Está en la página 1de 2

Soy el príncipe que se transformó en

sapo después del primer beso

—Usted es un alma negra—el muñeco de cera menos valioso


en las góndolas—el pez espada en la pecera—desde ese día supe que
siempre iba tener que aguantar la respiración—ellos son tan
superficiales que puedo engañarlos cambiando de carcasa—no es
una cura, es camuflaje—de cabotaje—del ayer no queda nada,
excepto viajes astrales y retoños del inconsciente—dejo cartas para
que mi yo del futuro perdido se encuentre—un exótico insecto del
hormiguero.

No voy a darle el gusto a mis enemigos—soy una vela en la


oscuridad derritiéndose por su propio fuego—una rata mutante en
cautiverio sin caer en la trampa del queso—nunca pude disfrutar del
placer sin sentir culpa—¿cómo dejarlos atrás? —marchito.

Ya no hay razón para volver al pueblo—hormiguero—los


dados fueron lanzados—Valle Fértil—campesinos penetrando a sus
sobrinas—lo único que queda son estímulos nostálgicos que
refrescarían mi memoria—el cuchillo—cerros, lomas y ríos
serpenteando las cabras bajando por la ladera—mis únicos y
primeros amigos—tan divertidos que me los llevaría conmigo a
todas partes—sarcasmo rural—San Pedro—chamanes—mescalina
—alcohólicos internados en bares rústicos como bebés succionando
leche materna.

También podría gustarte