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LA CARTA

“Boca arriba, en la cama, vio desmoronarse el cielo a hectáreas, mas allá de su cabello caían los
fragmentos como islas, al fondo el clímax de un jazz permeaba el aire con trompetas acidas”
Hace semanas, especulaba en sus recorridos como iniciaría la carta de amor precisa que entrelazara
sus carnes, esperaba inmóvil el momento en que la carta estuviera lista, en procesión imágenes
translucidas recorrieron sus ojos en un desfile de delirante.

Buscaba incorporar la ternura de su querida envuelta en un sueño, con la cabeza apoyada en alguna
prenda y el hombro descubierto, lo abrumaba la idea y postergaba diariamente la carta.

Luego recordaba las tardes secretas de espera, bajo la lluvia, podía reconocer su caminar a cuadras,
las ansias le quemaban, las calles se acomodaban como una serpiente abrazada a un tronco.

Pensó iniciar con unos pies doblados por el empeine, con una figura graciosa y encorvada que le
recordaba juegos infantiles
Pensó en la metáfora de su dedo recorriendo la espalda como si atravesara un lienzo dibujando la
sensual caída de un abismo
Pensó que nada de aquello resultaría relevante en la carta, quizá todas aquellas imágenes habían
existido solo para él y el intento por demostrarlas resultaría pérfido

La estación de buses le parecería una especie vulgar de novela, sino fuera porque las novelas son
una forma muy vulgar de la vida, al fin y al cabo ¿Qué cantidad de cosas insoportables y
alucinadas podría escuchar de todos ellos? ¿Cómo podría descifrar su destino a través de los otros?
¿Qué clase de placer guardan aquellos cuerpos? ¿Qué tipo de personaje seria visto desde afuera?
¿Cómo podría mostrar en una exhibición esa rara y universal colección de traumas? – dicho como
algo hermoso
¿Cómo el intrascendente asunto de la carta empañaba la atmosfera del túnel con perfumes
violetas?
Saco su libreta y pluma , acerco la punta a milímetros del papel , estaba determinado en ser
coloquial y concluyente , de ser necesario , pensó en alejarse de aquellas imágenes históricamente
bohemias y románticas que le inspiraba , donde aparecía coronada y derrumbada entre los
jardines , donde su cabello escondía espíritus antiguos y suntuoso , donde su encuentro ya estaba
resuelto entre las eras , evadir aquellos escenarios surrealistas y demoniacos de los sentimientos
desde donde usualmente se sentaba a escribir , si no , ser apenas tierno y sincero , recurriendo a un
crudo detalle de su voz , sin las parafernalias del romance , si no , con la complicidad de un
silencioso y fragante juego de miradas

Apenas le escribió “te quiero” y firmo la carta.

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