El comportamiento antiético refiere a la conducta que tiene un efecto perjudicial para terceros, no se niega que dichas conductas persiguen un bien, pero eso es solo una visión relativa. El bien perseguido es ilegal e inaceptable ya que dicho bienestar se sustenta en el interés personal a cualquier precio. Primeramente, para lograr comprender el comportamiento antiético en las organizaciones, es fundamental entender que su estructura y operación se debe a los individuos que participan en ellas. Los que privilegiando el interés propio conducen sus actuares sobre principios poco éticos y morales. El problema ético surge cuando utilizamos criterios morales no adecuados, o cuando, teniendo buenos criterios éticos, no los utilizamos. Los factores que pueden llevar a personas a cometer actos incorrectos son los siguientes: Débil fuerza de voluntad: La mayoría de las personas tiene un limitado recurso de fuerza de voluntad que, ante condiciones extremas, puede agotarse y provocar que los fundamentos del comportamiento ético se pierdan. La ignorancia: Existen momentos en los que la falta de información precisa o la existencia de áreas grises facilita la toma de ediciones poco éticas. Progresividad: En muchas ocasiones, las conductas poco éticas no inician siendo francamente tales. Típicamente inician como una pequeña infracción que paulatinamente va creciendo y degradando la ética de la conducta, que a partir de la repetición se hace hábito y se acrecienta. Racionalización: Las personas tendemos a racionalizar conductas negativas tratando de justificarlas frente al resto, pero, sobre todo, con nosotros mismos. En el caso de la corrupción, la principal justificación es que todos los demás también lo hacen. También pueden encontrarse elementos de racionalización que aparentemente apelan a condiciones superiores que, en los hechos, son inexistentes. Arrogancia: Este elemento se refiere a la incapacidad que mostramos para reconocer las fallas propias en nuestra conducta. Esa falta de objetividad típicamente nos lleva a ser capaces de distinguir el comportamiento poco ético en otras personas, pero no en nuestras acciones.
Bajo el mismo orden de ideas, un comportamiento ético empresarial implica evitar
cualquier conducta que pueda afectar a la reputación de una organización, valorando la necesidad de considerar la función social que implica ejercer una profesión. En algunos casos, la falta de ética empresarial conduce a ejemplos de fraude o comportamientos ilícitos. Es lo que sucede cuando el comportamiento poco ético de alguien que trabaja para una empresa le lleva a cometer malversación de fondos del negocio o acoso sexual a un compañero de trabajo. Sin embargo, la conducta empresarial poco ética generalmente no es un delito penal. Aun así, puede crear problemas importantes para una empresa. Las preocupaciones éticas más recurrentes para las empresas se pueden dividir en cuatro categorías: Inconvenientes a nivel de cultura: se trata de cuestiones relacionadas con la integridad y confianza al tratar con clientes y empleados. Problemas de diversidad: no respetar a todos los empleados y tratarlos de manera justa en lo que respecta a la igualdad de capacitación y oportunidades genera problemas éticos en las empresas. Dificultades en la toma de decisiones: la toma de decisiones éticas ayuda a mantener la buena moral de los empleados e incluye investigar las quejas de manera justa, adoptar las medidas apropiadas ante un suceso y tomar decisiones justas. Los derechos del cliente deben permanecer bajo consideración también. Cuestiones de falta de cumplimiento: en relación con la falta de obediencia de las pautas y leyes aplicables al negocio, o de las leyes de derechos civiles, las normas de seguridad, las normas medioambientales y las normas fiscales. Por otra parte, La falta de ética dentro de una empresa nos puede traer muchas consecuencias, algunas de ellas son: Pérdida de credibilidad tanto de la empresa como de los trabajadores. Puede provocar pérdidas en la empresa. Pérdida de proveedores e inversores. Se pueden enfrentar procesos judiciales. Prohibición de lanzar sus productos al mercado por no regirse a los estándares de calidad. Provoca corrupción tanto en los empleados como para los involucrados afuera de la empresa. Poca ganancia. Demandas de los empleados que sienten que no recibieron un trato justo o que fueron despedidos sin una causa justa. Quejas de clientes sobre prácticas injustas, si piensan que se produjo una discriminación debido a su origen étnico, género o sexualidad. Bajada de la motivación de los empleados, que provoca un descenso en la productividad. Perdida de empleados valiosos. Personas que valoran la honestidad, el trato justo a los demás y que obedecen la ley pueden renunciar por las acciones de una empresa