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Salud Mental y Psicoanálisis

La búsqueda de la dimensión subjetiva en Salud Mental.

Una mirada a la conceptualización sobre Salud mental de la OMS desde el psicoanálisis


de orientación lacaniana.

Universidad de Buenos Aires - Facultad de Psicología 

Nombre y Apellido del Alumno: Camila Yustes

Carrera: Licenciatura en Psicología

Nombre del Tutor: Fiochi Andrea 


Introducción
Como estudiante, durante las prácticas profesionales realizadas en diferentes
“Departamentos de Salud Mental” en servicios públicos, observé que el trabajo de los
profesionales era orientado mayormente desde el psicoanálisis lacaniano.

El término de salud mental no es un concepto propio del psicoanálisis y esto movilizó


una pregunta por los posibles sentidos que encierra este concepto desde el común de
políticas públicas, pero sobre todo para la práctica del psicoanálisis. Así como también
que implicancias tiene para el sujeto que recibe atención de profesionales de la salud
mental.

Para lograr dicho propósito se toma como referente de salud mental la propuesta que
conceptualiza la OMS y las subyacentes políticas de acción pública que esta
organización propone. A su vez, la lectura de diferentes autores psicoanalistas de
orientación lacaniana, permite realizar una lectura de las coordenadas discursivas
propuestas por la OMS tomando como ejes para tal lectura un entrecruzamiento de los
conceptos: estado de bienestar- síntoma -trastorno mental - sujeto.

Palabras clave: Salud mental - OMS- Bienestar- Trastorno mental – Psicoanálisis


– Síntoma - Sujeto

Planteo del problema

a. Su estructura general
La Organización Mundial de la Salud (OMS) brinda una definición de Salud mental:

un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias


capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de
forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su
comunidad.

 La dimensión positiva de la salud mental se destaca en la definición de salud


que figura en la Constitución de la OMS: «La salud es un estado de completo
bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o
enfermedades. (Organización Mundial de la Salud, 2013)

A sí mismo, la Constitución de la OMS afirma que “el goce del grado máximo de salud
que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano.” 
(Organización Mundial de la Salud, 2017)

Sin embargo, esta definición no parece contemplar en su definición la dimensión del


padecimiento humano. Esto es porque la OMS, hace una división tajante entre aquellos
que tienen salud mental y aquellos que no la tienen. Estos últimos, son lo que tienen
“problemas de salud mental” o bien “Trastornos de salud mental”.
Desde el Psicoanálisis que fundó Sigmund Freud, a partir de la formulación del
concepto de “inconsciente”, se propone que detrás de la mente humana existen
mecanismos no evidentes o conscientes, capaces de generar alteraciones psiquiátricas
sin embargo “el yo no es el amo en su propia casa” (Freud, 1917, Pág. 129-135) por lo
cual la dimensión de salud en término de capacidad o voluntad consciente, es un
concepto que se puede someter a revisión en el siguiente trabajo a la luz de la
perspectiva psicoanalítica.

La posición de Freud, respecto de la clasificación entre enfermos y sanos/ normales es


contundente:

Todos estamos enfermos, o sea, que todos somos neuróticos, puesto que las
condiciones para la formación de síntomas pueden pesquisarse también en las
personas normales. Ya sabemos que los síntomas neuróticos son el resultado de
un conflicto que se libra en torno de una nueva modalidad de la satisfacción
pulsional (Freud, 1993, pág. 326)

Freud explicó la dimensión del sufrimiento mental partiendo del síntoma:

Los síntomas —nos ocupamos aquí, desde luego, de síntomas psíquicos (o


psicógenos) y de enfermedades psíquicas—son actos perjudiciales o, al menos,
inútiles para la vida en su conjunto; a menudo la persona se queja de que los
realiza contra su voluntad, y conllevan displacer o sufrimiento para ella. Su
principal perjuicio consiste en el gasto anímico que ellos mismos cuestan y,
además, en el que se necesita para combatirlos. (Freud, 1993, pág. 326)

Tanto Freud como sus pacientes atravesaron los mismos sucesos que desembocaron en
la ulterior definición de “Salud Mental”, sin embargo, las ideas y conceptualizaciones
acerca del sujeto que acude a la consulta difieren de los fundamentos que demarcan el
campo de la salud mental a partir de la OMS.

Algunas de las más evidentes diferencias que pueden nombrarse entre psicoanálisis y la
definición de salud mental de la OMS son: en el primero no se habla de bienestar, sino
de placer y displacer, el concepto de síntoma viene a cumplir una función que tiene una
especificidad que no es posible de disolver voluntariamente o por la aplicación de
protocolos y por último el lugar que se le otorga al vínculo entre paciente y profesional
es bien distinto si uno se para desde una u otra perspectiva teórica.

Autores de la corriente psicoanalítica francesa como Jacques Alain Miller, Hebe Tizio y
Eric Laurent ponen en cuestión las implicancias de una práctica orientada desde
la definición de salud de la OMS, sobre todo en el punto de la dimensión subjetiva.

Siendo que el psicoanálisis no es una práctica específica de salud mental, entendemos


que de todos modos el psicoanálisis de orientación lacaniana tiene un rol en la atención
del sujeto de salud mental. Esta práctica tiene por orientación la búsqueda de la
dimensión subjetiva. Lo que sostiene a los profesionales del psicoanálisis en el ámbito
de la salud mental, es la fecundidad de que dicha búsqueda suceda a partir del pedido
ayuda que realiza el paciente de salud mental en dichas instituciones.

De esta manera nos queda posibilitada la siguiente pregunta guía de la investigación:


Desde la teoría psicoanalítica de orientación lacaniana, ¿Qué lectura se puede
realizar de la conceptualización de salud mental propuesta por la OMS?
tomando como ejes para tal lectura: estado de bienestar- síntoma -trastorno
mental - sujeto.

b. Los interrogantes particulares:


Desagregando el punto anterior, es posible reconocer problemas más específicos como:

1) ¿Qué sentido es posible otorgar desde la perspectiva psicoanalítica al concepto


“estado de bienestar” presente en la definición de salud de la OMS?

2) ¿Cómo se entiende la noción de síntoma desde la OMS y como se entiende desde el


psicoanálisis?

3) ¿Qué tipo de sujeto se construye a partir de la noción de trastorno mental propuesta


por la OMS y que tipo de sujeto teoriza la perspectiva psicoanalítica?

Antecedentes/Estado del arte


 Se han encontrado variadas referencias que se acercan a la temática que en el presente
trabajo se busca trabajar, entre ellas;

Jacques Alain Miller y el Sujeto del Psicoanálisis

Las Jornadas sobre “Salud mental y psicoanálisis” tuvieron lugar en Sevilla en el año
1988, en un contexto donde comenzaba la reforma psiquiátrica. 

En la transcripción de la Conferencia de Clausura que brindó Miller, en un primer


momento, plantea que Salud mental y Orden público se encuentran íntimamente
relacionados, que los parámetros de salud mental mantienen un lugar común con el
orden público y grafica las instituciones psiquiátricas como lugares en los cuales entrar
y salir depende siempre de un otro que así lo determine.

A su vez, pone de relieve la cuestión de la responsabilidad, evidenciando que las


instituciones de salud mental terminan por emparentarse con otras instituciones de
control que deciden, de acuerdo al orden jurídico, el grado de responsabilidad de los
sujetos sobre sus actos.

En un segundo momento, Miller pone de manifiesto cómo en verdad, salud mental y


orden público no coinciden demasiado. El autor observa que la neurosis obsesiva y la
paranoia resultan ser no sólo compatibles sino estar perfectamente integradas en el
orden público y social siendo también fuente de aportaciones notables en el orden
cultural y moral, es decir, siendo propiamente parte integrante, constitutiva, del orden
social.
A partir de dicha observación, Miller expone que lo que está más acorde al orden social,
es la enfermedad y no la salud. La enfermedad que se origina en una culpa, generadora
del lazo social. Dicha culpa que es mítica, es fundamento de la Ley y de la sociedad en
el inconsciente de cada sujeto.

