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Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
3. Un estilo
para la comunicación científica
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Tal como lo hacemos en el apartado “Una definición” del Capítulo 1.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 17
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3.2.1. Objetividad
Tanto la situación o contexto en que se produce la comunicación científica como
su contenido requieren de un lenguaje que apunte directamente a la realidad que se
quiere describir, con la mayor objetividad posible. En general, los miembros de la
comunidad científica desean evitar que recaiga sobre ellos cualquier sospecha de
manipulación de datos o de hechos observados. Por eso, intentan presentarlos como
independientes de sí mismos y ejerciendo la menor presión sobre el receptor para que
éste adhiera a sus dichos. Las oraciones declarativas (afirmativas o negativas), con el
verbo en modo indicativo y la tercera persona (1), crean la ilusión de que los hechos se
presentan por sí solos, con un emisor que desaparece, se borra. Más aún, podría decirse
que los hechos parecen haber ocurrido sin la intervención del investigador.
En este texto se puede observar que se alterna el uso de la primera persona del
plural (en cursiva los verbos y pronombres) con la tercera en la voz pasiva (subrayado).
Por nuestra parte, creemos que resulta más conveniente mantener el estilo una vez
elegido: si se decide el emisor por la primera persona del plural, debería mantenerla.
Como ejemplo, proponemos una corrección (7) para el verbo subrayado en el segundo
párrafo de (6):
(8) En el sur del área, los suelos son arenosos pardos sobre
sedimentos arcillosos (mestizos), de los subgrupos Haplumbrepts y
Hapludoles fluvénticos.
Un especialista en suelos podrá decir si son los suelos o los sedimentos arcillosos
los que pertenecen a los subgrupos Haplumbrepts y Hapludoles fluvénticos. Pero el
destinatario supuesto para el texto de donde proviene esta oración es un público más
amplio, que incluye a productores agropecuarios.
Para las citas y las referencias bibliográficas se debe respetar la norma elegida4
y, sobre todo, ser cuidadoso y fiel en los datos para que el lector pueda, si lo desea,
encontrar los textos citados o referidos.
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Ver apartado 3.3. de este mismo capítulo, “La inclusión de los textos ajenos”.
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(10.b) Esos registros han servido para modificar algunas características con
el fin de mejorar la producción.
Para que el texto resulte claro, es necesario también observar las reglas
gramaticales. Hay errores que se han generalizado por un fenómeno de “contagio”:
cuando los investigadores no dominan el género y acuden a modelos poco adecuados,
arrastran a su propio texto los errores que no reconocen como tales. En otras
oportunidades, trasladan al castellano construcciones propias del inglés, que provocan
posibilidades diversas de interpretación. Otras dificultades tienen que ver, simplemente,
con errores sintácticos o de puntuación.
En el fragmento siguiente (13), por ejemplo, aparecen dos usos incorrectos de
gerundio y un pronombre muy alejado de su referente (subrayados en el texto).
En este otro (14), el uso incorrecto del gerundio provoca la construcción de una
oración excesivamente larga y compleja, en la que, además, no se expresa claramente la
relación lógica entre ideas. Hay, además, un error en la concordancia de número (15).
(14) Experiencias anteriores han revelado que los forrajes frescos de alta
calidad de climas templados poseen características particulares, tal como la
elevada proporción de componentes solubles, que podrían influenciar la
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utilización de proteínas en los rumiantes, debido a las pérdidas de nitrógeno
que se producen entre la boca y el duodeno, alcanzando valores del 30% del
nitrógeno ingerido, provocando una disminución en las cantidades de
nitrógeno y de aminoácidos totales (dietario y microbiano) que arriban al
intestino delgado.
La cursiva (14) señala un verbo cuyo uso se ha generalizado pese a que no existe
en castellano, sino que se usa en reemplazo de influir o -en este caso- de modificar.
El siguiente texto (16), tomado de un borrador que registraba un seminario dado
oralmente, muestra qué confuso puede ser un texto si no se respetan las reglas
gramaticales y el orden habitual de la oración. En este caso subrayamos un error de
concordancia entre sujeto y verbo. En (16.b) proponemos otra versión, que
consideramos ha ganado en corrección, brevedad y claridad.
