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LA MALDICION DE MIDAS EN UNA REGION DEL MUNDO COLONIAL POPAYAN, 1730-1830 Guido Barona ‘acultad de Humanidades Universidad del Valle Fondo Mixto para la Promocién de la. Cultura y las Artes del Cauca Rrorr [Ebrrou. Facuiran oe Husiaananes Dinscron: JEaW Pau. Mancor pron: WILLIAM ALVAREZ RAMIREZ Unaversian et VALLE Facuvtap ne Hunaanes TiruLo: La MALDON DE MIDAS UNA REGION DEL MUNDO COLONIAL. PoPAYAN 1730-1830 Cuntenra: (Devatte) awanitio-noso-n2ut, 1925 (Oceo soaks t1zxz0 (WASSILY KANDINSKY) ISBN: 958-670-017-8, (© Universidad del Valle Editorial Facultad de Humanidades (© Fondo misto para la promocién dela Cultura y tas artes del Cauca © Guido Barona Derechos Reservados.Impreto y Hecho en ls talleres de a Eltoia de la Facultad de Humanidades de a Universidad del Valle. Ese loro o pare de éLno puede ser reproducid por ningin meio, sin ‘aurorizacién de ls edivores Facullad de Humanidades. Ciudad Universitaria Meléndes, Teléfono 1333-4923, Fax 333 4909 A.A. 25360 Santiago de Cali ‘Abril de 1995 Dedico este libro a la memoria de mis padres, José Maria y Sixta Tulia, quienes me infundieron una trascen- dencia de mis actos y un e6digo de valores al cual, cilmente, puedo renunciar. A ellos y a todos los hombres que como ellos, construyeron mi sociedad, sin pedir nada a cambio, puesto que nunca tuvieron posibilidad de darse cuenta de su valor en la vida, deseo decirles, asf nunca me puedan leer puesto que ya no estan, que su empresa no fue en vano. Fueron hombres ¥ mujeres valientes, que sin mas armas que su dimensidn de mundo, supieron ser auténticos sin renunciar, oprobiosamente, a sus mayores, Asimismo, a Carlos Andrés y Santiago, mis hijos, seres desgarrados por la sociedad que sin pausa y sin lucha les dice, como a todos los colombianos de hoy y de ayer, que su faz y su mirada deben transformarse en lo mismo y no, adquirir distancia en la construccidh de la utopfa, de mun- dos y universos diferentes donde todos tienen cabida sin renunciar a su propia y especifica originalidad, ANancy, la mujer que amo y que no obstante los sin- sabores de mi vida de académico, de hombre atrapado en el vértice de una sociedad que trivializa hasta su propia razon de ser, deseo expresarle que mi offenda de amor es este libro lleno de claroscuros, de pensadas pero no dichas, pero dotado de mi propia autencidad. AGRADECIMIENTOS Terminada mi labor y mi oficio de historiador en ciemnes, deseo agradecer, al Banco de Espafia el apoyo que implicitamente me dio para ar por concluido un trabajo de investigacién que se inicié hace ya diecisiete afios, en torno de la economia colonial de la Gobernacién de Popayén. En este transcurrir han sido muchas las dudas, frustraciones y satisfacciones. Sin embargo, dotado con la tozudez de mi juventud hoy yalejana, emprendfun derrotero de investigacién sin importarme poco ni ‘mucho si el saber, de esta manera elaborado y construido, era importante para aquellos que estén firmemente convencidos que el conocimiento cientffico del pasado carece de validez 0 s6lo es interesante cuando, a través de él, sc logran rescatar del olvido ciertos hechos y acciones de hombres y personajes, que supuestamente estarian en capacidad de legitimar nuestra hora actual. ‘Con sorpresa descubri que era posible interesar a los hombres de otros continentes, entre ellos los banqueros, por la historia de un pequefio rincén del mundo que hizo parte de la trama colonial hispanoamericana. Acellos, aD. Juén José Camio, reitero mis agradecimientos esperando que este trabajo satisfaga en parte la expectativas que sobre él, posiblemente, se forjaron, De igual manera quiero agradecer a los evaluadores del proyecto que originalmente envié, quienes confiaron en mi derrotero de investigaci6n y creyeron en mis capacidades para sacar adelante una ropuesta, que de alguna manera intentaba dar cuenta de la economia del mundo colonial y de la proyeccién de sus crisis en la realidad contemporénea, sin otro argumento que la creencia en la ética y buena fe del investigador. No quiero dejar pasar la oportunidad para agradecer al Fondo Mixto de Promocién para la Culturay las Artes del Departamento del Cauca, por 1 apoyo brindado en la edicién de este libro. En particular, a Gustavo Ferix, Gerente del mismo, que acept6 sin reservas y con mucha generosidad el riesgo que implica una nueva empresa en la que hay mucho de imaginacién y muy poco de célculo de rentabilidad. Asi mismo, dentro del conjunto de asesores culturales del Fondo, a Fernando Barona Tovar por su pasi6n por la cultura y por todo aquello relacionado con una forma de construir la factibilidad de un mundo, caracterizado por el respeto a la diferencia y el reconocimiento de la riqueza de la diversidad de lo cultural. A Fernando le debo la idea de presentar al Fondo Mixto la ropuesta de este libro, poco aceptado por los editorialistas de este Pats, {que no renuncia a ser lefdo y degustado por un pequefio niimero de hombres, para quienes la historia no es un saber trivi De igual manera quiero expresar mi reconocimiento y gratitud al Director de la Editorial Facultad de Humanidades, de la Universidad de! Vallé, profesor Jean Paul Margot, por su aceptacién al proyecto de ‘coedicién deestaobra. A William Alvarez Ramirez, porsusorientaciones ‘en a labor de edicién del libro y, fundamentalmente, por el interés que se tom¢ en tratar de corregir los defectos del escrito muchos de los cuales, si persisten, son producto de mi autora y terquedad. También deseo agradecer al historiador Alonso Valencia Llano, coordinador de la Especializa cién en Ciencias Sociales, de la Universidad del Valle, por su benevolencia en permitir que este libro hiciera parte de la coleccién bibliogréfica regional a que él dio lugar, en su empefio de hacer del oficio del historiador un quehacer valorizante de los esfuerzos que desde el ‘pasado se han hecho, en procura de construir una regin. "Yaenun plano mas personal, esmi deber expresar misreconocimientos a Ia labor desempefiada por la antrop6loga Patricia Cerén. Esta investigadora, llevada por su compromiso intelectual y social, acept6, en contravia de su formaciGn disciplinaria, introducirse en el terreno arido 4c lainvestigacién hist6rica cuantitativa, sin meditartal vez en qué forma este trayecto de vida, la podia afectar en el futuro. ‘No quiero dejar pasar mi gratitud por la labor tesonera de la directora del Archivo Central del Cauca y del equipo de auxiliares que conform6, antrop6loga Hedwig Hartmann, quién, muchas veces abandonando las urgencias de su oficio, me dedicé tiempo y generosamente se preocup6 por Ilenar Jos vacfos de informacién a lo largo de esta investigacién. Ocupa un lugarespecial, en mi historia de viday en el derrotero de esta investigacién, el ingeniero electrénico Hugo Barona Becerra, por 1 interés y colaboracién en el célculo y sistematizacin de las series 8 estadfsticas que sustentan las conclusiones més importantes de este trabajo. A él le debo la inmersién del historiador, en el terreno de la disciplina estadistico-matemética, evada al plano de las acciones de los hombres, en una época hist6rica caracterizada por su ausencia relativa. Su ironfa, su conviceién en tomo de Ia eficacia de Ia estadistica para enfrentarlos problemas provenientes de las series cuantitativaselaboradas, ‘me lenaron dela fuerza necesaria pararecorrer sin fatigayy con obstinacién, las matrices que se fueron conformando con el conteo del oro, de los remaches, de los diezmos y de los precios de la carne, a lo largo de dos afios de trabajo terco y paciente, en el seguimiento y refinacién de una idea. Sin su ayuda hubiera sido muy dificil avanzar en el conocimiento de la «racionalidad econémica social» de los hombres de los siglos xvi yy xix, en una regin del mundo colonial. ‘También quiero mencionar a las personas que valorando en extremo mi amistad, colaboraron de una u otra forma en Ia terminacién de esta obra. A Francisco Zuluaga, mi profesor de investigacién hist6rica de siempre y de hace muchas décadas, primer lector de mis ensayos, que, no obstante sus ocupaciones en la Universidad del Valle, supo dispensar el tiempo necesario a la eritica y observacién sagaz, en la lectura de los borradores de este libro. A Alvaro Luciano Rivera, colega de la Universidad del Cauca, dedicado a la ardua tarea de pulir mi estilo y aguantar un sinntimero de explicaciones Farragosas sobre la historia, €l mundo colonial y qué se yo qué otros argumentos, acerca de la trama discursiva que hoy presentoa mis lectores. A Augusto Gémez,con quién desde hace muchos afios he venido adelantando un didlogo permanente ‘entorno de diversos problemas de investigacién hist6ricay etnohist6rica, a través del respeto y valoracién de una amistad. A él le debo su motivacién constante, para no desmayar en una empresa que en determinados momentos amenazaba con derrumbarse. A Giovanni Quesep, el poeta de muchas generaciones de colombianos, que me dio a ‘conocer la belleza de un lenguaje prefiado de ritmos y metéforas donde alienta la vida, el amory la pasidn. A Ricardo Quintero, quién, juntocon Luciano, me dedicé largas horas nocturnas en la lectura y discusién de estos materiales. A él le debo parte de los conocimientos que adquiri, de Jas haciendas del Patfa y del manejo del ganado cimarrén. A Zamira Diaz L6pez, por la oportunidad que me dio de conocer su trabajo sobre el oro, la economfa y sociedad de la Gobernacién de Popayén, en los siglos xvi y xv. ‘Tengo especial deuda de gratitud con Nancy Muiioz Barona, mi ‘compaera de vida y andanzas intelectales, par sw consagracién a Ia tediosa tarea de leer los borradores y discutir conmigo algunas de las 9 hipotesis de trabajo, Su calidad y ética profesional, no obstante la relaci6n que nos une, la llevaron a defender valientemente sus ideas, muchas de las cuales estén presentes en este libro. Finalmente, amis colegas y alumnos de la Universidad del Cauca, en particular a estos sltimos, sin cuya colaboracién y comprensién no hubiera tenido la oportunidad de dedicarme a laclaboracién de este libro. ‘A todos ellos dedico esta obra, con la esperanza de crear un espacio de interlocuci6n, ajenoa falsos protagonismos, con lacerteza de que hay que construir un mundo que afinque los valores de nuestra sociedad. Guido Barona Becerra Popayén, Diciembre de 1994 10 INTRQDUCCION Este libro, que hoy le entregoal lector, tiene una historia un pocolarga, ‘cuyos orfgenes se remontan a esos afios turbulentos de la década de los, setenta, en los cuales la universidad piblica colombiana fue el teatro y el espacio de confrontacién de las ideologias, de los valores, de las certezas y de las incertidumbres de una sociedad jerérquica y excluyente, anclada ‘enel pasado, que asf misma se negaba hasta su propia posibilidad de estar y permaneceren un mundo caracterizado por la intensidad y velocidad de ‘sus cambios y transformaciones. En estos afios, de pronto los colombianos de entonces, aquellos que nos iniciébamos en un universo prefiado de contradicciones, de «verda- des absolutas» y discursos no dichos, nos dimos cuenta que la historia no eratal y como nos la habfan ensefiado y mucho menos como aparecia en Jos escritos de hombres, que no tenfan distancia con la «verdad oficial» del pasado. Percibimos que por debajo de ese discurso habfan otras historias que, hasta ese momento, al decir de Guillermo Bonfil Batalla, no eran historia’. Dotados con este nuevo saber emprendimos una biésqueda, que atin no termina, en la cual lahistoriaemergerfa del didlozo y relacién de ella con otras disciplinas y hombres, sin desdibujar, en un ‘cuerpo formal de convenciones y representaciones, la trama original de os «hombres del comiin y de sus élites» en un momento dado del pasado, en una regién determinada. Las primeras dificultades, fuera de romper con las prefiguraciones