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Tras el fin de la guerra, cuatro grandes imperios dejaron de existir: el alemán, el ruso, el

austrohúngaro y el otomano. Los Estados sucesores de los dos primeros perdieron una parte
importante de sus antiguos territorios, mientras que los dos últimos se desmantelaron. El mapa de
Europa y sus fronteras cambiaron por completo y varias naciones se independizaron o se crearon.
Al calor de la Primera Guerra Mundial se fraguó la revolución rusa, que concluyó con la creación
del primer Estado en la historia autodenominado socialista: la Unión Soviética.

Tras seis meses de negociaciones en la Conferencia de Paz de París, el 28 de junio de 1919 los
países aliados firmaron el Tratado de Versalles con Alemania, y otros a lo largo del siguiente año
con cada una de las potencias derrotadas. Más de nueve millones de combatientes y siete millones
de civiles perdieron la vida (el 1 % de la población mundial),2223 una cifra extraordinaria, dada la
sofisticación tecnológica e industrial de los beligerantes. Es el quinto conflicto más mortífero de la
historia de la Humanidad.c La convulsión que provocó la guerra allanó el camino a grandes
cambios políticos, sociales y económicos, con revoluciones de un carácter nunca visto en varias de
las naciones involucradas.24 Se fundó la Sociedad de Naciones, con el objetivo de evitar que un
conflicto de tal magnitud se repitiese; sin embargo, dos décadas después estalló la Segunda
Guerra Mundial. Entre sus razones se pueden señalar: el alza de los nacionalismos, una cierta
debilidad de los Estados democráticos, la humillación sentida por Alemania tras su derrota, las
grandes crisis económicas y, sobre todo, el auge del fascismo.

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