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EL SABER HACER SOLIDARIO

”En la FAMILIA del AMOR hablan las manos” (3)

Aunque no es tarea fácil: Nosotros


podemos convertir estos tiempos
complejos, extraños, angustiantes e
inciertos, en una oportunidad para
potenciar en cada uno el
“Saber Ser” y el “Saber Hacer”.

Es posible que en algunos momentos hayamos pensado que nuestros hijos están perdiendo
un año de educación. ¿Por qué no pensar cuántos nuevos aprendizajes pueden lograr?

Dar lugar al Saber Hacer Solidario en la Familia en tiempos de encierro compartido, con
escenarios tan complejos donde la ansiedad, la irritación y el miedo son parte de las
emociones de esta convivencia forzada, será un desafío que nos hará descubrir capacidades
que no conocíamos en nosotros mismos. A la vez estaremos sembrando “Semillas de
Solidaridad”.

La niñez, y especialmente la etapa escolar, es el momento donde la energía vital está puesta
en el aprendizaje y la socialización, y si esto no se logra sobrevendrá un doloroso sentimiento
de inferioridad. El gran psicólogo Erikson llamo a esta etapa la de la crisis “laboriosidad vs.
Sentimiento de Inferioridad”.

La curiosidad, así como el juego, hacen a la esencia de la niñez. La curiosidad se despliega


tanto en las formas de las numerosos preguntas al adulto (no siempre escuchadas), como en
los distintos juegos simbólicos y de reglas. También en los innumerables intentos de
investigar, hacer e inventar con objetos, y con el cuerpo propio.
La socialización propia de esta etapa, implica el aprender a vincularse con afecto, empatía y
autocontrol, disfrutando de ello. Este aprendizaje comienza en el hogar.
Somos nosotros, padres y educadores quienes debemos enseñar y estimular estas
habilidades. Debería resultarnos preocupante un niño sin curiosidad, sin deseo de aprender y
superarse, sin disfrutar de nuevos logros, demasiado quieto, abúlico, inseguro con su cuerpo,
que se vincula muy poco, o lo hace en forma inadecuada. Mucho más debería preocuparnos
que un niño no juegue.

Si le ofrecemos la oportunidad y un niño se desarrolla con amor, confianza y contención: él


será un “habilidoso creativo” diestro con sus manos y con su cuerpo. Disfrutará explorando y
creando con variado tipo de herramientas y objetos (lápices, pinceles, sogas, pelotas,
paletas, patines, bicicletas, telas, disfraces, maderas, martillos, alambres, adhesivos, material
reciclable, tierra, semillas, ingredientes de cocina, etc, etc. sin quitar de la lista el mundo de los
aparatos tecnológicos que también pueden estar al servicio de la creatividad y la socialización.
Allí estará el niño ejercitando al futuro jardinero, músico, ingeniero, maestro, deportista,
cocinero, pintor, bailarín, actor, escritor, científico……o simplemente desarrollando su
independencia y autoestima.

Hoy tenemos que tratar de generar


“acuerdos de colaboración para que
todos nos sintamos mejor”, y que
los niños comprendan el valor de
“cuidarnos entre todos “y tengan la
convicción de que “todos
necesitamos ayuda de otros”.
Sabemos que muchos niños por fin
están realizando muchos
aprendizajes que son Habilidades
para la Vida y llevan implícita una matriz solidaria : colaborar en la limpieza de la casa o en
la cocina, cocinar algo rico para otros, ordenar sus cosas pensando que este orden beneficia a
todos, haciéndose cargo de su aseo y arreglo personal como un modo también de presentarse
agradable frente a los demás, cumpliendo con la tarea escolar lo mejor que pueda, ayudando
a un padre o hermano, arreglando algo que se rompió, saludando a abuelos y dibujando o
cantando para ellos, conversando con amigos y con compañeros con los que antes no se
vinculaba, inventando y compartiendo juegos, postergando deseos para poder compartir una
mesa, poniendo cuotas de humor, inventando coreos y bailando o haciendo gimnasia en
grupo, realizando mensajes o videos para alegrar a otros, realizando manualidades nuevas que
podrán adornar nuestro hogar, ejecutando un instrumento, respetando tiempos de trabajo y
descanso de sus padres, participando de diálogos familiares que fomenten el pensamiento
crítico y solidario, o con la intención de hacer acuerdos de convivencia. Cuánto estaremos
potenciando el desarrollo de la afectividad y valores si ponemos el acento en estos hábitos.

Apelemos a nuestra creatividad y “pases de magia” para que este “saber hacer” se ejercite
y afiance. Los niños tendrán así la satisfacción de que sus logros son valorados y que tienen
un fin, un sentido de utilidad y cooperación.

Para ello, los adultos debemos actuar con coherencia, inteligencia emocional y una amorosa
firmeza. Será entonces allí, en el seno de nuestro propio hogar, donde se comenzará a
aprender aquello tan reiterado en la Sabiduría de nuestros místicos: “DEL AMOR SE HABLA
CON LAS MANOS”.

Lic. Elisa Gilabert

Psicóloga-Psicopedagoga

Miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar

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