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Índice
Biografía
Primeros años
Década de 1930
Década de 1940
Década de 1950
Década de 1960
Década de 1970
Últimos años
Conceptos principales
Retorno a Freud
Estadio del espejo
Otro/otro
Falo
Inconsciente
Tres registros
Lo imaginario
Lo simbólico
Lo real
Deseo
Pulsión
Otros conceptos
Fundamentos éticos
Escritos y estilo de escritura
Concepción de la cura
Legado e influencia
Críticas
Obras publicadas
De edición diversa
Seminarios
Documentales
Véase también
Notas
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
Biografía
Primeros años
Jacques Marie Émile Lacan nació en París el 13 de abril de 1901, en el seno de una familia católica y
burguesa de la clase media parisina. Fue el mayor de los tres hijos de Émilie Baudry (1876-1948) y Alfred
Lacan (1873-1960). Su padre fue representante comercial de fábricas de aceite y jabón, y su madre, de gran
cultura cristiana y misticismo ardiente, ayudaba a su marido con el negocio y la educación de sus hijos.14
En 1902 la pareja tuvo un segundo hijo, Raymond, que falleció dos años después a causa de una hepatitis.15
Le siguieron Madeleine, nacida en 1903, y Marc-François, en 1908.16
En 1926, Lacan inició su especialización en psiquiatría y, ese mismo año, fue coautor de su primera
publicación para la Revue Neurologique.17 El trabajo se derivaba de su primera presentación de un paciente
ante Théophile Alajouanine y otros médicos, y trataba sobre el síndrome del piramidal.22 Entre 1927 y
1928, hizo su residencia clínica bajo la dirección de Henri Claude en el Hospital Sainte-Anne, el principal
hospital psiquiátrico del centro de París,23 al mismo tiempo que su amigo Henri Ey.16 Siendo interno en
Saint-Anne, comenzó una relación amorosa con Marie-Thérese Bergerot, a quien le dedicó su tesis doctoral
de 1932 con una línea de agradecimiento en griego; la otra dedicatoria fue para su hermano.22 Hacia 1928
fue coautor, junto a Maurice Trénel, de otra publicación para la Revue Neurologique —«Abasia en una
traumatizada de guerra»—24 y de un texto sobre el «delirio alucinatorio» con Jean Lévy-Valensi y M.
Meignant.22 Entre 1928 y 1929 fue colaborador de otros cinco estudios neurológicos basados en casos
psiquiátricos,22 y trabajó en la Enfermería especial adscrita a la prefectura de policía dirigida por Gaëtan
Gatian de Clérambault (1928-1929) y luego en el Hospital Henri-Rousselle (1929-1930 y 1930-1931).25 26
Su vida amorosa también tuvo cambios en este período: en 1929 se enamoró de Olesia Sienkiewicz, la ex
mujer de su amigo Pierre Drieu la Rochelle, y mantuvo un vínculo amoroso con ella y Marie-Thérese hasta
conocer a su primera esposa, Marie-Louise Blondin, en 1933.27 28
Década de 1930
En 1932, Lacan publicó una traducción del texto de Freud Über einige neurotische Mechanismen bei
Eifersucht, Paranoia und Homosexualität [Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y
la homosexualidad] (1922) para la Revue française de psychanalyse, y lo tituló De quelques mécanismes
névrotiques dans la jalousie, la paranoïa et l'homosexualité.40 En junio de ese año, comenzó su análisis de
formación con Rudolph Loewenstein: duró hasta 1938 y concluyó en el fracaso y un largo desacuerdo entre
ambos.41 Lacan finalizó el año de 1932 con la publicación de su tesis De la Psychose paranoïaque dans ses
rapports avec la personnalité [De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad],n. 2 por la que
fue galardonado con su Diplôme d'État de docteur en médecine (equivalente a un título de Doctor en
Medicina).42 43 Aunque la difusión de la tesis atrajo un interés considerable en los círculos surrealistas y
Pierre Janet hizo comentarios favorables de ella, parece no haber tenido un impacto inmediato en el
psicoanálisis francés.44 Lacan llegó a enviarle una copia a Sigmund Freud en Viena —su única instancia
conocida de comunicación directa—, quien acusó recibo con una tarjeta postal sin otro comentario.44 En lo
que respecta a los surrealistas, en mayo de 1933 René Crevel publicó un artículo elogiando la tesis en Le
Surrealisme au service de la Revolution y Paul Éluard le dedicó un poema a Aimée.33 Dalí también elogió
la tesis en el primer número de la revista Minotaure de junio de 1933:
A ella le debemos el hacernos por primera vez una idea homogénea y total del fenómeno
homosexual fuera de las miserias mecanicistas en que se empantana la psiquiatría corriente.45
La tesis se basaba principalmente en su seguimiento del caso Aimée, a quien Lacan había diagnosticado
paranoia de autocastigo.44 Al igual que Freud, ubicó a la paranoia dentro de las psicosis y mantuvo la
noción de «estructura»: afectaba a la personalidad entera del sujeto sin que fuera determinante el origen
orgánico.46 En este sentido, Roudinesco explica que «para comprender la coherencia de esta estructura, hay
que interpretar el sentido humano de los fenómenos que le son propios, es decir definir el conjunto de los
elementos característicos de una psicogenia de la personalidad. Lacan emplea este término en vez del de
psicogénesis para mostrar que la etiología de la psicosis se expresa en función de mecanismos
fenomenológicos que dependen exclusivamente de la historia concreta del sujeto».46 En un texto de 1933,
publicado bajo el título «Exposé général de nos travaux scientifiques», Lacan afirma que la originalidad de
su trabajo se debió a que fue el primer intento en Francia de estudiar los delirios paranoicos de forma
exhaustiva sobre la base de un análisis de la «historia concreta» del sujeto.44 Ese año también publicó dos
trabajos más sobre la paranoia en la revista Minotaure: «Le problème du style et la conception psychiatrique
des formes paranoïaques de l'expérience» y «Motifs du crime paranoïaque: le crime des sœurs Papin»; y
publicó un soneto en Le Phare de Neuilly 3/4 bajo el título «Hiatus Irrationalis».n. 3 47 Será su única
incursión conocida en la poesía, con un estilo que recuerda a la obra de Pierre Jean Jouve.48
En 1934, Lacan se convirtió en miembro candidato de la Société Psychanalytique de Paris (SPP). Solicitó la
membresía plena en octubre de ese año mientras continuaba su controvertido análisis con Loewenstein.
Entretanto, Lacan tuvo un papel activo en la SPP, asistiendo regularmente a reuniones y conferencias
científicas, y teniendo un rol activo en el grupo Évolution psychiatrique.57 Su práctica psicoanalítica
privada comenzó en 1936, cuando aún atendía a pacientes en el Hospital Sainte-Anne.58 Ese mismo año
presentó su primer informe analítico sobre el «estadio del espejo» ante el Congreso de la Asociación
Psicoanalítica Internacional (IPA) en Marienbad; su primer cruce con el freudismo internacional.43 Ernest
Jones, quien presidía el congreso, dio por terminada la conferencia al cabo de diez minutos dado que no
estaba dispuesto a extender el tiempo de presentación establecido por Lacan. Insultado por esto, Lacan
abandonó el congreso y fue a presenciar los Juegos Olímpicos de Berlín.59 No queda ninguna copia de la
conferencia original, puesto que Lacan olvidó entregar su comunicación; solo se conservó en las notas
tomadas por Françoise Dolto.60 Su formulación de la teoría del estadio del espejo se basó en el trabajo
experimental de Henri Wallon sobre el desarrollo infantil, en complemento con las enseñanzas sobre Hegel
que había recibido de Kojève. Fueron Wallon y Lucien Febvre quienes encargaron a Lacan su último texto
importante del período de preguerra: una contribución a la Encyclopédie française de 1938 titulada «La
Famille».61 n. 4 Asimismo, en 1938 Lacan obtuvo su adhesión a la membresía titular (Membre titulaire) de
la SPP por medio de Édouard Pichon, pese a la considerable oposición de muchos de sus miembros
principales que no estaban impresionados por su reformulación de la teoría freudiana en términos
filosóficos.1
Década de 1940
La SPP dejó de funcionar debido a la ocupación de Francia por la Alemania nazi en 1940. Esto implicó que
muchos de sus miembros, principalmente los judíos, huyeran del país; solo quedaron Françoise Dolto y Jean
Leuba.62 Lacan fue llamado para el servicio militar, y sirvió como médico auxiliar en el hospital militar
Val-de-Grâce en París63 mientras continuaba con su práctica psicoanalítica privada.64 Se sabe por su
correspondencia con Sylvain Blondin que su experiencia con el servicio militar fue bastante negativa.65
Durante la guerra no realizó ninguna publicación; se dedicó a estudiar chino, para lo cual se licenció en la
École spéciale des langues orientales.64
Su atención estuvo dirigida principalmente a su vida personal, ya que previo a la Segunda Guerra Mundial,
Lacan había comenzado a relacionarse con la actriz Sylvia Bataille (de soltera Maklès), quien entonces
estaba separada de su amigo Georges Bataille, pero no divorciada.66 Ella se convirtió en su amante a finales
de 193867 y, en 1953, en su segunda esposa.64 Con Sylvia encontró una vida más bohemia que con Marie-
Louise Blondin, pero la relación se vio complicada durante la guerra por la amenaza de que Sylvia fuera
deportada por ser judía: en 1940, mientras estaba encinta de Judith, tuvo que vivir en la zona libre. Movido
por esto, Lacan intervino personalmente ante las autoridades para obtener los documentos que detallaban sus
orígenes familiares y los destruyó.64 Sin embargo, cuando Lacan le anunció a su primera esposa, entonces
embarazada de Sibylle, que Sylvia también esperaba un hijo, ella le pidió el divorcio.66 En consecuencia, en
1941 Lacan se mudó a un apartamento en el número 5 de la rue de Lille, y permaneció en ese lugar hasta su
muerte.66 Su primera hija con Sylvia —quien ya tenía una hija con Bataille llamada Laurence—, nació en
julio de ese año, y la nombraron Judith;64 fue inscripta con el apellido Bataille dado que la separación entre
Lacan y Marie-Louise Blondin no se efectuó hasta diciembre de 1941.68 Recién a partir de 1964 llevará el
apellido de su padre.66 Por mucho tiempo, a pedido de su primera esposa, Lacan no le reveló a los hijos de
su primer matrimonio la existencia de un segundo hogar donde criaba a su hija y a la de Bataille, algo que
provocó consecuencias dramáticas para ambas familias.66
En 1945, la SPP comenzó a celebrar encuentros informales en París; retomando sus reuniones mensuales
convencionales al año siguiente.69 Ese año Lacan visitó Inglaterra por un viaje de estudio de cinco semanas,
y se informó sobre el estado de la psiquiatría de ese país; visitó la residencia Hartfield, dedicada a la
readaptación de ex prisioneros y combatientes de ultramar, y quedó admirado por los principios de la terapia
de grupo y el psicodrama.70 El trabajo analítico con los grupos de Wilfred Bion y John Rickman influyó en
Lacan; Bion, particularmente, contribuyó a su propio énfasis posterior en los grupos de estudio como una
estructura dentro de la cual avanzar en el trabajo teórico del psicoanálisis.71 A su regreso, Lacan dio una
conferencia sobre el tema ante el colectivo de Évolution psychiatrique, y se publicó en 1947 bajo el título La
Psychiatrique anglaise et la guerre.72 En ella Lacan rinde un homenaje a los ingleses y contrasta su victoria
en la guerra con la experiencia vivida en Francia en 1940; además elogia los métodos psiquiátricos
utilizados en la selección de oficiales y en las pruebas psicológicas que ayudaron a producir un ejército
democrático.73
En este período, Lacan también tuvo un acercamiento teórico a Melanie Klein, en cuyos postulados vio un
paralelismo con su propia postura.74 En mayo de 1948, presentó un informe sobre la agresividad ante el XI
Congreso de los Psicoanalistas de Lengua Francesa, donde retomó su investigaciones previas integrando
algunas de las tesis kleinianas: especialmente la idea de la «posición paranoide» en la constitución del «yo
[moi]» y la necesidad de conceder un lugar primordial a la «transferencia» en la formación analítica.75
También llegó proponerle a Klein la traducción de su ensayo sobre El psicoanálisis del niño (1932) del
alemán, pero el proyecto se vio truncado, dado que perdió la traducción y terminó siendo realizada
Françoise Girard y Jean-Baptiste Boulager.73 76
Durante el XVI Congreso de la IPA celebrado en Zúrich, en el verano de 1949, Lacan presentó un nuevo
trabajo sobre el estadio del espejo: El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se
nos revela en la experiencia psicoanalítica.75 En medio de un clima de guerra ideológica entre los
kleinianos británicos y los «annafreudianos» estadounidenses —la gran mayoría—, la segunda generación
francesa, seguidores de Marie Bonaparte, intenta ocupar un lugar
diferente. Entre ellos estaban Daniel Lagache, Sacha Nacht, y Lacan;
a menudo asistido por su amiga Françoise Dolto. Lacan lidera el
grupo francés y reúne a su alrededor a teóricos como Wladimir
Granoff, Serge Leclaire, y François Perrier.77 Además, ese año la
SPP había lanzado un pedido de financiación para la creación de un
Instituto de Enseñanza, y Lacan se encargó en gran medida de
elaborar los estatutos de su Comisión de Enseñanza; conocidos como
Reglement et doctrine de la Commission de l'enseignement. Para ello
se basó en el texto La cuestión del análisis profano (1926) de Freud,
que plantea que el psicoanálisis no debe convertirse en una disciplina
dominada únicamente por médicos. Lacan subraya la importancia del
«núcleo fértil» de las humanidades, ya que conocerlas
concientemente facilitaría el acceso del analista a la organización del
inconsciente. También se deja claro que la SPP debía ajustarse a la
ley francesa, la cual no reconocía al psicoanálisis como una
Melanie Klein hacia 1927.
