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Cómo evitar que la crisis del

COVID-19 se transforme en una


crisis alimentaria
La pandemia ha mostrado la importancia de la cooperación entre países, entre organismos internacionales y
entre los sectores público y privado.  El intercambio de experiencias entre países permite compartir buenas
prácticas y evitar errores.

También ha puesto de manifiesto que solo el Estado tiene la capacidad para facilitar, coordinar e intervenir para
asegurar la disponibilidad de alimentos. De ahí la responsabilidad de los gobiernos de evitar que la crisis
sanitaria se transforme en una crisis alimentaria.

COVID-19 amplifica el riesgo de un aumento del precio de los alimentos en todo el mundo, la cuarentena
provocó una enorme contracción de la demanda de bienes duraderos y servicios prescindibles, pero con los
alimentos ocurre lo contrario.

Los sistemas alimentarios ya no funcionan y la pandemia de covid-19 agrava la situación, más de 820 millones
de personas no comen o pasan hambre.
Unos 144 millones de niños menores de 5 años sufren un retraso en su crecimiento, lo que representa uno de
cada cinco niños en el mundo. Este año, 49 millones de personas suplementarias podrían caer en la extrema
pobreza debido a la crisis causada por la pandemia. 

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