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CAPITULO VI INTERPRETACION DEL DERECHO 1. LAINTERPRETACION JURIDICA De la relevancia que tiene la interpretacién en el mundo del Dere- cho da cuenta la siguiente frase atribuida al obispo Hoadly: «Aquel que tiene una absoluta autoridad para interpretar cuales- quiera normas juridicas escritas 0 habladas, es en realidad el verdadero legislador para todos los fines y propdsitos y no la persona que por primera vez. las escribié 0 transmitié verbalmente» (Citado en KELsEx, 1945; 183). En estas palabras se pone el acento en la interpretacién tealizada por ciertas autoridades, normalmente jueces, en ef momento de la apli- cacién del Derecho. Sin embargo, como veremos més adelante, no s6lo las autoridades son capaces de interpretar, sino que cualquier persona puede hacerlo aunque su interpretaci6n pueda no tener la misma relevancia juridica, Ahora bien, éa qué lamamos “interpreta- cin”? Con el término “interpretacién” se puede aludir o bien a una acti- vidad, o bien al resultado de esa actividad. Si alguien afirma “Estas son las reglas que debes seguir en tu interpretacidn” esta usando “in- terpretacion” como sinénimo de “actividad interpretativa”, mientras que cuando se dice “Esta es la interpretacién correcta” se hace refe- rencia probablemente al producto de aquella actividad, Los abjetos susceptibles de ser interpretados pueden ser de dis- tintos tipos. Asi, a veces se habla de interpretar un acto 0 compor- tamiento humano, interpretar un hecho hist6rico, interpretar una can- 8 4J0SE JUAN MORESO Y JOSEP MARIA VILAJOSANA, in, interpretar un papel en una obra de teatro, interpretar un texto, etc. En cada uno de estos casos, se esté utilizando el verbo “interpretar”™ en sentidos diversos, aunque todos ellos tengan cierto aire de familia. La interpretacién juridica consiste en interpretaciGn de textos, bien sea la actividad de descubrir o decidir el significado de algin docu- mento 0 texto juridico, o bien el resultado 0 producto de esa actividad, es decir, el significado al que se lega a través de aquella actividad, Después comprobaremos que el hecho de entender Ia actividad imerpretativa como una actividad de descubrimiento, de decisién 0 una combinacién de ambas, permite diferenciar distintas teorias de la interpretacion, Antes de avanzar, empero, hay que hacer una advertencia impor- tante. En ocasiones los juristas hablan de interpretacién de norms. Esta forma de expresarse es correcta si por “norma” se entiende un texto normativo, pero si por “norma” se entiende el significado del texto normativo, como hemos sostenido en el capitulo III, entonces resulta confuso hablar de interpretacién de normas, ya que éstas no serian el objeto de la actividad interpretativa sino su resultado. Por tanto, diremos que se interpretan textos o formulaciones, cuyo sig- nificado son normas, pero no que se interpretan normas (écémo podria atribuirse significado al significado?). 1.1, Un concepto restringido de interpretacién juridica Muchos juristas utilizan el vocablo “interpretacién” para hacer referencia a la atribucién de significado a un texto o formulacién nor- mativa s6lo cuando existen dudas 0 controversias en torno al mismo. Este seria un concepto restringido de interpretacién juridica, que Proviene de la maxima latina: in claris non fit interpretatio. Si se asume este concepto, entonces no se puede hablar de interpretacién cuando un texto sea claro y no dé lugar a dudas o controversias, Unicamente serian objeto de interpretaci6n los textos oscuros. 1.2. Un concepto amplio de interpretacién juridica Otras veces, en cambio, se habla de “interpretacién” para referirse cualquier atribucién de significado a una formulacién normativa, con independencia de que existan dudas o controversias. En este sentido, cualquier texto requiere siempre interpretacion. Quien adopta este segundo concepto suele enfatizar, aunque no esnecesario que asi lo haga, que atribuir significado a un texto requiere 19) una actividad puramente cognoscitiva. Las palabras no tendrian un significado propio, sino s6lo el que les atribuye quien las utiliza o quien Jas interpreta. Estos autores pondrian en entredicho la distinci6n entre textos claros y textos oscuros, en la que se basa quien sostiene el con- cepto restringido de interpretaci6n juridica (Guastini, 2000: 5 ss.). Podria decirse, en efecto, que la claridad y la oscuridad no son cua- lidades intrinsécas de un texto que precedan a la interpretacion, Por el contrario, son ellas mismas fruto de la adscripcién de un significado un texto, ya que, por un lado, Gnicamente después de interpretado tun texto podra decidirse si es claro u oscuro, y, por otro, porque puede existir controversia acerca de esas mismas caracteristicas: lo que puede resultar claro para unos puede resultar oscuro para otros. Ademas, tun texto es claro s6lo silos intérpretes concuerdan sobre su significado, 6, al menos, lo es en la medida en que exista ese acuerdo. Pero si esto es asi, entonces la claridad ya no es una propiedad del texto, sino fruto de varias decisiones interpretativas que concuerdan, Por estas razones, ent lo que sigue, utilizaremos el concepto amplio de interpretacién juridica, si bien no daremos por descontado que toda actividad de interpretacién es una actividad valorativa. En concreto, sera preciso sefialar a la hora de analizar los problemas que presenta Ia interpretacién juridica cuales se pueden resolver adquiriendo un ‘mayor conocimiento lingifstico, y cudles, en cambio, persistiran aunque seamos grandes expertos en materia lingistica. Algunas nociones lingiifsticas Después de todo lo dicho, podemos asumir, pues, que toda inter- pretacién del Derecho empieza con un texto normativo, es decir, una formulaci6n lingiistica escrita que expresa una 0 varias normas. Ello ¢8 cierto incluso en relacién con las normas consuetudinarias, ya que aunque se consideren que éstas son conductas, no cabe duda que en Ultima instancia son susceptibles de. ser expresadas linguifsticamente ', Si las lineas y puntos negros que constituyen el aspecto fisico det texto de una ley son capaces de influir sobre un juez 0 sobre los ciu- dadanos, ello se debe a que tienen un significado, que es tanto como decir que son utilizados como simbolos. " Sobre las cuestones tratadas om este apariado wate Cad. 194, y Gonz y Buta, 1082, ls que seguiremes parcial 150 JOSE JUAN MORESO Y JOSEP MARIA VILAIOSANA 13.1. Signos y simbolos Hay que distinguir entre signos y simbolos. La presencia de abun- antes nubes en el cielo, para alguien que posee el conocimiento nece- sario, es el signo de que va a liover. Ahora bien, la luz roja de un seméforo puede considerarse un simbolo que expresa la obligacién de detener un vehiculo. Que ello sea asi depende de una convencién, ‘cuyo contenido podria haber sido distinto (asignando, por ejemplo, tal significado a la luz verde en vez de a la luz roja). Por eso se dice que los simbolos son convencionales (la conexién entre el simbolo y lo que é] simboliza es producto de los seres humanos mediante acuerdo 0 uso), mientras que los signos son naturales (la conexién entre el signo y lo que representa es causal, independiente del acuerdo humano). Por tanto,-los significados de los simbolos ori- ‘ginalmente no han sido descubiertos sino asignados. 