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Los seres humanos podemos desarrollar en esencia dos tipos de actitudes: bajo una de ellas

somos altruistas y colaboradores, y bajo la otra somos egoístas y competidores. Existen


personas totalmente polarizadas hacia una de las dos actitudes por voluntad propia; por
ejemplo, los monjes budistas están totalmente volcados hacia el altruismo, y los practicantes
del objetivismo, hacia el egoísmo. Y también existen personas que combinan ambas formas
de ser, comportándose, unas veces, de forma altruista y colaboradora, otras, de forma egoísta
y competitiva, y otras, de forma parcialmente altruista y competitiva. En algunas partes del
mundo predomina el altruismo (Tíbet), de modo que el egoísmo se ve en general como algo
negativo. Y existen grupos humanos donde sucede lo contrario. Todas las guerras de la
historia nacieron del egoísmo por parte de, al menos, uno de los dos bandos; todas las
situaciones conflictivas del ser humano proceden del egoísmo.

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