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Historia de

COLOMBIA
Tomo 5

SALVAT
© 1986 SALVAT EDITORES, S.A., Barcelona
1986 SALVAT EDITORES C O L O M B I A N A , S.A.,
Bogotá

ISBN
Obra completa 958-620-021-3
Obra fascículos 958-620-023-X
Tomo V 958-620-027-2

I m p r e s o y e n c u a d e r n a d o p o r Editorial Prínter C o l o m b i a n a Ltda.


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Piedrahíta, Luis Poudevida, Teresa Salas, Emilio
Sánchez, Rosendo Raimundo Verdaguer

Mapas:
Departamento Cartográfico de Salvat Editores, S. A.

Dirección artística:
Francesc Espluga
La Comisión Corográfica:
el descubrimiento de una
nación
Gabriel Restrepo
Olga Restrepo

La Comisión Corográfica (1850-1859) fue la pri- Antonio Zea, Pedro Fermín de Vargas, Jorge Tadeo
mera empresa científica de alcance nacional. Dife- Lozano y Eloy Valenzuela, entre otros, se habían
rentes gobiernos asumieron enteramente la finan- aplicado a describir el país en diferentes aspectos y
ciación de la obra y garantizaron su continuidad, a difundir los conocimientos útiles para el dominio
conscientes de su trascendencia para la afirmación de la naturaleza y de la sociedad.
del Estado. E n efecto, la Comisión podía propor- Sin embargo, no basta que unos cuantos indi-
cionar pautas para definir las relaciones limítrofes, viduos comprendan el papel que la ciencia pueda
promover el comercio interno y externo, mejorar la desempeñar. Es necesario, además, que exista una
administración pública, localizar y describir los re- demanda social y que se añadan ciertas condicio-
cursos naturales y, en fin, identificar los elementos nes mínimas para acumular y reproducir el cono-
culturales constitutivos de una nacionalidad inci- cimiento, abriendo u n campo de acción para el sa-
piente. ber especializado.
Con todos sus éxitos, ni siquiera la Expedición
E l hilo de l a tradición Botánica logró legitimar socialmente el papel del
El uso de la ciencia c o m o elemento estratégico científico. Así, Juan José D'Elhuyar se consumió en
de afirmación de la soberanía del Estado figuró vano, en las minas de Mariquita, sin poder aplicar
siempre c o m o u n proyecto en los fundadores de la su acervo de conocimientos en el adelanto de la
República, formados en la tradición de la Expedi- producción minera. La publicación de El Arcano de
ción Botánica. la Quina, de Mutis, en el Papel Periódico de la Ciu-
La Expedición Botánica había establecido los dad de Santa Fe de Bogotá se suspendió por falta
principios de u n empresa científica en nuestro me- de interés de los lectores, porque u n asunto eso-
dio, contribuyendo a que la élite valorara positiva- térico les privaba de los entretenimientos ofrecidos
mente el ideal del conocimiento. Ya antes de la In- en el único medio impreso de la época. Por aquel
dependencia, Francisco José de Caldas, Francisco entonces los científicos criollos eran conocidos des-
pectivamente c o m o «la sociedad de los sabios». Y
por su parte, el Semanario del Nuevo Reino de
Granada no logró subsistir por falta de suscriptores
A la izquierda, el famoso salto de Tequendama, según un que financiaran su edición.
dibujo realizado por Manuel María Paz. Esta catarata, en
torno a la cual se tejieron tantas leyendas, fue luego objeto Luego, en el proceso de la Independencia, las
de muchos estudios científicos. energías y los talentos se agotaron en los avatares

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de la guerra. Tras ella, la élite que había sido influida Arriba, una acuarela del
por la Expedición Botánica se vio precisada a Con- «Album de la Comisión
Corográfica» que
sagrarse a las urgencias de la organización de un representa las minas de
nuevo Estado, c o m o Zea, Sinforoso Mutis, Eloy Va- plata de Santa Ana y que
lenzuela, José María Restrepo y Félix de Restrepo. hoy figura en la Biblioteca
Nacional de Bogotá.
Es cierto que la Misión contratada por Zea
(1822-1826) fue la primera actividad científica pa-
trocinada por el Estado. Pero, a diferencia de la Co-
misión Corográfica, no tuvo carácter duradero, ni
arraigó en instituciones estables, ni contó con una
contraparte de científicos y de técnicos nacionales
que pudieran extraer las enseñanzas de los cientí-
ficos extranjeros.
La Misión tenía por objeto realizar la idea ya con-
cebida por Mutis y ensayada apenas episódica-
mente por Caldas: crear u n Colegio de Minería y un
Museo de Historia Natural, comparables a los que
había fundado en México Fausto D'Elhuyar y En la página contigua,
que causaron el asombro de Humboldt. Dicha Mi- mapa de las tierras de
Santa Ana y de Mariquita
sión estuvo encabezada por Mariano Rivero, inge- (arriba) que data del
niero de minas y químico de origen peruano, e in- año 1869 y que hoy se
tegrada por el químico Jean Baptiste Boussingault encuentra en el Museo
Nacional, en Bogotá. Y
(quien luego sería director de la Academia de Ciencias abajo, acuarela de
de París), por el médico Desiré Roulin y por los natu- Enrique Price que figura
ralistas Jacques Bourdon y Joustine-Marie Goudot en una lámina de la
Comisión Corográfica y
A pesar de sus ambiciosos proyectos, la Misión en la que se representa
sólo dio lugar a unas cátedras discontinuas de m i - Santa Rosa de Osos.

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A la izquierda, vista de la ciudad de Cali y del nevado del
Huila en una acuarela de Manuel María Paz, realizada para
la Comisión Corográfica.

A la derecha, retrato del coronel Joaquín Acosta, en un


lienzo que se encuentra en el Museo Nacional, en Bogotá.
El coronel fue un notable arqueólogo, imbuido del espíritu
de la Comisión Corográfica.

neralogía y química y a u n museo que se quedó


simplemente en u n agregado de reliquias. Sería ne-
cesario esperar hasta 1888 para el establecimiento
de la Escuela Nacional de Minas, en Medellín,
cuando el sueño del visionario se transformó en
realidad.
Cínicamente se produjo una asimilación de téc-
nicas, c o m o producto de la Misión, en algunos cen-
tros mineros, particularmente en Antioquia, donde
se daban las condiciones propicias para vincular la
demanda económica y el uso del saber.
En otros campos, c o m o en botánica, zoología,
geología y química, los resultados de esta Misión
fueron difundidos por la Academia de Ciencias de hombres cultos. Sin embargo, la falta de fondos, las
París, publicados en los Anales de Física y de Quí- ocupaciones de Estado y las continuas disensiones
mica y bien explotados en la carrera científica de civiles frustraban la continuidad de unas tareas que
los extranjeros, fenómeno que suele ocurrir en las demandan paciencia y sosiego.
relaciones de centro y periferia, cuando ésta carece Del m i s m o modo, una y otra vez se aprobaron
de puntos de gravedad interior. grandes planes y reformas educativas (1826,1842),
En Nueva Granada, los resultados de la Misión y una y otra vez se insistía en la necesidad de orien-
llegaron a conocerse tardíamente, y c o m o m e m o - tar los estudios hacia profesiones útiles. Empero,
ria, hacia 1849, por obra del coronel Joaquín era comprensible que a pesar de algunos avances
Acosta, u n arqueólogo del saber, que, imbuido del marginales en esta dirección, los talentos giraran
mismo espíritu originario de la Comisión Corográ- por m u c h o tiempo en torno a las actividades tra-
fica, se propuso reconstruir el hilo de la tradición dicionales y a las profesiones más directamente ne-
científica. cesarias en la organización de u n Estado nuevo: la
Hasta la Comisión Corográfica, las intenciones cura de almas y el orden religioso, la medicina, el
siempre corrieron por delante de las realidades. E n derecho y la carrera de las armas.
repetidas ocasiones llegaron a instalarse las Aca- Por supuesto, eso no quiere decir que lo anterior
demias Científicas y Literarias Nacionales (1826, sea desdeñable. Existía una tradición, aún débil
1832), en sesiones solemnes a las que asistían el pero estimulante; y entre u n pequeño núcleo de in-
Jefe de Estado, los Secretarios del Despacho y los dividuos se manifestaba una alta estima por la cien-
cia y por la técnica, condiciones necesarias pero no
suficientes para una empresa científica.

