Quién no ha tenido alguna vez una discrepancia con otra persona.
Lo cierto, es que las discrepancias han ocurrido, ocurren y seguirán
ocurriendo mientras nos encontremos en este estado de imperfección. Una discrepancia sucede, refiriéndonos al plano personal, cuando existen opiniones disímiles sobre una cuestión, o varias, lo que conduce a una disputa o reyerta. Sin embargo, cuando existe verdadera madurez y amor al semejante, se solucionan y zanjan cualquier tipo de diferencias personales. Veamos el caso de dos personajes bíblicos, Jacob y Labán, quienes solucionaron una diferencia existente entre ellos Gé. 31: 44-46 Después que Jacob y Labán zanjaron de manera pacífica sus discrepancias, celebraron un pacto entre sí. Con este motivo, Jacob erigió un majano, quizás en forma de mesa, sobre el que se comió la comida del pacto. Llamaron a aquel lugar Galeed y Atalaya Gé. 31: 47-50 El majano de piedras que levantaron, servía de testimonio y prueba de la promesa de paz que existiría entre ellos y sus familias. Para que todos los que pasaran por allí recordaran el pacto de paz que ellos habían hecho. También, Les recordaba a Jacob y Labán que Jehová estaba vigilando que ellos cumplieran con su pacto de paz. Gé. 31: 51-53 De modo que este relato, nos presenta valiosos tesoros espirituales, relacionados con la paz que debemos cultivar con nuestro semejante y en especial con los que están relacionados en la fe. Hoy día, Jehová espera que todos sus siervos se lleven bien. ¿Qué puede ayudarnos a mantener la paz o a recuperarla?
Hablar del asunto (Mt 5:23, 24).
Perdonar sin reservas (Col 3:13). Ser paciente (Ro 12:21).