El (di)lema del presidente propio – Revista Kamchatka 2/4/19 22'01

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El (di)lema del presidente

propio
Por Pablo Dipierri
@pablodipierri

Mauricio Macri no se rinde. Una mezcla de obstinación e ingenuidad animan al Jefe de

Estado en medio de la crisis financiera que desataron sus propias decisiones, pero una
pregunta lo persigue como un fantasma mucho más aterrador que los corceles del
populismo que azuza en público: ¿por qué el círculo rojo se porta así? Quiero
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Recientemente en
Kamchatka…

Cambio, juez
29 marzo, 2019

Urano en Tauro
y el dólar por
las nubes
29 marzo, 2019

Foto: Ezequiel Pontoriero Festival Buena

Vibra: el
Cuando no está leyendo el telepromter delante de las cámaras, se puede ver al presente ya
presidente Mauricio Macri deambulando, cabizbajo y con el ceño fruncido, por la llegó
galería del primer piso de la Casa Rosada que da al Patio de las Palmeras. “Ellos creen 22 febrero,
que la salida es por acá, de verdad, lo creen”, enfatiza una fuente con asiento en una 2019
de las oficinas de Balcarce 50 tras el anuncio del acuerdo con el Fondo Monetario

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Internacional (FMI). Bandersnacht:

elige tu propio
El problema es que, aunque la fe mueva montañas, la llanura pampeana se vuelve pasado
hostil en época de vacas flacas. En su libro Cambiamos, el asesor en comunicación 28 enero, 2019
estratégica Hernán Iglesias Illia, “uno de los que piensa la gestión” según otro Corea para
integrante de esa mesa intelectual, expone los diálogos del entorno presidencial todos
durante la campaña de 2015 y trasluce con claridad la misma discusión que desvela 28 diciembre,
actualmente al primer mandatario y sus funcionarios más cercanos. Frases 2018
legendarias de Jaime Durán Barba, como la que reza que “ningún presidente
argentino vuelve de un ajuste”, o la confianza ciega del vicejefe de Gabinete, Mario
Quintana, quien sostenía que “los mercados van a esperar a Mauricio” bajo la
suposición de que el establishment comprendería la compleja tarea de garantizarle la
máxima tasa de ganancia sin que el país explote, exudan una ilusión que el propio
Iglesias Illia demuele en una investigación anterior, publicada en otro códice de su
autoría e intitulado Golden boys.

El funcionario que se comió una reprimenda por la liviandad con que se refirió a la
desaparición de Santiago Maldonado en una entrevista con FM La Patriada en agosto
de 2017 elaboró allí un pormenorizado retrato de traders y banqueros que emigraron
a Nueva York entre los 80’ y 90’ y jugaron en Wall Street, sin convencerse si eran de
aquí o allá. Frente a los grandes players, corrían de atrás y vivían “aprisionados” en
departamentos de 100 metros cuadrados y, cuando volvían a Buenos Aires,
recuperaban el confort de sus mansiones pero se afofaban en un pago chico sin más
adrenalina que un megacanje como el del 2001, que ellos mismos propiciaron y
montaron para fugarse. Aunque sabe cómo terminó la historia, el asesor macrista
supone que alcanza con que el Presidente no sea igual a Fernando De la Rúa para
desactivar la bomba de tiempo. El paso del ex titular del Banco Central, Federico
Sturzenegger, tanto entonces como ahora debe carcomerle los intestinos.

Linaje, ascenso y carnet

Iglesias Illia narró también que Macri expresó antes de su asunción que, si los
empresarios no invertían con él al frente del país, no habría salvación. La
incertidumbre acerca de la conducta que mantiene la elite dominante con el primer
presidente nacido y criado en su seno, sea por la pertenencia patricia que acredita por
vía materna o por el ascenso meteórico de su padre, enciende todas las alertas.
Habiendo arribado uno de los suyos al sillón de Rivadavia por el voto popular, los
dueños del país podrían morigerar su voracidad para expandir el horizonte de su
permanencia, pero el cimbronazo cambiario puso cualquier presupuesto en duda.

Kamchatka consultó al filósofo, ex diputado porteño y actual director del programa

Argentina 2030, Iván Petrella, sobre el retaceo de utilidades y la mezquindad política
del círculo rojo. “Sí, hay una tensión”, admitió, pero matizó la afirmación con el
argumento de que hay “una generación de adultos que no convivió con (Juan
Domingo) Perón ni atravesó la dictadura y quedaron atrás muchas de las mochilas
que marcaron la historia y la manera de pensar la política y la relación con la
sociedad”.

En ese sentido, sugirió que “ese cambio todavía no se terminó de asimilar o entender
a nivel de lo que uno podría llamar el círculo rojo”. “Si me preguntás si el círculo rojo
acompaña, como siempre, depende… porque algunos entienden más y otros menos, y
a veces, a nosotros nos cuesta explicar”, reflexionó.

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Al decir de la socióloga Ana Castellani, se da un fenómeno de “conflictividad interna

con respecto a la elite”. En diálogo con esta publicación, indicó que la clase
dominante “quedó posicionada frente a un gobierno que le es bastante amigable y
accesible, en términos de origen y afinidad política, pero se sigue colocando en una
misma lógica predatoria, cortoplacista y facciosa, que es la que caracteriza a la elite
argentina”. Así, las fricciones entre los distintos sectores de la economía vernácula
“están en el Gabinete”, subrayó la investigadora del Conicet.