La conclusión de Miller es que el psicoanálisis se aleja de la salud mental porque


supone a cada sujeto, y al lazo social mismo, enfermo de una culpa que los constituye:

Llegados a este punto (...) podemos tomar una posición unívoca con
respecto a la relación entre el psicoanálisis y la salud mental: el
psicoanalista, como tal, no es un trabajador de la salud mental y quizás
sea éste precisamente el secreto del psicoanálisis. A pesar de lo que se
pueda pensar y decir en términos de utilidad social para justificar ese
trabajo, el secreto del psicoanálisis es que no se trata de salud mental. El
psicoanalista no puede ni dar, ni prometer la salud mental (Miller, J. A.
1988, Pág. 8).

Eric Laurent y la terapia analítica en relación a la terapia de Salud mental

Eric Laurent en “Salud Mental y psicoanálisis” (2000), se ocupa de las relaciones y


las tensiones que surgen de estos dos grandes conceptos, asignándole al psicoanálisis y a
las instituciones analíticas una posición de responsabilidad. 

Muestra con gran originalidad un psicoanálisis posible que se compromete con


la exigencia de la época; que en vez de auto segregarse en su pequeña identidad,
sale y sostiene su presencia en una conversación con los otros y con los días,
ofreciendo no la cura analítica para todos, sino un lugar de uso posible para
todos. 

Ante los desafíos que presenta la Salud Mental, Eric Laurent explica por qué el
psicoanálisis es una práctica eficaz, y por qué puede seguir sosteniendo esta
eficacia -que, al presentarse como el revés del lugar del sentido dentro de la
civilización, tiene su importancia sobre el síntoma- especialmente en un siglo
XXI en el cual lo que no tenga eficacia no va a tener lugar. (Laurent, 2000)

Hebe Tizio, La función del Síntoma.

En el ciclo de conferencias sobre Psiquiatría y Psicoanálisis de la Facultad de


Ciencias Políticas y Sociología de Granada, La Licenciada en Psicología Clínica por la
UNLP y Doctora en la Universidad de Barcelona, presentó “La función del síntoma”
(2011).

Dicha conferencia abordó el discurso de la OMS y la psiquiatría actual comparándolo


con el discurso del Psicoanálisis, para ver el lugar que cada uno de estos le asigna al
síntoma proponiendo que esta sería la vía que revelase cómo se tratará la posición del
sujeto ante el sufrimiento.

En este marco, la conferencista aborda puntos tales como: la organización actual del
campo de la salud mental, la diferencia trastorno- síntoma, la función del síntoma y la
diferencia entre el síntoma social y el síntoma subjetivo.
Según Hebe Tizio:

El psicoanálisis no parte del enunciado del síntoma sino de su


funcionamiento. No se trata sólo de decir que el paciente tiene un TOC sino de
que el sujeto pueda conocer algo de su funcionamiento. Esta diferencia es
importante pues no es lo mismo el diagnóstico que hace el profesional que el
reconocimiento que tiene el sujeto de su padecimiento. Por eso el síntoma
analítico sólo queda constituido cuando el sujeto se apercibe de él, lo que quiere
decir que supone una causa y esto ya de alguna manera lo distancia del pathos y
hace aparecer algo del orden de la responsabilidad, no sabe qué le pasa, pero se
siente concernido por ello y se dirige a Otro a solicitar ayuda. Es el
consentimiento necesario para comenzar un trabajo y es la base de la
transferencia (Tizio Domínguez, 2011).

Trama teórica
Para la producción de este trabajo final se tomará como trama de referencia conceptual
textos de diversos autores que presentan una orientación principalmente psicoanalítica
lacaniana, y que servirán como sustento del planteo que se propone abordar, siendo el
principal lineamiento una articulación posible entre los conceptos de “síntoma”,
“sujeto”, “placer- displacer” (propios del psicoanalisis) y los conceptos definidos por la
OMS de “ salud mental” , “trastorno mental”, “ estado de bienestar”.

Para las definiciones que involucran la postura de la Organización Mundial de la Salud


se tomará como fuente principal la página web de la OMS, y sus diferentes artículos ahí
mismos publicados.

Para los diferentes conceptos psicoanalíticos con los que se construyen los
entrecruzamientos posibles se utilizará bibliografía de diferentes momentos en la obra
de Sigmund Freud y Escritos de Jacques Lacan.

En primer lugar, a modo de contextualización se introduce la noción de Salud mental


desde La Organización mundial de la salud:

un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias


capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de
forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su
comunidad.

 La dimensión positiva de la salud mental se destaca en la definición de salud


que figura en la Constitución de la OMS: «La salud es un estado de completo
bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o
enfermedades. (Organización Mundial de la Salud, 2013)

La segunda Guerra Mundial, dejó a Europa devastada y con ello una gran cantidad de
personas afectadas en su salud psíquica, la profundización del llamado “Estado de
Bienestar” introdujo el cambio de paradigma, desde aquel donde las “enfermedades
mentales” eran de unos pocos encerrados en el manicomio a un paradigma por fomentar
la salud de la población por sustento y obra de la intervención estatal, este higienismo
dio lugar a que surgiera el campo de la Salud Mental.

En 1948 en Londres, se fundó la Federación Internacional por la Salud Mental allí se


dio el primer “Congreso de Salud Mental”. Con esto se buscó la transformación
científica y política en los abordajes de los padecimientos mentales a través de
las políticas de Salud Mental. Se puede mencionar que esto tenía aparejados motivos
económicos, ya que la mitad de las camas de internación de entonces estaban ocupadas
por “enfermos mentales” en manicomios para el resto de su vida.

En 1948 también se creó la Organización Mundial de la Salud (OMS). La Salud Mental


y la Salud mantendrían a partir de allí una estrecha relación. La OMS, defendió la
necesidad del pasaje de la “Psiquiatría” a la “Salud Mental”, de acuerdo al tipo de
“Estado de Bienestar” que se iba consolidando en cada país. El consenso de este
movimiento era buscar alternativas al manicomio, mediante la prevención y promoción
de la Salud Mental en la comunidad.

En 1953 la OMS recomendó la transformación en comunidades terapéuticas de todos


los hospitales psiquiátricos, lo cual fue cumplido parcialmente y de acuerdo las
posibilidades, sobre todo económicas, de los países participantes.

En la actualidad la OMS clasifica la salud mental entre buena y mala, el parámetro para
la primera está implícita en el cumplimiento de todos los términos mencionados en la
misma definición de salud mental. En cuanto a la “mala” salud mental encontramos:

La mala salud mental se asocia asimismo a los cambios sociales rápidos,


a las condiciones de trabajo estresantes, a la discriminación de género, a
la exclusión social, a los modos de vida poco saludables, a los riesgos de
violencia y mala salud física y a las violaciones de los derechos
humanos.

También hay factores de la personalidad y psicológicos específicos que


hacen que una persona sea más vulnerable a los trastornos mentales. Por
último, los trastornos mentales también tienen causas de carácter
biológico, dependientes, por ejemplo, d}e factores genéticos o de
desequilibrios bioquímicos cerebrales. (OMS, Sitio Web de la
Organización Mundial de la Salud, 2018) 1

Trastorno Mental y Síntoma para la OMS:

Desde el archivo de preguntas y respuestas en línea del sitio web de la OMS podemos
encontrar la siguiente definición de “trastorno mental”:

Un trastorno mental o del comportamiento se caracteriza por una


perturbación de la actividad intelectual, el estado de ánimo o el
comportamiento que no se ajusta a las creencias y las normas culturales.
En la mayoría de los casos, los síntomas van acompañados de angustia e
interferencia con las funciones personales.

