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Al hablar de la mayordomía del tiempo, es necesario poner un fundamento bíblico

acerca del tiempo. El tiempo es algo que pertenece a Dios. Dirigiéndose a Dios,
David dice lo siguiente en el libro de Salmos 31:15: “En tu mano están mis tiempos;”
Esta es una gran verdad. Dios nos otorga el tiempo en segundos, minutos, horas, días
y años, pero solamente Él sabe cuánto de esas unidades de tiempo vamos a tener cada
uno. Por más que nos esforcemos no podemos añadir ni quitar un solo segundo al
tiempo que Dios nos ha dado para estar en este mundo. El tiempo es de Dios. El sabio
Salomón lo confirmó cuando en Eclesiastés 9:12 dijo que el hombre no conoce su
tiempo. Si el tiempo no es nuestro, entonces nosotros no somos sino administradores
o mayordomos del tiempo. Algún día vamos a tener que dar cuentas a Dios de la
forma como hemos administrado ese tiempo que es de Él. Por eso tenemos pasajes
bíblicos como Colosenses 4:5 donde los creyentes somos exhortados a hacer buen uso
del tiempo. La Biblia dice: Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el
tiempo.
La idea detrás de la expresión: redimiendo el tiempo, tiene que ver con un uso
inteligente del tiempo para beneficio del dueño del tiempo, es decir para el Señor. El
tiempo es un bien precioso que debemos aprovecharlo de la mejor manera, amable
oyente. Lamentablemente, con mucha frecuencia lo desperdiciamos en cosas que
tienen poco o ningún valor y de esa manera se nos escurre el tiempo como arena entre
los dedos. Hace algún tiempo me encontré con una estadística sobre cómo gasta el
tiempo una persona promedio que ha vivido 70 años. Lo que allí vi me hizo
reflexionar muy seriamente sobre la manera como estoy utilizando el tiempo que me
ha dado el Señor para que lo administre. ¿Sabe en qué actividad gastamos la mayor
parte del tiempo en nuestra vida? No es en trabajar, ni estudiar, ni divertirse. Es nada
más y nada menos que en dormir. Si, tal como me oye, en dormir. Si una persona
vive 70 años, pasará 21 de esos 70 años durmiendo. Si se le hace difícil creerme,
solamente tome papel y lápiz y haga sus propias cuentas, asumiendo que necesita
dormir alrededor de ocho horas diarias. Difícil aceptar, pero como una tercera parte
de la vida nos pasamos durmiendo. La siguiente actividad que nos toma más tiempo
es, naturalmente, trabajar. Si esa persona de 70 años ha pasado trabajando 40 años,
durante 40 horas por semana, tomando dos semanas de vacaciones por año, habrá
trabajado en total, alrededor de 10 años. En otras palabras, toda persona promedio, en
toda su vida trabaja menos de la mitad del tiempo que se la pasa durmiendo. ¿No
cree? Los números no mienten. La siguiente actividad en orden de magnitud en
cuanto a uso de tiempo, es jugar. Cuando la persona es menor de edad, esta actividad
es la que predomina en el uso del tiempo. Hechas las cuentas, una persona que ha
vivido 70 años ha gastado 7 años jugando. La siguiente actividad es comer. ¿Sabe
cuánto se gasta en comer una persona que ha vivido 70 años? Nada más y nada
menos que 6 años. Imagínese, en dormir y comer una persona que ha vivido 70 años

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gasta en total 27 años. La siguiente actividad en orden de importancia por el uso del
tiempo es vestirse. Me imagino que en este rubro habrá una buena diferencia entre
hombres y mujeres, porque hay que ver cuánto gastan en vestirse algunas mujeres
aunque algunos hombres no se quedan muy atrás tampoco. En todo caso, en
promedio, una persona que vive 70 años gasta 5 años en vestirse. Luego tenemos la
lectura. En lectura, la persona que vive 70 años invierte 4 años. Después tenemos en
descansar. Quien vive 70 años se pasa más o menos unos 4 años descansando. A
continuación tenemos, en esperar. Gastamos una buena parte de nuestra vida
esperando algo o a alguien. Los cálculos dicen que una persona que ha vivido 70 años
habrá pasado 3 años en esperar. Luego viene el fumar. Atención fumadores, además
de echar a perder su salud y contaminar la atmósfera, un fumador que viva 70 años
habrá gastado 2 años y medio de su vida arrojando humo de su boca y de sus
pulmones. A continuación, con el mismo tiempo gastado, es decir 2 años y medio,
tenemos el pasar en cama, bien sea dando vueltas sin poder dormir, o enfermo o en
cualquier otra actividad. Inmediatamente viene el ocuparse en lo espiritual.
Asumiendo que se trata de alguien que invierte 5 minutos diarios en algo que tenga
que ver con cosas espirituales y 3 horas cada domingo, la persona que vive 70 años
habrá gastado apenas año y medio de vida en esto. Lo que viene después es muy
curioso. La persona que ha vivido 70 años habrá gastado medio año en atarse los
cordones de los zapatos. Por último, tenemos actividades varias como viajar,
distraerse, estudiar, hablar por teléfono. La persona que vive 70 años gastará como
unos 3 años. Interesante, ¿no le parece? Lo que más me llamó la atención es el poco
tiempo que se invierte en las cosas espirituales, en comparación con las cosas que
puramente tienen que ver con la vida en este mundo. Una persona promedio,
asumiendo que invierte 5 minutos diarios en cosas espirituales y 3 horas diarias cada
domingo, apenas llega a invertir en esto un año y medio de los 70 años que vive. Esto
es nada en comparación con los 21 años que se gasta durmiendo en la vida. Me
pregunto si el Señor estará satisfecho con algo así. De esto se desprende amable
oyente que se hace muy necesario evaluar la forma como administramos el precioso
tiempo que el Señor nos ha dado. No sea que el momento que tengamos que rendir
cuentas, nuestra boca se cierre ante la cruda realidad que hemos administrado mal el
tiempo. En el Nuevo Testamento el Señor relató una parábola donde se hace muy
obvio que al Él no le gusta que la gente pierda el tiempo en la ociosidad. Lo tenemos
en Mateo capítulo 20 del 1 al 15. Dice así: Porque el reino de los cielos es semejante
a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su
viña.
Mat 20:2 Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su
viña.
Mat 20:3 Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza
desocupados;
Mat 20:4 y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos
fueron.
Mat 20:5 Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo.
Mat 20:6 Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban
desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?

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Mat 20:7 Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros
a la viña, y recibiréis lo que sea justo.
Mat 20:8 Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a
los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros.
Mat 20:9 Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada
uno un denario.
Mat 20:10 Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero
también ellos recibieron cada uno un denario.
Mat 20:11 Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia,
Mat 20:12 diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho
iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día.
Mat 20:13 El, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no
conviniste conmigo en un denario?
Mat 20:14 Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti.
Mat 20:15 ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia,
porque yo soy bueno?
La enseñanza central de la parábola tiene que ver con la manera soberana de Dios a la
hora de recompensar a sus siervos. Pero así como el padre de familia no quería ver
gente desocupada, gente ociosa, gente que no hace nada, Dios el Padre también no
desea que sus hijos estemos ociosos, desperdiciando o administrando mal el tiempo
que es de Él.

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