ideolégicas, que sobre el pasado de nuestra sociedad nos habfamos dotado, eran de carécter metodol6gico y documental. En otras palabras, apercibidos del instrumental de las disciplinas involucradas (Ia historia y Ja economfa), debimos enfrentar el cardcter contaminante de nuestros cconceptos y categorfas disciplinarias cuando las introduciamos en la opacidad primera del ayer colonial. Cuando debimos abandonar las descripciones empfricas y planas, cargadas tramposamente de «sentido comin», e interrogar, clasificar y ordenar en series de datos, los fragmen- tos de registros sobrevivientes de una época que obstinadamente se resiste al olvido; a quedar por fuera de la memoria de los hombres. Y, fue aqui que surgi6, como el «maleficio del historiador», la primera gran duda sobre lapertinencia de los Grdenes construfdos y sobre la validez. de las clasificaciones elaboradas. Pero la dificultad no se referfa a si estos érdenes y clasificaciones estaban bien o mal hechos, , asi habfamos cometido errores en e! manejo de los registros transforma- dos en datos; en unidades de significacién que permitieran trasponer ese ‘umbral, siempre confuso, de una historia dotada del «sentido comin» de Jo evidente y una historia en profundidad. La dubitacién, iba més alla. Ella se preguntaba por el cardcter anacrénico de la estructura, del método de ordenacién de los datos y, por supuesto, de los conceptos disciplina- rios, componentes inequfvocamente constitutivos del discurso del histo- riador. Se interrogaba por el anacronismo de las teorfas y su capacidad de modificacién de lo real-propio, de un momento histérico dado. Mas atin, cuando todo historiador sabe, que la descripcién, la narracin y el anélisis historico,esy hacen parte de una leccién intencionada. Queestén atadas, por decirlo asf, a los problemas de la sociedad de la cual es y hace parte ¢! historiador el cual, con su oficio, construye una tensién perma- ‘ente entre su tiempo problemético y el tiempo elaborado del pasado, dando lugar a tna teleologia retrospectiva’. Valga una explicacién: Hoy hace ya cincuenta y dos afios que Joseph A. Schumpeter escribi6, en el prologo de la edicién espafiola de su obra, a propésito de una critica que se hacia a su esquema analitico del capitalismo, que «la teorfa econémica no podrd ser nunca, en este sentido, mas que la teoria de una cierta época histérica»’. En el fondo de lo que trata esta afirmacién, es de la doble dificultad que se le presenta ala economta, como disciplina hist6rica ¢ hist6ricamente determinada, ‘cuando en su campo de andlisis y acci6n ingresan los problemas de una sociedad del pasado y los rompecabezas econémicos de los paises del presente, que ya no estén contenidos en el , as{ sea por unos ‘cuantos instantes, el universo insondable de discursos fragmentados provenien- tes del pasado. Es aqui donde radica la posibilidad fascinante de la historia econémica y de lahistoriaen general, decrearmundos o de hacer mas inteligibles Jos mundos creados por otros. 3. Joseph Schumpeter, Teoria del Desenvolvimiento Econémico, Fondo de Cultura Econémica, México, 1976, p. 10 4 Carlo M, Cipolla, Enire la Historia y la Economia. Introducci6n a la Historia Econémica, Editorial Critica, Barcelona, 1991, pp. 85 a 90. ‘5 Schumpeter, op, cit, p. 10. 6 Cipolla, op. cit, p. 88. 7. Elcardcter discontinuo y fragmentario del hecho hist6rico y del aconte- cimientoesel mite, elobstéculo y lapropiarazén de ser de lahistoriaylahistoria econémica. Por completa quese encuentre la documentacién referida aun hecho © acontecimiento hist6ricos, ella es s6lo un residuo; un fragmento de una ‘otalidad més vasta que nunca estaremos en posibilidad de restituir. El documen- toportador y materia de la memoria hist6rica, contiene el centramiento mediador de aquel que le dio vida y realidad. Los oficiales de la Casa de Moneda y Fundicién de PopaySn, en siglo XVIII, cuando registraron las partidas de oro {ue ingresaban para su fundicin, no consignaron la historia, las peripecias, los sufrimientos, las satisfacciones, las fantasias, que los hombres dedicados a su extraccién en los distritos mineros de Ia Gobernacién, construyeron para darle fuerza a su permanencia y actividad en estas regiones cargadas de fiebres, de pestilencias, de humedades. de la putrefaccién y en fin, de un sinniimero de vivencias y representaciones que les dieron una realidad propia y original a los entables mineros que en ellas se fundaron, El dato, el ntimero, el registro de los oficiales de Ia Casa de Moneda, en estas circunstancias, es parcial: es una redueci6n de realidad y, al mismo tiempo si se quiere, construye una metéforade riqueza que contradice, al decir del Presidente Manso y del Virrey Messfa de la Zerda, la pobreza de los mineros del Chocé y Popayén, 7 (iS M RLER soph hs enn dct Capitulo 1 EL ESPACIO DE UNA ECONOMIA REGIONAL EN EL PERIODO COLONIAL A lo largo de los siglos, América Latina no sélo ha sufrido el despojo del oro y de ta lata, del salitre y del caucho, delcabre ydel etroleo: También ha sufrido la usurpacién de la memoria. Desde temprano ha sido condenada a la amnesia por quienes le han impedido ser La pretensién de elaborar un discurso que se aproxime a los procesos hist6ricos de la vida econémica y social que afectaron en el pasado a los miembros de una sociedad regional colonial, le impone al historiador econdmico una doble dificultad, como resultado del imperativo discipli- nario de describir y explicar la dindmica de una economia preindustrial en su especificidad y en sus propios términos y al mismo tiempo en su articulacién @ una «economia mundo», surgida en el interior de un Proyecto expansionista de cardcter imperial En el primer nivel de complejidad, la economia colonial regional de la Gobernacién de Popayén aparece inmersa en un conjunto més amplio, como la parte de un todo que en los siglos xv1 y xvi! fue pensado como la extensi¢in del cuerpo de Espaiia en América y quc en el siglo xvitt fue definido, en el interior del proyecto borbénico, como colonia: el Nuevo 88484 Reino de Granada’. En el segundo nivel ellaes sélo un fragmento de una totalidad mas vasta, la economfa imperial, aut6noma y desarticulada, en cicrta medida, de las orientaciones y destinos que supuestamente com- prometicron la totalidad del Virreinato de la Nueva Granada. Esta contradiccién, que no ha sido suficientemente investigada y analizada en el caso de la Gobernacién de Popayén en particular y del Virreinato de la Nueva Granada en general, pone en tensiGn ala mayoria de las tradiciones historiogréficas que desde el siglo xrx se han centrado enel mundo hispanoamericano. En ellas y como una expresién propia de la economia del poder, del imperativo de las asimetrias, la especificidad de los diferentes espacios coloniales surgidos a lo largo de trescientos afios de dominio de Espafian estos territorios, desaparece en favor de los efectos de un corpus juridico e institucional tomado como «paradigma cultural y social modelante» de la experiencia americana‘. La historia pensada asf aparece como un «artificio» superficial, que se niega a enetrar en Io especifico de los espacios econémicos coloniales de América, dando lugar a una «invencién»’, Retornando al primer nivel de dificultad, vemos que la «ficcién» historica encuentra aqu‘ el fundamento de una ideologizacién «coheren- te» del pasado en favor del mito fundador de la «nacién» colombiana, En ¢fecto, la indeterminacién real de los limites jurisdiccionales del Nuevo Reino y el posterior Virreinato, asi como los de sus provincias constitu- tivas, ha servido para instaurar una representacién imaginaria de la cobertura geogréfica de esta antigua colonia, coincidente con la corres- pondiente al actual territorio nacional En el caso de las provincias que constituyeron la divisién politica y administrativa colonial, esta representacién es todavia mds reductora; de alguna manera, ella diluye los conjuntos regionales del pasado en favor delas determinaciones del presente. Expresada esta situacién asi, resulta que para la mayoria de los colombianos de hoy es incomprensible la preeminencia politica, econémica y social de Popayén en el periodo colonial, frente alo deprimido de su economfa actual. Lo mismo sucede ‘con otras regiones como el Choos, Barbacoas, el valle del Magdalena, etcétera. Para algunas de ellas, conocidas en la «imaginerfa» de lo colonial, como vastos espacios productores de metales preciosos, la ««ideologfa de lo nacional» no alcanza a dar cuenta de su «indigencia» en el presente y del por qué hoy siguen, como en el pasado, siendo fronteras de reciente ocupacién y de economias extractivas. Para las otras, como el valle del Magdalena, la riqueza de sus haciendas y de sus yacimientos ‘mineros hoy en dia, transforma en paradoja la pobreza caracterizada de sus haclendas y la escasez relativa de sus filones aurfferos en la colonia, 2 Este haz de contradicciones e incomprensiones sobre nuestro proceso no procede tinicamente de una ausencia de consvivucia hist6rica de los colombianos, ni de una carencia historiogrética; él surge como unefecto del sentido institucional de la historia y a su vez, de nuestra asombrosa insularidad disciplinaria: En el primer caso, el sentido de la historia, tradicionalmente en los medios educativos del pafs, en la retorica de sus gobemantes, en los mensajes de las mass media y en los investigadores ertenecientes a ciertas tradiciones, la historia continua siendo el estudio Gelos hechos del pasado; discurso fundador de mitos. Lanegacién que esta perspectiva produce es, precisamente, la causa de la emergencia del haz de contradicciones, En sus investigaciones y en su discurso desapa- Tecen los problemas econémicos, politicos, culturales y sociales de la Colombia actual; es un saber trivial, propio de anticuarios. De allf el Gesconocimiento sobre los procesos histéricos de los problemas que afectan a la Sociedad en su conjunto y de la especificidad de lo regional. Elsegundo caso, lainsularidad disciplinaria, producto delas determina iones de la trivializacién de la historia, manifiesta una ausencia més radical. Carecemos de los componentes explicativos comparativos, a Partir de los cuales podamos situar y comprender las regiones en una economfa virreinal y posteriormente nacional y de éstas, a su vez, en un contexto més global como el hispanoamericano, Estas situaciones suscintamente comentadas, que aparentemente no tienen por qué hacer presencia en los pérrafos introductorios de un Capitulo que trata sobre el espacio de la economia regional colonial de la Goberacién de Popayén, me dan pie para seftalar el lugar de esta investigacién en los estudios historiogréficos colombianos y, sobre todo, Para dar testimonio de las deudas disciplinarias cintelectuales contrafdas on algunos historiadotes colombianos y latinoamericanos, principal- mente, que establecieron rupturas con las tradiciones que hicieron y hacen de Ia historia un saber de anticuarios 0 que la conciben como un instrumento productor de mitos y legitimidades. Qué implica pensar e investigar la economfa regional colonial de la Gobernacién de Popayén? Para responder este interrogante diria, en Primer lugar, que ella, la|economia regional de esta seccién politico administrativa del Virreinato neogranadino en el siglo xv, es una resultante y no un punto de partida, de economias subregionales, algunas de las cuales estuvieron integradas entre si,y con otras de naturaleza casi autérquica que comprometicron a muy reducidos nicleos de poblacién’. Es decir, la economfa regional de esta provincia y gobernacién, en el Perfodo colonial, no fue un todo homogeneo, Estas desarticulaciones fragmentaron su territorio, bastante extenso de por si, dando lugar al " 23 surgimiento de conjuntoseconémicos relativamente integrados en medio de enormes espacios «vacios». que tuvieron mny poca participacién