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"Pensamos que era un

estómago": así es el huevo


más grande de la era de los
dinosaurios descubierto por
científicos de la U. de Chile
El gigantesco huevo, de casi 30 centímetros, es el segundo de
mayor tamaño del que se tenga registro en la historia.

Por Consuelo Rehbein

Por cerca de ocho años a este objeto se le conoció como "The Thing" (por la
película de terror y ciencia ficción de John Carpenter de 1982). Esto, debido
a su extraña apariencia, similar a una gran pelota de basquetball aplastada o
a un saco plegado. Así como por el hecho de haber sido encontrado en la
Antártica.

El misterio sobre qué era este fósil, hallado por investigadores de


la Universidad de Chile y del Museo Nacional de Historia Natural, durante
una expedición a la Antártica en el 2011, fue resuelto por científicos de
ambas instituciones y de la Universidad de Texas en Austin.
EL MAYOR HUEVO DE LA ERA DE LOS
DINOSAURIOS Y EL SEGUNDO DE LA HISTORIA
La investigación, destacada por la revista Nature, determinó que el inusual
cuerpo se trataría de nada más y nada menos que el mayor huevo de la era
de los dinosaurios del que se tenga registro, y el segundo más grande en la
historia. Esto, después del huevo del “ave elefante”, un ave extinta (similar a
un avestruz) que habitó Madagascar hasta el siglo XVIII.

Microscopía electrónica de barrido, espectroscopía de rayos x y difracción,


espectrometría y tomografías fueron parte del análisis que permitió al equipo
de científicos concluir que se trataría además de un particular huevo de
cáscara blanda. Parecido a los que colocan lepidosaurios como lagartos,
serpientes y tuátaras en la actualidad.

Un total de 259 especies de lepidosaurios integraron la gran base de datos


construida por los investigadores para identificar la relación de este huevo
con este grupo de animales. “Se hicieron dos estudios para identificar
características del huevo y tamaños corporales de la madre”,
explica Alexander Vargas, académico de la Facultad de Ciencias de la
Universidad de Chile y director del Proyecto Anillo Registro Fósil y Evolución
de Vertebrados.

"Uno de ellos permitió comprobar que el huevo era de cáscara blanda, una
muy delgada. El segundo analizó una gran cantidad de lepidosaurios para
intentar estimar el tamaño de la madre en relación a las dimensiones del
huevo, lo que arrojó un rango amplio, entre 7 y 17 metros", agregó.
6,5 KILOS
Este es el huevo de cáscara blanda más grande que se conozca a la fecha.
Su masa estimada estaría cerca de los 6,5 kilos, y tendría unos 29
centímetros en su eje mayor y 20 en el menor. El aspecto de pelota de goma
desinflada fue clave para plantear que se trataba de un huevo blando
eclosionado.

Su importancia está dada tanto por su enorme tamaño como por su rareza.
De hecho, hasta hoy se conoce sólo un registro de huevo fosilizado de este
tipo en China. “Gracias a este hallazgo ahora sabemos que existen huevos
de cáscara blanda de este tamaño. La masa límite de estos es de 700
gramos, entonces viene a romper el esquema con sus 6.5 kilos,
comparables a la masa del gran huevo del “ave elefante” de Madagascar y a
los mayores huevos de los dinosaurios no aviares”, destaca David Rubilar,
jefe del área de Paleontología del Museo Nacional de Historia Natural, que
participó en este trabajo.

Cristi

án Becker / Universidad de Chile


El fósil, nombrado Antarcticoolithus bradyi, que significa “huevo de piedra
antártico tardío”, es algo inédito. La regla general en el caso de los fósiles
“es que se preserven sólo aquellos de cáscara dura, mientras que los
huevos de cáscara blanda, compuestos principalmente de una capa
proteica, tienden a descomponerse con facilidad, y no quedar preservados
como fósiles”, agrega el investigador.