especialidad distinta; lo que significaba que un analista profano solo
podía aceptar a un analizado que le hubiera sido remitido por un
analista con formación médica.78
Década de 1950
Hacia 1950, Lacan presentó un nuevo trabajo ante XIII Congreso de los Psicoanalistas de Lengua Francesa,
en coautoría con Michel Cenac: Introduction théorique aux fonctions de la psychanalyse en criminologie
[Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología].79 El trabajo enfocaba la
criminología tomando referencias tanto antropológicas —Marcel Mauss y Bronisław Malinowski— como
psicoanalíticas —Tótem y tabú y la teoría del superyó—; sugería que el diálogo psicoanalítico podía facilitar
el acceso al mundo imaginario del criminal, posibilitando así la identificación de represiones neuróticas y
estancamientos en el desarrollo constitutivo, sin deshumanizar al delincuente.78 En este sentido, David
Macey observa que «en vista de la oposición declarada de Lacan a la "ingeniería social" asociada a la Ego
Psychology, es quizás sorprendente encontrarlo discutiendo la reintegración de los delincuentes en la
comunidad».80 Ese mismo año, en el marco del Primer Congreso Mundial de Psiquiatría, Lacan realizó una
intervención en respuesta a las ponencias de Franz Alexander, Anna Freud, Melanie Klein y Raymond de
Saussure.n. 5 Aquí aparecen sus primeras referencias a la lingüística estructural; apoyándose en Roman
Jakobson y Claude Lévi-Strauss, insistió en que la psicología no puede explicar el lenguaje, sino que,
contrariamente, es el lenguaje el que determina la psicología. Sus ataques a la Ego psychology continuaron:
sostuvo que el yo es el «síndico de las funciones más móviles por las que el hombre se adapta a la
realidad»,81 tiene la capacidad de ilusión y engaño, y es la superestructura involucrada en la alienación
social.78
Con la compra en 1951 de una mansión rural en Guitrancourt, Lacan estableció un lugar para los retiros de
fin de semana, por trabajo, ocio —incluyendo extravagantes eventos sociales— y para el alojamiento de su
vasta biblioteca. Su colección de arte incluía L'Origine du monde de Gustave Courbet; esta obra había sido
ocultada en su estudio mediante un panel de madera removible, y su parte visible contenía una
representación abstracta de la pintura confeccionada por André Masson.82 Ese año también asistió al
Congreso de la IPA celebrado en Ámsterdam, su última conferencia como miembro de la institución, y
participó en el simposio «Influencias mutuas en el desarrollo del yo y el ello», para la exasperación de Marie
Bonaparte quien presidía la sesión.83 Al parecer mantuvo discusiones privadas tanto con Anna Freud como
con Melanie Klein, pero su contenido sigue siendo desconocido.84 Mientras tanto, Lacan comenzaba a
dictar seminarios semanales privados en el departamento de Sylvia Bataille.85 Inaugurando su enseñanza
bajo el signo de un «retorno a Freud», se apoya en la filosofía heideggeriana —de la que toma el
cuestionamiento infinito sobre el estatuto de la verdad, del ser y de su develamiento—, la antropología
estructuralista de Claude Lévi-Strauss —de la que deduce la idea de lo simbólico, y su lectura universalista
de la prohibición del incesto y del completo de Edipo—, y la lingüística de Ferdinand de Saussure —de la
que extrae su concepción de un inconsciente organizado como un lenguaje y del significante—.4 El
pensamiento de G.W.F. Hegel también sigue siendo influyente en Lacan.3 El seminario se hizo público en
1953 y se trasladó al Hospital Sainte-Anne, donde se celebró durante diez años.86 Con una duración total de
veintisiete años, el seminario se convirtió en su principal plataforma de enseñanza.85
En enero de 1953, Lacan presentó nuevas propuestas para los estatutos del instituto; se asemejaban en gran
medida a los de 1949 y estaban precedidas por una cita de La cuestión del análisis profano (1926) de
Freud.93 Ese mismo mes fue elegido presidente de la SPP, y Bonaparte, quien había apoyado originalmente
la candidatura de Cenac, comenzó a apoyar al grupo Nacht. Según Lacan, ella cambió de posición porque
los estatutos que había redactado para el instituto no mencionaban ni su nombre ni sus funciones
honoríficas. Su hostilidad personal hacia él era de larga data; aunque los comentarios de Lacan sobre la
visita de Freud a París en 1938, indican que la hostilidad era mutua.93 Tras la elección de Lacan a la
presidencia de la SPP, Nacht se convirtió en jefe del instituto y en miembro vitalicio de su consejo de
administración, de modo que sus estatutos fueron adoptados.93 El 4 de marzo de 1953, Lacan presentó una
exposición en el Colegio Filosófico sobre El mito individual del neurótico, donde realizó una revisión
estructural del complejo de Edipo y enunció por primera vez la expresión «nombre del padre».94 Al día
siguiente, el instituto empezó a funcionar: enseguida hubo objeciones de los estudiantes por el plan de
estudios, el monto de los honorarios y la exigencia de que firmaran un acuerdo para no describirse como
psicoanalistas y no practicaran el análisis hasta ser autorizados por la Comisión de Enseñanza.95 El 2 de
junio, durante una reunión de la SPP, Cenac acusó a Lacan de instigar una revuelta estudiantil y otro de los
partidarios de Nacht afirmó que de no ser por Lacan, no habría problemas en la SPP.96 La reunión fue
aplazada para el 16 de junio, y tras retomarse se aprobó una moción de censura contra Lacan que fue
firmada por Pasche, Benassy, Diatkine y Cenac.96 Finalmente, Lacan renunció a la presidencia, y Lagache,
Dolto y Favez-Boutonnier renunciaron a la SPP en protesta. Enseguida fundaron la Société Française de
Psychanalyse (SFP), a la que inmediatamente se unieron por invitación de ellos Blanche Reverchon-Jouve,
Angelo Hesnard y René Laforgue; Lacan renunció a su membresía de la SPP y también se unió a la SFP. La
dirección de la nueva sociedad pasó a ser la siguiente: presidente: Lagache; vicepresidente: Favez-
Boutonnier; secretario: Dolto; tesorero: Lacan.96
Tras renunciar a la SPP, Lacan fue informado vía carta por Ruth Eissler, quien entonces era secretaria
honoraria de la IPA, de que su renuncia implicaba la pérdida de su membresía a la IPA. Así, en julio de 1953
el nuevo grupo comenzó buscar apoyo para que la SFP fuera reconocida por la IPA; Lacan le escribió a
Perrotti —presidente de la Sociedad Italiana de Psicoanálisis—, a Balint, a Loewenstein, y más tarde a
Hartman.97 El encuentro inaugural de la SFP fue abierto por Lacan en julio con la conferencia Lo
simbólico, lo imaginario y lo real:85 acá expuso una nueva tópica98 y habló explícitamente de una «vuelta
a los textos freudianos», destacando que dicho retorno se remontaba al año 1951.99 Ese mes también se
celebró el XVIII Congreso de la IPA en Londres, y se nombró un comité para examinar la solicitud de
reconocimiento de la SFP. El comité estaba compuesto por Kurt Eissler, Phyllis Greenacre, W. Hoffer,
Jeanne Lampl-de Groot y D.W. Winnicott.97 Lacan, por su parte, trabajaba en la instauración de una teoría
estructural de la cura,99 que fue plasmada en el ensayo Función y campo de la palabra y del lenguaje en
psicoanálisis, presentado en el XVI Congreso de Psicoanalistas de Lenguas Romances celebrado en Roma,
el 27 de septiembre de 1953.85 Fue continuada en los seminarios I, Los escritos técnicos de Freud (1953-
1954), II, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica (1954-1955), y concluida en una
conferencia pronunciada en Viena en noviembre de 1955, bajo el título La cosa freudiana o el sentido de un
retorno a Freud.99 Ese mismo año publicó Variantes de la cura-tipo,100 un texto donde declara su marcada
oposición a la Ego Psychology.101 La resolución del comité fue dada ante el Congreso de la IPA celebrado
en Ginebra en 1955: Hartmann anunció que se había concluido que «el grupo Lagache» no debía ser
reconocido como sociedad competente, ya que sus capacidades de formación y de enseñanza no eran
adecuadas.102 Al año siguiente, la SFP lanzó su revista La Psychanalyse y su primer número estuvo
dedicado a Lacan.2 Entre sus artículos destacados figuran el Informe de Roma103 y una traducción hecha
por Lacan del artículo Logos (1951) de Heidegger; se había encontrado con el filósofo en Friburgo en el año
anterior y aquél lo había autorizado a publicarla.104 En 1959, la SPP renovó su pedido su afiliación a la
IPA, y se designó un nuevo comité para investigar el tema encabezado por Pierre Turquet.91 105
Década de 1960
Si bien Lacan tuvo controversias con varios miembros de la IPA, también cultivó buenas relaciones con
algunos de ellos. Un ejemplo fue su vínculo fluido con D.W. Winnicott;106 es conocida la carta fechada en
agosto de 1960 en la que Lacan le comenta al inglés su orgullo por su hijastra Laurence Bataille —detenida
durante la guerra de Argelia por sus conexiones políticas— y sobre un sobrino que había sido condenado a
dos meses de prisión por actividades antibélicas.107 108 A nivel institucional, la negociación para la
integración de la SFP a la IPA seguía en marcha. Hacia 1961, se presentó el informe del comité de Turquet
ante el Ejecutivo Central de la IPA, pero la resolución no se hizo pública. El documento igualmente se puso
a disposición de la delegación de la SFP que viajó a Edimburgo para asistir al XXII Congreso,109 y
finalmente, en agosto de ese año, se determinó la posibilidad de una reintegración progresiva de la SFP a la
IPA, pero con la condición de que Françoise Dolto y Lacan dejaran de realizar análisis didáctico.110 La
práctica de Lacan —con sus controvertidas sesiones de duración indeterminada— y su postura crítica hacia
la ortodoxia psicoanalítica, condujo a que en agosto de 1963 la IPA estableciera la condición de que la
afiliación dependiera de la exclusión de Lacan de su lista de analistas.111 Por lo tanto, en noviembre de ese
año, tras la decisión de la SFP de atender a esa solicitud, Lacan fue despojado efectivamente del derecho de
realizar análisis didáctico y tuvo que interrumpir su seminario en el Hospital Sainte-Anne.2 Esto hizo que se
viera obligado a crear su propia institución para dar cabida a los numerosos candidatos que deseaban
