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OBRA APROBADA POR LA AUTORIDAD ECLUSIASTICA ¥ POR EL. MINISTHRIO DE BDUCACION NACIONAL segin Orden do 8 do abril de 1944 (B. 0. ‘et B. del 18 do mayo de 1944) PARA LAS ESCUBLAS NACIONALES Y PRIVADAS 80." edici6n ILUSTRACIONES DD JESUS DBRNAL EZEQUIEL SOLANA ORO Coleceién de ejemplos, fébulas € historictas morales para nifios Editorial Escuela Espafiola. - Hijos de Ezequiol Solana Mayor, 4.- Madrid Es propiedad, Hecho €1 depésito que marea Ia Ley. Depéalto legal: M, 10.879-1900, Tice, Be RIVADENRAA, 6. ATARI pe OsIND REDOWHD, 26.—NADRTO EL porqué de este librito Hoy es preciso apelar a toda clase de recursos para ensefiar las verdades de nuestra Religién, y segura- mente, refiriéndose a los nifios, no hay medio més ade- ‘cuado para enseiarselas que el de las historietas faci- Jes, breves e interesantes, tan usado y elogiado por los doctores de la Iglesia y por el mismo Jesucristo, pues, segtin nos dice el Evangelio, nuestro adorable Reden- tor no hablaba a 1a turbas que Je segufan sin emplear parabolas; esto es, similes y ejemplos. De las anécdotas, historietas y cuentos que compo- nen este libro, unos son tomados de periédicos y revis- tas de reconocida ortodoxia; otros, los menos, y segu- ramente los peores, son hijos de mi pobre inteligencia, En todos ellos he procurado que Ios nifios aprendan una leccién, una verdad, una maxima que les reuerde Jos saludables preceptos de 1a cristiana sabiduria, Para hacer mis provechosas las lecciones, a cada his- torieta sigue una breve conversacién entre el maestro oel instructor y Ios nifios. Esta conversacién puede ¥ debe variarla el maestro, acomodandola a las circuns- tancias del momento; pero nunca debe suprimirla. De ella, bien dirigida, puede obtenerse los mejores frutos, en cuanto que comunica titiles ensefianzas, y obligan- do a los niffos a atender, a recordar, a discurrir, hace Ia lectura verdaderamente educativa. Leida sucesivamente cada historieta por dos 0 mis nifios en clase general y en alta vor, puede dar oct sién al maestro para una serie de preguntas y expli caciones que afirmen a Jos nifios en Jos conocimientos adquiridos y los preparen para Ia adquisicién de otros nuevos, iitiles y variados. ES. La alborada 'ASEABAN Eduardito y su papé, una fresca ma- fiana de mayo, por la ribera del mar, momentos antes de que el sol tendiera sus rayos por el hori- zonte, Todo era en aquellos plAdicos instantes dulce sosiego y apacible calma. De pronto, parecia que en sordo murmullo des- pertaba la Naturaleza; Oriente se tornasolaba con los colores del iris. Volvieron hacia é1 los ojos Eduardo y su pap4, y cuando més embelesados lo contemplaban, de stbito el sol chispea, surge del mar su disco luminoso y, rapidisimos e intermina- bles, salvan sus rayos la liquida lanura y piérdense, Iejanos, tras las cumbres de los montes, inundando con su claridad todo el espacio. —Mira, Eduardo; mira cémo a porfia cantan las aves, el campo sonrie, se abren a la luz las flores. Pues todo ello no es sino un tributo de gratitud y alabanza que rinden a su Creador. —iOh, qué bueno es Dios! ;Por qué no le damos gracias, como las flores y los pajarillos? —iHijo mio! Tus palabras me Menan de fe- licidad. : 2¥ quién me ensefiard, pap4, a conocer a Dios? 2Cémo he de aprender a honrarle y darle gracias? —Hay un precioso libro que se llama Catecismo; donde se encuentra todo lo que el cristiano debe sa- ber para salvarse, Yo tendré cuidado de ensefidrte- lo desde hoy, y, para hacer la ensefianza mas amena, he de darte una coleccién de ejemplos, fabulas ov historietas que os muestren a ti y a otros nifios de tu edad el verdadero camino de Ia vida, Lee despacio estos ejemplos; medita las ense- fianzas que de los mismos se desprenden y ponlas en prdctica, que ellas te dardn la paz apetecible en esta vida y la eterna felicidad en la otra. DIOS ES EL PRINCIPIO DE TODAS LAS Cosas E,1 padrenuestro 'ADRE nuestro, que ests en los cielos. ‘Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. es Hagase tu voluntad, asi en la tierra como en el cielo. a dénosle hoy. El pan nuestro de cada dia danos! Perdénanos nuestras deudas, ast como nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos dejes caer en la tentacion, Mas Mbranos del mal. Amén. Esta es, nifios, la oracién por exce . Oracién dicha por la boca de Jestis para ensefiar- nos a levantar el coraz6n a Dios y pedirle mercedes. LA ORACION ABRE LAS PUERTAS DEL CIELO 6 re maestro? $i ea padre de coyepragctons gto cot taney Ri tel tae oe Amora Dios Qu es lo que yo amo, joh Dios miol, cuando 0s amo a Vos?...—exclama San Agustin. No es ciertamente el resplandor de la luz, ni la armonja de la misica, ni el aroma de las flores, ni el deleite de los sentidos, Mas, zqué es lo que yo amo amando a mi Dios?. Yo le he preguntado a la tierra, y me ha respon- dido: No soy yo lo que ti amas. Le he preguntado al mar, a los peces de los abis- mos, y me han respondido: Nosotros no somos tu Dios; biiscale en otra parte, Igual pregunta he hecho al aire que respiramos, a las aves que lo pueblan, y me han contestado: Nos- otros no somos tu Dios.g__— También lo he preguntado a los cielos, al sol, a Ja luna, a las estrellas, y me han contes- tado: No somos el Dios que ti buscas. En fin, puesto que no sois mi Dios —les he dicho—, ensefiadme alguna cosa de El, Y todos han exclamado a una voz: Elles quien nos ha creado, AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS: HE AQUI EL PRIMER DEDER DEL HOMBRE GONVERSACION. — :Cémo debemos amar. 4 Dio faye ete Ins Sonne? uién ana Como ee Dios fester ‘aie he gosas?, Exponed sucintamense 1a grandens 'y her reais, Son 2 Fierén y Siménide IERON, rey de Siracusa, pidié al fil6sofo Siménide que le explicara la grandeza de Dios. El filésofo le rogé que le otorgara un dia para reflexionarlo, Cais Mt eho Interrogado de nuevo por el rey, pidié un término de dos dias, pasados los cuales solicité cuatro y des- pués ocho. ; i Cansado de esperar el rey, le dice, en fin, que le responda. ¥ el filésofo no cesaba de pedirle afin nue- vos dias para reflexionarlo. Asombrado Hierén, preguntéle por qué obraba de aquella manera. : —iAh!—respondié Siménide—. Cuanto més pien- so y medito, mayor dificultad encuentro en decir lo que es la grandeza de Dios. NO PUEDE LA INTELICENCIA HUMANA COMPRENDER LA INFINI- TA GRANDEZA DE DIOS. ADOREMOSLE CON HUMILDAD Y ESPE- REMOS EN SU MISERICORDIA 5m, Siencuse,y, Siménide? SOmpeROACHON. sort tate. ot im ai sine Se ah efaice ees antes peteaten Pista ‘Tienen plural. fos nom sogt Bacribie todos los nombres comes Sfalenen'Ta anterior histor 8 De un pastorcitto ACIENDO un obispo la visita pastoral a los pueblos de su diécesis, encontrése un humilde pastorcillo que le saludé con mucha reverencia y cortesia, Llamé6 la atencién del obispo, y dirigiéndose ca- rifioso al mozalbete, le dij —Ti tienes cara de listo. ¢Querrés decirme dén- de esta Dios, y te doy una naranja? —Dos le doy yo a su ilustrisima si me dice dén- de no estd—respondié con viveza el pastorcillo. Prendado el obispo de su contestacién, y adivi- nando un gran talento en aquel nifio, se lo le- v6 al seminario. Hoy es un sacerdo- te ilustrado y virtuoso. NO OLVIDES QUE DIOS ES- TA EN TODAS PARTES y Sobre ta presencia de Dios Dos nifios salfan de la escuela; el mds pequefio jo al otro: —Nos acaban de decir que Dios esté en todas partes. ¢Cémo puede ser esto, cuando no se le ve en ninguna? —Yo te lo voy a explicar—dijo el mayor—como nos lo hacia en mi seccién el sefior maestro. Figdra- te un vaso de agua donde se ha echado azticar; cuan- do esta disuelto, ta ves el agua, pero no el azficar; y, sin embargo, alli esta. También el Espiritu del Sefior est4 en todas partes, sentimos su presencia, pero no se le ve en ninguna. BL ESPIRITU DE DIOS LLENA LA REDONDEZ DE LA TIERRA, QUE PODRA ESCONDERSE 4 SUS MIRADAS? CONVERSACION 11 dénde ealian Tos dor nifou? 20ué les Bablan dicho en ene ca glen oagegal enue a Hal ae Des, rao wees Ueeiry at hacer un tal, asdie'nos ha ysito? Resumen escrito de e un sabio y un nifio ASEANDO un sabio por las orillas del mar, me- ditaba queriendo entender el Misterio de la San- tisima Trinidad. En esto vié a un nifio que estaba echando agua con una concha en un pocito. —éQué haces?—le dijo el sabio, —Mira—respondié el nifio—, voy a meter toda el agua de ese mar en este hoyito que he abiérto con mis manos, —Pero no ves que eso es imposible? —Mias imposible es—dijo el nifio—entender per- fectamente el Misterio de la Santisima Trinidad con tu humano entendimiento, Y desaparecis, El sabio era San Agustin, y el que parecia un nifio, un Angel del cielo. 10S MISTERIOS DE NUES. TRA SACROSANTA RELI- GION DEBEN ADMIRARSE, SIN PRETENDER CoM. PRENDERLOS 2 2 Quidn de vosotror ont id decle‘por aud eased “8 gon del et BSc wn resting ulsoreta Consecinela ‘moral que de ZC Loa gtoria de los humildes [ _,¥8GO un dia al cielo un alma humilde que en- tr6 inmediatamente sin padecer fatiga alguna. Dios le sefialé un trono hermosisimo. ‘Todas las miradas se volvieron hacia el angel de Iu guarda que en Ja tierra habia custodiado a aque- Hla alma privilegiada, Bl angel se incliné ante Dios, obtuvo permiso de hablar a la corte celestial, y de sus labios brotaron purisimas estas palabras: —Esta alma que véis gloriosa ha aceptado siem- pre cuanto le ha sobrevenido con dulce contenta miento de la voluntad de Dios, Humilde siempre y serena, no ha sabido oponerse a nada, sino al pecado. BIENAVENTURADOS LOS PODRES DE ESPIRITU CONVERSACION.—Wombre es in palabra ave designs wn set. Desi los nombres ‘emrran en l eee nri stoic chad Mineo gm ‘cheuentran estes nombres? “Adj ra“que ‘aifica 0 determina Tos "adjetives ‘lp ” Posre Gustavo! Ne hace muchos afios que en una gran poblacién de Espafia encontraron muerto en su aposento aun joven llamado Gustavo. iApenas tenfa catorce afios, y... se habia suicida- do! Atado a su cabeza habiase puesto un pafiuelo para no sentir sobre la frente el frio de la pistola. ;Qué horror! El infeliz estaba ya disgustado de la existencia, sin apenas conocerla, ¢Qué causa pudo conducirle a tan horrible crimen? La incredulidad. Su padre era un hombre descreido, y no quiso ha- blar a su hijo nunca de Dios, “Cuando sea mayor —repetia—, entonces elegird la religién que quiera.” Llegé el momento, y eligié... la muerte!... iOh, hijo infeliz! Oh, padre desgraciado! SOLO EA INCREDULIDAD PUEDE CONDUCIR AL, SUICIDIO. CREA. MOS EN DIOS ¥ ESPEREMOS BRE Sea ae at LSI ete 8 Das rayas de ta mano ot | 4, RA un hombre tenido por adivino y sabio en toda Ia comarca de Granada, porque dicen que predecia los destinos futuros de una persona, des- pués de examinar Jas rayas de la mano, ‘Un dia Hegé a visitar a un ciudadano, padre de numerosa familia, Todos los nifios fueron presentan- do sus manos para que el pretendido sabio las exa- minase, Después de haberlas examinado, volviéndo- ne al padre con aire de satisfaccion, le dijo —He aqui un muchacho, padre feliz, que ha de ser con el tiempo un gran hombre de Estado. —0Os engafidis—dijo el padre, sonriendo—; éste de quien hablais es una nifia, KS RIDICULA LA PRETENSION DE PREDECIR LOS DESTINOS DEL HOMBRE POR MEDIOS SUPERSTICIOSOS. SOLO DIOS PUEDE SABER LO POR VENI CONVERSACION—2De, qué so habla en eats ‘dela sana! Le telicidad verdadera Desxoso un hombre rico de probar quién se contaba en el mun- do por feliz, hizo Poner sobre la puerta de un jardin un cartel que decia: “Esta posesién se regala al que se crea en el mundo verdaderamente dichoso.” Presentése inmediatamente un quidam, y le dijo: —Vengo a tomar posesion de este jardin que me Pertenece, porque, de seguro, no hay hombre més fe- liz que yo. _ —Hsté usted muy equivocado—te replicé el due- fio—, pues si estuviera usted tan satisfecho y con- tento como dice, no desearia tener mi jardin, El otro bajé la cabeza y no supo qué replicar. NO ES MAS FELIZ QUIEN Mas TIEN, QUE EL ORO NO LAVA PENAS; MAS FELIZ ES QUIEN CON MENOS EN EL MUNDO SE CONTENTA, CONVERSACION.