Si en la custodia ideológica oficial tallan fuerte los presuntos gladiadores de la

Champions, como Luis “Toto” Caputo y otros zagueros del mundo financiero, Macri
loteó los wines de su gobierno para que cada rama de la economía tuviera un
delegado institucional. En consecuencia, se pavonean figuras emblemáticas de la
esfera rural y energética, como Miguel Etchevehere o -hasta no hace mucho- Juan
José Aranguren, respectivamente, y las concesiones que obtienen para su espacio de
procedencia complican la rentabilidad del otro (ver, asimismo, página 24).

Por otro lado, el profesor Sergio Morresi cuestiona el herramental de la psicología

que se usa en trabajos como el de Laura Di Marco en Macri o Gabriela Cerruti en El
Pibe para la comprensión del personaje y la consecuente extensión del análisis al
partido político. “Hay un ethos cultural-político del mundo empresarial en el
macrismo y decir que no son el establishment me parece un despropósito, aunque
estaría en desacuerdo con decir que son la misma oligarquía de siempre”, detalla este
doctor en Ciencia Política y coautor de Mundo Pro, y precisa: “Los Anchorena, los
Azcuénaga y los Alvear no son grandes jugadores de la economía, la idea de la vieja
economía que gobierna me parece un mito”.

No sin astucia, Petrella postuló que “en general, el ciudadano raso entiende o percibe
más de lo que entienden los formadores de opinión, tal vez, porque están menos
metidos en la coyuntura diaria y menos impregnados con las categorías viejas, que en
muchos casos quedaron desactualizadas”. Otra vez, el círculo rojo como un reducto
ajeno y la tradición política con olor a naftalina.

Herencia, plan y destino

Cambiemos puso en marcha su mandato bajo la idea de que bastaría con chapear o
acreditar pertenencia para que llovieran los dólares. Al respecto, Castellani postuló
que “eso es lo que suele suceder cuando una fracción de la elite económica se
convierte en elite política porque ahí hay una cuestión de comportamientos y
posicionamientos estructuralmente distintos”. Miembro del Observatorio de las Elites
en la UNSAM, repuso que “a través de la conformación del Pro, una fracción de le elite
económica se comprometió e hizo el pasaje a la política, y hoy una parte del gabinete
está ocupada por personas que nunca pasaron por la función pública”. Así, deslizó que
en esa reconversión se cinceló una “mirada ingenua”, como si “con sólo llegar al
Gobierno fueran a generar un cambio en la elite económica”.

Sin embargo, cada testimonio recogido para este artículo ratificó que el empresariado
“banca” al Presidente. Al respecto, Morresi aseguró que “lo banca en el sentido de que
culturalmente está de acuerdo, que es mejor que esté él antes que Cristina Kirchner o
hasta para fiscalizar, como (Cristiano) Ratazzi, pero eso no implica dejar de ser
capitalista”. “El capital actúa siempre como capital y tiene opciones políticas que
prefiere más, menos o nada, pero Cambiemos está dentro de las opciones que más le
gusta y eso no implica que se inmole como clase social en nombre de ese proyecto

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político”, fundamentó.

A la distancia, evoca los días de fulgor cambiemita antes del 10 de diciembre de

2015, cuando sus fuentes se jactaban de que no había Plan B. “¿Pero si no vienen las
inversiones?”, inquiría una y otra vez para conseguir siempre la misma contestación:
“van a venir”. Ya por entonces, ante la insistencia del interlocutor, los flamantes
funcionarios presumían que, en última instancia, apelarían al FMI y justificaban la
hoja de ruta arguyendo que “el organismo no es el mismo de antes”.

El camino, al parecer, ya estaba trazado. Ese itinerario habita el discurso del Pro desde
el comienzo, tal como recordó el politólogo Sebastián Mauro, titular del centro de
estudios en Ciudadanía, Estado y Asuntos Políticos de la Facultad de Ciencias Sociales
de la UBA (CEAP), a propósito de una investigación suya sobre el discurso de Macri en
la campaña para Jefe de Gobierno porteño en 2003: la menciones a la “clase política”
como depositaria de la corrupción, la reivindicación de su procedencia como
reaseguro de eficiencia y la definición de su candidatura casi como un gesto
filantrópico y servicial de un hombre sin angustias económicas que resolvería los
problemas sociales.

Con ese brief de sí mismo, alcanzó para asirse al bastón de mando pero el repertorio
de ditirambos que reniegan de la épica, prescinde de los héroes, escamotea próceres y
se presenta tan solo como lo nuevo acarreó dificultades. No obstante, Morresi advirtió
que el jefe de Estado no está regalado ni quedó atrapado porque su agenda política
no está agotada y ya demostró, como con el debate sobre el aborto, que puede mover
a la sociedad con temas que no exigen erogaciones dinerarias.

Al fin de cuentas, la cuestión sustancial estriba en la decisión que tomen los dueños
del país con el primero de los suyos que llega, sin golpear las puertas de los cuarteles
ni proscripciones partidarias, a la primera magistratura. Castellani arriesga que, tras la
corrida cambiaria, quedó claro que no tienen vocación de conducir la Argentina, sino
apenas el interés y prácticas predatorias cortoplacistas.

Hace meses que las corporaciones mediáticas iniciaron tibios cuestionamientos y,

actualmente, ya le dan con la cachiporra a los referentes de Cambiemos. Esas
maniobras, puntualizó, son para despegarse del Gobierno y tratar de presentarlo como
uno que no les es propio. “Y realmente no lo es porque la Asociación Empresaria
Argentina y el Foro, por lo demás, conversaron con todos los candidatos en 2015”,
concluyó.

El dilema, en consecuencia, nunca lo fue. Los tordos empollan en cualquier nido.

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13 julio, 2018 | Política

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