Está en la página 1de 7

II UNIDAD: VIII SESION

PREMISAS

Una premisa es el resultado de un razonamiento que puede ser verdadero o falso y que permite
determinar una conclusión. Sin embargo, por uso del término, también se emplea como
sinónimo de objetivo o de principio moral, "Nuestra premisa es ganar el campeonato de fútbol",
"Los docentes educan partiendo de la premisa de los valores sociales".
También es una señal para inferir algo partiendo de la información o argumentos que se posean.
La premisa y la conclusión forman un argumento.
Premisa es una palabra que se origina del latín praemissus, que significa “enviar delante”.
Algunos sinónimos de premisa son: antecedente, idea, hipótesis.
Premisa en lógica
En los estudios de la lógica, las premisas son las proposiciones o los procesos de un
razonamiento que genera los argumentos para desarrollar una conclusión.
Si el argumento es verdadero, la proposición puede conllevar a una conclusión acertada. Sin
embargo, las proposiciones pueden ser verdaderas o falsas, así como afirmar o negar algo y no
dejar de ser premisas.
Un ejemplo de premisa puede ser:
Premisa 1: A los niños les gusta comer helado de sabor a chocolate.
Premisa 2: Juan es un niño.
Conclusión: A Juan le gusta comer helado de sabor a chocolate.

En este ejemplo, si a los niños les gusta el helado de sabor a chocolate y Juan es un niño, es
lógico que la conclusión sea que a Juan le guste comer helado de chocolate. Pero la conclusión
puede ser errada, porque aunque Juan sea un niño, no necesariamente le tiene que gustar el
helado de sabor a chocolate sino de vainilla. Es decir, la primera premisa no es del todo cierta y
por ello la conclusión no es correcta.

Premisa 1: Los domingos Ana acostumbra ir para el parque.


Premisa 2: Hoy Ana fue para el parque.
Conclusión: Hoy Ana fue para el parque porque es domingo.
Por otra parte, las premisas pueden ser verdaderas y la conclusión ser errónea. En este ejemplo
la primera premisa no es incondicional, por lo que puede ser que Ana vaya para el parque
cualquier otro día de la semana sin ser necesariamente un domingo.
Premisa 1: Todas las aves tienen plumas y un pico.
Premisa 2: Las gallinas tienen plumas y un pico.
Conclusión: Las gallinas son aves.

En este ejemplo las premisas uno y dos son verdaderas, por tal razón la conclusión es acertada.
Las gallinas, al igual que el resto de las aves, tienen plumas y un pico.

Premisa en filosofía
El estudio de las premisas se remonta a los aportes realizados por Aristóteles en la Grecia
antigua, en los cuales establece la forma correcta en que dos premisas pueden generar una
conclusión, es decir, un silogismo.
El silogismo es el razonamiento deductivo o argumento del cual se obtiene una conclusión a
partir de dos juicios llamados premisas. Las dos premisas que forman un silogismo se
denominan, premisa mayor (que contiene el predicado de la conclusión) y premisa menor (que
contiene el sujeto de la conclusión).
Premisa mayor: Las mujeres usan tacones.
Premisa menor: Lucía es una mujer.
Conclusión: Lucía utiliza tacones.
En este ejemplo, la conclusión se obtiene del razonamiento de las premisas que van de lo
general a lo particular. Por ello, es fácil concluir que Lucía, al ser una mujer, utiliza tacones.
Una premisa es una parte de un razonamiento que se define como verdadera o falsa y que
servirá para el establecimiento de una conclusión. Las premisas son entidades estudiadas desde
la perspectiva de la lógica como una manera de establecer procesos correctos de razonamiento,
es decir, procesos lógicamente válidos. A lo largo de la historia se han identificado como una de
las partes mediante la cual se establece una argumentación, circunstancia que ha facilitado
enormemente el pensamiento científico; en efecto, puede establecerse con fundamento que

el conocimiento de una premisa y el modo en que se interrelaciona con otras en un proceso