—Narrcién sence Quin seed oo fates Sh 20 Drove det cuamtetto tfdo, eB cue ccna? iuede Maver en cote srands elcid, coenict sn cLimindo el hombte tas (els? Hacer un Wea eats ease BE: albaiiil hecho santo Pact tiempo que un albafiil no se confesaba. Reprendiéle el sefior cura, y el albafiil contes- t6 que no tenia pecados, —Si tan bueno eres—dijo el sacerdote—, voy a darte hoy trabajo en la iglesia. Sube a enlucir ese nicho. Cuando el albafiil estaba més afanoso, hizo el cura que entrasen en la iglesia algunos feligreses y, volviéndose a ellos, dijoles: —Tenemos un nuevo santo, y ya est4 colocado en el nicho, Vedio alli, —Sefior cura—salta una mujer—, si es mas malo que Cain, —Es la peor lengua del pueblo—dice otra. —Es un borracho—afiade su propia mujer—que tedas las noches viene a casa tarde y bebido. Y de este modo le fueron haciendo al albafiil el examen de concienci: NADIE ENV EL MUNDO PRESUMA DE SER PERFECTO, QUE CUANDO PEGA EL JUSTO SIETE VECES, 2QUE TARAN LOS QUE NO SON SANTOS? WVEREACION—iD% auiee fable Cust ‘ue al ah ro tase? ise murmuraci6n ABIA reprendido muchas veces un padre a su hijo porque murmuraba frecuentemente del préjimo, publicando sus defectos y exagerando las faltas ajenas. Propasése un dia el nifio, y deseando el buen pa- dre hacer en su hijo mas impresion de la que hacian las palabras y consejos, dijole: —Derrama, hijo mio, por el suelo este vaso de agua. —¢Para qué he de derramarlo? —Luego lo verds. —Pues ya esta. Muy bien; recoge ahora el agua. —Eso no puede ser. —jAh!... Menos puede ser recoger las palabras y volver la honra que se ha quitado por la murmu- raci6n, EI hijo se corrigié en seguida. NADIE MURMURE De NADIE. QUE SOMOS DE CARNE HUMANA, Po MY Pra De aCe oo so rene ea none Sie AS Ge cee hae ae ‘somo pecado ¥ tomo Vito sevinl, Hicer que loa nifos MacttTan 4oWke enor PUNO, | 2 eerie a i Nh i) Margarita © conocéis a la buena nifia Margarita? Es G+ % iéstima, porque abriga muy buenos senti- mientos y hallarfais en ella muchas virtudes que imitar, Figuraos que esta nifia, que atin no cuenta nueve afios, hacia ocho dfas que ayunaba, Al padre eg6 a ingpirarle cuidado la salud de su hija, y un dia le pregunté: —=1Qué tienes, hija mfa? Por qué no comes? {Quieren que lame al médico? “No, papi—dijo timidamente la nifia—; es que Yo... ayuno en penitencia por las blasfemias que pro- flere usted todos los dias.. Whtay palabras fueron una revelacién para el pa- ve, Vivamente impresionado, has- ta derramar lagrimas, abrazé a su hija y prometié no blasfemar en la vida, UNA BUBNA NINA, 2QUE NO ALCANZA DE SUS PADRES?... IMITAD A MARGARITA CONVERSACION—1Qué nos indica en Ix tecture 1 aigno de intereoganta? 2Qué son tos puntos suspen von? Leer con detenimtente ym debida entonacion fo que afecta a estor slznos en ta anterior Alterets, {Qué indica el pulén mayor? ¢Cémo debe leer ‘ldtogo? ¢Oué tacia In nila Margarita para cot fen mu padre el vielo de te Disfemla? 23 Z Wy Saponibleschrestntabatltin | mudsulmén a art & obispo catélico—que el mismo Cuerpo de Je- Sueristo se halle en todas vuestras iglesias en tn dia? ¢Cémo podéis explicarlo? —Nada hay imposible a Dios—contest6 el obis- Po—, y esto debia bastar; mas por que lo veas mas claro, rompamos un espejo, y no me negarés que el sol, con set uno, se muestra entero en cada uno de los pedacitos rotos, Qué més? ¢No oyen las pala- bras enteras cada una de las personas que se hallan aqui reunidas? ¢Quién podré explicarme como se hace esto? EI sarraceno queds confundido, y los cristianos que se hallaban presentes, edificados y. confirmados en la fe de Jesucristo, JESUCRISTO ESTA REALMENTE EN EL SANTISINO SACRAMENTO DEL ALTAR CONVERSACION.—blurulmanes se Motean los ave profesan el maabometlemo, 186 bu profexdo el uahometiono en apne? Tiaoer une Lucite relator ae ik apse nig Got ed ary ch muninan ti obits faye tier? ene cones Sia suctito en cuanto Digs? ¢Donde eal Jesieiso. en tanks ey Las ohinas det carretero $ imposible, padre cura—decia un carretero al confesarse—} no me puedo enmendar. Se me va la lengua con la mayor facilidad del mundo. —2Quiere usted hacer la prueba?—dijo el sacer- dote. if hy —Sefior, en obsequio suyo y de mi Dios, haré lo que me mande; pero me temo que ha de ser indtil. —Pues mire usted, cada vez que se le escape una blasfemia, sin que nadie lo advierta, échese a la bol- sa una chinita, y Iuego, al acostarse, cuéntelas. El primer dia se hallé nuestro carretero con los holsillos Menos de piedrezuelas, y se avergonz6 al contarlas; al segundo fueron menos, y a las pocas semanas la costumbre fatal habia desaparecido por completo. AIGADO SE. CORRIGE SI SE PONE POR OBRA EL VICIO MAS ARR: 0 st corr ‘A tor tos enemigos N hombre de pueblo, de honradez sin tacha, volvia de una feria, donde habia vendido un Pequefio rebafio de corderos. En el camino le esperaba un desalmado, pistola en mano, para robarle, Viéle, disparé; mas el cami- nante salié ileso, El ladr6n quiso arrojarse sobre él; pero al dar un salto, fracturése un muslo y qued6 tendido sin po- derse mover, Entonces nuestro buen hombre volviése compa- decido, colocé al ladrén sobre la mula, se lo levé a su casa y le asistié hasta que se restablecié por completo. Nadie supo en el pueblo que aquel infeliz impe- dido hubiera sido un ladron. La caridad es la virtud por excelencia. DEBEMOS AMAR HASTA A NUESTROS ‘MISMOS ENEMI- GOS. ASI LO DICE EL EVAN- CELIO CONVERSACrON, Bitoriel, {Cama ite hombre de poet Bios Be aende Ne ‘cufrencia de mercade: ‘Gin sealador cue fe bia enti ‘ el Mero due ej6 ta receta? gue ‘hicaz el temedio? Thos nifios generosos las puertas de | aestaci6n del ferrocarril,se halla- ban jugando unos nifios, como de doce afios, mi- nutos antes de la hora en que el tren tenia su legada. De pronto vieron que entre espesa polvareda co- rrfa un émnibus como si el conductor desesperase de a tiempo a la estacion, Let PTB alata! y una anciana que se apeé al wh tante, oyendo ya el silbido del tren que se acercaba, entré presurosa en la estacién para tomar billete. Cuando la mujer volvié a salir, el conductor le habia dejado en el suelo un batil y un cesto. Ocupadas ambas manos, vefa la imposibilidad de Hevar el batil al depésito de equipajes. En vano vol- via alrededor los ojos, buscando un mozo que le tras- ladara sus efectos. La pobre mujer loraba: el tren se ofa ya con su estrepitoso ruido; creyé, por fin, que- darse la infeliz en tierra, y exclamaba: 4% ~iDios mfo! {Qué pensard mi hijo cuando, go- Zoso, vea el tren, creyendo que su madre llega, y se encuentre sin su madre! | Qué afliccién serd la suya! iDios mio! ;Dios mio! En esto, el tren hacia majestuosamente su entra- da en la estacién. La parada era muy breve, y oyen- do dos nifios de los que jugaban las palabras lasti- meras de Ja anciana, acercdronsele carifiosos y car- Baron forzudos con el cesto y el batil, los pusieron sobre la bascula e hicieron cuanto fué menester has- ta dejarlos facturados, __ Al entregar a la afligida sefiora la contrasefia y billete queria ésta gratificarles; mas ellos rehusaron admitir recompensa alguna, Acompafiéndola hasta el vagén, Mevaronle el eauipaje de mano, y al enterarse los viajeros del dig- no proceder de los nifios, cuando el tren emprendia su marcha, un entusiasta /Bravo por los nifios gene- Tosos! resoné, que fué contestado Por mil voces de los que habfan presenciado accién tan bizarra. iBRAVO!, MIL Y MIL VECES; iBRAVO!, SE OIA. 108 NINOS SALUDABAN Y EL TREN PARTIA, iBRAVO! LOS HOMBRES SIEMPRE APLAUDEN LAS ALTAS DIGNAS ACCIONES, SONY ERgCION-— tn ef sn 4, SOUR Oee o,as, ceed caulpaje? 2Cémo se factura?, we cont 1 ee ate Efi 48 Se ele pec {ieopo., Accién gencrosa de ios_nifion, ZQuien ha, presesieds ‘emefante ects por ton nihos Gus reacted ms i Sudeetals AMA, me hacen mal los ojos—; mamd mé quiero dormir, Asi decia Eduardito a su mam al punto de anochecer, Y la mam, carifiosa, tomando al nifio en los bra- z0s, le mecié sobre su mullida falda, lo arrollé con inefable ternura, entre besos y cantares, y sonriente y tranquilo..., el angelito se durmié... Solicita la madre entonces, fué desnudando a su hijo, hizole con reverencia la sefial de la cruz, impri- midlo un dulefsimo beso de amor y le acosté. iQué hermoso estaba el nifio! Ella, que lo contemplaba, sin acertar a separarse de su lado, se arrodillé al pie de Ja cuna con respe- tnoso silencio, le volvié a arreglar la ropita, le bes6 con la dulce ternura que saben besar las madres y elevé al cielo una sentidisima plegaria por el bien de aquel tierno pedazo de su corazé6n... De pronto sonrié el nifio, como si quisiera mostrar a su madre gratitud, y, llena de jabilo, la madre pro- rrampié: —jAngel mio! Duerme y rie... Y, como si quisiera beber de aquellas angelicales sonrisas, bes6 repetidas veces los labios puros de su hijo, colmAndole al mismo tiempo de carifiosas ex- presiones. Entonces el nifio se desperté, exclamando: —iMamé, mam! Los angeles me subfan al cielo en sus alas... {Miralos! j Miralos! El nifio volvié a dormirse... La madre, llena de fe- licidad, crefa percibir, en su embeleso, el aleteo de los angeles... ¢Hay dicha més pura? dHay gloria més alta? Ved la tierna madre cémo, embelesada, sus inquietos ojos en el nifio clava; vedla: se imagina que del cielo bajan Angeles alados que al ofdo le hablan, y ella se suspende, y con dulces ansias en su tierno infante pone entera el alma. Siendo asf las madres, édejaréis de amarlas? NO HAY AMOR EN LA TIERRA COMO EL AMOR DE UNA MADRE CONV ERSACION-—Preposicién os ta gudouendencis ous exise cha tes ol Et mozo de cuerda afortunado C TERTO mozo de cuerda ha- Ilése un dia una cartera que contenia billetes de Banco. Mir6 alrededor, por si alguno la buscaba, y como viese a un ca- ballero que por alli mismo ha- bia pasado, corrié hasta alean- zarle y le dij —jHa perdido usted algo? El caballero metié 1a mano en el bolsillo y, leno de turbacién, contest6: - —He perdido una cartera con mil duros en bille- tes. ;VAlgame Dios, y no eran mio —No tenga usted cuidado—replicé el mozo, mos- trandosela—; debe ser ésta. —Efectivamente—dijo el caballero, tomdndola con sorpresa y admirado de accién tan bella en hom- bre de tan obscura condicién—; mas zquién es usted? 