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burguesa […] abrir camino hacia una tado por Val–, según el cual “el deseo es
expresión «natural» de las pasiones hu- lo que induce al hombre a integrarse en
manas”, liberándose del brocado y el ese orden universal y así unirse a Dios”
“movimiento apasionado” (55). (55).
La primera de las Venus a la que El acto de desnudamiento no sólo
presta atención atención la autora per- pone de presente una concepción del
tenece a Botticelli, en “El nacimiento de conocimiento, sino que también expre-
Venus”. Val hace bien al señalar que al sa un ideal de belleza y un programa
artista no se le atribuye “la fundación moral: “La Venus del Renacimiento
del arte profano” o la incipiente expre- […] no es sólo una diosa del placer, sino
sión de un interés por la Antigüedad. que abarca la humanitas, que a su vez
Él, como tantos otros (Cranach, el viejo, engloba el amor, […] la liberalidad y
por ejemplo) impulsó un tránsito entre magnificencia” (56). Importa observar
el tema religioso y el tema mitológico, en esto que el canon de belleza huma-
hizo comparecer al cuerpo desnudo na ponía al lado de “las formas blandas
como punto de encuentro entre el pen- y carnosas de la Venus”, la morfología
samiento judeocristiano y la herencia “firme y musculosa” de un Hércules.1
griega (cf. Perniola 249). Aquí, dice Val, Olvida nuestra autora que ese huma-
“la propia Venus podría ser tomada nismo, originado –según ella– en la
como una Virgen de la Anunciación” humanitas, erige lo masculino como
(57) –y añado– porque “ambas parti- prototipo de la forma humana, se-
cipan de la idea metafísica de belleza” mántica pero también corporalmente.
(Perniola 57). La reflexión de Val se El cuerpo masculino, incluso a través
completa al decir que la influencia del universo conceptual que fue para-
neoplatónica, que es fundamento del digma médico y anatómico durante el
desnudo histórico, guarda una íntima Renacimiento (en el discurso de la ho-
relación con el significado griego atri- mología anatómica), contemplaba a lo
buido a la claridad de la vista y la verdad. femenino como rezago o inversión de
Es conocida la concepción metafísica la masculinidad, “ser humano era ser
de la verdad como un desvelamiento o plenamente hombre”.2 Esas ninfas de
descubrimiento, pero hace falta señalar los decimonónicos desnudos acadé-
que es “sobre tales premisas metafísi- micos comunican sí una “concepción
cas [que] se asienta la representación vital” y un conjunto de “valores hu-
del desnudo” de carácter típicamente manos supremos”, como acierta a decir
renacentista (ibíd.). Lo que Perniola lla-
ma “metafísica de la desnuda verdad”, 1 Cf. Delveau, A. Dictionnaire éroti-
este modelo iconoclasta, ensalza la que moderne. Paris: Union Générale
búsqueda de una verdad más esencial, d’Editions, 1997. Citado en Corbin
la identidad metafísica con algo más (2005).
2 Cf. Laqueur, Th. “Amor veneris. Vel
puro y originario, y se impone enton-
dulcedo appeletur”. Feher, M., Naddaff,
ces como modelo de experiencia erótica
R. & Tazi, N. (eds.), Fragmentos para
(cf. id. 246-249). Con lo anterior se hace una historia del cuerpo humano, Vol.
oportuno el pensamiento de Ficino –ci- III. Madrid: Taurus, 1992. 90-131.
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Val, pero este orden social legitimaba influencia. La fina curva del vientre, las
también la dominación masculina a disimuladas caderas y el vello imper-
través de códigos culturales arraigados ceptible correspondían a la norma que
en el lenguaje y en los cuerpos. La “ar- se inició en los países nórdicos sobre el
monía plástica” y el “deleite visual” que desnudo femenino (Perniola 246). Ello
ofrece la Venus no deben distraer de las habla menos de “lo que era” la mujer y
implicaciones políticas y morales, cier- más del deseo, así como del cuerpo fe-
tamente menos ingenuas que la mera menino tal y como era supuesto por el
“reafirmación de los valores humanos hombre. Incluso, por lo que respecta a
de racionalidad y libertad”. la difusión de las obras, cabe desmentir
La segunda pintura objeto de análisis una simetría entre el público femenino
corresponde a Tiziano y su “Venus de y el público masculino. Es sabido que
Urbino”. En esta –según Val– “se excluye en el discurso dedicado a los efectos y
cualquier interpretación neoplatónica” los límites de lo observable durante la
y se descubre el “sentimiento moral y época, la violencia de la censura privi-
erótico de la pintura” (57). En efecto, si legiaba a la vista femenina (cf. Corbin
aceptamos la tesis de Perniola que define 165, 195). Los museos anatómicos, tanto
lo erótico como el tránsito entre las partes como los salones de arte, quedaron
cubiertas por ropa y aquellas que quedan prohibidos por largo tiempo a las espec-
al desnudo (cf. 237), este cuadro es triun- tadoras, y fueron más bien “santuarios”
fo de un erotismo fundado en la promesa de elaboración y exhibición del deseo
de desnudamiento. El movimiento de de los hombres (ibíd.).
poner al desnudo es allí interrumpido La última pintura en ser analizada es
por la mano de la propia Venus cubrién- la “Venus del espejo”. Con este cuadro, y
dose el sexo, cuidando así de mantener en general con toda su obra –dice Val–,
la tensión erótica que amenaza con disol- Velázquez “manifiesta una ‘actitud mo-
verse más allá del acto de encubrimiento. derna’, trata de romper con la tradición”.
Este modelo de experiencia erótica hace Es verdad que los moldes pictóricos
suya la fórmula iconoclasta, pero le traza del Renacimiento y la “pretensión del
un límite a aquella fusión total, unidad o idealismo”, presentes en el desnudo
completo desvelamiento, y consigue ha- académico, sufren aquí una importante
cer de la promesa y la prórroga la fuente transformación. “El pensamiento má-
del deseo masculino. gico-mítico comienza a declinar” –dice
Por otro lado, no comparto la opi- Val–, conmoviendo no sólo el régimen
nión de la autora al asegurar que estas del conocimiento en las ciencias, sino
imágenes “repercutieron tanto en las también en las artes y el estudio de lo
mujeres como en los hombres”; en las humano (61). La plástica empieza a dejar
mujeres, al decirle: “esto es lo que tú atrás lo alegórico, para recibir una diá-
eres”, y en los hombres: “esto es lo que fana “correspondencia entre los signos y
ella es”. Observo, como Zerner, que “el las cosas” (63). Ciertamente, Velázquez
cuerpo representado no es nunca el es heredero del dibujo anatómico que,
cuerpo real”; aquella figura de Venus en el siglo XVI, tanto ocupó a los artis-
aún debía a la ficción su más importante tas. Su obra exhibe un tipo de desnudez
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