continuar su análisis con él. Lo llevó a cabo el 21 de junio de 1964, en el «Acta de fundación»112 de lo que
se conoció como la École Freudienne de Paris (EFP), llevándose «consigo buen número de representantes de
la tercera generación, entre ellos Maud y Octave Mannoni, Serge Leclaire, François Perrier, Moustapha
Safouan, Jenny Aubry, Piera Aulagnier, Solange Faladé, Jean Clavreul, etc».113
Lacan también se mantuvo activo en otros ámbitos. En 1965, organizó un encuentro con Marguerite Duras
tras la publicación de su novela Le ravissement de Lol V. Stein [El arrebato de Lol V. Stein] (1964), que
describía una psicosis en términos similares a los suyos.110 Cuando se reunieron una noche en un bar,
Lacan la felicitó con entusiasmo expresándole: «¡Usted no sabe lo que está diciendo!»120 Ese mismo año
creó su colección Le champ freudien [El Campo Freudiano], después de firmar un contrato con Éditions du
Seuil impulsado por François Wahl.121 Entre febrero y marzo de 1966, dio una serie de conferencias en seis
universidades estadounidenses, incluyendo Columbia, Harvard y el MIT.122 En octubre, volvió a los
Estados Unidos para asistir al simposio «Los lenguajes de la crítica y las ciencias del hombre»,123
organizado por René Girard y Eugenio Donato en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore. Estuvieron
presentes varios exponentes de distintas esferas del saber, como Jean Hyppolite, Lucien Goldmann, Georges
Poulet, Roland Barthes, Tzvetan Todorov, Nicolas Ruwet y Jacques Derrida.124 Lacan, por su parte,
participó activamente en el debate sobre estructuralismo y presentó su comunicación «Acerca de la
estructura como mixtura de una Otredad, condición sine qua non de absolutamente cualquier sujeto»: un
discurso donde cita a Frege y a Bertrand Russell y, entre otras cosas, explica que su concepción del
inconsciente «estructurado como un lenguaje» es una tautología, ya que «estructurado» y «como un
lenguaje» son sinónimos. Adicionalmente, afirma que: «La mejor imagen que resume al inconsciente es
Baltimore de madrugada».125 122 Lacan finalizó el año de 1966 con la publicación de su obra más
importante: los Escritos.126 La obra fue compilada con un índice de conceptos hecho por Jacques-Alain
Miller y estuvo marcada por su lenta elaboración; hubo reescritura por parte de Lacan, varias correcciones
de Wahl, y comentarios de Miller.126 Los Escritos también fueron impresos por Éditions du Seuil e hicieron
mucho para consolidar la reputación de Lacan ante un público más amplio. El éxito de la publicación,
condujo a que en 1969 se elaborara una edición de dos volúmenes.127 La obra fue leída y comentada por
pensadores como Michel Foucault y Gilles Deleuze.11
En cuanto a los eventos ocurridos en mayo de 1968, Lacan respetó la convocatoria de huelga del Sindicato
Nacional de Enseñanza Superior y no impartió seminarios de forma oficial; realizando en su lugar
discusiones informales.128 Aunque fue muy crítico de la acción revolucionaria, algunos lo
responsabilizaron parcialmente por los hechos ocurridos en las protestas. Como consecuencia, tuvo que
abandonar la École Normale Supérieure.123 El 9 de mayo había firmado un manifiesto de apoyo al
movimiento estudiantil y durante el mismo período puso su firma en un petitorio por la liberación de Régis
Debray, que estaba preso en Bolivia.123 Sin embargo, en diciembre de 1969, declaró lo siguiente ante
cientos de estudiantes:
Las aspiraciones revolucionarias sólo tienen una posibilidad: terminar siempre con el discurso del
amo. La experiencia lo prueba. A lo que aspiran como revolucionarios es a un amo. ¡Lo
tendrán!129
En 1969, la EFP comenzó a aplicar un nuevo procedimiento de acceso al título de analista para los
miembros simples que hubieran realizado un análisis.130 Designado en 1967 con el nombre de «pase», el
procedimiento consistía básicamente en un marco institucional que permitía al pasante dar testimonio del
final de su análisis.131 Su aplicación tuvo la intención de resolver los problemas de formación derivados de
la masificación de la EFP, pero provocó la salida de tres importantes discípulos de Lacan que se le
opusieron: François Perrier, Piera Aulagnier y Jean-Paul Valabrega.132 Ese mismo año, Serge Leclaire
fundó un departamento de psicoanálisis en la recién creada Universidad de París VIll en Vincennes —siendo
el primero con ese nombre en Francia—,133 y Lacan, por su parte, trasladó sus seminarios públicos de la
École Normale a la Facultad de Derecho frente al Panteón,134 donde continuó presentando sus exposiciones
de teoría y práctica analítica hasta la disolución de la EFP en 1980.
Década de 1970
En el Panteón, Lacan comenzó a elaborar una última refundición de su doctrina que le permitió salir
parcialmente del estructuralismo, y pasar de un rechazo de la enseñanza universitaria a su contrario.135 Su
lectura del Tractatus logico-philosophicus (1921) de Ludwig Wittgenstein fue fundamental para esta
segunda refundición. La obra fue largamente comentada por Lacan en su primer seminario en la Facultad de
Derecho, impartido entre 1969-1970 bajo el título El reverso del psicoanálisis (XVII).135 En base a ese
texto concibió simultáneamente el «matema» y el «nudo borromeo»136 con el empeño de hacer del
psicoanálisis una ciencia exacta.132 No era su primer encuentro con el mundo de las matemáticas, desde
1950 la enseñanza de Lacan venía teniendo contacto con ellas con su constante recurrencia a figuras
topológicas. Para esto fue clave su encuentro, en 1951, con el matemático Georges-Théodule Guilbaud, en
un contexto donde tanto Lacan, Claude Lévi-Strauss y Émile Benveniste buscaban establecer un puente
entre las ciencias humanas y las matemáticas; y fue reuniéndose con Guilbaud que comenzaron ese
recorrido.137 A lo largo de su obra, Lacan hará uso de varias figuras topológicas representativas de forma
ilustrativa (banda de Möbius, toro o cámara de aire, cross-cap o gorra
cruzada, botella de Klein), pero es a partir de su lectura de Wittgenstein,
combinada con su recurrencia al saber matemático —ahora influido por una
nueva generación de jóvenes matemáticos, entre ellos Pierre Soury—,138
que creará una nueva terminología destinada a hacer transmisible el saber
psicoanalítico; un pasaje del decir al mostrar.139 De esta forma, la
introducción del «matema» supuso un cambio en la postura de Lacan con
respecto al discurso universitario —al que en 1969 había considerado
incompatible con el psicoanálisis—, y en 1974 dio su respaldo a los
partidarios de introducir el psicoanálisis en la universidad, en especial a
Jacques-Alain Miller.140
A comienzos de 1975, Lacan comenzó a trabajar en la vida y obra de James Joyce con Jacques Aubert. El
joven estudiante, buen lector de los Escritos, le había propuesto a Lacan participar en el V simposio
internacional sobre Joyce, que se celebraría en París en junio de ese año. Lacan aceptó y a partir de entonces
entró en contacto con una gran cantidad de obras dedicadas al escritor. También consultó trabajos de
escritores de las revistas Tel quel y Change, entre los que estaban Philippe Sollers y Jean-Pierre Faye.
Durante la celebración del simposio en el anfiteatro de la Sorbona, Lacan pronunció una alocución titulada
«Joyce le symptôme» [Joyce el síntoma], recordando su contacto con el escritor durante su juventud. A
Joyce también le dedicó su seminario de 1975-1976 titulado «Le sinthome»147 Entre noviembre y
diciembre de 1975, Lacan viajó nuevamente a los Estados Unidos para dar una serie de conferencias en
Yale, Columbia y el MIT; donde tuvo la ocasión de debatir con Willard Van Orman Quine y Noam
Chomsky.148 144 Tras sufrir un leve accidente automovilístico en el otoño de 1978, Lacan comenzó a verse
cansado y a permanecer en silencio durante largos períodos de tiempo, incluso en sus seminarios. Su
discurso tendió a ser reemplazado por demostraciones mudas y nuevos giros en los nudos borromeos.144 En
1979, cofundó con su hija Judith Miller la Fondation du Champ Freudienne, y ella quedó encargada de
dirigirla.144
Últimos años
En enero de 1980, Lacan anunció la disolución unilateral de la École freudienne de Paris mediante una
«Carta de disolución», fechada el día 5 de ese mes.149 Era un momento en que la escuela venía siendo
marcada por una serie de disputas internas.5 150 La misiva enseguida tuvo repercusión en la prensa y fue
publicada en Le Monde el 9 de enero.151 En la carta, Lacan invitaba a todos los miembros de la escuela que
desearan seguir trabajando con él, a que le dieran a conocer sus intenciones por escrito —el término usado
es ecrit de candidature—151 y, entre otras cosas, hablaba del «coste de haber Freud permitido que el grupo
psicoanalítico primara sobre el discurso, convirtiéndose en Iglesia».152 Recibió más de mil cartas en una
semana, pero la disolución de la escuela tuvo que esperar hasta el 27 de septiembre de ese año; dado que la
normativa requería una mayoría de dos tercios en una asamblea general especialmente convocada, que se
obtuvo recién en esa fecha.151 En su lugar fundó, el 21 de febrero, la escuela de La Cause freudienne151 y,
en octubre, la École de la cause freudienne.144 Como consecuencia, el movimiento lacaniano se dispersó en
una veintena de asociaciones.132
En julio de 1980, Lacan viajó a Caracas por el congreso inaugural de la Fondation du Champ Freudienne,
cofundada con su hija Judith en 1979.150 Fatigado por su viaje en Concorde, Lacan llama a sus seguidores a
que se reúnan en torno a él para expresarles:
Vengo aquí a impulsar mi causa freudiana. Como ven, me interesa este adjetivo. Es asunto de
ustedes ser lacanianos si lo desean. Yo soy freudiano.153
Sus problemas de salud le dificultaron cumplir con las demandas de su seminario de un año de duración,
impartidos desde los años cincuenta; pero su enseñanza continuó hasta el primer año de los años
ochenta.154 Al final de su vida, Lacan comenzó a verse afectado por trastornos cerebrales y una afasia
parcial. Murió el 9 de septiembre de 1981, en la clínica Hartmann de Neuilly-sur-Seine, a causa de la
ablación de un tumor maligno de colon.132 Sus últimas palabras pronunciadas fueron: «Soy obstinado [...].
