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Universidad Nacional de La Matanza Profesorado en Educación Física

Cátedra Biomecánica

Biomecánica Ósea

El hueso desempeña dos tipos de funciones fundamentales: funciones mecánicas de soporte del
organismo y de protección de los órganos internos, y funciones fisiológicas de control del metabolismo
del calcio, fósforo y magnesio. Por este motivo es por el cual al hueso se lo puede considerar tanto como
un tejido como una estructura.

Cuando consideramos al hueso como tejido


referimos que está constituido por células y por
sustancia intercelular, que a su vez se divide en
sustancia orgánica e inorgánica.

Células de los huesos


Al considerar las células de los huesos es
necesario diferenciar los elementos que
pertenecen estrictamente al hueso de aquellos
que pertenecen a la médula ósea. Aunque los
progenitores de los osteoclastos son células
hematopoyéticas también son consideradas
como células óseas. Por consiguiente, se
consideran como células óseas las células
progenitoras, los osteoblastos, los osteocitos y
los osteoclastos.

Las células progenitoras Son unas células no


especializadas, derivadas de la mesénquima que
pueden experimentar mitosis y transformarse
en osteoblastos. Estas células se encuentran en
la parte interna del periostio, en el endostio y en los canales perforantes y de Havers. Ocasionalmente y
bajo la influencia de factores de crecimiento algunas células hematopoyéticas de la médula ósea pueden
diferenciarse a células osteoprogenitoras para convertirse en osteoclastos.

Los osteoblastos son las células responsables de la formación y organización de la matriz extracelular
del hueso y de su posterior mineralización. Es la responsable de la síntesis y organización del colágeno y
las proteínas no colágenas, así como la mineralización del osteoide (colágeno ya organizado que se
encuentra alrededor del osteoblasto).

El osteoblasto al quedar encerrado en el colágeno que él mismo sintetizó y mineralizó (le agregó
fundamentalmente Calcio) se convierte en osteocito.

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Esta célula (el osteocito) se encuentra dentro del hueso calcificado están interconectados por un
sistema de canalículos, aunque ya no excretan materiales de la matriz. Los osteocitos pasan por varias
fases de maduración hasta que quedan completamente rodeados por la matriz y se mantienen en un
estado de aparente reposo. Sin embargo, aunque no segregan materiales de la matriz ósea, su función
es la mantener las actividades celulares del tejido óseo como el intercambio de nutrientes y productos
de desecho.

Existen también las llamadas células en superficie de descanso que se cree que provienen del
osteoblasto y se localizan en la superficie de las trabéculas, que están separadas de la capa de
mineralización por una fina capa fibrosa y se sugiere que contienen colagenasas ácidas para roer esa fina
lámina y contribuir le acceso a los osteoblastos en le proceso de modelación ósea.

Los osteoclastos son las células responsables de resorción de la matriz ósea, células polinucleadas de
gran tamaño. Su capacidad de erosionar el hueso (estimulado por la parathormona e inhibido por la
calcitonina) es la responsable de la remodelación ósea y también de mantener el equilibrio de los
niveles de calcio en sangre.

Sustancia intercelular
La matriz ósea tiene componentes orgánicos e inorgánicos.

El componente orgánico o sustancia orgánica se halla integrada por colágeno tipo I (85-90%) y una
pequeña proporción de otras proteínas (10-15%): proteoglicanos, proteínas implicadas en la adhesión
celular, osteocalcina y factores de crecimiento. En el hueso maduro las fibras colágenas se disponen en
láminas paralelas (hueso laminar) mientras que en el hueso inmaduro las fibras se hayan desordenadas
(no laminar).
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La sustancia inorgánica contiene abundantes sales minerales en forma cristalizada, en particular la


