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I. REPOSO Y TRABAJO
Desde los orígenes debió Israel «santificar el sábado» Ex 20,8, consagrar al Señor un
día de reposo, aunque fuera en tiempo de las faenas del campo y de la
recolección 34,21. Dos motivos principales se dieron de este precepto.
3. Reposo y fiesta.
El sábado no consiste sencillamente en cesar en el trabajo, sino en aplicar las
fuerzas a celebrar con gozo al creador y al redentor. Puede llamarse «delicia», pues el
que lo ponga en práctica «hallará en Dios sus delicias» Is 58,13s. El sábado podía hacer
entrar en el misterio de Dios; pero para identificar el reposo sabático con Dios mismo
habrá que aguardar la venida de Cristo.
Por otro camino fue llevado Israel a descubrir el carácter espiritual del reposo que
se le imponía. Otros temas se mezclarán con el precedente: el del sueño, el de la
respiración, del respiro después del peligro o la fatiga. Israel reconocerá que sólo Dios
da el reposo después de las inquietudes del nomadeo, de la guerra o del exilio.