A la izquierda, mapa de Colombia, trazado por Agustín Preámbulos de la Comisión Corográfica


Codazzi, que hoy figura en el Archivo Nacional, en Bogotá.
El trazado de mapas fue uno de los muchos objetivos de la E n 1839 ya aparecía c o m o ineludible la tarea de
Comisión Corográfica. acometer una empresa de reconocimiento de la na-

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B F VDA V L Y f O R E L M V R í \I BE. A L O . ( X ) \ T o T e A \ A T L V Y J K ( )
Y L V W YVVN V IIOI. VM>KZ VI'OK KLOC.EL H VK Pv< IH( 0,1 POR M A ( 0\L GOBIKfCíODEL ECHADOR.

ción en sus diversos aspectos. Y así quedó consa- Arriba, mapa core/gráfico del estado de Nueva Granada que
se conserva en el Archivo Nacional, en Bogotá. El deseo y
grado en la ley expedida en aquel año por el Con-
la necesidad de conocer y de dar a conocer el nuevo país
greso. en su aspecto geográfico surgió ya en 1839, a poco de
En ella se expresaba «que la división política del haber conseguido la independencia.
territorio de la República no puede arreglarse con el
acierto que requiere la buena administración de
los pueblos sin tener presente u n mapa general y A la derecha, acuarela de Manuel María Paz en la que
figuran una serie de piedras con jeroglíficos cerca de Pandi.
exacto de toda Nueva Granada, y uno particular de
Esta acuarela, que formó parte del «Album de la Comisión
cada una de las provincias que lo componen.» Corográfica», se encuentra hoy en la Biblioteca Nacional,
Tales mapas y encuestas habían sido una ob- en Bogotá.

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sesión de los estados nacionales desde que se eri- ción y m u y débil patrimonio técnico, que, por con-
gieran la Royal Socíety (1662) y la Academie des siguiente, valoraba en alto grado, a veces hasta el
sciences (1666). E n particular, Colbert basó el de- idealismo, la inversión extranjera y la inmigración de
sarrollo del mercantilismo de Francia, su expansión artesanos, mineros y agricultores europeos. E n con-
militar y la mejora de la administración de los i m - secuencia, la ley se refería a la urgencia de explorar
puestos en u n conocimiento más preciso del terri- las tierras públicas, a levantar el inventario de los
torio, de su población y de sus recursos, compro- baldíos y a la necesidad de propagar en el exterior una
metiendo a la Academia en las tareas cartográficas. imagen amable del país, no sólo en su ambiente fí-
En el siglo xviii, la emulación entre Francia e In- sico, sino en su constitución moral y política.
glaterra también se tradujo en una mayor exactitud Y no obstante lo imperativo de estas recomen-
en el conocimiento de las dimensiones de ambos daciones, no hubo ejecución inmediata de lo or-
países, conocimiento en el que cada vez más inter- denado en la ley, c o m o bien suele ocurrir. E n el ca-
venían distintas ciencias. Todo lo anterior sería i n - mino se interpusieron la guerra civil de ese m is m o
tegrado, en la era napoleónica, con la introducción año, las secuelas en el empobrecimiento del fisco y
del sistema métrico decimal, el reconocimiento de las querellas resultantes entre las fracciones políti-
la ingeniería como profesión vital para el ejército cas. Tampoco era claro, de otra parte, quién podía
y la sociedad civil, la organización de la contabilidad acometer semejante aventura, y con qué colabo-
por partida doble y el perfeccionamiento de los ma- radores, con qué medios y bajo qué instituciones.
pas y su uso c o m o expresión de nacionalismo y No obstante, en su conjunto, el ritmo de los
como instrumento del desarrollo económico y del acontecimientos y la condensación de las ideas d u -
aprovechamiento de los recursos. rante la siguiente década acercarían el comienzo de
La ley granadina de 1839 expresaba esta ten- una tarea que tendría enormes implicaciones en la
dencia racionalista de la sociedad moderna. Ciertos formación de una conciencia nacional, c o m o se
énfasis eran propios de u n país con escasa pobla- verá enseguida.

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L a demarcación de límites Los volcanes de Cumbal y
La delimitación de las nuevas naciones inde- Chiles en una acuarela de
Manuel María Paz. Estos
pendientes se fundó, en la práctica, sobre u n volcanes fueron
acuerdo tácito entre los países iberoamericanos de explorados en el curso de
aceptar, como base para el deslinde, la demarca- la cuarta expedición
realizada por la Comisión
ción legal española que regía en 1810 y la estable- Corográfica.
cida entre los dominios españoles y portugueses en
los tratados de 1750 y de 1777. Y así se dispuso,
pues, en la Ley Fundamental de la República de Co-
lombia, dictada en Angostura en 1819, en la Cons-
titución de Cúcuta de 1821 y también en la Ley
Fundamental de 1831, tras la disolución de la Gran
Colombia.
Pero era evidente que la sola consagración de
un principio jurídico no bastaba. Debían definirse
de manera más positiva los límites internacionales,
y en esto consistía el llamado a la ciencia.
Particularmente durante la década de 1840-50
se llevaron a cabo negociaciones diplomáticas con
miras a celebrar tratados que consagraran de ma-
nera explícita el principio jurídico y señalaran pautas
y puntos de referencia para una posterior y más pre-
cisa demarcación conjunta de fronteras. Pues, a
pesar de los sucesivos intentos, aún no se había
llegado a ningún acuerdo definitivo con los países
vecinos en esta materia.
Con Venezuela se había firmado, en 1833, u n
tratado desfavorable a Nueva Granada, que, sin e m -
bargo, no fue ratificado por el Congreso Venezo-
lano, ün nuevo convenio se firmó en 1841, en el
cual se acordaba reiniciar las conversaciones, lo
que tampoco condujo a ninguna definición.
En el caso del Ecuador la situación era similar.
Desde 1824 se habían señalado los límites entre los
que eran por entonces departamentos de Cauca y
Ecuador. Años más tarde, en 1832, el citado país
reconoció los derechos de Nueva Granada sobre las
provincias de Pasto y de Buenaventura. Pero se-
guían pendientes los límites entre éstas y el país ve-
cino. Dos nuevos tratados se firmaron en 1845
y 1846, pero no llegaron a ratificarse, siendo el pri-
mero favorable al Ecuador.
Con el Brasil no se había emprendido ninguna Con los Estados unidos de Centroamérica,
gestión, pero allí aparecía u n problema adicional, Costa Rica, Nicaragua y Honduras, el panorama era
puesto que el Brasil defendía no sólo la posesión de semejante: apenas u n tratado de 1825, que reco-
derecho, sino también la de hecho, basado en una nocía los límites que habían existido entre el virrei-
estrategia de expansión y en u n deliberado fortale- nato de Nueva Granada y la Capitanía General de
cimiento de sus instituciones científicas. Guatemala.

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A todo esto hay que añadir que ya se vislum- nente, unos y otros enviaban constantes partidas de
braba en el horizonte, c o m o posible, la construcción exploradores que investigaban las distintas alterna-
de u n canal a través del istmo de Panamá o bien tivas. Y al margen de todo ello quedaba Nueva Gra-
por alguna ruta del Chocó, lo que se sumaba c o m o nada, pese a que se trataba de una parte de su te-
ingrediente a la disputa entre las potencias euro- rritorio, aunque desconocida por los gobernantes,
peas y los Estados unidos por el control del conti- c o m o el resto del país.

1179
Por ello, la Comisión Corográfica estaría lla- La descripción física del país también debería
mada a constituirse c o m o consejera de los gobier- servir c o m o criterio para definir la geografía política
nos en el litigio de los límites, de modo que u n re- y para examinar e ilustrar la relación del ciudadano
conocimiento científico y técnico de la historia y de con las autoridades locales y nacionales. Debía es-
la geografía nacional eliminara la ingenuidad o el clarecer los linderos entre las provincias y obrar
empirismo en u n asunto tan vital para nuestra so- c o m o arbitro en las frecuentes disputas territoriales.
beranía. Aunque la polémica sobre el dilema entre cen-
tralismo y federalismo había sido recurrente desde
L a administración pública interna los albores de la Independencia, sólo a partir de la
C o m o se ha indicado, otro de los objetivos de quinta década del siglo pasado comenzaría a m a -
la Comisión Corográfica consistiría en proporcionar durar el pensamiento granadino, a fuerza de con-
pautas para ordenar la administración pública en lo trastar principios y doctrinas con los deberes, i m -
interno. posiciones y límites inherentes al ejercicio del go-