1
Recuperado de: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-strengthening-
our-response. Visto por última vez: 4/02/2020
Los trastornos mentales producen síntomas que son observables para la
persona afectada o las personas de su entorno. (OMS, 2006)2

Para la OMS la gran mayoría de los trastornos mentales puede diagnosticarse y tratarse
eficazmente. (OMS, 2006)

Por último, los síntomas en la OMS son entendidos en términos de signos observables
que afectan a la persona, y se clasifican en:

● síntomas físicos (dolores, trastornos del sueño)


● síntomas afectivos (tristeza, miedo, ansiedad)
● síntomas cognitivos (dificultad para pensar con claridad,
creencias anormales, alteraciones de la memoria)
● síntomas del comportamiento (conducta agresiva, incapacidad
para realizar las tareas corrientes de la vida diaria, abuso de
sustancias)
● Alteraciones perceptivas (percepción visual o auditiva de cosas
que otras personas no ven u oyen)
Los signos precoces específicos varían de un trastorno mental a otro. (OMS,
2006)

Desde la perspectiva del psicoanálisis se propone una aproximación conceptual de la


noción de salud, bienestar, enfermedad, síntoma y sujeto desde Sigmund Freud.

El término “salud mental” no sería empleado formalmente hasta 1948, es decir, después
de la muerte de Freud (1939). Sin embargo, tanto los sucesos históricos (primera y
segunda guerra mundial) como el impacto social de los mismos, que dieron causa a la
formación de la OMS con su respectiva noción de “salud mental”, fueron vivenciados
por el mismo Freud y sus pacientes. Estos sucesos le han generado interrogantes que
contribuyeron al vasto corpus teórico de la teoría psicoanalítica, el cual brinda sus
propias respuestas.

Freud observó una prevalencia del displacer en los seres humanos independientemente
de su contexto. En “Más allá del principio del placer” (1920), resume: “en el alma
existe una fuerte tendencia al principio de placer, pero ciertas otras fuerzas o
constelaciones la contrarían, de suerte que el resultado final no siempre puede
corresponder a la tendencia al placer” (Freud, 1920, pág. 9).

Por otra parte, continúa:

Si uno se representa en su totalidad el cuadro que componen los fenómenos del


masoquismo inmanente de tantas personas, la reacción terapéutica negativa y la
conciencia de culpa de los neuróticos, no podrá ya sustentar la creencia de que el
acontecer anímico es gobernado exclusivamente por el afán de placer” (Freud,
1920, Pág. 200).

Freud, brindó una posible respuesta que explicara esta ambivalencia y para esto sitúa
una oposición básica existente en todo ser humano, entre pulsión de vida y pulsión de
muerte “Ambas variedades de pulsiones, el Eros y la pulsión de muerte actuarían y
2
"Recuperado de: https://www.who.int/features/qa/38/es/. Visto por última vez: 4/02/2020
trabajarían una en contra de la otra desde la génesis misma de la vida” (Freud, 1920-
1922, pág. 254).

Las dos pulsiones fundamentales son antagónicas, o pueden hallarse combinadas. Este
acuerdo y este antagonismo de las pulsiones fundamentales confiere justamente a los
fenómenos de la vida toda su diversidad característica, la vida misma parece ser una
batalla y un compromiso entre estas dos tendencias.

En el mismo texto Freud (1920) describe los principios que rigen el accionar de la
pulsión de muerte. Dichos principios son:

- Principio de Nirvana: por este principio se tiende a reducir las tensiones a cero.
(concepto tomado por Freud de Bárbara Law)

- Principio del placer:

En la teoría psicoanalítica adoptamos sin reservas el supuesto de que el decurso


de los procesos anímicos es regulado automáticamente por el principio de placer.
Vale decir: creemos que en todos los casos lo pone en marcha una tensión
displacentera, y después adopta tal orientación que su resultado final coincide
con una disminución de aquella, esto es, con una evitación de displacer o una
producción de placer. (Freud, 1920-1922, pág. 7)

- Principio de realidad: “exige y consigue posponer la satisfacción, renunciar a diversas


posibilidades de lograrla y tolerar provisionalmente el displacer en el largo rodeo hacia
el placer”. (Freud, 1920-1922, pág. 10)

En 1927, en el texto “El Malestar en la Cultura”, Freud se pregunta “¿Qué es lo que los
seres humanos mismos dejan discernir, por su conducta, como fin y propósito de su
vida? ¿Qué es lo que exigen de ella, lo que en ella quieren alcanzar?” (Freud, 1927, pág.
76).

Reconoce que no es de fácil respuesta su pregunta. Los seres humanos pretenden


alcanzar la dicha y la felicidad, aunque la misma no sea sostenible por largos periodos
de tiempo y sólo puede observarse como momentos de felicidad. Ubica los momentos
de felicidad como aquellos gobernados por el principio del placer, y enuncia:

Es absolutamente irrealizable, las disposiciones del Todo —sin excepción— lo


contrarían […]Lo que en sentido estricto se llama «felicidad» corresponde a la
satisfacción más bien repentina de necesidades retenidas, con alto grado de
estasis, y por su propia naturaleza sólo es posible como un fenómeno episódico
(Freud, 1927, pág. 76)

En 1890, en su texto “Tratamiento Psíquico”, Freud escribe “Sólo tras estudiar lo


patológico se aprende a comprender lo normal” (Freud, Tratamiento Psíquico, en
Sigmund Freud Obras Completas, vol I., 1890, pág. 118).

Freud propone que las causas de los llamados “estados patológicos” de las histéricas
tienen una fuerte relación con las “condiciones anímicas” y son alteraciones
“funcionales” es decir no por lesión orgánica. Ya en ese entonces este autor demarca lo
que será una posición distintiva respecto de los síntomas en el campo del psicoanálisis,
para Freud es una evidente injusticia tener mayor respeto por los dolores que produce
una herida o una enfermedad que por los dolores que produce “la imaginación” (Freud,
Tratamiento Psíquico, en Sigmund Freud Obras Completas, vol I., 1890).

En textos como “Sobre el mecanismo psíquico de fenómenos histéricos" (1893), “Las


neuropsicosis de defensa" (1894), "Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de
defensa" (1896) y "La etiología de la histeria" (1896), Freud propone que el síntoma
está relacionado etiológicamente a un trauma psíquico.

En los síntomas histéricos habría una representación cargada con intenso afecto al cual,
habiéndole impedido el acceso a la conciencia, su abreacción se produce por medio de
una inervación corporal, el síntoma como vía opcional para dar un lugar a aquellas
representaciones patógenas, da lugar a una conversión.

En el texto “Sobre psicoterapia de la histeria” (1893) Freud propone la ”existencia de


motivos escondidos, inconscientes” para la enfermedad, sin embargo también indica que
“ es preciso librarse del prejuicio teórico de que uno trataría con cerebros anormales de
dégénérés {degenerados} y déséquilibrés {desequilibrados}” (Freud, 1893, pág. 298).

En "Tres ensayos de teoría sexual" (1905), el síntoma adquiere una nueva cara: allí
Freud pronuncia “Los fenómenos patológicos son, dicho llanamente, la práctica sexual
de los enfermos” (Freud, 1905. Pág. 100) e introduce la noción de que éste es el
resultado de un “conflicto psíquico”.

En la "Conferencia 17: El sentido de los síntomas" (1916-1917) se refuerza la idea de


que el psicoanálisis tiene por orientación el síntoma:

En la exposición anterior desarrollé la idea de que la psiquiatría hace muy poco


caso de la forma de manifestación y del contenido del síntoma individual, pero
que el psicoanálisis arranca justamente de ahí y ha sido el primero en comprobar
que el síntoma es rico en sentido y se entrama con el vivenciar del enfermo
(Freud, 1916-1917, pág. 235).

Freud no deja de reconocer lo inconveniente de ellos, en tanto:

Los síntomas —nos ocupamos aquí, desde luego, de síntomas psíquicos (o


psicógenos) y de enfermedades psíquicas—son actos perjudiciales o, al menos,
inútiles para la vida en su conjunto; a menudo la persona se queja de que los
realiza contra su voluntad, y conllevan displacer o sufrimiento para ella. Su
principal perjuicio consiste en el gasto anímico que ellos mismos cuestan y,
además, en el que se necesita para combatirlos. Si la formación de síntomas es
extensa, estos dos costos pueden traer como consecuencia un extraordinario
empobrecimiento de la persona en cuanto a energía anímica disponible y, por
tanto, su parálisis para todas las tareas importantes de la vida. (Freud, 1916-
1917, pág. 326)

La posición de Freud respecto de la clasificación entre enfermos y sanos/ normales es


contundente:

Todos estamos enfermos, o sea, que todos somos neuróticos, puesto que las
condiciones para la formación de síntomas pueden pesquisarse también en las
personas normales. Ya sabemos que los síntomas neuróticos son el resultado de
un conflicto que se libra en torno de una nueva modalidad de la satisfacción
pulsional (Freud, 1916-1917, pág. 326).