4Cémo se lama? ¢Con qué pagaré yo su nobilisimo proceder? —Sefior—dijo el mozo con sencillez—, poco im- porta quien yo sea, pues al devolver a usted lo suyo no hago sino lo que deho. Los periddicos ensalzaron tan noble conducta, y el honrado mozo fué premiado por esta accién con un destino. MAS VALE SUFRIR, EN CASO DE NECESIDAD, EL HAMBRE QUE BL REMORDIMIENTO ulénes ge Tama moros de cuerda?_ Out ef Jo que Este Sakeecs Gut eon biloted de Banco?“ {De qué valor san Banco de Hayate? {ub fieo slimorg de cuerda con Ta ole procelert ceQue ae entende cuando se. dice ign de oncencia?® Que ige wn nifo ue accionen farerat {Que pronto. tuto i Spe Ia sate 4 Hittmpeater y el reino de Dios = fk 4 [L emperador Guillermo 7 de Alemania, reco- rriendo sus Estados, entré en una escucla primar, ts jespués de haberle salu- dado un nfo en nombre de todos y haber contestado el emperador dandole gracias, éste tom6 una naranja en 8u8 manos y pregunta los nifos: —2A qué reino de la Naturaleza bait pertenece la na- —AI reino vegetal, sefior—dijo una nifia, __ El emperador sac6 una moneda de oro de su bol- sillo y, ensefidndosela, le dijo: —2¥ a qué reino pertenece la moneda? Al reino mineral, seior—contest6 Ia nia —i¥ a qué reino pertenezco yo?— t6 emperador. anaes: La nifia se ruboriz6, porque no queria decir al rei a ruboriz6, queria decir al rei- no animal, temiendo que fuese ofendida su majestad, cuando se le vino una idea verdaderamente cristiana y al mismo tiempo ingeniosa, y le dij i yal misino y le dijo con los ojos —Al reino de Dios, sefior. EL emperador quedé conmovido. Se vié asomar una légrima a sus ojos, puso una de sus manos sobre la cabeza de la nifia y dijo muy solemnemente: —jOjal4 sea yo digno de aquel reino! cnperadiet Hast un renamed ¥en 82 Iaabla on osta istrict Hagel Meet epsode ents ot Y Coartos 111 y el paje C ARLOS III, trabajando un dia en su despacho, Tamé a su servidumbre, y nadie acudi6; salio entonces a la antecdmara y encontré a un paje dor- mido sobre un divan, con tan profundo suefio, que le caus6 hasta envidia. ‘No quiso el rey despertarlo; pero, movido de cu- riosidad, toméle un papel que le salfa, a punto de caerse, del bolsillo del chaleco; lo abrié, y decta asi: “Querido hijo mio: Desde que por influjo de ese gran seiior estas en palacio, y me vienes socorriendo con la parte de propinas que te corresponden, tus dos hermanas y yo hemos salido de Ia espantosa miseria en que nos dejaste, y tenemos para comer. ;Ay, hijo mio! Yo te doy gracias por la bondad de tu corazén y te bendigo como al mas amante de los hijos—Tu madre.” Bl rey leyé esta carta y se enternecié. Tomé al- gunos doblones, los colocé con mucho cuidado en el bolsillo del chaleco del paje y se retiré: Luego que se repuso de la emoci6n Ilamé tan fuerte, que el cria- do desperté. —Dormias?—dijo el rey con dulzura. —jSefior, sefior, perdén! —No temas—continué diciendo el rey. —Sefior, no he podido resistir al suefio. El rey se ri6 y, haciendo como que miraba al cha- leco del paje, le dijo: —jHola! ¢Qué llevas en el chaleco? 33 El joven Hevé a él la mano, sacé el dinero, lo miré con asombro y, fijando en el rey sus ojos espantados, dijo asustado: —iSefior, debe haber al- guno que me quiere perder; este dinero no es mio, ni sé cémo ha venido a mi bolsi- Nlo; 0s lo juro, sefior, soy inocente! —2Y quién crees té que puede pensar en perder- te? ZNo tienes una madre que necesita dinero para alimentar a sus hijos? ¢Pues por qué no ha de ser Dios quien te envia ese dinero, no pata perderte, sino para socorrerla? EI joven cayé de rodillas, comprendiéndolo todo y exclamando: —iGracias, gracias, seffor!.. —Oye—le dijo Carlos III—: la mano de Dios, Para hacer bien, se vale de cualquier instrumento; cualquiera que éste sea, siempre el impulso, la accién, es de Dios. Envia ese dinero a tu madre y dile que yo cuido de ella, de tus hermanas y de ti. Auto our 4 sus rae HONRA Y VENERA, RBS. Da Bion tis LARC 4 ae eons ert wo tne ities HONRA A TUS PADRES. bb gS REEESLO NS dat orate ata id X0 ecleieTe que hiso el roy creamed tf icant dma. Qe persb el aie a encontrar Retorma social ISCUTIAN dos hom- bres sobre Ia ma- nera de arreglar la sociedad. jPretensién general de los vagos! ‘Ambos convenian en que el mundo esta muy malo; que hay que corregir los abusos y reformar las costumbres; que, en fin, por este camino, si pron- to no se remedia, nos vamos acercando a un espan- toso cataclismo, Pero no ast convenian en la manera de Ilevar a cabo la reforma; cada cual sustentaba su opinién, sin ceder un punto a su contrario; se exaltaron més de Jo que conviniera, y concluyeron por injuriarse sin consideracién alguna. A los gritos acudié un prudente anciano, quien les dirigié con severidad estas palabras: —;Pretendéis arreglar el mundo, sin arreglaros antes a vosotros mismos? Trabajo, moralidad, reli- gién: ved aqui el remedio. Mas para reformar la so- ciedad, principiad por reformaros a vosotros, que sois sus individuos. NO ESPEREIS QUE LAS REFORMAS NOS LAS DECRETE EL GOBIERNO: REFORMESE CADA UNO, ¥ ESO MALO HABRA DE MENOS. mnbet?, suitors dnt scuign? ¢ Quien acuaie. a toe Steud, 200 CONVERSACION.—:Qué, hacfan tos“Tabafaueres 0 Tos sagas? Que result de feted felin naman? Rem ty abn Piiiconsejo! detun anctano Pastasa un dia con su pap Fernandito, cuan- do un pobre anciano imploré una limosna. El nifio, compasivo, pidié permiso a su papa para soco- rrerle, El anciano, enternecido y afectado, did gra- cias al nifio, augurdndole venturoso porvenir si man- tenia tan delicados sentimientos. —No puede usted trabajar?—dijo leno de can- dor el ni —iAy, hijo mio!—contesté el viejo, suspirando—. No soy merecedor de que nadie me socorra. Mi vida es una serie no interrumpida de azares ¢ infortunios, Porque, mal trabajador de joven, no pensé nunca en aprender oficio. Murieron mis buenos padres, senté plaza de soldado, donde nunca hice fortuna, y licen- ciado después, no pudiendo trabajar en ninguna par- te, muy pronto he tenido que implorar la caridad pi blica... Ay, hijo mio!, aplicate a aprender un oficio © a estudiar una carrera, que hoy la experiencia me hace ver con harto dolor la verdad de aquel prover- bio: “Quien de joven no trabaja, de viejo.. se muere de hambre.” UN OFICIO FS UNA HA. CIENDA: UNA PROFESION ES UNA PROPIEDAD QUE: RINDE MUCHO HONOR Y / ‘MAS PROVECHO Eexamen diario PtAcoras uno de los mis célebres filésofos de Grecia, prescribia a sus discipulos que to- das las noches reflexionaran y se preguntaran a si mismos: : —2En qué he empleado el dia de de he estado? gA quién he visto? ¢ ; 2 :Qué he dejado de hacer? : ie costumbre es excelente para nuestra, pes feccién moral, y la han practicado y recomendado muchos grandes hombres. Antes de entregarse al suefio, en el tiempo que facilmente se pierde, nada mas titil que hacer un breve examen de conciencia reguntandose: { ~_:Qué he hecho hoy de malo que no volveré a hacer jamas? —éQué he hecho de bueno que pueda con- tribuir a mi dicha y per- feccién? EL ARREPENTIMIENTO ES UN VIVO DOLOR QUE 4 LA VEZ, ALIVIA Y PERFECCIONA hoy? ¢En dén- Qué he hecho? CONVERSACION—20u6, xcs gees Sinan diedpuion! Bs 2 Hacer sane os, los ferme clemdtigeeaceacn. Hat fie 19 que ban hecho, visto w offo en : elmo Tengo ds obra de San Vicente S OCORRIAN las conferencias de San Vicente de Patil a cierto hombre en peligro de muerte, victima de enfermedad cruel e incurable. Un socio de las Conferencias le velaba por la no- che, prodigéndole asistencia corporal y espirituales consuelos, El enfermo, a pesar de tales pruebas de caridad, continuaba frio y reservado; pero agravose repen- tinamente, y viendo préximo su fin, volviése hacia su enfermero y, co. mo si descargara su corazon de un peso enorme, le dijo: —Si usted supiera quién soy yo, no me trataria con catifio, Promoviése entonces fuerte lu- cha entre aquellos dos corazones, que terminé en esta confesién del moribundo: —Para més castigo mio, debe saber usted de mis labios que yo fui... jel asesino de su amado padre! =i Tranquilicese usted, hermano—contesté el so- cio de San Vicente—; lo que usted me dice lo sabia yo antes de venir a visitarlo! iSublime prueba de 1a caridad cristiana! I EL ODIO NI LA VENGANZA CABEN EN CRISTIANOS PECHOS, ‘SU ARDE EN ELLOS DE LA EXCELSA CARIDAD EL SACRO FUEGO. \CONVERSACION.—Conferencias de ta Sociedad de San Vicente de Patt. 1Qué Sater Foes aus eterno Cate toad Mi tele" Qt Bal ices Bhcareet las encelencas den crided vitan 58 EE1 deseo de una madre RA una madre cristiana, venturosa madre de cuatro hermosos nifios que semejaban los pim- in rosal. re la buena madre acostumbrado Pera aa Virgen sus plegarias, y era una dicha el mi cémo, sencillos, oraban pidiendo a la Madre de Dios amparo y misericordia. iCon qué dulcisimo encanto veia- los la carifiosa madre delante de sf ofreciendo las primicias de sus co- razones a la Reina de los Angeles! Y cuenta la histo- ria que un dia, radian- te de felicidad, volvién- dose a sus hijuelos ex- clamé: ° {Hijos de mi co- én! jCuén dichosa eee entre vosotros! Pobres, muy pobres $0- mos; mas la Virgen Santisima desde el cielo, si a tes se lo pedimos y de veras nos conviene, seguros podemos vivir, que nos dara cuanto pidamos. Por si parte, una cosa deseo que me harfa eternamente la rds feliz de las maces... Qué hermoso seria para mi veros sirviendo de ayuda al bienestar de los hombres con un superior talento, guiado por las sititeal Pero, jcuan feliz me consideraria, hijos mios, : en el ntimero de los santos! |Qué mayor dicha en el mundo que ser la madre de un santo! Abri6é tiernamente los brazos y, arrojindose a ellos sus hijos, estreché a todos, amorosa, sobre su tierno corazén, Entonces el més pequefio de los cuatro, levantan- do sus manos a los hombros de la madre, que se bajé hasta besarlo, le dij —Madre, yo he de ser santo; yo quiero hacerte feliz eternamente, Y no hablaba en vano el tierno infante; tomé el habito de San Benito, sirviendo a Dios y a los hom- bres, como queria su madre, y legé, por fin, a ser uno de los Papas que han regido en la tierra la Igle- sia de Jesucristo. Modelo de santidad en vida, muri6 para gozar en el cielo la gloria que Dios tiene reservada a los justos, y la Iglesia le cuenta en el nimero de los santos. —cMe preguntdis su nombre? zQueréis acaso imi- tarle? Se llama San Pedro Celestino; su fiesta se ce- lebra el 19 de mayo. 1A MADRE QUE 4 SUS HyITOS DA UNA BUENA EDUCACION, HALLARA EN ELLOS, CUANDO HOMBRES, LA DICHA POR GALARDON, GONVERSACION—iDe auién ce habla om este cuento? ¢A_guf lee habla coe umbeado octa madse a “ss ihlot? “{Céma"orsban os mifaat eOue sijor ae ale ih ‘madre al Cerminat Tax oracionen? 