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PERERA, Miguel Ángel: La patria indígena de El Libertador.

Bolívar, Bolivarianismo e
Indianidad. Colección actualidad - Grupo Editorial Random House Mondadori S.A,
Caracas, 2009, pp. 227.
Miguel Ángel Perera es un destacado sociólogo venezolano egresado de la
Universidad Central de Venezuela (UCV) con un PhD en Ecología cultural (Universidad
de Bristol, Inglaterra). Ejerció como docente de la UCV - desde 1997 es profesor titular
jubilado de esta casa de estudio – impartiendo diversas materias entre las que destacan
sociología urbana, ecología y problemas del medio ambiente, ecología cultural,
etnografía de Venezuela, entre otras. Perera también es autor de diversos artículos y
libros entre los que resaltan: El Amazonas venezolano. Impacto y ecodesarrollo (1993),
La mirada perdida. Etnohistoria y antropología americana del siglo XVI (1994) y el
libro en cuestión, La patria indígena de El Libertador. Bolívar, Bolivarianismo e
Indianidad (2009).
Esta obra publicada en 2009 está dividida en ocho capítulos que a su vez se
reparten en dos partes, la primera desde el capitulo uno hasta el cinco, mientras que la
siguiente comienza a partir del capítulo seis hasta la culminación de la obra. Es de
destacar la gran cantidad de referencias bibliográficas que nos deja el autor al final del
libro, con lo cual demuestra que utilizo una gran cantidad de información para poder
desarrollar la siguiente obra sobre la concepción acerca de los indígenas que tenía El
Libertador, Simón Bolívar.
A través de La patria indígena de El Libertador. Bolívar, Bolivarianismo e
Indianidad, Miguel Ángel Perera realiza un análisis de la vida de Simón Bolívar y como
eran vistas las comunidades indígenas desde él y el entono que lo rodeo a partir de su
infancia hasta las guerras de independencia; luego se adentra en la visión indígena post-
Bolívar, es decir, como se ha tratado la cuestión de los amerindios1 en Venezuela desde
el gobierno de Páez hasta el actual del teniente coronel Hugo Chávez Frías; por último,
analiza como el actual Gobierno bolivariano utiliza la imagen de Bolívar con la finalidad
de atraer más adeptos de las comunidades llamadas originarias, al proyecto socialista
que impulsa el actual presidente de la republica.
La figura de Simón Bolívar deambula entre lo real y la ficción afirma Perera, en
parte porque la primera es prácticamente oculta a todos los venezolanos, en cambio la
segunda con características homéricas es la que ha prevalecido a lo largo del tiempo
dentro de la visión general sobre El Libertador, muy bien expresada por Herrera Luque,
“conocemos su genio, la elevación sublime de su pensamiento, su talla descomunal de
visionario, sus condiciones de estadista, escritor, sociólogo y político. Admiramos su
desprendimiento, abnegación y sacrificio, su valor físico y moral, su fortaleza ante la
adversidad, su férrea e inquebrantable voluntad.”2
Esta concepción sobre Bolívar, con descomunales pincelazos mitológicos, va ser
desechada por Perera, que en el prólogo y plan de su obra, resalta que la compleja
personalidad de El Libertador gira en torno a tres aspectos: “su extraordinario sentido
de la oportunidad política; su irrenunciable pasión por el poder real y la grandeza,
1
Por amerindios entiéndase lo que la jerga revolucionaria bolivariana conocen como pueblos originarios (Perera).
2
HERRERA LUQUE, Francisco. Bolívar de carne y hueso y otros ensayos. Editorial Alfaguara. Caracas. 2005. p, 13.
pasiones que, tercero, le vienen de cuna como privilegios intrínsecos a su clase” (p, 11).
Esto refleja una marcada contradicción con la visión sobre Simón Bolívar proveniente
de las altas esferas del Gobierno –la cual es asumida por la mayoría del pueblo
venezolano – con la de nuestro autor, que es más una desmitificación del hombre.
Partiendo de la figura de Bolívar y su desmitificación, Perera, va a plantear en la
obra el ideal –o la falta del mismo – indigenista del máximo héroe cultural de nuestro
país. Para desarrollar toda la idea, el autor, comienza con adentrarnos en el entorno de
juventud de Simón Bolívar, quien pertenecía a los mantuanos (oligarquía criolla), la
clase más adinerada dentro de las fronteras venezolanas.
