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Cerebro y lenguaje

La corteza cerebral tiene una organización


topográfica muy jerarquizada, esto significa
que sus distintas partes se especializan en
realizar distintas funciones de forma
organizada, de modo que unas regiones se
especializan en el movimiento, otras en la
audición, otras en el lenguaje… y luego
funcionan como un todo interconectándose
entre sí para realizar sus funciones
coordinada y coherentemente.

El neurodesarrollo es el proceso de
maduración cerebral por el que se produce
ordenadamente esta organización.

Aún no sabemos por qué mecanismos


precisos se adquiere el lenguaje, pero es una
función tan compleja que implica
extensas áreas del cerebro. Tanto de
la corteza cerebral, auditiva y motora, como
de las estructuras más profundas –ganglios
de la base–, que se interconectan entre sí y
con el resto del cerebro para poner en
palabras nuestras ideas, emociones y
sensaciones.

En el siguiente gráfico se esquematizan las


estructuras cerebrales que sustentan los
distintos procesos que llevan de la
comprensión de palabras a la emisión de una
respuesta.

Procesos del lenguaje y estructuras cerebrales que


los sustentan.

La lectura y la escritura, productos


culturales, implican además a las áreas
visuales y a las áreas motoras de la mano
dominante.

El lenguaje es un esencial humano, es


imprescindible para nuestra supervivencia
como individuos y como especie.
Etapas del desarrollo
del lenguaje
El desarrollo del lenguaje, sucede sobre
todo en los 5 primeros años de vida.

El niño aprende primero a escuchar y a


distinguir las palabras y sus sonidos (corteza
auditiva), después comprende que esa
palabra representa una idea áreas de
asociación de la corteza frontal y
temporoparietal) y por fin aprende a decirla
(área de Broca en el lóbulo frontal).

La identificación de sonidos y su
discriminación se completa hacia los 9 meses
de edad. Mientras que al nacer un bebé puede
diferenciar con claridad los fonemas de
cualquier idioma, poco a poco va perdiendo
esa capacidad, de modo que a hacia los 9
meses un niño es mucho más sensible a los
fonemas de su lengua materna y le cuesta
diferenciar los de las otras lenguas. Esto
explica porque los asiáticos no pueden
distinguir bien la erre de la ele, o porque los
europeos no discriminamos la enorme
variedad de sonidos vocales de las lenguas
asiáticas. El acento se adquiere a edades muy
tempranas, a la mayoría de personas les
resulta muy difícil adquirirlo más tarde.
La sintaxis se aprende por inducción de las
reglas gramaticales. Los niños escuchan a los
hablantes de su entorno y de algún modo son
capaces de identificar la estructura sintáctica
de su lengua interiorizándola de forma
natural. Hacia los 6 años un niño es
totalmente competente en su propio idioma.

El vocabulario, sin embargo, se amplía a lo


largo de toda la vida.

Pero las competencias lingüísticas no se


limitan al lenguaje hablado. La lectura y la
escritura, que se adquieren después de
hablar, no son competencias esenciales, sino
culturales e implican a otras áreas del cerebro
como las visuales y las de la motricidad fina.

Cantar o emitir sonidos musicales, también


productos propiamente humanos, involucran
las competencias lingüísticas.

No puedo resistirme a compartir con vosotros


este otro vídeo de resonancia magnética en
tiempo real. [4:33min] ¿No es asombrosa la
precisión de que somos capaces?

RM en tiempo real de articulación vocal.


Ejemplos: una soprano y un cantante
emcee/beatboxer.
En resumen
La complejidad del habla humana hace
comprensible que sea frecuente encontrar
dificultades, la mayoría de veces menores y
transitorias, en su desarrollo.

El desarrollo del lenguaje no cesa nunca.

Empieza en el útero materno distinguiendo los


primeros sonidos, hacia los 6 años tenemos
ya un habla fluida con un contenido formal,
pero nunca dejamos de adquirir nuevas
habilidades lingüísticas. Incluso de adultos
seguimos ampliando nuestro vocabulario,
mejorando la oratoria o la lecto-
escritura, seguimos perfeccionando el
lenguaje a lo largo de toda la vida.

