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Alberto Valdez
David hormachea
UN ABRAZO PARA TODOS LOS QUE AMAN LA INSTRUCCION BIBLICA. Le envio la primera de
dos partes de un sermón acerca de el curso obligatorio de la universidad divina: EL
SUFRIMIENTO. Es parte de mi serie de estudios titulada:COMO ENFRENTAR LOS DESAFÍOS
CON SABIDURIA que consta de 9 sermones y que pueden ordenar en formato mp3. Les envío
de regalo la primera parte de este sermón:
EL SUFRIMIENTO: desafío obligatorio que demanda una respuesta.

I. INTRODUCCION: EL SUFRIMIENTO, CURSO OBLIGATORIO DE LA UNIVERSIDAD DIVINA.


“El sufrimiento no es un curso opcional para quienes están siendo educados en la universidad
divina. Debido a que es un curso anunciado en el que Dios nos realizara exámenes
complicados, debemos prepararnos bíblicamente para poder aprobarlo adecuadamente.”
El sufrimiento es un curso obligatorio de la universidad divina. El titulo de mi introducción no es
original. No se quien lo diría por primera vez, pero me pareció una verdad bien dicha, digna de
no solo ser recordada, sino también de ser ensenada. 
Quiero partir de esta manera porque nadie puede escaparse de esta realidad y si es una
experiencia anunciada, creo que son sabios los que se preparan. Quiero compartir con ustedes
un poco de la extraordinaria sabiduría divina y darle algunos consejos para saber pasar por este
curso, que no es opcional, sino obligatorio en la universidad divina. Todo ser humano
enfrentara el sufrimiento pues es un obstáculo que debemos enfrentar una y otra vez. Por eso
estime necesario incluir el sufrimiento en mi serie sobre COMO ENFRENTAR LOS OBSTACULOS
CON SABIDURIA.

II. CRISTO, NOSOTROS Y EL CURSO OBLIGATORIO.


No existe mas grande maestro que Jesucristo y nadie ha experimentado mas sufrimiento que
El. Sin duda El si esta preparado para darnos lecciones que pueden transformar nuestras vidas. 

A. LA REVELACIÓN DE LA DEBILIDAD.
No existe experiencia mas reveladora de nuestra realidad que el sufrimiento. Mientras mas
intenso y permanente es el sufrimiento, mas revela nuestras mas pequeñas y grandes
imperfecciones y debilidades. 
He tenido la oportunidad de observar mi propia vida en mis mas difíciles momentos de
sufrimiento y he aprendido lecciones extraordinarias. Cuando he entrado a un pabellón de
cirugías y me he despedido de mi esposa y no se si voy a volver, y en algunas ocasiones he ido
cantando en mi mente un himno y llorando, nunca me he sentido mas impotente, mas débil y
mas a expensas de la misericordia y el poder divino. 
He hablado con muchas personas, cristianas, no cristianas, ateos, solteros, ancianos, jóvenes,
agnósticos, religiosos y me he dado cuenta que el sufrimiento grave, aquel que nos hace ver la
realidad de la debilidad humana, aquel que traspasa nuestras fronteras de orgullo, tiene esa
increíble virtud de ver aspectos de la vida que no vemos en la abundancia o la paz y
tranquilidad. Aun las personas mas duras e incrédulas que he conocido en la vida, cuando he
tenido la oportunidad de visitarles en su lecho de muerte, por lo menos, abren su mente a la
posibilidad de que exista algo mas que la vida en este mundo. 

