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1 TESALONICENSES 1:2 Y 3

LA VENIDA DE CRISTO ES UNA ESPERANZA INSPIRADORA

En el día de hoy, amados hermanos, volvemos a esta Primera Epístola del Apóstol Pablo a los Tesalonicenses.
Estamos en la introducción y vamos a leer ahora, el versículo 2, del capítulo 1, que dice:

"Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones"

Pablo oraba por todas las Iglesias que él había fundado. Pablo tenía una lista de oración bastante larga, y si
usted quiere realizar un estudio interesante le sugerimos que trate de encontrar a todas las personas que
estaban incluidas en esa lista. Le sorprenderá saber por cuantas diferentes iglesias, individuos y grupos de
personas oraba el apóstol.

Dijo aquí: Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros. Pablo dio gracias por esta iglesia por muchos
motivos, y uno de los más importantes fue que ellos eran un ejemplo; formaban una iglesia modelo.

El versículo siguiente es uno de los más notables de la Biblia, y sigue una norma del apóstol Pablo que
encontramos en su obra escrita. El enfatizó el número 3. Leamos entonces este versículo 3:

“Sin cesar acordándonos delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, y del trabajo de amor, y
de la tolerancia de la esperanza del Señor nuestro Jesucristo:”

En este versículo podemos ver 3 elementos importantes: (1) acordándonos sin cesar (2) la obra de vuestra fe
(3) vuestra constancia en la esperanza en el Señor Jesucristo.

Este es un versículo muy importante de la Biblia y contiene una gran riqueza de significado. Pablo asoció las
tres gracias de la vida cristiana: la fe, el amor y la esperanza. Recordemos que en su Primera Epístola a los
Corintios, capítulo 13, versículo 13, también reunió a estas tres gracias. Dijo allí: 13Ahora permanecen la fe, la
esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

Un científico muy destacado, uno de los hombres que tuvo mucho que ver con el diseño de la capa que
protege del calor a las cápsulas espaciales cuando entran en la atmósfera terrestre, estaba conversando en
cierta ocasión con un predicador y le dijo: "¿Ha notado usted alguna vez que el universo en el cual vivimos está
dividido en una trinidad?" Y el predicador respondió: "No, ¿qué quiere decir con eso?" "Bueno, - le dijo - Usted
y yo vivimos en un universo físico que está dividido en tiempo, espacio y materia". Y luego le preguntó al
predicador: "¿Puede usted pensar de una cuarta cosa?" Y el predicador respondió que no podía pensar de una
cuarta cosa. Pero, este científico no se detuvo allí y le dijo: ¿ha pensado alguna vez en que el tiempo está
dividido en tres partes: pasado, presente y futuro? ¿Puede pensar en una cuarta parte?" Y la respuesta del
predicador, otra vez fue negativa. Y entonces el científico continuó: "pues bien, el espacio está dividido en
longitud, anchura y altura. La gente habla de una cuarta dimensión, pero se da la circunstancia de que no
existe en este universo material.

Y así podemos ver que este universo en el cual usted y yo vivimos lleva la marca de la Trinidad. Y lo interesante
es ver que la Palabra de Dios hace lo mismo. El apóstol Pablo, en esta misma epístola, nos habló del hombre
como una trinidad. Discutiremos esto cuando lleguemos al capítulo 5:23, que dice: Que el mismo Dios de paz
os santifique por completo; y todo vuestro ser -- espíritu, alma y cuerpo -- sea guardado irreprochable para la
venida de nuestro Señor Jesucristo. Aquí él estaba hablando del hombre como de una trinidad.