Durante esta etapa de su vida, Bolívar, no mostro interés por el problema de la
esclavitud, ya que, su familia debido a las grandes extensiones de tierra que poseía
necesitaba de la mano esclava (negros e indios) para poder seguir produciendo y
obteniendo grandes sumas de dinero. Perera, dice que hasta ese entonces, los
mantuanos veían a los esclavos como tales y eran tratados desde su condición.
Inclusive la corona española tomo medidas (tibias) a favor de los negros e
indígenas, y en contra de la servidumbre de estos, sin embargo, la clase dominante a la
cual pertenecía la familia Bolívar estaban en contra de las mismas por la necesidad que
tenían de poseer esclavos como mano de obra.
En cuanto al tema de la independencia, hasta ese momento de la historia
venezolana, los mantuanos también veían con malos ojos las revueltas como la
emprendida por Manuel Gual y Joseph María España, quienes abogaban por la
supresión del tributo a los indios y la abolición de la esclavitud a favor de las
comunidades negras. Perera, nos dice que el joven Bolívar probablemente ni se entero
de esta revuelta y emprendió viaje a Europa donde conoció a la que luego sería su
esposa, María Teresa Toro.
En el segundo capítulo de su obra, Perera, sostendrá que hasta 1802 Bolívar era
indiferente a la política y está inmerso en las preocupaciones propias de un hombre
hacendado con una amplia fortuna. Pero a la edad de 19 años y medio va a ocurrir un
acto que muchos investigadores sobre la vida de El Libertador consideran clave en el
rumbo posterior de su vida, la muerte de su esposa María Teresa del Toro.
A raíz de la muerte de su esposa, Bolívar emprende un segundo viaje a Europa, es
allí donde comienza a nutrirse de las diferentes ideas de los autores de la Ilustración
francesa y empieza a mostrar interés por la independencia de las colonias españolas.
Durante este viaje conoce a Humboldt (primer mito bolivariano) y realiza el famoso
juramento en el monte sacro (segundo mito bolivariano), donde según Perera, ambas
ocasiones han sido exaltadas de sobre manera por los historiógrafos del Libertador. Por
supuesto en su estancia en el continente europeo conoce a Francisco de Miranda, quizás
hasta ese entonces el máximo representante de las ideas de libertad para las colonias
españolas.
A partir de aquí comienza el periplo hacia la gloria del Libertador, el 5 de julio de
1811 se firma el acta de la independencia constituyéndose así la Primera República, pero
esta ni bien conformada empezó a desgarrarse, en 1812 Bolívar es elegido por Miranda
para defender la plaza de Puerto Cabello, aquí se produce la primera gran derrota
militar del máximo héroe venezolano, pero como expone Perera fue “un acontecimiento
que cambio definitivamente la vida de Simón Bolívar involucrado hasta el fin de su días,
en la vorágine político-militar.” (p, 44).
Posterior a la pérdida de Puerto Cabello, Bolívar le hace saber a Miranda en su
informe la derrota aunque se niega a aceptar su responsabilidad en ella, es decir, él en
su prepotencia no acepta su error y la culpabilidad por el mismo. En una carta posterior,
El Libertador se confiesa ante el general Miranda, abatido reconociendo el significado
de la pérdida de Puerto Cabello así como pide unos días para tranquilizarse. El
Generalísimo le respondió en un tono afectivo.
Sustentará Perera, que posteriormente se da la capitulación de Miranda ante
Monteverde y con ello el fin de la Primera República. Aprovechando esto, varios
generales incluyendo el propio Bolívar – que regresaba al país – deciden entregar a
Francisco de Miranda al ejercito realista a la cabeza de Monteverde, por lo cual
obtuvieron ciertos favores provenientes de la corona española, es aquí, cuando comienza
el verdadero oportunismo político del Libertador.
A partir de este momento Bolívar comienza a entender lo importante de la utilidad
de la política y el poder dentro como fuera del país, característica que lo distinguiría en
cada uno de sus actos hasta lograr la independencia del continente americano, y ganarse
el título de “El Libertador”.
Ahora Perera se va a preguntar el papel de las “poblaciones originarias” o
amerindios en los tiempos de El Libertador y las guerras de independencia. Simón
Bolívar desde su niñez poca relación tuvo con estas poblaciones, a lo sumo sostuvo la
misma visión despectiva que tenían aquellos que eran de su clase (los mantuanos); tenía
una relación más cercana con los esclavos negros, muestra de ello es el afecto que
siempre le guardo a la negra Matea.