en el conjunto de la economia de la Gobernacién y del Virreinato’. Analizados desde la perspectiva del presente los conjuntos de econo- mfas que lograron articularse entre si, en los siglos xv al xvn, particular- ‘mente en éste tiltimo, se concluye que ellas lo hicieron en funcién de los determinantes propios de la «economia mundo» de este perfodo y no como resultado de las dinémicas internas de la Gobernacién de Popayén, del crecimiento de las poblaciones, de una mejora en sus condiciones de vida 0 del fortalecimiento de los vinculos comerciales con los otros espacios coloniales de hispanoamérica. La historia econémica de Ia Gobernacion de Popayén, a pesar de su propiaespecificidad, encuentra as su lugar enn sistema econdmico mas global y una parad6jica regularidad que la pone en relacién, guardadas las, distancias y sus diferencias, con algunas situaciones econémicas actua- les: que las regiones econémicas que més répidamente se vincularon y se interactuaron con la «economfa mundo» de los siglos xvt al xvi, fueron, por asf decirlo, aquellas que estaban situadas en las periferias de los centros de poder politico y administrativo colonial. Hablo de periferias enrazén de las caracteristicas sociales y de poder constituyentes de estos ‘centros urbanos. A pesar de la «ficcién» que por muchos afios se ha mantenido sobre la capacidad de cobertura geografico-politica de la Legislacién Indiana y de las Cédulas y Pragméticas reales en la Nueva Granada, es un hecho ya demostrado que el poder de la administracién colonial estuvo mediado, si no fragmentado, por los intereses de os, grupos hegeménicos locales y regionales. Es decir, que, sin legar a esquematismos mecanicistas, existi6 una correspondencia entre la es- tructura de «archipiélago econémico» y la constitucién de micropoderes regionales’. En este orden de ideas, la geografia econémica y politica de la Gobemacién no sélo estuvo condicionada por los determinantes propios de la «economfa mundo» de la época, por los intereses locales y regionales, sino también por las caracterfsticas ecol6gicas de los territo- rigs de la Provincia y por su riqueza en metales preciosos. 1 |. Los determinantes geogréficos de una economfa regional El territorio de la provincia y Gobernacién de Popayén, desde su fundacién, fuie uno de los més extensos del Virreinato del Nuevo Reino de Granada?; desde sus inicios, con la demarcacién que hizo Pizarro en 1538, (que determinaba los Ifmites entre esta Provincia y la de Quito), sus 24 fronteras politicas hacia el Norte y hacia el Sur-Este fueron inciertas, cubriendo ma extensién que iba eproximadamente desde Sautafé de Antioquia y la Gobemacién de San Judn hasta el rfo Amazonas y las tierras ocupadas por los portugueses"”. PosteriormentelaregiGnamazénica fue desagregada para crear la Gobernacién de Maynas, cuyo limite Nor- Oeste no fue definido claramente en relacién con lade Popayén, segdn se desprende de la carta geogréfica elaborada a raiz de la visita de Don Francisco Antonio Moreno y Escandén en la segunda mitad del siglo xvi, Este territorio fuel «escenario natural» en donde se desenvolvié una sociedad esclavista y de servidumbre «indigena», caracterizada econ6- ‘micamente por la minerfa y las haciendas que en su conjunto crearon diversos circuitos comerciales de orden inter e intra-regional, Al lado de estas/unidades econdmicas y de los «poblados de espafoles»"*, existieron enormes «espacios vacios» en los que la presencia del régimen institucional colonial fue precaria y nunca tuvo el poder requerido para articularlos a una esfera de dominacién politica y econémica determina- da. El resultado fue el surgimiento paulatino de rivalidades regionales, alimentadas por conflictos de intereses y competencias sociales, dentro del espacio geopolitico de la Gobemacién, que posteriormente, en los SiGLos xn¢y xx, coadyuvaron asu desmembracién. Estas fragmentaciones de-lo social y lo politico fueron favorecidas por las peculiaridades ‘geogrificas del territorio y por su extension. por medio de la ‘expropiacién de las funciones del sistema gubemativo originalmente establecidas en la LegislaciGn Indiana®. Desde el Angulo de los «hombres de todos los colores» y en particular de los esclavos, las fragmentaciones de este territorio condujeron a que paulatinamente, fuera surgiendo un «pacto social» entre éstos y los, grupos de poder local; este «pacto» produjo rupturas y fisuras en el sistema jurfdico del entable colonial Io que a la postre gravit6 para que, transcurrido el tiempo, surgieran nuevas relaciones sociales de produc- ci6n y nuevos valores culturales, segtin se destaca en los documentos judiciales y en las relaciones de viajeros que visitaron estas provincias en Jos afios finales del siglo xvm y a principios del xx" 37 El efecto més notable de estas fragmentaciones, propias de un sistema de archipiélago, se expresé enel nimerode los pobladores de esta Gobemacién y en su enorme dispersién lo cual propicié ain més su insularidad, el reforzamiento de las redes de clientelas, y el carécter ‘mediterraneo caracteristico de un vasto espacio, que carecié de adecua- das vias de comunicacién y de una expedita salida al mar, 1.2. La poblacién de la Gobernacién de Popayan Elntimero de os hombres, aunque ha interesado en diversos periodos historicos, no ha sido una preocupaci6n sistemética de los regimenes politicos antes del advenimiento de la Hamada «modemnidad» con el Surgimiento de los «estados nacionales». En el terreno de la dsciplina hist6rica este interés practicamente se sitda en el presente siglo, ante los interrogantes que surgieron entre los investigadores como consecuencia del ritmo acelerado del crecimiento de la poblaciGn a nivel mundial que enmésde las dos terceras partes del mundo de hoy, ha desbordado, apesay de las innovaciones teenol6gicas, la capacidad de las economias para absstecer a estas grandes concentraciones humanas hasta ahora creien- Transladado este problema al pasado de una sociedad colonial regio- nal, las preguntas formuladas por la demograffahistérica, para ottos espacios sociopoliticas y econémicos, deben variarse en razén de las caracterfsticas propias que asumieron los diversos colectivos Socioculturales aellasintegrados y en algunos casos débilmente arta lados. En otras palabras, es afirmar que si bien los interrovantes disciplinarios y politicos no pierden validez, los problemas que abordan tienen su propia historia dificilmente reducible a un «universal La construccién y desarrollo de un espacio colonial, de sus rupturas € integraciones, significé el avasallamiento de los grupos culturales, poblaciones nativas, existentes en su interior, Este hecho conocido ampliamente por la historiografia hispanoamericana, o por los denomi. nados «americanistas», ha suscitado, desde un pasado que ya tiene Quinientos afos, intensos debates y polémicas que en mas de una ‘oportunidad han adquirido el «sabor» de una confrontacién ideol6gica, Dues lo que esté en juego no es la solucién a un problema de cardeter Cientfico sino un juicio moral, dial6gico y ahist6tico, que se translada hasta el presente calificando y sentenciando las acciones de los conguis- tadores y el papel cumplido por un imperio, hoy Estado Nacional, frente a los hombres del cuarto continente. 4 38 Los resultados de estas disputas, han sido inciertos y diffciles de evaluar en los 6rdenes disciplinarios. Aunque desde mediados de este siglo los antrop6logos, los demégrafos y los historiadores, quisieron responder al interrogante que se preguntaba por la magnitud de la poblaci6n de este continente en el momento de su descubrimiento por los europeos, todavia hoy no se ha podido obtener un célculo que los satisfaga a todos, Esta situacién se hace mucho més dramética en el momento en que requerimos las cifras de poblacién de algunas de las divisiones politico-administrativas que Espafia constituy6 en los territo- rios descubiertos y colonizados desde el sicto xvi; en la mayoria de los casos encontramos que el desacuerdo persiste y los problemas planteados por la demografia hist6rica siguen sin resolverse. Para la Nueva Granada este impedimento no varia, no obstante a que hace yams de veinte afios que se sugirieron algunas cuestiones atinentes este tema, los historiadores se han abstenido de afrontarlas met6dica- ‘mente’, Enestas circunstancias siguen teniendo vigencia los cdlculos de poblacién que se hicieron a principios de las décadas de los afios sesenta ¥y setenta que, para el siglo xvi, con base en ta poblacién tributaria, ‘establece un volumen demogrifico entre tes y cuatro millones de nativos dependiendo del indice que se tome por tributario, dentro de la familia nuclear“. La Gobernaci6n de Popayéin, a pesar de ser una de las regiones mas investigadas, no se escapa al limite impuesto por la inconsistencia de los datos demograficos que se han estudiado. Aunque las visitas efectuadas, ten los primeros sesenta y nueve afios después de fundada Popayén, muestran la intensidad del descenso de la poblacién originalmente encontrada, se carece de cifras precisas que engloben a los grupos de nativos de todo el territorio. Pese a lo anterior se ha calculado, con un {indice de tres personas por tributario y con base en los informes de Tomas, Lopez para las fundaciones de Popayan, Anserma, Pasto, Cartago, Caramanta y Cali, que hacia 1536 habfa un total de 132.531 «indfge- nas». Estos recuentos de poblacién, que sélo nos dan una idea aproximada del mimero de los nativos existentes, tanto en el Virreinato como en la Gobernacién, ocultan un problema de mayor envergadura que afecta a todo grupo humano que se asiente en un territorio determinado: que la mayor o menor densidad demogréfica no depende simplemente de las caracteristicas del medio ecol6gico en el que hace presencia un grupo ulturalmente homogéneo; que ella, la densidad demogréfica, estd subor- inada, si no totalmente, por Io menos relativamemte, a las determina- ciones del «orden de la cultura» y la «enculturacién»*, En este sentido 39 consideramos que los célculos de poblacién aborigen, efectuados por los historiadores demégrafos y viceversa, son antficiosos puesta que no tienen en cuenta la organizacién sociocultural de los grupos nativos det siglo xvt. La enorme diversidad geografica y ecol6gica de esta Goberna- ci6n, aunada a las diferentes formas de organizacién politico-social existentes dentro de este terrtorio, sefalan que el indice del ndmero de «, y ‘aunaeconomfa mineray hacendaria caracterfsticas de esta Gobernacién. A su vez, el vacfo se nos transforma en afirmacién, en positividad, ‘cuando, a la luz de las investigaciones arqueolégicas y etnogréficas, cuando a través de la etnohistoria, de la memoria oral, de las tradiciones 41 ¥ de los mitos que todavia subsisten, encontramos que los grupos étnicos choy, de selva, de andes, de costa y ce Hanuras, habiéndose conscrvado y transformado a lo largo de quinientos afos reinterpretan, mantienen y efuerzan sus tradiciones, su identidad, situados en los territorios que, recisamente, la sociedad hispanizada no pudo ocupar y controlar. Este proceso, que slo muestra Jos limites del sistema colonial, va surgiendo de la documentacién de los oficiales de la Caja Real de Popaydin, en el momento en que Ilevados por los interrogantes referidos al volumen del tréfico de mercaderias y al estado de los caminos que comunicaban a esta ciudad con otras del Virreinato y ain de la misma Gobernacién, descubrimos el patetismo de los informes deestos oficiales y de los administradores de los caminos cuando tienen que «confesarsen ue carecen de la mano de obra del «indigena> y de sus ributos y que por lo tanto no pueden arreglar estos senderos como desean porque éstos se Tes han hufdo, se han refugiado en las montafias, desocupando varios Pueblos fundados en el sicto xvn, a costa de sacrificios®, Elrecorrido