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En la página anterior, acuarela de Manuel María h jue
representa el exterior de una casa en Gorgona. Conocer y
dar a conocer los diversos tipos de vivienda del país
entraba también en los objetivos de la Comisión
Corográfica. A la derecha, ejemplar de la obra «Compendio
de Geografía General», encargada por el general Mosquera,
quien fue, además, el impulsor de los trabajos de i
Comisión Corográfica. GEOGRAFIA GENERAL
POLÍTICA, FÍSICA Y E S P E C I A L

bierno. E n realidad, sería aquél u n largo y complejo


aprendizaje, puesto que se debería aguardar al fin
de siglo para hallar una forma de gobierno estable
y duradera, de acuerdo con una economía más di-
námica y autónoma.
E n este proceso debe destacarse c o m o punto
de inflexión el libro de Florentino González Elemen-
tos de Ciencia Administrativa, publicado en 1840
en Bogotá, producto de sus reflexiones c o m o pro-
fesor en el Colegio de San Bartolomé. El texto ejer-
ció una gran influencia sobre las constituciones ve-
nideras y sobre los estadistas, y condensa de m o d o
m u y apropiado el espíritu bajo el que se empren-
dería la aventura de la Comisión Corográfica.
Como el autor confesaba, los Elementos se n u - LONPBEíí:

trieron de la ideología contenida en la obra clásica


de Alexis de Tocqueville La Democracia en Amé-
rica, cuyo primer t o m o se había publicado cinco
años atrás, conociéndose ya en Nueva Granada
en 1837. Sin identificarse en m o d o alguno c o n lo
que sería el espíritu del radicalismo posterior, Flo- empiece por proporcionarse estos conocimientos,
rentino González proponía, c o m o el francés, «un para mejorar la condición social, i que se den á las
sistema de administración para una república cen- autoridades existentes, tanto nacionales, como m u -
tral en su gobierno y federal en su administración». nicipales, las facultades que necesiten para ausiliar
El autor se apartaba así de la tradición borbónica y á los que se encarguen de este útilísimo trabajo...
sugería u n grado de descentralización con ingeren- Yo hablo de una estadística formada por personas
cia de las comunidades locales en la elección de intelijentes, que comprenda la realidad i enumera-
sus mandatarios. ción de todo lo existente; que dé una idea de la r i -
Su idea de u n fortalecimiento del régimen m u - queza i recursos actuales del país, i de las fuentes
nicipal era complementada con el llamado a levan- de donde pueden emanar en lo venidero iguales ó
tar una carta geográfica: «La carta i la estadística mayores. Esta misión podrá llenarla cumplida-
presentan al lejislador u n compendio de la sociedad mente una comisión jeográfica debidamente do-
que gobierna, i le facilitan los conocimientos para tada i ausiliada...»
dividirla con acierto.» En el m i s m o libro, el autor clamaba por una re-
Florentino González escribía justamente cuando forma en la Hacienda y en la contabilidad, sin saber
el Congreso Granadino expedía la ley que autori- acaso que entre 1846 y 1848, sería el encargado de
zaba el establecimiento de una Comisión Corográ- cumplir estas recomendaciones c o m o Secretario
fica. «Preciso es —decía— que una nación nueva, de Hacienda de la primera administración del ge-
en que indudablemente todo está m a l establecido, neral Tomás Cipriano de Mosquera, a quien se debe

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Retrato de don Indalecio
Liévano que se conserva
en el Observatorio de
Bogotá. Formado en el
Colegio Militar, Liévano
fue director del
Observatorio y
colaborador y continuador
de la obra de Codazzi.

el principio en firme de las labores de la Comisión Muchas razones contribuían al desencanto: los
Corográfica. Por entonces, la concepción de Flo- débiles capitales al alcance de los empresarios na-
rentino González habrá ganado en extensión y en cionales, la insuficiencia técnica, lo precario de los
profundidad: los pensamientos sobre política y ad- recursos, la renuncia de los extranjeros a invertir en
ministración pública se habrán ampliado con el es- un país donde el principal riesgo para una gestión
tudio de los asuntos económicos. era la inestabilidad política y las limitaciones de una
población en su mayoría rural, analfabeta y poco
L a n u e v a perspectiva económica acostumbrada a empresas complejas.
Con el fracaso de las llamadas industrias m o - Y, sin embargo, existía una razón de mayor
dernas, casi extinguidas tras la guerra de los Supre- fondo para condenar como infructuoso todo en-
mos, precipitado por las especulaciones financieras, sayo fabril de alguna complejidad: la revolución in-
parecían disolverse las esperanzas de fortalecer la dustrial había llegado a su climax. La transforma-
economía neogranadina por la senda industrial. ción de los principios de trabajo con la introducción

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de la máquina, la renovación de las fuentes de ener- ría no había arraigado en el medio, se recurrió a
gía con las diversas aplicaciones de la máquina de ingenieros extranjeros. Así, el estadounidense Henry
vapor, todas las innovaciones técnicas, en fin, coin- Tracy asumió la dirección de caminos; Antoine Pon-
cidieron en u n extraordinaria elevación de la pro- cet continuó el trazado de la ruta entre Bogotá y
ductividad del trabajo y en una reducción de los Honda, iniciado desde 1827 por Juan Bernardo E l -
costos, a lo que contribuía también un transporte bers; Estanislav Zawadsky trabajó en la de Cali a
más veloz y de mayor volumen. Buenaventura, y Carlos de Greiff lo hizo en diferen-
Bajo aquellas tendencias el sueño de una i n - tes proyectos en la provincia de Antioquia.
dustria protegida por elevadas barreras arancelarias La reforma de las instituciones científicas y edu-
estaría predestinado al fracaso, c o m o artificio que cativas también se imponía si el país debía seguir
sería burlado por el contrabando, por la lógica del al ritmo de u n mayor intercambio con el extranjero.
mercado o por la fuerza de las cañoneras, si otras Durante aquella administración revivieron el Museo
razones no bastaran. Nacional, el Observatorio Astronómico y la Biblio-
De ahí que no fuera extraña la convergencia de teca; se crearon la Escuela Práctica de Arquitectura
pensamiento, en figuras tan contrapuestas c o m o y el Instituto de Ciencias Naturales, Físicas y Mate-
Mariano Ospina Rodríguez y Florentino González, máticas (aunque de efímera existencia), y se inició
secretarios del Interior y de Hacienda en las admi- en firme la formación de ingenieros con el estable-
nistraciones de Pedro Alcántara Herrán y de Tomás cimiento del Colegio Militar, que al poco tiempo
Cipriano Mosquera, en torno a una nueva perspec- ofrecería colaboradores y continuadores de la obra
tiva económica que estimulara el comercio exterior de Codazzi, c o m o Manuel Ponce de León e Inda-
y explotara las ventajas comparativas, mediante la lecio Liévano.
producción y exportación de materias primas y El ciclo se cerraría con la fundación de la e m -
la importación de productos manufacturados. Ellos presa de la Comisión Corográfica. E n lo teórico y
y otros, pregonaron las bondades de la vocación en lo práctico, Mosquera y Florentino González se
agrícola y minera de Nueva Granada, al igual que habían comprometido con la exaltación de la pro-
años atrás lo habían hecho los miembros de la Ex- vincia, con el reconocimiento de sus recursos na-
pedición Botánica. turales y humanos, con su integración a la vida
El comercio interior sería estimulado en la me- nacional y con su participación activa en la racio-
dida en que se hiciera expedita la exportación de nalización de la lenta y descoordinada administra-
productos agrícolas y mineros. Entonces las rentas ción pública. Mosquera impartió órdenes a los go-
del Estado dependerían principalmente de los i m - bernadores para que recorrieran periódicamente
puestos de aduanas, y, en menor medida, de m o - sus circunscripciones y enviaran estadísticas e i m -
nopolios, c o m o el del estanco del tabaco, cuya presiones de sus viajes. El m is m o emprendió una
suerte en realidad ya estaba echada. gira por las provincias del norte, y a su regreso pre-
Era, pues, imperativo identificar los recursos na- sentó u n proyecto de ley concediendo mayor poder
turales y facilitar los medios para su producción y a las asambleas regionales. Con seguridad este viaje
distribución. A allanar esta nueva perspectiva se de- lo reafirmó en su decisión de contratar la explora-
dicaron el presidente Mosquera y su secretario de ción geográfica proyectada desde 1839, y que,
Hacienda, Florentino González. c o m o tantas otras disposiciones, había permane-
Todo apuntaba al m i s m o fin: animar los mer- cido archivada entre multitud de leyes.
cados internos en función del comercio exterior.
Para ello se reformaron las aduanas en los puertos C o d a z z i , la aventura d e l a ciencia
y se eliminaron aduanas interiores, se comenzó a Hasta ahora se han examinado las condiciones
imponer la nivelación de pesos y medidas, se intro- y las instituciones que hicieron posible el surgi-
dujo el sistema métrico y se revisaron las estadís- miento de una empresa c o m o la Comisión Coro-
ticas y la contabilidad en el manejo de la Hacienda. gráfica, con los diversos y complejos fines que se
Por supuesto, las obras públicas eran instru- proponía. Falta algo esencial, sin lo cual jamás es
mento estratégico de la política. Y c o m o la ingenie- posible la aventura científica: el hombre.