o sus líderes que son injustas, ilegales o poco éticas. En resumen, no tener ética empresarial nos lleva a una falta de crecimiento y conocimiento para tener un mejor estudio moral y un mejor comportamiento humano. También provoca mucha corrupción laboral y todo esto muchas veces puede generar pérdidas a una empresa la cual ya no podría ser una empresa integra. Asimismo, todo el mundo tiene una ética, incluso los que afirman que no se comportan éticamente. No hay hombre que no tenga en cuenta en algún momento los efectos que sus acciones tendrán sobre los demás y sobre sí mismo. Para finalizar, se debe resaltar que el comportamiento ético es, ante todo, una decisión individual, pero tratándose de conductas sociales y colectivas, es fundamental propiciar mecanismos que permitan crear condiciones que por lo menos dificulten la falta de ética en las decisiones y comportamientos, creando consecuencias puntuales cuando se presenten, porque, cuando ocurren, especialmente en la conducta de personas públicas o con acceso a poder, las consecuencias pueden ser negativas para todos. 2. El fenómeno de la globalización La Real Academia Española define la globalización como la tendencia de los mercados y de las empresas a desarrollarse a escala mundial fuera de sus fronteras. En base a esto, podemos añadir que la globalización es un proceso creciente de internacionalización industrial y del comercio, impulsado por el libre flujo de mercancía y capitales, que ha escalado de una manera exponencial con la utilización de la tecnología. Podemos considerar entonces que el fenómeno de la globalización es un producto ocasionado por la aventura histórica de los países llamados “desarrollados”. Desde la perspectiva económica, tecnológica y de la comunicación, el mundo actual se encuentra globalizado, por lo que es necesario hablar desde el punto de vista de la ética de unos principios éticos globales o de una ética global. El fenómeno de la globalización ha supuesto para las empresas la posibilidad de ver incrementado su poder, tanto en la esfera económica como en la social. Pero conjuntamente se ha producido un aumento de sus responsabilidades, ya que deben dar respuesta a las expectativas de la sociedad: creación de empleo, incremento del bienestar social y económico, cuidado del medioambiente, compromiso con el desarrollo de los pueblos, expansión de los Derechos Humanos a través del ejemplo de sus empresas, etc. Las empresas, como uno de los agentes económicos más importantes, deberían asumir sus responsabilidades en la consecución de un mundo más justo llevando a cabo comportamientos éticos. Existen propuestas desde dentro de la propia economía que están promoviendo una transformación ética, más allá del capitalismo salvaje, en los procesos de globalización. Una de estas propuestas es la de Amartya Sen, claro ejemplo de la ética del desarrollo, una nueva vía que pretende superar las deficiencias de una economía unilateral, con una nueva economía que haga posible combinar competencia y cooperación, beneficio y justicia. Una economía en donde el crecimiento económico sea, no un fin en sí mismo, sino un instrumento para aumentar las libertades reales de las personas, capaz de generar expectativas sociales, confianza y libertad. La ética debería ser un parámetro de acción de las empresas en mercados globales, donde todas, para poder competir, deberían respetar y cumplir ciertos estándares y normas globales. Las empresas deben trasladar sus códigos y estándares éticos a todos los lugares donde opera. Surge entonces la cuestión de qué hacer cuando en países donde desarrolla su actividad empresarial no hay legislaciones sociales o incluso se vulneran claramente los Derechos Humanos. La ética de la globalización demanda a las empresas que aplican criterios de responsabilidad social en sus países de origen, que los mantengan también en países con regímenes autoritarios y faltos de libertades. A pesar de que las leyes y el sistema de un país puedan ser antidemocrático e ilegales, las políticas internas de una empresa deberían ser de respeto hacia los trabajadores y grupos de interés, ofreciéndoles un buen ambiente de trabajo, buenas condiciones laborales, salarios justos, formación, seguridad, etc. Asimismo, si consideramos la noción de desarrollo desde un punto de vista ético, debemos saber que no existe ningún tratado ético posible si pensamos que el concepto de desarrollo tiene como núcleo una noción ética y económica. Es un concepto que contiene en sí mismo, los conceptos de utilitarismo y de cualidad, es decir, que, si nos limitamos a este tipo de visión, caeremos, en consecuencia, en la ignorancia de los rasgos no utilitarios de la vida humana. Sin embargo, muchos expertos explican que el fenómeno de la globalización busca abaratar costos y