1.3.2. Nombres propios y palabras de clase El lenguaje (escrito o verbal) es un sistema de simbolos, llamados palabras. Entre las palabras de los lenguajes con los que Jos humanos nos comunicamos se encuentran los llamados nombres propios, que se caracterizan por representar a un determinado objeto y s6lo a aquél. Ahora bien, la enorme cantidad de objetos que constituyen el mun- do hace que sea imposible referimnos a ellos asignéndoles un nombre a cada uno. Ademés, aunque esto fuera posible, un lenguaje que s6lo estuviera formado por nombres propios (uno para cada uno de los objetos en los que solemos dividir el mundo) tendrfa un notable limite. Sélo podrfamos nombrar objetos pero no hablar acerca de ellos, ya que nada podriamos decir acerca de las semejanzas y diferencias entre las caracteristicas de los mismos. Cada objeto fundaria su identidad no en sus diferencias en relacién con otros objetos (“Esto es una silla, mientras que aquello es una mesa”), o en su pertenencia a un mismo género (“Esto es una silla”), sino a través del nombre que se le aplicaria a ese y s6lo ese objeto”. Para evitar estos inconvenientes, se suele proceder a clasificar los objetos del mundo. Clasificar consiste en agrupar aquellos objetos que tienen una o varias propiedades en comtin. Toda clasificacién es crecional, ya que quien la hace elige el criterio de agrupacién de objetos que prefiere, sin que nada haya en éstos que obligue a agruparlos de una determinada forma. Por consiguiente, no hay clases naturales * Sobre estas euestiones, vase Hosrans, 1975, cap 1. INTERPRETACION DEL DERECHO 1st de objetos. Si tomamos, por ejemplo, como universo del discurso la clase de los coches, los podemos clasificar de formas muy distintas segiin los intereses que tengamos sin que ninguna de estas subclases de coches sea la forma natural de clasificarlos. Los podemos clasificar, ‘como suelen hacer los concesionarios, por la marca, por el color, por las medidas, por el consumo de combustible; pero también podrfamos clasificarlos por el niimero de sus matriculas, por el mimero del docu- mento nacional de identidad de sus propietarios, por las iniciales de sus apellidos. Cuando el ser humano pretende referirse a un conjunto de objetos con caracteristicas semejantes, lo hace a través de palabras de clase generales. Una palabra de clase es el nombre que se da a un conjunto de objetos que presentan propiedades semejantes. Por ejemplo, “Bar- celona”, “Madrid”, “Londres” son nombres propios, mientras que “ciu- dad” es una palabra de clase. 1.33. Denotacién y connotacion Las palabras de clase tienen dos funciones: denotar y connotar. La denotacién o extensién de una palabra esté compuesta por los obje- tos por ella nombrados, es decir, los objetos que constituyen la clase que nombra. La denotaci6n de la palabra “ciudad” est4 formada por todas y cada una de las ciudades. La connotacién o intensién de una palabra consiste en el conjunto de propiedades que un objeto debe tener (segin el criterio que se emplee) para ser nombrado por la pala- bra. La connotacién de la palabra “ciudad” puede ser, por ejemplo: “poblacién con més de 20,000 habitantes”. Puede decirse, pues, que la connotacién © intensién constituye el criterio de aplicacién de la palabra, Si en un determinado lenguaje una palabra sirve para designar el conjunto. de propiedades A, B, y C, entonces todos los objetos del universo del discurso quedan automiiticamente clasificados en dos gru- pos distintos: el de los objetos que tienen tales propiedades y el de los que no las poseen. S6lo a 10s primeros les sera de aplicacién la palabra. Entenderemos, pues, en lo que sigue, que el significado de las pala- bras de clase tiene dos componentes: la connotacion y la denotacién’, * Dejaremos de lado on este capitulo fs problemas de signifieads asoctidos ala fuera de tas expresiones y concentratemos nuestra atencion en To que llamamas en su momenta et ‘sentido de las palabras, Véase, ul respecto, sya, capitulo I, subapartado (1. 132 JOSE JUAN MORESO Y JOSEP MARIA VILAIOSANA 1.4, Problemas de interpretacién Las anteriores nociones lingiisticas son relevantes para los lama- dos “lenguajes naturales”. Son ejemplos de lenguaje natural los idiomas que solemos utilizar para comunicarnos en la vida ordinaria, por ejem- plo, el castellano, el inglés, el francés, etc. Una particularidad de los lenguajes naturales es que suelen cumplir Ja funcién de comunicacién de manera bastante aceptable, pero a costa de un grado considerable de imprecisién, En ciertos Ambitos se utilizan entonces lenguajes formales (por ejemplo, 1a Wégica o las mateméticas) que se caracterizan justamente por eliminar esa imprecision, Peso, a cambio, son poco adaptable a necesidades de la comunicacién en nuestra vida cotidiana, Los textos normativos estén formulados en lenguaje natural para facilitar precisamente la comprensién del mensaje. Es por ello que todos los problemas que presenta este tipo de lenguaje a la hora de poder determinar con precisién el significado de las expresiones uti- lizadas, se trasladaran a la actividad de interpretacién juridica, la cual consiste precisamente en la atribucién de significado a los textos nor- mativos. Estos problemas son la ambigiiedad, la vaguedad y la textura abierta del lenguaje. 14.1, Ambigtiedad A menudo una palabra se usa con més de un significado. O lo que es lo mismo, no todas las palabras son usadas en todos los contextos para designar las mismas propiedades, con la misma connotacion. Basta echar una ojeada a un diccionario para comprobar la verdad de la anterior afirmaciOn. A este fendmeno se le llama ambigiieda Una palabra o una expresién lingiiistica es ambigua si tiene (en el uso que hace de ella una determinada comunidad lingiistica) més de un significado 0, lo que es lo mismo, expresa mas de un concepto. No hay que confundir, pues, “palabra” y “concepto”. Dos 0 mas palabras pueden expresar el mismo concepio (el mismo significado) y una palabra puede expresar varios conceptos (varios significados). Por ejemplo, “mesa” en castellano y “table” en inglés expresan el mismo concepto, mientras que “gato” significa en castellano tanto un cierto tipo de animal doméstico, como un utensilio que sirve para elevar un vehiculo. Podemios distinguir varias clases de ambigiledad: a) La mera homonimia se da cuando la ambigiiedad puede ser resuelta por el contexto lingiifstico en el que aparece la palabra en INTERPRETACION DEL DERECHO 153 cuestién y por la situacién empirica en la que fue usada. Y ello es asi porque los distintos significados de la palabra no guardan ningdn tipo de relacién, Si alguien dice, por ejemplo, “Ayer estuve sentado en un banco del parque” es muy probable que en esta frase la palabra “banco” signifique “asiento largo y estrecho para varias personas”. En cambio, si esa misma persona afirmara “Ayer fui a sacar dinero del banco” parece que aqui “banco” significa “establecimiento piblico de crédito”. 