Bibliografía:

 Aaron Niebergall et al. «Real-time MRI


of speaking at a resolution of 33 ms:
Undersampled radial FLASH with
nonlinear inverse reconstruction».
Magnetic Resonance in Medicine
– February 2013.
Neurodesarrollo del lenguaje:
¿hablamos?
 6 FEBRERO 2017 

El neurodesarrollo humano es complejísimo. Los


humanos dedicamos muchos años a adquirir las
capacidades básicas para nuestra supervivencia.
Aunque se desarrollan simultáneamente, se
completan antes las capacidades que son necesarias
para la aparición de otras más complejas. Y así van
completándose las etapas del neurodesarrollo.

Cuando pregunto a unos padres por el momento en


que su hijo empezó a caminar, la respuesta suele
ser muy precisa, incluso aunque el niño tenga ya
diez años. En cambio si pregunto a qué
edad empezó a hablar, la respuesta es muy difícil
y precisar es casi imposible.

Esto es debido a que tardamos mucho tiempo


en aprender a hablar, años. Y aunque es la forma
más directa de comunicación humana, no es la
única.

La comunicación humana
No sabemos como se originó el habla. Seguramente
surgió de la necesidad de comunicarse que tenían
los primeros humanos y posibilitado por los
cambios anatómicos que la postura erecta provocó
en el aparato fonatorio.
Con la bipedestación, la cabeza se adelanta y la
laringe queda más baja, dejando un espacio por
encima –la faringe– que actúa como caja de
resonancia de los sonidos emitidos por la laringe.
La boca humana es pequeña, con labios y lengua
muy flexibles y unos dientes rectos –en vez de
hacia adelante–, todo ello permite una variedad y
combinación de movimientos de la que carecen
otros primates. Como podemos observar en
esta resonancia magnética en tiempo real.

Además el cerebro humano está lateralizado, tiene


funciones especializadas en cada uno de los dos
hemisferios, y quizá no sea casual que en la
mayoría de las personas el uso de herramientas y el
lenguaje estén localizados en el hemisferio
izquierdo.
Simplificando un poco, podemos decir que la
comunicación humana tiene dos funciones
principales: interactuar con otros seres humanos
mostrando nuestras emociones, disposición a
colaborar o a competir, si estamos a gusto o
sentimos dolor… –función de interacción– y
compartir información, conocimientos y
habilidades –función de transacción–.
El lenguaje hablado fue (y es) la primera forma en
que los humanos transmitimos el conocimiento de
una generación a otra. Cuanto más extensos y
complejos eran esos conocimientos más necesario
se hizo un registro perdurable que superara
lo efímero del habla y facilitara su transmisión. Se
impuso la necesidad de la escritura para que el
legado llegara muy lejos.
La escritura y la lectura no son habilidades
innatas ni imprescindibles para la supervivencia.
Son habilidades culturales y por ello tienen
múltiples variantes.
La aparición de la escritura facilita la transmisión
de la tradición oral. Muy probablemente la
literatura tradicional y los libros sagrados de
distintas religiones recogen acontecimientos y
conocimientos tan antiguos como la misma
humanidad.
Porque la herencia humana no es solo genética,
es también cultural.

Desarrollo del lenguaje


Las reglas generales del neurodesarrollo rigen la
adquisición del lenguaje:

 Es secuencial – sucede en todos los niños más


o menos al mismo tiempo con un patrón
similar.
 Es uso-dependiente – el lenguaje surge de la
interacción con otros.
 Hay un período crítico para su aparición – no
puede aparecer antes de que el cerebro esté
maduro para albergarlo, ni después porque
luego será mucho más difícil.

Para aprender a comunicarse y a hablar el niño


tiene que poder recibir y emitir señales lingüísticas
y además tener la oportunidad de interactuar con
otros usuarios del lenguaje.
«Los otros», los adultos, van a ser determinantes
en su aprendizaje. A medida que interaccionan con
el niño este irá mejorando sus habilidades
lingüísticas y a su vez los adultos también van a ir
cambiando su manera de hablar con el niño que
será cada vez más elaborada.
Pero el habla no es la única forma de
comunicación. Los humanos, como los demás
animales, tenemos sistemas de comunicación
complejos, intencionados o no.
Las emociones faciales, la postura, los gestos
corporales e incluso la forma en que una persona se
viste puede darnos mucha información sobre su
personalidad y su estado. Información que no
necesariamente tiene intención de comunicar. Los
bebés aprenden antes a interpretar estas señales que
a hablar.
1. etapa pre-lingüística

Muchas madres son
capaces de distinguir los diferentes llantos de su
hijo de pocos días de vida. Sabe cuando llora de
hambre, sueño, porque está molesto…
Poco más adelante, la mirada del bebé y su sonrisa
serán también una forma de comunicarse con otras
personas.
Luego emitirá sus primeros sonidos («j, k»),
vocalizará jugando con su voz («aaa, ooo, eee») y
por fin encadenará una misma sílaba («ta-ta-ta-
ta»). Enseguida empieza a señalar con su dedo lo
que le interesa compartir.