2 Como ic tonient ef mie peer gs Ah Lyd ASRS Gite Bg, omelet mamas Sen ut mam cone rs Bapas? “Hacer um breve resynen de lu histori de Sha cdee Gelcaioee piera que uno de vosotros habia de contarse un dia El hijo de una reina H ABIENDO Luis IX, rey de Francia, pals su padre cuando apenas tenfa doce ae educado bajo la tutela de su madre, dofia Blanca aw Castilla, que gobernaba el reino de Francia en ca- ‘lidad de regente. Esta virtuosa princesa ins piré a su augusto hijo, desde sus més tier- nos affos, el amor a la virtud, y ast le re~ petia con frecuencia estas palabras, muy dignas de una madre cristiana: —Bien sabes, hijo mio, cuanto te quiero; no obstante, menos afli- gida quedaria viéndote caer muer- to amis pies, que al verte come- ter un solo pecado mortal. El principe no olvid6 en su "vida estas palabras; unié a la co- rona de rey la inmarcesible y gloriosa de ae y al tiempo de morir encargaba a Felipe, ms PREG ito, que evitara, sobre todo, el pecado, ae —Hijo mio, guardate bien de pore De o tes sufrir los tormentos més atroces del mun cometer un solo pecado mortal. EDUCANDO TIEN A SU 110, Bread sien easton, UN GRAN SANTO 4 LOS ALTARES: CONYERSACION.—tais 1X, roy go Branca fu primo, dle Permando, Eo NVEREACION 1 Us fox doe de Alonso VAIL" et de Its Maras, 2Ou8 il fact 128 are daia Banca? Que ca un pecado moral? se ‘istimes ‘de la ‘uegn supe S05 91 Pefvaina erte pecado? Como. perdona? iSeaces 6 E lefiador furtivo 3 Que dafio te he hecho? 6 XC —camaba un érbol ai ver desgarrar barbaramente sus mejores ramas, —Ninguno—respondié el le- fiador, requiriendo su hacha—; pero necesito tu lefia. —Tenga usted compasién de mi—decfa el lefiador furtive al ser preso por el guarda—, :Qué importa la falta de un pufiado de ramas en bosque tan frondoso? Ye cumplo con mi obligacién—repuso el guar- da—presentando a mis jefes la denuncia, —Vas a morir—decia con fiero aspecto el hijo del lefiador al guarda, que dormia al pie de un Arbol, ¥ apuntandole con su escopeta, afiadia: —gRecuer. das? Por ti mi padre fué a presidio... Reza el credo! é¥ qué provecho sacarias de matarme?—excla- m6 temblando el guarda, —iQué? Guardarme tu escopeta y quedarme con tu ropa. j Muere, picaro! —iAh!—decia el asesino del guarda cuando el verdugo iba a ahorcarle—. Soy joven... ;Perdén! iPerdon! —La ley es inexorable—contesté el juez—, jDe- bes morir! CUIDAD DE LAS FALTAS LEVES—QUE UNA LEVE RALTA TRAR DETRAS DE SI APAREJADA—LARGA CADENA DE MALES. CONVERSACION:—Repetit tat palabras del Grbol, Dep tetador tutive, Del smaraay Del hls eet jute actin xs Se eat faco Pet Boats gia et {Salli de en edna eadena, de male, = ere to La vifia convertida en era INTIENDOSE un padre desfallecer, y compren- diendo que se encontraba en los tiltimos instan- tes de su vida, lamé alrededor del lecho a sus ula bendijolos con 1a tranquilidad del justo y, con la ternura y autoridad del padre, didles los sanos con- sejos que se le alcanzaron en aquella hora suprema, Después fué besando a cada uno, y expir, En un principio siguieron los hijos el camino que en vida les mostrara el padre con su ejemplo, Recor- dando que les habia dicho cultivasen sus campos ellos mismos, y que no convirtieran nunca en era una hermosa vifia, se echaban a reir, compadeciendo la inocencia de los viejos. Verdaderamente fuera una lo- cura convertir en era vifia que tantos ee s ee pas6; los hijos fueron olvidando los consejos paternales; mandaron a los peones cultivar “6 sus vifias; se entregaron a la ociosidad y, como no les bastaran los productos que rendian sus hacien- das para sostener sus vicios, principiaron a vender, siendo la vifia lo primero que enajenaron, Pasaban cierto dia los dos hermanos por aquella heredad, regada tantas veces con los sudores de st padre, cuando uno de ellos exclamé: —iAh! (Esta vifia era nuestra! Y profundamente afectado: —Era...—dijo el otro—. Era... No has comprendido atin todo el sen- tido que encierra esta palabra? La vifia jera! iVAlgame Dios!—dijo el primero—. Ahora com- prendo por qué nos dijo nuestro padre que nunca hi- cigramos era de la vifia. jY ya no es!... ;Hra! Sentéronse en unas piedras donde muchas veces se habjan sentado con el autor de sus dias; rezaron con lagrimas en los ojos un Padrenuestro por su alma; se arrepintieron; trabajaron desde entonces con verdadero ahinco, y atin consiguieron adquirir aquella vifia que por nada debieron haber vendido. NO REMUYAIS EL TRABAJO, QUE ES UNA DESGRACIA GRANDE TENER QUE VENDER LOS BIENES HEREDADOS DE LOS PADRE: CONVERSACION—1Qué om una vita? eDénde se rillan las mien? Describe ups czade ul. Confer of pesto Imperfects de tnateniv del verbo er, Dox ido de Ta palabra eray sarin que sex mombfevo Sea Serko. Macer un Fesumen ‘dei aaeroe hitoriets, ¢Gud Soncctueacine "ee dedsces' de cia? ‘Bxpresar for ex such em Ta Smteror historias y'e6m0 Dia historia det abuelito ENID y escuchad, hijos mios—decia el abueli- to, sentado a la sombra de los nogales del huer- to—. ¢Queréis que os cuente la historia de este her- mosisimo valle? Pues prestadme atenci6n. Y hablé asi: “Siendo yo nifio, tan nifio como sois ahora vos- otros, hubo una misera viuda sin mas bienes de for- tuna que unos terrenos incultos a la sombra de estos montes. Tenia la pobre un hijo que, para templar la aflic- cién de su madre, soliale levar cada semana el cor- to importe de sus seis jornales, con lo cual atendia a los gastos de la casa. —Si tuviéramos seis duros—dijo un dia la ma- dre—, iriamos a la ciudad, y acaso, poniendo casa de 65 huéspedes, pudiera yo ganar la vida y td aprender un oficio, {Me preocupa tanto tu porvenirl... Corrié el muchacho a pedirlos prestados, y oyén- dole el sefior cura, le dijo: —T@i eres trabajador, Marianito, y aunque de po- cas fuerzas, porque todavia eres un nifio, encontrarés los seis duros, y mas de scis, si en lo alto de vuestros secos campos, y al pie de los juncos primeros, cavas un hoyo profundo, El nifio tomé al otro dia una azada, y dirigiéndo- se al sitio indicado, cava que te cava, hizo un hoyo de dos metros. El infeliz no encontré... ni una peseta. No desconfié por eso, y continué su trabajo al dia siguiente, hasta que la noche le hizo dar de mano... i Qué suerte tan desgraciada! Triste y con animo de no trabajar mas que aquel dia, iba al tercero Marianito al tajo, cuando vié que el pozo se habia llenado de agua, rebosando los bor- des; corrfa por los secos campos un arroyo. ;Oh, qué felicidad! Volvié a casa Ileno de alegria con el hallazgo de Ia fuente, y cuando discurrian cémo emplear un ma- nantial tan rico, hiciéronle a la madre proposiciones ventajosisimas pidiéndole la venta de las antes yer- mas posesiones, Pero no consintié en ello la prudente madre, co lumbrando ya en aquellas tierras un hermoso porve- nir para su hijo. Cedié una parte de las aguas para hacer dos fuen- tes en el pueblo, y con su importe pudo en breve Ca transformar sus pobres campos en fértiles heredades. Conforme iban produciendo, iba Marianito em- pleando el dinero en preparar terrenos para el cul- tivo, abriendo estanques y acequias para el riego, plantando praderas y olivares y haciendo, en fin, que donde antes no habia sino cardos y tomillos, crecie~ sen a porffa nogales y vifiedos, que luego convirtie- ron el seco y desnudo barranco en este poblado y fe- racisimo valle. Esta es la historia, hijos mios. ¥ decidme ahora: sin el trabajo del nifio, que hizo brotar copiosamente el agua y que después pre- paré el terreno para el més acertado cultivo, ghubié- rase verificado transformacién tan hermosa? Sed, pues, también laboriosos, y en el trabajo en- contraréis al fin la recompensa, como la hallé vues- tro abuelo, que otro no fué el Marianito de que os he hablado.” —jAy, hijos mfos, qué rapidos pasan los afios! ES VIRTUD EL TRABAJO, ‘QUE PROPORCIONA BUENA SALUD, RIQUEZAS, CONTENTO Y GLORIA. SED LABORIOSOS, Y TENDREIS DE VENTURAS GRANDES TESOROS. CONVERSACIONReferie ta storia ds] abuelita, Si a semana ene. site 2 e OR TONS tale pansbs sels jomaler? eOué proyecto abrigaba ia tim: Ge asPmatt Abdnde Sein tos jancort 4 Oug pensiba encontrar, Mariani 63 fe tuiche dinero? gCanp y por aul? rane. SOce te que prosacts Aarmacign el enor eGueprotuta cempucs gue e@ hice de regadiot Aprener de fa SSbuialig gue cnvlve In'moraleja de cunt. abcde cage o Dat posada al peregrino L zar de Moscovia se vistié un dia de mendigo para probar la caridad de sus vasallos, y fué a una aldea a pedir de puerta en puerta un asilo donde pasar la noche. En todas partes se lo negaron, me- nos en casa de un pobre, cuya mujer acababa de ser madre, Al irse el zar por la mafiana ofrecié al carita~ tivo vasallo traerle un padrino para el recién nacido. Volvié é1 con toda la dignidad y pompa debida a un emperador, apadriné al nifio y colmé de dones a su huésped. En seguida mand6 a los guardias de su comitiva que prendiesen fuego a las demés casas de la aldea, obligando a los vecinos a pasar la noche al raso, a fin de que fuesen més caritativos Iuego que experi- mentasen lo que se sufre en una noche fria sin lum- bre, sin cena y sin albergue. COMPADECETE DEL POBRE QUE DE PUERTA EN PUERTA LLAMA, iQUIEN SABE! QUIZA TU MISMO TENDRAS QUE PEDIR MARANA. dapainante en Moscovia, hoy sede Yerbos pertenece? Doble Es panquete N_ potenta- do acaba- ba de edificar un magnifico pala- cio que podia competir con los alcdzares de los mas poderosos monarcas. Fl dia de la inauguraci6n reunié en suntuoso banquete toda la nobleza del pais, y alli, en inspirado brindis, se felicitaba jactanciosamente de su dicha, creyéndose el més feliz de los hombres. ‘Los comensales aplaudian a porfia a su generoso anfitrién; mas entre ellos se levanté uno que, con la sonrisa en los labios y la serenidad en la frente, ex- clam —Una sola cosa te falta, amigo mio, para ser del todo feliz. —2Cudl es esa cosa?—exclaman todos, mientras Ie miraba impaciente el aludido. —Asegurar, a lo menos, un afio de vida—respon- dié—para gozar tantos bienes. ‘Todos se echaron a refr cuando oyeron tan inespe- rada respuesta. Pero, joh fatalidad!, no se habia aca- bado el banquete, cuando el anfitrién murié ahoga- do, como Anacreonte, con un hueso de ciruela. LA MUERTE ES LA COSA MAS CIERTA Y MAS INCIERTA DE TA VIDA, PORQUE TODOS SABEMOS QUE HA DE VENIR; PERO NADIE SABE CUANDO. signifendo Y Contra ita, paciencia EFIERE la historia de D. Alfonso V de Ara- gén, llamado el Noble, que estando un dia ala mesa dié la copa a su copero, mandéndola evar a cierto sefior a quien este criado odiaba. El copero se resistié por tres veces al mandato. El rey, perdiendo la paciencia, se levant6 para cas- tigarle; mas dettivose de stbito, arrojé lejos el arma y volvié a sentarse, diciendo: —iMés vale perdonarte que escuchar el placer de la venganza! El criado, viendo en su rey tanta nobleza, pidiéle perdén y se reconcilié con su enemigo. NO DEBEMOS NUNCA DEJARNOS ARRASTRAR POR LOS ARREBA- TOS DE LA IRA CONVIERSACION.