1b) Otros casos de ambigiedad generan mayores problemas, pre- cisamente debido a que los distintos significados asociados a una pala- bra estiin relacionados entre si. Podemos llamarlos supuestos de ambi- giiedad relacional. Esta relacién puede ser de distintos tips. En ocasiones se utiliza ambiguamente Ja palabra en el mismo tipo de discursos. En un texto juridico, por ejemplo, la palabra “Derecho” puede significar en algunas ocasiones “conjunto de normas juridicas vigentes en una determinada sociedad” y en otras “estudio que se lleva a cabo sobre aquel conjunto de normas”. Si alguien afirma: “Voy a estudiar Derecho civil”, puede estar refiriéndose a que su objeto de estudio lo constituyen las normas civiles o bien que sera la asignatura correspondiente, es decir, un conocimiento sobre las primeras, Otras veces, una expresién se refiere al mismo tiempo a un proceso y al producto del mismo (como la palabra “interpretacién”) y n0 es {facil distinguir ambos usos por su evidente relacién. ¢) La ambigiiedad puede venir dada, finalmente, por el orden en que aparecen las palabras en una determinada estructura sintdctica. Por ello, pueden denominarse estos supuestos, casos de ambigiedad sintdctica. Esto sucede muchas veces con las frases adjetivales 0 de relativo. La estructura sintactica de estas oraciones permite qué sean rerpretadas en dos sentidos diversos, ambos correctos desde el punto a lingiistico. Puede ocurrir que en algunos supuestos el contexto de sirva para dirimir la cuestion; pero también puede ocurrir que no sea asi (vase Ross, A., 1958: 119 ss.), Por ejemplo, el articulo 1347.7." del Cédigo Civil establece: «Son bienes privativos de cada uno de los cOnyuges: las ropas y objetos de uso personal que no sean de extraor- dinario valor», En este caso, la frase de relativo «que no sean de extraordinario valor», 2debe entenderse que se refiere s6lo a los objetos de uso personal o también a las ropas? Cuando ni el contexto nila situaci6n son suficientes para eliminar la ambigiiedad de una expresi6n, s6lo queda estipular cual de los significados posibles se va a tomar, siendo tal estipulacién fruto de una decisién pero no de conocimiento lingiistico, 1st JOSE: SUAN MORESO Y JOSEP MARIA VILAIOSANA 1.4.2. Vaguedad Cuando se trata de establecer cuales son los objetos nombrados por una palabra de clase 0 expresién lingiiistica general, puede suceder que la misma se refiera, sin duda’ alguna, a ciertos objetos; que, sin duda, no se aplique a otros; pero que haya otros objetos a los que ¢¢5 dudoso si la palabra se aplica o no. Cuando esto sucede, decimos ue el significado (0 concepto) expresado por la palabra o expresion es vago*. Este es un problema de imprecision del lenguaje distinto al de Ja ambigiedad, ya que ahora no estamos frente al desconocimiento del significado de una palabra (puede ser que lo tengamos muy claro después de haber analizado el contexto y la situaci6n, o simplemente Jo hayamos estipulado), sino ante la indeterminacion de la extension ‘© denotacién de la palabra en relacién con su connotacién o intensién. Hay que tener en cuenta, en este sentido, que la ambigiiedad es una propiedad de las palabras, mientras que la vaguedad es una propiedad de los conceptos o significados. Como explicacién del fenémeno de la vaguedad se suele utilizar Ja metéfora del foco de luz. El significado de una palabra seria como tun foco de:luz con el que iluminamos el mundo. Habria, asi, una zona de total luminosidad, en la que existirfa un criterio automético de apli- cacién de la palabra a determinados objetos (que caerian dentro del haz luminoso), otra de total oscuridad, en la que tendriamos un criterio de exclusién automatic de aplicacién de la palabra a determinados objetos, y, por ultimo, una zona de penumbra que se caracterizaria porque en ella se carece de criterio automético de aplicacién o de exclusién del término, Es la existencia de esta zona de penumbra la que permite afirmar que el significado de una expresién es vago. Pueden distinguirse diversos tipos de vaguedad: 2) Una primera forma de vaguedad es la que se da cada vez que una palabra tiene como criterio relevante de aplicacién la presencia de una propiedad que en los hechos se da de una forma continua, ‘como la edad, la altura o el ntimero de cabellos que una persona puede tener, y pretendemos hacer cortes en esa linea continua a través de expresiones tales como “joven”, “adulto”, “anciano”; “alto”, “bajo”; “calvo”, ete. Ya sabemos lo que quiere decir “joven” o “calvo”. No se trata de un problema de ambigiiedad. Simplemente, carece de sen- tido preguntarse a qué edad se deja de ser joven, cudntos cabellos hay que perder para pasar a ser calvo, 0 eudnto hay que medir para ser alto. Téngase en cuenta, ademés, que las respuestas a estas pre- “ tas ideas han sido utilizadas en el bito jridico por Haxr (Haxr, 1961: eap. VIN), INTERPRETACION DEL DERECHO 155 guntas pueden variar teniendo en cuenta el momento en que se for- mulen y el contexto al que se refieran. Hace afios, en Espafia un hombre que midiera 1,70 era considerado alto, mientras que hoy seria con- siderado bajo. Un hombre de 1,85 puede ser considerado alto en ciertos Ambitos (en fitbol, por ejemplo), pero bajo en otros (por ejemplo, en baloncesto). b) Una segunda forma de vaguedad se da cuando las dudas que suscita la aplicacién de una palabra general a un fendmeno concreto se originan en que los casos tipicos de aplicacién estan constituidos or un conjunto de propiedades que en el supuesto en cuestién apa- recen estructuradas de una forma especial, y no resulta claro si el cri- terio implicit en el uso del término considera a todas ellas, 0 s6lo a algunas, condici6n necesaria y suficiente para su aplicacién. Parece claro que actualmente nadie dudaria en afirmar que un automévil es un “vehiculo”, pero ilo es un ascensor o una escalera mecénica? ‘He- mos de tomar en este caso como propiedad definitoria de “vehtculo” la de ser un instrumento que sirve para desplazarse en cualquier direc- cién (con lo cual un ascensor y una escalera mecdnica caen dentro del campo de aplicacién del término) 0 s6lo horizontalmente, etc, ‘Nétese que en estos casos no tiene sentido preguntar qué es en realidad un vehiculo, Si dudamos en ciertos supuestos si corresponde llamarle “vehiculo” a un determinado objeto, no es una muestra de nuestra ignorancia acerca de una supuesta naturaleza del mismo que estuviera cculta y hubiera que descubrir, ni tampoco de ninguna carencia de conocimientos del idioma. Nuestra duda nace, simplemente, del hecho de no estar seguros si estara de acuerdo con el uso habitual de aplicar la palabra “vehiculo” para designar el objeto en cuestion. En definitiva, en los casos de vaguedad, decidir si un objeto esta (© no incluido en el campo de aplicacién de la palabra pasa a ser, de nuevo, el resultado de un acto de voluntad y no supone un acto de conocimiento basado en un saber lingiifstico. Una persona con gran competencia lingiistica sigue teniendo el mismo problema: debe tomar una decision basada en razones extra lingifstieas en los casos que caen, en la zona de penumbra. 