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R. Alford – R.

Friedland

Los poderes de la teoría: capitalismo, Estado y democracia.

Existen tres desarrollo históricos que enmarcan las teorías del Estado en las
democracias capitalistas occidentales: primero, el surgimiento del capitalismo como
forma de producción social de la que resulta una explosión de la productividad del
trabajo humano; segundo, la expansión de los estados burocráticos como estructuras de
poder que mantienen el control policial y militar de poblaciones potencialmente
rebeldes y reproducen las condiciones de la acumulación capitalista; tercero, el
establecimiento de instituciones democráticas que proporcionan vehículos para la
participación y representación política.
La distinción entre capitalismo, Estado y democracia es el eje en torno del cual giran
los debates entre las perspectivas que los autores denominan “pluralista”, “dirigencial” y
“clasista”. Estas perspectivas incluyen cosmovisiones incompatibles acerca de las
relaciones entre la sociedad, las instituciones, las organizaciones y los individuos. Lo
que los autores se proponen es ir hacia una teoría general del Estado a partir del “poder”
distintivo pero limitado que posee cada una de estas perspectivas. El pluralismo
contribuye a un entendimiento del aspecto democrático del estado; la perspectiva
dirigencial, el aspecto burocrático; la perspectiva clasista ayuda a explicar el aspecto
capitalista.
Cada una de estas perspectivas tienen un dominio propio de explicación y
descripción: individuos, organizaciones o sociedades. El de la pluralista es la conducta
política de los individuos y grupos y la influencia que tienen sus interacciones sobre la
toma de decisiones por parte del gobierno. El foco empírico está en las interacciones
entre ciudadanos, representantes y funcionarios. El marco en el que se centra es el de las
situaciones normales.
El de la perspectiva dirigencial es el de las organizaciones de las redes
interorganizacionales vistas como constitutivas del Estado. Tal unidad de análisis
supone que las organizaciones tienen un grado significativo de autonomía respecto de la
sociedad y de las relaciones individuales y grupales que las componen. El foco empírico
está en las estructuras organizacionales y en la dominacion de las élites que controlan
sus relaciones. Cuando los límites organizacionales del Estado son claros y las
burocracias estatales tienen la capacidad de control necesaria para alcanzar sus metas, la
perspectiva dirigencial es la apropiada.
El dominio propio de la perspectiva clasista es la relación entre el capitalismo, el
Estado y la democracia. Las relaciones sociales entre capital y trabajo son
contradictorias y en última instancia su estabilidad no depende del consenso social ni de
la legitimación, sino del poder clasista para mantener los límites institucionales entre
estas dimensiones.
Cuadro 1.

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