que hemos hecho hasta el momento, pretende mostrar ue los censos de poblacién efectuados en el siglo xvi, en el territorio de 1a Gobemacién, y que a continuacién analizaremos, contienen en st estructura problemas que dificultan conocer el volumen total de los hombres de una macro region en este periodo de la historia regional. Asi mismo que por la naturaleza del sistema colonial, los censos s6lo enumeran la poblacién hispanizada y dejan por fuera a los grupos culturales asentados por fuera de sus fronteras*!. En otras palabras, hacen Parte de una visin muy parcial de la historia determinada por el primado de unas metodologfas y de lo palmaria y disciplinariamente reconocido como documento. Los recuentos de poblacién, que se hicieron en la Gobernacién de Popayén y en elvirreinatode la Nueva Granada, alo largo del siglo xvm, Por sus caracterfsticas, son suceptibles de diferenciarse con base en los niveles de complejidad logrados®. La Corona con el objetivo de llevar acabo las reformas administrativas y econémicas, que hicieron parte del Proyecto borbsnico, y con el fin de impedir la salida de los metales reciosos y de otros géneros por la costa del Choc6, nombré visitadores que debian recorrer estos territorios e informar sobre el estado de sus Poblaciones, de su economtfa y de los posibles nuevos rubros de explota- cién que incrementaran los ingresos en sus arcas reales. Estas visitas, por el cardeter irregular de la wencuesta», as{informen sobre el niimero de los. Pobladores de todos y cada uno de los pueblos que se encontraron en el recorrido, no podemos considerarlas comv vetsos de poblaciGn pues en elas no hacen presencia variables consistentes y sisteméticas de a agrupamiento de los habitantes de estas regiones®. Fuera de estas visitas, que s6lo anuncian y prefiguran la estructura de 1s registros modemnos de poblacién, se efectuaron censos, acargo de los virreyes y de los gobemadores de cada provincia, con los cuales lo que se buscaba era obtener cuadros comparativos sisteméticos de todos y ‘cada uno de los componentes administrativos, fiscales, econémicos, de ccorreos, militares y de poblacién propios del entable colonial. Afirmaria {que con estos censos, por primera vez en los provesos politico-econdmi- cos de hispanoamérica, se obtuvo una visién comparativa de todos los virreinatos de este Continente, surgiendo asf una mirada centrada en los diferentes niveles de «desarrollo» econdmico, politico, social y adminis- trativo, que era nueva y que, al mismo tiempo, comenzaba a darun lugar a todos y cada uno de estos virreinatos en el contexto continental. En el afio de 1772 se produjo un informe de la visita que habia hecho a todo e! territorio del Virreinato de la Nueva Granada, el Fiscal Protector de Naturales y Juez y Conservador de Rentas, D. D. Francisco Antonio Moreno y Escandén, por orden del Virrey Bailfo Frey don Pedro Messia de la Cerda; en éste, al tenor de lo dispuesto para esta oportunidad y con base en una visién critica de los informes que hasta ese momento se habfan efectuado por parte de los presidentes y virreyes precedentes, ala letra se lee: « politica del Virreinato que resulta del entramado de las leyes, de las disposiciones de la Audiencia, de las Cédulas Reales, se rompe cuando ingresamos al terreno de las relaciones econémicas y sociales del mismo y, sobre todo, al examen de los dispositivos de articulaciGn espacial y comercial que lentamente fueron surgiendo entre su cabeza administrativa y el resto de las funda- ciones en particular las de esta Gobernacién. ‘Mantener la comunicacién entre Santafé de Bogotd y Popayan fueuna ‘empresa ardua, tanto por el llamado Camino del Magdalena y Guanacas, ‘como por el del Quindfo. Los viajeros y comerciantes al tomar las rutas, ‘que iba desde la capital del Virreinato a las provincias situadas al sur, en el valle del Magdalena oremontando lacordillera Central enel del Cauca, Cuadro 1.3 Poblacién Gobernacién de Popayan ANO POBLACION % x 1000 1797 157955 ama 1835 189108 3151 1843, 242381 ‘1 Chocéy lamesetade Popayén, fueradelos cambios enelclima,aveces bastante bruscos, debian de soportar los malos pasos por desfiladeros estrechfsimos, los pantanos, los tramos que con cualquier Huvia se transformaban en arroyos, a soledad de ciertos parajes y, précticamente, tuna total ausencia de ventas y posadas en las cuales refugiarse en las rnoches, amén de las viscisitudes provocadas por los arrieros con sus bestias y con los habitantes de los sitios por donde pasaban fécilmente hacfan dudar a mds de uno sobre la conveniencia de emprender un viaje de estos y sobre su sobrevivencia. En otras palabras, la precariedad de los caminos reales y en especial de los que conducfan a los repartimientos, a los frentes mineros 0 que simplemente comunicaban a las haciendas entre si y con otros pueblos, fue extrema durante todo el perfodo colonial y cl siglo x1x. Este hecho sirvié en més de una oportunidad para desalentar cualquier empresa que intentara reactivar econémicamente algunas regiones del interior y a su vez, gravité en el mantenimiento de 1a debilidad del aparato colonial. y posteriormente del republicano, al mismo tiempo que el relativo aisla- miento en que vivian los habitantes de estas regiones reforz6 las estruc- turas de poder local, que iban en detrimento del proyecto colonial del siglo xvi. Este combate entre los poderes locales y la administracién colonial, ‘estas luchas entre los grupos de laélites de unas localidades frente a otros, fueron resultado de las regularidades histéricas que se crearon en el proceso de ocupacién del suelo conquistado y del sentido con el cual se construyeron los caminos coloniales. De hecho, todas estas trochas fueron el resultado inicial de un imperativo militar y no el producto de las actividades econémicas ya fueran éstas mineras, hacendariaso comercia- Jes. Laconsulta documental y la confrontacién de la historiografia regio- nal sefiala un hecho ineludible: que por més de doscientos afios, fuera de Jos esclavos introducidos al Nuevo Reino y del oro y plata producidos en ‘sus minas, fueron relativamente escasas las mercaderfas introducidas desde Europa, «géneros de Castilla», y que el tréfico de «productos de la tierra» fue reducido y en algunas localidades inexistente’. De esta manera surgen a la mirada del historiador el derrotero de las vias que comunicaron a la Gobernacién con el Virreinato, asi como los dos perfodos que se demarcaron en relacién con el papel que cumplieron los caminos en la construcci6n de un entable colonial: (a) La apertura de fronteras; (b) los intentos de consolidacién de un sistema econémico que integrara varias regiones En referencia con el primer perfodo y a pesar de la enorme distancia que separaba al camino de Guanacas con el del Quindfo, podemos afirmar que el destino de uno de ellos comprometié directamente la suerte de! otro. En efecto, la comunicacién de la Gobernacién con Santafé y viceversa por més de cién afios estuvo condicionada a la resistencia que presentaron los grupos nativos situados entre «Los Dos Rios» y a las dificultades climéticas y de selvas que presentaba la Cordillera, las pendientes de sus taludes y la altura sobre el nivel del mar que en ningdn ‘tramo, desciende de los tres mil metros. La apertura de fronteras significé para los conquistadores que venfan desdeel Pend, enel siglo xvi, laconstrucci6n de una percepciGn geogrifica en la cual el sistema cordillerano y su influencia en los valles y mesetas adyacentes dividfa este espacio en dos regiones, demarcando una barrera natural conocida con el nombre del Alto Magdalena’. Los peninsulares 1 oat see Lite del eserane Arno, ota 1.000 debieron ascguras Ia conmunicaciGn entre uny y ory valle pur medio de la —— | Fete ce neni emenenss ie construccién inicialmente del camino de Guanacas y al mismo tiempo 4 ‘Caminos coloniales delas Gobernaciones de Popayén y Nelva Siglo sm se Futa de Fay Juan Santa Gers uta os Corecs CO cones nines A Punts Cinces imports 50 51 dominar alos paeces y pijaos, situados al Norte, y alos grupos de laregién amaz6nica. Esta pretensidn se vio ohstacnlizada, pues las fundaciones de La Plata y Paez se vieron comprometidas y destrufdas en repetidas oportunidades por parte de los paeces, yalcones, timanaes y piraques, uienes se opusieron con tenacidad a la ocupacién de sus tierras y a la sujeci6n impuesta por los curopeos. En las vegas del Alto Magdalena, junto ala Plata, se asentaban grupos provenientes de estas organizaciones étnicas, que para los habitantes de esta ciudad eran los «menos risticos», compartiendo el territorio con los de Timand por medio de alianzas y relaciones inter-tribales". En cambio los situados junto al rio Paez y Tierradentro, que en comparaciGn con los anteriores eran «mds risticos», se estaban expandiendo y amenazaban continuamente la estabilidad de las fundaciones que se intentaron hacer en repetidas oportunidades en la Cordillera Central®. (Véase cuadro 1.4) Laintensidaddelos conflictos y de los enfrentamientosenestaregion, se hace patente en los registros que llevaron los cronistas y los adminis- tradores coloniales, que claramente muestran la naturaleza de la frontera bélica y el costo en vidas humanas que tuvieron que pagar los espafioles ppara lograr el dominio de las tierras situadas entre «Los Dos Rios», alo largo de casi cién afios. Las primeras fundaciones de espaioles antes que impulsarl estable- ccimiento de una red comercial, tuvieron como motivo principal asegurar la sobrevivencia de los conquistadores y la sujecién que ya, por los afios finales del sigloxvi, habfan logrado de algunos grupos étnicos regionales. La Plata, a pesar de su nombre, en su segunda fundacion a siete leguas de la primera y fuera de la cordillera, no fue mas que un «presidio de ‘hombres en armas» cuya funcién primordial era mantener despejado e] ‘camino entre esta ciudad y Popayén". El esfuerzo que significé mantener pobladas las fundaciones y libres los incipientes caminos, no arrojé los resultados esperados. Hacia 1576 Ta Gobemnaci6n de Popayén se encontraba practicamente sitiada desde el ‘Sur de su cabecera administrativa hasta Cartago, Anserma y Toro. Por la resistencia de los «indfgenas» que poblaban el valle del Magdalena y las estribaciones de las cordilleras que lo circundan, se encontraba separada de la Gobernacién de Neiva y sin muchas posibilidades de auxilio y comunicacién con Santafé. Esta situacién no vari6 iniciado el siglo xv. Por el contrario las arremetidas de los pijaos contra las recién fundadas poblaciones como Caloto, oblig6 a la Corona a colocar a don Juén de Borja, quién ala sazén ‘era Presidente de Ia Audiencia, al frente de las expediciones punitiv encargadas de someter a los grupos nativos que se resistfan al dominio 2 espatiol. Laestrategia empleadaen esta oportunidad, de controlarel valle ‘del Magdalena y no ingresar directamente a lasestribaciones cordilleranas as{ como la de quemar y talar los poblados de los nativos y sus cosechas, Ie dio a don Juén de Borja el desenlace que sus antecesores no habfan logrado. Sin embargo y a pesar de los éxitos alcanzados, los vecinos de las ciudades situadas en el piedemonte occidental de la Cordillera Central se quejaron, en particular los de Cartago, pues la presencia espafiola en el valle del Magdalena y su presi6n sobre los cacicazgos de lacordillera, incidié para que estos grupos atacaran las poblaciones situadas en el valle geogréfico del rio Cauca”. Durante més de cién afios el flanco oriental de la Gobernacién de Popayn estuvo en agitacién permanente, por las guerras de exterminio {que adelantaron los peninsulares en este territorio. Esta inestabilidad continuada propicié la pérdida de la influencia econémica y social de Santafé de Bogoté y favoreci6, al mismo tiempo el surgimiento y afianzamiento de las relaciones de este tipo entre Cartago, Cali y Popaysin con Quito y el Peri. En este proceso los caminos de la Gobernacién, a pesar de las dificultades en su trénsito, en algunos casos extremas, adquirieron enorme importancia pues a la postre se transformaron en las rutas que desde el Chocd, el Raposo, los Siete Reales de Minas y posteriormente Barbacoas, irfan a alimentar las demandas de metales preciosos ejercidas desde la metr6poli ‘Cuadra No 1.4, EXPEDICIONES CONTRA LOS PLJAOS. 