1.43. La textura abierta del lenguaje El hecho de no tener dudas sobre la aplicacién de una palabra © haber eliminado la vaguedad a través de la decisién a la que antes, se aludi6, no debe levarnos a pensar que hay conceptos gencrales que no son vagos, porque todos Jo son, aunque sea potencialmente. El desconocimiento que tenemos de las propiedades que pueden llegar a tener en el futuro los objetos, hace posible esa vaguedad poten- 156 JOSE JUAN MORESO Y JOSEP MARIA VILAJOSANA cial, llamada por Carar “vaguedad intensional” (Carnar, 1960) y por Waismann “textura abierta del lenguaje” (Waisman, 1951: 119). Si se nos pide que hagamos explicita la connotacién de una palabra podemos indicar un cierto nimero de propiedades definitorias, y creer que el resto de propiedades posibles no incluidas entre ellas estiin excluidas como no relevantes. Sin embargo, esta creencia es errénea. En puridad, s6lo pueden considerarse excluidas como irrelevantes las propiedades posibles que han sido tomadas en consideracién, pero no Jas que no lo han sido. Cuando se presenta un supuesto en el que aparece alguna o algunas de estas propiedades que no habfamos tomado en consideracion es normal que surjan dudas que no pueden ser eliminadas por un proceso mecénico 0 deductivo a partir del significado usual de la palabra. En este sentido, puede decirse que el uso de esa palabra esté abierto, no decidido de una vez por todas. Como dice WAIsMawx, cuando pen~ samos haber delimitado completamente las palabras de clase, el caso insélito nos muestra que en un aspecto no contemplado faitaba tal determinacién, No existe un criterio que sirva para incluir o excluir todos los casos posibles, por la sencilla razén de que no podemos prever todos los casos posibles. ‘No podemos agotar la descripcién de un objeto ni, por tanto, for- mular una lista completa de todas las propiedades con relacién a las cuales pueden registrarse variantes 0 combinaciones de eventual rele- vancia. Y no podemos, simplemente, porque es imposible prever empi- ricamente la aparicién en los objetos de propiedades que no poseian en el momento en que se eligieron las propiedades definitorias de Ja palabra para designarlos. Esta ¢s una idea especialmente fructifera en el Ambito juridico, Aunque hay que decir que no tiene sentido dar ejemplos de normas que padezcan esta textura abierta, ya que ello podria ocultar el hecho de que todas las normas tienen esa vaguedad potencial. Si se regula el comportamiento de una sociedad a través de normas generales y abstractas, el uso de las palabras generales, y con ellas la vaguedad, resulta inevitable. teresante destacar, en cambio, que ni la vaguedad actual ial deben ser consideradas siempre como defectos. A veces, su presencia permite mantener las mismas formulaciones normativas vigentes durante mucho tiempo. Es decir, posibilita que, sin proceder a su derogacién, aquéllas se vayan adaptando, a través de las sucesivas interpretaciones, a los cambios sociales que modifican la denotacion usual de ciertos términos, Un ejemplo caracteristico de este proceso adaptativo de las for- mulaciones normativas que la vaguedad facilita, Io encontramos en INTERPRETACION DEL DERECHO 197 cexpresiones tales como “bienes de lujo”. La denotacién de esta expre- sin puede variar ostensiblemente con el paso del tiempo. Cuando aparecié el televisor, éste era considerado un bien de lujo; ahora difi- cilmente se incluirfa este objeto dentro de la denotacion de aquella expresion, LS. Lenguaje juridico y lenguaje natural Queda dicho, pues, que las normas juridicas, en cuanto autorizan, prohiben u obligan ciertas aceiones humanas (normas prescriptivas) © determinan un movimiento correcto en la actividad juridica (normas cconstitutivas) se expresan a través de los llamados lenguajes naturales. Tiene perfecto sentido que asi sea, ya que si la autoridad normativa tiene la pretensién de ser obedecida por los sujetos normativos, éstos deben ser capaces de conocer el significado de las formulaciones nor- mativas a través de las cuales se expresan las normas juridicas. Lo mismo puede afirmarse respecto a los Srganos aplicadores del Derecho, (especialmente, los jueces), ya que dificilmente podrian cumplir con a misin encomendada si no accedieran de alguna forma al significado de tales formulaciones. Ex cierto que el lenguaje del Derecho (y también el lenguaje de los juristas, como hemos visto en el capitulo anterior) incluye defi- niciones de ciertos términos, con lo cual se puede afirmar que es un lenguaje técnico, pero eso no puede llevar a creer que tal lenguaje ha pasado a ser un lenguaje formal. Los lenguajes formales, como las matemticas y la l6gica, se carac~ terizan, frente al lenguaje natural, por carecer de ambigiiedad y de vaguedad. Un ligero vistazo a cualquier ley (0 a cualquier libro de dogmitica juridica) bastard para percatarse de que la tecnificacién pro- ducida no elimina los casos de ambigdedad, vaguedad y textura abierta, caracteristicos de todo lenguaje natural, puesto que las definiciones que se ofrecen siguen utilizando este tipo de lenguaje. Cuando en el articulo 20.4.” del Cédigo Penal de 1995 se define la legitima defensa a través de tres propiedades (agresiGn ilegitima, necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla y falta de provocacién suficiente por parte del defensor), calguien puede sostener seriamente que se ha acabado con la vaguedad? En cada caso, los jueces deben tomar la decisién correspondiente sobre si una agre- sin determinada es “ilegitima”, o sobre si la necesidad para impedirla © repelerla es “racional”, © cudndo la provocacién puede ser tildada de “Suficiente”. Tales decisiones, en muchos casos, caen fuera del émbi- to puramente lingiistico. Las posteriores precisiones que se realizan jurisprudencialmente, puesto que también se llevan a cabo a través 158 JOSE JUAN MORESO Y JOSEP MARIA VILAJOSANA del lenguaje natural, siguen padeciendo la vaguedad y textura abierta propias de ese lenguaje. Sirva como mera ilustraci6n alguna cita juris- prudencial relativa al segundo de los requisitos mencionados, “la nece- sidad racional del medio empleado”. La presencia de este requisito exigirfa, segin el Tribunal Supremo: que no pueda recurrirse a otro medio no lesivo, proporcionalidad, en sentido racional y no matemé- tico, «que habré de examinarse desde el punto de vista objetivo y sub- jetivo» (STS de 16 de diciembre de 1991), «en funcién no tanto de la semejanza material de las armas o instrumentos utilizados, sino de la situacién personal y afectiva, en la que los contendientes se encuen- tran» (STS de 7 de octubre de 1988), teniendo en cuenta «las posi- bilidades reales de una defensa adecuada a la entidad del ataque, la gravedad del bien juridico en peligro y Ia propia naturaleza humana» (STS de 6 de junio de 1989), de modo que «esa ponderacién de la necesidad instrumental de la defensa ha de hacerse comprendiendo las circunstancias en que actuaba el sujeto enjuiciado» (STS de 24 de septiembre de 1994). A pesar de las anteriores indicaciones, en cada caso individual, los jueces deberan seguir tomando decisiones «desde un punto de vista objetivo y subjetivo», sobre cual es la situacién «personal y afectiva» de los contendientes, sobre «la naturaleza huma- na», etc. 2. TEORIAS DE LA INTERPRETACION JURIDICA 2.1, Enunciados interpretativos Dado que interpretar consiste en determinar el significado de una formulaci6n normativa dada, puede llamarse “enunciado interpreta- tivo” a una expresiGn de la forma “F significa S”, donde “F” representa una formulacisn normativa determinada y“S” un significado definido’. Como ya ha quedado establecido, una formulacién normativa es la expresiGn lingiistica de una norma y una norma es el significado expresado por esa formulacién. Entre formulacién normativa y norma no existe, también lo sabemos, una correspondencia biunivoca, pues dos 0 mas formulaciones distintas pueden expresar la misma norma y una misma formulacién puede expresar dos o mas normas distintas. Una formulacién normativa como 1) “Queda prohibido fumar en esta sala” expresa la misma norma que 2) “No se permite fumar en esta sala”. Todos los casos de obediencia de 1) serian de obediencia de 2) y todos los casos de desobediencia de 1) lo serian también de 2). No es posible légicamente obedecer una y desobedecer la otra, Una 5 Sobre este apartado, véase Mentowcs, 2000s: 153-154; GuAstin, 2000 10-19; Monsso, 1998: 12-116 INTERPRETACION DEL DERECHO 139 formulacién normativa como 3) “Queda prohibido fumar y comer en esta sala” expresa dos normas: 4) “Prohibido fumar en esta sala” y 5) “Prohibido comer en esta sala”. La discusién tedrica acerca de la fuerza, descriptiva 0 no, que poseen los enunciados interpretativos es una discusién todavia abierta. ‘Tres concepciones diferentes de la interpretacién (cognoscitivista, no cognoscitivista e intermedia) debaten al respecto. 