—verbo es gap cre casos cai ure fr sae See eee Se ecase Sle Lie ae tempo y modo er a palab Si peettnte de inuicaive det’ verbo ter, Ider el preterito imperfect. en Staples Tso et fara. fperfect, 70 De ta prudencia NA de las cosas que mas escasean en el mundo es ia la prudencia. Conociendo esto un filésofo, gqué hizo? Tomé una mesita y una silla y se fué al mercado, donde permanecia horas enteras como uno de tantos vendedores. Divulgése el hecho por la ciudad y se acercaban a él multitud de curiosos preguntando: —iQué vendes? —Vendo prudencia—respondia el filésofo. La respuesta se ofa con grandes carcajadas, y de todas partes iban y venian para reirse de él. Un dia pas6 por alli el rey, y le dijo: —2Qué haces ahi? —Sefior—le respondié—, vendo prudencia, —2Y cémo sabras ti venderme la prudencia que necesito? —Yo os daré un consejo—dijo el filésofo—que si lo ponéis en practica no os arrepentiréis jamés, El consejo es éste: “Nada habléis ni emprendais sin ha- ber pensado y meditado antes sus consecuencias.” El rey reflexioné un instante, y tanto le agrad6é el consejo, que mandé escribirlo sobre la puerta de su palacio. FY CUALOUIER LANCE, APURADO, cuavguiete Dintcit. esters, COUERETS SALI TICTORIOSOS? PUES PROCEDED CON PRUDENCIA. CONVERSACION.—eQué ex we mercado? 2Qué ex suele vender en osG Bertie el pcs essa verdalers. cu. hiso ef, Ai6soo Rete uc Rey paste por gh merctda. Elgon de la pruden BPRS GF Be vince’ Bxpllear Jo que autere ded: Sea re’viruds cuando tos exiremos ton vieiosos" Ei 1 caballo E NCONTRARONSE en América, en un camino poco frecuentado, un indio que cabalgaba sobre hermoso caballo y un blanco montado en un mal jaco. Valiéndose el blanco de 1a violencia, le quité al i dio el caballo, dandole en cambio el suyo. El indio le fué siguiendo hasta legar a la ciudad proxima. Al pasar por la casa del juez, viendo a éste a la puerta, acus6 el indio al ladrén, y al subir al tribunal cubrié ‘con su chaquetilla la cabeza del caballo. —Para que vea usted, sefior juez, que el caballo ¢s mio—dijo el indio—, pregiintele usted de qué ojo €s tuerto el animal. El blanco, que no se habia fijado en ello, quedé sorprendido de la pregunta y, por salir del paso, res- pondié: —Del derecho. Bajaron, y descubriendo el indio la cabeza del ca- ballo, dijo: Ya lo estan ustedes viendo: no es tuer- to de ninguno. MIL, VECES EN ESTE MUNDO 10 VEREIS, NINOS, MUY CLAROs DIOS AYUDA AL INOCENTE; DIOS CONFUNDE A LOS MALVADOS, ean QUYERSACION fender: cut es Amira? 2 Cu fas? ede gue 2 RA éste un nifio muy poltrén y cachazudo, a quien llamaban Juanillo. : —Hazme pronto este recado—te dijo un dia su madre, que era una honrada planchadora—, y si vie~ nes pronto a casa, he de darte un caramelo, —Siempre dice usted lo mismo—replicé el nifio—, y atin no sé qué gusto tienen... —iNo? Pues hoy te lo prometo de veras; pero, mira, has de dar la vuelta en menos que se reza un 0. oe si no es més que eso, ya puede usted dér- melo ahora mismo—dijo, al tiempo que giraba sobre uno de sus talones. oe —iVaya galopin—dijo la madre—, con qué picar- dias viene!... Vamos, mira—volvié a decirle—. Td, si quieres, bien sé yo que has de hacerlo pronto. Don Paulino de Alcuneza ha menester hoy mismo de esta camisa; t6mala cuidadoso para no arrugarla, y sin detenerte en parte alguna, vas a Ilevarsela al mo- mento. Lo has entendido, hijo mio? pero me dard usted el caramelo? —Eso dependerd de ti; si haces el recado bien y Pronto, no un caramelo, dos te daré gustosa; pero vuelvo a decirte que corre prisa. Si ti crees que no has de poder hacerlo como te digo, yo misma iré; ti te quedards en casa. No, no} yo iré—dijo el muchacho; y cogiendo la camisa bajo el brazo, introdujo las manos en los bolsillos y salié a buen paso, Luego que doblé 1a esquina: —j Siempre que vaya corriendo —dijo—; pues no faltaba mas sino que por correr atropellara a las gentes... Por qué no habjan de venir esos sefiores a buscar sus camisas a casa?— Y poco a poco fué aflojando el paso. Al cabo ya de un buen rato lleg6 con la camisa a una plazuela muy préxima a Ia casa de don Paulino de Alcuneza, donde una cuadrilla de muchachos ju- gaba al toro alegremente con un hermoso perro de aguas ensefiado a acometer y a correr tras ellos, —Eso, equé es, un perro de aguas? —Pues, bobo, zno lo ves?—dijole un nifio colo- radote y gil que acababa de jugar una suerte con un pafiuelo a tan pujante toro. —Mas te valiera seguir tu camino, adondequiera que vayas. —Peto ese toro no acomete. —éQue no acomete? Sal a la plaza y verds, No era Juanillo de los que les gusta correr ni fa- tigarse en el juego; pero, no obstante, dejé la cami- " sa sobre unas piedras y entré hasta mitad de la pla- za con los demés nifios. Cada cual capeé al toro con el pafiuelo o la cha- queta, burléndole con mucha gracia y haciéndole con destreza toda suerte de monerfas. Sélo Juanillo permanecia inmévil, con las manos dentro de los bolsillos, mirando embobado las gra- cias de los demas. a j Corre en esto uno de los nifios, perseguido por el toro, y no queriendo éste seguirle o Hamadndole la ateneién el envoltorio de la camisa, se encamina a ella, la hucle, la levanta, la suelta, Ia estropeas viene a recogerla Juanillo, y apenas la levanta, le da el perro acometida tal, que lo derriba, Soltaron todos los nifios la carcajada, y, magulla~ do y mohino, salié Juanillo de la plazuela sin saber hacia dénde encaminarse con aquella camisa que ya parecia més bien un trapo sucio... Entonces cuentan que, sollozando, decia: ba th ta jAh! gPor qué no segui mi camino? ¥ es intitil advertiros que, al volver con cara mustia, no Ie dieron caramelos, pero si una buena zurra. LDE, PRONTA CIA A LOS PADRES 114 DE SER HUMILDE, LA OBEDIENCH ‘PADRES 4 DE IVERSACION—: ut ans plingagoray fCmo ae plane SURE'SReanchadre? cute a algons£De Clerics pleas? Hace Lig indirecta de un anciano V IAJABAN en un departamento del tren, entre 1 eqlttas Personas, un anciano y un joven, Este 28 educado, a juzgar por las blasfemias y palabro. as que empleaba en su conversacién, habia cansado al poco rato a su acompafiante, y el anciano, dose a él, le dijo con afabilidad: 5: i ao que vamos a ser compafieros de viaje mu- chas horas, y como a veces suelo blasfemar impre- Pe noone pecando de insensato y hasta de loco, prevengo a usted que no i oes q se ofenda si Iega EI joven recogié la indi al recta del ancian volvié a blasfemar en todo el viaje. we volvién- EL BLASFEMO ES UN SER INDICNO DE SED HONESTOS Polen bea conversacton, SOCIEDAD cUuLTA: ¥ COMEDIDOS EN YUESTRAS PALABRAS Como habloba el ores cose te Sp feveridadd” ¢Dis"serutado 2 indice ren? Hater‘la detcripcton de unto 16 C vhurruca Pocos ejemplos de firmeza y patriotismo regis- traré la Historia que compitan con el del insig- ne Churruca en la batalla de Trafalgar. Como hombre de ciencia se habia mostrado en sus expediciones y en sus obras n4uticas; como caréc- ter firme y sereno se revela en sus palabras al zarpar por tiltima vez de CAdiz: “Si ois decir que ha sido tomado mi navio, creed firmemente que he muerto.” Churruca tenfa en esta ocasién el presentimiento del desastre, El habia opinado contra la salida, por- que conocia la inferioridad de nuestras fuerzas. Y to- dos sus pronésticos salieron ciertos: hasta el de su muerte. Churruca era religioso, porque los espiritus supe- riores también lo son, Antes de empezar el combate hizo que toda la tropa y marineria se atrodillase so- bre cubierta, y dijo al capellan: “Cumpla, padre, con su ministerio, y absuelva a esos valientes, que igno- ran lo que les espera.” El combate empez6; la lucha se hizo general, en- carnizada, horrorosa; Churruca, en el Nepomuceno, dirigia la accién con serenidad imperturbable. Por espacio de siete horas luché contra seis navios ingle- ses, haciéndoles terribles destrozos. El mismo Chu- rruca ordenaba las maniobras ante una Iluvia de ba- as y de metralla que le diezmaba su gente, y con fi meza sin igual hacia clavar la bandera sobre el mas- til para no arriarla jamés, ‘A las tres horas de combate, una bala de cafién le arrebat6 una pierna; mas, resistiendo el horrible n dolor que sentia, man- harina, y él mismo, sin exhalar una queja, para contener la hemorragia, metié en la harina el extremo del miembro destrozado. Al poco rato la mitad de la gen- te estaba muerta o he- ¢ rida; la mayor part los cafiones, desmontados; el timén no foncionaa Pidié a la tripulaeién que no rindieran el navio mien- as él viviese; di6 las gracias a todos por su herol comportamiento; se encomends a Dios cristianame 1 xpit ili j 4 $6 J cxpit6 con la tranquilidad del justo y 1a entere- ialon ingleses se apoderaron del casco del San Juan Nepomuceno, y pasmados de la valentia y fir- aa a de Churruca, Ievaron los restos del glorioso Parco como una reliquia a Gibraltar, donde los con- servan. obligan a descubrirse al visitante que sea entrar en la cémara del ilustre marino, cuyo nombre aparece en una lapida sobre la puerta con le- di tras de oro, CUANDO PentORA LA pareve a L DEDEMOS Stan Pro CRIFICAR POR Elid NUESTRA ACIENDA Y NUESOION O04 secGONYEREACION.—comtate de Talaiar luc dete“ fab, devs atta $A tn Wants RSH, Sh gens ret, su andes Gay Coates ‘una sucinta re. ent de ‘Chae 8 d6 traer un barril de Aaariano el estudiante mediados del siglo XV distinguiase entre los estudiantes de la Universidad de Lovaina el joven Adriano, hijo de un tejedor. Estudiaba Adriano con una perseverancia infati- gable, A veces sus ojos, cansados, le hacian inte- rrumpir el estudio; pero era para volver a estudiar con mas ahinco. Los maravillosos adelantos de este joven no tar- daron en excitar los celos de sus demas compafieros, especialmente de los més ricos y menos aplicados. Adriano, por otra parte, hacia una vida misterio- sa; nunca se mezclaba en los juegos bulliciosos de sus compafieros. Se le veia salir de casa, y regresaba ya después de medianoche-—zQué hard? ¢Adénde iré?—se de- cfan los estudiantes—, Siempre busca pretextos para no dejarse acompafiar. Una noche algunos de ellos le siguieron, lison- jedndose con la idea de hallarle culpable de alguna jalta; pero notando él que le seguian, supo burlar la curiosidad de sus enemigos. Otra noche, sabiendo que habia salido de casa, registraron todos los puntos de la ciudad donde su- pusieron que podia hallarse, Ya regresaban sin haber- Ie encontrado, cuando al pasar por delante de la igle- sia de San Pedro percibieron a un hombre inclinado sobre un libro. El ligero reflejo de la lémpara alum- 9 maron; y, en efecto, era él. humillado; mas, reponiéndose, les dijo: —éQué queréis?... Soy muy pobre para comprarme una vela cada noche, y hace cuatro meses que sigo mis estudios aqui o en Ta esquina de una calle, o en cual- quiera otra parte donde hallo luz. Nadie 086 mofarse de é1; muy al contrario, el odio y la envidia desaparecieron, dejando el puesto a una sincera amistad, Todos sus condiscipulos reconoci ron los méritos sobresalientes del joven estudiante. No habian pasado muchos afios cuando, por ap cacién y talento, fué elevado Adriano a vicecanciller de aquella Universidad, donde entré pobre y sin am- Paro. Después fué nombrado preceptor de Carlos V, emperador de Alemania, Mas tarde el emperador, st discipulo, agradecido, le nombr6 primer ministro de Espafia y, por tltimo, Adriano alcan76 la tiara pon- tificia con el nombre de Adriano VI, COMO LA OCIOSIDAD ES FUENTE DE TODOS LOS VICIOS, LA APLICACION Y BL TRABAJO SON CAMINOS DE PROSPERIDAD Y DE BiENES fl eile ls Rice tte ia ni de ie aeons ea Soci Feces iui oe Sah rire Sal a, lebre por 80 braba su rostro, que estaba palido y cansado.