UN REPTIL MARINO
El estudio, realizado junto a científicos de la Universidad de Texas en Austin,
determinó que la especie que produjo este huevo correspondería a un reptil
marino. Muy probablemente a un mosasaurio, especie que vivió hace más
de 66 millones de años en Europa Occidental, Norteamérica, Sudamérica y
Antártica. “Los mosasaurios son lagartijas gigantes adaptadas al agua,
directamente emparentados con lagartos monitores de lengua bífida, como
el dragón de Komodo, y serpientes”, plantea Alexander Vargas.

"Este es probablemente un huevo vestigial de uno de ellos, es decir, un


huevo cuyo desarrollo transcurre en el útero, y que apenas sale de la madre,
la cría emerge de él. Se considera una forma distinta de viviparismo en
reptiles, de dar a luz crías vivas", añadió.

Gentileza Universidad de Chile


 

LA HISTORIA DE UN INÉDITO HALLAZGO


El descubrimiento de este huevo ocurrió el 2011, en el marco de
la Expedición Científica Antártica que año a año realiza el Instituto Antártico
Chileno (INACH). Ese año se desplegó la mayor campaña paleontológica de
nuestro país en el Continente Blanco a la fecha. Gran parte del trabajo de los
paleontólogos y geólogos que la integraban se concentró en la Isla Seymour,
territorio insular ubicado al noreste de la Península Antártica, muy cerca de
la gran isla James Ross.

“Esta isla genera un interés especial para la paleontología, no sólo porque a


lo largo de toda su extensión es posible encontrar maravillosos y abundantes
fósiles, sino también por el hecho de que ahí se encuentra uno de los pocos
lugares en el planeta donde está bien identificado el límite K/Pg, que marca
el fin de la era mesozoica, o de los dinosaurios, y el comienzo de la
cenozoica, o era de los mamíferos, hace 66 millones de años”, señala David
Rubilar, quien encontró este huevo junto a Rodrigo Otero el marco del
proyecto "Anillo de Ciencia Antártica ACT-105 Coneicyt-Chile", dirigido por la
profesora de la Universidad de Chile, Teresa Torres.

Durante esa expedición, junto a Rodrigo Otero, exploraron un sector de la


isla donde se habían identificado múltiples restos de mosasaurios y
plesiosaurios. “En uno de estos lugares encontramos un gran cráneo de
mosasaurio, y días después, a unos 200 metros, vimos una estructura negra
que pensamos que era otro cráneo", señaló Otero.

Así se vería la

cría que salió del huevo. / Ilustración / Universidad de Chile

"PENSAMOS QUE ERA UN ESTÓMAGO"


"Cuando la sacamos nos dimos cuenta de que era algo orgánico, tejido
blando de alguna naturaleza, y empezamos a hipotetizar. "Pensamos
primero que podía ser un estómago de reptil marino o incluso un alga.
Cuando llegamos al campamento preguntamos a los geólogos que nos
acompañaban si habían visto algo similar y su cara de incertidumbre daba la
respuesta, así que como no sabíamos lo que era, el paso siguiente fue
llamarla la cosa”, relata Rodrigo Otero.

El misterioso resto orgánico, conocido desde entonces como “The Thing”,


fue llevado ese 2011 al Museo Nacional de Historia Natural, lugar donde
permaneció como un objeto fósil no identificado hasta el 2018. Ese año la
investigadora de la Universidad de Texas en Austin, Julia Clarke, quien
durante una visita al recinto conoció este hallazgo y planteó la posibilidad de
que se tratará de un huevo blando plegado.

“En ese mismo momento revisamos imágenes de huevos de serpientes


marinas, que poseen huevos blandos, y eran idénticos aquellos pliegues que
se generan luego de la eclosión. Ahora ‘la cosa’ podía ser un huevo de un
reptil marino, uno enorme ¡había que hacer el estudio!”, relata David Rubilar.

Así sería la

extinta especie. / Ilustración / Universidad de Chile


 

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