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Así c o m o es impensable el curso de la Expe-
dición Botánica sin el sello personal de Mutis, que
fue, c o m o él decía, un «oráculo de este Reino»,
también sería inconcebible el comienzo de la Co-
misión Corográfica, o su destino, sin el aliento de
una figura de la dimensión de Agustín Codazzi.
Aunque su función haya sido semejante, en
cuanto a promotores y difusores de la ciencia en un
lugar distante de su origen, su personalidad y su for-
mación difieren mucho, c o m o corresponde a indi-
viduos moldeados en países y en tiempos diferen-
tes.
El uno, Mutis, se abrió difícil paso hacia el ca-
mino de la Ilustración, sin ambientes o tutelajes pro-
picios, siempre entorpecido en sus propósitos por
la menguada valoración de la ciencia en su medio
familiar o adoptivo.
El otro, Codazzi, fue hijo natural de la revolución
napoleónica y de la revolución industrial, movi-
mientos que dispersaron por los cuatro puntos car-
dinales el ideario del m u n d o moderno.
Mutis vivió desgarrado por la fatalidad que po-
dría sobrevenir al imperio español, y se esforzó en
cuanto pudo por mantener, por medio de reformas,
los lazos entre la metrópoli y sus colonias.
Arriba, retrato de Agustín Codazzi que se conserva en el
Observatorio de Bogotá. Este italiano, formado en las filas Codazzi se formó c o m o ingeniero en los ejér-
de los ejércitos napoleónicos, proyectó toda su ciencia y citos napoleónicos, pero también se alistó luego en
todo su saber en las nuevas naciones de Hispanoamérica; las filas italo-británicas, y hasta intentó hacer carrera
fue el alma de la Comisión Corográfica. Abajo, sextante que
perteneció a Codazzi y que hoy se guarda en el en el ejército pontificio. Aunque italiano de corazón,
Observatorio de Bogotá. sintió bien pronto la ausencia de una patria, y des-
pués de intervenir en aventuras y en empresas puso
éu entusiasmo y su razón en la afirmación de sus
estados adoptivos. Y así, ausente en el proceso de
unificación del Estado italiano, fue sin embargo pro-

ricanos y en la afirmación de la identidad cultural


de Venezuela y de Colombia.
Uno y otro bien pueden calificarse c o m o héroes,
en la acepción de Carlyle: personalidades extraor-
dinarias y carismáticas que distinguen a la historia
c o m o producto de la libertad humana. Héroes, sin
embargo, cuyo romanticismo y entusiasmo se ha
puesto, en la época moderna, al servicio de la cien-
cia y de la técnica (y quizá por ello Carlyle los lla-
maría antihéroes).
E n suelo americano, el periplo de Codazzi tuvo
tres fases. E n la primera (1817-1822) aparece
c o m o adjunto del filibustero Aury, al servicio de la

1184
armada libertadora. Luego de un breve retorno a Ita- vida, la vocación de promotor de una iniciativa cien-
lia (1826) se radica en Venezuela y allí, práctica- tífica de incalculable valor en la afirmación de la na-
mente solo e interrumpida su labor por las disen- cionalidad colombiana.
siones civiles, emprendió la tarea del reconoci-
miento geográfico del país, una vez consumada la U n a peregrinación compartida
Gran Colombia, y autorizada por el Congreso A diferencia de Venezuela, donde los trabajos
(1830) y patrocinada por Páez la Comisión Coro- corográficos fueron ejecutados en su totalidad por
gráfica. Terminada e impresa su monumental obra Codazzi, en la constitución de la Comisión de Nueva
cartográfica (1841), Codazzi intentó arraigar en Ve-
nezuela c o m o gobernador de una provincia y pro-
motor de la inmigración extranjera, hasta que la
fuerza de los conflictos internos le obligó a radicarse Mapa de la ruta entre Bogotá y Honda trazado por Codazzi
en 1857. Esta ruta, iniciada en 1857 por J. B. Elbers, fue
en Nueva Granada. continuada por A Poncet dos técnicos extranjeros que
Como Mutis, emprendió, en la última fase de su suplían la falta de los nacionales.

1185
A la izquierda, retrato de
Manuel Ancízar que figura
en el Museo Nacional, en
Bogotá. Ancízar tuvo a su
cargo, por un tiempo, la
sección cartográfica y
estadística de la Comisión
Corográfica.

Granada se contempló, desde el principio, confor-


mar un equipo de investigadores con áreas espe-
cializadas.
La geografía y la cartografía eran el centro de
gravedad de la Comisión Corográfica y a partir
de éstas se diferenciaron la sección estadística y so-
ciológica, confiada sucesivamente a Manuel Ancízar
y a Santiago Pérez; de la botánica se encargó José
Jerónimo Triana y Carmelo Fernández, Enrique
Price y Manuel María Paz asumieron, en distintos A la derecha, un rápido
momentos, la realización de la iconografía. Tras la en la angostura de la
Candelaria, según una

í
muerte de Codazzi, Manuel María Paz y Manuel acuarela de Enrique Price
Ponce de León completaron la cartografía, y Felipe que ilustra una página del
Pérez elaboró buena parte de los textos geográficos. «Album de la Comisión
Corográfica».
La Comisión no fue labor de u n solo hombre en
la definición de todos sus problemas científicos, cuando se discutieron los términos de u n nuevo
como tampoco en las determinaciones sobre sus contrato, o en 1858, cuando debieron justificarse
integrantes, duración y cubrimiento de los trabajos, nuevos plazos para la culminación de las explora-
financiación y recursos, si bien en todo ello intervino ciones.
Codazzi. El prestigio que le habían conferido sus Pero la gestión de Codazzi se basaba en la co-
realizaciones en Venezuela fue definitivo para ase- hesión del equipo en torno a u n principio central: el
gurar la continuidad y el respaldo a las tareas de apoyo y el reconocimiento para los trabajos cientí-
la Comisión, que, en varias ocasiones estuvieron ficos no habría de lograrse si sólo se invocaban la
a punto de paralizarse, c o m o sucedió en 1855, autoridad y la competencia del grupo en cualquiera

1186
de los campos de la investigación. Era preciso, ante nica modernas para el engrandecimiento nacional.
todo, que demostraran la trascendencia de su m i - Codazzi, Ancízar, Triana, Pérez y Paz comprendieron
sión en términos de las ventajas que podrían derivar que ese discurso debía apuntalarse con una acción
de ella para el país. Y ya mediado el siglo, frente a denodada.
una sociedad más diferenciada en lo económico, lo La Comisión recorrió buena parte del territorio
social y lo cultural, y ante u n Estado en formación, nacional, tal c o m o estaba estipulado en los contra-
no bastaba con pregonar tales posibilidades, reno- tos, excluyendo de una exploración intensiva la zona
vando solamente u n discurso ideológico acerca del del Caquetá, que hoy correspondería a las inten-
valor que podrían llegar a tener la ciencia y la téc- dencias y comisarías del Amazonas, Vaupés, Guai-

1187
nía, Vichada, Putumayo, Arauca y parte del depar- transcribimos, puede proporcionar una imagen
tamento del Caquetá. E n esta extensa región, «casi más completa del carácter de la obra efectuada:
equivalente al resto de la República», Codazzi que- 1 8 5 0 - 1 8 5 1 . E n estos años, Codazzi, Ancízar,
daba comprometido —según decía un anexo de su Triana y Fernández (los dos últimos contratados a
contrato— a penetrar «hasta los puntos en que haya finales de 1850) visitaron la región oriental del país,
autoridad o misiones granadinas... i a formar con esto es, los actuales departamentos de Norte de
estos datos i los que suministren las Cartas antiguas Santander, Santander, el sur del Cesar, el occidente
que existen conocidas, una nueva que sea tan de- de Boyacá y el norte de Cundinamarca. Cuando la
tallada c o m o lo permita el espacio de tiempo, c o m - Comisión regresó a Bogotá, Triana viajó hasta Bue-
parativamente escaso, que pueda consagrar a la es- naventura en compañía del botánico prusiano Ale-
ploración de aquellos vastos desiertos». jandro J . Warsjewiez.
En promedio, durante cada uno de los nueve Desde el primer año comenzaron a publicarse:
años que duraron los viajes, la Comisión estaba al- en el Neogranadino, la Peregrinación, que Ancízar
rededor de ocho meses fuera de Bogotá, u n a breve escribía c o n el seudónimo de Alpha; y en la Gaceta.
reconstrucción de sus itinerarios, como la que Oficial, desde finales de diciembre, el primer i n -