22, Concepcién cognoscitivista Para esta posici6n, interpretar una formulacién normativa F es, en cualquier caso, detectar el significado de F, informando que F tiene el significado S. De acuerdo con esta concepcidn, la interpretacion del Derecho tiene como resultado enunciados interpretativos propo- sicionales, susceptibles de verdad o falsedad. La interpretacion del Derecho es una actividad cognoscitiva sobre cuya base es siempre posi- ble determinar univocamente el significado de los textos considerados. Cada cuestién juridica admite, asi, una tnica respuesta correcta: la que hace que el enunciado interpretativo sea verdadero. Esta concepci6n ha estado asociada durante mucho tiempo al lla- mado formalismo juridico, que sostenia el mito de la certeza del Dere~ cho, normalmenté por razones ideol6gicas. Participarian de esta actitud formalista la escuela de la exégesis francesa y la jurisprudencia de con- ceptos alemana, Para estas visiones, la tarea de los jueces se basaria en una aplicacin mecdnica de las normas generales a casos indivi- duales. Los jueces no pueden (ni deben) en el tramite de aplicacién efectuar ninguna modificacién en aquellas normas. El formalismo puede ser criticado, al margen de las consideraciones ideol6gicas, por basarse en una concepcin esencialista del lenguaje, segin la cual se supone que detras de las palabras se esconden las, esencias de las cosas, con lo que Ia tarea interpretativa consistiria en descubrir tales esencias 0 verdaderas naturalezas. Junto al formalismo, y fruto de una mayor sofisticacién teérica, actualmente la posicién de Dworkin puede encuadrarse dentro de la ‘concepcién cognoscitivista *: «Mi argumento seré —ha dicho Dworkis— que, aun cuando nin- ‘guna norma establecida resuelva el caso, es posible que una de las partes tenga derecho a ganarlo. No deja de ser deber del juez, incluso en Jos casos dificiles, descubrir cuéles son los derechos de las partes, en vex de inventar retroactivamente derechos nuevos. Sin embargo, debo Para un andliss de esta concepei6n, véase ToLesas 199, 10 JOSE SUAN MORESO Y JOSEP MARIA VILAJOSANA decir sin demora que esta teor‘a no afirma en parte alguna la existencia de ningiin procedimiento mecénico para demostrar cuales son los dere~ cchos de las partes en los casos dificiles» (Dworxin, 1977: 146). 23. Concepcién no cognoscitivista Segiin esta posicién, interpretar una formulaci6n normativa F es, en cualquier caso, adjudicar un significado a F, estipulando que F tiene el significado S. De acuerdo con esta concepcién, la interpretacién del Derecho tiene como resultado enunciados interpretativos no pro- posicionales, carentes de valores de verdad, La interpretacién del Dere- cho no es una actividad cognoscitiva sino una actividad decisoria 0 estipulativa. Ninguna cuestidn juridica tiene, consiguientemente, u respuesta correcta previa a la decisién judicial, por la sencilla razon de que los textos legales son radicalmente indeterminados. Esta es la posicién defendida, entre otros, por los autores del rea- lismo juridico norteamericano’. También Guastiw la sostiene al decir: «Los enunciados interpretativos (..) no son ni verdaderos ni falsos. ‘Tales enunciados tienen la misma estructura profunda que las defini- cciones llamadas estipulativas, esto es, aquellas definiciones que no des- criben el uso efectivo de un cierto término o de una cierta expresiGn, sino que proponen atribuir a un término o a una expresiGn un significado preferentemente a otros» (Guastint, 1993: 109). La critica que podria hacerse a esta concepeién es que, al fijarse de manera exclusiva en el proceso judicial, puede ofrecer una imagen distorsionada del Derecho y del fendmeno de la interpretacién juridica. Puesto que los casos que llegan a los tribunales suelen ser contro- vertidos, se puede llegar a creer que todos los problemas juridicos loson. Esta conclusién, sin embargo, es exagerada. Existen infinidad de ‘contratos que se cumplen y no se cuestiona su interpretacién y otros tantos textos legales que son aplicados por los tribunales sin que ofrez- ‘can mayores discusiones al respecto. Por poner sélo un ejemplo, cuando Ja Constitucién espaiiola establece, en su articulo 12, que la mayoria de edad se alcanza a los 18 afios, no parece que éste sea un texto que ofrezca excesivos problemas de interpretacién. * Para un anlisis de esta concepeién, véase Taxes, 1962. INTERPRETACION DEL DERECHO 161 24, Concepeién intermedia Para los representantes de esta posicién, interpretar una formu- lacién normativa F es, segan el caso, detectar el significado de F, infor- mando que F tiene el significado S, 0 adjudicar un significado a F, estipulando que F tiene el significado S. De acuerdo con esta concepcién, en determinadas circunstancias la actividad interpretativa es una actividad cognoscitiva y en otras una actividad decisoria. Consecuentemente, algunos enunciados interpre- tativos son susteptibles de verdad o falsedad y otros no. Los textos legales, pues, estarian parcialmente indeterminados, y, por consiguien- te, existen respuestas correctas para ciertos casos: ent los casos tipicos, el Derecho se halla determinado y existe respuesta correcta para ellos; fen Jos casos atipicos, en cambio, el Derecho no se halla previamente determinado y no existe respuesta correcta para ellos. Esta es la posicién de Hart®: He retratado la teoria del Derecho norteamericano —ha dicho Haer— como acosada por dos extremos, la Pesadilla y el Noble Suetio: €l punto de vista de que los jueves siempre crean y nunca encuentran fl Derecho que imponen a lis partes en el proceso, y el punto de vista “puesto segiin el cual nunca los jueces crean Derecho, Como otras pesa~ ‘las y otros suefos, los dos son, en mi opiniGn,ilusiones, aunque tienen muchas cosas que ensefiar 2 los juristas en sus horas de vigilia. La verdad, tal ver trivial, es que a veces los jueces hacen una cosa y otras veces otra» (Harr, 1983: 348). De acuerdo con esta posicién intermedia hay, asi, dos tipos de ‘casos: casos tipicos y casos atipicos. Los primeros son aquellos cuyas caracteristicas constitutivas estan claramente incluidas en (0 claramen- te excluidas de) el marco de significado central de los términos 0 expre~ siones que la formulacién normativa contiene. Los segundos, en