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JURISPRUDENCIA EN
MATERIA DE
NULIDADES Y VICIOS
DEL CONSENTIMIENTO
RESUMEN: El presente documento compila importante jurisprudencia
emitida por la Corte Suprema de Justicia y CC en materia de nulidad es de
negocios jurídicos, instrumentos públicos y vicios del consentimiento. Lo que
se presenta a continuación es un extracto de la ratio decidendi más
relevante en cuanto a estos tópicos. Recuerde utilizar los siguientes vínculos
para descargar las sentencias completas:
http://sistemas.cc.gob.gt/portal/
http://jurisprudencia.oj.gob.gt/
PRINCIPAL JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
Y ORDINARIA
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lo hizo, incurrió en error de derecho en la apreciación de la prueba, infringiendo con ello el artículo
170 del Código Procesal Civil y Mercantil, pues si bien es cierto el dictamen de expertos aun siendo
armónicos en su contenido no obliga al juez, también lo es que, en el presente caso, la Sala al
formar su propia convicción no tuvo presente hechos establecidos en el proceso, tal el caso de que
el dictamen del experto, tercero en discordia, fue presentado en tiempo, condición sine qua non
para considerar su existencia jurídica, y para hacerlo eficaz respecto al extremo que se pretendía
demostrar. En atención a las consideraciones anteriores esta Cámara advierte, por una parte, que
el dictamen de expertos es una prueba toral dentro de un juicio ordinario cuya pretensión es
declarar nulo un negocio jurídico y, por la otra, que siendo un medio de convicción concluyente en
el presente caso, se arriba a la conclusión indubitable que el negocio jurídico contenido en la
escritura pública número ocho, autorizada en la ciudad de Coatepeque el dieciséis de enero de mil
novecientos noventa y cinco, por el notario Gilberto Recinos Figueroa es nulo, por no concurrir en
el mismo uno de los elementos necesarios para su validez, como lo es el consentimiento, al que
hace referencia el artículo 1251 del Código Civil, razón por la cual se configura el presupuesto
jurídico establecido en el artículo 1301 del citado código, al haber ausencia de un requisito
esencial para su existencia; por consiguiente no puede producir efectos jurídicos...”.
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formula la declaración de voluntad de los otorgantes que da vida al acto o negocio jurídico que
desean celebrar, reconocer, modificar o extinguir”. Por lo que se determina, que es en el cuerpo
de la escritura pública, donde surgen las obligaciones y derechos para ambas partes en un
contrato, y en el caso de marras, en esta parte de la escritura únicamente el señor (…) se
constituye como deudor de (…) y garantiza la deuda con el bien de su propiedad, por lo que el
negocio jurídico queda perfeccionado desde el momento en que se ha celebrado con todos los
requisitos requeridos por la ley para que pueda ser reconocida su existencia y fuerza obligatoria,
es en este momento que representa el nacimiento del contrato, cuando llegan a este acuerdo y
firman la escritura los otorgantes, es decir los que intervienen directamente en el negocio jurídico
y se da el cumplimiento forzoso del tradicional principio de eficacia exclusiva entre las partes que
lo celebran, por cuanto que se dan los elementos esenciales que todo negocio jurídico debe tener
para su existencia, que son capacidad, consentimiento y objeto o causa”. “…la Sala (…) interpretó
correctamente el artículo 31 numeral 6) del Código de Notariado, pues (…) manifestó que esta
norma exige que deben firmar las escrituras públicas los otorgantes, que en el contexto de la
norma se refiere a los que se obligan, o bien quienes manifiestan unilateralmente su voluntad en
un acto (…). Sin embargo, para ahondar en el concepto de “otorgante”, cabe indicar que todo
contrato (…) están conformados por elementos personales que intervienen en la relación jurídico-
contractual, es decir existen dos sujetos susceptibles de derechos y obligaciones, el que da y el que
recibe, verbigracia deudor y acreedor. Los elementos personales en el contrato (…) necesitan de la
capacidad y del consentimiento, elementos que son indispensables para contratar y que
perfeccionan el mismo. Los elementos personales (…) son los otorgantes obligados a firmar el
instrumento público, porque son los que se obligan al declarar su voluntad en el acto, y si falta la
firma de alguno de ellos, sí daría lugar a la omisión de una formalidad esencial del instrumento
público. En virtud de lo expuesto, se concluye que la Sala antes referida dio al artículo 31 numeral
6) del Código de Notariado, el sentido y alcance que le corresponde…”.
RESPECTO A LA SIMULACIÓN
Corte Suprema de Justicia, Cámara Civil, Expediente 133-95.
