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No sucede igual frente al tema de qué tan bien equipados y remunerados puedan
estar quienes en estas difíciles circunstancias afrontan en la primera línea y
arriesgando y ofrendando incluso hasta sus propias vidas, una de las peores crisis
de salubridad de la historia de Colombia, en la ciudad que lamentablemente se ha
convertido en foco y epicentro de la pandemia.
Como muy seguramente pensará y dirá usted, que para esos menesteres existen
o están las organizaciones sindicales, nos permitimos aclararle, que cuando estas
dejan de rendir cuentas ante el poder del que derivan su representatividad
(constituyente), este dispone de la soberanía para reasumir la potestad que le ha
dado, por ejemplo a una junta directiva (poder constituido) para representarlos.
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En otras palabras, si se hubiese hecho público lo público y se conocieran ya los
términos de las solicitudes y recomendaciones formuladas por nuestros directivos
en la reunión que sostuvieron con usted, o se hubiesen hecho públicas las actas
que recogen los compromisos adquiridos en pos de garantizar una mejor atención
y servicio a los docentes y sus núcleos familiares, o por lo menos no se hubiese
excluido a los representantes de la Asamblea de Delegados en la reunión a la que
se hace alusión, creemos que no sería necesario ni indispensable dirigirnos de
manera pública a usted a través de este documento. No obstante, el secretismo
alimenta dañinas suspicacias que se vuelve necesario disipar en beneficio de
todas las partes y para tranquilidad del magisterio.
Siguiendo una enumeración, lo más sintética posible, apenas ayer, una educadora
de Galapa debió ser intervenida particularmente y de urgencias por parte de una
clínica privada, frente a un glaucoma, no detectado, que amenazaba con generarle
una pérdida de visión mientras ella se cansaba de solicitar telefónicamente una
cita que no se le concedió, porque, como cosa rara, los teléfonos casi nunca son
contestados o son, no quisiéramos pensarlo, premeditamente descolgados para
no resolverle nada a nadie. Otra docente debió de su propio presupuesto cancelar
una cita con diabetólogo particular y el valor de sus medicamentos pues de
Mediesp quedaron en marcarle para asignarle una cita que nunca se le asignó.
La percepción generalizada que existe en el gremio, es por tanto, que por vía de
no conceder citas ni con médicos familiares ni con especialistas y no implementar,
como debió hacerse, ágiles programas de telemedicina y de entrega domiciliaria
de medicamentos se han reducido las consultas y entregas de medicamentos, lo
que si se tiene en cuenta que lo pactado en el contrato no corresponde a una
situación de cancelación y/o pago por eventos atendidos se traduce en indudables
beneficios económicos para el contratista cuya otra cara de la moneda es la
desatención del objeto del contrato que debería ser garantizar condiciones de
salud y dignidad en la atención a los educadores y sus familias.
Víctor Cervantes Z
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