(17) Así en 1975 la población mundial llegó a los 4.000 millones, es decir,
volvió a duplicase en sólo 45 años. En 1990, se la estimó en 5.000
millones.
(18) Por lo tanto, al menos para los fines de mejoramiento, no será necesario
un sistema de registro masivo; probablemente ello se justifique para
implementar buenas prácticas de manejo y su relación con la economía
de la producción.
En cuanto a los enlaces, consideramos el uso de conjunciones (y, ni, pero, o) así
como el de los llamados conectores lógicos (Cuadro Nº2, inventario no exhaustivo), que
expresan las relaciones entre los conceptos contenidos en oraciones o párrafos (19). Es
necesario reconocer su valor lógico-semántico para seguir el curso del pensamiento,
tanto en la comprensión como en la producción de textos.
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En el Capítulo 6 presentamos los procedimientos adecuados para lograr estas condiciones en los textos.
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Véase el apartado 3.4. “Tramas para los textos científicos”, en este mismo capítulo.
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Especialmente en los textos científicos, en los que interesa al autor restringir las
posibilidades de interpretación, las relaciones entre las ideas presentadas deben resultar
suficientemente explícitas, no libradas a la voluntad del lector.
Las conexiones implícitas no son recomendables, dado que si para algunas
personas dos hechos pueden estar ligados entre sí, para otras no; o pueden estarlo de
modo diferente según sean su conocimiento de mundo, sus deseos, sus prejuicios (Van
Dijk, 1983). Sin embargo, hay que evitar la redundancia o la sobre-explicación, que
dificulta la comprensión del texto. Vale aquí la misma regla que en tantos otros casos:
buscar el equilibrio. El uso excesivo de conectores lógicos (20), que no respondan a una
necesidad real del texto, producirá resultados tan indeseables como los de su ausencia
cuando sean necesarios.
(23) Macioti, por otro lado, analiza un tipo mixto de persona que
actúa de “cable transmisor”, de pasaje de categorías ya caducas a nuevas
figuras que se están delineando. […] En su opinión, “la era de los magos que
dedican la vida a la búsqueda de la piedra filosofal ha sido superada”
(1992:74). Ahora, los operadores emergentes provienen de las clases medias-
altas, algunos son intelectuales, vienen de ambientes sociales vinculados con
la televisión, el teatro. Los magos modernos pretenden mantener su trabajo
separado de la vida privada, se habla de unión entre magia y ciencia; hasta
“la magia negra se presenta hoy en día con una marca post-moderna”.
Al analizar a los operadores emergentes el concepto de carisma no
puede ser considerado en su contenido clásico, sino que debe ser revisto:
“los resultados de la acción, de los comportamientos de un emergente no
están, en general, relacionados con la emotividad, al contrario, son frutos de
una investigación metódica (…)” (1992:78-79).
Este recurso permite crear la ilusión de que se incorpora al texto no sólo la idea
expresada por la fuente sino su intencionalidad. La cita textual es un recurso que
transfiere la responsabilidad de lo dicho a la fuente original.
El estilo indirecto consiste en la referencia al enunciado ajeno “en boca” del
emisor y exige ajustes de los pronombres así como de los tiempos y los modos de los
verbos del texto original para adaptarlos al discurso en que se ha incluido. La referencia
–como en el estilo directo- se introduce con verbos del decir (24) u otros que
corresponden a la actividad científica (hallar, descubrir, confirmar, demostrar, etc.) (25),
pero puede también aparecer sin ellos (26). Esta manera de citar es usada con mayor
frecuencia que el estilo directo.
Como ya hemos dicho, en las paráfrasis suelen ser incluidas citas textuales que
tienen como fin asignar la responsabilidad total de lo dicho a la fuente (23). En el
siguiente ejemplo (28), además, se coloca entre comillas el modo como “la mayoría de
las personas” de hoy se consideran a sí mismas, con el fin de lograr el mismo efecto -
puede decirse que se incluyen las voces de esa “mayoría”-:
En todos los casos es necesario –como ya hemos dicho antes7- ser coherente en
el uso de los tiempos verbales. Cabe señalar, sin embargo, que no siempre aparecen en
los textos los verbos en forma adecuada, tal como ocurre en el siguiente fragmento
(37.a), donde se combinan el uso del presente y el pasado en forma injustificada, si se
atiende su relación con los conectores temporales. Proponemos en (37.b) una corrección
de este uso, que –creemos- facilita la lectura.