producir mucho reduciendo salarios, como parte de la competitividad que le es propia y que se encuentra inmersa en los tratados de libre comercio y los acuerdos de inversiones, tan comunes en nuestro tiempo, lo que a su vez ha llevado a la quiebra a muchas empresas, aumentando más el número de desempleados por esta causa, y aunque haya defensores de la globalización, con la consigna “con la globalización ganamos todos”, lo cierto es que la misma sólo beneficia a los comerciantes, no así a los pobres, ni a los trabajadores. “Ganamos todos”, menos los países poco desarrollados, quienes, al contar con poco desarrollo tecnológico, en infraestructura, educación, y una serie de carencias que engrosan la lista, los países ricos se vuelven más ricos y los pobres aún más pobres. Ahora bien, lo anterior no significa que la globalización sea la causa de la pobreza actual y de las malas condiciones de los trabajadores en la actualidad, pues la pobreza ha existido siempre y la injusticia laboral también, tanto es así que la historia puede darnos cuenta de ello, pero lo que, si es cierto, es que un alto porcentaje de la pobreza de nuestros tiempos y su incremento se debe a ello. Pero no se trata sólo de lamentar un estado de cosas, sino advertir el problema y buscar soluciones, y para ello se requiere de acciones y voluntad principalmente de quienes tienen en sus manos la toma de decisiones en materia económica y política para resolver dicho estado de cosas, transformando una democracia agonizante, producto de un estado colapsado. 3. La imagen y la reputación corporativa La imagen empresarial es el conjunto de impresiones que suscita sobre el público una empresa. La época en la que vivimos presenta la imagen, tanto personal como empresarial, como uno de los recursos intangibles con los que contamos. Las organizaciones empresariales han sabido sacar provecho de la importancia de la imagen, convirtiendo este elemento en una herramienta de gran valor en la competitividad de la empresa, puesto que la imagen de la empresa es un elemento que despierta el interés de los consumidores o clientes, que en definitiva son quienes contribuyen a obtener el beneficio empresarial. Si las impresiones que recibe una persona de una empresa pasan por su percepción y las capta como positivas, la empresa obtiene una ventaja frente a sus competidores, por ello las empresas trabajan por emitir una imagen que resulte positiva a los grupos con los que se relaciona. En algunas ocasiones, la imagen de una empresa tiene una proyección tan amplia que la convierte en líder de su sector, hecho que puede tener consecuencias muy significativas en el campo del beneficio, ya que vivimos en un mundo globalizado en el que las informaciones se difunden con gran rapidez a través de medios tecnológicos, llegando a cualquier rincón de nuestro planeta. La importancia que suscita la imagen de las empresas se ha convertido en objeto de estudio en la disciplina del marketing que es, sin duda, un instrumento que ha ayudado en gran medida a crear y difundir la imagen corporativa de muchas empresas. Este hecho es en gran medida resultado de la conciencia que existe sobre la importancia de difundir las mejores impresiones posibles de la empresa entre los grupos de interés (stakeholders) con los que se relaciona la empresa. Las empresas se relacionan con diferentes colectivos que configuran lo que se conoce como grupos de interés o stakeholders. Entre ellos se encuentran los clientes, pero no son los únicos sujetos con los que se relaciona una empresa; otros grupos de interés significativos son los accionistas, proveedores, Administraciones Públicas, agentes sociales, banca, o la sociedad en general. Vertientes de la imagen corporativa más importantes para algunos grupos de interés: Imagen comercial: Abarca clientes, proveedores y competencia. Imagen financiera: Abarca Banca accionistas y agentes sociales. Imagen social: Abarca al público en general, administraciones, asociaciones y agentes sociales. A cada uno de estos grupos de interés le resulta más significativo uno u otro aspecto concreto de la empresa, por lo que las organizaciones deben atender a proyectar en su imagen lo que a cada grupo le puede interesar de ellas mismas. Por lo tanto, la imagen corporativa tendrá que cuidar su vertiente comercial, su vertiente financiera y su vertiente social. Asimismo, la reputación corporativa es el reconocimiento que los stakeholders, grupos de interés, de una empresa hacen de su comportamiento corporativo a partir del grado de cumplimiento de sus compromisos con relación a sus clientes, empleados, accionistas si los hubiere, y con la comunidad en general. En suma, la reputación es la cristalización de la imagen corporativa de una entidad cuando ésta es el resultado de un comportamiento.