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energía
Todos somos energía en movimiento y estamos conectados a una matriz divina que nos
une en un todo que llamamos universo. Este concepto de la física cuántica nos invita a
visualizar esa matriz como nuestro mundo y a nosotros como los artistas que expresan
en él sus pasiones, temores, sueños y deseos más profundos. Según el decir de Gregg
Braden nosotros somos el lienzo y también las imágenes; somos las pinturas y también
los pinceles, somos el puente entre las creaciones y también el espejo que las refleja.
Los chinos hablan desde hace miles de años de meridianos en el cuerpo por donde corre
esa energía o chi. De allí que haya disciplinas dedicadas a alinear esas fuentes de
energías en el cuerpo humano, como el Tai Chi, el Chi Kung, el Reiki y la Yoga, por
nombrar algunas. Pero, siguiendo el principio de como es arriba es abajo, la Madre
Tierra (que también es conocida como Gaia, Terra o el planeta azul) tiene asimismo sus
propios los meridianos los cuales se llaman Líneas Ley.
Sobre estas líneas ley se asientan muchas veces antiguos monumentos y en muchas
partes del mundo, como Irlanda, Escocia, Inglaterra, México o Perú, los conquistadores
establecieron sus iglesias para cancelar el antiguo conocimiento ancestral y obligar a los
habitantes de esa zona a adorar allí a los nuevos dioses.
Estas alineaciones energéticas sirven, además para guiar a las aves y a muchos otros
animales en su emigración como un sistema de navegación, cosa que los antiguos
humanos también usaban para facilitar sus caminatas por tierra en los tiempos
neolíticos.
Algunas teorías espirituales y místicas identifican estas alineaciones sobre el terreno con
el concepto chino del feng shui sobre esta red mística de energía o Líneas Ley.
La leyenda de estas líneas de poder se remonta a Irlanda, donde los druidas (antes de ser
perseguidos y eliminados por el Imperio Romano y la Corona Británica) sostenían que
esta energía se desliza como una serpiente a través del suelo en forma de corrientes
telúricas y que son vías espirituales que recubren todo el planeta.
Los druidas creían también que estas energías nacían del tránsito acuífero de los
subsuelos o de las grietas de los terrenos que entraban en fricción, al igual que de los
magmas subterráneos del planeta. Así pues en la creencia druida; estas energías serían la
manifestación misma de la vida sobre la tierra y el origen de su fertilidad.
Algunos de los lugares sagrados asociados con las Líneas Ley son la colina de Tara en
Irlanda, el Glastonbury Tor y la Catedral de Chartres, erigida sobre un antiguo bosque
sagrado de los celtas galos (el bosque de los carnutes).
De igual modo los druidas creían que estas energías cruzaban los cielos y el interior de
la tierra, a modo de cauces energéticos que, en ciertos parajes concretos, daban una
condición específicamente benéfica a la acción de las corrientes telúricas del subsuelo, y
creaban allí un lugar privilegiado, que los druidas marcaban mediante menhires o
dolmenes.
Así pues los druidas se consideraban a sí mismos como Hijos de la Serpiente cósmica,
(Naddred, Adder) los cuales en sus creencias se dirigían a estas zonas de poder para
recibir los beneficios físicos y espirituales en estos espacios. Era ahí donde los celtas
rendían culto a la Diosa-Tierra y demás entidades divinas que albergan las fuentes,
lagos, ríos o manantiales, todo lo cual fue considerado pagano y eliminado por la iglesia
tras la llegada de San Patricio.
Ahora, al entender esta esta visión holística, debemos abrir nuestra mente para analizar
y entender al ser humano en su totalidad: como un cuerpo, la mente y el espíritu unido
en energía con la corriente de la Tierra.
Los pensamientos que uno crea afectan tanto nuestra realidad como la del mundo
entero, influenciando de ese modo las acciones directas a partir de los pensamientos no
sólo del individuo en cuestión sino del Universo en su totalidad.
Este ejercicio se hace al entrar en contacto con nuestra Divinidad en el espacio sagrado
de nuestro corazón, pues sólo allí encontraremos la puerta con el espacio universal
donde Todos Somos Uno.
En tu próxima meditación, oración o cualquiera que sea tu forma de hablar con Dios
o con el espíritu de la Creación, conecta tu energía con el amor de la Madre Tierra en
tu corazón y luego con tu intención une esa conexión con el amor del Padre Cielo, así
pues la Divina Trinidad emergerá en tu corazón y tendrás una experiencia más
profunda.