argumentativo existía desde la más remota antigüedad.
El conocimiento sistemático de la utilización de premisas se remonta a los aportes de Aristóteles
en la antigua Grecia. La lógica aristotélica da cuenta de silogismos, argumentaciones formadas
por premisas que son oraciones bimembres, esto es, con sujeto y predicado en las cuales existe
una afirmación o negación del predicado con respecto al sujeto. También distingue entre
alusiones a particulares o a universales. La lógica Aristotélica se caracterizará entonces por
establecer la forma correcta en la que de dos premisas se deduce una conclusión. En este caso,
dicha conclusión hará alusión a algo necesario, ya implícito en las premisas.
No obstante, el pensamiento que establece Aristóteles es fundamentalmente deductivo. Es
posible también hacer uso de las premisas para un razonamiento inductivo. En este caso, se
establecerá un número significativamente importante de casos particulares definidos por
premisas para establecer una ley general. En este punto, es importante saber que este tipo de
procedimiento puede fallar y de hecho lo hacen muchas ocasiones. En efecto, es imposible que
de casos particulares una conclusión tenga como característica la necesidad. El pensamiento
inductivo debe ser empleado ante todo como una forma de soporte para la generalización de
teorías que luego serán contrastadas con la realidad.
Es importante recordar que las premisas pueden ser verdaderas o falsas y que el razonamiento
que las contiene puede estar errado en su veracidad a pesar de estar formalmente bien
construido. En efecto, la lógica no dice nada acerca de la veracidad o falsedad de las premisas
sino tan solo de la forma en que las mismas de deben relacionar y de la forma en que se deben
establecer conclusiones. Dicha forma de establecer validez es utilizada enormemente en el
ámbito de la ciencia; por ejemplo, es a partir de un razonamiento deductivo entre premisas
que se contrasta una hipótesis.

Distintos tipos de inferencia según Douglas Walton. 


