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sociohistóricos vinculados
con la descendencia aborigen
en La Habana colonial
Approach to the processes sociohistóricos linked
with the aboriginal descendant in colonial Havana
LISETTE ROURA ÁLVAREZ
O LIC. ESPECIALISTA EN ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA, GABINETE DE ARQUEOLOGÍA DE LA OHC.
roura@patrimonio.ohc.cu
RESUMEN. Escasos resultan los estudios histórico- ABSTRACT. There are just a few historical and archaeo-
arqueológicos vinculados con los aborígenes y logical studies involving the aboriginals and their
sus descendientes, habitantes de La Habana y descendants who lived in Havana and Guanaba-
Guanabacoa durante los siglos XVI, XVII y XVIII. coa back in the 16th, 17th and 18th centuries. The
La aparición de cerámicas y otros artefactos con appearance of pottery and other artifacts, possibly
características de presumible filiación indígena linked with the natives, allows going deeper into the
permiten adentrarnos en procesos sociohistóri- social and historical processes of the development
cos por los cuales transitaron los componentes of this important group, obviously a part of the
de este importante grupo, parte integrante de melting pot that eventually produced our culture.
nuestro ajiaco cultural. Dentro de estos procesos Intermingling and transculturation were identi-
se identifican el mestizaje y la transculturación fied as the most significant among the processes
como los más significativos, en los cuales se aden- being researched.
tra esta investigación.
KEYWORDS: Indians, History, Archaeology, intermingling,
PALABRAS CLAVE: Indios, Historia, Arqueología, mestizaje, transculturation.
transculturación.
RECIBIDO: 16 | 06 | 2014
APROBADO: 20 | 01 | 2015
Roura Álvarez, Lisette: “Acercamiento a los procesos sociohistóricos vinculados con la descendencia aborigen en La
Habana colonial”. Boletín del Archivo Nacional, enero-diciembre 2014, pp, 132-144, La Habana, Cuba.
obtenida a partir de una porción de jadeíta, lar –en muchos casos de tamaños mayores
sumergidores de redes, piedras de chispa que las prehispánicas–, el fondo convexo,
reutilizadas como instrumentos líticos, y algunas asas de cornamusa y la ocasional
cuentas para collares confeccionadas en presencia de decoración incisa en el bor-
vértebras de pescados y cerámica mayóli- de para indicar su origen. Es constatable
ca española. De igual forma, otro grupo de cómo el universo cosmogónico y teogónico
artefactos, procedentes de las excavaciones de los indios fue proscrito y reemplazado a
efectuadas en el Centro Histórico de Gua- la fuerza por la cultura cristiana.
nabacoa, se vincula con los fundadores de La convivencia entre indios y negros, ya
esta villa. sea en el poblado de Guanabacoa o dentro
Las referencias documentales de nues- de La Habana, más allá de las prohibicio-
tros indígenas y sus descendientes se evi- nes y problemas que este fenómeno gene-
dencian aún en el siglo XVIII, cronología que ró, trajo consigo que no deba descartarse la
coincide con la de la burda y omnipresente posibilidad de mezclas interraciales entre
cerámica utilitaria acordelada exhumada ellos. José Antonio Saco afirmaba que los
en los contextos arqueológicos habaneros, primeros esclavos negros fueron introdu-
último remanente quizás de aquellos que cidos en Cuba entre 1512 y 1514, necesarios
primero poblaron nuestra capital. La otrora en la sustitución de los indios que no cons-
villa San Cristóbal de La Habana fue terri- tituían número suficiente para enfrentar las
torio donde residieron un buen número de construcciones de las villas recién fundadas
ellos y a pesar de su concentración en áreas (José A. Saco 1938; citado por Fernando Or-
guanabacoenses, los contextos intervenidos tiz, 1991:319). Sin embargo, aunque se re-
en el Centro Histórico de La Habana Vieja porta que el primer arribo masivo de estos
demuestran la convivencia entre europeos, a la Isla fue en 1524 para los trabajos en las
africanos y aborígenes, y la pervivencia del minas de oro de Jagua, la petición para su
menaje cultural autóctono, independiente- entrada fue ejecutada desde 1511, así como
mente de las tecnologías importadas desde la autorización para cuatro negros dada al
Europa. contador de Cuba, Amador de Lares, por
Sin dudas, la Cerámica de Transcul- real cédula de 19 de junio de 1513 (Fernando
turación, retipificada como Cerámica de Ortiz, 1991:323).
