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El lingü ista estructural suele definir el concepto de proposició n lingü ística tomando en cuenta
solo la estructura formal de las emisiones verbales. Sin embargo, una reflexió n en torno al
principio de la oposició n, nos permitirá ampliar nuestra visió n sobre este concepto, puesto
que en las hablas a veces la estructura ausente comunica má s que la presente.
La proposició n lingü ística suele ser definida como la unidad del sistema compuesta por sujeto
y predicado, que se diferencia de la oració n porque carece de independencia sintá ctica. Sin
embargo, no siempre se puede identificar en la estructura superficial del enunciado. Son
mú ltiples los casos en que los hablantes la expresan a través de un signo que remite a la
estructura profunda, no explícita en la emisió n verbal, a la que también Chomsky ha llamado
“estructura ausente”.
La cosmovisió n del signo que planteamos no excluye del estudio ninguna posibilidad de
significació n. Por eso, al momento de concebir una proposició n lingü ística hay que tomar en
cuenta no só lo la estructura superficial/significante del discurso, sino ademá s su estructura
profunda. Con el siguiente ejemplo, tomado de hablas corrientes, se intenta ilustrar estas
breves pinceladas:
(…) Los vecinos volverán a vender sus cachapas y a dejar los rastrojos en el piso
(…)
Una lectura de este enunciado, tomando en cuenta tanto su estructura profunda como la
superficial, daría como resultado la siguiente realizació n:
(…) Los vecinos volverán a vender sus cachapas y –volverán a- dejar sus rastrojos
en el piso (…)
Otros ejemplos de proposiciones en la estructura profunda, son las siguientes, tomadas de los
comentarios de los lectores del artículo: “No se vislumbra segunda vuelta, ni que Leonel sea
tercera fuerza electoral, afirma Rosario Espinal”, publicado el cinco (05) de diciembre de
2019, en este mismo medio:
“Pero caballero usted es bobo o igual que ella”… (Bernardo) / Pero caballero, usted
es bobo o –es– igual que ella (…)
“En el pld, no están en eso de encuesta ni en
pensó”… (wilsoncecilmoralesalvarez) / En el pld no están en eso de encuesta, ni –
están– en pensó (…)
“Usted quiere participar con altura o seguir insultándome” (…)
Usted quiere participar con altura o –quiere– seguir insultándome (…)
“Y usted, pretende continuar el debate o retirarse”/ Y usted pretende, continuar el
debate o –pretende– retirarse.
Estas reflexiones pueden ser ú tiles, tal vez, para los docentes de las á reas especializadas de
lingü ística. Má s allá de una gramá tica universal, existen gramá ticas contextuales que merecen
ser vistas, a partir de la norma de sus propios marcos comunicativos. Pero estos casos
sintá cticos de las hablas suelen ser obviados en los estudios del sistema, por ser considerados
precisamente hablas.
No obstante, una mirada compleja a los universos comunicativos permite comprender que la
lingü ística exclusiva del sistema (lengua) no es suficiente para dar cuenta, rigurosamente, de
las innovaciones de los signos que se dan en los mundos lingü ísticos, inclusive en un dialecto
de un idioma. De aquí nuestra propuesta teó rica, la cual
denominamos cosmolingüística porque, precisamente, su foco de estudio son los universos
comunicativos (textos verbales y no verbales, orales, escritos, filmados, pictó ricos, sonoros,
tonales, etcétera).
Tanto Peirce como Saussure, mantenían que los signos adquieren validez dentro de una
comunidad por convenció n. La Dicotomía entre lengua y habla que plantea Saussure es en
Peirce la diferenciació n entre legisigno y sinsigno.
Por lo tanto la teoría que má s se acerca al artículo de Gerardo Roa Ogando, es la de Peirce, ya
que en una parte del articulo este plantea que la cosmovisió n del signo que planteamos no
excluye del estudio ninguna posibilidad de significació n, o sea que la teoría de Saussure no es
compatible.