hidroxiapatita o fosfato tricálcico [Ca3(PO4)2.(OH)2] y algo de carbonato cálcico. En cantidades
pequeñas se encuentran los sulfatos, fluoruros e hidróxido de magnesio. Todas estas sales se
encuentran depositadas en una retícula formada por las fibras de colágeno. El proceso por el cual estas
sales se deposita y cristalizan en la retícula se denomina calcificación. Aunque la dureza del hueso,
rigidez y resistencia a la compresión se debe a sus componentes minerales, sin la existencia del
colágeno, el hueso sería frágil. Las fibras de colágeno y otras proteínas presentes en la matriz aportan
flexibilidad, resistencia a la tensión. Si faltan las fibras de colágeno o están son defectuosas se producen
enfermedades como la osteogénesis imperfecta, también conocida como huesos de cristal. Por contrario,
si se eliminan las sales minerales del hueso resulta una estructura flexible, esponjosa y gomosa, sin la
propiedad de dar sostén o estructura.

El hueso como Estructura


Si consideramos el hueso como una estructura, observamos que está compuesto de: hueso cortical,
hueso esponjoso, periostio y endostio, vasos sanguíneos, nervios y médula ósea e inserciones
musculares.

La forma de los huesos refleja una adaptación a cargas estáticas y dinámicas, así como a su función de
protección y soporte de órganos adyacentes (huesos planos). Los huesos pueden clasificarse, en dos
tipos; tubulares (fémur, húmero, tibia, etc.) y no tubulares. Éstos pueden dividirse a su vez en huesos
planos (escápula, cráneo, etc.) y huesos cubiformes (vértebras, huesos del carpo, huesos del tarso).

Hueso cortical maduro

El hueso cortical es el tejido óseo laminar de textura densa que rodea el hueso esponjoso. Su grosor es
variable, pero en cualquier caso está formado por un complicado sistema de canales que en su mayoría
siguen un curso paralelo al eje mayor del hueso (canales longitudinales) rodeados por un cilindro de
láminas concéntricas (fibras de colágeno calcificadas) entre las cuales se encuentran los osteocitos.

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Hueso esponjoso
Este tipo de tejido óseo laminar existe en mayor o menor cantidad en todos los huesos del cuerpo
humano, y está dispuesto como un enrejado tridimensional de columnas y placas óseas que están
rodeadas por el hueso cortical.

Las trabéculas del hueso se orientan de manera que se obtenga el máximo de resistencia utilizando la
mínima cantidad de material.

El hueso posee 3 características que lo hacen único y


diferente de otros tejidos e influyen en su estructura ósea
y en sus propiedades mecánicas:

1. El hueso no es un tejido que cuando llega a su


madurez permanece inerte. Durante toda su vida
está en constante cambio a diferencia de los
demás tejidos. Existe un moldeado óseo constante
y que puede alterarse por factores mecánicos
(fuerzas que atraviesan el hueso).
2. Posee un potencial de regeneración mayor que
cualquier otro tejido.
3. Posee una habilidad especial para mineralizarse,
a diferencia de otros tejidos que están
constituidos por materiales bioquímicos similares.

Propiedades mecánicas del hueso


Está sometido, por tanto, a las fuerzas estáticas
del peso del cuerpo y a las dinámicas de la acción
muscular y los ligamentos. También desempeñan
un papel importante los impactos, las
aceleraciones y las desaceleraciones. Contra lo
que pudiera parecer, los esfuerzos soportados por el hueso dependen menos del peso del
cuerpo que de la acción muscular o de las variaciones en la aceleración que puede sufrir.
Para poder ejercer su función el hueso tiene tres propiedades mecánicas fundamentales que
son la resistencia, la rigidez y elasticidad.

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Los huesos responden a las fuerzas aplicadas sobre su superficie siguiendo un patrón
característico. La primera fase es elástica(región a-b) y depende de la rigidez del hueso. En esta
fase, la deformación es temporal y se mantiene solo durante el tiempo de aplicación de la fuerza
tras lo cual, el hueso recupera su forma original. Si la fuerza aumenta, se entra en una fase
plástica (región b-c) y el hueso, aunque se recupera parcialmente, queda deformado. Por último
cuando la fuerza aplicada es superior a la resistencia del tejido se produce la fractura(c ) .