B. LA IMPOTENCIA DE NUESTRA HUMANIDAD


La enfermedad, el sufrimiento, la perdida de los seres queridos, los fracasos amorosos o
económicos pueden revelar nuestra humanidad en forma increíble.
No existe nada que me da mas lastima que una persona que cree que tiene la vida comprada y
que todo lo puede resistir y que se cree la mama de tarzán. La razón es que he visto a hombres
fuertes ser consumidos por un cáncer. He visto a mujeres orgullosas y engreídas por su belleza
ser destruidas por una enfermedad. Ha sido triste estar con ellos y no encontrar ni siquiera
palabras para poder conversar. He visitado a personas que intentaron hacerme daño y con
misericordia les he visitado en su momento de enfermedad y he observado la humillación que
produce el dolor y la cercanía de la muerte. Yo también, en mis momentos en el hospital he
sufrido por la posibilidad de morir y he pensado en muchas cosas. He pensado en mi familia, su
futuro, en mis errores, en mis logros, he sentido satisfacción y tristeza, pero por sobre todo, lo
que mas me ha atraído es la cruz de mi Señor. Es increíble pensar en ella, en la muerte de mi
Señor, en la salvación y seguridad que uno tiene, que al dejar este mundo, viviremos para
siempre con El. Me atrae al vida cristiana, soy feliz en ella, me encanta servir y amar a la gente,
pero lo que mas me atrae es la cruz de mi Señor. En una de mis estadías en el hospital, el
himno que inundo mi mente fue: 
“En el monte calvario, estaba una cruz, emblema de afrenta y dolor. Y yo amo esa cruz donde
Cristo expiró, por salvar al mas vil pecador. Oh yo siempre amare esa cruz, hasta el día de mi
mutación. Cuando a Cristo mi cuenta le, por su cruz, yo corona tendré.”
Es hermoso pensar en la salvación. Pero en la realidad, le costo la vida a nuestro salvador. Es
extraordinario pensar en la cruz del calvario y su maravilloso valor para los cristianos, pero al
mirarla fríamente, esa cruz fue el instrumento de muerte de nuestro Señor. La cruz es
sorprendente, sobre todo porque aun las declaraciones de Jesucristo revelan que aunque fue
una experiencia aterradora, fue buena. Pero como explico en mi serie sobre la primera carta de
Pablo a los corintios en el primer capitulo en el que tengo que hablar de la influencia de la
sabiduría humana, y el secularismo liberal modernista en las ideas de muchos cristianos, el
mensaje de la cruz es locura para los que se pierden. 

C. LAS LECCIONES DEL SUFRIMIENTO.


He leído extraordinarios testimonios que comunican a gritos que es mas sabio evitar el
sufrimiento evitable y aprender lecciones por el sufrimiento de otros. Pero muchos ignoran ese
mensaje, especialmente los jóvenes. 
El sufrimiento nos puede abrir la mente para conocer verdades maravillosas. Es en medio del
sufrimiento que muchos han dispuesto su corazón para creer algo maravilloso que antes no
creían.
He leído de extraordinarias confesiones de cristianos en pecado, de no creyente, de religiosos y
aun de ateos y agnósticos que negaban la existencia de Dios, pero que en algún momento
fueron confrontados con su humanidad. La verdad es que muchos de ellos no desprecian a
Dios, sino que desprecian la idea tan limitada y errónea que han proyectado de Dios los
religiosos y especialmente las iglesias con costumbres extremas, aun fuera del sentido común. 
El mundo entero quedó pasmado cuando un inglés, que fue editor del periódico The Daily
Telegraph de Londres, y un conocido crítico literario, finalmente decidió entregar su corazón a
Cristo. Desde su juventud había sido ateo. Políticamente, tan pronto como tuvo edad suficiente
como para saber quién era, había decidido ser socialista. Según cuenta en sus relatos, algunas
de sus mejores experiencias las pasó en Moscú. El examinó las diferentes religiones, y vez tras
vez, concluía expresando un cinismo sarcástico. Sus compañeros oficiales en el Cuerpo de
Inteligencia Británico nunca hubieran esperado que Malcom Muggeridge entregara su vida a
Cristo. No podían creer que lo que el consideraba una locura, le haya vuelto loco a el. Sin duda
era el ultimo personaje de la lista que ellos podían pensar que tendría un cambio tan radical.
Era de un alma dura como cuero, arrogante, confiada en sí misma, con gran inteligencia. Mejor
dicho, una mente sabia humanamente y brillante e inteligente.
Una breve biografía de el dice:
Thomas Malcolm Muggeridge (Croydon, Surrey, England 24 March 1903 [1]–14 November
1990) was a British journalist, author, satirist, media personality, soldier-spy. Muggeridge was a
controversial figure - known as a drinker, heavy smoker and womaniser in earlier life. However,
some of his noted work came as a result of finding faith late in life, eloquently expressed in
broadcast and in writing, and fighting energetically on moral issues. and latterly a Christian
convert and writer.