1538 - 1610 ORIGEN NoDEEXP. NoDEESPANOLES %h MUERTOS % Popayan 50 2606 819 0 55.1 Nuevo Reino 10 576 181 ST 448, TOTALES 60 3182 100. 127 999 Finalizadas las gucrras de exterminio le correspondié a los habitantes de la Plata y Popayén, Ibagué y Cartago, iniciar la reconstruccién de los dos caminos que unian a esta Gobernacién con Santafé. Con este propésito y en el caso del camino de Guanacas en el afio de 1706, don Andrés del Campo Salazar, solicit6 a la Corona la concesién de esta via, 33) fundamenténdose en las autorizaciones que a lo largo del siglo xvu, ésta habfa concedidoa sus predecesores, sin menoscabo de sus intereses y del supuesto control que sus funcionarios estaban en la obligacién de ejercer, del estado de la via”! Para don André la situacién no era nada facil, Frente a su pretensién de obtener la concesién del camino seerigianen su contra las actuaciones de su abuelo y su padre, quienes a lo largo de setenta aiios habfan usufructuado los derechos del portazgo de Guanacas,el trabajo obligato- rio de los «indigenas» paeces en la construccién y el mantenimiento de esta via, de los frutos de sus sementeras y del derecho de cobrar un orcentaje porlos ganados que lotransitaban, sin que se viera una mejoria en Jos malos pasos, en los tambos para que los viajeros se resguardaran y enel trénsito de las mercaderias”, ‘Ademés, ya para los primeros afios del siglo xvui el proyecto coloni de los borbones trataba de desconocer los privilegios de los descendientes de los primeros conquistadores, como una forma de recuperar el terreno Politico y administrativo en hispanoamérica que se encontraban lesiona- dos, en favor de los intereses privados, desde el siglo xvi", En estas Circunstancias don Andrés del Campo Salazar tenia poco que argumentar en su favor ante la Corona por lo cual se sirvi6 de sus influeneias ante los ‘gobernadores de Popayén y asf obtener, a costa del erario real, los beneficios econémicos y el disfrute del paso de Guanacas™: Pero en las deficiencias del camino no s6lo actuaron la mala fe y los intereses de algunos personajes que medraron al amparo de las autorida- des locales; también tuvieron que ver el trazado del mismo que no ascendia por las curvas de nivel" sus pendientes, el paso de los ganados gue daiiaba el suelo de la via, las deficiencias tecnologicas y, sobre todo, aalta luviosidad de la regién cordillerana qui ‘aelmantenimiento de la ruta durante la mayor parte del afio con excepciGn de los meses secos™. En este orden de ideas podemos afirmar que estas situaciones del camino se mantuvieron a todo lo largo del periodo colonial y hasta bien avanzada la fase republicana posterior. El camino del Quindio, la otra ruta que comunicaba a la Gobernacin de Popayén con Santafé, entre las ciudades de Cartago ¢ Ibagué, sufrié viscisitudes similares al de Guanacas. Su apertura fue fruto de los intereses privados que muy pronto fueron transformados en una «razén de Estado», atendiendose a los desplazamientos sucesivos que sufrieron as fronteras mineras en esta parte del territorio de la Audiencia de la Nueva Granada; fue el resultado del traslado de Cartago a orillas del rio La Vieja del descubrimientoy puesta en explotacisn de los yacimientos ‘mineros del Choc”. 54 Enesta primera parte de la historia del camino, su actividad comercial adquirié un nuevo protagonismo desconocido hasta entonecs: Por él circularfan la mayor parte de los abastecimientos que irfan a sostener la actividad minera del Choc6. Sin embargo, en los afios iniciales del siglo Xvll, este sector de la economia decayé puesto que, entre otras cosas, los mineros y hacendados de Cartago pudieron abastecer sus minas con independencia de las dems producciones agricolas, provenientes de otros lugares del Nuevo Reino. Esta incipiente autonomta de la «ciudad 4delos confines del Valle», no duré mucho tiempo: Cartago también se vio afectada por la campafia de Don Juén de Borja, contra los pijaos, que extingui6 la poblacién «indigena» de sus contomnos o simplemente la hizo huir, y porque en reemplazo del trabajo forzoso de estos hombres, Jos mineros se vieron compelidos a comprar esclavos, transformando las condiciones originales de sus empresas mineras. Este cambio forzoso en las relaciones sociales de produccién, introdujo un nuevo factor que tuvo repercusiones en su estructura y organizacién, puesto que yano contaron con la gratuidad del trabajo «indigena», lo cual afect6 su rentabilidad”’ Fuera de esta situacién de cardcter local, la campafia de Don Jun de Borja, al pacificar a Timand y sus regiones aledafias, provocs un cambio en el eje de circulacién de mercancias al consolidar 1a posicion de Popaydn, como centro hegeménico de la Gobemnacién. La decadencia de Cartago en el siglo xvii comprometié el futuro de! camino de! Quindfo hasta bien entrado el siglo xvi, momento en el cual los mineros de Cali desplazaron a los de Buga y a los de esta primera ciudad en las explotaciones aurfferas del Chocé y el Raposo. Por el camino ya no cireularon los productos de la tierra sino los esclavos provenientes de Cartagena de Indias y, en diréeci6n contraria, algunas remesas de oro que iban a la Casa de Moneda de Santafé de Bogota”. Peroaligual que el camino de Guanacas, el del Quindfo se caracteriz6 por sus malos pasos, por sus pendientes, por su abandono en general y por Ja depresiGn econdmica del valle del Magdalena que ya para finales del SIGLO XVII no producfa oro y plata, en las cantidades requeridas por las autoridades y por los habitantes de esta extensa regién. En efecto, la documientacién existente de este valle muestra que con la excepcién de tuna pocos individuos dedicados a extraer pocas cantidades de oro en polvo del lecho de los rfos, los demés pobladores de esta regi prictica- ‘mente estaban por fuera del trafico comercial colonial. «E!3 de diciembre de 1754, el cabildo de Ibagué envié al Virrey Solis una representacién por medio de la cual se ponia en conocimiento que»: 55 ngsta miserable ciudad [Tbagué] s6lo se mantiene de los sujetos que ‘ransitan una montafia que llaman Quindio la que resulta su traspaso a las. provincias del Chocé camino sumamente brevisimo para aquellas pro- vvincias, como para lade Popayén, Buga, Cali, Cartagoy otros parajes. De srandisima comodided para el comercio por lo muy breve de su trnsito '¥ menos costoso el cual no se transita como pudiera a causa de hallarse los caminos rodados y descompuestos, motivo de no haber en esta ciudad ‘sujetos de adelantado candal que pudiesen capitular con su Magestad el referido camino... por donde pasan los caminantes, cargas intereses y viveres con que se alimenta esta ciudad por venir ella todo de acarreto ‘de otras partes; cuyo monte desde esta ciudad hasta Chiculcal ms arriba del paso del rio de Quindo (que son los términos de esta jurisdicci6n) ¢s tan cienegoso ¢ intransitable que s6lo la urgencia, precisa a tal cual necesitado hacer viaje por él, dando la vuelta los mereaderes por el camino de la Plata con gran dilacién y crecidos costos; ..en esta jurisdiccién no se dan hayas, garvanzos, arinas y si todo esto, como la sal, ajos y otros alimentos se traen del Reino a esta ciudad; y si por la dicha 4spera montafia ha avido ocasiones de mucha escasés, de suerte que lleg6 ‘valer cada libra de sal a cuatro, aseis y a ocho reales, siendo su regular precio a real cada libra»™ Lassituacién de pobreza y depresidn de Ibagué a mediados del siglo xvi, sefiala el efecto de las desarticulaciones de una economtfa colonial y del relativo poco impacto de la actividad mineraen la ampliacién de un circuito de mercadeo de productos de la tierra y de «Castilla» que lograra trascender los determinantes locales de las fronteras mineras del Chocé. De hecho, al estar situada esta ciudad en el piedemonte oriental de la cordillera Central, en uno de los bordes del valle del Magdalena, sus Tecursos econémicos fueron escasos. Este Valle, paracl sigloxvm, habia Perdido gran parte de su importancia como consecuencia del apreciable ‘descenso de la produccién demetales preciosos de las minas de Mariquita®. Asi mismo, la produccién agricola, fue de muy reducidas proporciones. La explotacién del ganado vacuno, que en su mayor parte era cimarrén, estuvo supeditada a las demandas de Popayén y Santafé, y no tanto a sus mercados interiores, en raz6n del bajo volumen demogréfico de esta regin®. En estas circunstancias la pobreza de Ibagué y de todas las Poblaciones del Magdalena fue la expresién de una doble ausencia: de metales preciosos y de estructuras de mercadeo inter-regionales que favorecieran sus producciones agrarias, de pita y de ganados. Para el siglo xvutla Gobemacién de Popayén se encontraba separada or su Ifmite oriental de Santafé, de Honda y porllo tanto de Cartagena de Indias, por un extenso valle deprimido econémicamente, comparado cunt ‘eldel Cauca, alcual desembocaban los caminos de Guanacas y el Quindio 56 ue s6lo servian paraeel transporte de un volumen corto de mercaderfas®. En losafios finales deestacenturia la situacién permance‘ainmodificable. Las recuas de mulas y las cargas que transitaron por el camino de Guanacas, segdn la muestra documental que fue posible encontrar, fueron reducidas, exceptuando la sal y el ganado vacuno. Cuadro 1.5, Productos que Circulaban por el Camino de Guanacas Siglo XVIMI Total |Ropas de|Ropas de |Cera del|Cera de} Cerade ANOS | cargas| Hierro | Castila | Reino |Castila | Andagui| Cacao | Acero 1794] 766 | 1262] 268 | 58 | 21% | 21 | 249.5% | 21% 1795 | 448 sz] 42 | 14] 1307 | 3222] 3% 1796} 691 | 0} 197 | 94] 3 | 43a joer] 16 oat fig0s, | 1a7|si7 [194% | 3ev, | 7718 | aon] 41 El Cuadro precedente muestra que el tréfico de personas y mercade- rfas por esta via, por su exigilidad, no daba pie para reparar el camino y mejorar de esta manera su trénsito™, Las disposiciones que la Corona habfa establecido desde 1664, no fueron suficientes para hacer rentable Jaadministracién del paso de Guanacas, puesellas no atendieron al efecto {que en el piso de ta via causaban las patas de los animales de carga y el ganado vacuno. Porel contrario, los administradores coloniales al querer incentivar el paso de bestias y cargas por esta senda, reduciendo el monto de la contribucidn quese debfa de pagar cuando se pasara de treinta cargas para arriba, coadyuvaron a su deterioro al no teneren cuenta los destroz0s que causaban estos animales en su travesfa. Este mecanismo fiscal a la postre, no fue mas que una medida muy pobre queno surtiG efecto alguno. Por muchos afios este camino estuvo précticamente abandonado como resultado de las pérdidas econémicas que su administracién dejaba. ‘Ademis la exclusiGn que se hizo en 1664, de la obligacin de pagar el portazgo correspondiente, a los religiosos de las Grdenes mendicantes, a los «indfgenas» y alos oficiales de la Corona, sirvié para incrementarlas, dificultades y produjo més de un conflicto entre éstos y los encargados de cobrar la tributaci6n". (Véase cuadro 1.6) En los informes presentados por los administradores del paso de Guanacas entre 1778 y 1796, uno de los cuales fue don Francisco Ventura & J eat WITS (Cuadro 1.6 Capitulaciones sobre el cobro de portazgo , para posteriormente manumitirlos y asf reducir el peso de su alimentacién, de su obligacion de vestirlos y asietirlos en sus necesidades, de los castos de produccién de todas y cada una de sus empresas!” Este tipo de manumisiones se dio B