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Historia de la evaluación

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Julieth Saray Gutierrez De Alba


Universidad Del Atlántico

De acuerdo con el texto la evaluación educativa: concepto, periodos y modelos, escrito por Ana

Mora Vargas (2004), la evaluación educativa atraviesa por cuatro generaciones: generación de la

medición (el periodo pre-tyleriano), descriptiva (periodo Tyleriano), de juicio (contempla los

periodos de la inocencia y el realismo) y constructivista (periodo del profesionalismo y de

autoevaluación).

Inicialmente, está el “periodo pre-tyleriano” el cual data aproximadamente del año 2000 a. de c.

además, tuvo relevancia en los Estados Unidos, con el inicio del movimiento para la acreditación

de instituciones y programas educativos. De igual manera, para este tipo de actividad se

aplicaban test estandarizados como instrumentos de medición y evaluación. (Rama, 1989).

Seguidamente, en los primeros años de la década de los 30, es decir, después de la primera

guerra mundial, se da “el periodo pre Tylariano” que hace parte de la segunda generación

descriptiva. En este se presenta una visión renovada del currículo y la evaluación, debida a, que

Ralph Tyler, plantea los modelos de planificación curricular tecnológico, con énfasis en la

selección y organización del contenido, así como, las estrategias para trasmitir la información y

evaluar el logro de los objetivos; es decir, que la evaluación estaba centrada en la descripción de

patrones que evidenciaban fortalezas y debilidades en relación con los objetivos establecidos.

En tercer lugar, se encuentra la generación de juicio, la cual contempla “los periodos de la

inocencia y del realismo”. El primer periodo, se dio a finales de la década de los 50, en Estados

Unidos, se caracteriza por el elevado numero de ofertas educacionales y, por ende, de


evaluaciones. Además, prevalecen los principios establecidos por Tyler para la evaluación

educativa, donde esta se centra en la medición de los resultados. El segundo periodo, se dio en

los años 60, en Estados Unidos, y debido a que la evaluación comienza a profesionalizarse, se

hacen necesario nuevos proyectos para el desarrollo del currículo, así que, la evaluación la

convierten en un proceso que permite recoger y formalizar información para la elaboración del

currículo. Entonces, este periodo se caracteriza por los esfuerzos por enriquecer los juicios, en

donde el evaluador asume el papel de juez, aunque se mantiene el de técnico, así como también

las funciones descriptivas.

Y, por último, la generación constructivista, la cual se divide en el periodo del profesionalismo y

autoevaluación. El primer periodo, aparece en la década del 70, ya que la evaluación tomaba un

auge como profesión, debido a que, se realizan una gran cantidad de investigaciones con respecto

a esta, por lo que la relacionan como una práctica de investigación y control (Rama, 1989). La

segunda, se ve caracterizada por el uso de la autoevaluación, por parte de las instituciones de

educación superior, para obtener una acreditación de calidad académica. Es decir, que la

evaluación se convierte en uno de los mejores procedimientos del control de la calidad de la

educación, y entonces, a esta se le considera como orientadora y formativa en los procesos de

educación.

En conclusión, la evaluación es una practica antigua, que ha tenido múltiples cambios, que giran

en torno a ofrecer una educación de calidad a todos. Actualmente, también se encuentra en

trasformación, ya que, nos encontramos en un mundo globalizado, en donde la escuela afronta

muchos retos, como “enseñar a aprender”, “enseñar a pensar” y “enseñar a actuar” a cada

estudiante; por lo que hay que conocer las debilidades y fortalezas de cada uno de los actores de

la educación, y esto se puede a través de un buen proceso de evaluación. Ya que según


Hernández (1998) “todos los esfuerzos educativos incluyendo la evaluación, deben buscar el

crecimiento cognitivo y el desarrollo personal, de todos los participantes en el proceso de

enseñanza y aprendizaje”.

Por lo tanto, se le deben dar herramientas a los docentes que le permitan autoformarse y así, ser

investigadores, innovadores frente al diseño de nuevas estrategias, además, que tengan claro que

el papel del docente actualmente es el de mediador en los procesos de construcción del

conocimiento de sus estudiantes.

Es por esto, que los docentes en formación nos capacitemos de forma constante en el tema de la

evaluación, para así, conocer cuales son las flaquezas que tenemos todos las personas

involucradas en la educación y logar entre todos un crecimiento integral.

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