En "Análisis terminable e interminable", anuncia que ante la enfermedad “la curación


misma es tratada por el yo como un peligro nuevo” (Freud, 1937, Pág. 240). Es decir
que, en este punto, se expone que existe una ganancia primaria en la enfermedad que
está ligada al masoquismo.

En cuanto a la conceptualización de Sujeto, quien le otorga el estatuto de concepto


dentro de la teoría psicoanalítica es Lacan, sin embargo, puede decirse que Freud sienta
las bases para su formulación, proponiendo el descentramiento del yo como fuente de
todos los actos humanos y puede resumirse tal como lo expresa en “Una dificultad del
psicoanálisis” de la siguiente manera: “el yo no es el amo en su propia casa” (Freud,
1917, Pág. 129-135).

El concepto de “Yo” pertenece a la segunda tópica freudiana “Yo, Superyó y Ello”


donde:

Ahora se elevan a la categoría de instancias del aparato psíquico las partes que
intervienen en el conflicto, el yo como agente de la defensa, el superyó como
sistema de prohibiciones, el ello como polo pulsional. El paso de la primera
tópica a la segunda no implica que las nuevas «provincias» invaliden las
delimitaciones anteriores entre Inconsciente, Preconsciente y Consciente. Pero,
en la instancia del yo, vienen a agruparse funciones y procesos que, dentro del
marco de la primera tópica, se hallaban repartidos entre varios sistemas.”
(Laplanche & Pontalis, 1996, pág. 490)

La primera tópica freudiana dividía el aparato psíquico en tres lugares: “Consciente,


Preconsciente, e inconsciente”. Esto queda introducido en la segunda parte del libro
“La interpretación de los sueños” (1900) donde Freud da detallada definición de qué
lugar y función le otorga a cada uno de estos sistemas:

Lo inconsciente es lo psíquico verdaderamente real, nos es tan desconocido en


su naturaleza interna como lo real del mundo exterior, y nos es dado por los
datos de la conciencia de manera tan incompleta como lo es el mundo exterior
por las indicaciones de nuestros órganos sensoriales. […]Lo inconsciente existe
por tanto de dos modos, que no hallamos todavía separados por los psicólogos.
Uno y otro son inconsciente en el sentido de la psicología; pero en nuestra
concepción, uno, que llamamos Ice, es también insusceptible de conciencia,
mientras que el otro, preconsciente, recibió de nosotros ese nombre porque sus
excitaciones —por cierto, que obedeciendo también a ciertas reglas y quizá sólo
después de superar una nueva censura, pero sin miramiento por el sistema Ice—
pueden alcanzar la conciencia. […] ¿Qué papel resta en nuestro esquema a esa
conciencia antaño todopoderosa y que todo lo recubría? Ningún otro que el de
un órgano sensorial para la percepción de cualidades psíquicas (Freud, 1900,
pág. 603).

Con la caracterización de las instancias que hace Freud en el texto “El yo y ello”
(1923), el concepto de yo se amplía atribuyéndole las funciones del control de la
motilidad y de la percepción, prueba de la realidad, anticipación, ordenación temporal
de los procesos mentales, pensamiento racional, etc., pero también desconocimiento,
racionalización, defensa compulsiva contra las exigencias pulsionales:

El yo aparece esencialmente como un mediador que se esfuerza en atender


exigencias contradictorias; se halla sometido a una triple servidumbre, por lo
cual se encuentra amenazado por tres tipos de peligros: el proveniente del
mundo exterior, el de la libido del ello y el de la severidad del superyó
(Laplanche & Pontalis, 1996, pág. 491).

Por ultimo de Jacques Lacan tomaremos sus indagaciones respecto de la segregación


del enfermo mental, su reformulación del concepto de síntoma freudiano y por último la
conceptualización del sujeto del psicoanálisis.

Para aproximarnos a la posición de Jacques Lacan respecto de la salud mental,


tomaremos sus trabajos realizados en relación las enfermedades mentales. En el texto
“Acerca de la causalidad psíquica”(1946), critica la premisa de Henri Ey, que
explicaba en función de hechos orgánicos a las enfermedades mentales. 

El punto de crítica en este texto, es que hay algo que escapa al determinismo, y que
consiste en la donación o atribución de sentido. En otras palabras, en el padecimiento
mental le opone el orden de una realidad psíquica totalmente semántica al orden de la
realidad física. Este autor configura un sujeto que le otorga sentido a los fenómenos que
lo asaltan. No se trata de que se equivoque, o no, sobre la "objetividad" de lo que pasa a
su alrededor, o lo que le pasa a él mismo, sino que los signifique de cierto modo, que
"crea" en ese significado de cierto modo.

En la clase del 6 de enero de 1972, dictada en el Hospital de St. Anne, relaciona la


teoría de “los discursos” con la enfermedad mental y el síntoma. Refiriéndose a su texto
“Sobre la causalidad Psíquica”, recuerda su rechazo a la segregación de la enfermedad
mental, por estar “ligado al discurso del Amo” (Lacan, 1971-1972, pág. 17).

A su vez, propone que lo distintivo del discurso capitalista es el rechazo:

La Verwefung, el rechazo fuera de todos los campos de lo Simbólico, con lo que


ya dije que tiene como consecuencia. ¿El rechazo de qué? De la castración.
Todo orden, todo discurso que se entronca en el capitalismo, deja de lado lo que
llamaremos simplemente las cosas del amor, amigos míos”. (Lacan, 1971-1972,
pág. 27)

Respecto del Síntoma, es importante mencionar que este autor se reserva el término para
las estructuras neuróticas, cuando habla de las otras dos grandes estructuras, psicosis y
perversión, utiliza el término fenómenos y actos perversos respectivamente. Coincide
con Freud, y ubica los síntomas como una formación del inconsciente que constituye
una transacción entre dos intereses en conflicto.

La originalidad de Lacan reside en que entiende los síntomas neuróticos en términos


lingüísticos: "El síntoma se resuelve enteramente en un análisis del lenguaje porque el
síntoma está en sí mismo, estructurado como un lenguaje" (Lacan, 1953, pág. 258)

A lo largo de su obra, Lacan identifica al síntoma a diferentes rasgos del lenguaje. En


1953 dice que el síntoma es un “Significante”" (Lacan, 1953, pág. 270).
Desde 1962 en adelante se advierte en la obra de Lacan una tendencia gradual a
apartarse de la concepción lingüística del síntoma y acercarse a un enfoque que lo ve
como puro goce que no puede ser interpretado. En 1963 Lacan afirma que el síntoma, a
diferencia del acting out, no reclama interpretación; no es en sí mismo un llamado al
Otro, sino un puro goce que no se dirige a nadie “El síntoma, en su naturaleza, es goce,
no lo olvide, goce revestido, sin duda […] no los necesita a ustedes como el Acting out,
se basta a sí mismo. […] Dicho goce puede traducirse como Unlust- para quienes
todavía no lo hayan oído, este término alemán significa displacer.” (Lacan, 1962-1963,
pág. 139). Este cambio conceptual culmina en 1975 con la introducción del término
“Sinthome”.

Lacan le confiere estatuto conceptual al término “Sujeto” que se utiliza en el


psicoanálisis de orientación francesa. En el texto “La ciencia y la verdad” (1960), le da
al “sujeto” el estatuto de estructura en estado de escisión, cuya escisión es constituyente.
A su vez, le confiere a ese sujeto responsabilidad, en sus palabras “de nuestra posición
de sujeto somos siempre responsables" (Lacan, 2014, pág. 816).

El fundamento de la terapia psicoanalítica es para Lacan la demanda que el paciente


dirige a su analista, surgiendo toda demanda del deseo, ésta espera una respuesta: el
analizante supone que su analista lo sabe todo (Sujeto Supuesto Saber o S.S.S.). Su
demanda es la obtención de palabras que den solución a sus enigmas y sufrimientos. 
(Lacan, J. 1958. Pág. 565-626.)