principalmente en laesclavitud urbana y en las haciendas situadas en las, vecindades de los principales centros pahladas, donde era relativamente ‘mis fécil controlar y someter a los esclavos. En ellos ta disponibilidad de los amos para apropiarse del producto del trabajo de estos hombres fue cefectiva y estuvo avalada en la tradicién que afirmaba que el esclavo y el producto de su trabajo era de propiedad de su sefior'” De estos procesos se extrajeron y se construyeron las representacio- nes ideol6gicas clésicas, del mundo de ayer y del de hoy, en las cuales la esclavitud es una relacién social de produccién donde los sujetos opri dos carecfan de los medios necesarios para crear otras situaciones de vida més contrastantes y de mayor autonomia. En las pocas investigaciones ‘en que esto se reconoce, se acude al expediente facil de crear un ethos cultural afticano, como el mecanismo més idéneo para explicar las insurrecciones y rebeliones de esclavos"* En la segunda situacién, contradictoria y parad6jicamente producto de la primera, las manumisiones que se dieron principalmente en los territorios de economfas de frontera, Ios esclavos compraron su libertad ‘con la aceptacién de sus amos o atin en contra de su voluntad. En los rimeros no se cumplié la méxima juridica que afirmaba que lo que era del esclavo, era del sefior; en los segundos, fuera de no tener continuidad cesta tradiciGn se transgredi6, con la anuencia de los jueces del Chocd, el Raposo y Barbacoas y en contra de los dictsmenes de los virreyes Guirior y Ezpeleta, la potestad dominical”™ Esta transgresiGn en la mayoria de los casos no traspas6 los limites de tuna oposicién que se dirimid en el terreno de la cotidianidad vividaen las regiones que por su lejanfa de los centros de poder y la gran urdimbre de sus mezclas socio-raciales, dieron lugar a otra configuracién del mundo colonial. En efecto, en los principales centros mineros, con su mayor volumen demogritico de «hombres de todos los colores» y costumbres, ‘no se consolidé el sistema cultural hispénico, lo cual dio lugar a la formacién de cuadros abigarrados de tradiciones de una marcada inten- sidad. Asf mismo los hombres de las élites, los sefiores de cuadrillas, no se establecieron permanentemente en estos sitios; fueron propietarios, ausentistas que quedaron en manos de los administradores de las minas ¥ de los esclavos, sin poder construir y tomar para silos dispositivos de Control que les aseguraran el pleno ejercicio de sus poderes y de su representacién social. El mundo colonial construy6 de esta manera las relaciones antitéticas que lo fragmentarian todavia més, dando lugar ala aparicién de regularidades hist6ricas que no hicieron parte de la integra- cién mayor. 4 Las fronteras econémicas y de reciente poblamiento fueron espacios de disolucién; de alt, en los informes de los visitadores, las metéforas de lapodredumbre y la putrefaccién. La alquimia de las mezclas culturales y raciales produjo la precipitacién de los valores que la metrpoli y los hombres de los altos cargos crefan que eran perennes; el amancebamiento fue el caldo de cultivo del «parto de los montes»; los curas abandonaron su misién y se dedicaron a medrar, en busca de ventura, al amparo de un proyecto misionero; los jueces y los tenientes de gobernador protegieron con sus silencios a los comerciantes que eludfan el pago de la Hacienda Real a través del contrabando, y alos mineros que comenzaron a dislocar el andamiaje de una sociedad esclavista regional". Estos tltimos iniciaron los procesos de endeude de los esclavos que no les pertenecfan, para que con el mineral en polvo adelantado compra- ran su libertad e inmediatamente se pusieran a su servicio, recuperando en poco tiempo el monto del erédito concedido y libréndose del sosteni- miento de estos hombres y de sus familias''S. Asf surgi el peonaje y el trabajo a destajo transforméndose progresivamente las condiciones de produccién que en los primeros afios del régimen colonial se habfan dado en favor de la esclavitud. Los nuevos mineros recuperaron, a través de la figura del crédito al esclavo, la costosa inversi6n inicial que original- ‘mente se haciaen lacompra de esta fuerza de trabajo, al crear condiciones més ventajosas para la explotacién de yacimientos aurfferos que ya habfan sido abandonados 0 que no se caracterizaban por sus altos rendimientos. De hecho lo que se afecté fue la capacidad de ejercicio de un poder y de un fuero consagrados por Ia Legislacién Indiana y por las redes de prestaciGn de servicios y recepcién de beneficios, caracteristicas de las equetias sociedades locales en que se dividi esta Gobernacién. El problema para los mineros y propietarios de cuadrillas situadas en las egiones de frontera, radicé en que tanto la propiedad de los yacimien- tos como de sus esclavos s6lo estaba dada en términos juridicos; no tuvieron a su alcance otros mecanismos y dispositivos para asegurarse que esta propiedad fuese realmente efectiva, La «posesiGn cfectiva» de Jos sitios productores de mineral aurffero solo se dabaen la medidaen que sus propietarios pudieran controlar el proceso de extraccién del oro y al mismo tiempo, tuvieran.la capacidad de excluir a otros de su disfrute. Faltando esta doble relacién, control de los medios de produccién y separacién de otros respecto de esos mismos medios, los propietarios de las minas poco pudieron hacer para orientar en una u otra direccién la produccion aurifera y el mercado de los productos en el interior de: los distritos mineros, quedando en manos de sus administradores, de las 6 autoridades lugarefias y de otros mineros que progresivamente fueron estahleciéndose en estos lugares. Esdecir,el controll que supuestamente se llegaba por la autorizacién que los oficiales de la Corona daban para la explotacién de una mina y por la compra de esclavos bozales y criollos, en la préctica no exclu‘a a otros «agentes de control»: por el tipo de explotacién minera, oro de aluvién, y la tecnologia incorporada, los propietarios de estos yacimientos no los odfan explotar continuamente en un mediano plazo sin que se les presentaran los rendimientos decrecientes; en estas circunstancias eran los esclavos quienes con su trasegar diario en los playones de los rfos ban descubriendo nuevas arenas auriferas, quedando sus sefiores y atin sus capitanes y capataces, supeditados a los informes que éstos les entrega- ban y a una dinémica productiva que no respondfa tan claramente a los, intereses de los sefiores de minas y cuadrillas"*, Una de las resultantes de este proceso fue el surgimiento de nuevos Imites entre las relaciones de los esclavos con sus administradores y propietarios. Surgieron asf diversas practicas sociales que le darian a la esclavitud hispanoamericana el cardcter «patemalista», con el cual siempre se la quiere identificar: Los esclavos, a pesar de pertenecer a su sefior, tuvieron un «dfa libre» a la semana para dedicarlo a sus labores domésticas y a la extraccién de oro en las arenas de los rios: el producto de estas acciones no pertenecié a sus sefiores. Asi mismo, el ausentismo de sus amos y su relativa poca capacidad de control, favorecié el establecimiento de vinculos con otros sectores de la sociedad, que eran impensables en las economias de plantacién. Estos mecanismos dieron pie para la formacién de localidades en las regiones de frontera, profun- ‘damente diferenciadas de las del interiorde la Gobernaci6n, que impactaron las relaciones entre los miembros de la sociedad colonial regional hasta el punto de alterar sus condiciones esclavistas y econémicas originales. El siguiente texto documental muestra hasta donde los propietarios de los, esclavos y sus administradores, tuvieron que ceder en la trama de los agentes de control» social: «.,porque dicho mi parte tiene justificado y comprobado...Jo que practican en estas provincias y Jas del Citaré por costumbre legitimamen- te introducida y observada por los efiores duetios de cuadrilla y mineros ‘con sus esclavos de que trabajan estos con las herramientas y en los terrenos y aguas y minas de sus propios amos sin que por esta raz6n se les ccobre ni descuente cosa alguna y que todo lo que consiguen y adquieren {en sus dfas (que son los de precepto), sea en mucha 0 corta cantidad, la Gistribuyan eltos a su voluntad sin que sus amos ni mineros tengan en dicho peculio ni adquisicién més cuenta ni intervencién que la de 16 cobrarles lo que les han dado de came, tabaco, vestuario y otras cosas necesarias para su manutencin...!"? En este «juego de las disposiciones», no siempre los amos y propie- tarios de minas y cuadrillas, tuvieron las de perder. Los rendimientos decrecientes de sus yacimientos auriferos se vieron compensados con los nuevos descubrimientos de arenas metaliferas, que hicieron los esclavos cen los dfas de precepto. «<.dijo que no ha ofdo que los negros esclavos puedan trabajar en ‘cualquiera parte de Ia mina de sus amos, porque lo quo es regular y ‘costumbre es que los mineros les sefialen sitio y cuando no se les seftalan Jo buscan los negros pero en las minas de dichos sus amos y no en los. cortes que éstos estén trabajando... Que cuando los negros en el sitio que ‘rabajan lograno tienen esperanza de alguna cosa considerable suelen los ‘amos o administradores hacerles mudar para que busquen otz0 sitio y lo {que los negros sacan no tiene el declarante noticia de que siendo en dia de fiesta pertenezcaa sus amos. ... Dijoque es cierto que cuandoel negro cesclavo logra algiin pedazo de tierra cuyo trabajo sea de mayor utilidad para su amo, lo echa de all para que busque otra...»!"* Este «statu quo», que progresivamente fue surgiendo y al cual se debe Ja orientacién que adquirieron las manumisiones con sus consecuentes efectos en la estructura de las cuadrillas, seftala que la estructura de archipiélago regional fue cl resultado obvio de una empresa colonial que se ciment6 en la debilidad de 1a administracién metropolitana y en las, redes de disposicién que con el correr de los afios se fueron conforman- do!®, Pero el archipiélago no s6lo se expresé contradictoriamente en las relaciones entre los esclavos y los amos, entre los miembros de las élites y las justicias de la Gobernacién, entre la instauracién de précticas sociales y politicas y el imperativo de las leyes coloniales; sus efectos fueron mucho més allé y comprometieron severamente a la Hacienda Real. En efecto, de acuerdo con la documentacién consultada, los oficiales ,tuvieron ‘que mantener y respetar ls preeminencias sociales y poitcas de estas familias y de sus representantes para poder mantenerse sin topiczos en los teritrios adyacentes «a Popayn conquistados por medio de ls armas. 9. Laextensin aproximadade todo el trsitorio de la Gobernacidnde Popayén, ‘nel siglo XVIII, era de 258969 Km ; es decir el 22.7% dela actual Replica de ‘Colombia. Enotras palabras la antigua Goberacién de Popayén ocuparia hoyelS1% de Espana, el479%de Franca y su teritorio erfaun pocomés grande queel del Reino Unido. 10. IGAC, Atlas de Colombia, Bogots, 1977, p. 259. 11, Eduardo Acevedo Latorre, Arlas de Mapas Antiguos de Colombia. Siglos XVIal XIX, 2a edicién, Bogot, p. 100. 