Esta clase, era vista por la clase terrateniente (los dueños de la tierra, clase a la cual
pertenecía Bolívar) como un problema latente de necesaria solución debido a los
diferentes sublevaciones que habían efectuado los esclavos negros en pro de mejoras de
vida, y que para la oligarquía era vista como una amenaza para el orden económico y
social existente, “la negritud sometida a la explotación anhelaba una sola cosa: la
destrucción del régimen esclavista y de los opresores blancos, sus amos inmediatos.” (p,
57).
Pero ¿Cuál era el papel de los indígenas en el contexto general de la época?, Perera
nos dirá que los pueblos amerindios alcanzaban apenas entre siete y quince por ciento
de la población total según varios estadistas de aquel tiempo, la población mayoritaria
era predominantemente mestiza. Los indígenas expresa el propio Humboldt – uno de
esos estadistas – no representa ningún temor para la gente de poder, la oligarquía, a
esto había que añadirse su dispersión territorial aunada a la falta de interés por los
asuntos políticos y económicos de la provincia, llevo a no representar una comunidad de
peligro – como si lo fueron los negros esclavos – para los futuros precursores de la
independencia.
Destaca Perera, que los indígenas en su mayoría estaban reducidos a los pueblos
de misión, es decir, se encontraban repartidos entre las diversas misiones “civilizatorias”
emprendidas por diversas órdenes religiosas como los capuchinos y franciscanos. Tanto
para Bolívar como su clase, los indígenas eran indiferentes en parte por los pocos puntos
en común que se tenían con ellos, por lo cual durante el desarrollo de las grandes
batallas existió una escasa cantidad de contactos con ellos. Inclusive José Antonio Páez
se atrevió a afirmar debido a la indiferencia de los indígenas al conflicto
independentista, que eran comunidades cobardes para combatir.
En este orden de ideas sobre las comunidades amerindias, el autor propone el
siguiente capítulo, El indígena en el ideario político de Bolívar, partiendo de la
Ilustración, ya que, este fue el movimiento que más nutrió al Libertador. Para los
ilustrados la revolución era cuestión de los blancos y así fue entendido tanto por El
Libertador como por la mayoría de los independentistas.
La Ilustración francesa veía con recelo a España e inclusive era considerada como
una nación atrasada en comparación con el resto de Europa, sin embargo, también
justifico la colonización pero ahora con tintes humanistas como expresa Perera, es decir,
con los ideales nacidos desde los ilustrados, por esta razón Bolívar entiende que es hora
de que se lleve a cabo la independencia de América, como ya lo había sostenido Miranda
anteriormente, para llevar a cabo los ideales ilustrados en nuestro continente.
Pero a diferencia de Miranda que tenía un proyecto que incluía a todos por igual
negros, indios, mestizos y blancos, Bolívar siguiendo el pensamiento francés que
consideraba al indígena como un hombre en estado salvaje que todavía era incapaz de
entender los ideales revolucionarios, considero que el movimiento independentista era
cuestión de su clase como bien afirma Miguel Ángel Perera.
Por esta razón son casi nulas las referencias que se encuentran hacia los indígenas
en los documentos fundamentales del Libertador, ya que, prácticamente no tenía
ninguna valoración hacia ellos y los propios esclavos negros, como se encuentra escrito
en el Manifiesto de Carúpano de 1814.
Luego de lograda la independencia de las diversas naciones americanas, las
medidas tomadas por Bolívar y los independentistas, va a manifestar Perera, fueron en
gran medida para profundizar la dominación sobre el indígena que ya se manejaba en
tiempos de la colonia, todo esto debido a que el pensamiento indigenista de el máximo
héroe nacional estaba cargado de prejuicios provenientes en un primer momento de la
oligarquía criolla (clase a la cual pertenecía) y posteriormente a la visión de la
ilustración acerca de estas poblaciones en América.
Todo esto nos lleva al quinto capítulo, la visión indigenista de Páez a Chávez,
donde se comienza por sostener como política desvalorizar la cultura de las poblaciones
prehispánicas (hacia ocurrió durante todo el siglo XIX y parte del XX), ya que, se
consideraba las practicas de estas poblaciones como salvajes y barbarás, ajenas a los
preceptos de progreso venidos de la cultura europea.
Es por eso dice Perera, que se le encargo a las diversas misiones cristianas que
fueran las encargadas de seguir con su labor de “civilizar” al indígena, e inclusive se
dicto como ley (Ley de Misiones) que tuvo vigencia hasta el 2005, debido a que a
mediados del siglo pasado, se comienza a respetar y dar valor a la cultura de las
poblaciones amerindias con la celebración del Congreso Indigenista Interamericano en
1940 en México, y luego su posterior continuación en Cuzco en 1949.