Desaparezco».155 Antes de morir, Lacan nombró a Jacques-Alain Miller como su albacea, quien quedó a
cargo de toda su obra publicada y no publicada.156
Conceptos principales
Retorno a Freud
En sus Notas en alemán preparatorias para la conferencia sobre la Cosa freudiana (1955),n. 6 Lacan
plantea que el retorno «consiste en reanudar la lectura de Freud y reelaborar de ella todo lo que hasta ahora
una interpretación muy miope no aprehendió, dejó de lado u olvidó».158 Además, habla de la «necesidad de
un retorno a la práctica original del psicoanálisis, pero en el sentido de que el retorno signifique a la vez una
renovación a partir del fundamento».158 Sugiere que la práctica psicoanalítica original combinaba «con su
profundidad propia cierta ingenuidad», pero que eventualmente la técnica tendió a voltearse hacia su
contrario. Por esa razón insistirá en retomar esa primera técnica «como a una técnica aprehendida y
experimentada particularmente en su esencia y su fundamento».158
Dylan Evans destaca que fue mediante la lectura de los textos de
Freud en alemán que Lacan encontró elementos que habían «sido
oscurecidos por una traducción pobre e ignorados por otros
comentadores».159 De ahí que su obra esté «asociada con
comentarios detallados de textos específicos de Freud y llena de
numerosas referencias a otros analistas, cuyas ideas Lacan refuta»
desde su relectura.159 Por otra parte, Élisabeth Roudinesco comenta
que el enfrentamiento de Lacan con las grandes corrientes del
freudismo se da tras su revalorización del inconsciente y el ello, en
detrimento del yo; mientras apoyaba el inicio de su enseñanza en la
filosofía heideggeriana, la lingüística de Ferdinand de Saussure y la
antropología estructuralista de Claude Lévi-Strauss.4 Lacan
comienza abordar los textos freudianos «a partir de un sistema de la
lengua concebida como una estructura y formada por signos,
definidos a su vez según su valor, a través de la relación simbólica
de un significado con un significante. [...] Lacan replantea la
posición del sujeto en la cura a partir de la función de la Sigmund Freud fotografiado por Max
palabra».160 Slavoj Žižek, en cambio, plantea que la diferencia de la Halberstadt en 1921.
teoría de Lacan con la de las otras escuelas y con la del propio
Freud, radica en su «tenor filosófico». Según Žižek, Lacan no
concibe al psicoanálisis como «una teoría y una técnica de tratamiento de perturbaciones psíquicas, sino una
teoría y una práctica que confronta a los individuos con la dimensión más radical de la existencia
humana».161
Lacan intentó «devolver a la noción de Relación de objeto [...] el capital de experiencia que le va
legítimamente ligada», basándose en lo que denominó como «la obra vacilante pero guiada de la señora
Melanie Klein [...]».162 Señala que «Por ella sabemos la función del primordial recinto imaginario formado
por la imago del cuerpo materno»,163 así como «la noción del objeto transicional, introducida por D.W.
Winnicott, punto clave para la explicación de la génesis del fetichismo».164 Sin embargo, «Lacan cuestionó
sistemáticamente aquellos desarrollos psicoanalíticos de los años treinta a setenta que se centraban cada vez
más, y casi exclusivamente, en las relaciones tempranas del niño con la madre [...] la madre preedípica o
kleiniana».165
Si bien Lacan vuelve a los textos originales de Freud, retoma ciertos aspectos específicos de su obra, «elige
y elabora ciertos temas, y desatiende o reinterpreta otros».159 De modo que, como señala Evans, podría
calificarse su enfoque «como una forma "posfreudiana" del psicoanálisis, junto con la psicología del yo, el
psicoanálisis kleiniano y la teoría de las relaciones objetales».159 No obstante, Lacan sostuvo que en los
textos de Freud operaba una lógica más profunda «que los hace coherentes a pesar de las aparentes
contradicciones», y por ello insistió en que «su lectura de Freud, y sólo la suya, saca a luz esta lógica».159
Así pues, remarca Evans, «las declaraciones de lealtad y las acusaciones de traición formuladas por Lacan
[...] tienen, por cierto, una función retóricopolítica, en cuanto al presentarlo como "más freudiano" que nadie
le permitieron desafiar el monopolio efectivo del legado freudiano del que la IPA aún disfrutaba en la
década de 1950».159
La primera contribución oficial de Lacan al psicoanálisis fue la del estadio del espejo.166 La expresión
aparece por primera vez durante una conferencia de la SPP que tuvo lugar el 16 de junio de 1936. Lacan
toma como base la «prueba del espejo» elaborada por Henri Wallon en 1931, y propone el estadio del espejo
como «una combinación de posición, en el sentido kleiniano, y estadio, en el sentido freudiano».60 Así, la
noción de estadio deja de estar ligada a la noción de estadio propuesta por Wallon, y adquiere una dimensión
de «operación psíquica, incluso ontológica, mediante la cual se constituye el ser humano en identificación
con su semejante».60 En 1936, Lacan presenta por segunda vez el concepto ante el XIV Congreso de la
Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA), celebrado en Marienbad; el trabajo nunca se publicó, pero en
1949, Lacan expone nuevamente el tema en el Congreso de la IPA celebrado en Zúrich bajo el título de El
estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia
psicoanalítica.167
A comienzos de la década de 1950, Lacan deja de considerar al estadio del espejo como apenas un momento
en la vida del infante: pasa a ser parte de una estructura permanente de la subjetividad y paradigma del
registro «imaginario», donde el sujeto es captado y cautivado por la propia imagen permanentemente.168 En
referencia a su exposición sobre el estadio del espejo realizada en el Congreso de Zúrich de 1949, Lacan
comentó qué:
La teoría que propuse allí [...] se refiere a un fenómeno al que atribuyo un valor doble. En primer
lugar, le doy un valor histórico, ya que marca un punto de inflexión decisivo en el desarrollo
mental del niño. Y en segundo lugar, tipifica una relación libidinal esencial con la imagen
corporal. Por estas dos razones, el fenómeno demuestra claramente la entrada del individuo en un
estadio en el que puede observarse la formación más temprana del yo.169
Otro/otro
Mientras que Freud utilizaba el término «otro» para referirse a der Andere (la otra persona) y das Andere (la
otredad), Lacan —influenciado por las enseñanzas de Alexandre Kojève— teoriza la alteridad de una
manera que se asemeja más a la filosofía de G.W.F. Hegel.175 En su seminario III, Las psicosis (1955-
1956), Lacan señala que:
Siempre hay compromiso del sujeto y lucha virtual en la cual el organismo está siempre latente, en
todo lo que es del orden del testimonio. [...] Por una sencilla razón: como el punto de partida de
esta dialéctica es mi alienación en el otro, hay un momento en que puedo estar en posición de ser a
mi vez anulado porque el otro no está de acuerdo. La dialéctica del inconsciente implica siempre
como una de sus posibilidades la lucha, la imposibilidad de coexistencia con el otro. Aquí
reaparece la dialéctica del amo y el esclavo. La Fenomenología del Espíritu, no agota
probablemente todo lo que está en juego en ella, pero, ciertamente no podemos desconocer su
valor psicológico y psicogénico. La constitución del mundo humano en cuanto tal se produce en
una rivalidad esencial, en una lucha a muerte primera y esencial. Con la salvedad de que asistimos
al final a la reaparición de las apuestas.176
Élisabeth Roudinesco observa que Lacan toma de Hegel «[...] la idea de una dialéctica de la negatividad,
según la cual todo reconocimiento del otro pasa por una lucha a muerte. Desde este punto e vista, el otro no
tiene ninguna existencia, puesto que el deseo del hombre se define ante todo como el deseo de cada
individuo de hacer reconocer su deseo de manera absoluta, aunque tenga que anular al otro (el prójimo) en
el curso de un proceso de aniquilación».177 Con su lectura de Las estructuras elementales del parentesco
(1949) de Claude Lévi-Strauss, Lacan teoriza la noción de lo simbólico y modifica su concepción de la
alteridad, desembocando en la creación del término «gran Otro». De esta forma, se separa de todas las
concepciones postfreudianas de la relación de objeto vigentes hasta entonces. Entre los años 1950 y 1965,
Lacan revisará la teoría freudiana en virtud de la lingüística de Ferdinand de Saussure, y establecerá un
vínculo entre el deseo, el sujeto, el significante y la cuestión del Otro.177
Lacan a menudo usaba una simbología algebraica para representar sus conceptos: el gran Otro (Autre) se
designa con A mayúscula, y el pequeño otro (autre) con a minúscula. 178 Para Lacan es fundamental tener
en cuenta esta distinción para la práctica analítica: «el analista debe estar "totalmente imbuido" de la
diferencia entre A y a, para poder situarse en el lugar del Otro, y no en el del otro». Dylan Evans explica
que:175
1. «El pequeño otro es el otro que no es realmente otro, sino un reflejo y una proyección del yo».
Agrega que por esta razón el símbolo a puede representar tanto al pequeño otro como al yo
(moi) en el «Esquema L»,179 siendo simultáneamente el «semejante» y la «imagen
especular». Por lo tanto, el pequeño otro está totalmente inscrito en el registro imaginario.
2. «El gran Otro designa la alteridad radical, la otredad que
trasciende la otredad ilusoria de lo imaginario, porque que
no puede asimilarse a través de la identificación». El gran
Otro (A) está inscrito en el orden simbólico, ya que Lacan
equipara esa alteridad radical al lenguaje y la ley. Evans
también observa que «el gran Otro es lo simbólico en la
medida en que está particularizado para cada sujeto. El
Otro es entonces otro sujeto, en su alteridad radical y
singularidad inasimilable, y también el orden simbólico
que media la relación con ese otro sujeto». Esquema L.