Mientras que por otra parte Lacan sostiene que:

El psicoanálisis no es ni una Weltanschauung, ni una filosofía que pretende dar


la clave del universo. Está gobernado por un objetivo particular, históricamente
definido por la elaboración de la noción de sujeto. Plantea esta noción de una
nueva manera, conduciendo al sujeto a su dependencia significante (Lacan,
1964, pág. 85).

Hipótesis y Objetivos
General

El objetivo general de este trabajo final, es indagar los posibles sentidos de la definición
de Salud mental propuesta por la OMS a la luz de la teoría psicoanalítica lacaniana.

El supuesto desde el cual se parte es:

El psicoanálisis de orientación lacaniana posibilita una lectura de salud mental que


incluye la dimensión del sujeto para su atención.

Específicos     

 
● Indagar desde un marco teórico psicoanalítico el parámetro “estado de
Bienestar”, propuesto por la OMS como indicador de salud mental.
● Indagar la noción de síntoma que propone el Psicoanálisis de orientación
lacaniana, distinguiéndola de aquella que se desprende de la conceptualización
de trastorno mental propuesta por la OMS.

● Describir el tipo de sujeto que se construye a partir de la perspectiva de


“Trastorno Mental” de la OMS y de “Sujeto” entendido desde la perspectiva
psicoanalítica de la escuela francesa.

Metodología 
El presente estudio descriptivo de exploración bibliográfica se organiza en tres ejes
principales de desarrollo:

El primer eje, propone indagar desde un marco teórico psicoanalítico el parámetro


“estado de Bienestar” propuestos por la OMS como indicador de salud mental.

El segundo eje, busca indagar la noción de síntoma que propone el Psicoanálisis de


orientación lacaniana, distinguiéndola de aquella que se desprende de la
conceptualización de trastorno mental propuesta por la OMS.

El tercer eje, pretende describir el tipo de sujeto que se construye a partir de la


perspectiva de “Trastorno Mental” de la OMS y de “Sujeto” entendido desde la
perspectiva psicoanalítica de la escuela francesa.

Desarrollo
El estado de bienestar como concepto

La OMS propone que la salud mental es:

un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias


capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de
forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su
comunidad.

La dimensión positiva de la salud mental se destaca en la definición de salud que


figura en la Constitución de la OMS: «La salud es un estado de completo
bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o
enfermedades. «(Organización Mundial de la Salud, 2013)

¿Qué sentidos es posible otorgar desde el psicoanálisis al concepto “estado de


bienestar” presente en la definición de Salud Mental de la OMS?

De la definición de salud mental puede comprenderse que la misma descansa, tal y


como lo aclara la misma, en cierto grado de armonía entre tres instancias que conforman
lo que entiende la OMS como “salud”. Dicha armonía entre “lo físico, lo mental y lo
social” es planteada como en un estado de balance posible de alcanzar, un equilibrio que
da la idea de la existencia de una armonía posible.
El “estado de bienestar” no es un concepto psicoanalítico, sin embargo, como
acepciones similares en la bibliografía psicoanalítica, que comprendan la búsqueda de
cierta armonía o balance posible en la bibliografía de Freud encontramos que en el texto
“Mas allá del principio del placer” (1920) Freud introduce la cuestión del antagonismo
de las pulsiones de vida y pulsiones de muerte dónde “Ambas variedades de pulsiones,
el Eros y la pulsión de muerte actuarían y trabajarían una en contra de la otra desde la
génesis misma de la vida” (Freud, 1920-1922, pág. 254).

Por un lado, el nacimiento nos empuja a la vida, es decir, la pulsión de vida genera un
estímulo, una tensión, un “Trieb” que busca procurarse la satisfacción de las
necesidades, pero estas suelen verse limitadas en su realización completa por su
contraparte las pulsiones de muerte y en última instancia por la misma presencia de los
síntomas. La vida sería fuente de dolor, desorden, caos, tensión de la cual el sujeto
buscará librarse. Por otro lado, actuando en forma conjunta la tarea de las pulsiones de
muerte, dirigen todo su esfuerzo en eliminar aquello que aumenta la tensión psíquica,
tratando de reducirla al mínimo (Principio de Nirvana).

De esta manera un sentido posible para el estado de bienestar entendido desde la OMS
como una búsqueda de la armonía, como la recuperación de un balance, un sentimiento
de plenitud previo a la vida encuentra un sentido posible en el correlato psicoanalítico
en el trabajo de las pulsiones de muerte.

La propuesta desde el psicoanálisis es que alcanzar dicha armonía sería el equivalente a


reducir a cero todo estimulo. Dicho propósito conlleva alcanzar un estado semejante a la
muerte, un estado de paz que ha precedido a la estimulación, es decir, la recuperación de
un estado de alivio anterior a la vida.

Por su parte, en el texto “La ética del psicoanálisis”, Lacan deja una pregunta en
relación a la dirección de la cura en psicoanálisis:

“¿La perspectiva teórica y práctica de nuestra acción debe reducirse al ideal de una
armonización psicológica?” (Lacan, 2003, pág. 348).

Otra acepción posible de dicho “estado de bienestar” propuesto en la definición de


salud mental de la OMS, es el que propone Hebe Tizio (2011), como un enunciado que
promueve el derecho de los sujetos a ser felices. Freud se preguntó en el texto “El
malestar en la cultura”:

¿Qué es lo que los seres humanos mismos dejan discernir, por su conducta,
como fin y propósito de su vida? ¿Qué es lo que exigen de ella, lo que en ella
quieren alcanzar? No es difícil acertar con la respuesta: quieren alcanzar la
dicha, conseguir la felicidad y mantenerla”. (Freud,1930, pág. 76)

Su respuesta no es muy alentadora, para Freud la felicidad sólo se experimenta por


momentos, y en tal caso, dichos momentos corresponden a necesidades retenidas cuya
satisfacción es lo que se siente como felicidad:
Es absolutamente irrealizable, las disposiciones del Todo —sin excepción— lo
contrarían […]Lo que en sentido estricto se llama «felicidad» corresponde a la
satisfacción más bien repentina de necesidades retenidas, con alto grado de
estasis, y por su propia naturaleza sólo es posible como un fenómeno episódico
(Freud, 1927, pág. 76)

En “Más allá del principio del placer”, Freud nos llama la atención sobre otro factor
humano que se da en su práctica a repetición: a pesar de sus esfuerzos y los de sus
enfermos, hay algo que persiste como una intención de permanecer enfermo:

Si uno se representa en su totalidad el cuadro que componen los fenómenos del


masoquismo inmanente de tantas personas, la reacción terapéutica negativa y la
conciencia de culpa de los neuróticos, no podrá ya sustentar la creencia de que el
acontecer anímico es gobernado exclusivamente por el afán de placer (Freud,
1920, Pág. 200).

Desde el psicoanálisis de orientación lacaniana el estado de armonía o la búsqueda y


permanencia en un estado de felicidad no puede sostenerse como un ideal que prevalece
de forma constante, en tanto que en el ser humano existe un malestar pulsante, que se
presentifica a pesar del accionar consciente de los sujetos, ocasionando “infelicidad”. La
misma se encuentra íntimamente relacionada con el concepto de “síntoma”.

Las categorías de Síntoma de la OMS y la función del Síntoma en la teoría


psicoanalítica.

