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Alberto Valdez
David hormachea
UN ABRAZO PARA TODOS LOS QUE AMAN LA INSTRUCCION BIBLICA. Le envio la primera de
dos partes de un sermón acerca de el curso obligatorio de la universidad divina: EL
SUFRIMIENTO. Es parte de mi serie de estudios titulada:COMO ENFRENTAR LOS DESAFÍOS
CON SABIDURIA que consta de 9 sermones y que pueden ordenar en formato mp3. Les envío
de regalo la primera parte de este sermón:
EL SUFRIMIENTO: desafío obligatorio que demanda una respuesta.
A. LA REVELACIÓN DE LA DEBILIDAD.
No existe experiencia mas reveladora de nuestra realidad que el sufrimiento. Mientras mas
intenso y permanente es el sufrimiento, mas revela nuestras mas pequeñas y grandes
imperfecciones y debilidades.
He tenido la oportunidad de observar mi propia vida en mis mas difíciles momentos de
sufrimiento y he aprendido lecciones extraordinarias. Cuando he entrado a un pabellón de
cirugías y me he despedido de mi esposa y no se si voy a volver, y en algunas ocasiones he ido
cantando en mi mente un himno y llorando, nunca me he sentido mas impotente, mas débil y
mas a expensas de la misericordia y el poder divino.
He hablado con muchas personas, cristianas, no cristianas, ateos, solteros, ancianos, jóvenes,
agnósticos, religiosos y me he dado cuenta que el sufrimiento grave, aquel que nos hace ver la
realidad de la debilidad humana, aquel que traspasa nuestras fronteras de orgullo, tiene esa
increíble virtud de ver aspectos de la vida que no vemos en la abundancia o la paz y
tranquilidad. Aun las personas mas duras e incrédulas que he conocido en la vida, cuando he
tenido la oportunidad de visitarles en su lecho de muerte, por lo menos, abren su mente a la
posibilidad de que exista algo mas que la vida en este mundo.
En la universidad me alegro saber que mis maestros no se hicieron maestros de la nada, sino
que ellos también en algún momento fueron alumnos de grandes maestros y uno de sus
compañeros permanentes fue el sufrimiento. Mi profesor Rex Jhonson me enseñó sobre el
sufrimiento porque el realmente lo experimentó. Norman Wright también fue un excelente
maestro de la universidad donde estudié. Maestro de asesoramiento familiar tal como Rex
Jhonson, quien fue mi maestro de asesoramiento familiar. El Dr. H. Norman Wright fue uno de
los consejeros cristianos más conocidos de Estados Unidos, sirvió en la Facultad de la escuela
de teología Talbot en la Universidad de Biola. El Dr. Wright es el autor de más de 70 libros.
Joyce, la esposa de Norman, era madre de dos hijos, Sheryl, y Matthew un niño retardado
mental que murió a la edad de veintidós en 1990. Joyce aprendió a vivir con el sufrimiento.
Joyce Wright era una artista talentosa, pero después de casarse no tuvo la oportunidad de
continuar sus estudios. Joyce irradió su amor de Jesucristo, su Salvador personal y dedicó su
vida a servirle en todo lo posible. Ella sabia manejar su sufrimiento y decidió ayudar a los
demás porque fue una mujer de oración. Es fue la razón por la que durante casi cincuenta
años, ella y su mejor amiga Fran oraban juntas por teléfono por familiares, amigos y otros en
necesidad. Algunas de sus escrituras favoritas fueron: "Dios es nuestro refugio y fortaleza,
nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.”
"El señor es mi fuerza y mi escudo, mi corazón confía en él, y yo me ayudé. Mi corazón salta de
alegría y le doy gracias a él en la canción" Salmo 28, NIV
" Fíate de Jehová de todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócele en
todos tus caminos y hará su camino recto" Proverbios 3:5, 6, NIV
"así que no temáis, porque yo estoy contigo; No desmayes, porque yo soy tu Dios. Yo te
fortalecerá y te ayude. Siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia"
Isaías 41:10
Hay lecciones difíciles de aprender y que pueden dejar una enseñanza permanente, en medio
de los ataques verbales de la gente.
En Juan 8 notamos que Jesús aprendió en el sufrimiento que experimento por los terribles
ataques verbales de la gente.
Los fariseos eran los enemigos que perseguían a Cristo y no Nunca cejaban en su empeño de
lograr su propósito de destruirlo. Los religiosos, lo detestaban con odio, y hallaban faltas y
motivo de crítica en todo lo que hacía o decía. Tal vez usted conozca a algún individuo así, que
le acosa en su vida. Pareciera como si fuera la espada designada por Dios que persiste en
perseguirle. Algunas veces procede de parte de alguien que una vez fue un amigo íntimo y que
ahora se ha vuelto en contra nuestra. En Juan 8 versículo 40: “Pero ahora procuráis matarme a
mí, hombre que os he hablado la verdad.” Y luego: “Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.
Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación,” queriendo decirle: “Tú eres
hijo ilegítimo. Nosotros podemos identificarnos con nuestro padre. Pero tu, ¿Cuál soldado
romano fue tu padre en Nazaret?” ellos le estaban diciendo “Nosotros no somos nacidos de
fornicación.”
Como si eso no fuera suficiente, en el versículo 48 leemos: “Respondieron entonces los judíos,
y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio?”¡Vaya!
Eso era el insulto máximo. Le estaban diciendo: “Bastardo. Estás endemoniado.” Qué cosa más
aberrante para decirle al Hijo de Dios. Perfecto Dios, deidad sin disminución, verdadera
humanidad, y hombres impíos le llaman ilegítimos, incluso dice que está endemoniado. Más
adelante, en el versículo 59: “Tomaron entonces piedras para arrojárselas.” Le detestaban.
Jesús aprendió obediencia por medio de las infamias, las declaraciones mentirosas, los ataques
personales, las acusaciones falsas que recibió.
La reacción natural es defenderse y vengarse verbalmente, y guardar el rencor, y hacer planes
para desquitarse, pero si usted determina pagar mal con mal o cree en el dicho ojo por ojo y
diente por diente, usted nunca aprenderá obediencia.
“Hay lecciones difíciles de aprender y que pueden dejar para nosotros y para otros una
enseñanza permanente, especialmente en aquellos momentos en que somos objeto de las
acciones malintencionadas e injustas de la gente.”
En el capítulo 11 vemos que Jesús aprendió en medio del sufrimiento provocado por lo que la
gente hizo contra Él. Decir cosas malas ya era suficientemente malo, pero ahora note que los
pensamientos y palabras se tornan acciones. El odio creció al punto del homicidio. En el
capítulo 11 Jesús revivifica a Lázaro. Sería de esperarse que muchos, muchos, creerían. Unos
pocos en efecto creyeron. Es más, el versículo 45 del capítulo 11 de Juan dice que muchos de
los que estuvieron allí y vieron el milagro, creyeron. Ah, pero allí estaban los enemigos. Siempre
estaban allí. Algunos de ellos, observe en el versículo 46, que estuvieron junto a la tumba, se
fueron y se lo dijeron a los fariseos. Los fariseos no se impresionaron en lo más mínimo. El
versículo 53 nos dice lo que planearon hacer. “Así que, desde aquel día acordaron matarle.”
¿Ha tenido usted alguna vez una experiencia así? Gracias al Señor, yo nunca la he tenido. Por lo
menos nunca lo he sabido. ¿Alguna vez le han amenazado de muerte? Si lo ha sido, entonces
sabe lo que es estar terriblemente asustado. Usted no sabe por donde estarán acechándolo. Ni
siquiera sabe quién es el que lo está atacando. Pero estos fariseos decidieron, en un plan
premeditado, matarlo. Así de grande era su odio.
¿Afectó esto a Jesús? El versículo 54 nos indica que Jesús vivía como un ciervo herido: “Por
tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos.” Eran su propio pueblo. ¿Puede usted
imaginárselo? Como fugitivo, huyó de la presencia del público, “se alejó de allí a la región
contigua al desierto.” Perseguían a Jesús literalmente como si fuera perro con rabia. El versículo
57 lo dice: “Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno
supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen.” Así que no fueron solo los
fariseos, sino que ahora tenían su propio grupo dispuesto a eliminarlo.
Jesús aprendió obediencia por medio de lo que la gente hizo. Jesús aprendió lecciones de
obediencia por medio del sufrimiento que experimento en distintos momentos.
¿Están sus aflicciones haciendo que usted sea más obediente? Si es así, usted ha aprendido una
de las lecciones más profundas de su vida. Pero si en lugar de eso, lo que le llena es la
amargura, entonces usted ha errado la lección.
“Jesús aprendió obediencia por las cosas que sufrió.”¿Puede usted decir, en este mismo
momento, “Incluso en esto, Señor Dios, sé glorificado. Incluso en esto me someto. Incluso a
pesar de lo que la gente dice de mi. Incluso me someto a tus planes soberanos cuando la gente
hace cosas erróneas contra mi. Incluso me someto a ti cuando pareces estar en silencio, y te
siento muy, pero muy distante. Señor, yo soy tuyo, y tú eres mío”
Nunca nadie me separara de tu amor y me protegerás para siempre. Nada de lo que tu
permites es malo para mi. No me gusta a veces, no me agrada, pero tu nunca te equivocas y
nunca buscas mi mal. Por lo tanto, Señor, me someto.