1188
A la derecha, mapa del
estado de Santander que
se halla en el Archivo
Nacional y que fue
trazado por los miembros
de la Comisión
Corográfica.
—'iníf. lisr.uxi w:~—"

•>/l. \£\Jx'r--4 ^
A la izquierda, puente
colgante sobre el río Zulia,
según una acuarela que
Carmelo Fernandez pintó
en el curso de la primera
expedición realizada por
la Comisión.

forme de Codazzi, la Jeografía física i política de Al cumplir su primer año, Triana rindió u n i n -
la Provincia del Socorro. forme que le significó u n considerable aumento en
Ancízar se separó de la Comisión en diciembre su remuneración. A partir de septiembre de 1852
de 1 8 5 1 , cuando fue enviado a Lima c o m o Encar- comenzó a publicar, en el Neogranadino, el pro-
gado de Negocios ante las Repúblicas del Ecuador, ducto de sus primeras herborizaciones, sus Plantas
Chile y Perú. A su vez, el pintor venezolano Carmelo útiles de la Nueva Granada. Pocos meses después
Fernández fue sustituido por Enrique Price. entregó u n herbario compuesto de 443 esqueletos
1 8 5 2 - 1 8 5 3 . Codazzi, Triana y Price recorrieron de plantas clasificadas.
las provincias de la región occidental, lo que hoy A fines de 1852, cuando se hizo evidente que
son los departamentos del Tolima, Caldas, Quindío, Ancízar debería haber permanecido aún más en su
Antioquia, Chocó, Valle, Cauca y Nariño. cargo, el gobierno contrató a Santiago Pérez para

1189
sustituirle. A partir de agosto de 1853 comenzó a Por su parte, Triana viajó hasta Cartago y con-
publicar sus Apuntes de viaje en el Neogranadino. tinuó herborizando, «siguiendo los movimientos del
Al regreso a Bogotá se retiró el pintor Enrique Price. ejército del Alto Magdalena y aprovechando cuanto
1 8 5 4 . Codazzi fue designado por el gobierno podía los altos de la tropa». Publicó su libro: Nuevos
para acompañar a u n grupo de ingenieros ingleses jégeneros i especies de plantas para la flora neo-
en la exploración de la región del Darién, desde la granadina, que también se difundió por entregas
bahía de Caledonia hasta el golfo de San Miguel. en la Gaceta Oficial.
Concluida esta misión, recorrió el norte y centro del 1 8 5 5 - 1 8 5 6 . Codazzi, Triana y Manuel María Paz
istmo. Participó, junto al general Mosquera, en la —contratado en sustitución de Santiago Pérez— re-
guerra contra Meló. corrieron los llanos del Casanare y San Martín, que

A la izquierda, mapa del


departamento del Cauca,
trazado en 1853 durante
la primera expedición
de la Comisión
Corográfica. El mapa se
encuentra hoy en el
Museo Nacional, en
Bogotá.

En la página contigua,
arriba, Santiago Pérez,
miembro de la Comisión
Corográfica, en un retrato
que figura en el Museo
Nacional. Y abajo, una
acuarela de Paz en la que
se ve él río Meta, en los
Llanos Orientales. Los
Llanos fueron recorridos
en 1856 por Codazzi,
Triana y el propio Paz.

1190
constituían parte de los actuales Arauca, Meta y Vi-
chada.
Se editó el primer t o m o de la Jeografía física i
política de las provincias de la Mueva Granada,
que contenía lo relativo a las antiguas provincias de
Socorro, Vélez, Tunja y Tundamá.
E n septiembre de 1856 entregó Triana u n
herbario de treinta y ocho volúmenes con cerca
de cuatro m i l especies clasificadas. A principios
de 1857 partió para Europa, enviado por el go-
bierno, con el fin de que llevara a cabo u n estudio
sobre todas las plantas útiles de Nueva Granada. Y en
Europa ya permaneció el resto de su vida, investi-
gando y publicando importantes trabajos botánicos.
1 8 5 7 . Codazzi y Paz viajan por toda la zona l i -
mítrofe con el Ecuador, internándose en el Putu-
mayo y buena parte del Caquetá de hoy. La se-
gunda mitad del año la empleó Codazzi en trazar un
tramo de la vía entre Bogotá y él Magdalena, en
compañía de su antiguo alumno, el ingeniero Ma-
nuel Ponce de León.
A la izquierda, retrato de José Jerónimo Triana que se
conserva en la Universidad Nacional, en Bogotá. Triana
tuvo a su cargo, en la Comisión Corográfica, la sección de
botánica, clasificando unas 4.000 especies.

Abajo, portada del «Atlas geográfico e histórico de la


República de Colombia», de Agustín Codazzi y con la
cartografía de Manuel María Paz. La obra se imprimió en
París en 1889.

Mientras esperaba que el gobierno reuniera los


fondos necesarios para reemprender sus activida-
des, Codazzi terminó su estudio sobre la zona ar-
queológica de San Agustín: Antigüedades indíjenas.
1 8 5 8 - 1 8 5 9 . Dificultades económicas seguían
impidiendo emprender el viaje hacia la costa norte,
por lo que se desplazaron entonces por toda la pro-
vincia de Cundinamarca. Pero había una tarea adi-
cional: con el cambio en la división político-admi-
nistrativa, que reagrupó las veintinueve provincias
en ocho estados, Codazzi se vio obligado a revisar
su obra, que corría el peligro de quedar obsoleta.
A fines del año salieron Codazzi y Paz hacia los
estados de Bolívar y Magdalena. Tenían la intención
de poner justo término a unas jornadas ya dema-
GEOGRÁFICO l¡ IITSTÓIIICO
siado prolongadas y extenuantes. Codazzi aspiraba
a penetrar en la Sierra Nevada, y tal vez regresar
REPÚBLICA Di: COLOMBIA luego a Europa a ordenar la publicación de su obra.
Unliinu ^ i i m f¡nn*M
Pero ninguno de estos últimos sueños pudo c u m -
KI. m i . O O i n i R H U l fiKi'i iti.it:»* ni:
plirse: abatido por la fiebre y acompañado por Paz,
VEW.OKU V ROUAÜOI ' /' •
murió Codazzi el 7 de febrero de 1859 en la apar-
AGUSTIN CODAZZI' tada población de Espíritu Santo.
A partir de 1861 se reanudaron los esfuerzos por
hmwm n mu < vKTi»j<íivi ^ culminar el encargo de la Comisión, pretendién-
M A N U B L M .
dose terminar la obra sobre la misma base de lo
que había dejado Codazzi. Pero ya no se reempren-
V• TIW M TI n • clin ' '
dieron nuevas exploraciones.
DOCTO» I i.l Irl i'l.iü / En 1862, Felipe Pérez, de acuerdo con los cua-
dernos de Codazzi y reuniendo sus propias noticias
históricas, publicó la Jeografía física i política de
los Estados Unidos de Colombia, y tres años des-
pués su Jeografía jeneral de los Estados Unidos
de Colombia, escrita de orden del gobierno jene-
ral. Y en París, Manuel María Paz publicó, en 1864,
el Atlas de los Estados Unidos de Colombia.
Finalmente, en 1889, se imprimió, también en
París, el Atlas geográfico e histórico de la Repú-
blica de Colombia. Y así se cumplió el ciclo de la Vista general de los Llanos en una acuarela de Manuel
Comisión Corográfica. María Paz, realizada en el curso de la séptima expedición
efectuada por la Comisión, en 1856, dos años antes de la
muerte de Agustín Codazzi.
U n a visión de N u e v a G r a n a d a
El carácter itinerante de la Comisión sirvió el do-
ble propósito de la ejecución científica —imposible
pensar una obra cartográfica y geográfica sin una cribía su acción. Así pareció comprenderlo Caldas,
exploración intensa— y su articulación con las ne- cuando centró sus observaciones botánicas en la
cesidades del país. distribución geográfica de las plantas, una perspec-
En esto radica una diferencia importante con la tiva que ciertamente adquirió durante sus viajes por
Expedición Botánica, que fue la única, de las tres el Cauca y el Ecuador y, sobre todo, cuando insistió
grandes empresas científicas enviadas a América en la urgencia de realizar una expedición «geográ-
por la Corona española (siendo las otras dos la Ex- fica o económica», con la cooperación simultánea
pedición Botánica a los reinos de Perú y Chile, de astrónomos, botánicos, mineralogistas, zoólo-
de 1777, y la Expedición Botánica a Nueva Espa- gos, economistas y unos cuantos diseñadores. Esto
ña, 1786), en fijar su residencia (primero en Mari- era casi equivalente a aspirar que el m i s m o equipo
quita y luego en Santafé), con lo cual acaso se aisló de la Expedición Botánica — y a que fuera de ella
un poco más que aquéllas del medio donde se ins- había m u y pocos con capacidad de hacerlo— se