Desde hace unos años se trata de


reemplazar al síntoma por la
personalidad, y se califica lo ineliminable
de la neurosis como personalidad.
En la perspectiva psicoanalítica hay algo
ineliminable, en lo que al sujeto neurótico
se refiere; son las estructuras del deseo.
Lo que el Psicoanálisis llama deseo
parece algo difícilmente eliminable.
El deseo, en el neurótico, presenta una
serie de imposibilidades. (Laurent, 2000)

En el sitio web de la OMS, en el apartado sobre “ ¿cómo detectar trastornos


mentales?”(2006) se refleja el concepto de síntoma en términos de:

Signos observables que afectan a la persona, y se clasifican en:


● síntomas físicos (dolores, trastornos del sueño)
● síntomas afectivos (tristeza, miedo, ansiedad)
● síntomas cognitivos (dificultad para pensar con claridad,
creencias anormales, alteraciones de la memoria)
● síntomas del comportamiento (conducta agresiva, incapacidad
para realizar las tareas corrientes de la vida diaria, abuso de
sustancias)
● Alteraciones perceptivas (percepción visual o auditiva de cosas
que otras personas no ven u oyen)
Los signos precoces específicos varían de un trastorno mental a otro. (OMS,
2006)3

Una primera diferencia entre el síntoma entendido como una clasificación de


observables y el síntoma que describe Freud, es el lugar que este ocupa en la dirección
de la cura. “La psiquiatría hace muy poco caso de la forma de manifestación y del
contenido del síntoma individual, pero que el psicoanálisis arranca justamente de ahí y
ha sido el primero en comprobar que el síntoma es rico en sentido y se entrama con el
vivenciar del enfermo” (Freud S., 1993, pág. 235)
Freud no deja de reconocer que el síntoma conlleva un gasto energético para la
economía psíquica, reconoce que a causa de los síntomas encontramos un sujeto
empobrecido:

Los síntomas —nos ocupamos aquí, desde luego, de síntomas psíquicos (o


psicógenos) y de enfermedades psíquicas—son actos perjudiciales o, al menos,
inútiles para la vida en su conjunto; a menudo la persona se queja de que los
realiza contra su voluntad, y conllevan displacer o sufrimiento para ella. Su
principal perjuicio consiste en el gasto anímico que ellos mismos cuestan y,
además, en el que se necesita para combatirlos. Si la formación de síntomas es
extensa, estos dos costos pueden traer como consecuencia un extraordinario
empobrecimiento de la persona en cuanto a energía anímica disponible y, por
tanto, su parálisis para todas las tareas importantes de la vida.” (Freud S, 1993,
pág. 326)

Sin embargo, el descubrimiento del inconsciente, elimina del plano de posibilidades la


exigencia de voluntad y conciencia en lo ateniente a las condiciones para la formación
de síntomas e incluso el deseo de eliminarlos:

Todos estamos enfermos, o sea, que todos somos neuróticos, puesto que las
condiciones para la formación de síntomas pueden pesquisarse también en las
personas normales. Ya sabemos que los síntomas neuróticos son el resultado de
un conflicto que se libra en torno de una nueva modalidad de la satisfacción
pulsional (Freud S, 1993, pág. 326).

Por otra parte, Freud le otorga al padecimiento por vía del síntoma un sentido, uno
sexual. Cuando hablamos de síntoma entendemos que en él hay algo propio del sujeto,
que se realiza una satisfacción pulsional, aunque esta sea en forma de padecimiento. A

3
Recuperado de: https://www.who.int/features/qa/38/es/. Visto por última vez: 4/02/2020
tal punto que podemos decir que “Los fenómenos patológicos son, dicho llanamente, la
práctica sexual de los enfermos” (Freud, 1905. Pág. 100).

En ese sentido, el síntoma funciona como la solución a un conflicto: “Las dos fuerzas
que se han enemistado vuelven a coincidir en el síntoma; se reconcilian, por así decir,
gracias al compromiso de la formación de síntoma. Por eso el síntoma es tan resistente”
(Freud S. , 1993, pág. 326)

Freud descubre que hasta tal punto el síntoma puede volverse resistente, que puede
formar parte de lo que el sujeto reconoce como parte de sí mismo, parte de su carácter,
por la cual “la curación misma es tratada por el yo como un peligro” (Freud,  1937, Pág.
240).

En la teoría psicoanalítica el síntoma tiene una función:

El síntoma tiene una función nodal en la economía psíquica, la idea de síntoma


pasa de la concepción como algo patológico, a la idea de síntoma como un
anudamiento. Esto quiere decir, que para el ser humano las cosas no vienen
dadas, tiene que buscarse la vida, algo tiene que anudarse para él y tomar un
sentido e interesarse. En este momento hay dificultades, desde el lado social,
para la fijación. Freud, dijo que la pulsión no tiene un objeto fijado. Algo tiene
que enlazarse fijarse, y una vez que sucede a ese anudamiento lo llamamos
también síntoma.” (Tizio, 2011, Min 35, 26")4

Lacan tiene en su revisión de los textos de Freud un aporte más al sentido del síntoma
en psicoanálisis en relación al lugar que puede tener el analista con respecto del
síntoma:

“El síntoma, en su naturaleza, es goce, no lo olvide, goce revestido, sin duda […] no los
necesita a ustedes como el Acting out, se basta a sí mismo. […] Dicho goce puede
traducirse como Unlust- para quienes todavía no lo hayan oído, este término alemán
significa displacer.” (Lacan, 1962-1963, pág. 139).

En dicha frase, Lacan se dirige a los analistas, les está marcando el terreno de trabajo.
“El síntoma no los necesita a ustedes” quiere decir que no está en relación a otro, en él
se realiza un goce y en él se basta. Lo cual nos brinda la posibilidad de hacer una
diferencia entre el “síntoma” que padece un sujeto, y el “síntoma analítico”.

Si el síntoma es goce revestido, y el goce es displacer, cuando un sujeto manifiesta un


síntoma, Lacan está señalando que éste le ha dado tratamiento al goce, le ha dado
sentido al displacer, lo ha vuelto simbólico.

4
Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=d1c1H6Qjasc&t=22s. Visto por última vez:
5/02/2020
Esto es otro punto de diferencia entre la noción de síntoma entendido desde la OMS,
como un observable que sirve para orientar el tratamiento según encaje en determinada
clasificación de trastorno mental y el sentido del síntoma en términos psicoanalíticos, en
tanto que el mismo tiene algo para decir del sujeto por mas que lo haga en forma de
displacer:

El psicoanálisis no parte del enunciado del síntoma sino de su funcionamiento.


No se trata sólo de decir que el paciente tiene un TOC sino de que el sujeto
pueda conocer algo de su funcionamiento. Esta diferencia es importante pues no
es lo mismo el diagnóstico que hace el profesional que el reconocimiento que
tiene el sujeto de su padecimiento. Por eso el síntoma analítico sólo queda
constituido cuando el sujeto se apercibe de él, lo que quiere decir que supone
una causa y esto ya de alguna manera lo distancia del pathos y hace aparecer
algo del orden de la responsabilidad, no sabe qué le pasa, pero se siente
concernido por ello y se dirige a Otro a solicitar ayuda. Es el consentimiento
necesario para comenzar un trabajo y es la base de la transferencia (Tizio
Domínguez, 2011).

El sujeto desde la perspectiva de Trastorno mental y el sujeto para el psicoanálisis de


orientación lacaniana.

Sujeto de la OMS desde la dimensión de Trastorno mental:

Desde el archivo de preguntas y respuestas en línea del sitio web de la OMS podemos
encontrar la siguiente definición de “trastorno mental”:

Un trastorno mental o del comportamiento se caracteriza por una


perturbación de la actividad intelectual, el estado de ánimo o el
comportamiento que no se ajusta a las creencias y las normas culturales.
En la mayoría de los casos, los síntomas van acompañados de angustia e
interferencia con las funciones personales.

Los trastornos mentales producen síntomas que son observables para la


persona afectada o las personas de su entorno. (OMS, 2006)5

Para la OMS la gran mayoría de los trastornos mentales puede diagnosticarse y tratarse
eficazmente. (OMS, 2006)

En estos términos la OMS relaciona el trastorno mental con la “mala salud mental” que:

Se asocia asimismo a los cambios sociales rápidos, a las


condiciones de trabajo estresantes, a la discriminación de género,
a la exclusión social, a los modos de vida poco saludables, a los
riesgos de violencia y mala salud física y a las violaciones de los
derechos humanos.
5
"Recuperado de: https://www.who.int/features/qa/38/es/. Visto por última vez: 4/02/2020
También hay factores de la personalidad y psicológicos
específicos que hacen que una persona sea más vulnerable a los
trastornos mentales. Por último, los trastornos mentales también
tienen causas de carácter biológico, dependientes, por ejemplo, de
factores genéticos o de desequilibrios bioquímicos cerebrales.
(OMS, Sitio Web de la Organización Mundial de la Salud, 2018)

A partir de los apartados que definen el “trastorno mental” desde la OMS, se puede
construir un tipo de sujeto que se encuentra perturbado por sus síntomas, los cuales
interfieren con sus funciones personales y actividad intelectual. Por otra parte, también
podría ser un sujeto que tiene comportamientos que no se ajustan a las creencias y las
normas culturales.