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Cf. Capítulo 3.
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comparativos y teorías generales fue relegado por el peso cuantitativo y
cualitativo de los estudios empíricos del período subsiguiente. Hoy los
historiadores tienden a ser mucho más cautelosos en sus conclusiones ya que
la evidencia acumulada hace cada vez más endeble el potencial explicativo
de las grandes teorizaciones.
Hay en este texto algunas dificultades en el uso de los signos de puntuación, uso
incorrecto del gerundio y un error de concordancia entre sujeto y verbo. Inmediatamente
proponemos una versión corregida (64.b):
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Véanse, por ejemplo: Seco, R. 1954. Manual de gramática española. Buenos Aires, Aguilar. Ed. 1990;
Seco, M. 1986. Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Madrid, Espasa Calpe.
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del nasion, la premaxila se retruye, la báscula anterior del pila maxilar está
bloqueada en retrusiva a 84º.
En definitiva, la detención del crecimiento anterior del maxilar, la
verticalización de la cara, la predisposición arquitectural a la pro-mandibulía,
conducen a un cuadro de flexión en Clase III esqueletal.
En el texto precedente habría que discutir el uso de los signos de puntuación, que
no facilitan sino que entorpecen la lectura.
(44) ... sin embargo es interesante notar cómo esta temática vuelve a
ser significativa para la sociología, ya que encierra en sí misma una de las
paradojas que caracterizan a la sociedad occidental contemporánea ...
Las voces de otros investigadores –como hemos visto- (15) son introducidas
también a través de citas.
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Cf. apartado 3.5. “Grados de objetividad en el discurso”.
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durante una investigación, o en la discusión de la información para arribar a las
conclusiones.
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Cf. “La estructura IMRDyC” en el Capítulo 4.
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Por último diremos que algunos textos científicos suelen incluir, generalmente al
final, sugerencias o recomendaciones. Estas secuencias se caracterizan por el uso de los
verbos en infinitivo o en futuro (ya sea simple, compuesto o a modo de frase verbal), así
como el uso del verbo modal “deber” (49).
Veamos otro ejemplo. En el texto siguiente (52), por ejemplo, la última oración
tiene como finalidad llamar la atención del receptor sobre el valor del trabajo de
investigación a causa del inusual tamaño de la muestra (1890 registros). Tiene, por lo
tanto, valor persuasivo oculto bajo la apariencia de grado 0.
Otro modo de disminuir el grado de certeza con que se presentan los hechos es el
uso del modo potencial, que suele encontrarse en la formulación de las conclusiones.
Este uso obedece a la pretensión de modestia y al temor de darles un valor definitivo,
cuando –a decir verdad- en ciencia todas las afirmaciones son provisorias.
El modo potencial no presenta los hechos como reales; se utiliza habitualmente
en el período hipotético de las construcciones condicionales (62), de manera que
presenta un hecho que sólo puede tener lugar en el caso de cumplirse una condición:
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Cf. más adelante la relación que existe entre el uso de la primera y la segunda persona y los textos
orales.
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Cf. Capítulo 2.
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Como los textos didácticos, el discurso oral suele emplear preguntas retóricas
(57, 58). En (60), éstas aparecen junto a expresiones de tipo coloquial (subrayada en el
fragmento citado).
En ocasiones, los emisores eligen acompañar la exposición oral (ya sea una
conferencia o una ponencia) con recursos gráficos, como la proyección de
transparencias o diapositivas con cuadros, figuras, gráficos, mapas o fotografías,
infografías o esquemas. Es conveniente que sean de fácil y rápida lectura, de manera
que el orador no necesite leerlas, lo que significaría cometer una falta de respeto al
público (Day, 1990). Útiles recomendaciones para la elaboración de diapositivas y
transparencias pueden encontrarse en Ebel, Bliefert y Russey (1987).