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No habría problemas en que la gente crea en esto y hasta lo propague, pero los
fundamentalistas religiosos van más lejos: pretenden convertir estas creencias en una
teoría científica, tratando de probar estos postulados a través de supuestos datos y
procedimientos científicos. Todo empezó en los Estados Unidos con una clara intención
política cuando la ultraderecha política se alió con los fundamentalistas cristianos para
ocupar una posición más relevante en la educación pública norteamericana. Sin embargo,
como la Constitución Norteamericana exige la separación de la Iglesia del Estado, era
imposible prohibir la enseñanza de la teoría de la evolución ni introducir en las escuelas el
creacionismo porque se trata de una doctrina religiosa. De ahí que se procedió a
presentar esta última como si se tratase de una teoría puramente científica y hasta se
logró que el estado de Arkansas sancionara una ley que requería el tratamiento igual para
la teoría de la evolución y el creacionismo.
La reacción en contra de esta ley no se hizo esperar y fue enorme; de manera tal que el
asunto llegó hasta las Cortes desafiando su constitucionalidad. Fue entonces cuando el
juez W.R. Overton estableció que en este caso habría que verificar algunos estándares
aceptables en la ciencia para decidir si el creacionismo los admitía. El juez habrá sido bien
asesorado porque estableció criterios adecuados que dentro de la comunidad científica se
consideran irrenunciables para que un determinado procedimiento pueda ser considerado
científico. El magistrado determinó que la ciencia auténtica:
Además, los postulados creacionistas no son tentativos sino finales y definitivos, pues
nunca serán cambiados ya que no existe observación alguna que pueda refutar la creencia
de los creacionistas que el Sol, la Luna, las estrellas, la Tierra y la vida fueron creados
simultáneamente, separados por espacios solamente de unos días. La verificación
empírica no juega aquí un rol decisivo porque la decisión ya está tomada. Pase lo que
pase, sus postulados seguirán siendo los mismos.
Concluyendo, hay que recalcar que el estándar científico sobresaliente consiste en aceptar
o rechazar las explicaciones, sobre la base de la lógica y las evidencias empíricas y no
sobre la base de las meras opiniones, las autoridades ni verdades reveladas que han sido
supuestas de antemano y se constituyen en verdades indiscutibles e incambiables.
Consecuentemente, las afirmaciones del creacionismo son dogmáticas y no científicas, y
esta conclusión no trata sobre la verdad sino sobre la cientificidad: puede ser que lo que
los creacionistas afirman sea cierto pero nunca será científico.