De pronto comenzó a esparcirse la noticia de que Malcom Muggeridge le había entregado su


corazón a Cristo. Entonces surgieron, apenas saliendo de la imprenta, los testimonios de
personas que habían estado a su lado, y que le habían entrevistado, e incluso algunas obras
producto de su propia pluma, una de las cuales fue el libro Jesus Rediscovered (Jesús
redescubierto).
Su obra más reciente es un libro titulado sencillamente Un testimonio del siglo veinte. En esa
obra hay mucha sabiduría, y gran sinceridad, al indicar que el hombre que había dado la
impresión de ser tan seguro y tan confiado, incluso arrogante, había conocido lo que es el dolor
y la aflicción. Uno de sus párrafos dice:
“Contrario a lo que se pudiera esperar, miro hacia atrás, a las experiencias que en su tiempo
parecían especialmente desoladoras y dolorosas, y siento una satisfacción en particular. A decir
verdad, puedo decir con absoluta veracidad que todo lo que aprendí en mis setenta y cinco
años en el mundo, todo lo que verdaderamente ha mejorado e iluminado mi existencia, ha sido
por medio de la aflicción, y no mediante la felicidad. En otras palabras, si fuera posible eliminar
la aflicción de nuestra existencia terrenal mediante alguna droga o algún lío médico, como
Huxley lo imaginó en su obra Nuevo Mundo Valiente, el resultado no sería hacer la vida mas
llena de deleite, sino hacerla tan superficial y trivial que no podríamos soportarla. Esto, por
supuesto, es lo que la cruz significa y por ello, es la cruz, más que ninguna otra cosa, lo que me
ha llamado irremediablemente a Cristo.” Esta última declaración es impresionante: “Es la cruz,
más que cualquier otra cosa, lo que me ha llamado irremediablemente a Cristo.”

En la universidad me alegro saber que mis maestros no se hicieron maestros de la nada, sino
que ellos también en algún momento fueron alumnos de grandes maestros y uno de sus
compañeros permanentes fue el sufrimiento. Mi profesor Rex Jhonson me enseñó sobre el
sufrimiento porque el realmente lo experimentó. Norman Wright también fue un excelente
maestro de la universidad donde estudié. Maestro de asesoramiento familiar tal como Rex
Jhonson, quien fue mi maestro de asesoramiento familiar. El Dr. H. Norman Wright fue uno de
los consejeros cristianos más conocidos de Estados Unidos, sirvió en la Facultad de la escuela
de teología Talbot en la Universidad de Biola. El Dr. Wright es el autor de más de 70 libros.
Joyce, la esposa de Norman, era madre de dos hijos, Sheryl, y Matthew un niño retardado
mental que murió a la edad de veintidós en 1990. Joyce aprendió a vivir con el sufrimiento.
Joyce Wright era una artista talentosa, pero después de casarse no tuvo la oportunidad de
continuar sus estudios. Joyce irradió su amor de Jesucristo, su Salvador personal y dedicó su
vida a servirle en todo lo posible. Ella sabia manejar su sufrimiento y decidió ayudar a los
demás porque fue una mujer de oración. Es fue la razón por la que durante casi cincuenta
años, ella y su mejor amiga Fran oraban juntas por teléfono por familiares, amigos y otros en
necesidad. Algunas de sus escrituras favoritas fueron: "Dios es nuestro refugio y fortaleza,
nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.”
"El señor es mi fuerza y mi escudo, mi corazón confía en él, y yo me ayudé. Mi corazón salta de
alegría y le doy gracias a él en la canción" Salmo 28, NIV
" Fíate de Jehová de todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócele en
todos tus caminos y hará su camino recto" Proverbios 3:5, 6, NIV
"así que no temáis, porque yo estoy contigo; No desmayes, porque yo soy tu Dios. Yo te
fortalecerá y te ayude. Siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia"
Isaías 41:10

