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Como hacer el Plan de Vida Espiritual

También a los enemigos de nuestra alma, externos o internos, tenemos necesidad de seccionarlos, de
aislarlos, para combatirlos uno a uno y vencerlos más fácilmente.

La finalidad del programa de vida se concreta en encauzar y ordenar el trabajo espiritual. Requiere:
conocimiento personal para detectar la pasión dominante y sus manifestaciones más frecuentes; reconocer
también las propias virtudes y fortalezas para avanzar en el camino de la transformación; discernimiento y
prudencia para elegir los mejores medios y, sobre todo, una gran “determinada determinación”, como decía
Santa Teresa, para alcanzar el ideal propuesto.

Obviamente de nada servirá un programa si no se hace vida. Aquí entra muy especialmente la figura del
orientador espiritual, quien vigilará y colaborará con el orientado para que trabaje con constancia en su
programa, motivando, exigiendo y llevándolo al realismo. La transformación, proceso largo y demorado,
depende, a fin de cuentas, del tiempo de Dios para cada alma, independientemente de los deseos personales.

Al comenzar a hacer el programa se debe seguir una estrategia. Para toda alma que aspira a la santidad,
dada la multiplicidad de aspectos que ésta presenta y, por otra parte, de defectos correspondientes que
encontramos en nuestra vida, se impone de una manera inevitable el trazarse un programa de vida espiritual.
Ni a todo podemos prestar atención, ni tenemos fuerzas suficientes para atacar a un mismo tiempo en todos
los frentes. Además desde que hacemos nuestro ingreso en la vida religiosa, el sistema y el orden forman
parte de nuestra formación, se trata de una consigna de estrategia. Nada más ajeno a la vida consagrada que
un trabajo alocado, improvisado. En ninguno de los campos de su actuación debe proceder así la mujer
llamada a ser testigo de Jesucristo y mucho menos en el de su santificación personal y transformación en Él
que es el importante. Y es que aquí rige también el principio romano "divide y vencerás". También a los
enemigos de nuestra alma, externos o internos, tenemos necesidad de seccionarlos, de aislarlos, para
combatirlos uno a uno y vencerlos más fácilmente.” Una estrategia corroborada con otro dicho popular: “El
que mucho abarca poco aprieta”.

Por ello, importa descubrir la famosa «pasión dominante» o como algunos autores modernos prefieren llamar:
«el propio conflicto central».” (Amadeo Cencini, Por amor. Con amor. En el amor. Ed. Atenas. Madrid 1996, p.
111).

En la vida de cada persona hay múltiples fallos y defectos. Pero analizando tales defectos, encontramos la
repetición de unos con más frecuencia que otros, y la mayor gravedad de unos respecto a los otros. Si
profundizamos un poco más, descubrimos en la mayor parte de nuestros fallos y defectos una única causa,
una misma raíz, una misma tendencia. Esa raíz común la llamamos defecto o pasión dominante.

Se entiende por pasión dominante la tendencia desordenada más profunda y fuerte en nosotros, origen de la
mayor parte de nuestros fallos. No obstante la permanencia de esa pasión en nuestra vida, podrán darse
variaciones según las distintas edades y circunstancias. Habrá épocas donde se impondrá la vanidad, en
otras aparecerá más bien el orgullo o la ambición. Habrá también momentos donde surja con fuerza casi
irreprimible la pereza y sensualidad, la lujuria. Lo importante, al elaborar el plan de vida, consistirá en
encontrar cuál sea, en ese momento, el enemigo principal a combatir, porque impide, como ningún otro,
nuestro progreso espiritual.

El descubrimiento de la pasión dominante no es difícil cuando hay un verdadero conocimiento de sí mismo.


Sin embargo, podrá darse el caso de personas que nunca hayan reflexionado sobre sí mismas, y por lo tanto,
no se conozcan. El orientador espiritual debe ayudarles dándoles sugerencias y medios concretos para su
conocimiento personal y para lograr encontrar los obstáculos de su progreso espiritual en su seguimiento
amoroso de Jesucristo y de su voluntad. Al conocimiento debe ir unida la aceptación del propio yo, con sus
elementos positivos y negativos.

Ofrecemos una metodología sencilla:

A. Proporcionarles el esquema de los siete pecados capitales y sus principales manifestaciones (la
encuentran en el anexo) para saber poner nombre a sus faltas y pecados.