Tradición Aborigen, constituye el elemen- Es lógico argüir que los primeros cima-
to más representativo de este grupo so- rrones de Cuba hayan sido aborígenes, quie-
cial en las excavaciones arqueológicas, en nes luego junto a los africanos, convivieron
contextos de gran diversidad en cuanto a en los montes, refugiándose y cuidándose
ubicación espacial y trascendencia social, mutuamente. El indio conocía la geografía y
por lo que fue utilizada tanto en las cocinas las técnicas de supervivencia en los campos
pertenecientes a personas de condición cubanos, dotados de conocimientos acu-
humilde, como en los inmuebles de indi- mulados y transmitidos a través del inter-
viduos adinerados. Este material se ha en- cambio intergeneracional. La flora, la fauna
contrado en edificaciones con funcionali- y los refugios naturales fueron explotados
dades significativas específicas para la vida por quienes compartían el status como es-
colonial habanera, como la casa del Conde clavos, gracias a un proceso de reciproci-
de Villanueva y la casa del Conde de Casa dad y conveniencia mutua con anterioridad
Calderón, así como en muchas otras que a 1552, año en que fueron declarados oficial-
argumentan una gran utilización en la ma- mente libres los indígenas cubanos. Desde
yoría de las cocinas. En la generalidad de mediados del siglo XVI se pueden hallar en
los recipientes se mantuvo la forma circu- las Actas Capitulares del Ayuntamiento de
siglo XVI– y las épocas posteriores, pues las por excelencia de los aspectos de la realidad
características de las evidencias materiales social inmediata de producción y reproduc-
deben mostrarse en ambos cualitativamen- ción” (Iosvany Hernández, 2011:18-19).
te diferentes” (Alexis Rives, Lourdes S. Do-
mínguez y Melba Pérez; 1991:28). Transculturación indígena se denominó
(entonces) a la presencia y uso por parte de
Para el primer momento, consideramos españoles de objetos o aspectos culturales
válida la forma que plantea L. Domínguez de origen autóctono (y viceversa). De esta
(1978:36-37), de apreciar las evidencias ar- manera se tipificó y cosificó un proceso so-
queológicas a) cuando los materiales que ciocultural complejo y las posibilidades de
aparecen en el contexto se hallan en las ca- su estudio en base a evidencias materiales.
pas superficiales, no presentan variación en Con tal esquema a nivel artefactual, las in-
su forma ni huellas de uso b) cuando estos vestigaciones se dirigieron a exponer cómo
materiales se obtienen en niveles estrati- aparecía el material en los estratos de los ya-
gráficos, presentan cambios en sus formas, cimientos, a dilucidar la filiación cultural de
así como evidencias claras de que han sido los grupos involucrados y a identificar obje-
utilizados y/o son un producto nuevo de la tos que presentaban rasgos españoles e indí-
creación de ambo grupos. genas simultáneamente (Ibídem, p. 16).
Por el contrario, para el segundo “mo- Durante el período colonial, tres bloques
mento histórico”, a partir de la década de étnicamente separables, −el indígena, el
1530-1540, las evidencias materiales, según africano y el español−, chocarían para ge-
nuestro criterio, reflejarán cada vez menos nerar una realidad cultural enteramente
los rasgos “indohispánicos”, consistiendo nueva e independiente, en una escala cul-
fundamentalmente en objetos de proce- tural que Europa experimentó en más de
dencia europea, de manufactura africana, e cuatro milenios y Cuba en menos de cuatro
incluso si pudiera llamársele de esa mane- siglos. Es por ello que Ortiz afirmaba que la
ra, de origen criollo. No planteamos que no verdadera historia de Cuba es la historia de
puedan hallarse objetos con rasgos indios sus variadísimas transculturaciones.