D. CRISTO Y SU CURSO PERSONAL


Las palabras del salmista me recuerdan la experiencia de Cristo cuando dijo: “Bueno me es
haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos.” Es una declaración extraña, pero veraz.
También me sorprende que el curso del sufrimiento también fue tomado por nuestro maestro.
Suena extraño, pero es lo que la Biblia enseña: el Hijo de Dios aprendió obediencia mediante
las cosas que sufrió. Jesucristo dijo: “Bueno me es haber sufrido, para que pueda ser tu
sacerdote.” Así lo dice la pluma del escritor de Hebreos, capítulo 5, versículo 8.
5:8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia…”
Hay ciertas lecciones que se deben aprender solamente en la obediencia, y son enseñadas con
severidad. No todas las lecciones que nos conducen a la obediencia son fáciles de recibir. Es
ante la presión que aumentamos nuestra fuerza. Los músculos que el salmón desarrolla para
poder nadar corriente arriba, deben ser singulares. En la vida cristiana hay ciertas cosas que se
aprenden mediante la adversidad y la desilusión, y los contratiempos de la vida, que ningún
otro crisol nos puede enseñar. Tristemente muchos tienden a huir de esas experiencias, en
lugar de agradecerle a Dios por ellas.
Si somos honestos todos tenemos que admitir que las mejores y más permanentes lecciones
que hemos aprendido en la vida se aprenden cuando uno se halla al final del camino, sin lugar
a donde escapar, en aquellos momentos en que nos sentimos impotentes. 
Jesús aprendió obediencia en medio de sus sufrimientos entre los humanos: 

Hay lecciones difíciles de aprender y que pueden dejar una enseñanza permanente, en medio
de los ataques verbales de la gente.

En Juan 8 notamos que Jesús aprendió en el sufrimiento que experimento por los terribles
ataques verbales de la gente. 
Los fariseos eran los enemigos que perseguían a Cristo y no Nunca cejaban en su empeño de
lograr su propósito de destruirlo. Los religiosos, lo detestaban con odio, y hallaban faltas y
motivo de crítica en todo lo que hacía o decía. Tal vez usted conozca a algún individuo así, que
le acosa en su vida. Pareciera como si fuera la espada designada por Dios que persiste en
perseguirle. Algunas veces procede de parte de alguien que una vez fue un amigo íntimo y que
ahora se ha vuelto en contra nuestra. En Juan 8 versículo 40: “Pero ahora procuráis matarme a
mí, hombre que os he hablado la verdad.” Y luego: “Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.
Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación,” queriendo decirle: “Tú eres
hijo ilegítimo. Nosotros podemos identificarnos con nuestro padre. Pero tu, ¿Cuál soldado
romano fue tu padre en Nazaret?” ellos le estaban diciendo “Nosotros no somos nacidos de
fornicación.”
Como si eso no fuera suficiente, en el versículo 48 leemos: “Respondieron entonces los judíos,
y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio?”¡Vaya!
Eso era el insulto máximo. Le estaban diciendo: “Bastardo. Estás endemoniado.” Qué cosa más
aberrante para decirle al Hijo de Dios. Perfecto Dios, deidad sin disminución, verdadera
humanidad, y hombres impíos le llaman ilegítimos, incluso dice que está endemoniado. Más
adelante, en el versículo 59: “Tomaron entonces piedras para arrojárselas.” Le detestaban.
Jesús aprendió obediencia por medio de las infamias, las declaraciones mentirosas, los ataques
personales, las acusaciones falsas que recibió.
La reacción natural es defenderse y vengarse verbalmente, y guardar el rencor, y hacer planes
para desquitarse, pero si usted determina pagar mal con mal o cree en el dicho ojo por ojo y
diente por diente, usted nunca aprenderá obediencia.