La repetición de sílabas irá disminuyendo hasta


limitarse a dos y sus primeras palabras con
intención suelen ser «mamá» y «papá». Esto sucede
aproximadamente a los 12 meses de edad. Y estas
primeras palabras son las que los padres identifican
como el inicio del lenguaje.

2. etapa de una palabra


Durante aproximadamente los próximos 6 meses el
habla del niño se caracteriza por el uso de palabras
simples para objetos y situaciones cotidianos
–«agua», «pan», «dormir»–. Puede parecer
que empieza a usar frases, pero en realidad emite
sonidos que el percibe como si fueran una sola
palabra –«yatá» por «ya está»–.

Progresivamente va ampliando su vocabulario y


pronto dirá más de 50 palabras, entonces, hacia
los dieciocho meses, empezará a combinarlas.

3. etapa de las dos palabras


Unir solo dos palabras no siempre permite
comprender el sentido «mami come» puede
significar que el niño quiere comer, que la madre
está comiendo o que el niño quiere que coma.
El contexto permitirá al adulto comprender
el significado y así se va estableciendo la
comunicación.

Elem
entos de la comunicación.

El niño habla y recibe una respuesta, la


comunicación ha funcionado y eso le anima a
seguir hablando. Hacia los dos años su vocabulario
es de unas 300 palabras, pero puede entender casi
2.000.

4. habla telegráfica
Lo siguiente es combinar todas las palabras que
conoce de forma ordenada en oraciones. Pero aún
no domina las preposiciones, los artículos ni los
pronombres.

Dice cosas como: «Nene quiere agua», «la mano


daño», «gato tiene sueño».
Enseguida empezará a usar las partículas que
«afinan» el lenguaje y le dan todos sus matices, y
entre los dos y los tres años su vocabulario se
amplía rápidamente y empieza a hablar más.

5. dominio del lenguaje


Con la ampliación del vocabulario, el uso de
preposiciones, pronombres y tiempos verbales,
empieza el caos… Es frecuente que a los tres
años se produzca una etapa de confusión en la que
el niño mezcla las formas verbales y pronominales
de forma inadecuada «te quiero darte un beso», y
aunque el adulto insista en corregirle, el niño se
empeñe en su error.

Poco a poco esto se irá corrigiendo. Los errores son


normales y necesarios porque el niño está
aprendiendo a utilizar el lenguaje, intenta averiguar
como funciona al mismo tiempo que lo usa para
comunicarse.

Los niños no aprenden a hablar por imitación,


aprenden a hablar hablando y probando las
distintas variaciones que se le ocurren cuando
usa el lenguaje.

Cuando empiece la escuela primaria, a los 6 años,


será ya un usuario «avanzado» del lenguaje. Un
sistema de comunicación altamente sofisticado que
seguirá perfeccionando toda la vida.
Gracias a su progresivo dominio del lenguaje en la
escuela empezará a leer y a escribir,

experimentará con el dibujo, la música y los


gestos e incluso es posible que aprenda otros
idiomas.

El lenguaje humano
El lenguaje es la herramienta que nos
permite comunicarnos y nombrar el mundo. Con
el lenguaje damos forma y vestimos nuestras ideas
y pensamientos.

En definitiva, con el dominio del lenguaje el niño


aprenderá a comprender y dominar su entorno.
Aunque pueda parecer lo contrario, es asombrosa la
velocidad a la que conseguimos dominar un
sistema tan altamente sofisticado de comunicación.

Bibliografía:

 Narbona J., Chevrie-Muller: El lenguaje del


niño. Desarrollo normal, evaluación y
trastornos (2ª ed. 2001). Barcelona. Ed.
Masson.

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