“[L]a simulación, como lo dice acertadamente el tribunal de primera instancia, en coincidencia con
la doctrina dominante, implica necesariamente el conocimiento por parte de los contratantes del
hecho o circunstancia ocultados, ya que en caso de que el consentimiento esté viciado sólo en
cuanto a uno de los contratantes, se cae en caso distinto, como puede ser la reserva mental o el
dolo, ya sea proveniente de tercero o de uno de los contratantes. Esta es la interpretación
correcta que debe darse al artículo 1284 párrafo 3o. del Código Civil, que contempla el caso de
simulación de personas. Cabe citar al respecto lo que con relación a la simulación, expresa el
profesor Luigi Cariota Ferrara: "Simulación en el negocio jurídico, en particular, se tiene cuando las
partes, de acuerdo, realizan deliberadamente declaraciones distintas de la voluntad interna, con el
fin de engañar a los terceros. Características o requisitos de la simulación son: a) la divergencia
querida y deliberadamente producida entre voluntad y manifestación; b) el acuerdo simulatorio
entre las partes... c) el fin de engañar a los terceros, extraños al acto" (El Negocio Jurídico, Editorial
Aguilar, Madrid mil novecientos cincuenta y seis). Con relación a la simulación, cuando se utiliza un
testaferro, cabe también citar doctrina proveniente de los tratadistas Ripert y Boulanger, aplicable
en un todo al caso concreto sujeto al conocimiento de esta Cámara, que con relación a la
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distinción entre el dolo y la simulación expresan: "El dolo tiene por finalidad obtener el
consentimiento de una de las partes engañándola; en la simulación las partes otorgan su
consentimiento con pleno conocimiento de causa; ninguna es engañada." (Georges Ripert y Jean
Boulanger, Tratado de Derecho Civil, tomo IV, volumen I, página trescientos sesenta y ocho,
Editorial La Ley, mil novecientos sesenta y cuatro). (…) [P]ara que se tipifique la figura de la
simulación se requiere que las partes estén conscientes de la ocultación de la realidad, lo cual no
se da en el presente caso, ya que los actores han sostenido que desconocían la calidad de
testaferro de la persona que los demandados emplearon como intermediarios. La doctrina estima
que es requisito de la simulación "el acuerdo de las partes para simular" (Enciclopedia Jurídica
Omeba, tomo veinticuatro, página quinientos diez), que "supone el concurso de la voluntad de
ambas partes otorgantes del acto simulado; ella no puede existir, ni puede ser demandada,
cuando una de las partes ha entendido realizar un acto serio, aunque después descubra que ha
sido víctima de error o dolo; en este caso, el acto podrá ser anulado en virtud de estos otros vicios,
si se prueba su existencia, pero no por el de simulación" (Raymundo Salvat, Tratado de Derecho
Civil Argentino. Vol II Tomo dos, Editorial La Ley, Buenos Aires, mil novecientos cuarentisiete,
página cuatrocientos ochenta y cinco), que "la simulación es un entendimiento entre las partes
contra los terceros" (Marcel Planiol, Georges Ripert, Tratado Elemental de Derecho, Tomo V,
Editorial Cárdenas, México, página ciento siete) y que la simulación "exige la coincidencia en el
propósito simulador de las partes que conciertan el negocio." (Diccionario de Derecho Privado,
Casso y Romero, Cervera y Jiménez, Tomo II página tres mil seiscientos veintinueve, Editorial
Labor. Madrid mil novecientos sesenta y uno).
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en perjuicio de terceras personas. b. Con respecto al segundo hecho, en relación a la escritura
pública número sesenta autorizada en esta ciudad el nueve de septiembre de mil novecientos
ochenta y siete por la Notaria Olga Mireya Gálvez Vettorazzi, la Sala determinó que hay simulación
absoluta porque la entidad demandada obviamente tenía conocimiento de que no podía hipotecar
los cuarenta lotes, porque fueron desmembrados en forma fraudulenta, y que el señor Barahona
Herrarte – recurrente- tenía conocimiento de la situación de los lotes porque en su declaración de
parte reconoció que previo a aceptar la garantía, los vendió, y que personalmente constató el
estado de los inmuebles, lo que hizo concluir a la Sala en que los contratantes simularon el
contrato de mutuo con garantía hipotecaria, desvirtuando la realidad dando lugar a un contrato
no válido. En cuanto a este hecho, indicó el recurrente que la Sala aplicó indebidamente el artículo
1285 del Código Civil, porque al vincular los hechos a la simulación absoluta, no advirtió que la
posibilidad de otorgar garantía hipotecaria con ocasión del negocio jurídico de reconocimiento de
deuda, provino del derecho de libre enajenación de bienes a que se refiere el artículo 39
constitucional y particularmente, del derecho de hipotecar a que se refiere el artículo 835 del
Código Civil. Se aprecia de lo anterior que el recurrente incurrió en error en el planteamiento de
esta infracción, puesto que no es el derecho a la libre enajenación o el derecho a hipotecar lo que
