
actos y a responsabilizarse por ellos.

La ética no se decreta, es una forma de vida, recordemos que “... las


costumbres éticas se logran con una vida sistemática de virtud y no por
actos aislados…” (Díaz, 2000:51). Una virtud es una característica del
carácter moral del agente que no puede reducirse exclusivamente a sus
actos específicos sino que es parte de su personalidad. Se diferencia de los
hábitos en la medida en que no solamente es una costumbre, sino que es
una disposición que se encuentra bien arraigada en su poseedor. La ética de
virtud es una teoría que se remonta a Platón y, de modo más articulado, a
Aristóteles, según la cual una acción es éticamente correcta si hacerla fuera
propio de una persona virtuosa.

Por otra parte, ha dicho el filósofo español Fernando Savater “Si la


ética no tuviera ninguna relación con la felicidad, no sé para qué la íbamos a
querer”, y explica las dos opiniones esenciales que hay sobre esa relación:
para Spinoza, la felicidad no es el objetivo de la ética, sino la ética misma, y
para Kant, por medio de la ética nos hacemos merecedores de la felicidad; la
ética como fin o medio para alcanzar la felicidad. Aristóteles, en sus grandes
obras “Ética a Nicómaco y Ética a Eudemo”, determina que el fin de toda
vida humana no es otro que la felicidad, porque sólo ella es deseada por sí
misma. La virtud sería el camino para alcanzar dicha felicidad, pues de su
aplicación todo es beneficioso.

A su vez, en cada decisión hay siempre implicada una elección previa;


y precisamente porque la elección sostiene –pero no fundamenta– una
decisión, ésta se propone como la condición para que podamos asignar o
atribuir responsabilidad a una conducta. El sujeto moral se convierte en un
ente responsable cuando elige; no es responsable de sus decisiones sino de
las elecciones previas. Las “decisiones” que toma suelen ser meras
coartadas. Por eso es muy habitual que el individuo encubra su
responsabilidad por medio de ellas; y que no aprobemos (o condenemos) a
alguien por lo que escoge, lo que prefiere o lo que busca sino solo por lo
que decide. No hay elección sin libertad, en cambio se puede tomar una
decisión coaccionado o forzado. No hay engaño en una elección, en cambio
es tan fácil engañar al otro con una decisión, ese astuto recurso que nos
permite descargarnos del peso de la libertad.

La libertad como valor se debe ejercer, desde la individualidad de cada


persona, con respeto y responsabilidad moral. La libertad no se trata de
llevar a cabo cualquier acción sin importar sus consecuencias en el entorno.
La libertad de se refiere a saber hacer uso de las habilidades que cada quien
posea. La libertad verdadera consistiría, para Spinoza, no en actuar
gratuitamente, sin causa ni razón sino en actuar conforme a la naturaleza
necesaria del hombre, en obedecer el conato predeterminado, de perseverar
en el ser actuando de acuerdo con las ideas claras y distintas que muestran
la racionalidad universal y en conformidad con las verdades eternas y
necesarias de cuanto existe.

La responsabilidad ética es el cumplimiento de acuerdos implícitos o


explícitos con respecto a lo que debería ser la conducta idónea y respetuosa
en un ámbito o profesión. Su finalidad es garantizar el desempeño correcto
de los responsables de las acciones a llevar a cabo y lograr el bienestar de
todos los involucrados en dicha práctica. Asumir una responsabilidad ética
implica el permanente respeto a los principios éticos que rigen el ejercicio
profesional. En este sentido, se trata de una categoría previa y superior a la
mera responsabilidad legal, que se satisface con el cumplimiento de las
exigencias de diligencia debida y de los mandatos de las leyes civiles,
penales y administrativas. La responsabilidad legal del profesional es
fundamentalmente de medios y no de resultados. No puede existir
responsabilidad moral si las acciones de los seres no son voluntarias y
libres.
Según Fernando Savater, “Después de tantos años estudiando la
ética, he llegado a la conclusión que toda ella se resume en tres virtudes:
coraje para vivir, generosidad para convivir y prudencia para sobrevivir”. En
Venezuela, necesitamos convivir siendo mejores ciudadanos éticos; como lo
dijo alguna vez Adela Cortina: “Ningún país puede salir de la crisis, si las
conductas inmorales de sus ciudadanos siguen proliferando con toda
impunidad”.

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