1193
aplicara de manera sistemática a la investigación Con la corografía —desde la perspectiva de la
de las propias realidades: «Volvamos ahora nues- geografía, l a investigación social, l a botánica y
tros ojos —decía Caldas^- áobre nosotros mismos, la pintura—, cada sección del país adquirió una di-
registremos los departamentos de nuestra propia mensión propia, que se expresó en la forma de ca-
casa, y veamos si la disposición interna de esta co- racterizar el ambiente físico c o m o sistema, en la ex-
lonia corresponde al lugar afortunado que ocupa posición histórica que penetraba en la constitución
sobre el globo.» interna de la sociedad y recuperaba sus tradiciones
Y no poco adelantaron en ese sentido hombres y en el inmenso acopio de estadísticas y el inven-
c o m o Caldas, Pedro Fermín de Vargas, Francisco tario de sus recursos.
Antonio Zea o José Manuel Restrepo. A u n cuando De todo lo anterior surgieron recomendaciones,
sus reflexiones no eran el eje central de la Expedi- proyectos que mostraron las potencialidades, con
ción, llegaron a convertirse en germen de nacio- una dosis de optimismo que rayaba en la ingenui-
nalidad y de una concepción del Estado. d a d — l a misma ola de grandes expectativas que ha-
C o m o toda obra corográfica — c o m o la que ha- bía engendrado la Expedición Botánica—, porque
bía propuesto Caldas— la de la Comisión pulsó lo acaso se llegó a pensar que los caminos de la po-
singular de cada región, comprendió sus caracteres lítica y de la ciencia marcharían juntos (para algu-
específicos, que no eran sólo físicos (la configura- nos incluso eran idénticos) y que era posible u n
ción de los suelos, la posición geográfica, el clima), acuerdo nacional sobre la base del conocimiento
sino también culturales (el «carácter de sus habi- científico.
tantes», sus formas de organización social, sus El problema de la descentralización administra-
ideas y cultos religiosos). tiva constituyó uno de los centros de reflexión de la

1194
Comisión Corográfica. Codazzi y Ancízar aportaron tencia, y para establecer desde el distrito parroquial
elementos de juicio para este debate. Sus indaga- las bases de la descentralización administrativa».
ciones en las provincias los llevaban a la conclusión La Comisión se había nutrido de cierto espíritu
de que el edificio de la República se erigía sobre federalista, alimentándolo a su vez con su exaltación
bases demasiado débiles, ün centralismo excesivo, de la provincia. Y precisamente la Comisión apun-
con las constantes reformas y contrarreformas, ha- talaba la fórmula de González, «una r e p ú b l i c a cen-
bía producido en las aldeas, en las villas y aun en tral en su gobierno y federal en su administración»,
las capitales, la carencia de unos objetivos y de unas subrayando ese elemento de integración regional,
normas más o menos generalizadas. A medida que de acción coordinada entre las provincias, para la
se descendía de la sólida pirámide jurídica, la Re- consolidación de u n mercado interno. «La unión
pública parecía desvanecerse, descansaba sobre el —decía Codazzi— hace la fuerza en todos los tiem-
alcalde analfabeto, el jefe político ausente, el cura pos, en todas las cosas y en todas las partes, al paso
párroco y el gamonal local, y hasta ellos las dispo- que la desunión conduce a la ruina necesaria-
siciones centrales llegaban completamente desdi- mente».
bujadas. Los recursos propios no se aprovechaban Así, la Comisión, lejos de alentar el federalismo
para el desarrollo regional, sino para el sosteni- político extremo — q u e ya comenzaba a perfilarse,
miento de la costosa «empleomanía». hasta tomar cuerpo en las constituciones de 1858
Para Ancízar, lo m i s m o que para Florentino y 1 8 6 3 — contenía la semilla de la «centralización
González, «cada localidad debe cuidar de sí misma, política y descentralización administrativa», el ideal
crear recursos propios y concentrarlos en su seno, expresado por Rafael Núñez y que ha permanecido
para no mendigar de los vecinos los medios de exis- latente en nuestro país.

A la izquierda, vista de la
ciudad de Ambalema, en
una acuarela de Enrique
Price que figura en el
«Album de la Comisión
Corográfica»
correspondiente a la
tercera expedición.

A la derecha, los famosos


sombreros de jipijapa del
mercado de Suaza, según
una acuarela de Paz. La
Comisión Corográfica
supo pulsar y captar todo
lo que de singular había
en cada región
colombiana.
1195
A la derecha, retrato de Salvador Camacho Roldan que
figura en el Museo Nacional. Camacho Roldan hizo valer,
en materia económica, muchos de los argumentos de
Codazzi. En la página opuesta, excursión familiar en los
alrededores de Bogotá, el pueblo empezó a conocer a
Colombia gracias a la Comisión Corográfica.

E n directa relación con lo anterior estaban las


reflexiones sobre el curso de la economía. La orien-
tación de la política económica bien podría cen-
trarse en el fortalecimiento del comercio internacio-
nal; pero, en opinión de Codazzi, esto no podría ha-
cerse a espaldas de la conformación de u n sistema
de mercados, descuidando el comercio interior.
Codazzi intervino en diversos proyectos de vías
de comunicación, trascendiendo la mirada del i n -
geniero, para aplicar más bien los criterios de una
geografía económica y social. E n el planeamiento
de una vía — c o m o , por ejemplo, una salida al Mag-
dalena, que a fin de cuentas era una comunicación
con E u r o p a — debería elegirse la más adecuada
para vitalizar una región y estimular el trabajo, i n -
tegrando a sus habitantes en una economía más
amplia, en una vida social más activa, en una na-
ción. Y para ello era necesaria una acción coordi- tiva. Del m is m o modo, siete informes de la Secre-
nada entre las provincias, porque los mercados aún taría de Relaciones Exteriores y once de la de Go-
eran m u y débiles para impulsar tales obras y «nada bierno mencionaron algunos de estos trabajos.
se gana — c o m o decía Codazzi— con tener una vía
comercial al mar si no hay nada que transportar por Impacto de la Comisión Corográfica
ella». Idénticos argumentos comenzarían a exponer en las artes y e n la literatura
en materia económica y de obras públicas Miguel Por su parte, casi todos los gobernadores pro-
Samper y Salvador Camacho Roldan. vinciales propusieron reformas en la administración
seccional o planes de obras públicas (construcción
Influencia soc i a l de la Comisión Corográfica de bodegas, instalación de puertos, repartición de
¿Hasta dónde alcanzaba la influencia social del resguardos, establecimiento de colonias agrícolas,
trabajo científico y en qué niveles comenzaba a sur- trazado de caminos) basándose en consultas for-
gir una valoración más positiva de la ciencia y de la muladas a la Comisión a su paso por las provincias.
técnica? Los largos viajes de la Comisión, sus posibili-
En las más altas esferas gubernamentales la Co- dades de contacto directo con autoridades civiles y
misión encontró el mayor respaldo, c o m o corres- religiosas, con hombres ilustrados y rústicos, con
pondía a una obra patrocinada por el Estado y que tinterillos y gamonales, le permitieron plasmar una
a diario percibía la trascendencia de su misión. imagen de la nacionalidad e interpretar las nuevas
Entre 1850 y 1861, ocho mensajes presidencia- realidades del país. Y asimismo, la difusión de sus
les al Congreso se refirieron a diferentes problemas obras a través de los periódicos oficiales y particu-
confiados a la Comisión: límites internacionales, ex- lares, nacionales y regionales, y la publicación de los
ploración del istmo, vías de comunicación y pro- libros de viajes, las geografías, los atlas y las obras
yectos de inmigración y división político-administra- botánicas dejaron u n sedimento cultural arraigado.

