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En el texto de Edgar Allan Poe “El poder de las palabras” encontramos un dialogo entre dos
ángeles, Oinos y Agathos; la conversación que tienen está basada en la discusión sobre la
posibilidad de que ellos tuvieran todo el conocimiento, puesto que Oinos fue recién ornado con
las alas de la inmortalidad, y tiene dudas sobre el poder total del conocimiento, y así ser feliz por
conocerlo todo, pero Agathos le explica que la felicidad no se encuentra en el conocimiento, sino
que se encuentra por el camino que se recorre para adquirirlo, la felicidad eterna reside en
conocer más y más, pero tener todo el saber sería la maldición de un demonio; la única finalidad
nuestras almas puedan aplacar la sed de conocer, que siempre es insaciable, pues saciarla seria
extinguir la esencia misma del alma. Oinos pone en cuestionamiento si Dios es el verdadero
creador y Agathos le responde, la Deidad no crea, Agathos lo define como el resultado de las
creaciones más antiguas que puede hacer una deidad, aunque es bien sabido que en el mundo
que así como ningún pensamiento puede perecer, tampoco ningún acto queda sin resultado
infinito, pues todo lo que hacemos con lleva a unas acciones determinadas, “la fuente de todo