cam- son aquellos cuyas caracteristicas constitutivas no estan claramente incluidas en (ni excluidas de) el marco de significado central donde se congregan los casos tipicos. Podemos decir que cualquier descripeién adecuada de la actividad interpretativa debe admitir que no todos los casos son del mismo tipo ni suscitan las mismas dificultades. Como ya sabemos, en el campo de referencia de toda expresidn lingiiistica general hay una zona de penumbra donde resulta dudoso si la expresion puede ser aplicada o ‘no a un objeto determinado, pero no es menos cierto que también hay una zona central donde su aplicacién es predominante y cierta; Para una defensa de esta concepcién, wiase también Montso, 1997, 162 JOSE JUAN MORESO Y JOSEP MARIA VILAJOSANA, y es verdad, ademés, que la mayor parte de las expresiones son ambi- guas, por lo que éstas poseen dos 0 mas campos de referencia, cada uno de ellos compuesto de una zona central (de certeza) y una zona de penumbra (de incertidumbre).. Parece razonable sostener, dada la textura abierta del lenguaje, que siempre existe la posibilidad de enfrentar situaciones atfpicas frente a las cuales es dudoso si la expresi6n se aplica 0 no, pero ello no excluye que en otras situaciones, de cardcter tipico, no exista lugar a dudas. En definitiva, aceptar que toda expresién general posee siem- pre una zona de penumbra no implica conceder que nunca posee una zona de certeza. Aunque se puede dudar de si actualmente se esté de acuerdo con el uso de la palabra “alto” para designar como tal aun varén que mida 1’80 metros, no hay duda que forma parte de su denotaci6n alguien que mida 2'10 metros; tampoco hay dudas de que esta fuera de su campo de aplicacién quien mida 1’50 metros. Hay que insistir en la importancia de distinguir entre la deteccién (total o parcial) de un significado preexistente y la adjudicacion (total © parcial) de un nuevo significado. La primera actividad es cognoscitiva, puesto que el significado de una expresién est dado por el uso comin del lenguaje en cuestion (natural o técnico) 0 por la intencién del emisor de la expresiOn. Detectar el significado 0 los significados de una expresién no puede ser sino una de estas cosas: detectar el sig- nificado que en contextos similares le acuerda un grupo hablante (0 tun sector privilegiado de ese grupo hablante) o detectar el significado que efectivamente pretendié asignar a la expresidn su emisor. En cual- quier caso, ambas cosas pueden ser investigadas con métodos inter- subjetivamente validos y el problema puede ser resuelto mediante el contacto con alguna realidad. Claro esté, sin embargo, que no siempre resulta posible determinar as{ el significado de una expresion lingistica, y en tal caso es necesario asignar estipulativamente un significado determinado a la expresién en cuestién. Cuando el intérprete ha agotado la investigacién mediante métodos cognoscitivos y su duda subsiste, debe decidir si el caso se encuentra bajo la rbita de la expresién: para considerar el caso como incluido 0 excluido, el intérprete se ve forzado a adjudicar a la expresi6n un significado que, en relacion con el caso, no ienia hasta entonces. Ese significado no estaba correlacionado con la expresién, pero se resuelve que lo esté sobre la base de una decisién no determinada por reglas lingiifsticas preestablecidas. Esa decisién discrecional, sin embargo, no tiene por qué ser nece~ sariamente arbitraria, puesto que puede hallarse fundada en determi- nados estandares valorativos adicionales (morales, sociales, politicos, econdmicos) a partir de los cuales se ponderan las consecuencias de la inclusién o exclusién. De esta peculiaridad ha extraido Carri6 una INTERPRETACION DEL DERECHO 163 importante consecuencia relativa a la formacién de los jueces y que ser4 bueno no olvidar cuando, en el préximo capitulo, abordemos el andlisis de la tarea jurisdiccional: i los jueces no quieren resolver a ciegas o de forma arbitraria {os casos de penumbra (...), no les basta con conocer a fondo las normas juridicas (..), tienen que poseer, ademas, una adecuada informacién de hecho sobre ciertos aspectos’bésicos de Ia vida de la comunidad ‘a que pertenecen, un conocimiento serio de las consecuencias probables dle sus decisiones y una inteligencia alerta para clarificar cuestiones valo- rativas y dar buenas razones en apoyo de las pautas no especificamente jurfdicas en que, muchas veces, tienen que buscar fundamento» (CaRRI6, 1990: 60). Saber emo se lleva a cabo esta adjudicacién de significado median- te la actividad interpretativa y cémo se ofrecen buenas razones en apoyo de las decisiones tomadas en casos de penumbra, requiere pasar revista a las técnicas interpretativas que habitualmente usan los juristas. 3. TECNICAS INTERPRETATIVAS. Toda interpretacién, en el sentido del producto de a actividad interpretativa, puede ser clasificada 0 bien como interpretaci6n literal o bien como interpretacién correctora’. 3.1. Interpretacién literal 3.11. Definicin Suele decirse que Ja interpretacién literal es la que atribuye a las formulaciones o textos normativos su significado propio". Ahora bien, ésta es una afirmacién engaiiosa, puesto que podria dar a entender que existe algo asi como el significado propio de las palabras con inde pendencia de los usos que de ellas hagan los habiantes. Ya que esto no es asi. Por ello, si se quiere seguir empleando la expresién “interpretaci6n literal” habra de utilizarse otra detinicién, Entenderemos, pues, que la interpretacién literal de un texto nor- mativo es aquella que se adectia al uso comin de las palabras y de las reglas gramaticales en una determinada comunidad, Ademis, esti- pularemos que toda interpretacin que no sea literal sera correctora. Seguiremos en este epigrafe a Guastnt, 2000: 25 ' Sobre la interpretaion literal puede verse Venxenco, 1971, 164 JOSE JUAN MORESO Y JOSEP MARIA VILAJOSANA 3.1.2. Argumentos justificadores de una interpretacién literal La interpretacién literal presenta muchos problemas. Para empe- a oe resulta facil determinar cudl sea el significado comiin de una ya que no siempre éste es univoco y preciso, como ya se ae anteriormente. Ademés, las reglas gramaticales tampoco estén siempre expresadas con la suficiente claridad. A pesar de estas dificultades, los juristas suelen aludir a ciertos argumentos para fundamentar una interpretacidn literal. En ocasiones, incluso, se sirven de ciertas méximas para poner de relieve que no se debe ir més alla de lo que quiso decir el legislador. Como ya se dijo, esto es lo que sucede cuando se postula un concepto restringido de interpretaci6n juridica aludiendo a que in claris non fit interpretatio. No hay que despreciar el importante papel que juega esta maxima a la hora de justificar interpretaciones literales en émbitos como el Derecho penal contemporaneo en el que se suele prohibir expresa- mente realizar interpretaciones extensivas de los tipos delictivos. Asi, el articulo 4.1.