—jEs Adriano!—excla- Al verse sorprendido, creyése Osa se conquistan reinos AMINANDO de Averza a Capua el rey de Ara- g6n Alfonso V, y yendo por delante de su comi- tiva un buen espacio, encontrése a un pobre anciano a quien se le habia caido el borriquillo con un costal de harina que en vano se esforzaba en levantar. El rey se apeé al momento y ofrecié al anciano su ayuda, El asno y el saco estaban eubiertos de lodo. —Sefior—dijo el Iugarefio—, parecéis criado de importancia del rey de Aragén, y no quisiera que se manchasen vuestros vestidos. y —Mejor sera que yo pierda el vestido—dijo el rey—que vuestra merced la harina, pues yo tengo con qué reponerlo; pero vuesamercé debe de ser pobre, —iCnénto sentiria que os reprendiesen !—afiadié con pesadumbre el anciano, a —Si lo que hago es bueno, écémo es posible que nadie lo desapruebe?—dijo el rey—. Levantad un poco mas y salvemos la hacienda, | Acababa de ponerse el asno con la carga en pie cuando principié a asomar el ejército, y al ver lo | hecho por el monarca principiaron a vitorearle los soldados y diéronle sus pajes nuevos vestidos. El lugarefio quedé espantado de aquel suceso in- cretble; arrojése a los pies del rey y principié a pe- dirle perdén como si hubiera cometido alguna falta grave. —Alza—le dijo.con nobleza Alfonso—, y sabe que los reyes sélo se distinguen de los demas hom- bres en la mayor obligacién que tienen’ de favore- cerlos, li Corrié con rapidez la nueva de este suceso, y puede asegurarse que le valié a Alfonso més que las armas para conquistar el reino, SED PARA EL BIEN ANIMOSOS, QUE AL BIEN SE RINDEN LAS ALMAS; MAS LOGRAN LOS NOBLES HECHOS QUE LA FUERZA DE LAS ARMAS. SONVERSACION—Averte y Capup, aaguncluades de Kalla, £Cfmg cele ava Alfonso VE aes te Ener eh eh ul nso ol cer sue es Sar tolatt ge, dbnde' se nten Ve harina?, (Como we. (abies ei pant’ aces8 oe bition algunds gbservaciones sobre et uso de les Wooss, ya anticabdan, yuestea mer feds vuecamercey trate Da humilde nacimiento A un Congreso catélico de Alemania asistian gran niimero de obispos, abades y grandes de la nacién, Uno de los abades era el hijo de un pobre zapatero; pero por su talen- to habia legado a tan alta dignidad. Al entrar éste un dia en el Congreso, dijo con des- dén uno de los sefiores: —Recia cosa es tener que levantarse porque entra el hijo de un zapatero. Oyélo el abad, y contes- +6, mostrando compasién: —Zapatero seria usted afin si hubiese nacido za- patero. No pudo el aludido sefior resistir las miradas de os congresistas que se volvieron, y salié de la sala avergonzado, EL HUMILDE NACIMIENTO NO ES PARA EL HOMBRE DESHONRA: ANTES VIRTUD ¥ TALENTO LO HACEN TITULO DE GLORIA. CONVERSACION—1Qu6 es un Consreto catslico? ¢Tia bat sang ee cyenoncs se alan on eon’ «Gat paroat aitent Rei Yo, ane ub es deuce “ds ene Felato? Citar nombres 4 qué, aiendo ea bumiide fitimiontoy ben logado a descinpehar altos desing: ee Ba Loos tres amigos Un hombre tenia tres amigos, y necesitandolos para testificar su inocencia delante de un juez, les pidi6é que le acompaiiasen. El primero disculpése de no poder seguirle, y le abandoné al instante: era el dinero. El dinero aban- dona al hombre a la hora de la muerte. El segundo le acompafié hasta la puerta del tri- bunal: era un pariente. Los parientes y amigos no pasan de los umbrales del sepulcro. El tercero le salvé: era el mérito de sus virtudes. Las buenas obras acompafian al hombre hasta el tri- bunal de Dios y abogan en su favor. QUUERIDOS NIROS: VOSOTROS, QUE EMPEZAIS AHORA EL CAMI- NO DE LA VIDA, ELEGID UN AMIGO QUE OS ACOMPARE HASTA EL TRIBUNAL DEL JUEZ SUPREMO CONVERSACION.—:D' qué tres amigos se habla, en este evento? ¢Pare, qué se necestaban? cOué és testihear?” {Caro se gdministra Ve jusieay {Que hace fies are, iver fon tescon? Yusendy tural: Janene mere Gitor? zChmo 9 dante se hark eh suelo universal? Ae ie sabes R ocaron una vez a Licurgo : que pronunciara un discurso sobre las ventajas de la educacién, con objeto de que el pue- blo, arrastrado por la elocuencia, se dedicara a en- sefiar a sus hijos de acuerdo con los preceptos de la moral. S ‘Accedié el legislador a ello, mas pidié un afio de plazo. —2Para qué tanto tiempo?—se decian—. ¢No improvisa é1 en dos minutos arengas que conmueven a las masas? Sin embargo, se convino en concederle la pré- rroga que deseaba. Pasado el afio, se present6 Licurgo en la plaza piblica, donde el pueblo le esperaba ansioso. Llegé Hevando dos perros y dos liebres. Ninguno compren- dia para qué podian servirle aquellos animalitos, De pronto, Licurgo suelta una liebre y en segui- da un perro; éste se lanz6 sobre la victima, la alcan- 85 26 y la maté, devorando sus entrafias palpitantes. Luego dié libertad a la otra liebre y al segundo perro; mas no hizo este can lo que el primero, sino que se acercé a la liebre, la acaricié y se puso a ju- gar con ella como si fuera su mejor amigo, Entonces Licurgo, volviéndose al pueblo, le ha- B16 asi: —He aqui los efectos de la educacién. Yo he pa- sado un afio educando a este perro y ensefidndole a que no haga dafio a las liebres. El otro no ha sido educado; por eso no obedece sino a sus instintos bru- tales. Igual a aquel perro, el hombre sin educacion se dejaré arrastrar s6lo por sus instintos y pasiones. Mas estad ciertos: el educado ird con su saber y bue- nos sentimientos detramando el bien por todas par- tes. Escoged lo que querdis. El pueblo espartano, entusiasmado, Mevé a Li- curgo en triunfo sobre los hombros, y desde entonces se dedicé con asiduidad y cuidado a la educacién de sus hijos, LA EDUUCACION REFRENA VILES PASIONES; POR EL RECTO CAMINO GUIA A LOS HoMpres, ¥ LAS COSTUMBRES, CORRIGIENDO LOS YICIOS, HACE VIRTUDES, ag en Rap a6 an ie educaclén? {Que iseraa? Cul flebre or aus leyen, enterere ysunteridad. sQue fe, iso pasado (alo, cunn, perro ios efecton eae P. ‘or saber el Padrenuestro Pore una limosnita para su madre enferma un nifio a un caballero, y éste, volviéndose ha- cia el nifio, le pregunt6: —gSabes el Padrenuestro? —De dos maneras lo sé—contesté el nifio—: una que aprendi en la escue- la, y otra en latin, que me ensefié mi abuelo: todos los dias lo rezo. Y como el nifio lo recitara, al decir el pan nuestro de cada dia dé- nosle hoy, sacé el ca- ballero un billete y lo puso en la mano del nifio, diciéndole: —Dios quiere enviaros asi el pan de cada dia que al rezar el Padrenuestro has pedido hoy. EI nifio se qued6 mirando el billete, sin salir de su asombro, y Ileno de alegria volé a ensefidrselo a su madre querida. DIOS QUIERE QUE LE PIDAMOS COMO A UN PADRE: ASI, ROGAD, Y VEREIS COMO OS ESCUCHA, Y SI LE PEDIS, OS DA. es ee Prema omiomat ea one eas aa SONY HREOC agus a Mi, gaat cara fe scully aie ore O08 ha Pa a ltt on i Ley ae ey ae Trae fre seclino Ge cada a te la eternidad Mer de Ciudad Real, que le asistia: —Bachiller, naciera yo hijo de un artesano y fue- ra fraile en un convento y-no rey de Castilla. Felipe III, en su angustiosa agonia, exclamaba: —iOh, quién hubiera sido portero de un convento en vez de ser rey! ! Reflexionando sobre estos y otros dichos anélo- 0s, se me ocurre preguntar: éQué seré que a la hora de la muerte desean los reyes ser frailes, y de ningiin fraile sabemos que haya deseado ser rey entonces? Poco antes de morir D. Juan II, decia al bachi- CUANDO LA MUERTE SE ACERCA Y HAY A DIOS CUENTA QUE DARLE, | 1AY..., DE CUAN POCO NOS SIRVEN | GRANDEZAS Y DIGNIDADES! ‘his ar eee Ze fis GOVE oltos eyes tuo entre estos” dos, mer ‘Berean? “Bagrandedimtento: de Tapeh coe ion i a decadenelt SRSA Ace Ht i Flo a Leas matas tecturas ALLANDOME cierto dia en una casa de campo, trabé con- versacién con su duefio acerca de un libro del cual tenia yo nada buenas re- ferencias. Como le dijera que no debia leerlo, sino antes arrojarlo al fuego, preguntéme: —Lo ha lefdo usted? —Yo, no—repuse—, porque no debo, segiin el jui- cio de personas autorizadas. —Pues, amigo mio—contesté—, es preciso leerlo todo; al fin ya sabemos, a nuestra edad, distinguir lo bueno de lo malo. Iba a replicarle, cuando un pastor entré con un cestito de setas. Mi amigo, que era aficionadisimo a ellas, me pregunté si estarian buenas o dafiadas. Yo contesté sencillamente: —Pruébelas usted y lo sabra. —Loco—me dijo—, gquiere usted que me ponga en peligro de envenenarme, sélo por probar si son dafiosas? —2¥ usted pretende—repliquéle al punto—que me exponga a ser victima de la ponzofia de este libro, sabiendo, como sé, que sus doctrinas son perversas? En seguida me abrazé y quemé su libro. NO LBAIS JAMAS UN LIDRO SI SABEIS 0 SOSPECHAIS QUE SON MALAS SUS DOCTRINAS ign hablaban tae CONVERSACION.—zQu6 ef una case de campo? ¢ eon del cucto? cut foe a naar? ee eran Vis peligrosa ests caida? ¢Por qué? {Que conclusioncs aa Dias espinas de Santa Teresa G UENTAN que, rodeada un dia Santa Teresa de Jestis de sus monjitas, dvidas siempre de ense- fianzas y consejos, se les puso a Ilorar como una nifia, Estas, que la amaban tiernamente, le preguntaron: —Madre, zqué tiene?, zqué le pasa? —iAy, hijas mfas!—contest6les—. Tengo tres es- pinas atravesadas en el corazén que no me dejan descanso. —eQué espinas son esas?—respondieron. 05 las voy a describir. Son tres pensamientos que me siguen constantemente. El primero, pensar ue no he de morir mas que una sola vez; el segundo, Pensar que no hay sino un solo Dios, y el tercero, pen. Sar que no tengo sino una sola alma, Os lo diré mas claro: si tuviera que morir dos veces y en la primera me condenaban, me enmendaria para la segunda. Si hubiera dos dioses, caso que después de muerta me condenara el tribunal del uno, irfa al otro en demanda de perdén, Respecto del alma, jay!, no se puede decir lo que de un ojo 0 de un brazo: tengo dos; si me qui- tan uno, afin me queda otro; el alma, sin remedio, 0 toda perdida o toda salvada para siempre... gNo son estos tres pensamientos como tres espinas? ENV SALYAR EL ALMA ESTA BL NEGOCIO DE LA VIDA CONVERSACION—2uién fut 8: algian? Leer sign ‘ore de: Sant 90 ia Teresa de Jest? ¢Qué pensamtentos ta Da nif caritativa N viejo soldado que tenia una pierna de made- ra Iegé a un pueblo, donde cayé enfermo. Como no Hevaba dinero ni conocia a nadie, tuvo que acostarse en el pajar de una granja, y estaba muy abatido. Yi Maria, hija de un cestero pobre, tuvo compasién del invalido; todos los dias se paraba a verlo y le entregaba dos pesetas. as Una tarde el viejo soldado le pregunt6 con in- quietud: —Querida nifia, hoy he sabido que tus padres son pobres, y quisiera que me dijeras francamente de dénde sacas el dinero que me traes. Mejor que- rria morir que aceptar un céntimo por el que hubie- ra de remorderte la conciencia, —iOh!respondis la nifia—; no tenga usted re- celo alguno. Ese dinero que yo le entrego es s6lo mio. 1 Para venir a la escuela paso por un bosque don- de se crian muchas fresas. Desde que le vi a usted enfermo recojo todos los dias algunas, que en el pue- blo vendo por dos pesetas, Mis padres lo saben, y lo consienten, El