B. Elaborar una lista de los propios fallos, escribiéndolos en una columna. El dirigido hace una lista de los
puntos que no van bien en su vida, como hijo(a), padre, madre, esposo(a), amigo(a) o apóstol, como religiosa.
Si salen veinte o muchos más, no importa, se trata de hacer un buen examen de la propia vida.

En este momento se pueden encontrar varios tipos de dirigidos. Quien cree no tener faltas, vive tan habituado
al pecado y tiene tan deformada su conciencia que ya no lo registra. Otro quizás no ha tomado conciencia de
su pecado por superficialidad. Otro más puede tener miedo a descubrirlo. Se da también el extremo de quien
se imagina que tiene todos los defectos y pecados posibles.

C. Descubrir las causas de las fallas y la pasión de origen.

Una vez hecha la lista, viene la parte más delicada porque un fallo puede tener distintas causas. Lo importante
será discernir la principal y anotarla al lado, en una columna. A veces resultará difícil reconocer la procedencia
de los fallos, pero las sucesivas direcciones espirituales deben llevar a un conocimiento mejor.

Debemos ser muy prudentes al revisar las causas propuestas por el dirigido.
El anotar los vicios o pasiones provocadoras de estos fallos exige reflexión y bastante conocimiento personal;
el resultado será muy beneficioso para elaborar un plan de vida adecuado a la realidad del dirigido. Si
viésemos un árbol frondoso al que estuviera atacándolo una plaga, no podríamos quedarnos sólo en curar las
ramas; hay que ir al tronco, a la raíz, para sanar al árbol entero.

El siguiente ejemplo puede ayudar:

Falta – Pecado de: criticar con facilidad


Causa : Por que me siento superior.
Pasión : Soberbia

Falta – Pecado: ,Me impaciento ante los fallos ajenos


Causa : Me disgusta que tengan faltas.
Pasión : Soberbia

Falta – Pecado: Me enojo cuando me indican mis errores


Causa : Por que me ven imperfecta
Pasión : Vanidad

Falta – Pecado: Me disgusta hacer exámenes de concencia<


Causa : Por que no me gusta lo que veo
Pasión : Vanidad

Falta – Pecado: Llego siempre tarde a Cases


Causa: Por Flojera
Pasión: Sensualidad

Falta – Pecado: No me gusta que me digan lo que he de hacer


Causa: Por que me siento menos
Pasión: Soberbia

Dirigido y orientador espiritual analizarán de forma objetiva y profunda dos cosas:

a) ¿Qué pasión se repite con mayor frecuencia? En el ejemplo sobresale la soberbia.


b) ¿Cuáles son las manifestaciones más graves de esa pasión? Las que hieren la caridad.

Cuando una persona lleva años de vida espiritual percibe con más claridad cuál es la raíz que mayormente
dirige su conducta. Pero al principio, necesitará ayuda, orientación y motivación en el auto-análisis que debe
llevar a cabo, a fin de que su programa de vida no apunte en una dirección equivocada.

Una vez definida la pasión dominante y cómo se manifiesta en la vida del orientado, se podrá pasar a hacer el
programa, ayudándose del esquema y las orientaciones establecidas en los apartados siguientes.

Posiblemente al hacer el primer programa de vida, éste no salga perfecto. Pero conviene echarlo a andar. Si
cuesta mucho cumplirlo puede ser señal de haber acertado. Si no, quizás hemos equivocado la pasión
dominante o los medios propuestos.

Al cabo de un año se revisan en profundidad los logros obtenidos y se vuelve a elaborar el programa,
ordinariamente durante Ejercicios Espirituales.

Cambia el sitio de tu corazón


cambia-sitio-corazonEl objetivo de todo discípulo es ser como su Maestro. Como cristiano, discípulo de Jesús,
estás llamado a imitar a Jesús, a reproducir su imagen. Esto es lo que se llama “cristificación”. ¡Sí! Tu meta y
tu objetivo debería ser, sin duda, “alcanzar la estatura de Cristo” (Rm 8,30), es decir, ser otro Cristo.

Pero para alcanzar este objetivo tan alto necesitas una forma de trabajo organizada, disciplinada y constante.
Y esta forma de trabajo es el Proyecto Personal de Vida.

Tener un Proyecto de Vida no implica que dejes de hacer las cosas que normalmente haces o que cambies de
vida. Jesús no te pide que dejes tal o cual actividad, o tal o cual relación. Solo espera que centres el corazón
en Él. ¡Sí! se trata únicamente de cambiar de sitio el corazón, de manera que veas las cosas desde otra
perspectiva. Porque cuando te encuentras con Cristo todo se mueve hacia este centro y comienzas a tener
una visión diferente. Es la experiencia de San Pablo: “Todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo…”
(Flp 3,7-9). Él hace palidecer y desmerecer cualquier otra cosa.

