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LOS ARQUITECTOS Y LOS HONORARIOS PROFESIONALES

El honorario es un derecho del profesional. El artículo 1627 del


Código Civil consagra el derecho al cobro de honorarios, de
aquel que pretende ganarse la vida con su arte o profesión.
En primer lugar, el cliente común puede verse confundido
cuando tratamos de explicar cómo se descompone un honorario
profesional. Poco le importa si se subdivide en croquis
preliminares, anteproyecto, proyecto, dirección, etc. Tampoco le
da importancia a la diferencia entre honorario profesional y
utilidad o beneficio empresario, ya que toma estos conceptos
como gastos propios de la obra, y no le interesa demasiado cuál
es el destino del dinero que paga, siempre que estos gastos
estén generados por la naturaleza de los trabajos.
En segundo lugar, en la mayoría de los casos, cuando el profesional toma a su cargo el
proyecto, dirección y construcción de una obra, acostumbra exigir del cliente una paga por
su labor. En esa paga, que puede ser un monto fijo sobre el valor de obra, o bien un
porcentual, no se distingue qué parte corresponde al honorario profesional. Por lo tanto, el
honorario queda subsumido en una cifra global, que muchas veces el profesional trata de
no exponer demasiado públicamente.
En síntesis:

 Los honorarios son la retribución por nuestro trabajo, para el que hemos sido
formados en una carrera profesional.
 Los honorarios profesionales de los arquitectos no sólo deben ser un tema de
estudio, sino una cuestión de superior interés en el ámbito universitario y terciario.
 El rol profesional debe ser difundido, no sólo para diferenciarnos de carreras con
incumbencias que se superponen con las nuestras, sino para crear en la sociedad
un real concepto de la función del arquitecto, colaborando para que el cliente
potencial sepa cuánto podemos hacer profesionalmente por él.
 Que en la relación cliente-arquitecto, se establezca la noción de “necesidad-
respuesta”. Si un potencial cliente se acerca a un arquitecto para requerir de sus
servicios, es porque el primero tiene una necesidad y el arquitecto puede
resolverla.
 El arquitecto debe utilizar la primera aproximación con el potencial comitente para
dejar en claro el costo que puede insumir su labor. Y si el cliente no lo consulta, el
profesional debe aclarar el punto para no generar posteriores equívocos y
situaciones molestas.
El arquitecto es una especie de “intérprete gráfico” de las ideas del cliente, que
plasma “su gusto” en forma de dibujos, para posteriormente “hacer trámites”
en los organismos estatales que permitan el inicio de la obra.

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