Hay otros ejemplos interesantes de la importancia del número 3. Por ejemplo, ¿ha observado usted que en
Génesis solo se mencionan tres hijos de Adán? Seguramente Adán y Eva tuvieron más de tres hijos, quizás
muchos más, porque comenzaron la raza humana. Sin embargo solo fueron mencionados tres: Caín, Abel y
Set.
Como decíamos, en este versículo 3, Pablo realmente mencionó tres gracias de la vida cristiana. El pasado es la
obra de la fe. El presente es un trabajo de amor. El futuro es la constancia de la esperanza. Esta es la biografía
del creyente. Estas son las características permanentes, perdurables y eternas de la vida cristiana.

Fe, esperanza y amor son nombres abstractos. Parecen estar allá, muy alto, en la lejanía, pero nosotros
estamos aquí en la tierra. ¿Cómo podemos quitarlas del espacio, de la teoría, y colocarlas en la realidad de
nuestra vida aquí abajo? ¿Cómo podemos convertirlas en una realidad concreta, en vez de dejarlas como
cualidades abstractas?

La gran pregunta es cómo vamos a transformar esas tres palabras en algo concreto. Fue como si Pablo hubiera
tomado estas tres palabras del más allá y las colocó allí donde nosotros pisamos la realidad diaria. El les dio
carne y vida a estas cualidades abstractas.

Ahora observemos como lo hizo. Al recordar la obra de vuestra fe, el trabajo de vuestro amor y vuestra
constancia en la esperanza, él citó los tres pasos en la vida de los creyentes de Tesalónica, mencionados en los
versículos 9 y 10 de este primer capítulo, versículos que leemos a continuación: 9Ellos mismos cuentan de
nosotros cómo nos recibisteis y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero
10y esperar de los cielos a su Hijo. Y ahora relacionamos este versículo 9 con el versículo 3: como os
convertisteis de los ídolos a Dios eso es "la obra de vuestra fe" (v.3); para servir al Dios vivo y verdadero
equivale al "trabajo de vuestro amor" (v.3); y esperar de los cielos a su Hijo corresponde a "vuestra constancia
en la esperanza" (v.3)

En cuanto a la obra de vuestra fe es una expresión extraña porque en Efesios 2:8 y 9 se nos dice que 8porque
por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. 9No por obras, para que
nadie se jacte, Sin embargo, aquí se habla de la obra de la fe. Creemos que Pablo está dejando bien en claro
que él y el apóstol Santiago no se contradicen. Santiago escribió, en 2:18, 18Pero alguno dirá: «Tú tienes fe y
yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras y yo te mostraré mi fe por mis obras». Esta es la obra de la fe. Es
la forma en que la fe es mostrada a los demás. Así que los escritos de Santiago y los escritos de Pablo
ciertamente no se contradicen, como algunos han sugerido, porque ambos estaban presentando dos formas
de decir lo mismo.

La fe es la respuesta del alma a la Palabra de Dios. Cuando el hombre responde a la Palabra de Dios,
encontramos entonces que él anda, que vive por fe. Fue lo que Pablo dijo en su Segunda epístola a los
Corintios, capítulo 5, versículo 7; dice: Porque por fe andamos, no por vista. Y el Señor Jesucristo dijo lo mismo
en el capítulo 6, del evangelio según San Juan, versículos 28 y 29. Entonces le preguntaron: ¿Qué debemos
hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis
en aquel que él ha enviado. El no dijo que usted podía venir a Dios con sus obras, pero que usted debe venir a
Dios por la fe. Entonces una fe que está viva, se manifestará, se hará evidente en la vida que una persona vive.

Hubo una buena ilustración sobre este tema en la vida de los discípulos, registrada en Lucas 5:4 y 5. El Señor
Jesús le dijo a Simón Pedro: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le
dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado; esta era un hecho real,
innegable. Era la voz de la experiencia, de quienes conocían aquel mar y que sabían que era inútil regresar al
mismo lugar. Pero observemos lo que Simón Pedro añadió: pero en tu palabra echaré la red. O sea que afirmó
que volvería e intentaría pescar otra vez. Amados hermanos, esta es la obra de la fe. Como creyentes tenemos
que ser conscientes de que la obra de fe consiste en actuar basados en la Palabra de Dios. ¿Y cuál es la obra de
Dios? Es creer en el Señor Jesucristo -esa fue la manera en que la definió el Señor Jesús en el citado pasaje de
Juan 6:29, Esta es la obra de Dios, que creáis en aquel que él ha enviado. Cuando usted actúa basado en lo que
dice la Palabra de Dios, su fe resultará evidente al mundo. Esa es la obra de la fe.