soldado, que desafié las balas sin inmutarse, oyendo las palabras de la nifia, sintié que las lag mas brotaban de sus ojos y descendian hasta mojar sus largos bigotes. Al poco tiempo Ilegé al pueblo el coronel del re- gimiento donde sirvié el soldado. Este le refirié 1a conducta de su bienhechora, y el coronel, leno de emocién, buscé a la nifia. —Buena nifia—le dijo entonces—, tu caridad me ha tocado al corazén y ha hecho brotar lagrimas a mis ojos. Ta diste billetes pequefios al soldado; yo quiero darte, en recompensa, estos billetes grandes, Los padres de Maria los rechazaron, exclamando: —Es mucho; es demasiado. —No—respondi6 el coronel—; esto no es mas que una débil recompensa; tanta virtud tendra un dfa en el cielo mas seguro galardén. QUIEN BIEN OBRA HALLA SIEMPRE RECOMPENSA ‘CONVERSACION—W ola agul? Z Quien Discurtt aud podit ar brevemente Ia vide del sokiado. Di socorsi6? aide que medios ge vale a ie joe hacer nokotos ‘en ace stilt, La cascara de avellana N noble varén de casa rica y linajuda era celoso defensor de la verdad y de la justicia. Algunos de sus envidiosos estaban tan irritados contra él, que dispusieron su pérdida, para lo cual ganaron, a fuerza de dinero, un asesino que se encar- g6 de matarle a la noche siguiente. : El noble no tuvo ningtin presentimiento del peli- gro que le amenazaba. Por la tarde, sus sobrinos vi- nieron a hacerle una visita. Feliz acontecimiento, por encontrarse en medio de los nifios; les regalé man- zanas, peras, uvas y avellanas. Después que se mar- charon, fué a acostarse, se encomend6 a Dios y se durmié en la mas completa tranquilidad. Cerca de la medianoche, el asesino, que se habia introducido furtivamente en la casa, entré poco a poco en Ia habitacién, El buen viejo dormia profun- damente, y en la cabecera de su cama brillaba con luz indecisa una pequefa lamparita. Una pintada s Pantalla atenuaba atin més 1a claridad. Guiado por esta claridad, el asesino se dirigi6 hacia el lecho, te- niendo en la mano derecha un pufial cuidadosamente afilado, Pero de repente se oy6 en la habitacién un cru- jido tan violento, que el sefior, que dormia, se des. Perté sobresaltado y se levanté de la cama. Al ver al asesino armado de un pufial, alcanzé dapidamente una pistola, dispar y le hirié en un brazo. El criminal dejé escapar el pufial de su mano y pidi6 perd6n. Entretanto, acudieron los criados, se Janzaron sobre él y le obligaron a delatar a sus com- plices. El sefior quiso conocer la causa del crujido que le habia despertado. |Cosa extrafia! Uno de los ni fios habia dejado caer, por descuido, una céscara de avellana sobre el pavimento, y el asesino la habla aplastado al andar, —iDios mio!—exclamé el viejo—. Una sola césca- ra de avellana ha bastado para salvarme la vida, para desbaratar un odioso complot y para entregar los malhechores a la justicia, DE LAS COSAS MAS PEQUERAS SE VALE LA PROVIDENCIA PARA PRODUCIR LOS MAYORES EFECTOS Ei pan nuestro de cada dia L pan nuestro de cada dia danosle hoy..., da- nosle hoy...—asi decia Juanito, sin poder pa- sar adelante—: dénosle hoy... dénosle hoy... —Oye, Manolo—le dijo a otro nifio, volviéndose répidamente—, gsabes que el Padrenuestro no debia decirse asi como Io tiene el Catecismo? —jOtra! gPor qué? gQuerrés ti saber més que ien lo ha hecho? aay pero mira: Dios todo lo puede, y nos da todo lo que le pedimos. Entiendes? Pues, on vez de decir dénosle hoy, mejor seria que dijésemos dénosle para siempre o para todos los dias que vivamos. —jAhl, si; pero gno ves que eso seria ser muy avarientos, y la avaricia es pecado? —No; pero si no le pedimos més de esta mane- ra; es que lo que nos ha de dar por separado lo pe- dimos junto, y asi tendremos de una vez para siem- pre, y aun mejor para Dios, pues no habia que can- sarle tanto, ; —Qué sé yo..., qué sé yo... Pero, oye, acaso sea por tna cosa—respondié Manolo. : —gPor cudl?—salté al instante Juanito. —iToma! Porque si nos lo diera para tantos dfas se nos pondria muy duro; tan duro, que no podriamos 95 comerlo; y otra cosa: gen dénde lo ibas a guardar? —Es verdad—decia Juanito—; no habia dado yo €n e80...; pero... —Y si no pudiéndolo comer por duro le pediamos de nuevo, ¢de dénde ni cémo habia de darnos ahora si antes nos lo habia dado todo? —Chico, evamos a decirselo al sefior maestro? —No; antes—dijo Manolo—se lo podemos decir a Marianito, que sabe mAs que nosotros. Voy a Ila- marlo, —iCet jCe!... ;Marianitoo!—llamé Manolo, ahue- cando la voz para no ser ofdo del sefior maestro. —éQué quieres?—contest, al fin, Marianito. —Oye, pasate a esta seccién—dijo Juanito—, para que nos ensefies una cosa. —Luego, que ahora me van a ver, —iAhl... Pésate—dijéronle los dos a un tiem. po—. Pésate; verds..., verds. —éQué?—dijoles Marianito, sin quitar los ojos del profesor por si miraba hacia aquella parte. —Oye—dijo Manolo—: éste dice que en el Padre- nuestro, en vez de decit dénosle hoy, deberiamos de- cir: dénosle para siempre 0 para todos los dias que vivamos. No; del modo que decimos es mejor—contestd Mariano. —Pues claro—afiadié Manolo—; ya lo decia yo: si nos lo diera para siempre se nos pondria duro; y... —iAh, tontitos! {No es porque se nos pusiera duro! gNo os’acordais que el otro dia nos lo expli- 6 caba el sefior maestro, y nos decia...? Pero él viene... éLo véis? {Por vosotros! —Qué conversacién es ésta?—dijo el sefior maes- tro a Mariano—, ¢Quién te ha mandado venir a esta seccion? —Es que me han llamado Juanito y Manolo, Y aqui refirié todo Marianito al sefior maestro cémo habia sucedido, a lo cual éste, volviéndose a to- dos, les dijo: —Hijos mios: ya os he dicho muchas veces que el Padrenuestro lo dijo Jesucristo por su boca para ensefiarnos a orar; ella es, con ser tan corta, la mas sublime y hermosa oracién que pudiera concebirse; siete peticiones tiene, fundadas todas en la més san- ta y perfecta caridad. Ahora bien; el pan que pedi- mos en la cuarta de estas peticiones no es s6lo el pan material que alimenta el cuerpo, sino el pan del alma; esto es, la gracia y la doctrina, y decimos ef pan nuestro de cada dia danosle hoy, para significar la grande necesidad con que le pedimos, y para que- dar asi obligados a pedirselo todos los dias, pues to- dos los dias lo necesitamos. Por eso debemos rezar muchas veces el Padrenuestro, hijos mfos, y cuando leguéis en Doctrina a la parte que trata de esta ma- teria, os prometo una explicacién mas detenida. Aca- ricié a los nifios, y todos quedaron contentos, PIDAMOS A DIOS TODOS 10S DIAS EL PAN QUE DEBEMOS ‘MENESTER CQNVERSACION—Expguee I conversicén que tuvigron lot olfioe, Deducle por 4 1s pedlr-a Dios’ el pan nuestro de cada dia", 7De cuanias manctas’ et Span gue polimoe? De un sacerdote y un impio IAJABAN en un mismo vagén, entre otras mu- chas personas, un modesto sacerdote y un ca- ballerete conocido de todos como burlén y nada re- ligioso. Después de haber hablado por los codos sin con- seguir turbar el silencio edificante del sacerdote, que parecia meditar, mirarle y compadecerle, volvidse hacia él y dijole: Yo, padre cura, por lo que toca a confesién, no me confieso, sencillamente porque no tengo pecados. —No se confiesa usted...—respondi6 el sacerdo- te—. Sélo hay dos clases de personas exentas de este precepto: las que no han legado al uso de la razén y las que ya lo han perdido, Quedé abochornado nuestro hombre, y el sacer~ dote fué felicitado por su modestia e ingenio. EL IMPIO ES CONFUNDIDO EN SUS MISMOS NECIOS ALARDES DE IMPIEDAD CONVERSACION—2De quifnes se habla en exte cuanto? ¢Dénde vialaban? iP Datla ores color? 2O0e ov eabaltete of sacedat Las dos camelias RA una tarde de marzo, en la que, distraidamen- te, me aparté del camino que levaba para sen- tarme a la fresca orilla de un arroyo. Contemplando estaba las tornasoladas nubes por donde el sol, encendido, se ocultaba, cuando entre el confuso chilloteo de los pajaros, que revoloteaban en los arboles, senti un ruido como de suavisimas voces ami lado. Volvi los ojos, y me sorprendi al ofrlas: eran dos camelias las que hablaban: una que, mustia, trafa en sus ondas el arroyo; otra que, ya medio deshojada, morfa en el mismo tallo que naciera. En lo que pude observar, éste os el didlogo que tenian: —gDe dénde vienes, pobre camelia, arrastrada por las ondas del arroyo? —iAy, hermana mfa!... No sé cudnto camino he andado desde el punto que a esta corriente fui con desdén arrojada, ni cuanto he sufrido desde el ins- tante en que, por mas bella, me arrancaron de vues- tra dulce compajiia. —iCémo! ¢Tti eres una de mis hermanas queri- das, de aquellas que ms se distingufan por su alti- vez y hermosura, y una mafiana fueron alevosamente robadas de nuestro lado?... —iYo! La finica de ellas que puede atin decirlo; la finica que no yace ya podrida entre las basuras de tan estercolero. —iOh! ¢Quién dirfa, al verte entonces tan her- mosa, que habias de venir a este lastimoso estado en que te veo? ¢Recuerdas? —Recuerdo que aquella mafiana, al beso templado del sol, abriamos nuestros hermosos capullos, colum- piéndonos blandamente en nuestra rama... —Si; y las auras vagarosas Megaban a nuestros cilices trayéndonos perfumes de otras flores més tempranas en abrirse a la clara luz del dia. ‘udntas veces nos asomabamos, temblorosas, por encima de otras flores, para mirarnos en el cris- talino espejo de las aguas! —Y mil brillantes e irisadas mariposas venfan con suavidad a posarse en nuestras hojas, mientras nos balanceaban los suaves cefirillos. —Pero ti nunca hacias, como nosotras, orgullosa ostentacién de tu hermosura, —Porque nunca aspiré a sobresalir por mis pri- mores. —Dichosa ti que, modesta, desoias los ejemplos de nuestra necia vanidad. 