y derrumbarse las selvas, podrán fundir los recuerdos como grisáceas nieblas, podrán caer los amuletos en las fosas de la tierra, hacerse polvo pirámides por un soplo de tres hebras, pero nada conseguirá borrar jamás mi promesa.
Falleciesen los jazmines
por relentes de tristeza, navegase el ultimo pez en la árida torrentera, ¡nunca olvides que te juré!, que te quiero y te amaré hasta el día que me muera.
Aunque se sequen los pozos
bajo atmosferas de arena, derrítanse los glaciares y desnúdense las piedras, viniese la negra noche en un cielo sin estrellas o en rosario y disciplina, como ancianas a la iglesia, volase cada paloma a encerrarse en una celda.
¡Pártase el cielo de agosto!
en cuotas de frio y niebla, ¡cúbranse todos los mares! de tenebrosas tormentas, bajen a picar los dioses las rocas de una cantera, caigan mil rayos de punta y que los páramos prendan, se haga la luna en pedazos o se apaguen las estrellas ¡nunca olvides que te juré que te quiero y te amaré hasta el día que me muera!.