Para Lacan, «el Otro debe ser considerado primero como un lugar, el
lugar donde se constituye la palabra»: el Otro como otro sujeto es secundario al Otro como orden
simbólico.180 Podemos hablar del Otro como un sujeto en un sentido secundario cuando un sujeto ocupe
esta posición y, por lo tanto, «encarne» al Otro para otro sujeto.175 Al sostener que la palabra no se origina
ni en el yo ni en el sujeto, sino más bien en el Otro, Lacan resalta que el habla y el lenguaje están más allá
del control consciente del sujeto. Vienen de otro lugar, fuera de la conciencia, de modo que «el inconsciente
es el discurso del Otro».181 Evans señala que al concebir al Otro como un lugar, Lacan se refiere al
concepto de «localidad psíquica» de Freud en el que el inconsciente se describe como «la otra escena».175
Puesto que «es la madre quien primero ocupa la posición del gran Otro para el niño», y «es ella quien recibe
el llanto y los gritos primitivos de la criatura, y retroactivamente los sanciona como un mensaje particular»,
el complejo de castración se forma cuando el niño descubre que ese Otro no es completo, ya que hay una
«falta» (manque) en el Otro.175 Esto significa que siempre falta un significante en el tesoro de significantes
constituido por el Otro. Lacan ilustra este Otro incompleto gráficamente al tachar con una barra el símbolo
A; por lo que un nombre adicional para el Otro castrado o incompleto es el «Otro barrado».175
En su seminario XX, Aún (1972-1973), Lacan también define al Otro como «el Otro sexo»:
Al Otro, por una parte, hay que machacarlo de nuevo, reacuñado, para que cobre su sentido pleno,
su resonancia completa. Por otra parte, convendría presentarlo como el término que se sustenta en
que soy yo quien habla, que no puedo hablar sino de donde estoy, identificado a un puro
significante. El hombre, una mujer, dije la última vez, no son más que significantes. De allí, del
decir en tanto encarnación distinta del sexo, toman su función. El Otro, en mi lenguaje, no puede
ser entonces sino el Otro sexo.182
A este respecto, Roudinesco observa que se trata de un momento donde Lacan vincula su teoría con la
sexualidad femenina «como "suplemento" imposible de simbolizar, y la cuestión de la relación extática con
el Otro». Así, el hombre y la mujer, en su función significante, «sólo son distintos sexualmente con
referencia a un significante de la diferencia: entre la función fálica y el goce femenino». De esta forma, «el
Otro sexo» es «el lugar a partir del cual se enuncia para cada sujeto una diferencia».183
Falo
El término «falo» es empleado muy pocas veces en la obra freudiana, siendo utilizado a menudo como
sinónimo de «pene».184 185 Freud mas bien usó con mayor frecuencia el adjetivo «fálico» o «fálica», como
el caso de la expresión «fase fálica» —sin hacer una distinción rigurosa entre «falo» y «pene»—.185 Por
otra parte, el término también está presente en su teoría de la libido —esencialmente masculina—, y en la
doctrina de la sexualidad femenina y de diferencia de los sexos.186 Lacan, en cambio, suele emplear el
término «falo», y no «pene», para remarcar que la teoría psicoanalítica no está interesada en el órgano
genital masculino en su realidad biológica, sino en el papel que el órgano desempeña en el «fantasma». De
ahí que el término «falo» se reserve para las funciones imaginaria y simbólica, y «pene» para el órgano
biológico.185
El falo aquí se esclarece por su función. El falo en la doctrina freudiana no es una fantasía, si hay
que entender por ello un efecto imaginario. No es tampoco como tal un objeto (parcial, interno,
bueno, malo, etc...) en la medida en que ese término tiende a apreciar la realidad interesada en una
relación. Menos aún es el órgano, pene o clítoris, que simboliza. Y no sin razón tomó Freud su
referencia del simulacro que era para los antiguos. Pues el falo es un significante, un significante
cuya función, en la economía intrasubjetiva del análisis, levanta tal vez el velo de la que tenía en
los misterios. Pues es el significante destinado a designar en su conjunto los efectos del
significado, en cuanto el significante los condiciona por su presencia de significante. [...] El falo es
el significante privilegiado de esa marca en que la parte del logos se une al advenimiento del
deseo.187
Es a partir de mediados de la década de 1950 que el término «falo» adquiere un lugar de importancia en la
teoría de Lacan. Según Roudinesco, se torna en «el significante mismo del deseo», por eso en su seminario
III, Las psicosis (1955-1956), será evocado en primera instancia como el «falo imaginario», luego como el
«falo de la madre», y finalmente con la idea del «falo simbólico».186 El falo también tiene un rol
fundamental en el complejo de Edipo y en la teoría de la «diferencia sexual».185 Con respecto al complejo
de Edipo o de castración, Lacan plantea que «consiste en una dialéctica "hamletiana" del ser: ser o no ser el
falo, tenerlo o no tenerlo».186
Las pensadoras feministas han utilizado y criticado los conceptos de castración y falo de Lacan. Autoras
como Elizabeth Grosz han comentado que el privilegio que Lacan le otorga al falo es una repetición de los
gestos patriarcales de Freud. Por otro lado, autoras como Juliet Mitchell y Jacqueline Rose han defendido a
Lacan argumentando que la distinción entre falo y pene aporta una forma de explicar la diferencia sexual,
irreductible a la biología.188 El filósofo francés Jacques Derrida también ha sido un crítico destacado de la
noción lacaniana del falo, y su crítica ha influido en otros autores. Derrida opina que a pesar del
antitrascendentalismo lacaniano, el falo emerge como un elemento trascendental y como garantía ideal del
sentido. Sostiene que el falo reintroduce la metafísica de la presencia, a la que denomina «logocentrismo», y
que Lacan, al articular el logocentrismo con el «falogocentrismo», creó un sistema de pensamiento
falogocéntrico.188
Inconsciente
Cuando Lacan inicia su «retorno a Freud» en la década de 1950, comienza a emplear el término
«inconsciente» como sustantivo y a hacer énfasis en que no se trata solo de algo opuesto a la conciencia:
«[...] un gran número de efectos psíquicos que el término "inconsciente", en virtud de excluir el carácter de
la conciencia, designa legítimamente, no por ello dejan de encontrarse sin ninguna relación por su naturaleza
con el inconsciente en el sentido freudiano».190 Subraya además que el inconsciente no puede ser
equiparado apenas a «lo que es reprimido».191
Lacan fue cuestionando y atacando la idea que reducía el inconsciente a una «sede de los instintos»,192 y
sostuvo que «el inconsciente no es lo primordial, ni lo instintual, y lo único elemental que conoce son los
elementos del significante».193 Para Lacan, el inconsciente es primordialmente lingüístico, idea que resume
en su locución: «el inconsciente está estructurado como un lenguaje».194 Su análisis del inconsciente en
tanto estructura sincrónica se complementa con su noción del inconsciente que «se abre para volver a
cerrarse en una pulsación temporal».195 Lacan también recurrirá a Freud para fundamentar su noción de
inconsciente estructurado como un lenguaje: «Los procesos del pensamiento, nos dice Freud, sólo nos son
conocidos por palabras, lo conocido del inconsciente nos llega en
función de palabras».196 191
Tres registros
Lo imaginario
El término «imaginario» es empleado por Lacan como sustantivo desde 1936,203 y desde el comienzo,
estuvo asociado principalmente a la relación dual establecida entre el yo y la imagen especular.204
Incorporado desde 1953 a la tópica lacaniana de los tres registros, el orden imaginario se basa en la
formación del yo que tiene lugar en el estadio del espejo.204 Se define como la sede del yo, y lo caracterizan
los fenómenos de ilusión, captación y señuelo.205 Puesto que el yo se forma mediante la identificación con
el semejante o la imagen especular, la identificación es un rasgo importante de este registro, ya que se
establece una relación dual prototípica y de intercambialidad entre el yo y el semejante. Dicha relación —
que constituye al yo mediante la identificación con el pequeño otro— indica que el yo y el orden imaginario
son sedes de una alienación radical: «la alienación es constituyente en el orden imaginario».206 La relación
dual entre el yo y el semejante se caracteriza por ser narcisista, de modo que el narcisismo conforma otro
aspecto del orden imaginario; siempre acompañado por una cierta agresividad.204
El orden imaginario se relaciona con la imagen, con su poder cautivante, y con sus consecuencias para la
identificación narcisista y la constitución del yo. Este orden implica un desconocimiento, pero no en el
sentido de desconocer, sino de conocer y reconocer.207 La función de desconocimiento define la inserción
del yo en la estructura (en un sentido constitutivo y relacional), y especialmente el carácter «formador» de
las identificaciones.208 209 En su seminario I, Los escritos técnicos de Freud (1953-1954), Lacan sostiene
que la función imaginaria se refiere: «primero, a la relación del sujeto con sus identificaciones formadoras,
éste es el pleno sentido del término imagen en análisis; segundo, a la relación del sujeto con lo real, cuya
característica es la de ser ilusoria: es éste el aspecto de la función imaginaria destacado con más
frecuencia».210
Philippe Julien observa que lo imaginario se refiere a lo corporal, en tanto imagen del cuerpo humano, y no
como objeto de estudio biológico. Se trata de un sentido que hace referencia a la imago del latín, que
designaba a las estatuas de las divinidades, y que con la cactetización libidinal planteada por Freud, entrará
en juego el narcisismo.211 Este autor también señala que:
El cuerpo del ser hablante no subsiste para él sino formando imágenes, es decir, todo entero
imaginario. ¿Cómo puede este imaginario tomar la consistencia de uno? No como «bolsa», a pesar
de la metáfora de Freud, sino a la inversa, por un agujero en la imagen corporal. El imaginario
tiene consistencia en la medida en que opera la castración, y en donde hay menos falo imaginario
(-φ). Varón o niña, poco importa. Para cada uno el falo está elidido en la imagen. A partir de ese
imposible visual, los diversos objetos de la pulsión —llamados pregenitales, pero que no lo son—
devienen el soporte habitual de los comportamientos humanos.212
Lo imaginario está estructurado por el orden simbólico: en su estudio sobre el estadio del espejo de 1949,
Lacan define al proceso donde el niño asume su propia imagen como «la matriz simbólica en la que el yo
[je] se precipita en una forma primordial, antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro
y antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto».213 Dylan Evans indica que en
Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), Lacan quiere decir que el orden simbólico
estructura el campo visual de lo imaginario mediante leyes simbólicas, y que el orden imaginario implica
una dimensión lingüística. Si el significante es la base de lo simbólico, el significado y la significación son
parte del orden imaginario.204 El lenguaje tiene connotaciones simbólicas e imaginarias: en su aspecto
imaginario, el lenguaje es el «muro del lenguaje» que invierte y distorsiona el discurso del Otro. Por otro
lado, lo imaginario está enraizado en la relación del sujeto con su propio cuerpo (la imagen del propio
cuerpo). En Fetichismo: lo simbólico, lo imaginario y lo real (1956), Lacan sostiene que es sobre todo en el
plano sexual donde lo imaginario se manifiesta, tal como en la exhibición sexual y en los rituales de
cortejo.214 204
Una de las controversias que Lacan tuvo con las escuelas psicoanalíticas de su época, fue la de haberlas
acusado de reducir el análisis al registro imaginario: la identificación con el analista era la meta del análisis,
de modo que la cura quedaba reducida a una relación dual; algo que para Lacan sólo generaba una creciente
alienación del sujeto.215 216 217 Lacan propone, en cambio, el uso de lo simbólico para desalojar las
fijaciones incapacitantes de lo imaginario, y afirma que en eso esta la esencia del psicoanálisis.217 El
analista se apoya en lo imaginario para transformar las imágenes en palabras: «Lo imaginario sólo es
descifrable si es traducido en símbolos».214 De esta forma, es por medio del uso de lo simbólico que el
proceso analítico puede «ir más allá del plano de la identificación».218 217
Lo simbólico
Lacan comienza a emplear el término «simbólico» como adjetivo en el año 1936, asociándolo entonces a la
lógica simbólica y a las ecuaciones empleadas en la física matemática.219 203 Hacia 1948 menciona que los
síntomas tienen un «sentido simbólico».220 Al año siguiente, el término toma un sentido asociado a la
antropología: aparece en expresiones como «eficacia simbólica»221 o en sus referencias a Marcel Mauss por
formular que «las estructuras de la sociedad son simbólicas».222 Lacan pasará a usar la palabra «simbólico»
como sustantivo en 1953, al emplearla para definir a uno de los tres registros de su tópica.219 Este designa