Solo en la amistad personal con Jesús, en la comunión viva con Él, podrás caminar hacia la verdadera
cristificación. Dice el refrán: “El que anda con lobos a aullar se enseña”. Y nosotros podríamos decir: el que
está con el Santo se irá santificando… El que está con Jesús, el que habla con Jesús, el que escucha a
Jesús… aprenderá a pensar, a hablar, a vivir como Él.

Itinerario de conversión
itinerario-conversionEntonces, solo podrás hacer un Proyecto de Vida desde esta experiencia de amistad
personal con Jesucristo. Solo podrás vivirlo en un diálogo de amor y de conocimiento personal con Él. Porque
solo la amistad liga a un camino de fidelidad y obediencia.

El Proyecto se vive desde el Amigo: poniendo más el acento en Él que en ti, en lo que Él desea que en lo que
tú quieres. Porque solo la amistad te lleva a acoger los sentimientos de Cristo y su enseñanza.

No se trata, entonces, de inventar un Proyecto para tu vida. El Proyecto ya existe y es Cristo mismo, al que
debes conocer, acoger e imitar para vivir en Él y como Él. Esta es finalmente la condición de un discípulo.

El Proyecto de Vida requiere entonces de un núcleo atrayente que mueva tu vida, que la impulse. Y este
núcleo innegablemente es Cristo. Por eso San Pablo dirá: “Para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia”
(Flp 1,21).

Es la amistad la que te lleva a acoger los sentimientos de Jesús, a imitarlo. Por eso el proyecto de vida implica
sobre todo tener “fijos los ojos en Jesús, autor y consumador de nuestra fe” (Hb 12,2).

La amistad profunda con Jesús es una gracia que tienes que pedir de manera continua. Ella es la que asegura
tu progresiva transformación, hasta que puedas llegar a decir como el apóstol: “Para mí la vida es Cristo” (Flp
1,21). ¡Este es el proyecto de todo verdadero cristiano!
Visto de este modo, el Proyecto de Vida es un itinerario de formación personal y de conversión. Y su finalidad
es que te vayas configurando con Cristo a través de un trabajo continuo y constante.

Puntos clave del Proyecto de Vida


puntos-clave-proyecto-de-vidaDebes tener un objetivo, una meta a alcanzar. El ideal siempre será Cristo; Él
es tu modelo a seguir. Entonces la meta será asemejarte a Cristo en un rasgo concreto de su vida.

El punto de partida será hacer una valoración profunda de tu vida a los ojos de Dios. Se trata de ver cómo
estás y cómo deberías de estar según el deseo y la voluntad de Dios para tu vida.

Luego debes establecer una serie de medios prácticos a través de los cuales te propones alcanzar el objetivo
que te planteaste.

Se recomienda que lo realices en un clima de oración, en un día de desierto o de retiro personal. Esto te
permitirá que tengas un encuentro fuerte con Cristo a través de tu propia vida.

El éxito del Proyecto de Vida lo establece la perseverancia y la constancia en el trabajo diario. Implica una
evaluación constante de ti mismo y un replantearte las cosas con vistas a seguir trabajando para alcanzar tu
objetivo. Por eso es muy importante que diariamente te examines para ver cómo estás viviendo los medios
que te propusiste.

¿Cómo realizarlo?
como-realizarloDebes partir de un análisis profundo de tu vida ante la mirada de Dios, e identificar sus deseos
para ti.

Para esto es muy importante que lleves una vida de oración. Lee la Palabra de Dios, busca nutrirte de la
enseñanza cristiana. Es a través de estos medios que descubrirás lo que Él desea para ti. Y en una
conciencia clara de su voluntad podrás identificar cómo estás y cómo desea Dios que estés.

De aquí surgirá un objetivo a alcanzar. Normalmente será la imitación de Cristo en un cierto rasgo o actitud de
vida que te sentirás llamado a reproducir.

Luego puedes plantear este mismo objetivo como un lema que motive tu trabajo personal. Debe ser una frase
que te recuerde tu objetivo y el ideal a alcanzar.

A continuación, también en oración, podrás descubrir los medios que deberás implementar para lograr tu
objetivo. Esto es, plantearte de manera concreta y práctica uno o dos propósitos (no más) que te ayuden a
alcanzar el ideal.