1196
No obstante, conviene tener presente que en el nivel paleontología, espeleología, geología y otras rela-
de la aldea, lo predominante eran los sentimien- cionadas con los diferentes grupos de clasificación
tos de desconfianza y hostilidad hacia la Comisión: zoológica y botánica.
desde el alcalde hasta el maestro, con la frecuente La Sociedad de Naturalistas publicó dos nú-
excepción del párroco, la ciencia continuaba siendo meros de su boletín: Contribuciones de Colombia
una ocupación esotérica. a las ciencias y a las artes (1860-1861). E n el co-
Mas para los pocos que ejercían alguna activi- rrespondiente al primer año se incluyó la que habría
dad científica y para los que comenzaban a intere- de ser la primera obra sobre la historia de la ciencia
sarse por el saber, la Comisión proporcionó u n en Colombia: Memoria sobre la historia del estu-
nuevo método de trabajo: una menor preocupación dio de la botánica en la Nueva Granada. Su autor,
por la información libresca, en general m a l asimi- Florentino Vezga, en la primera parte centró su
lada, y u n creciente esfuerzo para activar las capa- atención sobre la Botánica indígena, con el propó-
cidades científicas por medio de la investigación. sito de rescatar y atraer la atención de los científicos
Dentro de esta perspectiva puede verse, por hacia los conocimientos terapéuticos de los indios,
ejemplo, la creación de la Sociedad de Naturalistas es decir, aplicando en el campo de las prácticas mé-
Neogranadinos (1859), presidida por Ezequiel Uri- dicas tradicionales el m i s m o criterio que había
coechea, y en la que se agruparon los pocos na- orientado la indagación corográfica.
turalistas que pudieron presentar algún trabajo para La segunda parte de su Memoria, dedicada a la
aspirar a formar parte de u n grupo selecto, entre obra de la Expedición Botánica, cumplía la función
ellos Liborio Zerda, Francisco Bayón, Florentino de proporcionar al pequeño núcleo de científicos su
Vezga y Genaro Valderrama. Sus miembros se dis- identificación y afirmación dentro de una corriente
tribuyeron en diferentes secciones, entre éstas: m i - histórica. Contribuía a afianzar los valores científicos
neralogía, a cargo de üricoechea y Liborio Zerda; compartidos y a fortalecer los sentimientos de co-

1197
munidad, de u n todavía pequeño grupo que co- tica y civil de Nueva Granada, que José Manuel
menzaba a definir su papel dentro de la sociedad. Groot publicó en 1869.
La Sociedad no tuvo existencia duradera, c o m o La obra de Ancízar también fue modelo para la
era de esperarse dentro del marco de una sociedad indagación etnográfica realizada por Jorge Isaacs,
que aún no daba para secciones científicas tan di- en su Estudio sobre las tribus indígenas del E s -
ferenciadas, y donde la carencia de recursos y la tado del Magdalena (1884), obra que recibió en-
inestabilidad política — l a guerra de 1 8 6 0 — daban conados ataques por parte de Miguel Antonio Caro,
al traste con los buenos propósitos. debido a las alusiones al Origen del hombre, de
Literatura, historia y pintura recibieron u n i m - Charles Darwin, que introdujo Isaacs para discutir
pacto que las hizo volcarse sobre la nacionalidad, las diferentes mitologías sobre el origen del hombre
proceso en el cual romanticismo, costumbrismo y americano.
positivismo formaron una extraña amalgama. Conservadores y liberales se unieron en el fervor
La exaltación romántica del pasado aborigen, por los cuadros de costumbres, donde describían o
particularmente entre los liberales, produjo novelas dibujaban los lugares más pintorescos, donde na-
y dramas históricos, c o m o la serie de las cuatro no- rraban las aventuras de un viaje o las peripecias de
velas incaicas (1856-1858) que Felipe Pérez dedicó la navegación a lo largo del Magdalena, las formas
a Manuel Ancízar. Del lado conservador comenza- de trabajo de los campesinos o los diversos tipos
ron a producirse obras de carácter histórico que raciales, los atuendos típicos y las modas, las ter-
destacaban la herencia hispánica y colonial — u n tulias y los chocolates santafereños, las fiestas, los
ejemplo destacado podría ser la Historia eclesiás- mercados, las formas del discurso del pueblo, en

1198
fin, no quedó tema que los jocosos citadinos no es- Peregrinación de Alpha, desató una reacción en
cudriñaran, subrayando lo autóctono — m u c h a s ve- cadena con la popularización del nuevo género de
ces cayendo en excesivo provincianismo—, bus- relatos y descripciones.
cando los rasgos característicos de la identidad na- Los mismos editores del Mosaico publicaron, a
cional. Así lo plasmaron en la primera publicación partir de 1866, el Museo de cuadros de costum-
periódica de este género: El mosaico; miscelánea bres, una recopilación de artículos periodísticos, no-
de literatura, ciencias y música, que aparecida velas y dramas de diferentes autores, entre quienes
en 1858, al calor del entusiasmo producido por la se contaban: Manuel Ancízar, Salvador Camacho

En la página anterior, una


lámina de «Cuadros de
costumbres granadinas»,
del pintor Ramón Torres
Méndez, También gracias
a la Comisión renacieron
o se redescubrieron
muchos aspectos de
nuestras costumbres
populares.

A la derecha, retrato de
José Manuel Groot que
figura en la Academia
Colombiana de la Historia.
Groot es el autor de la
obra «Historia eclesiástica
y civil de Hueva
Granada».

1199
BIBLIOGRAFIA

..JO'itfít? H'NVí 0 0 - eiosa norelíla lituíada El Jtf/«*fííí*,qtJphoÍ empieza


a s a l i r , i q u e h a sido t r a d u c i d a p a r a %L M O S A I C O ,
Ancízar, M. Peregrinación de Alpha por las Pro-
E i . MOSAICO
D u a i o B t s n h M f i e efe.
I L a Crusde Jfern>j, toé, según l o Wcordaréa
• nuestros lectores, escrita en un certúmen l i t e r a r i o vincias del Norte de la Nueva Gra-
Kjí l-A M1KISTK E l V I Í * Tasar 6
j j u x u i A r i * WB enm * *
e n t r e Mléty, M a d a m a C f r a r d l n , J. Sandeau I G a u -
i ie !•. E n l a t rail uceiíín g r a n a d i n a , se le <ba q u e r i d o
nada en 1850 i 185T, Bogotá, 1853.
K t MIOWrTW ' • .* •
I , i J|0üi*TIA - - - * c o n s e r v a r u n o d e sus encantos, que c* l a v a r i e d a d
Hiuxo A . . . . . . . • de e s t i l o , i a l efecto l i a sido v e r t i d a a l espaitol p o r
c u a t r o personas. E l papel d e .Madama Gfrariliñ
h a s i d o i n t e r p r e t a d o p o r una seftora bogotana, 1 loe Codazzi, A. Atlas físico y político de la República
otros tras autores h a n t e n i d o cada u n o s u t r a d u c -
E s l n d u l t i m o número <ie esto periódico! el q u e
,'. I Ü Í , jiii.'íii¡.'.(.l« itoüiito:;,) fia habido eu
t o r especial. L a Cruz de fíenuj, apesar de l a aran de Venezuela, París, 1841.
fama d e q u e h a d i s f r u t a d o , no h a sido t r a d u c i d a
t i ¡ . l í m a l o iur-\a desastrosa para l a r í o u e »
i !;t j;ft!;f;td«t;!. i J í t t b n o (">tí¡ ;-</¡>M'*tn de SUS do-
a l espa&ol e » Europa t I e u América l a iuita» t r a - Jeografía física i política de las Pro-
d o e a u n espafíola q u e se conoce, fué l a que hteo
f-.i,,-.;., « ¡
l i s If*¡antoí*o :»ÍJ:J
•!•!•.- |~ rdtd 14, j H malestar 110 t e
las liwfti.ff;. ;uuii"dtno». Muta
Muestro Joísquin Fosada, d e s u n i d a p a t a Mi 7Ía9> vincias de la Nueva Granada por la
JH3, i q u e d i o a t u s c u u » pcri/>dIeo d e l a ifabau».
<•[,•);-;; r - o r ; (:;S.:l ¡ MKi m>,>••%•'!>• IJIU j'U'.lkaciOi» t i -
;