Tenemos el mismo caso ilustrado en la vida de Caín y Abel. ¿Cuál era el problema en la vida de Caín? Bueno, él
era un pecador por naturaleza; pero también era un pecador por elección y acción. Se nos dice en Hebreos,
capítulo 11, versículo 4: Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó
testimonio de que era justo, ¿Cómo? ¿Por su buena conducta? No. Aunque Abel era un pecador, como Caín
era también un pecador, Abel respondió a la Palabra de Dios y creyó en Dios. Y, cuando él creyó en Dios,
entonces fue salvo. El puso en evidencia esa fe trayendo el sacrificio apropiado. La fe es la conexión entre el
creyente y Dios. Comunica a su corazón la Palabra de Dios y usted responde. Y en esto consiste la conversión.
La conversión es creer en Dios.

Estos Tesalonicenses dejaron los ídolos y volvieron a Dios, según dice el versículo 9 que hemos leído. Ahora,
Pablo no fue a Tesalónica y les dijo: "Bueno, yo no creo que sea muy bueno para ustedes el adorar a los ídolos.
Realmente, esa es una práctica terrible". Él nunca dijo semejante cosa. Cuando el llegó allí, predicó a Cristo. La
idolatría no era algo repulsivo para esta gente, pero cuando escucharon a Pablo presentar a Cristo, ellos
creyeron en Dios y se volvieron a Dios. Y cuando se volvieron a Dios, automáticamente se apartaron de los
ídolos.

Continuando con el versículo 3 diremos que Pablo recordó continuamente no solo la obra de la fe de los
creyentes de Tesalónica, sino también del trabajo de vuestro amor (como les dijo). Ahora, ¿cuál era ese trabajo
de amor? Bueno, Dios no salva por amor; Él salva por gracia, que es amor en acción. El trabajo y el amor no
parecen encajar entre sí. Pero es que el amor, trabajará. Y cuando lo hace, sencillamente no parece trabajo. Y
el Señor Jesucristo lo dijo de una manera muy directa y de la siguiente manera en Juan 14:15: Si me amáis,
guardad mis mandamientos. Y si usted no lo ama, no sentirá otra cosa que aburrimiento y trabajo en el intento
de cumplir Sus mandamientos. No creemos que merezca la pena intentar obedecerlos con esa actitud.

Cuando uno se traslada en auto a sus ocupaciones laborales diarias, cualquier día por la mañana, y se produce
un atasco por ser una hora punta, puede observar a la gente que se encuentra cerca. La verdad es que, por lo
que reflejan en sus rostros, nadie parece muy feliz que digamos. La expresión de los rostros revela una tensión
y nerviosidad contenida, en algunos casos a punto de estallar. Parece como si la mayoría se dispone a trabajar
en algo que detesta tener que hacer. Sin embargo, resulta muy agradable hacer algo que uno le encanta hacer.
Entonces es un trabajo de amor.

Hermanos, ¿sienten ustedes como una carga el trabajar para el Señor? Creemos que en ese caso el Señor Jesús
le diría: "Deje usted de hacer esto, no se preocupe por ello". El no quiere que usted trabaje con ese
sentimiento o actitud. El espera que nosotros le amemos. Entonces, cualquier cosa que hagamos por El será un
trabajo de amor. Esta forma de sentir y de actuar debería caracterizar a la vida del creyente.