un sistema de representación basado en el lenguaje: en los signos y significaciones que determinan al sujeto
sin que él lo sepa, y a cuyo sistema puede remitirse consciente o inconscientemente mediante la facultad de
simbolización.223 Tiene un rol fundamental para el psicoanálisis, y por ello Lacan llegará a decir que los
psicoanalistas son «practicantes de la función simbólica».224 Su uso de ese concepto se basa en la
aplicación que Claude Lévi-Strauss le dio en la antropología; de Lévi-Strauss también adoptó la noción de
un mundo social estructurado en función de ciertas leyes, reguladoras de las relaciones de parentesco y el
intercambio de dones225 .219 Este último concepto, junto con el de circuito de intercambio, serán
fundamentales en su concepción de lo simbólico.226 219
El don implica todo el ciclo del intercambio en el que se introduce el sujeto tan primitivamente
como puedan ustedes suponer. Si hay don, es sólo porque hay una inmensa circulación de dones
que recubre todo el conjunto intersubjetivo. El don surge de un más allá de la relación objetal, pues
supone todo el orden del intercambio en el que ya ha entrado el niño, y únicamente puede surgir de
este más allá con el carácter que lo constituye como propiamente simbólico.227
Dado que «la palabra es ante todo ese objeto de intercambio por el cual nos reconocemos»,228 en tanto
forma básica de intercambio, ya sea de palabras o dones de palabra —«el don tipo es precisamente el don de
la palabra»—,229 y que los conceptos de «Ley» y «Estructura» son impensables sin el lenguaje, lo
simbólico es esencialmente una dimensión lingüística; todo lo relativo a la experiencia analítica que tenga
estructura lingüística corresponde al orden simbólico.219 Sin embargo, este orden no es equivalente al
lenguaje, ya que el lenguaje también involucra lo imaginario y lo real. La dimensión propia del lenguaje en
lo simbólico es la del significante; es decir, una dimensión en la que los elementos no tienen existencia
positiva, pero están constituidos en virtud de sus diferencias mutuas.219 Por otra parte, lo simbólico está
anudado a una serie compuesta por otros tres conceptos: el significante, la forclusión, y el nombre del
padre.230
Lacan hablará de lo simbólico como un universo en función de su efecto totalizador y omniabarcativo: «La
totalidad en el orden simbólico se llama un universo. El orden simbólico se da primeramente en su carácter
universal. No es que se vaya constituyendo poco a poco. Cuando el símbolo aparece, hay un universo de
símbolos.»237 Dylan Evans explica que no se trata de una transición gradual y continua de lo imaginario a
lo simbólico, ya que son registros completamente heterogéneos.234 Cuando hay una emergencia de lo
simbólico, se crea el sentido de lo que siempre ha estado ahí, pero, como dice Lacan, «es absolutamente
imposible especular sobre aquello que la precedió si no lo hacemos mediante símbolos que siempre han
podido aplicarse».238 De ahí que, según Evans, «es imposible concebir el origen del lenguaje, y mucho
menos lo anterior, razón por la cual lo concerniente al desarrollo está fuera del campo del psicoanálisis».234
Según Lacan, es solo por medio del orden simbólico que el analista puede producir cambios en la posición
subjetiva del analizante; los cuales a su vez generarán efectos imaginarios. Esto se debe a que lo imaginario
está estructurado por lo simbólico: lo simbólico es el determinante de la subjetividad, y lo imaginario, como
lugar de las imágenes y las apariencias, es un efecto de lo simbólico. Por eso desde esta concepción, el
psicoanálisis debe aspirar a penetrar más allá de lo imaginario y trabajar en el orden simbólico.234 Por otra
parte, el concepto de lo simbólico elaborado por Lacan tiene un sentido distinto del término «simbolismo»
usado por Freud. Para Freud, el símbolo tenía que ver con una relación biunívoca relativamente fija entre el
sentido y la forma, de modo que se corresponde más con el concepto de «índice» de Lacan, para quien lo
simbólico se caracteriza por una ausencia de cualquier relación fija entre significante y significado.234
Lo real
El término «real» aparece al mismo tiempo que los términos «imaginario» y «simbólico» en la obra
temprana de Lacan.203 Empleado desde un comienzo como sustantivo, era un concepto popular entre
algunos filósofos de ese entonces, particularmente Émile Meyerson, quien se refirió a este como «un
absoluto ontológico, una verdadera cosa-en-sí».239 El uso que le da Lacan en Más allá del principio de
realidad (1936) se asocia a la concepción de Meyerson, quien también hablaba de la existencia de «una
similitud entre los objetos creados por la ciencia y aquellos cuya existencia es establecida por la
percepción».240 Lacan retoma el empleo del término «real» a comienzos de la década de 1950, y lo conecta
con la filosofía de G.W.F. Hegel, al hablar de que «todo lo que es real es racional (e inversamente)».241 239
Pero es a partir de 1953 que el concepto toma su forma conocida. Élisabeth Roudinesco indica que Lacan,
además de tomar como partida la ciencia de lo real en su formulación, también se basó en la noción de
freudiana de «realidad psíquica» y el concepto de «heterología» creado por su amigo Georges Bataille, a
mediados de la década de 1930. Bataille definía mediante ese término a una ciencia de lo irrecuperable, que
tenía como objeto «lo improductivo», en tanto desechos, excrementos o restos, y que se conectaba con la
expulsión normativa derivada de la locura o el delirio.240 En el marco de su tópica de los tres registros, lo
real «designa la realidad propia de la psicosis (delirio, alucinación), en tanto compuesta por los significantes
forcluidos (rechazados) de lo simbólico».240
A diferencia del registro simbólico, que está constituido en términos de oposiciones (presencia/ausencia),
«no hay ausencia en lo real».242 Si bien la oposición simbólica entre presencia y ausencia implica la
posibilidad de que algo falte en lo simbólico, dice Lacan que lo real «está siempre y en todo caso en su
lugar, lo lleva pegado a la suela, sin conocer nada que pueda exiliarlo de él».243 239 Si lo simbólico es un
conjunto de elementos diferenciados (significantes), lo real es de por sí indiferenciado: «Lo real carece
absolutamente de fisura».244 Lo simbólico entonces introduce «un corte en lo real», en el proceso de
significación: «Es el mundo de las palabras el que crea el mundo de las cosas, primeramente confundidas en
el hic et nunc del todo en devenir».245 239 En la década de 1950, Lacan define a lo real como lo que está
fuera del lenguaje y no puede ser simbolizado: «lo real o lo que es percibido como tal es lo que se resiste
absolutamente a la simbolización»;246 «es el dominio de lo que subsiste fuera de la simbolización».247 239
A lo largo de su obra, lo real también se vinculará al concepto de imposibilidad, designando a «lo real como
lo imposible».248 Esto tiene que ver con que lo real es imposible de imaginar, imposible de integrar a lo
simbólico e imposible de alcanzar de alguna forma. Es esa imposibilidad y resistencia a la simbolización lo
que le da al real su cualidad traumática.239
Lacan también empleará su noción de lo real para identificar algunos fenómenos clínicos; entre ellos, la
angustia, que tiene como objeto lo real en la medida en que carece de cualquier mediación posible y es el
«objeto esencial que ya no es un objeto sino algo ante lo cual todas las palabras se detienen y todas las
categorías fracasan, el objeto de angustia por excelencia».249 250 Lo real es también el paradigma de la
locura, en tanto que los significantes forcluidos de lo simbólico retornan en lo real sin estar integrados al
inconsciente del sujeto. De esta forma, lo real se confunde con «otro lugar» del sujeto, al expresarse
mediante «gestos, alucinaciones o deseos que el sujeto no controla».251
En la década de 1970 aparece en la obra de Lacan un intento de resolver la indeterminación de lo real. Hará
una distinción entre lo real y «la realidad»: el primer término se define como el dominio de lo incognoscible
o inasimilable; el segundo como las representaciones subjetivas producidas por articulaciones simbólicas e
imaginarias —la «realidad psíquica» de Freud—. Esta oposición no será sostenida por Lacan de forma
sistemática, puesto que en algunos momentos volverá a intercambiar los términos «real» y «realidad».250
Deseo
El concepto lacaniano de deseo (désir) está emparentado con el término alemán Begierde, desarrollado por
la tradición filosófica a partir de G.W.F. Hegel. Se distingue de la noción de deseo (Wunsch) elaborada por
Freud en el marco de su teoría del inconsciente, que designa la tendencia y la realización de la tendencia, en
tanto realización de un anhelo o voto inconsciente. Lacan teoriza el deseo como una expresión de una
codicia o un apetito que tiende a satisfacerse en lo absoluto, fuera de toda realización de un anhelo o
tendencia.252
Para Lacan, el objetivo del psicoanálisis es llevar al analizante a reconocer su deseo y a descubrir la verdad
sobre su deseo. Sin embargo, esto solo es posible si el deseo se articula en la palabra:253
Tan sólo cuando se formula, cuando se nombra ante el otro, el deseo, sea cual fuere, es reconocido
en el pleno sentido de la palabra. No se trata de la satisfacción del deseo, ni de no sé qué primary
love sino, exactamente, del reconocimiento del deseo.254
En su seminario II, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica (1954-1955), Lacan señala que
«[...] de lo que se trata es de enseñarle al sujeto a nombrar, a articular, a permitir la existencia de ese deseo
que, literalmente, está más acá de la existencia, y por eso insiste».255 Cuando el analizante articula el deseo
en la palabra, lo trae a la existencia, por eso «[...] la acción eficaz del análisis consiste en que el sujeto llegue
a reconocer y a nombrar su deseo. Pero no se trata de reconocer algo que estaría allí, totalmente dado, listo
para ser coaptado. Al nombrarlo, el sujeto crea, hace surgir, una nueva presencia en el mundo».255 Sin
embargo, esa articulación del deseo en la palabra se ve limitada por una «incompatibilidad del deseo con la
palabra»,256 puesto que el inconsciente no puede ser reducido. La verdad sobre el deseo está presente en
alguna medida en todo discurso, pero el discurso nunca es capaz de articular toda la verdad sobre el deseo;
ya que siempre que intenta articular el deseo, quedan restos o excedentes que exceden a la palabra.257
Lacan distingue al deseo de la «necesidad» y de la «demanda». La necesidad es un instinto biológico que
surge de los requerimientos del organismo, por los cuales el sujeto depende del Otro para satisfacerlos: el
sujeto nace en estado de desamparo, y para obtener la ayuda del Otro, la «necesidad» debe articularse como
«demanda». Pero la presencia del Otro no solo asegura la satisfacción de la «necesidad», también simboliza
el amor del Otro. La «demanda» entonces adquiere una doble función: por un lado, articula la «necesidad» ,
y por otro, actúa como una «demanda de amor». Incluso después de que se satisface la «necesidad»
articulada en la demanda, la «demanda de amor» permanece insatisfecha, puesto que el Otro no puede
proporcionar el amor incondicional que el sujeto anhela.257 Por eso, dice Lacan que «[...] el deseo no es ni
el apetito de la satisfacción, ni la demanda de amor, sino la diferencia que resulta de la sustracción del
primero a la segunda».258 El deseo es entonces un excedente, un sobrante, producido por la articulación de
la necesidad en la demanda: «El deseo se esboza en el margen donde la demanda se desgarra de la
necesidad».259 A diferencia de la necesidad, que puede satisfacerse, el deseo nunca puede satisfacerse: es
constante y continuo. La realización del deseo no consiste en su cumplimiento sino en su reproducción.257
Como señala Slavoj Žižek: «la raison d'être del deseo [...] no es alcanzar su objetivo, lograr satisfacción
plena, sino reproducirse como deseo».260
Lacan también distingue el deseo de las pulsiones: el deseo es uno y las pulsiones son muchas. Las
pulsiones son las manifestaciones parciales de una sola fuerza llamada deseo, aunque pueden haber deseos
que no se manifiesten en las pulsiones. El objet petit a es el único objeto de deseo representado por una
variedad de objetos parciales en diferentes pulsiones parciales; pero no es el objeto hacia el cual tiende el
deseo, sino más bien la causa del deseo. De esta forma, el deseo no es una relación con un objeto, sino una
relación con una falta (manque).257
En su seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), Lacan sostiene que «el
deseo del hombre es el deseo del Otro».261 Esto implica lo siguiente:262
1. El deseo es el «deseo del deseo del Otro»; es decir, el deseo de ser el objeto del deseo de
otro y el deseo de reconocimiento por otro. Aquí Lacan se apoya en la lectura que hace
Alexandre Kojève de Hegel: para Kojève, el sujeto debe arriesgar su propia vida en una lucha
de puro prestigio si quiere alcanzar el reconocimiento deseado. Este deseo de ser el objeto
del deseo de otro se ejemplifica en el primer momento del complejo de Edipo, cuando el
sujeto desea ser el falo para la madre.