la Sala vinculó a la simulación absoluta, sino el hecho de haber celebrado un contrato de mutuo
con garantía hipotecaria, cuando la entidad Inmobiliaria Las Ilusiones, Compañía Limitada también
demandada-, tenía conocimiento de la limitación que tenía de celebrar un negocio jurídico de esa
magnitud, con ocasión de la intervención efectuada a la Colonia Las Ilusiones zona dieciocho,
desde el nueve de mayo de mil novecientos setenta y siete por la Municipalidad de Guatemala,
aunado a que él (quien recurre) también tenía conocimiento de la situación en la que se
encontraban dichos lotes, tal como la Sala comprobó de su declaración de parte; circunstancia que
por lógica impedía gravar los lotes a su favor. Por lo anterior, se aprecia que el señor Alfonso
Barahona Herrarte no respetó los hechos que la Sala tuvo como probados, pues pretende
desvirtuar los mismos a través de la aplicación indebida del artículo 1285 del Código Civil, sin
observar que basta ha sido la jurisprudencia emitida por la Corte Suprema de Justicia, que señala
que para la invocación de un caso de procedencia por motivo de fondo de los regulados en el
numeral 1º del artículo 621 del Código Procesal Civil y Mercantil, es preciso que se respeten los
hechos que el órgano jurisdiccional impugnado tuvo como probados. “
OTRAS CONSIDERACIONES:
1. Según expedientes 2027-2008 y 2489-2009 la Corte de Constitucionalidad (CC) de manera clara
y categórica ha diferencia la nulidad absoluta de la relativa. Y en cuanto a esta última ha
expresado que los “vicios” de la declaración de las partes como error, dolo, simulación o violencia,
dan origen a nulidad relativa.
2. La jurisprudencia anterior es relevante traerla a colación por dos razones, la primera porque si
se alega alguno de los vicios del consentimiento, necesariamente debe plantearse nulidad relativa
y no absoluta, y segundo porque alegados estos, hay que reconocer la complejidad que resulta de
tener que probarlos, sobretodo el dolo y el error; y más aún, dado que el actor corre con la carga
de la prueba y mientras no se declare lo contrario, seguirá el negocio jurídico teniendo plena
validez (a diferencia de la nulidad absoluta, no hay nulidad ipso iure).
4. Tal como se ha indicado antes, según expediente 133-95 y 292-2008 de la Corte Suprema de
Justicia (CSJ) la simulación, en cualquier de sus modalidades (absoluta o relativa) requiere que
todas las partes estén conscientes que están ocultando la verdad. En otras palabras, requiere el
concierto de ambas partes en la forma “simulada” del negocio jurídico. De no tomar lugar ello, no
existe en realidad simulación.
5. Según expediente 83-2005 de la CSJ, habría nulidad absoluta por la no concurrencia de los
requisitos esenciales para la existencia del negocio jurídico, como lo es el consentimiento que no
adolezca de vicio; razona que existe afectación a la intención que tenía el contrato que se firma al
producir una falsa representación de la realidad (o del contrato). Más importante aún, que “el
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consentimiento adquiere eficacia jurídica cuando se forma correctamente y cuando existe
coincidencia entre el contenido volitivo y su declaración, el primero formado sin vicios, es decir,
libremente y sobre una representación exacta de la realidad y que la declaración que es el medio
por el cual la voluntad tiene una manifestación externa, debería haber exteriorizado fielmente la
voluntad de ambos. Para que la voluntad tenga relevancia jurídica es necesario que se exprese por
medido de la declaración, a fin de que sea conocida por la otra parte y se integre en el
consentimiento contractual.”.
6. Según el expediente 1179-2000 de la CC, el artículo 32 del Código de Notariado manda a llamar
al Notario al proceso judicial únicamente si se le pretende deducir daños y perjuicios, caso
contrario, no tiene relevancia su participación.
7. Ver aquellos otros expedientes que se indican en la presentación que complementan lo acá
referido.
8. Se sugiere también ver el expediente s.n. 05-08-1993. Pedro Cruz y Cruz vs. Maximiliano de
Jesús Salazar Nova y Virginia Cruz Velásquez de Hernández (procesos derivados de contratos
solemnes), 486-2000 (nulidad instrumento público y negocio jurídico) y 25-2002 (plazo para
nulidad absoluta negocio jurídico); 247-2003 (nulidad del instrumento público y del negocio
jurídico consistente en testamento); 18-2004 (nulidad de una disposición contractual y su efecto
sobre otras) 304-2004 (aplicación oficiosa por parte del tribunal respecto a la nulidad absoluta del
negocio jurídico) 418-2009 (nulidad absoluta luego de concluido proceso de Amparo; ausencia de
todos los requisitos esenciales de validez a partir de firma falsa); la nulidad absoluta supone
nulidad de las demás inscripciones registrales (expediente s/n fecha sentencia 04-12-1980),
cuándo se entiende que hay consentimiento (expediente 83-2005); nulidad absoluta de oficio no
viola debido proceso (expediente 418-2009).
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