A su vez, este sujeto estaría determinado por factores de la personalidad específicos que
lo harían vulnerable a sufrir trastornos mentales. Finalmente, se propone que algunos de
los trastornos mentales tienen causas de carácter biológico, dependientes de factores
genéticos o de desequilibrios bioquímicos cerebrales por lo cual ya en ese sentido sería
un sujeto incapaz de hacer nada por tener salud mental.

Po otra parte existe una distinción entre el sujeto con salud mental y aquel que tiene
“problemas” de Salud mental”, a saber:
Los problemas de salud mental, ya se trate de depresión, epilepsia,
demencia o dependencia del alcohol, son trastornos reales, que causan
muerte y discapacidad, que causan sufrimiento. Se acompañan de
síntomas, y pueden ser tratados sean cuales sean los recursos. (OMS
O. , 2010)

La propuesta que genera para ayudar a dichos sujetos, la entonces directora de la


Organización Mundial de la Salud, Dra. Margaret Chan es:

La Guía de Intervención “mhGAP”, disponemos hoy de un


instrumento técnico sencillo para detectar, diagnosticar y tratar los
trastornos mentales, neurológicos y por uso de sustancias más
comunes y onerosos, cualquiera que sea el nivel de recursos.
Se priorizan resueltamente intervenciones que puedan llevar a cabo
médicos, enfermeras y ayudantes de medicina que trabajan
atareadamente con unos recursos limitados en servicios de primer y
segundo nivel. . (OMS O. , 2010)

Por lo tanto, el sujeto con problemas de salud mental, sujeto con mala salud mental y el
sujeto con trastornos mentales , según la OMS puede esperar ayuda tanto de
profesionales de especialidades medicas como enfermeros y ayudantes de la medicina
( donde puede ser que incluya a la psicología aunque esto no esta mencionado
específicamente).

Por su parte en esa misma conferencia, la Dra. Margaret Chan relaciona los “problemas
de salud mental” con el nivel socioeconómico de los sujetos, indicando con cifras
especificas que los lugares de más escasos recursos económicos, son los que contienen
mayor probabilidad de encontrar sujetos con trastorno mental. En ese sentido se
comprende que en la propuesta sugerida para la atención del padecimiento mental sea
un factor a tener en cuenta la cuestión económica a la hora de establecer una
herramienta común que sirva en los casos de “recursos limitados”.

Perspectiva psicoanalítica de la propuesta de Trastorno mental

Desde la perspectiva psicoanalítica, para Hebe Tizio (2011) el problema principal del
campo de la salud mental, es que no tiene una especificidad epistémica y conceptual
propia.

En relación a lo que orienta la acción en el campo de la salud mental son los DSM, y
protocolos variados a los cuales vale la pena indagar sobre las bases en los cuales se
asientan:

Las clasificaciones no son inocentes y han sido siempre tributarias del


discurso dominante. Hoy se trabaja sobre “trastornos” y es importante
ver la diferencia entre síntoma y trastornos. El DSM se fundamenta en un
sistema vacuo, que además se explicita como tal, el mismo DSM IV,
muestra el fundamento vacuo de su propio sistema, porque dice que no
existe una definición que muestre adecuadamente los límites del
concepto “trastorno”.

El mismo DSM, habla de manera difusa, de un síndrome o patrón


comportamental o psicológico de significación clínica, que se considera
como disfunción, la idea de disfunción implica la idea de que hay una
normalidad a la cual hay algo que es disfuncional, es porque existe una
normalidad. Esto se fundamenta sobre la idea de que existe un
funcionamiento armónico posible (Tizio, 2011, Min. 24’, 55")6

En las conferencias que impartió en Granada, el 21 de enero de 2011, dentro del ciclo:
“Paradojas de la salud mental” nos propone que en la época actual, existe un “odio al
síntoma y que la misma produce variadas formas de rechazo” (Tizio, 2011, Min: 12'
01")

En este sentido para Hebe Tizio el psicoanálisis considera la dimensión de síntoma en


relación a la dimensión del sujeto por lo cual:

no toma la idea de trastorno, en todo caso, podemos decir que efectivamente


viene un sujeto que está trastornado por un padecimiento. Y justamente la idea
del síntoma, la idea de la transferencia, la idea de la dimensión al otro, es una
primera forma de tratamiento, de eso que le perturba, es importante ver que en

6
La función del Síntoma [archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?
v=d1c1H6Qjasc&t=22s. Visto por última vez 05/02/2020
realidad el término trastorno, quiere decir, invertir el orden regular de algo, lo
cual hace referencia a esta dimensión normativa (Tizio, 2011, Min 26’, 55")7

El sujeto de la dimensión positiva de la salud mental de la OMS

El sujeto de salud mental es “Consciente de sus propias capacidades”, aquí el término


“consciente” está utilizado como sinónimo de reconocimiento, que según la real
academia española la aptitud para establecer la identidad de algo o alguien8, lo que
implica poder determinar las características que le son propias. Esta capacidad, ya es en
sí misma una actividad reflexiva y consciente, una instancia de revisión.

Desde la neurobiología, la conciencia implica funciones psíquicas superiores, tales


como la memoria, el razonamiento y el aprendizaje entre otras. Si a eso le sumamos que
la definición propone un “auto” reconocimiento, entendemos que además desde esta
propuesta se espera la capacidad de hacer de esta reflexión/revisión un asunto donde el
mismo sujeto sea su propio objeto de observación, pero no sobre cualquier aspecto de sí
mismo, sino que debe ser sobre sus “propias capacidades”.

La capacidad puede entenderse como “Circunstancia o conjunto de condiciones,


cualidades o aptitudes, especialmente intelectuales, que permiten el desarrollo de algo,
el cumplimiento de una función, el desempeño de un cargo” (RAE, 2020) Si incluimos
también la perspectiva del derecho, es decir, la “capacidad jurídica” encontramos que
la capacidad jurídica se clasifica en dos; Capacidad de goce: es la idoneidad que tiene
una persona para adquirir derechos y contraer obligaciones y Capacidad de obrar o de
ejercicio: es la idoneidad de una persona para ejercer personalmente tales derechos y
cumplir las obligaciones.

Entonces, desde la OMS si un sujeto es consciente de sus propias capacidades, podemos


decir que realiza una actividad de reconocimiento o reflexión sobre sus aptitudes o
cualidades y que también dicha reflexión sobre sí mismo podría realizarla sobre su
idoneidad para adquirir derechos y contraer obligaciones.

Perspectiva psicoanalítica del sujeto en la dimensión positiva de la salud mental

Jacques Alain Miller (1988) propone que el sujeto de salud mental de la OMS, es por él
entendido como el sujeto “responsable”, al que se lo puede hacer responsable.

El criterio operativo que situaría al sujeto de un lado o del otro de la salud mental es el
de la responsabilidad, “es decir, si se es responsable y se puede castigar o, por el
contrario, si se es irresponsable y se debe curar” (Miller, 1988, pág. 2).

Según este criterio, quien es hallado irresponsable, es quien no puede hacerse cargo de
sus actos quien no puede responder por ellos habilitando a otros a tomar decisiones por
él, dejando de ser un sujeto de pleno derecho.

Respecto a la perspectiva jurídica, en el sujeto de derecho, si la responsabilidad es poder


responder de sí mismo entonces la pregunta que se hace Miller es “¿la enfermedad
mental llega a suspender el sujeto de derecho?” (Miller, 1988, pág. 2)’

7
ídem
8
Recuperado de https://dle.rae.es/reconoce. Visto por última vez 05/02/20
Miller nos responde que allí radica la principal diferencia entre el sujeto de salud mental
y el sujeto del psicoanálisis. En tanto que la salud mental, es funcional al mantenimiento
de cierto orden público, la perdida de salud mental se pone de manifiesto en la
perturbación de dicho orden.