Estos propósitos deben ser diarios y los presentarás como un ofrecimiento a Dios al inicio del día. A medio día
puedes valorarlos para retomar o redoblar tus esfuerzos por alcanzarlos. Y por la noche, antes de dormir,
harás tu examen de conciencia sobre ellos.

Plantéate una o dos preguntas para examinarte ante cada propósito. Necesitas descubrir por qué no los
alcanzaste y volver a la lucha al día siguiente, contemplando quitar aquellas cosas que te limitaron o
impidieron alcanzarlos.

Debes mantener los mismos propósitos hasta que se vuelvan una actitud permanente en ti. Entonces recién
podrás abordar otros. Los grandes maestros de la vida espiritual decían que si cada año lográramos vencer
un vicio, pronto seríamos santos.

Un ejemplo práctico
un-ejemplo-practicoSupongamos que al evaluar cómo estás y cómo quiere Dios que estés en tu vida
espiritual, descubres que necesitas crecer como hombre o mujer de oración a semejanza de Jesús.

El ideal será: Jesús orante.


Tu objetivo: Crecer como hombre o mujer de oración.

Tu lema: “Todo es basura comparado con Cristo”.

Los medios:

Hacer 20 minutos de oración personal diaria.


Tener 20 minutos de lectura bíblica diaria.
Las preguntas para el examen pueden ser las siguientes:

¿Hice las 20 minutos de oración personal? Si no la hice, ¿por qué?


¿Hice la lectura bíblica? Si no la hice, ¿por qué?

Áreas del Proyecto de Vida


areas-proyecto-vidaEs importante que el Proyecto abarque todas las áreas de tu vida. Y esto para que
crezcas de una manera integral y no solo en lo espiritual, aunque este aspecto siempre ha de ser lo primero a
contemplar.

Por lo tanto el Proyecto de Vida debe abarcar:

TU VIDA ESPIRITUAL
Esta es la principal área a trabajar y es sin duda la fundamental, ya que se trata de tu ser, tu identidad
cristiana. Por ello debe ser siempre lo primero a estabilizar, a crecer. Contemplar tu vida de oración, tu
encuentro con la Palabra, tu vida sacramental, tu proceso de conversión, etc.

TU MADUREZ HUMANA
Dios sin duda quiere que seas una persona madura, plena, bien integrada. El edificio de la santificación
necesita una buena y sólida base humana. Por ello debes trabajar sobre tu estima personal, tu carácter como
hombre o como mujer, tu temperamento, hacer crecer tu inteligencia, ejercitarte en una voluntad firme, en una
afectividad bien integrada, sana, madura. Debes aprender a dar soluciones humanas a problemas humanos:
aprender a resolver tus crisis, capacitarte para relacionarte de una manera sana y madura. Con toda
seguridad muchas de las fallas para crecer en tu vida cristiana no se deben a que carezcas de motivaciones
espirituales, sino a los problemas de inmadurez que enfrentas en tu vida.

TU VIDA FAMILIAR
Debes recordar que eres parte de una familia y necesitas vivir una vida familiar bien integrada. Por lo tanto es
importante que trabajes sobre tus relaciones familiares, y que busques sanar heridas liberándote de
esquemas negativos que te afectan.

TU ESTUDIO Y/O TRABAJO


En este aspecto tendrás que considerar la manera en que vas a desarrollar tus actividades profesionales y
educativas. Recuerda que el trabajo y el estudio forjan el carácter porque ofrecen la ocasión de practicar
muchas virtudes, acrecientan la conciencia de la propia responsabilidad y exigen la constancia en el deber.

TU VIDA COMUNITARIA, APOSTOLADO Y SERVICIO


Es importante tener en cuenta en tu Proyecto de Vida tus compromisos con tu grupo o comunidad. Además,
debes establecer un orden y un horario, y planear y organizar tus actividades apostólicas, fijando prioridades
para optimizar tu tiempo.

En cada una de estas áreas deberás plantearte uno o dos propósitos. Generalmente podrás comprobar como
al trabajar en un área, las demás crecerán armónicamente, así como al caer en un área se empobrecerán las
demás. Esto sucede porque somos seres integrales, y por eso es recomendable abarcar las áreas más
importantes primero.
Vivir el momento presente
vivir-momento-presentePara que tu Proyecto sea efectivo y dé frutos en tu vida es importante que vivas tus
propósitos desde el momento presente.

¿Qué significa esto? En primer lugar, que el énfasis no lo debes poner en lo que no puedes alcanzar, en lo
que no hiciste, en si podrás o no podrás. Lo más importante de todo es lo que Dios quiere de ti hoy, lo que Él
quiere hacer en tu vida.