La respuesta de tejido óseo frente a las fuerzas que se aplican sobre su superficie dependerá del
tipo de fuerza, del tipo de hueso, así como de la densidad, arquitectura y composición del tejido
óseo.
La forma de la curva carga-deformación que se ha descrito varía en función de la velocidad de
aplicación de la carga. A medida que aumenta la velocidad de aplicación, el hueso se hace más
resistente. Dicho en otras palabras, hace falta más fuerza para romper un hueso bruscamente
que para romperlo lentamente. La resistencia de la muestra puede valorarse mediante tres
factores: a) la carga que puede resistir antes de romperse; b)la deformación que puede soportar
antes de romperse, y c) la energía que es capaz de almacenar antes de romperse.
Como ya se ha comentado, el hueso cortical y el hueso esponjoso presentan una estructura
diferente lo cual condiciona, lógicamente, un comportamiento mecánico también distinto. El
hueso cortical es más rígido que el esponjoso y puede soportar más carga pero menos
deformación que este último. El hueso cortical se fractura cuando su deformación excede el 2 %
de su longitud inicial mientras que el hueso esponjoso soporta hasta el 7 % de deformación.
Asimismo, debido a su estructura porosa, el hueso esponjoso parece tener mayor capacidad de
almacenamiento energético. El hueso es un material anisotrópico y, por tanto, se comporta
desde un punto de vista mecánico de forma diferente en función de la dirección en que se
aplique una fuerza. Es más resistente a la compresión en sentido longitudinal que en sentido
radial o tangencial. Se ha podido comprobar también que el hueso seco es más resistente que el
hueso hidratado. Este fenómeno depende de la velocidad de aplicación de la carga: si ésta se
aplica en forma de impacto, el hueso hidratado se vuelve mucho más resistente, y presenta
mayor capacidad de absorción energética. Este hecho pone en evidencia otra característica
mecánica del hueso que es su viscoelasticidad.
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La rigidez de la muestra está determinada por la pendiente de la curva en la región elástica, y


puede medirse con el módulo de elasticidad de Young, que se obtiene dividiendo la fuerza en un
punto de la región elástica de la curva por la deformidad en dicho punto. Por tanto, cuanto más
rígido es el material, más alto es el módulo de Young.

Fuerzas a que puede ser sometido un hueso

FUERZAS DE COMPRESIÓN

Dos fuerzas iguales y opuestas se aplican sobre la superficie del hueso.


Como consecuencia, éste tiende a acortarse y ensancharse. Las fuerzas
máximas tienen lugar en un plano perpendicular al de la línea de carga.

En la práctica clinica, un ejemplo característico de fractura por este


mecanismo son los aplastamientos vertebrales.

En la practica deportiva puede ser cuando se cae de un salto.

FUERZAS
DE TRACCIÓN

En este
caso, dos
fuerzas
iguales se
aplican
en
sentido
contrario
sobre el
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hueso. Como resultado el hueso tiene tendencia a alargarse y a hacerse más estrecho. Las fuerzas
máximas tienen lugar en un plano perpendicular a la línea de carga.

Un ejemplo de fractura por este mecanismo es el arrancamiento de la estiloides del quinto


metatarsiano, por tracción del tendón del peroneo lateral corto.

Un ejemplo deportivo seria en el momento de la extensión para el salto o en el lanzamiento de un


objeto como ser de una bola de softbol.

FUERZAS DE CILLAZAMIENTO

La fuerza se aplica perpendicular a la superficie del hueso y las fuerzas


máximas tienen lugar en un plano paralelo a la dirección de aplicación de
la fuerza. El hueso cortical soporta mejor la compresión que la tracción, y
la tracción mejor que el cizallamiento. 

Un ejemplo practico seria un pivote o un amague en handbol

FUERZAS DE FLEXIÓN

Las fuerzas aplicadas sobre el hueso hacen


que éste se doble sobre su eje mayor, y
aparecen en el interior del hueso fuerzas
de compresión en el lado de aplicación de
la fuerza y fuerzas de tracción en el lado
opuesto. Estas fuerzas son mayores
cuanto más alejadas están del eje neutro
del hueso. Ejemplo de este tipo de
fractura serían las del antebrazo al caer y
poner la mano en el suelo.