2. Lacan sostiene que «es en cuanto Otro como desea el sujeto»;263 o sea que desea desde el
punto de vista de otro. Por ello, dice Lacan: «El objeto del deseo del hombre [...] es en
esencia un objeto deseado por otro».264 El objeto entonces es deseable en la medida en que
es deseable para otro, y eso es lo que hace a los objetos equivalentes e intercambiables. Por
otro lado, este aspecto universal del deseo es característico de la histeria, puesto que el
histérico es alguien que convierte el deseo de otro en el suyo propio. Lo que importa en el
análisis del histérico no es descubrir el objeto de su deseo, sino descubrir el lugar desde el
cual desea: el sujeto con el que se identifica.262
3. Désir de l'Autre, traducido como «deseo del Otro»: el deseo es el deseo del Otro. El deseo
elemental es el deseo incestuoso de la madre, el Otro primordial.265
4. El deseo es siempre «deseo de otra cosa»,266 ya que es imposible desear lo que ya se tiene.
El objeto de deseo se aplaza continuamente, y por ello el deseo es una metonimia.267
5. El deseo surge en el campo del Otro, o sea, en el inconsciente.262
Por último, pero no menos importante, para Lacan el deseo es un producto social que se constituye en una
relación dialéctica con el deseo de otros sujetos. En esta relación, la primera persona que ocupa el lugar del
Otro es la madre; por lo que en un principio el niño está a merced de su deseo. Solo cuando el Padre articula
el deseo con la ley castrando a la madre, el sujeto se libera de su sujeción al deseo de la madre.262
Pulsión
Lacan mantiene la distinción freudiana entre pulsión (Trieb) e instinto (Instinkt). Las pulsiones difieren de
las necesidades biológicas prelingüísticas designadas por el instinto, porque nunca pueden satisfacerse y no
apuntan a un objeto, sino que lo rodean perpetuamente. Sostiene que el propósito de la pulsión (Triebziel) no
es alcanzar una meta (goal), sino hacer el propio recorrido (aim); es decir, girar alrededor del objeto. La
finalidad de la pulsión es regresar a su camino circular y la verdadera fuente de goce es el movimiento
repetitivo de este circuito cerrado.268 Lacan define a las pulsiones como construcciones culturales y
simbólicas: no es «un dato primigenio, a algo arcaico y primordial».269 Incorpora los cuatro elementos de
las pulsiones delimitados por Freud (el empuje, el fin, el objeto y la fuente) a su teoría del «circuito»
pulsional, y despoja el concepto de sus continuas referencias a la energética y la hidráulica.270 En su
conceptualización la pulsión se origina en una zona erógena, gira alrededor del objeto, y vuelve al zona
erógena. Tres voces gramaticales estructuran este circuito:270
Las voces activas y reflexivas son autoeróticas: carecen de sujeto. Solo cuando la pulsión completa su
circuito en el tercer tiempo (la voz pasiva) aparece «un sujeto nuevo»; esto implica que antes de esa
instancia, no hay ningún sujeto.271 Si bien el tercer tiempo es el de la voz pasiva, se trata de una pulsión
esencialmente activa: «hacerse ver» en lugar de «ser visto». El circuito de la pulsión es la única forma en
que el sujeto puede transgredir el principio del placer.270
Para Freud, la sexualidad se compone de pulsiones parciales (por ejemplo las pulsiones orales o anales), y
cada una es especificada por una zona erógena diferente. Al principio, estas pulsiones parciales funcionan de
forma independiente (la «perversión polimorfa» de los niños), y solo en la pubertad se organizan bajo la
primacía de los órganos genitales. Lacan, en cambio, hace hincapié en la naturaleza parcial de las pulsiones,
pero rechaza, por otro lado, la noción de que las pulsiones parciales puedan alcanzar alguna fusión u
organización completa: la primacía de la zona genital, si es que se logra, siempre es precaria. También
argumenta que las pulsiones son parciales en tanto que solo representan la sexualidad de forma parcial, no
en el sentido de que sean parte de un todo (una «pulsión genital»). Las pulsiones no representan la función
reproductiva de la sexualidad, sino apenas la dimensión del goce.272
Lacan identifica cuatro pulsiones parciales: la oral (zona erógena: labios; objeto parcial: seno; verbo:
«chupar»), la anal (zona erógena: ano, las heces, «cagar»), la escópica (zona erógena: ojos; objeto parcial: la
mirada; verbo: «ver») y la invocante (zona erógena: los oídos; objeto parcial: voz; verbo: «oír»). Las dos
primeras pulsiones se relacionan con la demanda y las dos últimas con el deseo. La fórmula de la pulsión es
elaborada por Lacan en 1957 —en el contexto del grafo del deseo— con el matema: $ ◊ D. En esta aparece
el sujeto barrado en relación con la demanda inconsciente.273
A lo largo de las diversas reformulaciones que hace Freud de su teoría de la pulsión, siempre mantuvo una
noción de dualismo: desde la oposición inicial entre las pulsiones sexuales y las pulsiones del yo
(autoconservación), hasta su concepción final donde opone las pulsiones de vida (Lebenstriebe) a las
pulsiones de muerte (Todestriebe). Lacan conserva el dualismo freudiano pero en términos de una oposición
entre lo simbólico y lo imaginario, y no entre diferentes tipos de pulsiones. Para Lacan, todas las pulsiones
son sexuales y cada pulsión es una pulsión de muerte (pulsion de mort) puesto que cada una de ellas es
excesiva, repetitiva y destructiva.273 Mediante las pulsiones, la sexualidad participa de la vida psíquica al
constituirse a la «hiancia» del inconsciente.274
Las pulsiones están estrechamente ligadas al deseo, ya que ambos se originan en el campo del sujeto. Pero
no deben confundirse: las pulsiones son los aspectos parciales en los que se realiza el deseo. El deseo es uno
e indiviso, mientras que las pulsiones son sus manifestaciones parciales.273
Otros conceptos
Fundamentos éticos
Lacan trabaja extensamente la cuestión de la ética en el psicoanálisis en su seminario VII, La ética del
psicoanálisis (1959-1960).275 Acá postula que el pensamiento ético «está en el centro de nuestro
trabajo»,276 y que el fundamento de su ética analítica radica en vincular la acción con el deseo. Lacan lo
resume en la pregunta: «¿Ha usted actuado en conformidad con el deseo que lo habita?».277 Contrasta en
varios aspectos su ética con la «ética tradicional»277 de filósofos morales como Aristóteles e Immanuel
Kant, destacándose tres aspectos principales:
1. Una oposición a la ética tradicional que gira en torno al concepto del Bien —donde los bienes
compiten entre sí para ocupar la posición de Bien Supremo—, ya que representa un obstáculo
en la senda del deseo: «[...] un repudio radical de cierto ideal del bien es necesario para llegar
tan sólo a captar en qué vía se desarrolla nuestra experiencia».278 Esto implica un rechazo
de todo tipo de ideales, por ejemplo el de «la felicidad» o «la salud».
2. Puesto que la ética tradicional ha tendido a vincular el bien con el placer y que el pensamiento
moral se ha desarrollado «en las vías de una problemática esencialmente hedonista»,279 ese
enfoque como tal no puede ser adoptado. Esto se debe a que la experiencia psicoanalítica
revela la duplicidad del placer: el placer tiene un límite, y cuando se sobrepasa, se convierte
en dolor (goce).
3. A diferencia de la ética tradicional que gira en torno a «el servicio de los bienes»,280
procurando anteponer el trabajo y una existencia segura ante el deseo, la ética propuesta por
Lacan busca que el sujeto enfrente el vínculo entre sus acciones y su deseo en el
presente.281 En este sentido, dice Lacan: «La única cosa de la que se puede ser culpable es
de haber cedido en su deseo».282
Paradójicamente, esta ética, dirigida tanto al psicoanalista como al analizante, no es una invitación al
desenfreno de los sentidos sino al deber;283 un deber dictado por un imperativo categórico en el que el
postulado de la razón práctica kantiana,284 universalmente denunciada por la subversión sadiana,285 resulta
ser una estructura fatal, incluso trágica, del deseo: [...] la buena intención [...] promovida [por] Abelardo [...]
no nos pone ciertamente al abrigo de la neurosis y sus consecuencias».286 La propuesta entonces es asumir
el deseo, el ser, incluso en sus determinaciones inconscientes287 —por ejemplo la homosexualidad,283 el
judaísmo rechazado283 o cualquier otra singularidad ligada a la historia del sujeto que lo hace convertirse en
lo que es—, y no despojarse, como un Tartufo, de la culpa que este deseo y sus negaciones generan detrás de
una máscara de moralidad.288
Posteriormente, Lacan formuló otras interrogantes éticas. En su seminario XI, Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis (1964), sostiene que el estatuto del inconsciente no es ontológico sino
ético.289 Más tarde, durante la década de 1970, corre el interrogante ético sobre el actuar conforme el deseo
hacia el interrogante de la palabra; de manera que se convierte en una ética del «bien decir».290 Pero esto no
representa una oposición con su enfoque anterior, ya que para Lacan el decir bien es en sí mismo un
acto.281
[...] teniendo que enseñar la teoría del inconsciente a médicos, analistas o analizantes, Lacan les
da, en la retórica de su discurso, el equivalente mimado del lenguaje del inconsciente, el cual,
como todos saben, es en última esencia «Witz», juego de palabras, metáfora, ya sea fallida o
exitosa, el equivalente de lo que ellos experimentan en sus prácticas ya sea como analistas o como
pacientes.293
En contrapartida, algunos observan que «la impenetrabilidad de la prosa de Lacan [...] es considerada muy a
menudo profunda porque no puede ser entendida».294 Esta podría ser una de las razones por las cuales el
lacanismo ha sufrido desdén en parte de la comunidad científica y mayor acogida en entre los filósofos,
literatos y críticos literarios; los más conocidos fueron Roland Barthes, Julia Kristeva y el grupo de la revista
Tel Quel.295 No obstante, también puede sostenerse que «la imitación de su estilo por parte de otros
comentadores "lacanianos"» ha resultado en «una tradición antisistemática oscurantista en la literatura
lacaniana».296 Aún así, Lacan no tenía objeciones con que se le describiera como «el Góngora del
psicoanálisis»,295 pero también afirmaba, en términos más pragmáticos, que su estilo pretendía ser una
barrera ante las «interpretaciones aberrantes» y que sus textos estaban organizados de esa forma para evitar
la lectura superficial.297 Le daba al lenguaje un uso fuera del convencional y, entre otras cosas, usaba
juegos de palabras, homofonías, equívocos, o inventaba, deformaba o fusionaba palabras conocidas.
También usaba signos, cuadros, diagramas, jergas científicas y, en su última fase, la lógica fregeana,
modelos matemáticos, estructuras algebraicas, topologías de nudos o matemas. Este último uso del lenguaje
formal de las ciencias escandalizaría a los científicos.295
Durante veinte años, Lacan se negó a permitir la publicación de sus seminarios. Hacia 1973 aceptó que
Jacques-Alain Miller estableciera el texto en base a transcripciones estenográficas y grabaciones, resultando
en una coautoría legal. La intervención de Miller en la edición de los seminarios ha sido motivo de
considerable controversia e incluso litigio.298 En este sentido, el historiador David Macey critica el hecho
de que «no se disponga de ningún "original" para un estudio comparativo», y que tampoco haya «ningún
aparato crítico, ya que el texto es de por sí difícil de manejar y lo será más a medida que aparezcan nuevos
volúmenes».299
Concepción de la cura
El término «cura» tiene un sentido distinto en la teoría psicoanalítica lacaniana al que se atribuye
tradicionalmente en el ámbito de la medicina. Según Lacan, la meta del análisis no es «curar» o «sanar», en
el sentido de un ideal de sanidad, ya que las estructuras clínicas (neurosis, psicosis y perversión) son
esencialmente «incurables»; la propuesta del tratamiento analítico es llevar al analizante a articular su
verdad.300 La cura es un proceso lógico que tiene un fin, aunque no todos los análisis sean llevados hasta su
término. Esta instancia final es designada por Lacan con la expresión «fin de análisis» [fin d’analyse], que
consiste en saber si la cura ha llegado a su punto final lógico.301
A lo largo de su práctica psicoanalítica, Lacan concibe esa instancia final de distintas formas:301
1. En la década de 1950, Lacan describe el fin de análisis como «el advenimiento de una
palabra verdadera y la realización por el sujeto de su historia en su relación con un
futuro»;302 «El sujeto [...] empieza su análisis hablando de sí mismo sin hablarles a ustedes,
o hablándoles a ustedes sin hablar de él. Cuando pueda hablarles a ustedes de sí mismo, el
análisis estará terminado».303 El fin de análisis también aparece descrito como una
conciliación con la propia condición mortal.304
2. Hacia 1960, concibe el fin de análisis como un estado de angustia y abandono, comparándolo
con el desamparo infantil.