Esto te traerá paz, y podrás vivir todo este proceso bajo la mirada de Dios y con la máxima intensidad. Te
ayudará a estar centrado y concentrado en lo que Dios está haciendo en ti, en alcanzar lo que Dios quiere
hacer en tu persona.

Se trata, por lo tanto, de vivir cada acción o circunstancia concreta de tu vida con profundidad y con el deseo
intenso de estar bajo la mirada de Dios.

Dos actitudes fundamentales


dos-actitudes-fundamentalesEn este proceso de elaborar tu Proyecto de Vida (y de vivir según él) son
necesarias dos actitudes fundamentales.

En primer lugar, invocar al Espíritu Santo. El Espíritu es el fuego divino que habita en el corazón del discípulo
y es también el secreto de su vida espiritual.

Por eso como discípulo tu vida debe ser una invocación continua al Espíritu Santo. Pídele que baje sobre ti,
sobre tu vida, sobre tu mente, sobre tu corazón y te cristifique. Pídele que te santifique y que actúe a través de
ti.

Y déjate guiar y conducir por ÉL. Recuerda lo que te explicábamos aquí.

De esta manera tu vida será una vida según el Espíritu y no según la carne (Cf. Ga 5,19-23).

La segunda actitud debe ser confrontar tu vida de manera constante con el querer de Dios, mantenerte en una
escucha obediente de su voluntad.

Escuchar es la condición esencial del discípulo que quiere unirse a la voluntad de su Maestro. La escucha
proviene del deseo de estar en paz con la voluntad de Dios, de entregarse de veras a lo que Él quiere
momento a momento.

El Proyecto de Vida es el camino para llegar a actuar siempre en tu vida según el querer de Dios. Por eso
implica que te confrontes constantemente con la voluntad del Maestro, con su enseñanza, con sus criterios,
que han de ser el fundamento de tu vida. Y esto requiere una actitud constante de oración y de estudio de la
Palabra.

Una ayuda importante


una-ayuda-importanteEs muy bueno que tengas un guía espiritual o “acompañante” que te ayude en tu
crecimiento espiritual. Podría decirse que se trata del mismo Espíritu Santo que te acompaña a través de un
alma experimentada en el caminar de la vida cristiana.

Tanto es así que Dios mismo ha sometido a algunos de sus grandes hombres al acompañamiento de otro. Tal
es el caso de San Pablo, a quien Ananías introdujo en el camino de la fe y guió sus primeros pasos (Cf. Hch
9,10-17).

El acompañamiento es uno de los medios privilegiados para desarrollar el don del discernimiento espiritual. En
la vida espiritual es fundamental dejarse acompañar. Debes tener en claro que la función del acompañante no
es solucionar tus conflictos, sino ser una ayuda para que tú descubras la acción del Espíritu Santo en ti.
Lo importante es, precisamente, saber que hay una persona a la que puedes dirigirte y que puede ayudarte.
La tarea principal del acompañante será ayudarte a discernir progresiva y coherentemente cuáles serán los
siguientes puntos en los que deberás ir trabajando.

Los avances
avancesEl Proyecto de Vida es todo un itinerario de conversión y de transformación en Cristo. Es el medio
ideal para que vayas creciendo día a día, para ir creando nuevas actitudes en ti, para ir muriendo al hombre
viejo, como dice San Pablo. Por eso el Proyecto de Vida se irá modificando según los avances que vayas
haciendo.

Es recomendable que dediques un día al mes para evaluarte generalmente y replantear el trabajo. Esta
evaluación será muy efectiva a la hora de valorar los logros y los fracasos. Y a partir de ella podrás redoblar
los esfuerzos, siempre motivado por alcanzar al Maestro.

Es muy probable que con el transcurrir del tiempo tu Proyecto asuma rasgos personales cada vez más
simplificados. Poco a poco irá alcanzando aquella sencillez que es específicamente evangélica y que sería de
veras deseable. La experiencia demuestra que, en muchos casos, cada vez que se tiene en mano el Proyecto
para modificarlo, se tiende a simplificarlo.

Sencillez significa ausencia de ceremoniales, de apariencias y de superestructuras. Es la capacidad de poder


estar a solas con uno mismo en la multiplicidad de las ocupaciones o en el enredo de las muchas cosas por
hacer. Esta capacidad de simplificar, esta sencillez, es ciertamente un gran progreso espiritual.

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