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ay 5 OBSERVACIONES SOBRE LA DINAMICA DE LAS CONTROVERSIAS* Marcelo Dascat En otro lugar (Dascal 1989, 1990), fel a mi tesis (Dascal 1992, 1994) segtin a cual el encadenamiento de las intervenciones en una conversacién es ante todo pragmético, estudié las controversias desde este punto de vista. Sehalé, centonces, el papel de la nocidn de “exigencia conversacional” (Dascal 197) ¢n las controversias, la existencia de intervenciones y de estrategias (“moves”) tipicamente utitizadas en una controversia, asf como Ia ejemplificacién en ellas del recurso alos tes niveles del contexto ydel cotexto que normalmente. se usan en la interpretacién de todo discurso (Dascal y Weizman 1987). Este tipo de andlisis permiti6, entre otras cosas, comprender la interpretacion que hacen los participantes de los silencios de los adversarios, su frecuente recurso a la nociéa de malentendido, las batallas en torno al onus probandi Yy al status questionis, asi como otras propiedades pragmaticas tipicas de las Controversias, No tengo duda de que los tipos de organizaci6n de este tipo particular de didlogo que son las controversias, realizado por estos andlisis siguen siendo pertinentes y que el estudio de las controversias desde este punto de vista es ‘extremadamente productive. Esto fue claramente confirmado por otros estudios (Dascal 1990a, Cremaschi y Dascal 1996; Dascal y Cremaschi en prensa). * Una primera ersn de est eno fue presentada en el Séptime Cologuo de Prugmitica Ginebra, "Les di 1985), y fue publi castellano contiene algunos cambios, y se publica con permiso dela Unidad de Linghstica Francesa de la Universidad de Gincbra. El ator agradece « Corina Yeurbe ns exclente traducisn. "Un grupo de investiaciones sobre las controversias, que empead sus trabajos en Instituto de Estudios Avanzados de a Universidad Hebrea de Jrusalén en 1994-1095 sigue 100 [MARCELO DASCAL, ‘Sin embargo, lo que quiero presentar y discutir aqui son fenémenos prima Jacie de otra naturaleza, que tal vez se refieren, por una parte, a algo més “extern” que el encadenamiento pragmético y, por otra, a algo més “inter- no” que éste. Reservaré el nombre de “dindmica de una controversia” para esignar estos fenémenos, que, hasta donde sé, ain no han sido apuntados, Espero que su discusién aqut pueda aclarar su naturaleza. En particular, para la discusién de estos fenémenos se plantean las siguientes preguntas: 4) épertenecen a uno 0 a varios “niveles de organizacién” del didlogo? 1b) éson explicables en términos de los niveles de organizacién més 0 ‘menos aceptados en el andlsis de la interacci6n comunicativa? ©) iticnen una estructura jerarquica y composicional igual ala postulada para los otros niveles de organizacion del dislogo? 4) ise le puede atribuir a esta estructura un fundamento funcional? Elorden de mi exposici6n sera el siguicnte: primero explicaré brevemente ¢linterés particular de un estudio de las controversias para la historia de las ideas y para la epistemologia (secci6n 2), y definiré la controversia como uno de os “tipos ideales” del didlogo polémico (seccién 3). Presentaré entonces ejemplos de los fenémenos “dindmicos” mencionados antes (seccién 4). Discutiré en seguida (seccién 5) las posibles relaciones entre las observa- cones aqui sefaladas y el modelo (primero jerarquico y ahora multidimen- sional) dela organizacion del dislogo desarrollado cn Ginebra. Finalmente (eccién 6), propondré algunas hipétesis para responder las preguntas planteadas y para estimular el debate $1. CONTROVERSIAS ¥ EPISTEMOLOGIA? $1.1. Las controversias aparecieron en la filosofia occidental desde el ‘momento de su nacimiento. Los fildsofos preocupados por descubrir la ‘verdad absoluta siempre aspiraron aencontrar los medios de prueba capaces ‘Teanigndose bianvalmente, ext peeparando una serie de publicacions, entre las cuales puedo ‘seialar un mimero especial dela revista Science in Contry el bro Leib the Potembnicist, ‘ompilado por M, Daca y O.Racionero. Para evitarposbles malentenddos, establezco desde ahora que ls términos “sinsmico”, “externo” e “inter” empleados sin rigor en el presents pérrafo no tienen el sentido mis preciso que les otonga Rovlet (1995). Para més detalles sobre la conribucin ye estudio dela contrverias emia la solucén de impasse en el que se encuentra la epistemologa contempordnca, vase Dascal = - 227478 DINAMICA DE LAS CONTROVERSIAS 101 de demostrar el error de sus adversarios y asf decidir las controversias a su favor. Sus “adversaries”, sin embargo, utilizaron a su vez estos medios, lo ‘que perpetué las controversias (véase Dascal 19900). En tanto que algunos filésofos (los sofistas, los eseépticos) vieron en la controversia el “estado natural” de la filosoffa, otros (fundamentalmente Kant) vieron en ellas un verdadero escéndalo, Estos buscaron suprimir la