100 —Pero no he visto lo que vosotras, ni gozado las delicias del mundo, —iLas delicias del mundo ra, lo que son esas delicias? —De cuando vosotras sofiabais con ellas. —jAh! jQué amargo desengafio! ;Cudn caro nos ha costado aquel alarde de ostentacién de nuestro brillo! —Fuisteis las escogidas? —Las escogidas, si, para caer tronchadas al gol- pe de la segur; para ser estrujadas y marchitas entre Jas manos; para adornar los bicaros de los salones, y arrojarnos después de perdida nuestra belleza y frescura... ;Cudn venturosa tii, que atin vives en el tallo en que naciste —Pero he de morir muy pronto, Qué diferencia de muerte! Ti irés deshojan- dote blandamente al soplo de los céfiros, y cuando hayas conclufdo, hermana mia, doblars tranquila tu cabeza hasta depositar en el suelo las semillas de las flores que engalanan Ia risuefia primavera; yo..., iquién sabe adénde me arrastrar4 mi destinol... Ya siento que de estos juncos me arrebata la corrien- te... jAdiés! —jAdiés, hermana! ¢Sabes, por ventu- EL DESEO DE SOBRESALIR ACARREA A VE PERDICION "ES NUESTRA CONVERSACION.Cometip, fares muy bells, aunque inodoras, de un arbusto Seite extn Abs, "Pepunat cont Wetlnhan yor ave A alee puedes Dpreseatar estas flores? Buscar en ol Dicelonario alguns pulabias ose Wosdas, 101 ‘ te i BN Ew Burdeos, un caballero y un artesano suben a un mismo vagé6n, donde van solos. En una estacién de las Landas un sacerdote esperaba la Iegada del tren. El caba- Mero dice al artesano, sefialando al sacerdote: —éPara qué sirven esas gentes? El artesano calla; pero puesto el tren en movi- miento y apartados bastante de la estaci6n, exclama: —iVaya un pais! ;Parece un desierto! jLas esta- ciones, distantes entre s{; nosotros, solos! ¢Qué ries- go corria yo ahora si le robase a usted, y después de matarle le arrojara a ese arenal por la ventana? El caballero, poniéndose palido como la muerte: —Poco ganaria usted—le dice—, porque apenas Mevo dinero en el bolsillo. —Perdone usted que le desmienta—replica el ar- tesano—. Antes de salir de Burdeos ha cobrado trein- ta mil francos en casa de su banquero, y los leva usted en la cartera. Yo estaba alli cuando los cobré. Pero no tema usted nada: he sido educado “por esas gentes que para nada sirven”. El caballero, avergonzado, no supo qué contestar... L a educacién cristiana LA EDUCACION CRISTIANA BS LA EDUGACION POR EXCELENCIA cOKVERSACION, eobre In eds 102 4 Tos nlfos de les Landon y acer observactones Ei contesor de la fe Ew un lugar de la provincia de Malaga vivia hace algiin tiempo una familia musulmana que en secreto practicaba la religién de Mahoma. Dos mozalbetes de esta extranjera familia qui- sieron burlarse un dia de Federico, nifio aplicado ent la escuela, hijo de cristianos padres, y educado, por consiguiente, en Ja santa religion de Jesucristo. Principiaron a insultarle, y como se vieran solos, hasta golpearon al pobre nifio, que suftia con gran paciencia los insultos y los golpes, acordéndose de los consejos de su maestro. No habian pasado dos minutos, cuando tres ni- fios mayores, amigos de Federico, se pusieron a ju- gar en unas eras cercanas. —Yo podria ahora vengarme de vuestros insultos si llamara a mis amigos—dijo; y sacando una estam- padel Sagrado Coraz6n de Jestis, afiadié—: pero éste me anima a sufrir por Isl y me manda perdonaros: yo os perdono. 103 Entonces, uno de los moros arrebatéle de las ma- nos con indignacién la estampa y arrojéla al suelo. —éQué has hecho, infeliz?—exclamé el cristiano. —i¥ ahora mismo has de pisarla!—dijeron Ienos de célera Jos dos enemigos de nuestra religi6n. —iPisarla! Primero moritia—dijo Federico al querer bajarse a recogerla. ‘Un empellén que le dieron le impidié alcanzarla con su mano, y a este tiempo cayé el retrato del pa- dre de aquellos infelices junto a la estampa. Federico hizo ademén de querer pisarlo, y dijole uno de ellos con manifiesta ira: —4Guardate de pisar el retrato de mi padre! —éPor qué pretendéis que yo pise el de mi Pa- dre y mi Dios?... Jesucristo es el verdadero Dios, y Dios es el Padre de todos. —Pues la pisaremos nosotros si ti no te atreves. —iNo} en mi vida!—dijo Federico, recogiendo la estampa y guardéndola en su pecho, Quedéronse mirando uno a otro los dos mozalbe- tes, y viendo Federico Ia confusién en que estaban, afiadié con tanta verdad como energia: Si el nombre de cristiano odidis, yo soy cristia- no} insultadme, derramad mi sangre; pero asi como queréis honrar a vuestro padre en la tierra, honrad a Dios, Padre comtin que a todos nos ha criado y nos sostiene, al que todos debemos amar, y por el que yo no sélo daria mi pobre vida, sino mil vidas que tu- viera antes que asi ofenderle, La legada de los tres amigos de Federico les in- 104 terrumpié, y los dos jévenes moros, aparténdose de los cristianos, se perdieron de vista. Dos dias mas tarde Federico y su maestro fueron solicitados para instruirlos en Ia religion catélica, y antes de un mes recibieron los dos hermanos en M4- laga las aguas del bautismo. Rogaron a Federico que fuera su padrino; Fede- rico los apadriné, y desde aquel dia no hay nifio mas querido de todos en la comarca entera. Los padres le ponen por modelo a sus hijos para que sean buenos; los maestros, a sus discipulos para que sean aplicados, y los parrocos a sus feligreses para que sean firmes en la fe y constantes en el amor a Nuestro Sefior Jesucristo. Que Dios desde el cielo le bendiga y haga que tenga entre los nifios muchos imitadores. AMA A DIOS ¥ CONFIESA SU SANTO NOMBRE. EL TE DARA SUS GRACIAS Y BENDICIONES. ES NUBSTRO PADRE, PADRE BONDADOSISIMO: NO HEMOS DE AMARLE? BE hijo del albanil NDRESITO, hijo de un albafiil que trabajaba en una obra, habfa ido a Ievar a su padre la comida. Mientras su padre Megaba, se entretenia el iQ nifio en trazar puentes y ca- minos en un gran montén de arena. Viéndolo tan afanoso, le dijo Narciso, para mofarse —¢Piensas acaso ser in- El padre de Narciso, que comprendié la intencién de sus palabras, volviéndose a su hijo, hablé de esta manera: —Los caminos del bienestar y de la gloria no es- i t4n cerrados para nadie que persevere en el trabajo. \ Muchos son los hombres que, nacidos en la pobreza, han logrado con su laboriosidad ¢ ingenio desempe- fiar en el mundo puestos eminentes y legar a su pa- tria un nombre ilustre. iM NO HAY PUESTO ELEVADO A QUE NO PUEDA LLEGAR EL HOM. i! BRE DE FIRME YOLUNTAD Y CLARO ENTENDIMIENTO i CONVERSACION—I atbasit, sult i 2Qut havamiesae Banh 4 Que ine Roe habia Ho nese he Recordar @ nombre de algén hombre ihvsire ds hamilde origens "PAT 106, £Qe6 materaics mea? Ei manzano de los nifios ACO y Rafael no pensaban mds que en ser agra- dables a su padre. Un dia que le ayudaban a trabajar en el jardin, el padre dijo: —Es preciso poner un Arbol en este sitio; trataré de procurarme uno, . El dia del santo de su padre estaba préximo; los dos nifios reunieron sus ahorros y adquirieron secre- tamente un pequefio manzano, La vispera por la no- che del dia tan ardientemente deseado, fueron furti- vamente al jardin para poner el arbol. —iQué contento se vera nuestro padre—se de- cian—cuando venga mafiana al jardin y vea plantado el manzano! 107 Paco tenia el arbol mientras Rafael abria el hoyo en la tierra con la azada. De repente oyeron sonar algo extrafio a los golpes de la azada, Rafael acaba- ba de romper un puchero enterrado en el suelo, y a la claridad de 1a luna los nifios vieron con sorpresa que el puchero contenfa muchas monedas de oro, —iUn tesoro, un tesoro!—gritaron Ienos de alegria. ¥ corrieron a anunciar a sus padres tan buen en- cuentro, —Queridos hijos—dijo el padre—, Dios ha queri- do recompensar el amor que tenéis a los que os han dado la vida, Nunca falta recompensa al amor filial. Continuad asf, y Dios os dar un tesoro mas valioso que el que acabdis de encontrar. AL HIJO QUE AMA A SUS PADRES DA DIOS VIDA LARGA Y FELIZ, Y DESPUES LA GLORIA ETERNA lion se habla en este Blterieta? ¢Oué propusie. ci toro? ¢Que Yeu dife nu padre? Hepsts 9 ans: OF eioparta tia ENOR, en vista de las circunstancias que me ro- dean—decia un joven aun discreto sacerdote—, he resuelto contraer matrimonio, gAprueha usted mi pensamiento? —éPor qué no? El matrimonio es un gran sacra- mento, Io dice la Iglesia. Mas lo dificil en él es la eleccién de consorte. —iAh! La mujer que yo he elegido retine cuali- dades excelentes; voy a irselas enumerando. —Me parece bien} asi yo podré escribirlas. ¥ el sacerdote tomé el lapicero y extendié un papel sobre a mesa. —Es rica—dijo el joven. El sacerdote, como si no hubiera ofdo, escribié en el papel un cero grande. —Es muy hermosa. EI sacerdote escribié otro cero, —Es joven—afiadié con entusiasmo, El sacerdote escribié otro cero y le miré con lastima. —Es noble, de muy noble estirpe. Mostré el sacerdote cierto disgusto y afiadié otro cero a los anteriores, El joven, confuso y aturdido, no comprendiendo el valor de aquella fila de ceros, afiadi —Es virtuosa, Entonces el sacerdote escribié una unidad de- lante de los ceros y, volviéndose al joven, le dijo sonriendo: —Has acertado: la riqueza se gasta, la hermosu- ra se marchita, la juventud desaparece, la nobleza que se hereda no da bienestar ni dicha; pero 1a vir- tud es una cualidad meritoria por si que da valor a las demés, Sin la virtud, la riqueza es altanera; la hermosura, fatua; la juventud, caprichosa, y la no- bleza, insufrible. En fin, son cuatro cualidades como ceros, que por s{ solas nada valen; la virtud es la unidad que les da mérito, NO HAY TESORO COMO LA VIRTUD; FUERA DE ELLA, NO SE COMPRENDE LA FELICIDAD EN ESTE MUNDO eGo Iba ano. Genta rena Wii abocatio y el'sam posing (Qvessnase un campesino de su mala suerte delante de un abogado, diciendo: —En la ciudad no se trabaja; sin sufrir los rigo- res del frio y del calor, sentados en mullida butaca, épretenderdn ustedes comparar su trabajo con el nuestro? —Tienes raz6n—decia el abogado—; muy duro es el trabajo corporal del campesino; pero si la vida de la ciudad envidias, desde hoy te tomo a mi servicio. —éY en qué me ha de emplear si no sé leer?—dijo el campesino. —Te daré un libro—contesté el abogado—y, sen- tado en la mejor butaca, pasards las hojas de una en una hasta el final, en que las volverds a pasar desde el principio. ¢Serd este oficio de tu agrado? Sentése al otro dia en su cémoda butaca nuestro | campesino y principié a pasar hojas; acabé de pasar ii todas las del libro; volvié a pasarlas de nuevo; pero i | a los pocos dias principié a cansarse de aquella ocu- pacién monétona; dolianle los brazos ms que antes | del manejo de la azada; se cans6 de estar sentado iit tantas horas seguidas; fué perdiendo el apetito y i echando de menos el sol con sus rayos y el viento con sus inclemencias, y se despidié del abogado di- | ciéndole: —Esta vida no es para m{; déjeme volver al cam- po a remover la tierra y destripar terrones; si estoy més dias aqui, me muero, A lejandro y el filbsofo | C UENTASE de Alejandro que, ensoberbecido | Por sus conquistas, lego a creerse un dios, | Un filsofo de Atenas | 086 presentarse a él y de- cirle: —Si td eres Dios, de- bes hacer beneficios a to- dos los hombres y no r barles lo suyo; pero si eres hombre, piensa que has de morir y no te olvi- des de ti mismo. Con ser el le6n rey de las selvas, Mega un dia a ser pasto de las aves, Alejandro oyé al filésofo, y mostré mas humil- dad desde aquel dia, BL HOMBRE HA NACIDO PARA TRABAJAR, COMO EL AVE PARA VOLAR; NO REHUYAIS EL TRABAJO DE VUESTRA PROPESION U OFICIO, POR DURO QUE OS PAREZCA COUVERSACION.—1De alten of coe {Cn stab esata tte Heh ae see ai BRISA Cai Pade eee ana Een ata Per ears cere antes Saar PIENSA EN TUS POSTRIMERIAS Y NO PECARAS MN —Recitar ta CONVERSACrO {Quien (06 Alejandro? 2 Dende est Arent) Pa rahatcdtine Wee ee eiss, it ‘somulstas “de Ade}iedfo Magno. 3 Dias aos hermanas Dos huerfanitas hermanas, Felisa y Genoveva, eran muy desgraciadas. {Qué mayor desgracia en el mundo que haber perdido a su madre! Las in- felices tenfan, ademés, que trabajar, porque, sobre ser huerfanitas, eran pobres. —iAy! No sé cémo haces—dijo un dia, suspiran- do, Genoveva—; tii no sufres; no debes de tener co- raz6n; nunca te quejas. —Hija mia—respondié Felisa—, siento y sufro tanto como tt; pero tengo una receta para templar mis dolores. ¢Quieres que te diga cul es, querida hermanita? Mama me la ensefié antes de morir: “Es la paciencia.”

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