° del Cédigo Penal de 1995 dispone: «Las leyes penales zo se aplicarén a casos distintos de los comprendidos expresamente en ellas». También se alude a la interpretaci6n literal en el Ambito del Derecho privado. Por ejemplo, el articulo 1.281 del Codigo Civil establece: «Si los términos de un contrato son claros y no dejan duda sobre la intencidn de los contratantes se estaré al sentido literal de sus cléusulas», A veces, también se utiliza el llamado argumento @ contrario para justificar una interpretaci6n literal. Ahora bien, de este tipo de argu- mento se pueden ofrecer imagenes diversas, no siendo todas ellas equi- valentes entre si. Por esta raz6n, tal vez sea util distinguir tres versiones del mismo. En una primera versin, se entenderfa que el argumento a contrario excluye toda interpretacién correctora. Esta es la versién que justi- ficaria, obviamente, una interpretacién literal, ya que por las defini- ciones ofrecidas, si una interpretacién no es correctora, es literal. Se dirfa, entonces, que el legislador dijo exactamente lo que quiso decir, excluyendo que haya que interpretar mas de lo que dijo, pero también menos de lo que dijo (segtin el uso comin de las palabras utilizadas). Imaginemos una formulacién normativa que incluya la palabra “ani- males”. Un argumento a contrario, segiin esta primera versiGn, excluiria que “animales” se extienda a “plantas”, por ejemplo, pero también excluiria la posibilidad de restringir su denotaciGn sélo a los animales irracionales, con Io cual, por ejemplo, los seres humanos formarian parte del campo de aplicacién de la expresion. INTERPRETACION DEL DERECHO 165 Una segunda versién, excluiria la interpretacién extensiva (que ‘como veremos en el préximo apartado es uno de los tipos de inter- pretacién correctora), pero no la restrictiva (que es el otro tipo de iterpretacién correctora). Entonces, el argumento podria utilizarse tanto para justificar una interpretacién literal como una interpretacion correctora restrictiva. En esta segunda versiGn del argumento, la inter- pretacién de “animales” seguiria sin admitir la ampliacién de su deno- tacién para incluir en ella a las plantas, pero permitiria excluir de la misma, por ejemplo, a los animales racionales. En las dos versiones anteriores, el argumento a contrario se esta ‘empleando como un argumento interpretativo, es decir, como un argu- mento a favor de una determinada atribucién de significado a un deter- minado texto normativo. Una tercera versién, en cambio, lo concibe no como un argumento interpretative, sino como justifieadr de una ‘nueva norma, Esta suele ser la versin que prevalece entre los juristas. Asi, se dice que del hecho de que una norma atribuya una determinada consecuencia normativa a una determinada clase de sujetos, debe entenderse que sélo a esta clase de sujetos y no a otros debe aplicarse aquella consecuencia normativa. Una aplicacién de esta tercera version del argumento a contrario nos la ofrece el Tribunal Constitucional en su Sentencia 21/1981, de 15 de junio. En ella se interpreta a sensu contrario el articulo 25.3 de la Constitucién, que reza: «La Administracion Civil no podra imponer sanciones que, directa © subsidiariamente, impliquen privacion de libertad: Del tenor literal de este precepto, que habla s6lo de la Admi- nistracién Civil, el alto Tribunal concluye a contrario que la Admi: nistracién Militar (sobre la cual, fijémonos bien, nada se dice) tiene la potestad de imponer sanciones que impliquen privacién de libertad. Aqui este argumento se estd usando de una forma creativa, por cuanto de una norma que establezca que para una determinada clase de sujetos (A) es de aplicacién una determinada consecuencia normativa, no se infiere IGgicamente otra norma que disponga que para otra clase de sujetos (B) sea de aplicacién ta consecuencia contraria. De “Si A, entonces C”, no se sigue “Si B, entonces no-C”. Quienes, a pesar de ello, realizan tal inferencia, incurren en una variante de lo que en l6gica se conoce como falacia de la negacién del antecedente. B, entonces no-C” es, pues, una norma nueva que surge del argumento @ contrario que, entendido de esta forma, no es un argumento l6gi- camente vilido. Pese a ello es muy utilizado por los juristas, sobre todo a la hora de resolver casos de laguna normativa, 166 JOSE JUAN MORESO Y JOSEP MARIA VILAJOSANA 3.2, Interpretacién correctora La interpretaci6n correctora, como vimos, se define por oposicién a la interpretaci6n literal. Es correctora cualquier interpretacién que atribuye a un texto normativo un significado distinto al que tendria segiin el uso comin de las palabras y de las reglas gramaticales en una determinada comunidad. La interpretacién correctora puede ser, a su vez, extensiva o restrictiva. Una interpretaci6n es extensiva si amplia el significado literal de una formulacién normativa, incluyendo en su campo de aplicacién supuestos que, segtin la interpretaci6n literal, no entrarian en él (amplia Ja denotacién usual de las palabras). Una interpretaci6n es restrictiva si reduce el significado literal de una formulacién normativa, excluyendo de su campo de aplicacién supuestos que, segtin la interpretacién literal, entrarian en él (reduce Ja denotacion usual de las palabras). Veamos por partes cada una de estas estrategias interpretativas, mostrando, al igual que hicimos en relaci6n con la interpretaci6n literal, en qué argumentos se apoyan y cuales son sus limitaciones. 3.2.1. Argumentos justificadores de una interpretacion extensiva Suele decirse que los argumentos que sirven tinicamente para fun- damentar interpretaciones extensivas son el argumento anal6gico (tam- ign llamado a simili) y el argumento a fortiori. Argumento analdgico La estructura de un argumento anal6gico es la siguiente. En primer lugar, se parte de que un determinado supuesto de hecho 0 caso (C;) no est regulado por las normas de un determinado sistema juridico, es decir, que no viene establecida una solucién normativa, lo que sig- nifica que existe una laguna normativa"'. En segundo lugar, se asume ‘que otro supuesto de hecho o caso (C2), que guarda con el anterior una semejanza relevante, si que est regulado en ese mismo sistema (Gste establece una determinada solucién normativa): “Si C2, entonces 'S*. En tercer lugar, se concluye que por analogia hay que atribuir ipRespeto a cnzepto de laguna novmatia,recuédese Jo dco ene aprtado 24d capitulo IV. INTERPRETACION DEL DERECHO 167 a aquel primer supuesto (C;) la solucién normativa que el sistema juridico contempla para el segundo (C3): “Si C;, entonces S””, Elarticulo 4.1, del Cédigo Civil dispone: «Procedera la aplicacién anal6gica de las normas cuando éstas no ‘contemplen un supuesto especifico, pero regulen otro semejante entre Jos que se aprecie identidad de raz6n>. La discusién, entonces, pasar a ser cémo determinar que existe una semejanza entre los dos supuestos y, sobre todo, cual es la razin, muchas veces solamente implicita, que justifica que para el supuesto regulado se haya dado una determinada consecuencia juridica que aho- ta se pretende hacer extensiva al caso no regulado. Supongamos que una ordenanza municipal establece la obligacién de vacunar a todos Jos perros de una ciudad. Cuando alguien se plantea si tiene la obli- gacion de vacunar a su gato se pueden dar dos soluciones. Primera, interpretar, a sensu contrario (segiin la tercera versin), que no existe tal obligacién. Segunda, entender que la obligaciOn de vacunar se extiende a los gatos, dado que entre éstos y los perros existe una seme janza (ambos son animales domésticos) y una identidad de raz6n para extender la obligacién: evitar, por ejemplo, que