Un ejemplo práctico sería un suples


adelante o atrás o una frenada.

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FUERZAS DE TORSIÓN

En este caso, la fuerza aplicada sobre el hueso tiende a hacerlo rotar alrededor de su eje.

Aparecen fuerzas de cizallamiento que se distribuyen a lo largo de toda la estructura, siendo más
intensas, cuanto más alejadas están del eje neutro del hueso.

Ejemplo de este tipo de fuerzas sobre el hueso es la fractura espiroidea de tibia, que se produce cuando
se esquía al caer rotando sobre el pie fijo anclado por el esquí.
Un ejemplo físico sería en los giros o en un rondo.

Es importante saber que estas fuerzas actúan generalmente juntas, esto quiere decir que es muy difícil
encontrarlas separadas en algún gesto deportivo o actividad física.

Factores que influyen en las propiedades mecánicas del hueso

 Tamaño y forma: La resistencia del hueso, tanto a la compresión como a la tracción, está
influenciada por su tamaño. Cuanto mayor es el hueso, mayor es su resistencia. La resistencia
del hueso a la flexión está determinada también por su forma (distribución del tejido óseo
alrededor del eje neutro del hueso) y por su longitud. Cuanto mayor cantidad de tejido óseo
existe alrededor del eje neutro, más resistente es a la flexión. Cuanto mayor es la longitud del
hueso, mayor es el momento flector de la fuerza aplicada sobre él. Por ello, los huesos tubulares
largos del cuerpo son los que principalmente se fracturan por este mecanismo. La resistencia del

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hueso a la torsión también está determinada por el tamaño y la forma del hueso. Cuanto más
grande es el hueso y cuanto más alejada del eje neutro está situada la masa ósea, más resistente
es. Por ello, las tibias sometidas a una fuerza de torsión se fracturan antes por el tercio distal, de
menor diámetro, que por el proximal.
 Composición del hueso: Diversas situaciones fisiológicas o patológicas modifican la composición
del hueso. Al modificarse la estructura del hueso, se modifican sus propiedades mecánicas. El
envejecimiento, por ejemplo, produce una pérdida de masa ósea. Esta pérdida afecta tanto el
hueso cortical que pierde diámetro y se adelgaza, como el esponjoso en el que disminuye el
número de trabéculas, que a su vez se hacen más delgadas.
 Actividad muscular: En el esqueleto humano, los ejes anatómicos y mecánicos de los huesos no
coinciden, por lo que el hueso vivo, además de ser solicitado mecánicamente a compresión,
también lo es en flexión. La contracción muscular tiene como función regularizar las cargas que
son transmitidas por el hueso, neutralizando las fuerzas de tracción y haciendo trabajar el hueso
a compresión.
 Remodelación ósea: Por la ley de Wolff sabemos que el hueso adapta su tamaño, forma y
estructura a las solicitaciones mecánicas que recibe. Como se ha comentado, el hueso vivo está
sometido constantemente a un proceso continuo de formación-resorción. Este proceso tiene
lugar de forma equilibrada bajo unas condiciones mecánicas que podríamos llamar “ideales”. Si
las solicitaciones mecánicas reales son superiores o inferiores a las ideales, aumenta o
disminuye la formación ósea, hasta un techo máximo en que aparece una resorción patológica
de hueso.
 La hidratación: Sabemos que una de las propiedades del hueso es la viscoelasticidad, es por ello
que una hidratación deficiente obliga al hueso a no poder operar de manera optima ya que
afecta a dicha propiedad.

BIBIOGRAFÍA

- Viladot Voegeli, A.;(2000) “Lecciones Básicas De Biomecánica Del Aparato Locomotor”;


Ed.Springer Science & Business Media.
- Palastanga, N.; Soames, R.; Field, D.; (2007); “Anatomía Y Movimiento Humano. Estructura Y
Funcionamiento”; Ed. Paidotribo
- http://www.conganat.org/iicongreso/conf/018/
- https://www.iqb.es/cbasicas/fisio/cap06/cap6_3.htm

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