“Jesús aprendió obediencia por medio de lo que sufrió.” 

“Hay lecciones difíciles de aprender y que pueden dejar para nosotros y para otros una
enseñanza permanente, especialmente en aquellos momentos en que somos objeto de las
acciones malintencionadas e injustas de la gente.”

En el capítulo 11 vemos que Jesús aprendió en medio del sufrimiento provocado por lo que la
gente hizo contra Él. Decir cosas malas ya era suficientemente malo, pero ahora note que los
pensamientos y palabras se tornan acciones. El odio creció al punto del homicidio. En el
capítulo 11 Jesús revivifica a Lázaro. Sería de esperarse que muchos, muchos, creerían. Unos
pocos en efecto creyeron. Es más, el versículo 45 del capítulo 11 de Juan dice que muchos de
los que estuvieron allí y vieron el milagro, creyeron. Ah, pero allí estaban los enemigos. Siempre
estaban allí. Algunos de ellos, observe en el versículo 46, que estuvieron junto a la tumba, se
fueron y se lo dijeron a los fariseos. Los fariseos no se impresionaron en lo más mínimo. El
versículo 53 nos dice lo que planearon hacer. “Así que, desde aquel día acordaron matarle.”
¿Ha tenido usted alguna vez una experiencia así? Gracias al Señor, yo nunca la he tenido. Por lo
menos nunca lo he sabido. ¿Alguna vez le han amenazado de muerte? Si lo ha sido, entonces
sabe lo que es estar terriblemente asustado. Usted no sabe por donde estarán acechándolo. Ni
siquiera sabe quién es el que lo está atacando. Pero estos fariseos decidieron, en un plan
premeditado, matarlo. Así de grande era su odio.
¿Afectó esto a Jesús? El versículo 54 nos indica que Jesús vivía como un ciervo herido: “Por
tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos.” Eran su propio pueblo. ¿Puede usted
imaginárselo? Como fugitivo, huyó de la presencia del público, “se alejó de allí a la región
contigua al desierto.” Perseguían a Jesús literalmente como si fuera perro con rabia. El versículo
57 lo dice: “Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno
supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen.” Así que no fueron solo los
fariseos, sino que ahora tenían su propio grupo dispuesto a eliminarlo.
Jesús aprendió obediencia por medio de lo que la gente hizo. Jesús aprendió lecciones de
obediencia por medio del sufrimiento que experimento en distintos momentos.
¿Están sus aflicciones haciendo que usted sea más obediente? Si es así, usted ha aprendido una
de las lecciones más profundas de su vida. Pero si en lugar de eso, lo que le llena es la
amargura, entonces usted ha errado la lección.
“Jesús aprendió obediencia por las cosas que sufrió.”¿Puede usted decir, en este mismo
momento, “Incluso en esto, Señor Dios, sé glorificado. Incluso en esto me someto. Incluso a
pesar de lo que la gente dice de mi. Incluso me someto a tus planes soberanos cuando la gente
hace cosas erróneas contra mi. Incluso me someto a ti cuando pareces estar en silencio, y te
siento muy, pero muy distante. Señor, yo soy tuyo, y tú eres mío” 
Nunca nadie me separara de tu amor y me protegerás para siempre. Nada de lo que tu
permites es malo para mi. No me gusta a veces, no me agrada, pero tu nunca te equivocas y
nunca buscas mi mal. Por lo tanto, Señor, me someto.

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