La palabra inferencia, o el verbo inferir, no forman parte del vocabulario cotidiano, y por eso
vamos a empezar este apartado con una definición clara de lo que entendemos por inferir o
hacer una inferencia. Inferir es pasar lógicamente, a través del lenguaje, de la verdad de uno o
varios enunciados, a los que llamamos razones o premisas a la verdad de otro u otros
enunciados, a los que llamamos conclusión. Un enunciado es una oración en la que se afirma o
se niega algo, que puede ser verdadero, falso, o incierto. Conjunciones consecutivas del
lenguaje cotidiano, como “luego”, “por consiguiente”, “por tanto”, “en consecuencia”, etc., que
suelen preceder a la conclusión de un razonamiento o de un argumento, son el indicador
lingüístico del acto de inferir.
En la filosofía analítica actual de tendencia positivista suele identificarse con frecuencia la
inferencia deductiva con la inferencia lógica, y la inferencia lógica o analítica con la inferencia sin
más. Por eso, se tiende a reducir a inferencia deductiva tanto la inferencia del argumento
abductivo, como la inferencia del argumento inductivo. Y, por lo mismo, se tiende a negar el
carácter lógico de la inferencia específica de la argumentación dialéctica, a la que se desvincula
de la disciplina de la verdad, y se desplaza al campo de la retórica dominado por lo persuasivo.
Ciertamente la inferencia deductiva es el paradigma de toda inferencia, por su carácter
apodíctico, es decir porque en ella es necesaria la conexión entre las premisas y la conclusión.
En la inferencia deductiva válida, si las premisas son verdaderas, la conclusión es
necesariamente verdadera. O, dicho de otra manera, si la inferencia deductiva es válida, y las
premisas son verdaderas, es imposible que la conclusión sea falsa. Por lo cual, esta inferencia
es la  más controlable y segura de todas. Este envidiable carácter apodíctico de la inferencia
deductiva se debe a su carácter puramente analítico, es decir, a que en la conclusión
encontramos, lo que ya estaba de alguna manera en las premisas. El ejemplo de inferencia
deductiva, que ofrece el lógico americano Peirce, es el silogismo siguiente: (Premisa 1ª) Todas
las alubias de este saco son blancas. (Premisa 2ª) Estas alubias son de este saco. (Conclusión)
Estas alubias son blancas.
En el argumento inductivo, según la tradición aristotélica, la inferencia es una generalización que
pasa de una o varias premisas particulares a una o varias conclusiones universales o de alcance
general. En el neopositivismo moderno, se intentó reconstruir el argumento inductivo como un
argumento deductivo que concluye con cierto grado de probabilidad, es decir como si se tratara
de un argumento probable o estadístico. Por argumento probable ha de entenderse aquí, aquel
argumento en el que se infiere desde axiomas o teoremas del cálculo de probabilidad. Por
ejemplo, el valor de probabilidad de “no A” (la negación de A) es definida por el valor de
probabilidad de “1” menos el valor de probabilidad de “A”. Pero la generalización de la
interpretación estadística de los argumentos inductivos es todavía discutible. El ejemplo de
argumento inductivo propuesto por el lógico americano Peirce, es el siguiente: (Premisa 1ª)
Estas alubias son de este saco. (Premisa 2ª) Estas alubias son blancas. (Conclusión) Todas las
alubias de este saco son blancas.
En el argumento abductivo, la inferencia retrocede desde la conclusión hasta las premisas de las
que se sigue o puede seguirse. En este argumento, como pretende sugerir su mismo nombre,
“ab-ductivo”, la inferencia discurre en dirección inversa, retrocede desde lo último hasta lo
primero, desde la conclusión hasta las premisas en las que se basa.  Por esto mismo, la
inferencia de la argumentación abductiva tiende a ser identificada con la inferencia de la mejor
explicación, en la que se intenta concluir la hipótesis que explique o permita comprender mejor
alguna cosa. Además, el razonamiento abductivo es bastante frecuente en los sistemas expertos
de inteligencia artificial, dado que en ellos los usuarios tienen derecho a preguntar, por ejemplo,
de qué premisas se sirvió el sistema para llegar a la conclusión que propone o aconseja. El
ejemplo de inferencia abductiva, propuesto por Peirce, es el siguiente: (Premisa 1ª) Todas las
alubias de este saco son blancas, (Premisa 2ª) Estas alubias son blancas. (Conclusión) Estas
alubias son de ese saco. Así que la forma del argumento abductivo según Peirce es la siguiente:
Se observa el sorprendente hecho”C”. Pero si “A” fuera verdadero, “C” tendría que ser supuesto.
Por eso, hay razón para sospechar que “A” es verdadero.
En los argumentos dialécticos, la inferencia concluye de manera convincente o persuasiva,
basándose en una serie de esquemas argumentativos o tópicos, que son de general aceptación,
y que merecen credibilidad si se aplican de manera crítica. Estos esquemas argumentativos
basan la inferencia dialéctica en algún vínculo entre las premisas y la conclusión, que no es
apodíctico, por no ser analítico, pero que permite pasar con seguridad de las premisas a la
conclusión, si se comprueba su existencia y efectividad. La relación causa-efecto o medios-fines,
los motivos, los indicios, los ejemplos, la analogía, los testimonios, etc., son algunos de esos
vínculos, que suficientemente contrastados permiten inferir de manera verosímil en una
argumentación dialéctica. Una argumentación dialéctica, cuya inferencia se basa en el tópico del
vínculo causal y en la continuidad, puede ser el siguiente ejemplo de pendiente resbaladiza: “No
consumas marihuana. O acabarás dependiendo de todo tipo de drogas y arruinando tu vida”.
Argumentos dialécticos son argumentos que infieren de manera convincente y aceptable a la luz