12. La clasiticacin de windigena» que se le di & los miembros de los grupos natives de América, en el siglo XV y porteriores y que se conserva en la sctvalidad, procede de un sociocentrismo y de-una correlacién de poder espectica, (eres subordinados), que no alude a sus caractersticas cultrales propias sino @ las representaciones que en relacién con estos hombres hicieron los conquistadores no es un agregado de familias nucleaies y que en un mismo medio ambiente se encuentran grupos de parentesco diferentes. Asi mismodesconoce odejaen el olvido lo que ya se sabe: que el cardcter de tributario impuesto por los espaiioles, no es producto de la cultura de la comunidad sujeta y subordinada sino que procede de las (Cédulas Reales y de la legislacion que progresivamente fue surgiendo. Finalmente, ue la agrupacién de los «indigenas» en familias nucleares hizo parte de un imperativo de superioridad cultural y moral del mundo hispanico y no responde a los sistemas de parentesco existentes en estos teritorios. De all la fragilidad de estos célculos de poblacién, 48, Germén Colmenares, en su primer tomo de la historia econdmica y social, smuestra dos perfodos en la fundacién de las ciudades: el primero de ellos estuvo sujeto a una politica de poblamiento; «el interés de los espaftoles consistia més bien en hallar un emplazamiento apropiado para la ciudad, un sitio provisto de aguas, ppastos, Bosque y sobretodo de indigenas»; el segundo, con el «boon» propiciado por cl descubrimiento de los yacimientos de metales preciosos, «la politica de las fundaciones parece responder més bien a la sed de oro que al deseo de fijar una frontera destinada a defender actividades pacificas de colonizaci6n». pp. 24.231 49, La documentacién que reposaen los archivos coloniales de hispanoamérica, cuando da cuenta de estos grupos étnicos, lo hace desde la perspectiva, desde los sociocentrismos del cronista, del conquistador, del misionero, del funcionario de Iz Corona y del viajero ocasional y muy rara vez, por no decir nunca, desde la visiGn propia de unos homibres pertenecientes aestas agrupaciones humanas. Esta ausencia intencionada 6 no, crea un vacio de informacién histrica 0, en Ia mejor de las 88 situaciones, obliga al investigador, que quiere comprender los process histéricos de ‘estos grupos, a efectuar sofisticados andlisis etnohistricos y etnogrficos con el propésito de construiruna historia ms totals no quiere privilegiarunasla xcarade Jamoneda>. Esta posibildad nos esténegada por los propésitos objetivos de este trabajo. Ello significa que, en adelante todas ls cifras de poblacién que incluyamos no hardn mencién ni por asomo, al nimero de los hombres propio de as orpaniza- ciones sociocultuales de selva, Andes y costa, que resistieron y mantuvieron, reconstruyéndolos através de la enculturacin, los procesos adaplatives propos por familias sin que realmente estuvieran presentes todos los ‘miembros de launidad doméstice; lo comin, en estas visitas, fue «contar a ofdas» por To agreste del territorio que debian de cruzar. De otra parte las clasiicaciones Jjuridico-raciales aceptadas para la €poca, en estos informes, slo se emplearon en referencia a los pobladores xblancos» y a los esclavos; los otros segmentos de poblacién no se diferenciaron. ‘54. German Colmenares, Relaciones e Informes de los Gobernantes de la Nueva Granada, tomo 1, Biblioteca Banco Popular, Bogotd, 1989, pp. 153 y 154. ‘55. Archivo Nacional, Op., Cit., «Historia Documental... p. 209. ‘56. Los datos del Cuadro anterior fueron tomados de: Archivo General de Indias, IL, 1907; V.G. 126 ‘57, Yadesde la década de los afios sesenta los historiadores americanistas habfan cobservado que a pesar de las larga listas de «clases de hombres», divididos por sus ccaracteristicas fenotipicas, en particular el color de la pel, de la escasez relativa de _mujeresenios primerosafiosy de los insospechados «juegos del amor y delapasiGn», Jos grupos originalmente divididos fueron perdiendo sus limites y poco a poco fue surgiendo una trama de «colores» en la cual era imposible reconocer las «pinceladas originales» de cada «grupo racial»; para expresarlo més metaféricemente, «la trama del amor transgredié la pureza original de los colores»; construy6 un cuadro que todavfa esté por terminar, lleno de claroscuros pero de una asombrosa originalidad. Este hecho significé que avanzado el siglo XVII, al no poder los hombres diferen- ciarse por el color y al recurrir gran néimero de éstos a las «gracias al sacar», la diferenciacién social aunque conserv6 algunos rastos de un «caleidoscopio racial ‘multicolor, se efectus sobre la base del status, de la legitimidad de los grupos de pparentesco, desu proximidad a ellos y de la cercanfa al «patrén» dentro de las redes, 90 ‘de clientelas locales que se fueron conformando. Para ampliar este punto constltese 1a biliografia citada del profetor Magnus Miemer. '58, Consultar, Banco Popular, Congreso de Ciicuta de 1821. Consttucién y Leyes, Bogoté, 1971. EleufemismoinventadoconsistiGen liberaralosdescendientes de los esclavos, «libertad de partos 0 de vientses», y al mismo tiempo decretar que 6éstos debfan de estar sujetosalos amos de sus padres hasta una edad de decisis alos ‘cumplidos. Igualmente al negar Ia libertad inmediata de los esclavos y posponerla, hasta 1851, mantuvo la diferenciacién social que, en concepto de los mineros, ‘comerciantes y hacendados, era el fundamento de lariqueza de las provincias y, por ‘obvia consecuencia, de la RepOblica entera 59, Marfa Cecilia Velisquez, «UInestudioecondmico-politico de laesclavituden la Gobernacion de Popayén. 1800 - 1851», Universidad del Cauca, monografia para ‘optar al titulo de antropélogo, Popayéin, 1983. (60, En la «comunidad doméstica» la producci6n y la reproducci6n se realizan ‘mediante la citculaci6n; se presenta como un ciclo de adelantos y resttuciones del producto. «No hay, en este ciclo, intercambio equivalent, vale decir transferencia, de objeros, de bienes 0 de servicios diversos, en contrapartida y equivalencia uno de los otros». Esta produccién, en la comunidad doméstica, compromete basicamente 1 los alimentos agricolas «euya transformacién en energia humana asegura la perpetuaci6n y la reconstiucién de la comunidad». De alli se desprende que la, producci6n slimenticia la produccién energética, hcen parte de un mismo proceso; Jauna se metamorfosea en laotray viceversa. Si esto es aceptado podemos sugerir {que en las unidades domésticas de los esclavos la reproduccién estructural de la misma dependi6 de tres factoresinter-relacionados: (a) Delaruptura de los vinculos {que ataban a la esclava con su amo; esto, en a mayoria de los casos, se logrs a través {de Ia huda, lo cual era muy incierto, o por la compra de su libertad por parte del hombre sujetonesclavitud. (b) Dela reproduccisn biologica de grupodomésticoque ante la relativa escasez de mujeres, en los distritos mineros de produccién, se vio compulsado a llegar hasta el incesto con el fin de perpetuar a los miembros de su ‘grupo, (c) Finalmente, del ciclo antes enunciado que aseguraba no s6lo la reposici6n de energias, consumidas en las actividades de produccién, sino la de los futuros productores, menores de edad, que por un periodo no participaban directamente en. las faenas agricolas. En la documentacién coasultada la produecién y coccicn de los ‘alimentos en los entables de minas, dependi6 principalmente de la mujer. Al ella transladarse al interior de estos distritos y fundar un principio de comunidad ‘doméstica, continué desemperiando estas labores ya no para el amo y sus esclavos sino para los miembros de un grupo deesta manera estructurado que podia constitu se de varios hombres y mujeres as{ne conformaran parejas. Labasete6rico analitica fue consultada en: Claude Meillassoux, Mujeres, Graneros y Capitals, Siglo XXI, ‘México, 1978, pp. 78s. Enloreferente a laafirmacién del incesto,estamos partiendo de la unidad doméstica ampliada cuyas regularidades culturales todavia se observan, ‘en el Pactfico colombiano, y no de la familia nuclear eonsagrada can6nicamente por Ia llamada «cultura occidentale coma laextrachira del parentesco mas evolucionada. De otra parte y siguiendo al etn6logo ereemos que, «en las sociedades donde la 91 rregulaciGn matrimonial y las relaciones de fiiacién estén poco desarroliadas, el incest (en especial ol nacimiento incestunen), al na tener incidencia sobre la organizacién social, podia practicarse en laindiferencia...., lejos de estar inscrita ‘en la naturaleza, la prohibicin del incesto es la transformacién cultural de las rokibiciones endogémicas (es decir, proscripciones de carditer social) en prohibi- ‘ciones sexuales (vale decir «naturales» 0 morales yde proyeccién absoluia) cuando el control matrimonial se convierte en uno de las elementos del poder politico». En este orden de ideas hay que establecer una diferencia entre las «normas de acopla- rmiento» y las «normas de filiaciény: «las primeras designan los matrimonios osiblesy las segundas, através de los matrimoniosy ladescendencia que se deriva de ellos, as relacianes de dependencia de un individuo frente a las generaciones anteriores; Ibidem, pp. 23 a 41 61. En 1797 la poblacién de Ia Gobernacién fue de 157955 personas. En 1835, fue de 189108 y en 1843, de 242381. Este timo dato fue obtenido de: Luts Valdivia IR, «Mapas de densidad de poblacion para el sur-occidente, 1843 - 1870, Historia -y Espacio, No 5, Universidad del Valle, Cali, abril - junio de 1980, pp. 108 a 112. 62. En ninguno de los censos encontrados se encuentran variables tales como natalidad y mortalidad. Los dnicos documentos que podrfan dar alguna luz sobre los ritmos de los nacimientos y defunciones, en este perfodo, son los de bautizos y misas 4e woficios de difuntos»; sin embargo y a pesar del peso ideoldgico del catolicismo enla ida cotidiana deestas sociedades, los registros son absolutamenteinsuficientes. En los archivos eclesiasticos que todavia se conservan, fuera de los documentos faltantes, la poblacién de la época aparece fragmentariamente; en los casos en que existe informacién ésta es asistemdtica ya que s6lo aparecen los nombres de los, padres, los padrinos, casa, la fecha del evento y no se tienen en cuenta factores tales ‘como residencia, fecha de nacimiento, ugar, etcétera. Ademés laenorme dispersiGn de Ia poblacién en un teritorio tan vasto coadyuvé para que los curas, perdidos en. estas inmensidades, no levaran un registro fiel de estos hechos. ‘63. Coneste nombre se conocen histGricamente las tierrassituadas entre los rfos| del Magdalena y Cauca y que, longitudinalmente, van desde el llamado «Macizo ‘Colombiano» hasta las montafas de! «Quindio». En este territorio las campafias de Conquista y colonizacién fueron tardfas, como resultado de fa intensa resistencia ala penetracién de los peninsulares que oftecieron los grupos nativos radicedos enellas. Ello explica por qué se mantuvo activa la instituci6n de Ia encomienda en esta ‘Gobemacién a lo largo del siglo XVIII, cuando en otras provincias del Virreinato pricticamente habia dejado de existir. Unidos a los efectos de despoblamiento .generados por esta intensa confrontacién armada, que produjo alrededor de sesenta ‘expediciones de «pacificacién» en los primeros cién afios que se siguieron a la fundacién de Popayén, la topografia de este territorio y su gran altitud sobre el nivel del mar, obstaculizaron en gran medida las comunicaciones entre uno y otro valle creando en los pobladores de estas dos planicies caracteristcas econémicas y sociales ue los hicieron claramente distinguibles entre si. 64. Rosemarie Tern. Op.. Cit. pp. 15 a 24 65. Germén Colmenares, Op., Cit., «Historia econémice. + pp. 372.4 388 92 66, Maria Teresa Findji, José Marfa Rojas, Teritorio, Economia y Sociedad Paez, Universidad del Valle, Cali, 1985, p. 13. (67. Ibidem, pp. 14 2 31. Igualmente se puede consutar, Juan Friede, Los “Andaqui, 1536 -1947. Historia dela Aculturacin de una tribu Selvéice, Fondo de altura Econémica, México, 1974, 68, Alonso Valencia, Resistencia Militar Indigenaenla Gobernaciénde Popayén, CColeccin Fronteras, FRIS, Popayén, 1989, p. 88 y 89. 69. Ibidem, p. 9. 170 Ibidem, p. 118 71, Archivo General dela Nacién, seein colonia, mejoras materisles, tomo 22, {is 565 a 606. Este archivo en adelante se ctaré como A.GNN. "72. bidem, fs S72 S72. 