teñiría; );*n> no l o i * c a h v u n i ÍI1*Í j m r * rmmditr,


1
E n mam, l a colección d e materiales que. teñe- Comisión Corográfica, Bogotá, 1856,
m o . p a n este fifis* e* s u m a m e n t e eseojido, í cree*
<•(.-( ¡i .!;!>,•.>;..;• eiOÍneüteíiietile NiK-lottitt, i que
dkfnito |i:;-.i.s:¡to 'm'díío, vtm» se vé en vi í w
iti'H que s.iíí»fará » l público, más q u e en l o * uiío* 1957-1959.
íüilcrioici,
clífií!c!ií¡!iu'M' pO'íi^i;Miv.e¡Mk--,«> <>:,. cic-.iulti i-»
Mswva Granada n o l w M « ' t i r a d o n i n g u n a |«iblíea-
1 na úlünta p a l a b r a , i será sobre Redactores i
ÍUKTilOn'K. t n< H^J¡JH¿IIHM[ Lia inlmuw • i l , i ,
Memorias, Bogotá, 1973.
«•ion H t w t r t o r t u o W b e H U I M M la J U t mas, f a l -
|."!fif.í l l r f n u l Et- y * * i l f " M M M I (*»r mi»-
)»*<*^to7t^rra*q«iilá", l í i r d a , í i u a i í n , tirlcocebea
\Vw0tt9l l u * eulnlwradore» 1«>* m i n i n o s : todos
Resumen de la geografía de Vene-
n w : i n o llefp; t i e o * tli* s j t o l * ' * B f A n t o w n i
zuela, París, 1841.
1
kMaaefflaesa d a M e a r a G r a n a d a , q u e de n e t a fa-
«tuempresario*tuvieranq*i* j j [ r a w r * e con íM'tos,
v o r t i - i s n K¡. M O S A Í C O ; a Intr p r i r s i n t a t t a s f i t m i i i
fuoque, a la Jantft* refa-rlnron «omínela»,
dado parto t l l l f t l I l l l l i l l U . I f i l m ausentas lohacenios
Creemos (¡iie ahora le «urdiera o t r o !ant<i, 1 e* t o -
p o r medio de Sa ÍUta ;
da l o qne pedímos. Qea b a y a ti» { A » S J I N I >
flexores i
(:¡:¡i: \,w¡v- iiii^ií.i para luti k ' i f i w ; ítfl" b¡t.y.i ti 11
rn-i'iiíio Jijo (]<!<j¡Í8 vilíti- rc«i¡)íliitiíln l o * fasto* - l i - UnmH Murtifa . , . . , < , \ e w Yorií,
Helguera, J . L. The first Mosquera administration in
la litemiúra í4r.:iij;¡*íí!!S); q m ' iutya u n L K O de unión •
IffBlvniHadeül'X l**v ifüíi poseen i'1 arte d i v i n o i l « i
¡te'J'wt Pmtbi.
lü.i'n'n lUvrm,
New Y o r k .
Tuni.ii,
New Granada, 1845-1849, The Uni-
Jnm de l)k,s Rtñetpo,,, Cañe*,
i;> p i n t o r a po? iiffdíií (ii'U*:.':ri()): t a l es tn íii'afci-
cioii tmí'-a (Se U-s iíe¡bietov<-; }•.!. M O X A Í M » . iírffj,* (¡¡ilir/yz (¡wsHtes Aiiílofjuiii, versity of North Carolina, 1958.
ffon'/itino VuQñ Cípaquirá.
de ?ÍÍ, M O S A I C O m á t O * mUni<¡-. que en l o * abo* foliwrfá Pektu (Jiia vi. f i t i i l ,
flliU'líom.Hi'., Kbi íliiíi-r.-ií'iajrniiüKÍÍiiaf.-íílliflo. Benjamín Pmtra Guayaquil,
;ic;ifía flmi.'rfsMüíu^-Cfoüiífas,—Í'«c*íaK,—Arlfai- ¡ Itttfafi.l Rufas, ?*ew V o r k . Paz, M. M. Atlas de los Estados Unidos de Co-
f i n n mttmhnti—ÍIftWlW í f¡*li» «crútl •:*«« ele- | Vr»t¡iert> t'fi'ha...... Lima.
rrtftrtBti Jlafitti PérgB . . . . . . . . Cipuptírvi. lombia, etc., París, 1864.
m!(e¡o«-.ifii¡Kii!fl»tWmíW m a l e r l i l e * , l o t que ' Jil C'ittíiijfí. I»aiutm;í,
f n i n íalteuUo tiauWíwaiitetite, E n t r e «(rus, a*nu- Adrtaw Buez Socorro. Atlas geográfico e histórico de la Re-
lirflretiK» «H l i l a r f a de l a revolucímt (le) 2 0 ( ! c j u - IftpotntjceM Navarro.., . Sauji!,
l t o ü > i K ) f l ; l o p i a i l t i d e l a c t t l c w l y u itactonol del Jetm T. Ttjudti . Sonta. pública de Colombia (antigua Nueva
«eíwr imté María V m ¡ s r a ; o t m ílfarlj t l d »Íifode Jo*¿ J00f& VúryOM,. . . T o n j a .
Cnrtfljcna p o r l o * l u i ^ m * « i 1 ! Í ¡ « , tomado d e l a Cctv) de la Puente, . . . . O r i a j e n n .
ÍQ>¿ Haría Pinzón /{.,,. Cípoquírí.
Granada), etc., París, 1889.
e o l r e d u u iweíonal d f f «.'ñor J*»é M a n a Q u l j u m :
la Impórtame Memoria <!*'! Arwjbi*);» V l r e f , »eílor Lvcío plttzmu . . . . . T . . lVciv»,
íióo^ora, tomada de l a IlíbHoleca naeiotutl d e l t o - An}H Baria Calan. , , . Tanja.
g B Ü | (a BtOWK&t«it'l í^srotiel A«u»tíii OaJazxf,
w r t t a ¡ w a faMmkím p o r et d o c t o r M a n u e l At*
Pedro A. V.umaclm P . . . .Neiva.
UmlueiO Santamaría... . Kemacon,
Pérez, F. Jeografía física i política de los Es-
c í u r ; u n opúsculo íyifre t ' l u l w i m i w i t o de l o *
e o m u n e r o i d e l Socowo, m Hit,
fíesjiwrto d e las £c&ora* que bocas) a bis M u s a s
trabajado *ol>r« c t i i o u o r d e c u l t i v a r l a s , csm'rarcmos sus órdeuta
tados Unidos de Colombia, escrita de
d o c u m e n t o i mí^m-JÍo* e ItuVllto*, por el t e n o r ¿utes d e ínqiriiuír sus n o m b r e s .
Ío»¿ Mttrfaiíoíjabo 0 ; i im tiieeffmaríw flíogrúfíeo E l E d i t o r h a a r r o l l a d o l a * nuscrleíoncs « I M O -
orden del Gobierno Jeneral, basada
* Jeor/ré/lctí di / « Nuim iirmada,
en los trabajos de la Comisión, Bo-
r
tralwjadoi cu S A I C O d e d i f e r e u t e m a n e r a : a h o r a se daban hacer
l o * a t o * petado* p o r urio de lo» íledartore*. A todo ar anualidades adelantadas en l a Ajénela j " » e « ¡ !
e i t o , CKíoeateojeiitc útil i a a e i o t w l , licoio* uuerl- única, a cargo d e l seftor ttamtrer. iUitln, K o se
d o a g r i a r o t r a s eosa* d a amena l i t e r a t u r a I q u e a d m i t e n suscrícíones p o r t r i m e s t r e * n i semestre!:, gotá, 1862-1863.
••-'<:'••• t o u i d e l g u t t o <1e loaIccíorea,eomo la l e y e n - n i sa venden n u m e r o * sueltos. Valían a n t e r i o r -
da de Uatthnado, escrita p o r e l a u t o r del M o r o menta doce reales los suserlcioues p o r t r í m o t i cu, Jeografía jeneral de los Estados Uni-
Kspúiito, deseoBorfda no Htiexa G r a n a d a , I l a o sea seis pesos sencUío* s i a n o ; b o i les cuesta mi
Cruz thBr,my, q u e c m p w a r a a a o l l r desde d u\x- | K W meiio» l . i a n u a l i d a d , i n o tienen q u e ¡ ¡ • dos de Colombia, escrita de orden
niero % » de VA. M O S A I C O , S eottUnuacioQ d e la p r c - se e n pagar sino u n a sola vez.
del gobierno, París, 1865.

Portada de la revista «El Mosaico», publicación que nació Pérez, S . Apuntes de viaje, Bogotá, 1853-1855.
al calor del apasionado interés que el pueblo colombiano
empezó a sentir por todo lo suyo, por todo lo que Schumacher, Biografía del general Agustín Co-
representaba su identidad nacional. H. A. dazzi, San Fernando de Apure, 1916.

Soriano Escritos sobre Agustín Codazzi, Bo-


Lleras, A. gotá, 1962.
Itinerario de la Comisión Corográ-
Roldan, Eugenio Díaz — q u e allí publicó su famosa
fica, Bogotá, 1968.
Manuela—, José Manuel Groot, Manuel María Ma-
diedo, José Manuel Marroquín, Felipe y Santiago Triana, J . J . Nuevos ¡eneros y especies de plan-
Pérez, Medardo Rivas, José María Samper y José tas para la Flora Neogranadina, Bo-
María Vergara y Vergara. gotá, 1854.
Plantas útiles de la Nueva Granada,
En la pintura se impusieron igualmente los Cua-
Bogotá, 1852-1853.
dros de costumbres granadinas, al estilo de Ramón
Torres Méndez, quien en vano intentó formar parte Triana, J . J . , y Prodromus Florae Novo-Granaten-
del grupo de la Comisión, pero cuya obra seguía el Planchón, J . E. sis, París, 1862.
m i s m o derrotero que inspiró a Carmelo Fernández, Prodromus Florae Novo-Granaten-
sis. Criptogamie, París, 1863-1867.
Enrique Price y Manuel María Paz.

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