o mezclados, éstos se identificarían por sí La mayoría de las investigaciones sobre
mismos, lo que sostenemos es que serían sitios “de contacto y transculturación” se
eminentemente vestigiales como demues- han estructurado sobre una base positivista,
tran hasta el presente los hechos (Ibídem). poseedoras de un importante componente
Esta clasificación constituyó el punto de descriptivo; aunque necesario, no mues-
partida de numerosos estudios arqueológi- tran la intencionalidad de ahondar en los
cos que versaron sobre la interacción entre procesos sociohistóricos. Asimismo, debe
aborígenes y europeos, estableciendo una considerarse la peligrosidad de las genera-
pauta metodológica en los análisis sobre lizaciones, que aunque imprescindibles, al
transculturalidad, observándose un mayor transitar de lo particular a lo general, ha de-
interés en el registro estratigráfico. “Pero, venido en la correspondencia de grupos de
estas distinciones en ningún momento sig- artefactos con etapas cronológicamente li-
nificaron el abandono de los presupuestos neales dentro del proceso transcultural, que
ontológicos y epistemológicos que funda- resultan en el acomodamiento y repetición
mentaron la actividad verificacionista de los por parte de investigadores que no se su-
estudios. En todo caso, se creía que el pro- mergen en las particularidades de los yaci-
ceso tenía que manifestarse a nivel artefac- mientos arqueológicos trabajados. Aunque
tual, pues sin dudas estos son los portadores es cierto que este ordenamiento pudiera ser
efectivo para determinados sitios, estos po- como recurso de refugio y supervivencia,
seen especificidades que cualifican el grado como defensa ante los procesos de decul-
de complejidad de la interacción cultural turación y los mecanismos de hegemonía
entre indígenas y europeos. y dominio de las clases dominantes. Estos,
Una posición reduccionista puede argu- como es lógico, se concretizan en la cultura
mentar con facilidad la transculturación material, considerándose su papel activo en
como solución inmediata a la diversidad y cuestiones de identidad, y eje de incidencia
complejidad de los cambios culturales pro- y manifestación de las significaciones so-
ducto de la interacción social; no se toma ciales (Lisette Roura e Iosvany Hernández,
en cuenta el hecho de que cada individuo 2007:156) (FIG. 3).
o grupo de individuos pudo haber asimi- El poder impuesto sobre los aboríge-
lado/enfrentado el proceso “civilizatorio” nes habaneros, aislándolos de la población
de diferentes maneras, con matices, desde general en territorio guanabacoense des-
la identidad y la diferencia, de oposición de 1554, pone de manifiesto una ideología
y contradicción. De ahí que se argumente racista, negando en parte la evolución y el
una probable participación diferencial de, al cambio que marcan todos los aspectos de la
menos, una parte de los aborígenes habane- vida social y cultural. El culturalismo étni-
ros. Por tanto, cada producto de estos proce- co explicaría este fenómeno argumentando
sos es una manifestación diversa, según las que cada cultura se caracteriza por algunas
condiciones materiales y la situación histó- especificidades que tienen la naturaleza de
rica particular, con diferentes niveles de ob- invariantes transhistóricas, cuando real-
jetivación (Diana Iznaga, 1989:58-62). mente este puede conducir a la fragmenta-
Desde la representación de la propia cate- ción de identidades construidas histórica-
goría de transculturación y asumiendo que mente y a la negación de la posibilidad del
la imposición de costumbres e ideologías no intercambio intercultural y hasta la propia
debió haber sido bienvenida, sino más bien transculturación.13
resistida y rechazada –al menos, en la épo- Cada territorio posee particularidades
ca de la conquista y colonización de la Isla−, que pueden estar reflejadas o no en la cul-
se puede argüir que el resultado liminal tura material generada. La Habana, urbe de
conllevó al arraigo de los aborígenes a las complejísimas relaciones sociales a lo largo
maneras de hacer y producir que les eran de toda su existencia, fue testigo de cambios
habituales. La posición de resistencia de la
clase dominada resulta en el arraigo a los 13
Samir Amín: Culturalismo, etnicismo, resis-
patrones identitarios de su propia cultura, tencias culturales, (en línea) 2003:1
Figura 3. Fragmento de burén, gubia y raspador, hallados en las excavaciones realizadas en el Palacio
de los Marqueses de Arcos.
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