En cierta ocasión, el gran predicador Dwight L. Moody llegó a su casa y sus familiares le dijeron: "Tienes que
cancelar tus próximas reuniones, se te ve muy cansado, y sabemos que estás completamente agotado". Y él
entonces les respondió: "Yo estoy cansado en el trabajo, pero no estoy cansado del trabajo". Y es una grata
experiencia, cansarse en la obra de Dios, pero no cansarse de la obra de Dios.

El amor a Dios se expresa en la obediencia. Usted puede hablar todo lo que quiera acerca de ser un creyente
muy dedicado, consagrado. Si usted quiere expresar esa afirmación, entonces pruébela. Pruébela por medio
de su amor, y ese amor se expresará a través de su obediencia.

Ahora, en este versículo 3 del primer capítulo de esta carta, la tercera cosa por la cual Pablo elogió a los
Tesalonicenses fue la constancia en la esperanza. Después de que ellos se habían apartado de los ídolos para
servir al Dios vivo y verdadero, también esperaban que Su Hijo descendiera de los cielos. Esta era la constancia
con la que vivían esa esperanza.

Cada ser humano vive con algún tipo de esperanza en el futuro. Y esa esperanza, cualquiera que sea, le
sostiene, le sirve de apoyo y aliento. Y por siglos, el hombre así lo ha expresado. Martín Lucero dijo: "Todo lo
que se hace en el mundo, se hace por esperanza".

La vida se disfruta verdaderamente al servir al Dios vivo y verdadero, y al esperar a Su Hijo que vendrá desde el
cielo. Esa es realmente una esperanza feliz para el día de hoy. Hay una gran cantidad de personas en la
actualidad que depositan su esperanza en el hombre, pensando que el ser humano puede resolver todos sus
problemas y traer paz y prosperidad al mundo; pero él no puede lograr esto, amado hermano. Si ésta es su
esperanza, en un sentido usted está corriendo tras un fuego fatuo de felicidad que se desvanecerá como una
burbuja cuando intente aprisionarla entre sus manos. Dios sacó al hombre del paraíso porque era un pecador,
y el hombre ha tratado de construir un paraíso desde entonces. El hombre era un pecador. Pero Dios no lo
dejó vivir para siempre en el pecado. Y muchos cristianos, por varios años, han pensado que estaban
construyendo el Reino de los Cielos, y no ha sido así. Dios ni siquiera dejaría que el hombre viviera en el
pecado para siempre, y realmente se lo podemos agradecer. Cada edad llega a un tiempo de crisis cósmica y
piensa que de alguna manera el hombre la resolverá. hermano, ¿cuál es su esperanza hoy? ¿Se basa en
recursos elaborados por el ser humano? Que Dios tenga compasión de cualquier persona cuya esperanza
descanse en esta pequeña y frágil barca en la cual el hombre se encuentra remando afanosamente. No
creemos que algún hombre, grupo social u organización pueda solucionar los problemas de este mundo. El
cetro de este universo se encuentra entre las manos de Jesús, perforadas por clavos, y El se pondrá en acción
en el momento oportuno. Lo que sí sabemos es que, como dijo el apóstol Pablo en Romanos 8:28, que Dios
dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, a los que han sido llamados de acuerdo con su
propósito.

Así, hemos visto que Pablo reunió a la fe, a la esperanza y al amor, los tres tiempos de la vida cristiana; (1) la
obra de fe, que mira retrospectivamente a la cruz y produce buenas obras en la vida; (2) al trabajo de amor,
que es la base presente y la motivación sobre la cual el hijo de Dios ha de servir a Cristo; y (3) la constancia en
la esperanza, que mira hacia el futuro.

¡Qué extraordinaria trinidad de gracias cristianas! Deberían formar parte de la biografía de cada creyente. Así
era la biografía de la iglesia en Tesalónica, y esperamos, amados hermanos, que sea la biografía de su iglesia, y
también su trayectoria personal en el viaje de la vida cristiana.

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