73, Vease cita No 8, Las fragmentaciones del espacio colonial las cuales ‘enimos aludiendo, no so afectaon la organizaciGn colonial dela Nueva Granada Sino que de hecho se reflejron en una pérdida de control de estos espacio por pate dela Corona espafola, Insistiendo en este aspecto,debemosafirmar que esta fue una regularidad que oper en toda hispanoamérica alo largo de los tres silos que doré ste régimen. En 1729 el Mariscal de Campo Don Antonio Manso, que ala san era presidente de la Audiencia,envié un informe en uno de euyos apares se lee: «los Gobernadores que han dejado emperezar la gente tanto... que no ay quién quera trabajar, de donde se sigue ser la gente comin casi toda cosa, y como rales aplicados @ la rapiia y hurto y otros deltas consiguientes... sin posbilidad de limpiar la ciudad de tal cicaha... Muchos datos de los expresados se podrian haber corregido al principio. y aunque parece queen primer lugar pudiera ser repren- didoeldescuido de las Gobernadoresy Presidentes de esta Audiencia, pienso, que han tnido una razonabe dsculpe, porque aungue es asi que los Presidentes de esta ‘Audiencia han tendido 1a qutoridad de prerrogativas que V.M. se ha servido Concederles, pero commode cualquiera cosa que manda, sila persona o personas que hhan de obedecerno lo hacen con mucho gusto, rene fcil recurso a la Audiencia,y “nacontece hoy la emulacin dels Oidoresoel deseo de persuadir..;y como de as ‘ompetencias que de aqui se siguen sean peores sus consecuencias, ¢s preciso a un Presidente que noes letrado subordinarse alos toga: yi en éstas hubiese aguella rmadurez y buen deseo de la pura administracién de justicia,ningin desconsuelo ‘quedara al Presidente; pero muchas veces ésteconoce y leconsta que la senda es ‘xtraviada, y ha de tolera la sinrazbn, porque tiene atadas las manos...» German Colmenares, Op, Cit, «Relaciones einformes..», tomo I, pp. 32a 34. “74, Enel aniculo que hace pare del libro «Los Caminos Reales en Colombian, préximo a publicarse, se trata in extenso los conflicts que se suscitaron entre los fencomenderos de la Plata y Popayn por el disfrute de este portazgo, asf como entre {os y la Corona que bien poco pudo hacer. 75. la documentacién consultada, correspondiente al siglo S, es clara la insuficiencia teenol6gica que posetan los espafioles para Ia consincién de los ‘caminos pus las pendientes nose redujeron por medio de curvas yaque conservaron tus, que iy estaban hechos para animales de 93 BIBLIOT o) ‘carga, que desde la curva de nivel més baja ascendfan précticamente en linea recta hhasta el vértice de las montafas. Esta téenica de trazado de las vise precolombinae aparentemente no creo muchas difcultades para los nativos puesto que los grupos tnicos americanos no poseyeron animales capacitades para transportar grandes pesos; otra situaciG se presenté con los espafioles, que trajeron el caballo, el asno y el ganado vacuno, los cuales al arrostrar las pendientes andinas tenfan que hacer grandes esfuerzos por la indumentaria que portaban y obligar asus bestias aafianzar sus cuartos traseros en el suelo del camino que permanecfa encenagado y expuesto a permanentes derrumbes. 76. A.C.C., 6291(Col - CIN - 8re) 71. Francisco Zuluaga, Op., Cit, «El camino real de Santafé..»,p. 14, 78. Ibidem,p. 16. 179. Ibidem. 80. Ibidem, p. 1By 19, 81. Vicente Restrepo, Estudio Sobre las Minas de Oro y Plata en Colombia, FAES, Medellin, 1979, pp. 105 a 128. De acuerdo con ladocumentaciGn hasta ahora ‘encontrada y consultada, «las minas de plata de Mariquita se explotaron hasta el ao de 1729... Diezafos después, decfa don Lucas Baquero, Alcalde de Mariquita, en un informe irigide al Rey: «Las minas de plara han producide porciones de dinero tan ‘onsiderables que las armadas y ministros de V.M. lo podrén vocear... Ademas de «sto, efor, estan abundante de oro el contornode esta ciudad, que lamenta larerra el que no lo desentrafien, y ella misma suele brotarlo en las lluvias, como alentando nuestra flojedad o provocando nuestro esfuerzo para que con él regisiremos sus ssenos. Yaungue ellaes la rica, somos nosotros los pobres, por no poder trabajar los. negros las minas que hay, sintiendo por la cortedad de sus caudales no poder lograr comprasdenegros conalgiinplazo para con ellos a desmonte sacaraloclaro loro, Los ricos dep6sitos de aluvién que daban el oro a pufados se agotaron pronto. ....en los sigios XVII y XVIII, en especial en Ibagué,... se extrajeron cantidades de oro de ‘consieracin del lecho de los rfos y de sus orillas..», En efecto para este perfodo cencontramos a numerosos mazamorreros en la banda occidental del rio magdalena, los cuales sin embargo no lograron reactivar nuevamente Ia economia de esta regiGn, ‘en atencién a un hecho fundamental: las arenas aurfferas de los ros del Tolima y del Huila no manifiestan la existencia de grandes acumulaciones de este metal; ello ‘implica una muy baja rentabilidad, aunada a una tecnologia insuficiente, por lo cual nose arriegaron grandes la regiones carentes de oro y plata en minas de vetao aluvi6n. Latierra las siembras epancoger,en si mismas, a pesar de lo que muchos opinan hay da, no fueron signos de tiqueza de sus poseedores falténdoles los «ingredientes econémicos» que hemos mencionado. Frente al volumen dela poblaciGn colonial las tierras no fueron escasas ain en las inmediaciones de los centros habitados; los grandes propietarios, {que no tenfan en explotacién todo el territorio de sus haciendas,vieron con «buenos ‘fos» que los «hombres de todos los colores», los mestizos, los libertos y los nas forasteros» ocuparan pequefias porciones de sus fundos para luego cexigitles compensaciones y retribuciones econémicas expresadas en el trabajo. La «buena alimentacién>, que no deja de ser un juicio de valor, fue el comin denomi- nador de las reas rurales por lo menos. Al no existir un producto agrario, en el Virreinato de la Nueva Granada, articulado a la economfa mundial del siglo XVI, las tierras no se orientaron al monocultivo ni alos sistemas de plantacién; este hecho propici6 que cualquier poblador pudiera acceder, con rlativo poco esfuerz0, a los productos de una economia que, a falta de un mejor nombre, podemos Hamar «natural», En las ciudades y en las fronteras mineras se present6 otra realidad: las primeras, a pesar de su reducida poblacién, al concentrar el acceso a los recursos alimentarios en pocas manos, las de los propietarios de las «haciendas de campo, ‘crearon situaciones de escasez relativa que afectaron alos «grupos subordinados» y alos sectores empobrecidos que las habitaban; las fronteras mineras, no obstante su dispersin en una extensa area geogréfica débilmente poblada, fueron los espacios privilegiados paralos abastecimientos,nos6lo porlassituaciones carenciales debidas asunaturaleza selvtica, sino porque sus habitantes, en su gran mayoria, sededicaron la busqueda y explotacién de los metales preciosos. Esta gltima situacion se constituye en una regularidad econémica en la historia de Colombia desde el perfodo colonial hasta el presente, como se puede ver en las zonas «marginales» de siembra de coca para el narcotréfico y en los ditimos afos de amapola, 92. Para comprender la importancia que ha tenido el cerdo en las culturas hhumanas a lo largo de la historia y con ello la «porcofilia» y la «porcofobian, consultar: Marvin Harris, Vacas, Cerdos, Guerras y Brujas. Los Enigmas de la Cultura, Alianza Editorial, Espana 1985. 95 sre akira icin gone ee ee rr alot fe as Soot eene ae a Gne Petmanecido relatvamente constante en viwd de que todavia, en algunas repiones ipsa ee eater eee Soccer means Momianonenien Tiga oases inate eccne taser ane sea ome cea een a in Stet ain ata dr eam en Ia Gobemacisn de Popayén, en la mayoria de ls situaciones no se rgié por la fice ane ci Meine sacs mans nema een Sata eae oe ene ioemlininies came alates cranes ena inom hes aera a pe tg obama sa rc Toctn canary rage gnarl penirhpe et apie cape retort meen agree ema ete mon nen ena nen ama Crap hn laa ea baron arms eee ae kfm era rome comone | mimersccstaar | a m [om perl mm | om [iene] ae Es ele lels/z2] al: au {a | an | ion] sm | som | os sae | See aap | ee 6 95. La navegaciGn por el tio Cauca se remponta al siglo XVI. En esta época la caflabrava y las inundaciones periédicas del rfo, hicieron que 2° profirera la via aacudtica yno el camino cuyo trazado ibe por la banda occidental del Cauca. En una relacién de estos aos se lee: «De la ciudad de Cali a la de Cartago hay cuarenta leguas, las treinta de ellas por el valle de Cali abajo, todo de muy buen camino Wlano, ‘que pueden andar recuas y andan por él; pero isase poco, y porque el contrato de las mercaderias y pasajeros bajan por el rio abajo en balsas de cafiasgordas. En la ‘mitad del Camino estdel pueblo de Pescado y poblazén de los Gorrones... Yde este pueblo alde Cartago hay otras veinteleguas, todo de camino lano, que andan recuas por ély camino de sabana todo, hasta cuatro leguas de la ciudad, que desde allies todo cafiaveral muy cerrado, que los caminos es menester que todos los afios se ‘abran, para poder andar por ellos»; Francisco Zuluaga, Op., Cit. «El camino real de Santafé..>, pp. 27 y 28. 196, Francisco Zuluaga, Op. Cit, «La ciudad de los confines... pp. 44.046. 97. Germén Colmenares, Op., Cit, «Cali, terratenientes..», pp. 143.a 149, 98, Germén Colmenares, Op., Cit., «Historia Eeon6mica..», tomo 2, pp. 1342 137, 99. Ibidem. G. Colmenares, Op., Ci, «Cali, terratenientes..». 100. David J. Robinson, Op., Ci. pp. 135.4 139. 101. Ibidem, pp. 120. 135. La explotacién del ail y de las quinas de toda esta regiOn que comprometfa la GobernaciGn de Popayén, s6lo se hizo en el siglo XIX, hacia 1840, a partir del boom econ6mico propiciado por las economia estractivas ‘dentro de lo que Ocampo, en su obra yacitada, denomina el «modelo de produccién + especulaciéns. Sin embargo y pese a esta supuesta reactivacidn econémica, estos terrtorios que muy pronto irfanacaracterizar las nuevas divisiones politico-adminis- trativas de la Replica, mantuvieron su situacién y nunca generaron una fase de “despegue econémico pués vieron cerrada su participaciGn en el mercado internacio- nal del siglo XIX como efecto de las fronteras politicas que surgieron al calor de los imtereses de los lamados «prohombres de la Independencia» 102. Cespedesia, Op, Cit., No 45 - 46, p. 495 a 511. Elrecorrido que hizo este personae no incluy6 las provincias de Névitay Citar, que para la 6poca habian sido , Quinto Congreso de Historia de Colombia, icfes, Universidad de! Quindio, Bogots, 1985, pp. 275 a 288, Del mismo autor: EI Taita yel Toro: En Torno a la Configuracién Patriarcal del Régimen Hacendario Cuzquefio, Universidad de Gotemburgo, Uni- versidad de Estocolmo, Suecia, 1990. 108. German Colmenares, Op., Cit, «Cali: Terratenientes... p. 122. 109.Guido Barona Becerra, «Problemas de la historia econémica y social colonial en referencia a los grupos negros. Siglo XVII», Seminario Internacional Sobre la Partcipacién del Negro en la Formacién de las Sociedades Latino- ‘americanas, Instituto Colombiano de Cultura, Instituto Colombiano de Antropolo- ‘2a, Bogoté, 1986,pp.61 a80. As{mismo, «Legitimidad y sujeciGnenla «invencién» de América», Colcultura Santafé de Bogoté, 1993. 110, Germén Colmenares, Op., it, «PopaySn: una sociedad esclavista..»,tomo 2,pp.97.2 100. 111, AGN,, «Pleito de libertad del esclavo Jun Pedro, 1791», seccién colonia, fondo negros y esciavos del Cauca, tomo 3, folios 910r. ss. 112.En la mayorfa de las publicaciones que estin por fuera de la historia y la ‘aniropologfa econémicas, o que simplemente no atienden a sus resultados por el primado de una verdad ideol6gica, el esclavo es un sujeto total de disposicién 100 efectiva. Se confunde claramente la esclavitud en las plantaciones de las Antillas, Caribe y el Brasil, con aquella que se dio en hispanoamérica donde no se desarroll6 esta formade produccién, Hastatal punto schaexagerado y schamantenidocste error

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