A partir de aquí los diferentes países de Latinoamérica empezaron a tomar
conciencia de la importancia de respetar aquellas culturas provenidas de las
comunidades prehispánicas. En Venezuela, se han creado diversos organismos desde
entonces como, el Consejo Nacional Indio de Venezuela (CONIVE) entre otras
organizaciones regionales, que buscan la aceptación de su cultura dentro del ámbito
nacional.
Ciertamente quien le otorga más relevancia a las poblaciones originarias es el
actual gobierno del teniente coronel Hugo Chávez Frías, quien parece abogar por
otorgarles ese lugar que durante toda la historia de Venezuela le has sido negada, aquí
comienza la segunda parte del libro de Miguel Ángel Perera, quien durante los capítulos
seis y siete, va a analizar el Bolivarianismo como una ideología con fines de religión de
estado y el lugar de los indígenas dentro de esta gran leviatán bolivariano.
El hecho nos va a decir Perera, de que actualmente en la Constitución de la
República se reconozca el componente humano aborigen y se consagre un capitulo de
ocho artículos en la misma, aparte de diferentes leyes que en teoría buscan dignificar al
indígena demuestra el avance a esa tan anhelada interculturalidad y reconocimiento del
otro, colocando a nuestro país en la vanguardia en cuanto a materia de los derechos
indígenas se refiere.
Pero el problema radica es que el actual gobierno, partiendo de la figura mítica de
Bolívar, aboga por un Bolivarianismo al cual deben adherirse todos los componentes de
la sociedad venezolana, incluyendo los propios indígenas, algo que ciertamente es una
aberración, ya que, este Bolivarianismo socialista cae en múltiples contradicciones,
primero en que Simón Bolívar no tiene ningún ideal indigenista en su pensamiento ni
tampoco socialista, lo que hace más complejo el asunto.
A nivel de socialismo, Bolívar no tiene nada que ver, Perera inclusive se atreve a
afirmar que el actual gobierno con el de El Libertador tiene más relaciones fascistas que
de otra cosa, en parte porque “el surgimiento del fascismo se hace presente siempre y
con gran fuerza la evocación de un pasado glorioso… las cualidades que el fascismo
reconoce en Bolívar son: su energía incontrolable, crueldad y voluntarismo.” (p, 144-
145).
En cuanto al tema indígena, Bolívar como se expuso anteriormente no tenia
ningún ideal que los incluyera en su proceso revolucionario (independentista), porque
entendía que ellos eran ajenos a los intereses de su clase (la oligarquía criolla), que
partiendo de los ideales de la revolución francesa (europeísta) deberían encaminar la
liberación de las colonias en americanas.
E inclusive Perera se refiere al hecho de que los esclavos también eran
considerados para Bolívar ajenos a este proceso, de no ser por la ayuda recibida por
Alexandre Petion, para entonces presidente de Haití, las comunidades de esclavos
negros en nuestro país tampoco habrían obtenido ninguna reivindicación por parte de
él.
Volviendo al tema del indigenismo, el actual gobierno solo manipula a estas
comunidades, con el fin de que ellas se adhieran a su proceso de expansión del llamado
socialismo del siglo XXI en Venezuela, así lo sostiene Perera, y se valen de la poca
información que se tiene acerca de la figura de Bolívar, para utilizarlo como lo que
nunca fue, un defensor de los indígenas.
Es aquí cuando Perera llega al último capítulo de su obra, donde se plantea
incertidumbres y certezas, acerca del actual gobierno y su utilización del mito Bolívar,
para la construcción de un proyecto que al igual que el independentista, buscaba el
beneficio de una clase en particular. Además afirma que se manipula el indígena hasta el
punto de que indirectamente buscan es que este se adhiera a la ideología del gobierno,
hasta el punto que el indio termina deseando lo que el mestizo tiene.
El tema indígena poco tratado a lo largo del tiempo en Venezuela, encuentra en
esta obra de Miguel Ángel Perera, una aproximación a la visión política en cuanto al
tema indigenista en Simón Bolívar, desmitificando a ese dios que nos han querido
implantar a través del tiempo; pero además este ensayo nos adentra en el fogoso debate
ideológico que se está produciendo en el país, proponiendo una visión muy desconfiada
sobre cuanto en realidad tiene que ver el llamado legado bolivariano con los dilaciones
de atención y justicia que sobrellevan las comunidades indígenas.
Gerardo Valero
gerardoj_valeros@hotmail.com

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