transmitan enferme- dades a las personas. Un somero vistazo a su estructura basta para darse cuenta que el argumento analégico, al igual que sucedia con la tercera version del argumento a contrario, no es un argumento interpretativo, sino un argumento creador de normas, siempre que lo utilice un juez dentro de sus competencias. Precisamente, es a través de la creacién judicial de una norma que se puede colmar la laguna que previamente se ha detectado. Argumento a fortiori La estructura de un argumento a fortiori es muy parecida a la del argumento analégico. En primer lugar, se parte de que un determinado supuesto de hecho 0 caso (Ci) no esté regulado por las normas de un determinado sistema juridico, es decir, que no viene establecida una solucién normativa, lo que significa que existe una laguna nor- mativa. En segundo lugar, se asume que otro supuesto de hecho o caso (C:), si que esta regulado en ese mismo sistema (Este establece una determinada solucién normativa): “Si Co, entonces $”. En tercer lugar, se concluye que con mayor razén hay que atribuir a aquel primer supuesto (C;) la solucién normativa que el sistema juridico contempla para el segundo (C2): “Si C;, entonees $”. ® Para un estudio mas detallado del argumento anakigico, véase AncxzA,1986, 168 JOSE JUAN MORESO Y JOSEP MARIA VILAJOSANA, Este argumento, al igual que el analégico, es un argumento creador de normas y presupone la previa identificaci6n de la raz6n por la que aun determinado caso se conecta una determinada solucién normativa y no otra. Pero, a diferencia del argumento analégico, el argumento 4 fortiori requiere una mayor raz6n y no precisa, en cambio, similitud entre los casos. Este argumento tiene dos variantes. Si se usa para interpretar dis- posiciones que confieren permisos asume la forma del argumento a ‘majori ad minus, al que se suele aludir diciendo que quien puede lo mas puede lo menos. Si una disposicién permite a los bancos cobrar un interés por sus préstamos del 20 por 100, se entiende a fortiori que les autoriza a percibir el 10 por 100. Si, en cambio, se usa para interpretar disposiciones que instauran obligaciones 0 prohibiciones, entonces asume la forma del argumento @ minori ad majus. Si una disposicién prohibe viajar con perros en los trenes, puede interpretarse que con mayor raz6n prohibe viajar con cabras, aunque esté claro que en el uso del lenguaje que compartimos nadie confunde un perro con una cabra. 3.2.2. Argumentos justificadores de una interpretacién restrictiva Perteneceria a esta clase de argumentos, el que Guasrist llama argumento de la disociacién. Este argumento consiste en introducir, ala hora de interpretar una determina disposicién, una distincién que el autor de la misma no habia establecido (entendidos los términos de manera literal), con la finalidad de reducir el campo de aplicacién de aquella disposicién s6lo a algunos de los supuestos de hecho pre- vistos por ella. Esté claro que este argumento es parasitario de algin otro que justifique la restricciGn, tal como el argumento teleolégico, ad absurdum, etc., que veremos a continuacién. Si interpretamos que Ja clase “animales” debe subdividirse en las subclases “animales racio- nales” y “animales irracionales”, para Iuego entender que la norma en cuestién se referira s6lo a los segundos, justificaremos la subdivision seguramente apelando a la finalidad que se persigue con la normativa, (argumento teleolégico), © a que cualquier otra interpretacion con- duciria a resultados absurdos (argumento ad absurdum), etc. 33. Argumentos justificadores de una interpretaci6n literal © correctora En los anteriores apartados hemos visto argumentos que pueden ser usados para fundamentar, por un lado, una interpretacién literal; ¥, por otro, argumentos que Sirven para justificar una interpretacién INTERPRETACION DEL DERECHO 10 correctora, Dentro de estos tiltimos, los hay que dnicamente justifican interpretaciones extensivas, 0 bien tinicamente restrictivas. No obstan- te, hay argumentos que sirven indistintamente para justificar tanto interpretaciones literales como correctoras (y, dentro de estas tltimas, tanto las extensivas como las restrictivas). A continuacién ofreceremos un elenco no exhaustivo de este tipo de argumentos ”. Deberemos tener en cuenta, ademés, que tales argu- mentos no se excluyen reciprocamente, por lo cual pueden utilizarse varios de ellos en apoyo de una determinada interpretacién, Asi mismo, se pueden usar para reforzar cualquiera de los argumentos que hemos to hasta ahora “*, Argumento psicolégico Se emplea este argumento cuando una determinada formulacién normativa se interpreta atendiendo a la voluntad de! legislador, volun- tad que se manifiesta en su exposicién de motivos, preambulos y tra- bajos preparatorios. El articulo 20.1.c) de la Constitucin espafiola, relativo a ta libertad de citedra, ha generado controversia en cuanto a su alcance. Basindose en un argumento psicoldgico, el Tribunal Constitucional ha sostenido lo siguiente: «Aunque tradicionalmente por libertad de cétedra se ha entendido una libertad propia sélo de los docentes en la ensefianza superior 0, quizés mas precisamente, de los titulares. de puestos docentes deno- minados precisamente “edtedras” y todavia hoy en la doctrina alemana se entiende, en un sentido andlogo, que tal libertad es predicable de aquellos profesores cuya docencia es proyeccin de la propia labor inves- tigadora, resulta evidente, a la vista de los debates parlamentarios, que son un importante elemento de interpretacién, aunque no la determi- rien, que el constituyente de 1978 ha querido atribuir esta libertad a todos los docentes, sea cual fuere su nivel de ensefanza en el que actuat y la relacién que media entre su docencia y su propia labor investi- gadora» (STC de 13 de febrero de 1981). Argumento sedes materiae Se emplea este argumento cuando una determinada formulacién normativa se interpreta atendiendo al lugar que ocupa en el contexto del que forma parte. © Un istado muy completo de argumentos que tilizin Jos jurists puede verve en Tawa, 1980: 341-396, Los ejemplos de cad un de los argumentos los tomaremos de Ezouwan, 187 y Mex. pow, 20a? 168-172 m0 JOSE JUAN MORESO Y JOSEP MARIA VILAJOSANA Los articulos 28 y 37 de la Constitucién espaiola, relativos al dere- cho de huelga y al derecho de adoptar medidas de conflicto colectivo, respectivamente, han generado controversias en cuanto a su relacién y campo de aplicacién. A los efectos de determinar el peso de uno y otro, el Tribunal Constitucional ha dicho, empleando un argumento Sedes materiae, lo siguiente: ‘El primero de ellos se encuentra en la secci6n 1." del capitulo 2°, {que versa sobre los derechos y libertades, mientras que el segundo se encuentra en la seccién 2.* del capitulo 2°, que habla simplemente de los derechos ciudadanos. Esta colocacién sistematica comporta eviden- tes consecuencias en cuanto al futuro régimen juridico de uno y de otto derecho» (STC de 8 de abril de 1981). Argumento teleologico Se emplea este argumento cuando una determinada formulacién normativa se interpreta atendiendo a su propia finalidad objetiva, supo- niendo que fue dictada como medio adecuado para alcanzarla. El articulo 14 de la Constitucién espafiola dispone: «

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