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Érase una vez una galleta llamada María que vivía en una caja junto a sus hermanas. Un día soleado
Juan, un niño juguetón que llegaba de jugar con sus amigos en el parque, cogió un jugo de la nevera y
también cogió a la galleta María en su mano, y se quedó mirándola atentamente.
Juan introdujo a la galleta María en una cueva llamada boca, estaba oscura y húmeda, llena de saliva,
estaba rodeada de dientes y muelas. De pronto escucho una voz:
- ¡Chicos y chicas tenemos trabajo! Acaba de llegar una galleta.
- ¿Cómo? ¿Qué quieres decir? Dijo María.
Y Dientín respondió:
- Escucha, nosotros formamos un equipo, que ahora te voy a presentar, estos son mis compañeros los
incisivos que se encargan de cortar, como si fueran cuchillos.
- ¿Cómo? ¡Y qué quieres cortarme a mí! ¡No lo puedo creer! Me han dicho que no me iban a hacer daño,
y eso tiene que doler.....¡Yo me voy ahora mismo de esta cueva! Exclamó María la galleta.
- Espera galleta, es verdad que no te va a doler, ¿no ves que ahora estas mojada en saliva?, esto va a
facilitar nuestro trabajo, y además tú no sentirás nada, estarás dividida en trozos más pequeños y podrás
continuar el camino hacia la faringe.
- Bueno, no estoy muy segura, hasta ahora este viaje no me parece divertido, interesante sí, pero
divertido… no mucho la verdad. Dientín sigue presentándome a tus amigos y amigas
- Vale, estas chicas son las muelas, que se encargan de triturar, los de allí detrás son los molares que
muelen, y estos son los caninos que se encargan de desgarrar.
- No sigas, ¡me estas poniendo los pelos de punta!, será mejor que empieces cuanto antes, para continuar
con mi aventura, ¡Ya quiero contarle a mis hermanas galletas!
María continuo su camino, la lengua saboreándola la subió a la faringe,
Luego se deslizo por el esófago; como si de un tobogán se tratara:
- Que divertido ¡allá voooyyyyy! Grito María
Después de esto el estómago volvió a hablar: Ahora, para que el traslado sea más corto y cómodo, te
ayudaré con mis movimientos, haré que te desplaces más rápidamente, pero si Juan bebiera agua y
comiera mucha fruta y verdura me ayudaría a mí, y me movería un montón.
El intestino se movió y la galleta avanzó cómodamente.
María siguió caminando hasta que se encontró con el colon:
- Hola soy María, la galleta viajera
- Yo soy el colón ascendente, me llaman así porque subo, y tengo dos hermanos más, el colon
transverso y el descendente, todos pertenecemos al intestino grueso.
-Hola mucho gusto, ¿sabes cuánto me falta para llegar la final de mi viaje?
- Muy poco- respondió.
- ya mismo llegas al recto y de allí al ano que es la salida, verás mucha luz, pero no te asustes- volvió a
decir el colon.
- Ok, ¡estoy deseando llegar al final del trayecto. Dijo emocionada María.
María llego al recto, cuando menos lo esperaba y salió disparada a una gran taza llena de agua. De
pronto en el agua se hizo un remolino, Juan había tirado de la cisterna, y María fue arrastrada por el agua.
¿Dónde irá María ahora?, eso solo María la galleta viajera lo sabe.