Quien irrumpe dicho orden y no puede dar respuesta de sus actos es un sujeto
susceptible de perder el ejercicio de su pleno derecho, es quien depende de otros para
que decidan cuando pueden entrar o salir.

Entonces a Miller el sujeto de salud mental se le vuelve un sujeto que no esta en pleno
derecho, que no puede decidir libremente: “El problema central, en la práctica de la
salud mental, es a quien se puede dejar salir y que, si puede salir, si vuelve para tomar la
medicación”. (Miller, 1988, pág. 1).

En cambio, el sujeto del psicoanálisis no puede ser otro que el sujeto de pleno derecho:

El psicoanálisis es un tratamiento que se dirige al sujeto de derecho como


tal […] Es decir, que nuestro trabajo se dirige a enfermedades mentales-
si quieren llamarlo así- en las que hay un sujeto de pleno derecho. Un
sujeto que responde de lo que hace y de lo que dice hasta el punto de
saber que, si no puede hacerlo, las cosas no van bien (Miller, 1988, pág.
3)

Este es el sujeto que Lacan definió como sujeto de la enunciación, que puede tomar
distancia respecto de lo que él mismo enuncia. Que puede notar que ha dicho algo,
aunque no sepa porque o no haya tenido la intención de hacerlo.

Para describir cómo es el sujeto de derecho al que dirige el psicoanálisis, Miller retorna
a Freud, y reconoce que en las enfermedades mentales que sufren de “ responsabilidad”,
lo que se haya es un sentimiento de culpa inconsciente, que sucede ser el principal
regulador del comportamiento en sociedad y en tal caso un sujeto factible de análisis.

Freud describió una instancia psíquica específicamente abocada a la revisión y


sojuzgamiento del accionar propio de cada individuo, capaz de intervenir en la
instalación y regulación de las normas sociales en cada uno de los sujetos a costa de
severas exigencias al Yo (instancia encargada de la percepción y respuesta a los
múltiples estímulos cotidianos). Esa instancia es el superyó, descrita en la segunda
tópica del aparato psíquico, su función es comparable a la de un juez o censor con
respecto al yo. Freud considera la conciencia moral, la autoobservación, la formación de
ideales, como funciones del superyó. En el texto “El yo y el ello”, presenta formalmente
al superyó donde “Vemos cómo una parte del yo se opone a la otra, la juzga en forma
crítica y, por así decirlo, la toma como objeto” (Laplanche & Pontalis, 1996, pág. 443).

Esta instancia descripta por Freud interviene en los procesos que instauran las normas
sociales, regula la conducta en comparación con un “ideal del yo”, tiene su participación
en procesos inconscientes tales como la censura del sueño y el sentimiento inconsciente
de culpa.

El sujeto de salud mental definido por el ideal


Analizando al Sujeto como lo propone la OMS, encontramos una enumeración de
aptitudes ideales. La definición hace referencia a la plena conciencia, a las capacidades,
a la contribución y productivas a la sociedad, que reconoce las enfermedades como algo
que es mejor dejar por fuera del concepto de salud, pero aún así, que alguien no tenga
enfermedad no es suficiente para declararlo sano.

Para pensar este sujeto también nos auxilian los conceptos freudianos del “ideal del yo”
y “Yo Ideal” que Freud utiliza para ampliar las funciones del superyó.

El “ideal del yo”, es una instancia relativamente autónoma del psiquismo que tiene
origen fundamentalmente narcisista y sirve de referencia al yo para apreciar sus
realizaciones efectivas. No es otra cosa que una comparativa, una medida, basada en
una concepción del sí mismo que en su momento fue ideal y sirve a los fines de
establecer una comparación interna (Laplanche, J., & Pontalis, J.-B, 1996.). - A su vez,
el “Yo ideal”, relacionado pero existente como una formación autónoma y diferenciada
del anterior fundamentalmente en su función, le exige al sujeto reconquistar el estado de
omnipotencia del narcisismo infantil, es decir, el estado donde no existía imposibilidad.
(Laplanche, J., & Pontalis, J.-B, 1996.)

Al pensar en el sujeto que se desprende de la definición de salud mental se puede


plantear una equivalencia con el Yo ideal, es decir, un sujeto capaz de exprimir la
experiencia de vida a tal punto de suprimir las imposibilidades en ella. Y de la
definición de salud mental de la OMS en sí misma, se puede plantear un correlato del
“ideal del yo”, como un listado con el cual comparar la existencia real, y comprobar si
se da o no la talla para tener salud mental.

Freud propone que estas formaciones plantean exigencias al “Yo” que lejos de hacerlo
sentir plenamente bien, lo fuerzan a mantener un estado de alerta y cumplimiento que lo
despojan de su libertad. En el texto “Una dificultad para el psicoanálisis” lo resume:
“el yo no es el amo en su propia casa” (Freud, 1917, Pág. 129-135).

Retomando a Miller “El sujeto de derecho, es también sujeto de deber” (Miller, 1988,
pág. 7) en tanto que debe obedecer constantemente a ordenes impuestas desde la
sociedad como las que él mismo ha introyectado de la cultura mientras que es
convocado a otorgar satisfacción a sus deseos y pulsiones.

Para Miller la definición de la O.M.S “estar completos en lo físico, lo mental y lo


social” es el imperativo imposible, “Es una fórmula del superyó moderno” que sobre
todo se le escapa lo propio del ser humano.

Para el hombre, el mundo esta tomado por lo social. Hay que decir que el
lenguaje perturba fundamentalmente la adecuación de la Inwelt y el Unwelt, es
decir que la enfermedad mental está en nosotros desde el principio [..] Nuestro
ambiente no tiene nada de natural, sino que está estructurado por el lenguaje
repleto de derechos y deberes. […]
No se trata en el hombre, en la humanidad, solamente de lo mental, cuando no se
trata de lo físico. Hay algo no mental, aunque no lo parezca, que es el
pensamiento llamado por Freud Inconsciente. […] La salud se define por el
silencio de los órganos, pero eta el inconsciente que nunca se calla y así no
ayuda para nada a la armonía (Miller, 1988, pág. 8)

El sujeto del psicoanálisis

Lacan, le confiere al término “Sujeto” estatuto conceptual. Por su aporte acerca del
sujeto, es que podemos mencionar un “sujeto propio del psicoanálisis”. En el texto “La
ciencia y la verdad” (1960), le da al “sujeto” el estatuto de estructura en estado de
escisión, cuya escisión es constituyente. A su vez, le confiere a ese sujeto
responsabilidad, en sus palabras “de nuestra posición de sujeto somos siempre
responsables" (Lacan, 2014, pág. 816).

Desde esta perspectiva, Lacan configura un sujeto que le otorga sentido a los fenómenos
que lo asaltan. No se trata de que se equivoque, o no, sobre la "objetividad" de lo que
pasa a su alrededor, o lo que le pasa a él mismo, sino que los signifique de cierto modo,
que "crea" en ese significado de cierto modo.

En la clase del 6 de enero de 1972, dictada en el Hospital de St. Anne, relaciona la


teoría de “los discursos” con la enfermedad mental y el síntoma. Refiriéndose a su texto
“Sobre la causalidad Psíquica”, recuerda su rechazo a la segregación de la enfermedad
mental, por estar “ligado al discurso del Amo” (Lacan, 1971-1972, pág. 17).

El fundamento de la terapia psicoanalítica es para Lacan la demanda que el paciente


dirige a su analista, surgiendo toda demanda del deseo, ésta espera una respuesta: el
analizante supone que su analista lo sabe todo (Sujeto Supuesto Saber o S.S.S.) “Su
demanda es la obtención de palabras que den solución a sus enigmas y sufrimientos”
(Lacan, J. 1958. Pág. 565-626.)

El psicoanálisis no es ni una Weltanschauung, ni una filosofía que pretende dar


la clave del universo. Está gobernado por un objetivo particular, históricamente
definido por la elaboración de la noción de sujeto. Plantea esta noción de una
nueva manera, conduciendo al sujeto a su dependencia significante (Lacan,
1964, pág. 85).

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