controversia en filosofia, tomando como modelo la ciencia que, segin ellos, habia encontrado un :étodo riguroso que permitia hacerlo. § 12. La historiografia de la cicncia descubri6, sin embargo, que la con- troversia desempeiia un papel fundamental también en la ciencia. Mostr6, ‘que, lejos de consistr en un progreso continuo obtenido por acumulacién de datos y de teorias cada vez més “‘confirmadas” (ideal positivsta), la evoluci6n de la ciencia se leva a cabo més bien en zigzag: teorias anterior- mente consideradas con frecuencia confirmadas son reemplazadas por otras, totalmente incompatibles con las primeras, y a menudo incluso “in- ‘conmensurables” con clas (Kuhn); teoria anteriormente rechavadas puc- «den reaparecer en un momento posterior, lo que sugiere una persistencia de ciertas oposiciones fundamentales (eg. naturaleza ondulatotia 0 corpusc~ lar de la lz; espacio absoluto versus relatvo, cteétera). La filosofia de las ciencias, por su parte, reconocié que el “motor” del progreso en la ciencia no es la bisqueda de la confirmacién, sino més bien la actividad ertica, que busca refutar las teorias establecidas (Popper). ‘A pesar de su importancia en la flosofia y en la ciencia, la controversia ientifica real nunca ha sido estudiada como fen6meno discursive par- ticular Hubo una tcudencia a considerarla, alo sumo, como un fenémeno ‘marginal, pertencciente a la ret6rica. En consecuencia, los medios discur- sivos utilizados en la controversia fueron menospreciados por los epis- {emlogos en tanto que se consideré que conducian ala “persuasion”, que no depende de la verdad o validez de las esis defendidas, sino mas bien del talento ret6rico de sus defensores. Asi, la daica eritica que cuenta, segéin Popper, es la que se lleva a cabo en un “Mundo III” idealizado, donde los textos son semnticamente “transparentes” (por lo tanto, nose requiere st interpretacién pragmética) y donde no hay mais que confrontacién logica centre argumentos. Todos los demas aspectos de la actividad critica per- 4 Algunosepistemlogos ce interesaron en as controversiascieniiasypusivon de relieve algunas de sus earacterfsheas discursivas importantes (vase, por ejemplo, Granger 1985, Gil {58S 190, para una discusién erica de sus contribuciones, vse Dascal 195). 102 MARCELO DASCAL, tenccen, segiinesta posicién, al dominio de lo psicalogico, que es irrelevante ppara dar cuenta de su papel en el progreso de la ciencia. $1. Porsu parte, la rt6rica tradicional codifies tas formas ritualizadas de disputa (como la disputatio medieval), asf como las técnicas y estrategias propias para “ganar” una disputa, pero raramente se ocup6 de controversias reales en cuanto objetos de investigacién, Recientemente se intents aplicar Taretérica al estudio de las practicascientificas. Sin embargo, con frecuencia s6lo se demostraba de qué modo el discurso cientfico — como cualquier otro discurso— utiliza artificios ret6ricos clésicos, agregando ciertos ar- tificios propios, como el uso de una estructura particular en el paper Cientifico 0 el recurso de cuadros de datos, andlisis estadisticos, ete. (véase Gross 1990, McCloskey 1985, 1994). Cuando la controversia fue tratada de ‘manera explicita por los “retGricos de la ciencia”, su estructura “sintéctica” fue reducida a la “Iogica dialogica” que finalmente no es sino tna recons- truccién de la logica clisica (véase, por cjemplo, Pera 1991). Del mismo ‘modo, la actual renovacién de la ret6rica (debida a Perelman), que sin duda le devuelve a esta disciplina (y por lo tanto al estudio de las controversias) ‘una importancia de la que habia sido despojada, todavia privilegia dema- siado cl aspecto idealizado, puramente ligico, dela controversia, ydescuida ‘sus propiedades discursivas y su papel de constructora de sentido’ Igualmente, una recopilaci6n reciente que contiene textos te6ricos sobre lascontroversias cienificasytéenicas asf como estudios de caso (Engelhardt 'y Caplan 1987), se interesa sobre todo en la influencia de los factores “no epistemolégicos” (ideol6gicos, éticos, politicos) sobre la conduct de las controversias. En esta recopilacién se le presta muy poca atencién a los aspectos propiamente discursives de estos intercambios, $14. Lakatos, disefpulo de Popper, con su “metodologfa de los programas cientificos de investigacién’”, le afiadié a la teorfa popperiana la dimension diacrénica. A partir de la observacin de que una refutacion experimental ro “mata” de inmediato una teoria dada, lo cual muestra que los cientificos de hecho no siguen la norma ertica popperiana, propuso, como unidad de evaluacién de la racionalidad en la ciencia, ya no las teorfas aisladas 5 Para un resumen de esa lie, véase Heinzmann 1992. “Para una proposicion de una “retérica copnitva,integrada a la pragmtica, que 0 \descuida aoe sxpectos dcursvor

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