3. En 1964 lo describe como el momento en que el analizante «ha atravesado el fantasma
radical».218
4. En la década de 1970, concibe el fin de análisis como la «identificación con el sinthome» y
saber qué hacer con él.
La cuestión central en todas las concepciones de la cura formuladas por Lacan radica en que implican un
cambio en la posición subjetiva del analizante: una «destitución subjetiva». Esto también conlleva la caída
del analista de la posición de «sujeto supuesto saber»; por lo que el fin de análisis supone que el analista
quede reducido a un resto, un objet petit a, causa del deseo del analizante. Además, dice que «la terminación
del análisis, la verdadera» es la que «prepara para devenir analista»,305 puesto que el fin de análisis es la
condición necesaria para el pasaje de la condición de analizante a la de analista.301
Legado e influencia
Lacan realizó varias contribuciones a la teoría psicoanalítica.306 Su trabajo en terminología condujo a que
tanto Jean Laplanche, André Bourguignon y Jean-Bertrand Pontalis realizaran nuevas traducciones.306 La
dimensión especular del narcisismo es, según Gilbert Diatkine, la más aceptada por los psicoanalistas no
lacanianos y de ella se deriva en gran medida el trabajo de Didier Anzieu sobre el «Yo-piel»; la oposición
entre el yo ideal y el ideal del yo es criticada por Janine Chasseguet-Smirgel, pero retomada por Pierre
Marty. D.W. Winnicott retomó el concepto del estadio del espejo en la relación del infante con la madre,307
y su concepto del «verdadero self» se asocia a la emergencia del sujeto en Lacan como objetivo del
análisis.308
Críticas
Si bien Lacan suele estar asociado a los movimientos estructuralistas y postestrucuralistas, no estuvo exento
de ser objeto de críticas por parte de las principales figuras de estos movimientos. Desde la década de 1970
venía siendo cuestionado por la nueva generación. En El Antiedipo (1972), Gilles Deleuze y Félix Guattari
lo acusaron de permanecer arraigado a los «aspectos más conservadores y "familiaristas" del freudismo», así
como Jean François Lyotard —Economía libidinal (1974)—, con una postura similar.318 Jacques Derrida,
en su libro De la gramatología (1967), lo criticó implícitamente por su relectura de Freud adherida a «una
primacía del significante sentido como "telos de la palabra plena"»319 y, según Yannis Stavrakakis, Derrida
le atribuyó una «serie de pretensiones de verdad trascendentales e idealistas, culpables de
fonocentrismo».320
El exalumno François Roustang —Un destin si funeste (1976)— acusó al lacanismo de «convertirse en una
religión».321 Tiempo después —Lacan, del equívoco al callejón sin salida (1986)— argumentó que el
trabajo de Lacan «progresa con un rigor indiscutible, pero es un rigor que se mantiene paradójicamente
gracias a una sistematización de equívocos».322 El ex analista lacaniano Dylan Evans —autor del
Diccionario introductorio de psicoanálisis Lacaniano (1996)— desestimó eventualmente el lacanismo tras
concluir que las ideas de Lacan «se basan en una teoría falsa de la naturaleza humana», y porque «la
realidad de la clínica no concordaba con la teoría de Lacan».323 Evans también ha criticado a los seguidores
de Lacan por tratar a sus escritos como un «texto sagrado».324 Roger Scruton incluyó a Lacan en su libro
Fools, Frauds and Firebrands: Thinkers of the New Left, y lo nombró como el único «tonto» [fool] incluido
en el libro: lo acusa de ser un fraude y «un charlatán loco».325
Alan Sokal y Jean Bricmont —Imposturas intelectuales (1997)— critican el uso que hace Lacan de los
términos provenientes de las matemáticas, en especial la topología. Argumentan que «las "matemáticas" de
Lacan son tan fantasiosas que no pueden desempeñar ninguna función útil en un análisis psicológico
serio».326 Además, lo acusan de querer impresionar con una «erudición superficial», de abusar de
conceptos científicos que no comprende, y de producir declaraciones que ni siquiera son falsas.326 Sin
embargo, aclaran que no pretenden entrar en el debate sobre la parte puramente psicoanalítica del trabajo de
Lacan.327 Noam Chomsky también ha sido otro crítico destacado de Lacan. En su libro La arquitectura del
lenguaje (2000) afirmó lo siguiente:
Conocí a Lacan personalmente y nunca entendí una sola palabra de todo lo que decía [...] De
hecho, tengo más bien la intensa sensación de que Lacan gastaba bromas a diestro y siniestro, de
que trataba de calibrar hasta dónde llegaba su propia locura, a pesar de lo cual conseguía —y
deseaba— que se le tomara muy en serio.328
Muchas pensadoras feministas han criticado el pensamiento de Lacan. La filósofa y psicoanalista Luce
Irigaray acusa a Lacan de perpetuar el dominio falocéntrico en el discurso filosófico y psicoanalítico.329
Otras han hecho eco de esta acusación, observando que Lacan estaba atrapado en el mismo dominio
falocéntrico que su lenguaje aparentemente pretendía socavar.330 El resultado, según Cornelius Castoriadis,
fue hacer que todo el pensamiento dependiera de sí mismo, sofocando la capacidad de pensamiento
independiente entre todos los que lo rodeaban.331 Estas dificultades solo se vieron reforzadas por lo que
Didier Anzieu describió como una especie de señuelo provocativo en el discurso de Lacan: «verdades
fundamentales a ser reveladas [...] pero siempre en algún momento posterior».332
Obras publicadas
A continuación se muestra una selección de las principales obras de Lacan publicadas en español:333 n. 7
De edición diversa
De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad. Siglo XXI. 1998 [Primera
publicación 1932]. ISBN 968-23-0538-1. OCLC 44743026 (https://www.worldcat.org/oclc/44743026).
La familia. Argonauta. 1978 [Primera publicación 1938]. ISBN 950-9282-10-3. OCLC 55145487 (https://
www.worldcat.org/oclc/55145487).
Escritos. Siglo XXI. 2009 [Primera publicación 1966]. ISBN 978-607-03-0057-8. OCLC 471471348 (http
s://www.worldcat.org/oclc/471471348).
Significante y sutura en el psicoanálisis. Siglo Veintiuno Argentina. 1973. OCLC 919545052 (https://
www.worldcat.org/oclc/919545052).
Psicoanálisis, radiofonía & televisión. Editorial Anagrama. 1977. ISBN 84-339-0045-5.
OCLC 4511446 (https://www.worldcat.org/oclc/4511446).
Ornicar? : publicación periódica del Champ Freudien. 1981. ISBN 84-85746-06-6. OCLC 1009095898
(https://www.worldcat.org/oclc/1009095898).
Intervenciones y textos. Ediciones Manantial. 1985. ISBN 950-9515-06-X. OCLC 778162062 (https://ww
w.worldcat.org/oclc/778162062).
Reseñas de enseñanza. Ediciones Manantial. 1988. ISBN 950-9515-23-X. OCLC 55398428 (https://ww
w.worldcat.org/oclc/55398428).
El sexo y su de-generación: entrevista con Jacques Lacan (1957). Grupo de Estudios
Psicoanaliticos Israel-Europa. 1993. OCLC 233977662 (https://www.worldcat.org/oclc/233977662).
El triunfo de la religión : precedido de discurso a los católicos. Paidós. 2005. ISBN 950-12-3652-8.
OCLC 62260358 (https://www.worldcat.org/oclc/62260358).
Lacan, el escrito, la imagen. Ediciones del Cifrado. 2003. ISBN 978-987-95837-9-1. OCLC 741248925
(https://www.worldcat.org/oclc/741248925).
De los nombres del padre. Paidós. 2005. ISBN 950-12-3651-X. OCLC 318361600 (https://www.worldcat.or
g/oclc/318361600).
Mi enseñanza. Paidós. 2007. ISBN 978-950-12-3653-8. OCLC 174152294 (https://www.worldcat.org/oclc/174
152294).
El fracaso del Un-desliz es el amor : a la manera del seminario oral de Jacques Lacan, 1976-
1977. Ortega y Ortiz. 2008. ISBN 978-968-7995-17-5. OCLC 457814039 (https://www.worldcat.org/oclc/4578
14039).
Otros escritos. Paidós. 2012. ISBN 978-950-12-3998-0. OCLC 815838173 (https://www.worldcat.org/oclc/815
838173).
Seminarios
El seminario de Jacques Lacan : libro 1 : los escritos técnicos de Freud, 1953-1954. Buenos
Aires: Paidós. 1981. ISBN 950-12-3971-5. OCLC 915947506 (https://www.worldcat.org/oclc/915947506).
El seminario de Jacques Lacan : libro 2 : el yo en la teoría de Freud y en la técnica
psicoanalítica, 1954-1955. Buenos Aires: Paidós. 1983. ISBN 978-950-12-3972-0. OCLC 318393556
(https://www.worldcat.org/oclc/318393556).
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Documentales
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Jacques Lacan: Télévision (de Benoît Jacquot, 1974)
Jacques Lacan, la psychanalyse réinventée (de Elisabeth Kapnist, 2001)
Quartier Lacan (de Emil Weiss, 2001)
Véase también
Portal:Psicología. Contenido relacionado con Psicología.
Sociedad Psicoanalítica de París
Élisabeth Roudinesco
Jacques-Alain Miller
Posestructuralismo
Françoise Dolto
Julia Kristeva
Dylan Evans
Slavoj Žižek
Notas
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2. Publicada por primera vez en París: Librairie E. Le François, 1932; reimpresa como De la
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3. Reimpreso en Magazine litteraire, 11, 1977, p. 121.
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7. Se puede encontrar un listado cronológico completo en Psicomundo.org (http://www.psicomun
do.org/lacan/bibliografia/bibliografia.htm).
8. Los seminarios inéditos se pueden encontrar en línea en Lacantera Freudiana (https://www.lac
anterafreudiana.com.ar/lacanterafreudianajaqueslacan.html).
Referencias
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80. Macey, 1988, p. 221. Trad.
libre: «In view of Lacan’s 112. Véase Lacan, 21 de junio 145. Macey, 1988, p. 254.
stated opposition to the de 1964. 146. Roudinesco, 1994, p. 525.
‘social engineering’ 113. Roudinesco, 1994, p. 429. 147. Roudinesco, 1994, p. 538–
associated with ego 114. Roudinesco, 1994, p. 442. 540.
psychology, it is perhaps 115. Roudinesco, 1993a, p. 348. 148. Véase Lacan, 1975.
surprising to find him
116. Roudinesco, 1993b, 149. Roudinesco, 1994, p. 581.
discussing the reintegration
of offenders into the pp. 30–31. 150. Stavrakakis, 2007, p. 29.
community». 117. Roudinesco, 1993b, p. 176. 151. Macey, 1988, p. 256.
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almost exclusively focused 200. Evans, 1997, p. 142. 238. Lacan, 1983, p. 15.
on the child's early relations
with the mother [...] the pre- 201. Evans, 1997, pp. 142–143. 239. Evans, 1997, p. 163.
Oedipal or Kleinian 202. Roudinesco y Plon, 2008, 240. Roudinesco y Plon, 2008,
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