de la evidencia disponible, y aplicando de manera crítica los esquemas argumentativos o
tópicos; pero cuya conclusión puede ser falible, y es revisable siempre que se disponga de
nuevas técnicas y evidencias. Esto no quiere decir que en los argumentos dialécticos la
conclusión de la inferencia esté disociada de la verdad, sino más bien que sólo suele alcanzar
verosimilitud. Esta verosimilitud de la conclusión depende del carácter dialéctico del tema en el
que se argumenta. La inferencia dialéctica es en cierta medida provisional, habilita a sacar en el
presente una conclusión desde unas premisas, en ausencia de refutación por alguna de las
partes en la discusión, pero sujeta a futura refutación por las partes.
La inferencia dialéctica se basa en la idea de un proceso progresivo de acumulación de
evidencia. Puede ser un proceso dialéctico de discusión, o un proceso de investigación de datos.
El proceso no es conclusivo en el sentido de que no llega a una conclusión conocida fuera de
toda duda como verdadera. Sino que, más bien, el proceso puede contener la aceptación
explícita de alguna tesis, que parece ser verdadera en un momento dado de la discusión, pero
que puede ser rectificada o rechazada en un momento futuro, si se consigue nueva evidencia en
contra. La consecución de nueva evidencia puede llevar a la refutación de la proposición, o a su
confirmación y reforzamiento.
Aunque la inferencia dialéctica plantea siempre cuestiones críticas, y no siempre nos permite
concluir con suficiente certeza, a diferencia de la inferencia deductiva, que concluye siempre de
manera necesaria, lo cierto es que no podemos renunciar a ella, porque hay muchos temas que
son esencialmente dialécticos. De manera especial, necesitamos acudir a la inferencia tópica en
las cuestiones referentes a la justicia y a los valores morales, donde no hay otra vía para
conseguir el reconocimiento inter-subjetivo de un valor o un deber, que los procedimientos
dialécticos. Los valores y los imperativos no se pueden deducir, porque son principios morales,
es decir ellos mismos son las premisas últimas de toda posible deducción moral, y carece de
sentido pretender deducir algo de sí mismo; más bien, los valores e imperativos morales basan
su validez en el reconocimiento inter-subjetivo que resulta del consenso alcanzado mediante el
diálogo y la argumentación dialéctica.
El esquema general de la inferencia según S. Toulmin. 
Toulmin reaccionó contra los lógicos formales y su pretensión de reducir toda inferencia lógica a
inferencia deductiva, reconociendo que hay tipos de inferencia que no son deductivos, como la
inferencia tópica en la argumentación moral y jurídica. De manera especial, contrapuso al
modelo de razonamiento geométrico, el analítico-deductivo vigente en la lógica, el modelo de
razonamiento jurídico,  y diseñó un modelo general de argumento, que pudiera valer para los
distintos tipos de inferencia. Así que buscó aquello que tienen en común todos los argumentos,
sean deductivos o no, y aquello que varía en la argumentación, dependiendo de los distintos
campos argumentativos, por ejemplo, la matemática o el derecho. Toulmin concluyó, que
la fuerza de los argumentos es común a todo tipo de argumento, pero que los criterios varían de
un campo a otro de argumentos.
Toulmin pensó que las argumentaciones son organismos, es decir que funcionan como
totalidades constituidas orgánicamente, y sometió cada uno de sus elementos de su modelo de
argumento a un análisis pormenorizado. Nos detendremos en este análisis, porque ha tenido
una amplia aceptación entre los teóricos de la argumentación, y porque puede ser útil para
describir los resultados de una argumentación.
Supongamos que hacemos una afirmación o proponemos algo,  que, lejos de ser aceptado,
resulta cuestionado. Nuestra respuesta racional a ese cuestionamiento consistirá normalmente
en buscar la manera de justificar nuestra afirmación, cosa que solemos hacer exponiendo una
serie de hechos. Presentamos algunos hechos como justificación de aquella proposición
nuestra, que ha sido cuestionada. Por ejemplo, justificaríamos una afirmación como “el pelo de
Harry no es negro”, por el hecho de que, según nuestra experiencia personal, “Harry es
pelirrojo”. Pues bien, “Harry es pelirrojo” es el hecho, que justifica nuestra afirmación “el pelo de
Harry no es negro”, y, así, esta afirmación puede ser considerada conclusión de aquel dato.
Los datos son, como puede verse en este ejemplo,  ‘la base ofrecida para fundamentar la
afirmación original’. Otros ejemplos presentados por Toulmin son los siguientes:
Conclusión: “Petersen no es católico romano”. Dato: “Petersen es sueco”.
Conclusión:”Wilkinson ha infringido el código de circulación”; Dato: “Un policía ha comprobado
que Wilkinson circulaba a 90 km/h en una zona de obras, y el policía va a testificar”. 
El modelo de Toulmin nos ha servido para hacer una primera descripción de lo que es un
argumento; sin embargo, este modelo mantiene algunas ambigüedades, y no nos servirá para
analizar y evaluar argumentaciones. En efecto, existe una cierta confusión a la hora de
determinar la función argumentativa del “Dato” y de la “Justificación”, que, al analizar y evaluar
argumentos, nosotros sustituiremos respectivamente por la premisa principal del argumento, y
por el tópico o forma dialéctica, que justifica la inferencia, así como por alguna co-premisa, que
hubiese quedado implícita. En este sentido, también puede plantear dudas la función
argumentativa de la “Fundamentación”, que, como veremos más adelante, nosotros
interpretaremos como una discusión crítica de que el argumento responde a la forma dialéctica
de inferir, lo que supone la verificación del vínculo efectivo que la fundamenta.

También podría gustarte